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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 145

Cualquier aproximación a la historia de la arquitectura venezolana pasa por reconocer en las publicaciones periódicas documentos fundamentales para ir nutriendo cualquier investigación que se emprenda. De hecho hasta que aparecen las primeros libros editados expresamente para recoger temas vinculados a la disciplina, de los cuales vale la pena recordar La Caracas de ayer y de hoy, su arquitectura colonial y la reurbanización de “El Silencio” (1950) de Carlos Raul Villanueva y Templos coloniales de Venezuela (1959) de Graziano Gasparini, son las revistas las que asumen el rol de ir dando cuenta los avances científicos, técnicos y constructivos que una era de progreso creciente fue poniendo cada vez más a la vista del ciudadano común.

De entre estas publicaciones destaca, sin lugar a dudas, la Revista Técnica del Ministerio de Obras Públicas (RTMOP) creada por Decreto Presidencial del 19 de diciembre de 1910 dictado por Juan Vicente Gómez y cuyo primer tomo (del cual su portada se reproduce como postal el día de hoy) no aparece sino en enero del año siguiente, coincidiendo con el centenario de la declaración de la independencia.

De la lectura del Informe I de la investigación “La Arquitectura en la Hemerografía Venezolana de la primera mitad del siglo XX. Casos de estudio: Revista Técnica del MOP y Revista Élite”, financiada por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la UCV, adelantada por la profesora Beatriz Meza Suinaga, entregado en noviembre de 2009, titulado “Revista Técnica el MOP (1911-1959): una fuente para el estudio sobre Arquitectura y Urbanismo en Venezuela”, hemos podido saber que “los temas de arquitectura y urbanismo comienzan a ser introducidos en publicaciones periódicas en el país a fines del siglo XIX, mediante escritos tomados de prensa extranjera junto con textos elaborados por profesionales venezolanos como Juan Hurtado Manrique, Olegario Meneses o Julián Churión, quienes escriben para el Diario de Avisos, El Cojo Ilustrado, Liceo Venezolano, Ciencia y Letras, Ilustración Venezolana, entre otros”. También que “un impreso directamente precursor de la Revista Técnica objeto de esta investigación, fue el Boletín del MOP creado en ese Ministerio, una hoja que aparecía dos veces por semana y que debió ampliar su formato a los tres meses de circulación, imprimiéndose de manera ininterrumpida desde diciembre de 1895 hasta junio de 1896”.

Recordemos también que en 1862 (un año después de la fundación del Colegio de Ingenieros de Venezuela), aparece la Revista Científica, primera de ese tipo en el país y referente obligado para todas las que surgieron posteriormente, y que en 1874 se crea el MOP durante la presidencia de Antonio Guzmán Blanco jugando un papel clave en la construcción de la infraestructura que permitió el paso de la atrasada Venezuela del siglo XIX al siglo XX acompañando su proceso de modernización, disparado a partir de la aparición del petróleo, hasta que finalmente desaparece en 1976. Cabe añadir que desde su propia creación en el MOP existió la necesidad de ir registrando y documentando dicho proceso, siendo esta otra de las razones por las se decide la creación de la Revista mientras estaba a cargo del despacho el ingeniero Román Cárdenas, quien además lleva adelante la reorganización del Ministerio y pone en marcha la política de invertir el 50% del presupuesto de dicho organismo para la construcción de carreteras en todo el país.

Desde su aparición la publicación, de perfil básicamente técnico y científico signado por los aires positivistas que desde el pensamiento impregnaron diferentes ramas del saber entre el último tercio del siglo XIX y el primero del siglo XX, fue considerada por el nivel y calidad de la información que en ella se recogía como la más importante a nivel nacional, siendo catalogada por el investigador Juan José Martín Frechilla en Planes, planos y proyectos para Venezuela: 1908-1958 (apuntes para una historia de la construcción del país) (1994) como “una de las mejores publicaciones sobre ciencia y tecnología de la construcción que hayan circulado en Venezuela”.

La primera etapa de la RTMOP (1911-1914), conformada por 48 ejemplares, tuvo una periodicidad mensual y corrió a cargo del personal del mismo Ministerio y en particular de la Sala Técnica creada en 1909. A pesar de que no se destaque en la propia publicación de manera explícita el nombre de algún funcionario en particular como encargado de la redacción y edición, se atribuye al ingeniero Germán Jiménez el haber actuado como Director Fundador de la Revista en este período, de acuerdo a lo que nos aporta Meza Suinaga.

