1992• El día 26 de enero se inaugura en la Sala de Exposiciones de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela la exhibición de las propuestas recibidas en el «Concurso de Anteproyectos de Vivienda Multifamiliar Ampliable de Interés Social» organizado por el Instituto de la Vivienda INAVI con el respaldo del Ministerio de Desarrollo Urbano y del Colegio de Arquitectos de Venezuela. Fue ganador del concurso y recibió en el marco de la exposición el Primer Premio el equipo integrado por los arquitectos Edwing Otero (FAU UCV promoción 21 C/ 1973), Alfredo Sanabria (FAU UCV promoción 25 C/1978) y Hugo D’Enjoy y Juan José Luschsinger (ambos egresados de la FAU UCV en la promoción 39B / 1991).
Imagen – Fundación Arquitectura y Ciudad, Postal 277/ 19 sept. 2021
La publicación, como imagen que ilustra nuestra postal del día de hoy, del trabajo ganador en 1992 del Concurso de Anteproyectos para Desarrollos Urbanísticos de Vivienda Multifamiliar Ampliable para el Área de Asistencia I de la Ley de Política Habitacional (promocionado por el Instituto Nacional de la Vivienda -INAVI-), del equipo integrado por los arquitectos Edwing Otero, Alfredo Sanabria, Hugo D’Enjoy y Juan Luchsinger (OSLD), con la asesoría del arquitecto José A. Carrasquel, el constructor Manuel Moreira y el ingeniero Carlos Giménez, nos coloca ante la posibilidad de abordar, aunque sea de forma muy resumida varios tópicos que directa o indirectamente giran en torno a él.
El primero de ellos podría ser el marco legal sobre el que se basó el llamado a concurso: la Ley de Política Habitacional, instrumento novedoso aprobado en 1989 que representó un importante cambio de orientación en la política pública de vivienda, en un triple sentido: definía el origen de los recursos a ser utilizados en la construcción de las viviendas subsidiadas, definía los beneficiarios, y establecía mecanismos de participación de la población. Se creaba así un fondo de financiamiento para la construcción de viviendas de interés social a partir de fuentes de recursos bien definidas y cuyo monto estaba vinculado al estado general de la economía. En lugar de una obligación genérica del Estado de proveer de vivienda a la población, la Ley de Política Habitacional establecía un método de financiamiento de las viviendas de interés social en base al ahorro habitacional de la población.
Además de determinarse el origen de los recursos dedicados a la construcción de viviendas de interés social, la Ley definía con precisión los beneficiarios de la política social en materia de vivienda, con una división precisa de estos en tres sectores de asistencia, en función del precio de venta de la vivienda, el cual se establecía en relación al salario mínimo. Así, el área de asistencia I (al que apuntaba el concurso que nos ocupa) se refería a viviendas cuyo valor no fuese mayor de 65 salarios mínimos. En el momento de la promulgación de la Ley, el salario mínimo era de Bs. 4.000 (equivalente a $80), y como expusiera en su momento Oscar Olinto Camacho y otros (en «Oportunidades y restricciones para la intervención del sector financiero privado en la rehabilitación de los barrios previsto en la Ley de Política Habitacional», texto aparecido en La cuestión de los barios, 1996), 90 % de los ahorristas se encontraban en este tramo, y contribuían con el 57% del fondo para el ahorro habitacional. Por su parte, Leandro Quintana (en «La participación popular en la política de vivienda en Vivienda en Venezuela». Revista Urbana, nº 16-17, 1995) afirmaba que se trataba del 60% de la población y del 90 % del déficit de vivienda. Por tanto se intentaba buscar a través del concurso alternativas viables a una demanda que abarcaba un universo para nada despreciable.
