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Algo alejada, pero a la vez integrada vialmente al trazado que terminó estructurando la urbanización El Paraíso, así como pieza importante en el empuje que se dio para emprender su poblamiento, Villa Zoila está estrechamente ligada, no sólo con la primera expansión de la ciudad hacia el sur al otro lado del río Guaire que rompió con el patrón de damero asumiendo el modelo de ciudad-jardín, sino con la historia política del país.

Claro ejemplo de la vivienda aislada caraqueña de comienzos del siglo XX, el inmueble comenzó a construirse a finales del año 1900 como vivienda personal por el doctor Julio Torres Cárdenas, secretario de la presidencia tiempo después, quien adquirió el terreno en noviembre de aquel año y casi de inmediato ordenó la construcción del edificio. Posteriormente, en 1903, Cipriano Castro adquiere la estancia otorgándole el proyecto para convertirla en la residencia presidencial a “el gran constructor del régimen”: el ingeniero y arquitecto Alejandro Chataing (1873-1928). A partir de allí es rebautizada como “Zoila” en honor a la esposa del presidente Castro, Doña Zoila Rosa Martínez de Castro.
La pareja presidencial habitó la casa hasta 1908, cuando Castro sale de la presidencia y del país. Las reformas realizadas por Chataing, registradas por Iván González Viso y Gregory Vertullo en el texto dedicado a la mansión aparecido en Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje (2015), tuvieron que ver, entre otras, con “el acceso a la villa, la inserción de las escalinatas a ambos lados del eje central, los jardines y la vialidad interna”.


González Viso y Vertullo también aportarán lo siguiente: “Su estructura corresponde al sistema constructivo conocido como ‘Pan de Bois’, compuesto por esbeltas estructuras de madera articuladas con elementos dispuestos en sentido horizontal y diagonal, con un núcleo de mampostería de ladrillos. Las cubiertas de madera a cuatro aguas están soportadas por cerchas, protegidas inicialmente por láminas metálicas. La Villa está rodeada por corredores que articulan las tres crujías que componen el inmueble: la primera crujía alberga las áreas sociales, la segunda contiene las habitaciones y al centro la escalera de acceso a la torre, mientras que la última crujía (colindante con un alto muro de contención) alberga los servicios. La torre-mirador, similar a una pagoda con un distintivo techo a cuatro aguas, emerge del segundo cuerpo. Sobre las fachadas, con cerramientos apoyados sobre un antepecho con diagonales a modo de cruces, destacan pequeños vanos con calados de madera de diseños alegóricos al Art Nouveau”.
Con acceso desde la que se dio por llamar en aquel entonces como “avenida Castro”, que luego pasó a nombrarse “avenida de El Paraíso” y hoy se denomina José Antonio Páez (en el sector próximo a Puente Hierro), Villa Zoila está precedida por un amplio jardín definido por una avenida central arbolada que la comunica con la calle.

Villa Zoila, indirectamente, estuvo vinculada a dos hechos si se quiere anecdóticos dentro de la historia del país a comienzos del siglo XX. El primero se relaciona al momento cuando, a raíz del terremoto del 28 de octubre de 1900, Cipriano Castro deja de utilizar la Casa Amarrilla como despacho y residencia presidencial cosa que había hecho desde su entrada triunfal a Caracas el 23 de octubre de 1899. Hasta entonces Castro había transformado el histórico edificio, según un cronista de la época, en centro de suntuosas fiestas: “La Casa Amarilla fue convertida en un palacio encantado. Cuatro mil lámparas incandescentes ordenadas de una manera artística y veinte y seis focos de arco voltaico, impresionaban a primera vista de una manera deslumbradora. Los salones eran fuente de maravillas, sobre todo el salón azul que contenía dos grandes escudos de Venezuela hechos de flores naturales. Todo era derroche de belleza que rayaba en lo incomparable”, se recoge en https://haimaneltroudi.com/historias-y-anecdotas-de-la-casa-amarilla/. Castro, el segundo mandatario que destinó el emblemático inmueble como su morada (el primero fue Francisco Linares Alcántara en 1877), aquel día en que la tierra tembló “se lanzó a la calle con un paraguas desde uno de sus balcones”, tal y como menciona Carlos Maldonado-Bourgoin en La Casa Amarilla: enclave histórico de Venezuela (1994). Es así como toma la decisión de ubicar una edificación con estructura antisísmica para fijar su nueva residencia y a la vez trasladar, buscando condiciones de seguridad similares, el despacho presidencial al Palacio de Miraflores alquilándoselo a Doña Jacinta de Crespo (viuda del general Joaquín Crespo). Para lo primero, mientras reside en Miraflores, localiza la villa que nos ocupa el día de hoy, construida en la naciente y aristocrática urbanización El Paraíso, dándole la oportunidad de acondicionarla, como ya se mencionó, a Alejandro Chataing para habitarla a partir de 1903.

