
PUNTO nº 59
La Ciudad Universitaria de Caracas
División de Extensión Cultural
Facultad de Arquitectura y Urbanismo
Universidad Central de Venezuela
Octubre 1977
Cuando a finales de 1977 aparece el número 59 de la revista Punto dedicado plenamente a la Ciudad Universitaria de Caracas, podría decirse que el campus de la principal casa de estudios del país llevaba cerca veinte años de pleno funcionamiento si tomamos como punto de referencia la realización de la cuarta fase de su desarrollo, que Silvia Hernández de Lasala en En busca de lo sublime. Villanueva y la Ciudad Universitaria de Caracas (2006) denomina como “Cambio de rumbo radical”, marcada por la terminación de la Facultad de Humanidades (1953-1956); las torres de las Facultades de Arquitectura y Urbanismo (1954-1956), Odontología (1955-1957) y Farmacia (1956-1960); el Gimnasio Cubierto, el Complejo de Piscinas, la Sala de Gimnasia Olímpica y la Dirección de Deportes (1958-1959); y el proyecto de la Zona Rental (1957-1958). Se trataba, por tanto, de un organismo vivo cuyos habitantes usaban y del cual abusaban sin importarles ni el valor arquitectónico que se les había legado ni la calidad espacial de los lugares que pisaban.
En tal sentido, ya la universidad había pasado por los años duros de la insurgencia armada en el país (1960-1969) de la que la UCV fue lugar estratégico y punto de referencia, y como consecuencia había sufrido dos allanamientos: el primero por parte de Raúl Leoni (1966) y el segundo por Rafael Caldera (1969) este último que conllevó a la suspensión de clases por dos años en momentos en que la institución vivía un proceso de renovación académica.
Durante aquel período donde la actividad política se había convertido en la protagonista central de la vida universitaria y se había apoderado de espacios como las residencias estudiantiles, el Gimnasio Cubierto y el Jardín Botánico, sería la realización de campañas para la elección de representantes estudiantiles una de las más contundentes manifestaciones de irrespeto de las instalaciones que Villanueva había proyectado y del conjunto de obras de arte que las acompañaban. También se sumaban a ello claras muestras asociadas a la falta de mantenimiento, el acomodo anárquico a las nuevas necesidades funcionales y espaciales que fueron apareciendo, los cambios de uso en las edificaciones existentes, y el descuido de los espacios abiertos. A ello se añadirían como detonantes de un acelerado deterioro, por un lado, el aumento exponencial de la matrícula, prevista por Villanueva para 7.500 estudiantes, que pasaría de 14.277 en 1960-1961 (límite aceptable para su buen funcionamiento) a 50.259 entre 1973-1974 lo cual impactará de forma notable la infraestructura y, por el otro, la apertura franca de la Ciudad Universitaria al tránsito automotor y la demanda de estacionamientos por un total aproximado de 10.751 vehículos (que sólo podía ser cubierto a duras penas para 4.872 de ellos) lo cual traerá graves consecuencias ambientales y alterará el fin inicial de un campus pensado fundamentalmente para el peatón.
Todo lo anteriormente descrito se vio acompañado por una alarmante falta de planificación que se tradujo en la conversión de edificaciones provisionales en permanentes y la aparición de todo tipo de construcciones y ocupaciones de mala calidad que produjeron un impacto de importantes proporciones.
Es así que, ante tal panorama, el Consejo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo en sesión del 14 de julio de 1975, al acusar el deterioro ambiental y funcional de la Ciudad Universitaria hace el siguiente pronunciamiento: “La Ciudad Universitaria, obra del Arquitecto Carlos Raúl Villanueva, ha pasado a ser un conjunto urbano importante del patrimonio nacional en el campo de la arquitectura y de las artes plásticas y por lo tanto debe ser salvaguardado. Consideramos que en la actualidad se han sobrepasado los límites adecuados para el uso de sus espacios comunes, así como también de sus servicios de infraestructuras con los efectos negativos que vive diariamente la Comunidad Universitaria”.