Un segundo aspecto que llevaba implícito el llamado hecho por el INAVI es el correspondiente a la condición “ampliable” que debían prever las propuestas que se presentaran. Este asunto, absolutamente ligado a los de la “progresividad” y la “flexibilidad” en la vivienda, ya tenía tiempo siendo considerado entre quienes tenían a su cargo desde 1928 (año de la fundación del Banco Obrero) las políticas de vivienda y en particular cuando a partir de los años 50 y 60 quedó demostrado que el déficit habitacional no se lograría cubrir jamás si su resolución se mantenía exclusivamente en manos del Estado y no se abría a la participación de sus potenciales destinatarios quienes, con el tiempo, habían logrado “auto-construirse” una mayor cantidad de soluciones de todo tipo. Como dato interesante cabe señalar cómo, a pesar de que el Banco Obrero no era dado a convocar concursos con frecuencia (sólo recordamos el que se abrió en 1942 para la Reurbanización de El Silencio), en 1972, ya desbordada su capacidad de resolver unilateralmente el problema, promueve justamente el Concurso Viviendas Unifamiliares de Crecimiento Progresivo el cual es ganado por el arquitecto Alfredo Cilento y el ingeniero Jorge Muller.
Cilento, vinculado como investigador desde 1958 con el tema, basado en su interés, conocimiento y experiencia, viendo que los planteamientos del viejo modelo “de la vivienda completa propia para todos sólo pudo hacerse realidad para muy pocos y con bajos niveles de satisfacción de expectativas”, precisará en “Mitos que se derrumban: el cambio del paradigma de la vivienda”, artículo publicado en 1996 en Tribuna del Investigador (Vol. 3, nº 2), cómo a raíz del proceso de deterioro económico. político y social que se inicia en Venezuela en 1978, reflejado por un lado en el crecimiento de la inflación y, por el otro, en las tasas reales negativas de incremento de los salarios medios durante 16 años consecutivos, se evidenciaba la necesidad de un radical cambio de escenario con relación a cómo habían sido enfocadas hasta entonces las políticas de vivienda. Luego de un apretado y contundente diagnóstico, Cilento ilustra el proceso que debía seguir dicho cambio en sus aspectos sociales, económicos y técnicos tras la “búsqueda de los distintos planteamientos que permitan organizar un enfoque global, holístico: un nuevo paradigma de la vivienda para los sectores de ingresos bajos y medios de la población”.
Cilento en su texto señala y desarrolla hasta 13 aspectos o mitos que deberían sustituirse por el nuevo enfoque y que sólo dejaremos aquí expuestos:
Del Estado-cliente-proveedor de viviendas mercancías, al Estado sustentador que apoya y facilita la gestión de los autoproductores de viviendas individuales y colectivos.
Del enfoque cuantitativo, representado por el concepto tradicional de lucha contra el déficit de vivienda, a un enfoque cualitativo que permita crear condiciones para el mejoramiento integral del hábitat urbano, para lo cual es básica la evaluación precisa de las necesidades, capacidades y potencialidades locales.
De la idea de que la carencia habitacional se puede solucionar mediante la manipulación del producto vivienda, característica del proceder de arquitectos e ingenieros, al concepto de que el logro de un hábitat adecuado es un proceso de creación de condiciones de vida apropiadas, uno de cuyos factores es la vivienda.
De la promoción y gestión centralizada de los programas de vivienda y servicios urbanos, a la gestión integral descentralizada, a nivel local y de las comunidades.
De la actitud paternalista-populista del Estado, que esconde un fuerte autoritarismo, a una gestión sustentadora a través de un Programa Nacional de Asistencia Técnica que vincule directamente a la comunidad organizada.
De la idea de que si se mejoran las condiciones en el campo, los pobres abandonarían las ciudades, a la convicción de que el crecimiento de las ciudades y de la urbanización de la población es irreversible.
Del prejuicio de que los barrios pobres son causa de todos los males de la ciudad, al juicio de que los barrios no son causa sino efecto y que deben ser rehabilitados.