El segundo hecho ubica a Villa Zoila como una de las primeras (si no la primera) quintas que tuvieron que contar con vialidad interna y prever un espacio para estacionar un vehículo en el país. El hecho, aportado por Luis Alberto Perozo Padua en el artículo “Fue en 1904 cuando llegó el primer vehículo a Venezuela”, aparecido en El Impulso el 20 de febrero de 2021, se vincula con la noticia de que, luego de ser junto a Clementina Velutini Couturier una de las contadas venezolanas que subieron a un automóvil en Europa, Doña Zoila Martínez de Castro importó uno al regresar de aquel viaje: un Panhard Levassor, traído en 1904, sumándose a los pioneros en hacer una adquisición de ese tipo en Venezuela.

Punzante por demás es la descripción que hizo Mariano Picón Salas en Los días de Cipriano Castro (1953) del edificio que hoy comentamos. Citado por Juan Pedro Posani en Caracas a través de su arquitectura (1969), Picón Salas expondrá: “Un reflejo de toda la bizarría decorativa de comienzos de siglo, de aquel estilo híbrido de las exposiciones universales, comienza a invadir la pequeña metrópoli. Para los ocho años de gobierno que ya le garantiza la Constitución, el propio Don Cipriano se está haciendo en El Paraíso -que las crónicas sociales de ‘El Constitucional’ apodan ‘Los Campos Elíseos’ de Caracas- una casa que con sus retorcidos techos y su abundancia de pintado hierro ornamental, tiene algo de pagoda y de pajarera de los trópicos. Pequeños kioskos esparcidos en los prados, con enredaderas de trinitarias y albricias servirían para agasajar a las visitas en los ‘garden-parties’ que puso de moda la época. Allí la bondadosa Doña Zoila recibe a las señoras caraqueñas y les ofrece inocentes sorbetes, merengadas, tisanas y pastas dulces, mientras a su terrible marido le asaltan más complejos o diabólicos pensamientos”.
Tras la salida de Castro en 1908, la casa fue adquirida por su hermana Doña Laurencia Castro De Lázaro, quien vivió allí poco tiempo para posteriormente venderla al Estado. Durante el gobierno de Juan Vicente Gómez estuvo deshabitada hasta 1921, momento en que es convertida en escuela para varones, siendo designada posteriormente como escuela de enfermería exclusiva para mujeres. Esta última institución no perduraría mucho allí, ya que en el año 1936 el general Eleazar López Contreras dispone que en las instalaciones de la casona de Puente Hierro funcione de común acuerdo con el gobierno de España la primera Escuela de Agentes de Seguridad Pública, bajo la supervisión del Capitán Don Cecilio Marrero Suárez y el Brigadier Don Ramón Moreno Ayape. Este cuerpo de seguridad posteriormente dará vida a lo que hoy en día se conoce como la Guardia Nacional de Venezuela.
La página https://www.facebook.com/Arquitecturavzl/photos/villa-zoilaen-1903-es-inaugurada-villa-zoila-siendo-dise%C3%B1ada-por-el-arquitecto-a/1805120076369996/ señala lo siguiente: en 1957, Villa Zoila, que había sido hasta entonces la sede de la Guardia Nacional “es ocupada por el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, (pasando) los peores momentos de su historia, ya que le fueron agregados varios edificios anexos sin valor alguno, fueron destruidos sus jardines y los interiores de la antigua Casona y no conforme con eso en 1977 pretendieron demolerla para construir la sede del Ministerio de Transporte y Comunicaciones, acto en la cual intervino el ministro de la Defensa quien ordenó detener la demolición de la antigua vivienda Presidencial. (…) Durante años la Guardia Nacional tuvo varias batallas legales con el Ministerio de Transporte para que le fuera devuelta Villa Zoila como cuna de esta institución, y no fue hasta el año 1985 cuando por fin fue devuelta, en muy mal estado y casi por colapsar”.

