
Con el arribo a nuestra postal nº450 cumplimos más de nueve años elaborando el documento con el que primero nos mostramos y comunicamos con nuestros miembros, seguidores y contactos. Fue un martes 1 de marzo de 2016, cuatro meses y medio después de la creación de la Fundación Arquitectura y Ciudad (FAC), cuando pusimos en marcha la idea de abrir una ventana conformada por una sugerente imagen y una breve descripción con la que a partir del domingo 6 de marzo, usando como vehículo el correo electrónico, buscamos manifestar que existíamos.

Así lo hicimos durante 36 semanas hasta el momento en que decidimos ampliar nuestro rango de intercambio creando un boletín que bautizamos como Contacto FAC en el que la postal, incorporada como elemento sustancial de su estructura en la que compartía protagonismo, se convirtió en excusa para elaborar un texto que ampliara el mensaje que la imagen transmitía y los temas que a ella estaban asociados. Así permaneció otras 398 veces hasta que a partir de enero de este año 2025 decidimos darle presencia exclusiva quincenalmente, llegando el día de hoy a alcanzar un número redondo e importante.
Para realzar la relevancia del momento, nada mejor que sumar a la pauta definida por la selección de casas icónicas dentro del paisaje urbano caraqueño, una que, pese a no haber sido ampliamente promocionada se revela como ejemplo notable dentro de la tipología y, a la vez, como clara demostración del talento de quien la concibió.




Ubicada en la urbanización Tusmare del Municipio El Hatillo, la Quinta 39 se convirtió para el arquitecto Luis Enrique Jiménez Damas (1933-1963) en la oportunidad de cerrar un ciclo que, dentro de la misma zona, había comenzado a finales de los años 1950 con la construcción de siete viviendas unifamiliares en la naciente urbanización Oripoto. Entonces, el avezado estudiante, que se graduaría en la octava promoción de la UCV en 1958, tuvo la oportunidad de ejercitarse proyectando un grupo de casas por encargo de familiares cercanos (tres de sus hermanos) y otros tantos conocidos que bien valdrían un capítulo aparte para analizar comparativamente el manejo del espacio, el correcto funcionamiento, el aprovechamiento de las variables programáticas, la adecuación al clima y la adaptación a la topografía en la búsqueda de dotarlas de un “carácter nacional”, muy próximo al debate promovido entonces tanto en la propia escuela de arquitectura como desde las páginas de la revista A, hombre y expresión.


Entre aquella experiencia y la realización de la Quinta 39, última obra construida por Jiménez Damas, no sólo se da la coincidencia de haber recalado veinte años después en la zona que lo vio nacer como profesional, sino el haberle sido encargada por integrantes de su núcleo familiar: la pareja conformada por su sobrina Ana Cristina Sánchez Jiménez y su esposo José Benatar Cohen.


La urbanización Tusmare (aledaña a Oripoto) desarrollada a comienzos de los años 1970 por Henry y William Larralde, le permitió a los recién casados Benatar-Sánchez adquirir en 1976 una parcela (la número 39), ubicada en la Calle Sur sobre la cual casi de inmediato Jiménez Damas comenzaría a esbozar las primeras ideas del proyecto para la quinta.



El arquitecto, quien ya había acumulado una considerable obra realizada y desarrollado a partir de 1964 una carrera docente que dejó una profunda huella entre sus discípulos dentro de la FAU UCV, decidió desde el primer momento revisar la obra de Alvar Aalto y en particular tomar en cuenta la Maison Louis Carré (1956-1959) como referente a considerar en el diseño de la casa.



Aalto, el gran maestro finlandés del siglo XX, reivindicado permanentemente por Carlos Raúl Villanueva, a quien Sigfried Giedion le abrió camino a partir de la segunda edición (1949) de Espacio, tiempo y arquitectura por considerarlo el arquitecto que mejor demostraba el alejamiento del modernismo de estilo internacional hacia una arquitectura más orgánica, ya había servido de inspiración Carlos Becerra diseñador en 1964 de dos viviendas una en Colinas de Vista Alegre y otra en Colinas de Bello Monte con la colaboración de Domingo Álvarez (la casa Madriz) que apuntan a la Maison Carré como claro modelo; y, por el otro, cabe añadir a Gustavo Legórburu señalado por Juan Pedro Posani de haber bebido de la fuente aaltiana a través de dos quintas construidas en Los Palos Grandes (también de 1964).

Con tales precedentes y su propia experiencia como mediadora, Jiménez Damas resolvió con plena libertad el programa demandado por los Benatar-Sánchez: pareja joven con dos niños pequeños, padre aficionado a la fotografía (quien solicitó un pequeño cuarto de revelado) y madre que no le veía sentido a la existencia del baño auxiliar para las visitas y que sólo pedía que la cocina tuviera acceso directo al jardín.