Del enfoque de producción en gran escala de viviendas completas para enjugar el «déficit», al de producción en pequeña escala, a nivel de las comunidades, de viviendas de desarrollo progresivo.
De la idea de que el objetivo del desarrollo tecnológico de la construcción es construir más rápido, al objetivo de mejorar la capacidad productiva a través de tecnologías sustentables técnica, económica y ecológicamente, compatibles con la producción en pequeña y mediana escala.
De los proyectos de grandes conjuntos de vivienda de gran altura, a desarrollos de crecimiento progresivo en conjuntos de alta densidad y baja altura.
De las agrupaciones multifamiliares, donde no existe una clara identificación de los espacios privados, semiprivados, públicos y semipúblicos, a condominios horizontales donde todos los espacios estén claramente identificados y asignados y se garantice una adecuada relación entre comunidad y privacidad.
Del mito del financiamiento a largo plazo como una condición indispensable para el financiamiento de la vivienda de costos bajos y medios, al concepto de la vivienda que germina con financiamiento de corto plazo.
Del otro mito del control de rentas como mecanismo punitivo para que los alquileres no suban, a un esquema transparente de fijación de los alquileres, en función del crecimiento de los costos asociados.
1. OSLD. Propuesta ganadora del Concurso de Anteproyectos para Desarrollos Urbanísticos de Vivienda Multifamiliar Ampliable. Isometría ilustrativa de la posibilidad de crecimiento vertical2. OSLD. Propuesta ganadora del Concurso de Anteproyectos para Desarrollos Urbanísticos de Vivienda Multifamiliar Ampliable. Arriba: Plantas baja y alta de la unidad básica con diversas etapas de crecimiento. Abajo: Fachada de diversas unidades durante diferentes etapas.3. OSLD. Propuesta ganadora del Concurso de Anteproyectos para Desarrollos Urbanísticos de Vivienda Multifamiliar Ampliable. Modelos.
Con los planteamientos de Cilento por delante, plenamente vigentes por demás, no deja de ser interesante observar el llamado a concurso que 4 años antes había arrojado la propuesta de OSLD a objeto de detectar, tanto en la aspiración del ente convocante como de los arquitectos proyectistas, muchas más coincidencia que discrepancias con algunos de los mitos a desmontar, particularmente en aquellos que implican la participación de profesionales dentro de un nuevo escenario.
Así, ajustados a las bases del concurso que pedían “… ofrecer una solución para la creciente demanda de viviendas de muy bajo costo, que pudiera satisfacer las necesidades inmediatas de un núcleo familiar básico (pareja) y que pudiera crecer conforme dicho núcleo fuese creciendo y prosperando”, los ganadores diseñan “una vivienda o unidad básica que pudiera crecer hasta un máximo de 72 metros cuadrados de superficie útil y que, a efectos de reducir los costos por parte del comprador, contara inicialmente con un área mínima de 36 metros cuadrados y ofreciera claras posibilidades de crecimiento, a pesar de su ubicación en un desarrollo multifamiliar. (…) La unidad, al tener una forma geométrica pura, puede unirse con una o varias de diversas maneras, para producir agrupaciones multifamiliares, cuya forma dependerá del lugar donde se construya. Se pueden obtener edificaciones de casas alineadas, en bloques rectos o escalonadas que se adaptan a la topografía de manera semejante a las construcciones antiguas de nuestras ciudades, o unas sobre otras para formar edificios de apartamentos de hasta seis pisos. (…) La propuesta es un sistema de organización espacial que no depende de un sistema constructivo específico: puede construirse en concreto armado, acero o madera. También pueden ser utilizados otros materiales, dependiendo de la región y las características particulares de cada problema. (…) Su principal cualidad es su versatilidad para adaptarse a diversas condiciones ambientales, diversos grupos familiares y diversas formas de agrupación”.