Luego de una rigurosa restauración, la casa es decretada Monumento Artístico e Histórico de la Nación el 7 de octubre de 1985 (según Gaceta Oficial 33.323), pasando a ser el Museo Histórico de la Guardia Nacional en el año 1991, uso que mantiene actualmente.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal y 4. Colección Crono Arquitectura Venezuela.
2. Captura de Google Earth y http://guiaccs.com/obras/villa-zoila/
3. http://wikimapia.org/2091981/es/Villa-Zoila#/photo/509618
5. https://twitter.com/tachirense89/status/1292240052798533632?lang=zh-Hant y https://www.misrevistas.com/asia/lectura/5690/fue-en-1904-cuando-llego-el-primer-vehiculo-a-venezuela
6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.
7. https://www.facebook.com/Arquitecturavzl/photos/villa-zoilaen-1903-es-inaugurada-villa-zoila-siendo-dise%C3%B1ada-por-el-arquitecto-a/1805120076369996/, https://iamvenezuela.com/2016/07/villa-zoila/ y https://www.pinterest.com.mx/pin/384917099381269405/

1932• El Museo de Arte Moderno MoMA de Nueva York, EEUU. establece el primer Departamento de Curaduría del mundo dedicado a la arquitectura y el diseño, reconociendo así su importante rol cultural junto a medios tradicionales como la pintura y la escultura.
HVH

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Convocado como “Concurso Nacional de Ideas” en octubre de 1995 por la Fundación Museo de los Niños de Maracaibo con el auspicio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Zulia y la Dirección de Cultura de la Alcaldía de Maracaibo, el correspondiente al Museo de los Niños de Maracaibo tuvo su desenlace el 18 de enero de 1996. Ese día el calificado jurado integrado por Fruto Vivas, Ciro Caraballo, Alejandro Carruyo, Giovanni Villalobos, Inés Laredo y Francisco Bellorín seleccionó entre 20 propuestas provenientes de diferentes partes del país las que ocuparían los tres primeros lugares, siendo todas las galardonadas presentadas por arquitectos egresados de la LUZ.
El terreno seleccionado de 14.900 m2 con condiciones de clima semi-desértico tropical, destinado al desarrollo de un complejo de instalaciones educativas y culturales, estaba ubicado en la avenida San Francisco, cabecera oeste del Puente sobre el Lago “Rafael Urdaneta”, en jurisdicción del municipio San Francisco. En las bases del concurso se planteaba que “este museo deberá contribuir a que el niño aprenda y se desarrolle con el conocimiento y la cultura universal, de su entorno, de la zulianidad, importante componente de la venezolanidad y de todos aquellos aspectos esenciales del Zulia potencialmente museables”.
La idea ganadora identificada como “Un mundo de sonrisas”, presentada por los arquitectos Sergio González y Luisa Molero junto al entonces bachiller, que ya cursaba el último año de la carrera, Farid Chacón, consistió “en cuatro módulos o edificios, que representan los cuatro elementos básicos del patrimonio natural: aire, fuego, tierra y agua. Y en relación al patrimonio cultural se considera como tal las acciones del hombre sobre esos cuatro elementos y sobre las interrelaciones que se han producido y se producen entre ellos. Se habla entonces del edificio hombre y otros adicionales, como edificio energía y edificio Lago, ubicado totalmente sobre la superficie de éste. Además contará con un auditórium, sede de la Orquesta Sinfónica Juvenil, una biblioteca especializada en literatura infantil, una plaza de las etnias indígenas, un bosque húmedo tropical con ejemplares robóticos de fauna extinta”.



El proyecto financiado por la Gobernación del Estado Zulia desarrollado en 2002, publicado con detalle como “Museo de los Niños del Zulia” en la revista Escala, nº 228, 2014, estuvo dirigido por Sergio González y Farid Chacón contando como arquitectos asistentes con Janeth Boza, Dalmary Rubio, Adriana Ordóñez, Sandra Velasco; Lourdes Peñaranda como encargada del paisajismo; Pedro Rosales de los detalles arquitectónicos y el ingeniero Adolfo Mibelli Acuña del diseño y cálculo estructural. Abarcó una superficie urbana trabajada de 2,26 há y contemplaba un área construida de 9.165 m2.
De acuerdo a lo que señalan sus autores “el proyecto Museo de los Niños del Zulia está concebido como una unidad institucional de investigación continua que, a diferencia de proyectos convencionales, pretende abarcar y -en lo posible- desarrollar en profundidad todos los aspectos que constituyen la naturaleza de lo que ha de ser una edificación para niños. Abordado desde esta perspectiva, el proyecto siempre ha de estar en condiciones de asumir cualquier innovación o modificación que enriquezca sus contenidos”.
En función de las variables climáticas prevalecientes en la zona, se propone la búsqueda de sombra como condición esencial, “para permitir a los niños desarrollar actividades en el exterior. Por ello las edificaciones se plantean como ‘6 árboles’ que permiten la generación de más de 3500 m2 de parque público en sombra frente al Lago de Maracaibo, espacio único en la ciudad.(…) Compuesto por seis contenedores temáticos dispuestos en sentido norte sur franco, y unidos sólo por sus vértices, el conjunto busca englobar un importante complejo cultural de servicios y apoyo a la niñez de la región. Estos seis árboles convertidos en cestas de acero, están suspendidas a través de un núcleo central en concreto que funge como conexión vertical y dotador de servicios. El desarrollo paisajístico se une en intención con la temática implícita en los edificios, disminuyendo los límites entre lo construido y lo natural, donde la experiencia sensorial y museística comienza no dentro del museo sino desde fuera”.
Tal y como se había prefigurado desde que la idea resultó ganadora del concurso, los seis elementos que definitivamente conformaron el conjunto cuyo dibujo en perspectiva ilustra nuestra postal del día de hoy, dotados de una alegría cromática que recuerda el valor que esta variable tuvo en la primera etapa del Museo de los Niños de Caracas (1983), se identificarán de la siguiente forma:

“Edificio Energía. Puerta de acceso al museo, alberga tanto las oficinas administrativas como los talleres de fabricación y mantenimiento de las exhibiciones; este edificio es el principal abastecedor de servicios al conjunto y el ejemplo vivo de la museabilidad extrema de la propuesta del Museo de los Niños del Zulia, al exhibir al visitante todas las actividades que hacen posible su funcionamiento.

Edificio Agua. Al sureste del conjunto, dota de un gran espejo de agua al parque público y a la terraza del museo; es por sí mismo un sitio de recreación y de juego, donde los niños podrán disfrutar del agua, y aprender sobre este importante y valioso recurso. El edificio contiene más de 1500 m2 de exhibición e interacción con cuerpos de agua como mares, océanos, ríos y por supuesto el lago de Maracaibo, con sus especies, biodiversidad, su conservación y su sano disfrute. Bajo su sombra llueve constantemente refrescando el conjunto y creando un gran parque público de juegos de agua para la ciudad.

Edificio Hombre. Corazón del conjunto y elemento estructurador del complejo, el edificio hombre alberga todas las exhibiciones relacionadas al ser humano, su relación con el medio ambiente que lo rodea y su compromiso con el futuro. Este edificio provee al complejo de referencias y exhibiciones que permiten explicar la riqueza de las raíces del ser humano de estas latitudes, su diversidad étnica y su desarrollo a través de la historia. El edificio hombre dota al conjunto de más de 1500 m2 de área de exhibición terraza y parque público bajo sombra.


Edificio Tierra. Se levanta al suroeste, vistiendo al conjunto de verde y vida natural, es un gran germinador de especies botánicas y cultivos que dota al museo de espacios para la siembra y el disfrute natural a más de 9 m de altura. El elemento tierra se materializará en este edificio explicando y exhibiendo todo lo relacionado con dicho elemento, enseñando el cuidado, conservación y respeto al planeta; 500 m2 de terraza cultivada acompañan a más de 1000 m2 de área de exhibición y parque público.

Edificio Aire. Ubicado en el extremo noreste del conjunto, contiene todas las exhibiciones relacionadas a este elemento natural. Sus fachadas norte y este están constituidas por un sistema de hélices traslúcidas de colores, que con el paso del viento y del sol convierten su interior en un gran caleidoscopio de más de 1500 m2 de área de exhibición, terraza y parque público bajo sombra.

Edificio Fuego. Ubicado al noroeste, resume la importancia de este fundamental elemento para la vida. Grandes cilindros textiles de colores cuelgan bajo tragaluces a 4.80 m de altura, dejando entrar la luz natural y creando un gran bosque de color y energía. El edificio fuego contribuye al conjunto con más de 1500 m2 entre terrazas, exhibiciones y parque público bajo sombra y luz”.

Como ya esbozamos, la iniciativa zuliana por dotar a su capital de un museo de los niños estuvo precedida por la caraqueña concebida desde la década de los años 1970 por la entonces Primera Dama Alicia Pietri de Caldera, quien desde la presidencia de la Fundación Festival del Niño entre 1969 y 1974 puso en práctica el Programa Arte y Cultura para los Niños, con la intención de desarrollar sus capacidades mediante actividades participativas. El programa evidenció la necesidad de vincular al niño con el arte, la ciencia y la tecnología para despertar aptitudes y dar respuesta creadora a las inquietudes e interrogantes del hombre del futuro. Esta necesidad se transformó en el objetivo de la Fundación Privada Museo de los Niños. Después de 1974 Doña Alicia, continuó su búsqueda de un sitio para albergar una institución tan especial. En 1979, el Presidente de la República, Doctor Luis Herrera Campins, ofreció una edificación en el Complejo Parque Central como lugar para establecer el Museo. La adaptación y remodelación de los espacios internos del edificio entregado, teniendo como modelo el Ontario Science Center (Toronto, 1969) estuvo a cargo de un equipo de investigación, diseño y montaje liderizado por el arquitecto Domingo Álvarez, lográndose aprovechar al máximo la estructura donada “para convertir al Museo en un símbolo: una gran caja de colores, formada por tacos azules, rojos, amarillos, negros y blancos, sugiriendo un todo que puede armarse y desarmarse”, tal y como se recoge en http://www.maravillosarealidad.com/resena-historica/. Su inauguración se produjo finalmente en 1983. Posteriormente, en 1993, se completó la ampliación del Museo según proyecto a cargo del arquitecto Henrique Siso.