El decano Américo Faillace, en actitud proactiva, ofrece al Consejo Universitario la colaboración de la FAU para el establecimiento de planes de desarrollo físico racionales de la UCV a través de un análisis de la situación (así “como también para el estudio del edificio de Transbordo”) y elaboración de las recomendaciones necesarias, trabajo que se le encomienda al Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE) cuyo resultado es recogido en un extenso, oportuno e invaluable ensayo elaborado por el arquitecto, profesor e investigador Leszek Zawisza titulado “La Ciudad Universitaria de Caracas” que la revista Punto nº 59, penúltima de las dirigidas por Antonio Granados Valdés, recoge.



En su contenido, la revista muestra tres elementos importantes: un texto de presentación a cargo del decano Américo Faillace; el trabajo “La Ciudad Universitaria de Caracas” propiamente dicho a cargo de Zawisza y, como importante acompañante, Granados Valdés incorporó la “Guía de las obras de Arte de la Ciudad Universitaria de Caracas” de su autoría, que ya había sido publicada como libro en 1974.
“La Ciudad Universitaria de Caracas” contempla siete partes: 1) Antecedentes; 2) Primer Proyecto de C. R. Villanueva; 3) Segunda fase del proyecto; 4) Período 1957-1963; 5) Deterioro; 6) Conclusiones; y 7) Así nos dejó Villanueva la Ciudad Universitaria. Contó con el apoyo de un muy valioso material gráfico y fotográfico este último realizado en su gran mayoría por Paolo Gasparini todo lo cual ofrece una muy objetiva y estremecedora panorámica de lo que era la Ciudad Universitaria en aquel entonces.
Como versado historiador de la arquitectura Zawisza lleva a cabo en las tres primeras partes del trabajo una aproximación rápida y a la vez precisa de todo en proceso de gestación y desarrollo del proyecto de la Ciudad Universitaria de Caracas (CUC), donde ofrece datos relevantes sobre los antecedentes que se remontan a la elevación al rango de Universidad del Colegio Seminario de Santa Rosa de Lima en 1721, hasta la selección de los terrenos de la hacienda Ibarra para desarrollar una institución acorde a los tiempos. También desglosa y analiza las fases del proyecto que Villanueva llevó adelante desde 1943, cuando Isaías Medina crea el Instituto Autónomo de la Ciudad Universitaria y se inicia con la construcción del Hospital Clínico, el cual contó con el apoyo político necesario que facilitó su continuidad y construcción paulatina por más de diez años en los que pueden registrarse importantes cambios en la visión que sobre el problema experimentará el Maestro.
Si bien Villanueva aportó la mejor solución posible desde el punto de vista arquitectónico y organizativo, buscó minimizar al máximo el impacto del tránsito automotor en el campus, evitó hasta donde pudo la provisionalidad de ciertas construcciones e incluso fue capaz de adelantar propuestas para usos y dependencias que ya a finales de los años 50 se mostraban necesarias, no lo pudo prever todo, lo que obligaba a contar con un atinado manejo de las necesidades y una imprescindible planificación de parte de quienes fueron los encargados de velar por el funcionamiento adecuado de la universidad, tarea que no se cumplió y que afectó particularmente la suerte de las zonas rentales, bombona de oxígeno económico para la universidad prevista desde sus inicios como parte del plan general.




“Deterioro”, capítulo fundamental dentro del trabajo presentado por Zawisza, le permite mostrar de forma cruda y patente: cambios mayores y menores en los edificios proyectados por Villanueva, falta de mantenimiento, irrespeto a las obras de arte, galpones, construcciones e instalaciones provisionales, buhoneros, letreros de toda índole, propaganda electoral, irrespeto al paisaje, basura, dictadura del automóvil y deterioro total del ambiente.