4. Clasificación general de las modalidades de vivienda progresiva según Dayra Gelabert y Dania González. En: «Progresividad y flexibilidad en la vivienda. Enfoques teóricos». Arquitectura y Urbanismo, vol.34 no.1, ene.-abr. 2013.5. Clasificación de los tipos de flexibilidad según Dayra Gelabert y Dania González. En: «Progresividad y flexibilidad en la vivienda. Enfoques teóricos». Arquitectura y Urbanismo, vol.34 no.1, ene.-abr. 2013.6. Modalidades de progresividad según Dayra Gelabert y Dania González. En: «Vivienda progresiva y flexible. Aprendiendo del repertorio». Arquitectura y Urbanismo, vol.34 no.2, mayo-ago. 2013.7. Tipos de espacios transformables. Flexibilidad de diseño o de uso, según Dayra Gelabert y Dania González. En: «Vivienda progresiva y flexible. Aprendiendo del repertorio». Arquitectura y Urbanismo, vol.34 no.2, mayo.-ago. 2013.
La propuesta de OSLD técnicamente cumplía con lo exigido, retomaba el concepto de los sistemas constructivos abiertos, e incorporando como condiciones el ser ampliable, flexible y progresiva dejaba planteada, al proponer el núcleo básico que la constituye (o “protovivienda” según palabras del propio Cilento), la posibilidad de que el usuario-ocupante vaya tomando bajo un cierto orden las decisiones correspondientes a cómo plantear el crecimiento, ofreciendo un catálogo de posibilidades que se ajusta a lo que se ha denominado “progresividad hacia fuera”.
8. ELEMENTAL. Quinta Monroy, Iquique, 2001-2003. Izquierdas: Viviendas básicas sin intervenir. Derecha: Intervenciones y ampliaciones de las viviendas básicas por autoconstrucción.9. Dos de las propuestas ganadoras del Concurso Internacional ELEMENTAL, Chile, 2003. Arriba: BOG arquitectos, Barcelona, España. Abajo: Makowski, Dojc & Rosas, Caracas, Venezuela.
Como ya señaláramos en el Contacto FAC nº 60 del 21/01/2018, el llamado hecho por el INAVI y la respuesta dada por OSLD se adelantaron por mucho (11 años) a lo que motivó la convocatoria en 2003 del Concurso Mundial de Arquitectura ELEMENTAL y que tuvo como antecedente el proyecto que desde el 2001 con ese nombre diera a conocer internacionalmente al Premio Pritzker 2016, el chileno Alejandro Aravena, cuya primera puesta en escena fue el desarrollo de Quinta Monroy en Iquique el año 2003.
Valga recordar que el concurso ELEMENTAL se “planteó como objetivo no sólo diseñar, sino construir 7 proyectos ejemplares a lo largo de Chile. Variando entre 150 a 250 unidades por conjunto, los proyectos responderán al nuevo programa de vivienda chileno ‘Vivienda social dinámica sin deuda’: un subsidio de US$ 7.500 por familia, que alcanza para una vivienda de entre 25 m2 y 30 m2, orientado a aquellos que no tienen capacidad de endeudamiento. Los habitantes dependen de la autoconstrucción para transformar esta mera solución habitacional en una casa digna. (…) El concurso internacional ELEMENTAL buscaba entonces propuestas arquitectónicas, a modo de ensayos proyectuales, capaces de producir un conjunto arquitectónico de calidad y densidad de barrio sin hacinamiento, y que estará bien localizado en la ciudad, desarrollado armónicamente en el tiempo, con viviendas de calidad, flexibles para crecer y estructuralmente seguras”. Que cada quien compare y saque sus propias conclusiones.
Para finalizar, como otras tantas veces ha ocurrido, el planteamiento con el que la oficina OSLD ganó el concurso venezolano, pasó a formar parte de los valiosos esfuerzos no realizados provenientes de certámenes organizados en el país. Por otro lado la Ley de Política Habitacional hoy en día ha quedado totalmente desdibujada y los planteamientos formulados por Cilento siguen a la espera de convertirse en política de un Estado que en materia de vivienda ha retrocedido más de 50 años y reafirmado los mitos que se proponía superar el nuevo paradigma.