El terreno de 1628 m2 ofrecía un frente hacia el norte de 25,34 mts (Calle Sur de Tusmare) y una longitud de aproximadamente 65 hacia el sur presentando una ligera pendiente. Tales condicionantes llevaron a ubicar la casa concentrada hacia la mitad norte, proponiendo la creación de tres niveles adaptados a la topografía. Los espacios sociales, corazón de la casa, cobrarían máxima importancia y mantendrían una rica interrelación, remarcada por la utilización de un potente techo inclinado en sentido inverso a la pendiente del terreno, revestido de un plafón de madera que dota a la edificación de un perfil exterior particular y a los ambientes internos de una indudable calidez.


Los tres niveles en los que se desarrolla la casa son: nivel acceso (+1,00) donde se encuentran el estacionamiento techado para 2 vehículos, el hall de llegada acompañado por un pequeño patio interior, la cocina-pantry, el dormitorio de servicio con baño, el área de lavandero/faena, un depósito y una caseta para basura y gas; nivel superior (+3,00) donde se ubicó un dormitorio, un baño, un estudio/estar y un cuarto de revelado/depósito; y nivel inferior (+0,15) destinado al salón-recibo, la terraza cubierta/corredor/, el dormitorio principal con vestier y baño, un dormitorio y un baño.




La correcta distribución evita cruces innecesarios y permite acceder a cada sector de la casa sin comprometer a los otros. La estructura, en concreto armado, fue calculada del ingeniero Esteban Gyory, las paredes interiores son de bloques de arcilla frisados y las exteriores (incluyendo las de los linderos) de ladrillo obra limpia impecablemente trabajado, remitiendo en este caso a la textura propia de otra obra de Alvar Aalto: el ayuntamiento de Saynatsalo. Los pisos en su totalidad son de cerámica a excepción de las áreas exteriores que son de concreto acabado a boca de cepillo. Contó desde un principio con la incorporación de la herrería y las rejas de seguridad como elementos importantes dentro del diseño de las aberturas al exterior lo cual sumó un importante toque de color y una total coherencia como parte de la envolvente.



La casa, proyectada entre 1977 y 1979 terminó de aprobarse en 1980 por la Ingeniería Municipal construyéndose entre ese año y 1982, aunque sus propietarios ya la habían ocupado en diciembre de 1981. Tiene aproximadamente 350 m2 de construcción.

Esmeradamente mantenida desde entonces hasta la actualidad, permitió por años que el hijo mayor se ubicara en el nivel superior y el segundo en el inferior respetando su distribución original. También vio como posteriormente (en 1989) tras la adquisición del terreno aledaño hacia el oeste (la parcela 38 de 1430 m2) y la construcción allí de una pequeña vivienda (diseñada por Carlos Julio Sánchez Jiménez), se ofreciese un desahogo para los niños convertidos en adolescentes y la oportunidad de manejar sin mayores traumas la llegada en 1993 de la tercera hija, dándose un reacomodo que no obligó a realizar anexos.


Jiménez Damas con el diseño de la Quinta 39 coloca de nuevo sobre el tapete el valor que tiene el eclecticismo manejado con talento. Tanto la solución formal, correcta orientación, adaptación a la topografía, honestidad en el uso de los materiales y cuidado en los detalles, junto a la riqueza y fluidez espacial, la convierten en un genuino marco donde la reinterpretación de códigos existentes pasa por el cedazo de la cultura adquirida convirtiéndose en un genuino acto de re-creación y originalidad.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal, 1, 19, 20, 21, 22, 23, 24 y 26. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad. Fotos: Rafael Calvo González.
2 , 7 y 8. Capturas de Google Earth.
3, 4 y 5. Cortesía de Luisa Elena Sánchez Jiménez.
6. Colección Crono Arquitectura Venezuela; captura de Google Earth; y Revista SVA, nº12, julio-agosto de 1963.
9 y 10. 20th Century ARCHITECTURE (https://architecture-history.org/architects/architects/aalto/objects/1956-1959,%201961-196azoches-sur-Guyonne,%20France.html)
11. archdaily (https://www.archdaily.cl/cl/919034/clasicos-de-arquitectura-maison-louis-carre-alvar-aalto/51861106b3fc4be35b000099-ad-classics-maison-louis-carre-alvar-aalto-image?next_project=no); navi.finnisharchitecture.fi (https://finnisharchitecture.fi/maison-louis-carre/#&gid=1&pid=5); y Alvar Aalto (https://www.alvaraalto.fi/en/architecture/maison-louis-carre/#)
12. Mariano Goldberg. Guía de edificaciones contemporáneas en Venezuela. Caracas. Parte 1 (1980)
13 y 14. Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani. Caracas a través de su arquitectura (1969)
15, 16, 17 y 18. Cortesía familia Benatar-Sánchez.
25. Cortesía familia Benatar-Sánchez; y Colección Crono Arquitectura Venezuela
