Tal y como se recoge del “Prospecto” que abre el nº 1 (impreso por la Litografía y Tipografía del Comercio), se trata “propiamente de una Revista de Ingeniería nacional” que, afianzando su talante positivista, plasmaría los aportes y conocimientos de nuestros profesionales “en la lucha que han tenido que sostener con el medio, para adaptar a nuestro suelo los métodos y procedimientos establecidos en otros países, de naturaleza y condiciones diferentes”. Sus loables y ambiciosas aspiraciones apuntaban a llenar un vacío y a la vez colaborar en “la instrucción científica, teórica y práctica, de las nuevas generaciones en el vasto camino de la Ingeniería”. Sin embargo, su objetivo primordial era dar cabida  a “todos los informes, estudios, planos, presupuestos y demás detalles técnicos de las obras que se ejecuten por orden del Gobierno Nacional”, abriéndose un espacio para estudios técnicos no oficiales de interés para el desarrollo industrial del país. Así mismo, habría “descripciones de los edificios nacionales, sus planos, los sistemas de construcción en ellos empleados, su mérito artístico y sus condiciones generales”, quedando por fuera “textos contentivos de análisis o críticas urbano arquitectónicas”, acotará Meza Suinaga, sesgo que sí surgirá con mayor insistencia en la segunda etapa de la Revista (1932-1940) integrada por 42 números, con periodicidad inicialmente bimensual, editados luego de una pausa de 18 años originada por las secuelas que trajo para Venezuela la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

De este nuevo período, liderado entre 1932 y 1936 por el ingeniero José María Ybarra Cerezo y desde esa fecha por el arquitecto Rafael Seijas Cook, vale la pena resaltar: la continuidad en la numeración anual, en el formato y en la secuencia de los respectivos ejemplares; la permanencia de las secciones abiertas en la primera; la apertura de “colaboraciones provenientes de distintos departamentos del Despacho” así como del extranjero; y el cambio que se da a partir de 1936 (luego de la muerte de Gómez y de la mano de Seijas Cook) cuando “empiezan a aparecer con mayor frecuencia una serie de artículos que apuntan hacia un significativo interés por lo arquitectónico, más allá de las referencias a obras públicas proyectadas y en construcción”, como bien precisa Meza Suinaga.

En total se publicaron 100 números de la Revista, sumándose a los dos lapsos comentados (conformados por 90 ejemplares) un tercero “de ocho números de 1955 a 1957 marcados por el gobierno de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958) y la etapa final en tiempos democráticos con dos ejemplares aislados de 1958 y 1959 respectivamente”.

El período 55-57 registra no sólo una accidentada periodicidad (a pesar de la intención de que fuese mensual) y dos cambios de denominación, sino un giro importante hacia lo propagandístico buscándose en todo momento ensalzar la figura del Jefe del Estado y los resultados provenientes de la doctrina del régimen militar condensada en el Nuevo Ideal Nacional que apuntaba, como se sabe, al “mejoramiento moral, intelectual y material de sus habitantes y la transformación nacional del medio físico”, planteamiento cargado del positivismo propio del momento de la creación de la publicación, donde la obra pública cobra un papel protagónico. Sin embargo, aunque así haya sido declarado, la Revista aunque especializada no lo será tanto y mantendrá su perfil técnico sólo lo necesario, como bien nos acota Meza Suinaga.

Del último período, más accidentado aún que el anterior donde se detecta un nuevo cambio de denominación para regresar finalmente a la original, se puede rescatar la intención cumplida sólo a medias de retomar la incorporación de “trabajos de verdadero valor técnico o divulgativo (…) inspirado en los mismos principios éticos y científicos que le sirvieron de norma, así como su anterior formato”.

La desaparición de la RTMOP dejó la segunda mitad del siglo XX sin un referente importante y una fuente documental de primer orden para seguirle el pulso al desarrollo de las obras públicas del país. Aunque desde 1923 compartió honores con la Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela como las dos publicaciones más destacadas en el ámbito científico vinculadas al campo de la construcción, el espacio quedó vacío apareciendo con ello las correspondiente dificultades por ir armando la historia venezolana más reciente.

ACA

1939• Inauguración de la Escuela Experimental Venezuela

Escuela Experimental Venezuela.jpg

 

Escuela Experimental Venezuela 2

 

Escuela Experimental Venezuela 3

1939•  El 5 de febrero, el General Eleazar López Contreras inaugura la Escuela Experimental Venezuela, ubicada en la Av. Este 4 y Calle Sur 23 de la Urbanización Los Caobos proyectada dos años antes por encargo del Ministerio de Obras Públicas (MOP) por los ingenieros Hermann Blasser y Willy Ossott. La construcción de la edificación escolar fue realizada por el MOP, estando a cargo de ella el ingeniero Carlos Blaschitz.
La escuela ocupó parte de los terrenos de las haciendas “La Guía” y la “Industria”. Cuenta con dos Murales principales obra de los Profesores Vicente Smart y R. J. Clermont, así como otro Mural en relieve hecho en piedra, representando nuestras etnias autóctonas en faenas laborales, realizado por el escultor español Ernesto Maragall en 1938.

HVH

Escuela Experimental Venezuela 4

Vista del patio interno.