Continuando una tradición que se remonta a 1899 cuando se abre el Museo de los Niños de Brooklyn (considerado el más antiguo del mundo) y será seguida cuando se inaugure el de Indianápolis en 1925 (el de mayor tamaño), alcanzando hoy hasta 190 instalaciones de ese tipo en los Estados Unidos, en fechas cercanas al museo de Caracas se abrirá al público desde el 29 de agosto de 1987 el Museo de los Niños de Bogotá diseñado por el arquitecto Billy Goebertus y también en 1987, el arquitecto Tadao Ando realizará el proyecto de un centro cultural y educativo dedicado a desarrollar las capacidades artísticas y creativas de los niños que se construirá en las afueras de la ciudad de Himeji, Japón, entre 1988 y 1989.

Si entre el momento en que se dio el veredicto (1996) hasta el desarrollo del proyecto (2002) transcurrieron seis años, entre éste último y el inicio de la construcción (2013) pasaron diez, lo cual habla a las claras de las dificultades que ha transitado el Museo de los Niños del Zulia para poderse concretar. Comenzadas las obras se le daría un impulso sostenido hasta el 2016 cuando los trabajos se paralizan hasta el día de hoy encontrándose edificadas “las cestas metálicas y los núcleos centrales en concreto armado de los edificios Hombre y Energía (…) En tal sentido también están construidas las infraestructuras de los núcleos centrales de Aire, Agua y Tierra”, no habiéndose iniciado el edificio Fuego.
En tiempos de elecciones regionales como los que transitamos, bien vale la pena el repaso que hemos realizado para abogar por la necesidad de reiniciar y culminar las obras de un proyecto que a todas luces se constituirá en un importante aporte a la arquitectura marabina.
Nota
Queremos agradecer al arquitecto Francisco Mustieles, Miembro Asociado de la FAC, por el apoyo que nos ha brindado aportándonos muy buena parte de la información con la cual hemos podido elaborar esta reseña.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 11. Cortesía Francisco Mustieles
9. https://www.pinterest.es/pin/357051076686084046/, https://venezuelaaldia.com/2019/07/19/a-oscuras-y-sin-gente-luce-el-museo-de-los-ninos-tras-cierre-fotos/ y http://www.maravillosarealidad.com/2012/06/21/30-anos-del-museo-de-los-ninos/attachment/1/
10. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad y https://www.metalocus.es/es/noticias/monumentalidad-en-la-montana-museo-de-los-ninos-en-hyogo-por-tadao-ando
Nuevo Museo Munch, Oslo
estudioHerreros

20 de octubre 2021
Tomado de arquitecturaviva.com
En lugar de como un mero equipamiento para salvaguardar y difundir la obra de Edvard Munch, el edificio está concebido como un centro dinámico para la cultura contemporánea y como elemento cohesivo de la comunidad de Oslo y de todo el país. Diseñado desde una revisión crítica de la tipología, el museo vertical desempeña un rol urbano trascendental, desplazando el centro de gravedad de la ciudad hacia su encuentro con el fiordo. A través de un recorrido ascendente se conectan el vestíbulo (un espacio público que aloja usos lúdicos, comerciales, culturales y de restauración), con las terrazas de la cubierta. Además, en este transcurso el público descubre una serie de programas complementarios que dan cuenta de la complejidad del conjunto: salas de restauración, dependencias administrativas, una biblioteca o un centro educativo. En el exterior, una piel ondulada de aluminio perforado con diferentes grados de transparencia dota al volumen de una imagen enigmática y evanescente, que reacciona a los leves estímulos del clima ofreciendo un aspecto cambiante en función de la hora o de la estación. Mínima huella de carbono, sostenibilidad y reciclabilidad rigieron el proceso constructivo convertido en un acontecimiento en sí mismo y centrado en la experimentación y la innovación.
ACA