Nota
Edwing Otero, egresado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV en la promoción 21C de 1973, quien ya había demostrado anteriormente su destreza como diseñador y concursante en varias convocatorias donde obtuvo reconocimiento, al asociarse con quienes fueran sus discípulos: Alfredo Sanabria, Hugo D’Enjoy y Juan Luchsinger (graduados en 1978, 1991 y 1991, respectivamente), logra con el concurso que nos ha ocupado iniciar en los años 90 una racha de propuestas ganadoras que incluirá también: la del Edificio Sede de “El Mundo de los Niños”, San Félix, Ciudad Guayana, Edo. Bolívar (1993); la Sede del Conservatorio de Música del Edo. Carabobo, Valencia (1995); la correspondiente a la Región Nor-oriental o insular-estado Nueva Esparta del Concurso de Arquitectura y Diseño Urbano para el desarrollo de conjuntos de Viviendas en cinco regiones del país promovido por FONDUR (1999); y la correspondiente a la categoría “Casa de Protección” del Concurso Nacional de Ideas “Una Casa de Abrigo para los Niños” impulsada por el CONAVI (1999).
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal, 1, 2 y 3. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.
4, 5, 6 y 7. Dayra Gelabert y Dania González. «Vivienda progresiva y flexible. Aprendiendo del repertorio». Arquitectura y Urbanismo, vol.34 no.2, mayo.-ago. 2013
… el 17 de febrero de 1996 aparece en el número 142 de Arquitectura HOY, por tercera ocasión, un importante espacio dedicado a cubrir los resultados del «Concurso para la sede del Conservatorio de Música del estado Carabobo».
El Concurso para la sede del Conservatorio de Música del estado Carabobo, promovido por la Gobernación de dicho estado junto al Colegio de Arquitectos de Venezuela (filial Carabobo), se convirtió en el evento que copó la actividad disciplinar durante la última mitad de 2015, año particularmente movido en cuanto a la realización de llamados de este tipo. Basta recordar que en ese mismo lapso de doce meses la Dirección de Gestión Urbana de la Alcaldía del Municipio Libertador promovió el Concurso para proyectar las Áreas de Acceso al Cementerio General del Sur, El Cementerio, Caracas, adjudicándosele el Primer Premio al arquitecto Doménico Silvestro, y que la Gobernación del Distrito Federal y el Instituto de Patrimonio Cultural auspiciaron el Concurso Patio Jardín / Gobernación del Distrito Federal, Esquina La Torre, Plaza Bolívar, Caracas, ganado por los arquitectos Jorge Rigamonti, Mario Quirós y Alfredo Caraballo.
Así, el jurado integrado por Eduardo Santaella, Juan Pedro Posani, Guillermo Mujica Sevilla, David Gouverneur, Tomás Martínez, Frida Añez Magasrevy, Alfredo Fermín y Elizabeth Canales, decidió otorgar por unanimidad el 9 de diciembre de 2015 el primer premio del Concurso del Conservatorio de Valencia, al equipo conformado por Edwing Otero, Alfredo Sanabria, Juan Luchsinger y Hugo D’Enjoy (OSLD) con la colaboración de María José Sedales y José Guerra. El segundo premio recayó en María Mercedes Boggiero e Iván Niubó y el tercero sobre Manuel Delgado Arteaga con quien colaboraron de José Manuel Da Silva, Henry González, Claudia Medina, Ricardo Pérez y Miguel Ramírez. Además se otorgaron hasta 8 Menciones Honoríficas siendo expuestos todos los trabajos presentados del 10 al 15 de diciembre de 2015 en el Museo de la Cultura de la capital carabobeña.