Las “Conclusiones” se inician dedicadas a tratar la presencia del automóvil en la CUC (“dictadura del automóvil”) y la complejidad de su tratamiento pese a “las varias veces intentada por Villanueva marginalización del sistema vial universitario respecto al sistema urbano, las calles de penetración y accesos en lugar de las vías de tránsito”, proponiendo ante el desbordamiento ocasionado por una demanda que sobrepasa en más del doble la oferta de sitios para estacionar: “a) control y cobro en todos los estacionamientos existentes; b) establecimiento de un sistema colectivo urbano de servicio a la Ciudad Universitaria; c) terminación del sistema peatonal techado existente”, apuntando a largo plazo a la eliminación de los estacionamientos existentes al interior del campus y a la creación de garajes periféricos estratégicamente ubicados.
También se dedica una reflexión particular a las zonas rentales, su necesaria actualización conceptual y puesta al servicio de la universidad a través de planes de desarrollo por etapas.
En definitiva, son 12 las recomendaciones que se hacen una vez expuesto el trabajo que pueden resumirse en: crear conciencia a nivel universitario, metropolitano y nacional que ponga en claro que los intereses de la UCV son los de la Nación; preservación celosa por parte de las autoridades del valor patrimonial de la CUC a través de sus órganos técnicos de apoyo; restitución a su estado original de edificaciones que han sido modificadas y eliminación de todas las construcciones improvisadas; actualización del Plan Piloto; cumplimiento de las recomendaciones contenidas en el estudio de Vialidad y Estacionamientos realizado por la FAU y la Dirección de Planeamiento; liberación de las zonas rentales e incorporación a los planes de desarrollo tanto de la universidad como de la ciudad; realización de las edificaciones proyectadas por Villanueva y sus colaboradores que aún tengan validez con las modificaciones técnicas a que haya lugar; sustitución de las construcciones no conformes con el Plan Piloto General por canchas deportivas; reorganizar el servicio de Mantenimiento; colaboración de las organizaciones estudiantiles en cuanto a mantenimiento de áreas verdes y cuidado por preservar el buen estado de los edificios con prohibición de letreros en las paredes y creación de lugares y criterios que impliquen cero deterioro de la infraestructura; realizar el estudio paisajístico que permita orientar la restitución de áreas verdes y reforestar áreas libres; sustituir la anarquía presente tanto al interior de las facultades como en áreas exteriores por la aparición de intervenciones no conformes; y, para cerrar, se exige a las Autoridades «emitir criterios de política de crecimiento universitario, dada la superpoblación que afecta a la UCV” una de las pocas recomendaciones que la ayuda del tiempo y la severa crisis han permitido que se cumpla.

Como atinado epílogo y objetivo hacia el cual apuntar tanto “Así nos dejó Villanueva la Ciudad Universitaria” como la “Guía de obras de arte de la Ciudad Universitaria de Caracas” permiten recuperar el sabor de lo que las edificaciones, espacios y piezas artísticas fueron en su momento y con ello la esperanza de recobrar en buena medida esa época estelar.
“La Ciudad Universitaria de Caracas” constituyó la primera voz de alerta sobre el deterioro y falta de conservación de la Ciudad Universitaria, iniciándose desde entonces una progresiva toma de conciencia que condujo a una lenta recuperación, a la elaboración en 1994 de un nuevo Plan Rector (actualización del Plan Piloto de Villanueva) y a la formulación del trabajo realizado entre 1997 y 1999 que llevó a su “Declaración como Bien Patrimonial de la Humanidad” por parte de la UNESCO en el año 2000 el cual, a su vez, dio pie a la creación del Consejo de Preservación y Desarrollo (COPRED).
Las aún vigentes recomendaciones de “La Ciudad Universitaria de Caracas” son toda una lección en cuanto a establecer prioridades en momentos como los actuales en los que se llevan a cabo en la UCV mejoras cosméticas de parte del gobierno tras haber dejado que el campus alcance un estado de severo deterioro por la no aprobación de los recursos presupuestarios que hubieran permitido en buena medida que eso no sucediera.
La Universidad Central de Venezuela cumple el próximo 22 de diciembre 300 años de creada y las medidas de fondo expuestas hace ya 44 años siguen a la espera de implementarse en su totalidad. Esperemos que si ello se da lo sea teniendo como base su inalienable condición autonómica.
ACA
Procedencia de las imágenes
Todas. Revista PUNTO nº 59, octubre 1977