1954• Prueba estructural para la construcción de los Terminales del Teleférico del Ávila

Prueba de estructura para el teleférico 1

1954•  Se completa exitosamente la prueba estructural de la cubierta plegada proyectada por los arquitectos Alejandro Pietri (1924-1992) (Universidad de Oklahoma 1950. FAU UCV, promoción 4-1955) y Alfredo Jahn Jiménez (1928-2008) (reválida FAU-UCV, promoción 12 B, 1962), calculada por los ingenieros Juan Otaola Paván y Oscar Benedetti, a ser utilizada en los Terminales del Teleférico del Ávila (Estación Caracas en Maripérez y Estación El Cojo en Macuto).
La construcción del modelo estructural se realizó en escala real en el terreno donde existieron los depósitos de Ministerio de Obras Públicas (MOP) ubicado en Catia.
Nunca se demolió este prototipo estructural y hoy día está integrado al Parque Alí Primera utilizándose como cancha deportiva techada.

(Fotografía: Julio César Mesa).

Prueba de estructura para el teleférico 2

Vista interna. (Fotografía: Julio César Mesa)

HVH

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 134

En el “Plano de Caracas y sus alrededores” de 1954, el tradicional encuadre cartográfico que se venía utilizando, que sitúa la mancha urbana de la capital al centro del plano, se desplaza ampliando la visión de la ciudad hacia los valles del sureste, suprimiendo la presencia del Ávila como referencia.  El encuadre abarca desde Petare hasta Antímano, y al sur hasta Sartenejas y el pueblo de El Hatillo, centrando la mirada sobre esta zona como futura área de desarrollo y expansión de la ciudad.

Según se explicita en la leyenda, el plano, realizado a color por la Dirección de Cartas Geográficas de la Dirección de Cartografía Nacional a escala 1:20.000 y conformado por 2 hojas de 86 x 62 cm. cada una, está confeccionado tomando como referencia diversas fuentes: la Carta de Caracas a escala 1:25.000 (Cartografía Nacional); la Carta de Caracas a escala 1:10.000 (Cartografía Nacional); la fotografía aérea de febrero de 1954; e información suministrada por la Comisión Nacional de Urbanismo y por la Dirección de Ingeniería Municipal. Ello da cuenta del grado de complejidad que la capital va adquiriendo, al sobrepasar el millón de habitantes.

El plano pone de relieve el contexto geográfico al que deberá enfrentarse el crecimiento de la urbe, y sus limites geográficos naturales y la divide en dos entidades: de un lado la ciudad construida en el valle principal, y del otro sus alrededores, sin establecer limites de crecimiento.

Si lo comparamos con el plano de 1936, elaborado por Eduardo Röhl, notamos que la diferencia entre el valle y el sistema de montañas y colinas ya no es tan notoria, tan visible gráficamente. En este nuevo plano la ciudad se vislumbra tras la ocupación de todo el sistema de colinas al sureste del gran valle: si en el plano de 1936 la ciudad ha dejado de urbanizarse siguiendo la receta histórica del damero, para comenzar a adaptarse a la geografía con formas más o menos uniformes y simétricas, en este plano de 1954 la geografía deja de ser guía y referencia y se convierte en simple contexto de un urbanismo avasallante que avanza ejerciendo importantes modificaciones topográficas y sin pretender crear formas urbanas legibles. Se trata de una red vial que se extiende obteniendo de la topografía el máximo beneficio y la mayor rentabilidad. “El símbolo de esta nueva posibilidad será el Hotel Humboldt, torre solitaria ubicada en la cima del Ávila, revelando la presencia de la ciudad hasta en los lugares más inaccesibles”, acotarán Federico Vegas e Iván González Viso en “Historia de Caracas a través de sus planos” (ensayo introductorio de Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje, 2015).

Nótese como casi todos los urbanismos del sureste que aparecen en este plano, se encuentran en etapa de desarrollo, con las calles apenas planteadas; otros están simplemente esbozados. Se trata, sin embargo, de un territorio equivalente al que ocupaba la ciudad en los años 20. Esta expansión que arranca en Las Mercedes y termina en Baruta, y más tarde en El Hatillo, comprende el futuro Chuao, Prados del Este, El Cafetal, Charallavito, Club Hípico, La Trinidad. En ellos, gradualmente, se ha ido abandonado tanto la trama como criterios de uniformidad.

El plano, en resumen, muestra una gran masa construida en el valle central, que luce ocupado en su totalidad, con la única posibilidad de expandirse al sur, conquistando la geografía. La ciudad se extiende a partir de la vialidad como forma característica de crecimiento, como es posible apreciar en la ruta que conecta a Las Mayas, o a Antímano permitiendo nuevos desarrollos de vivienda social en el eje hacia El Valle, donde se aprecia la Urbanización Carlos Delgado Chalbaud, que emerge de forma aislada con una lógica propia. Los cascos urbanos de los tradicionales pueblos de Baruta y El Hatillo, aún parecen lejanos y accesibles solo por caminos rurales, a la espera de un modelo de desarrollo centrado en las posibilidades y restricciones de la topografía. En el plano comienzan a aparecer una redes viales que simplemente se expanden sin ningún criterio formal, modificando la lógica de crecimiento original de Caracas. Ello producirá una transformación profunda en la conceptualización de la forma de ocupación, representación y desarrollo de la ciudad: de la pura trama, representada por el damero, se pasará a la pura red, representada por la vialidad.

IGV