Quizás por la escasa promoción que tuvo el certamen o quizás por haber sido un año cargado de eventos, lo cierto es que para ser evaluados se entregaron únicamente 29 proyectos apareciendo sus resultados por primera vez en la edición nº 136 de Arquitectura HOY del 16 de diciembre de 2015 con la nota «Valencia entra en tono» a cargo de Carolina Heredia y Enrique Fernández-Shaw. Posteriormente se le brindaría la oportunidad a los ganadores de mostrar su propuesta (una breve descripción y las imágenes más representativas) en el nº 137 del 13 de enero de 2017 cuya información fue recogida por Carolina Heredia en «Entonando el Nuevo Año con la ‘caja de música'», hasta que finalmente Juan Pedro Posani decide saldar bajo el título de “A petición” una deuda crítica que debía como jurado del concurso el 17 de febrero de 2017 en el nº 142 que hoy nos ocupa.
En tal contexto lo primero que destaca Posani es el “altísimo nivel de aportes y contribuciones al diseño que se ha evidenciado en buena parte de los concursantes” ello basado en que, a pesar de la “escasa” participación, “casi la mitad -o tal vez más- de las proposiciones reflejan notable madurez, seguridad de pensamiento y dominio y control del lenguaje formal”. Sin embargo tales bondades, no atadas “a formalismos y formulismos de moda”, en los mejores trabajos lucen “comedidas” o excesivamente sensatas y prudentes extrañando Posani “una cierta carencia de sentido del riesgo que frena los ímpetus del atrevimiento”.
Al entrar a analizar posibles razones para que aparezcan las apreciaciones formuladas, Posani se atreve a atribuirlas en buena parte a “una fuerte asimilación de algunas de las mejores enseñanzas de la arquitectura española contemporánea -cuya información ha tenido y tiene amplia acogida en Venezuela- y que se distingue por la serenidad con que ha absorbido y, en más de un sentido, superado la experiencia moderna (…) sin renegar del pasado, más bien apuntando a él como permanente y amable referencia, pero también sin permanencia enclaustrada en una sumisión carente de actualidad y de sentido activo de la historia”.
Finaliza Posani su aproximación general a los resultados del evento señalando: “… es con gran alegría que se advierte cómo ha crecido y se ha impuesto, en la mayoría de los trabajos, la consideración de la relación con el contexto, bien sea éste cultural, ambiental o simplemente paisajista”, apreciación que se corrobora con toda claridad cuando extraemos de la escueta memoria del proyecto ganador lo siguiente: “La solución se caracteriza por expresar con claridad las dos partes esenciales del programa, en una edificación compuesta por dos volúmenes que cumplen roles diferentes y que se articulan volumétricamente en un conjunto por medio de una plaza cubierta que orienta los accesos a cada una de las partes” o, en palabras de Posani, “… resuelta con gran dominio del tema funcional” lo cual “se evidencia a cabalidad en la diferenciación de los cuerpos volumétricos y en la distribución de sus contenidos programáticos”. Dentro de la misma línea “contextualista” pero alejada de la manera como se expresan los ganadores, Isabel Lasala no duda en calificar la propuesta presentada por su padre, dentro de la categoría “Puro paisaje” en el libro Creando lugares. Entre la exaltación y la superación del objeto arquitectónico en la obra de Pablo Lasala (2014) donde precisa: “Lasala ofrece paisajes construidos para la contemplación, lugares que no evidencian su programa pero que nos hacen saber que estamos ante algo especial”.
Para quienes quieran detenerse en recrear los comentarios puntuales que Posani ofrece a cada una de las propuestas que resalta en el artículo -lamentablemente truncado por los duendes que suelen aparecer en las imprentas- en el que además de los tres primeros premios incorpora únicamente las menciones otorgadas a Jesús Tenreiro, Pablo Lasala y Francisco Bielsa, siempre les queda la oportunidad de bajar el documento que encabeza esta nota. De resto, reconocer que la celebración de este concurso, aunque terminó de nuevo en frustración por la no realización de la obra, deja el sabor de estar en presencia de un episodio digno de ser repasado, donde se apostó de nuevo al talento nacional y la calidad se hizo presente de múltiples maneras, dejando en nuestras manos un calificado testimonio del momento que atravesaba nuestra arquitectura.
1995• El jurado del Concurso Sede del Conservatorio de Música, Valencia, estado Carabobo. otorga el Primer Premio al proyecto presentado por la firma OSLD, la cual está integrada por los arquitectos Edwing Otero (FAU UCV, promoción 21C/1973); Alfredo Sanabria (FAU UCV, promoción 25C/1978); Juan José Luchsinger (FAU UCV, promoción 39/B 1991) y Hugo D’Enjoy (FAU UCV, promoción 39/B 1991).
… el 21 de enero de 1995 aparece, como primera entrega de ese año, el número 91 de Arquitectura HOY.
El encartado, que para aquel entonces contaba con 4 páginas, incluye en la primera el artículo “Australia, por ejemplo” con el que Juan Pedro Posani reabre fuegos dentro del enriquecedor diálogo que sostuvo con Alberto Sato, iniciado el 12 de noviembre del año anterior (ver Contacto FAC 53 de 12-11-2017) y que durará hasta el 11 de febrero.
Luego de una breve salutación de año nuevo en la que se recoge “… luego (…) de estas vacaciones en el olvido y en la nostalgia (…) se regresa al trabajo, a la rutina y también al drama de reconstruir a un país. Y queda la duda si no será a terminar de destruirlo”, frase premonitoria que pareciera sacada de nuestra más rabiosa actualidad, Posani intenta retomar la discusión “de cómo hacer arquitectura en un país como Venezuela”.
Para no morir en el intento refresca la importancia de tomar en consideración las circunstancias geográficas, la historia, la evolución cultural y política, aspectos todos que nos diferencian de otros lugares del planeta, pero centra la atención en aquello que permita alcanzar “una identificación efectiva y funcional con el mundo que se está construyendo”. Llegado a este punto, Posani insiste en priorizar el papel que para el profesional de la arquitectura debe jugar la consideración de los factores climáticos ampliada con la incorporación de “métodos constructivos y modalidades tipológicas”, donde se incorpore un diálogo efectivo entre diseñadores y usuarios así como una actitud que se aleje de la “imitación superficial de las grandes corrientes internacionales”.
Arriesgándose, cuan si fuera un predicador, a señalar «el buen camino» signado por el «reconocimiento de que en los factores materiales, sensoriales, tectónicos, más que en el gusto y en las modas estetizantes de las regiones culturales altamente desarrolladas”, como ruta necesaria para alcanzar “una meta de independencia de criterios y de logros -paradójicamente- internacionales”, Posani recomienda observar con atención, una vez más, la obra de Glenn Murcutt y, en particular, la casa Marika-Alderton (1994), proyectada para la familia de un artista aborigen australiano, prestando particular atención a todos los valores presentes allí que para él tienen sentido en pro de “descubrir los mecanismos auténticos, autónomos y originales de la creación arquitectónica”. El regalo de Murcutt para quienes habitan esta casa plenamente adecuada a las condiciones del lugar no es otra cosa que un espacio, una vivencia, un recuerdo y una inspiración de vida: “…una arquitectura realista y soberbia, en lo mínimo de sus dimensiones, que hace del clima y sus condicionantes el resorte desde el cual inventar o desarrollar una relación afectiva con las formas y con el país”. Así, Posani deja abierto un compás de espera para lo que será la respuesta que Sato publicaría la semana siguiente bajo el título de “Hic et nunc”.
Por otro lado, las páginas centrales del semanario están dedicadas a mostrar el trabajo ganador del Concurso de Anteproyectos (promocionado por el Instituto Nacional de la Vivienda -INAVI-) para desarrollos urbanísticos de Vivienda Multifamiliar Ampliable dentro del Área de Asistencia I de la Ley de Política Habitacional, que se había realizado ya hacía dos años, bajo la autoría del equipo integrado por los arquitectos Edwing Otero, Alfredo Sanabria, Juan Luchsinger y Hugo D’Enjoy (OSLD) y la participación del constructor Manuel Moreira y el ingeniero Carlos Giménez.
Con su publicación se buscaba rescatar esta interesante y rica propuesta, realizada bajo un estricto rigor geométrico, del olvido al que fue sometida por el propio ente promotor del concurso. Claramente ajustada a las bases del certamen, el proyecto ofrecía una “solución a la creciente demanda de viviendas de muy bajo costo, que pudiera satisfacer las necesidades inmediatas de un núcleo familiar básico (pareja) y que pudiera ampliarse conforme dicho núcleo fuese creciendo y prosperando”. La unidad básica de 36 m2 que puede crecer a un máximo de 72, “al tener una forma geométrica pura puede unirse con una o varias de diversas maneras, para producir agrupaciones multifamiliares, cuya forma dependerá del lugar donde se construya”, señalarán sus autores. Asimismo, se trata “de un sistema de organización espacial que no depende de un sistema constructivo específico”, pudiendo “ser utilizados otros materiales dependiendo de la región y las características particulares de cada problema”.
A 25 años vista, tanto el certamen como la respuesta dada por OSLD se adelantaron por mucho a lo que motivó la convocatoria en 2003 del Concurso Mundial de Arquitectura ELEMENTAL y al proyecto que desde el 2001 con ese nombre diera a conocer internacionalmente al Premio Pritzker 2016, el chileno Alejandro Aravena, cuya primera puesta en escena fue el desarrollo de Quinta Monroy en Iquique el año 2003.
El número 91 de Arquitectura HOY cierra con el artículo que especialmente elaborara Roberto Segre (1934-2013) desde Río de Janeiro, titulado “Fiesta de la democracia brasileña”, dedicado a analizar el significado de la celebración del año nuevo en ese país observando la manera como tuvo lugar en Río y en Brasilia y las divergencias existentes en cuanto a sus connotaciones urbanas.
Aunque en ambas ciudades los festejos de aquel fin de año se dieron “bajo los auspicios de una nueva esperanza: consolidar la persistencia y renovación democrática del sistema político brasileño, despojado de las atávicas e inexorables plagas de la corrupción, el clientelismo y la demagogia, tan arraigadas en el reino del Macondo latinoamericano (…) y aunque la toma de posesión del cargo presidencial de Fernando Henrique Cardoso el primero de enero, constituye el hecho unificador de las celebraciones, (…) en la playa de Copacabana se reunieron cuatro millones de personas en la espera del nuevo año; (mientras) en Brasilia, frente al Palacio del Planalto, sólo 4000 vitorearon al flamante mandatario”.
Tras describir con lujo de detalles la espléndida y apoteósica celebración carioca, signo inequívoco de una vitalidad urbana producto de años de maduración filtrada por usos, costumbres, interacción de estilos, funciones y tradiciones, Segre, pone el acento en la condición de urbus ex novo de Brasilia “cuyos espacios y edificios surgen de la proyectación demiúrgica carente de los estratos vivenciales que genera el paso del tiempo”, como causa fundamental de la desangelada conmemoración realizada allí, caracterizada por “el apego a sistemas representativos totalmente ajenos a la forma ‘futurista’ ” de la ciudad. La conclusión a la que llega Segre se traduce en una apuesta por que el Brasil urbano moderno quede signado, más que por la forma de su arquitectura, por la integración social de sus habitantes, tarea que hasta el día de hoy se constituye en una asignatura pendiente, pese a la ceremonia de investidura llena de auspiciosos significados y la certera gestión que encabezó el presidente Cardoso.
ACA
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