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ES NOTICIA

LE CORBUSIER/JEAN PROUVÉ

Proches à distance

Una exposición sin precedentes que repasa la relación cómplice y compleja de estos dos grandes arquitectos. En la historia de la arquitectura del siglo XX, Le Corbusier y Jean Prouvé se han beneficiado de reconocimientos y celebraciones, y han dado lugar a numerosos estudios y publicaciones. Su encuentro fue inevitable; su colaboración fue real aunque parezca, comparada con sus respectivas obras, de las más modestas. Sin embargo, su relación está hecha de estima mutua, retoques cómplices, intentos fallidos y logros que terminamos olvidando por pertenecer a un paisaje conocido. Merecen ser presentados la cronología de sus intercambios, la presentación de su trabajo conjunto.

Esta exposición está organizada por el Museo Pierre-Noël, con el apoyo de la Fundación Le Corbusier y el Museo Nacional de Arte Moderno (Centre Pompidou / Centre de Création Industrielle).

Comisario: Olivier Cinqualbre

Escenógrafo: Béatrice Laville

Diseñador de arte: Ken Rabin

Duración: del 17 de septiembre al 17 de diciembre de 2020.

ACA

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

UNA EXPOSICIÓN, UN PABELLÓN Y UN LIBRO: LE CORBUSIER, 1937-1938

Jorge Torres Cueco y Juan Calatrava

Abada Editores

2020

Abstract
La exposición internacional de París de 1937 fue el escenario prebélico en el que el público podía asistir a la confrontación de los pabellones de la URSS de Stalin y la Alemania hitleriana, contemplar la reorganización de todo el espacio del Trocadero o conmoverse con el grito de auxilio del pabellón de la República española de Sert y Lacasa. Pero también tenía ocasión de visitar, en un lugar muy marginal, el Pabellón des Temps Nouveaux, una construcción de Le Corbusier modesta en sus medios pero al mismo tiempo clamorosa tanto en la esencialidad de su lenguaje arquitectónico como en sus contenidos expositivos.

Un año después, en 1938, Le Corbusier condensó la experiencia de la exposición en un libro, Des canons, des munitions? Merci! Des logis… s.v.p., que tenía la doble virtualidad de condensar sus reflexiones urbanísticas y arquitectónicas de toda una década y constituir, en cierto modo, una guía de visita a posteriori al pabellón y a la manera en cuyo interior Le Corbusier y su equipo de colaboradores habían tratado de hacer accesible al público la complejidad de los problemas de la ciudad moderna.

El libro prologaba, así, la vida de la exposición y se convertía en un arma en la batalla por la opinión pública. Este libro, fundamental en la trayectoria de Le Corbusier, no sólo no había sido traducido hasta el momento a ninguna otra lengua  sino que tampoco fue objeto de reedición alguna en la propia Francia.

Se presenta aquí en edición facsímil, con la misma estructura, paginación y relación entre texto e imágenes, simplemente sustituyendo el texto francés por la traducción al castellano. La edición se acompaña de un estudio introductorio a cargo de los profesores Jorge Torres Cueco y Juan Calatrava. Este trabajo trata de desvelar los orígenes del libro, su vinculación con los acontecimientos sociales y políticos del período de entreguerras, la aproximación de Le Corbusier a las organizaciones de la izquierda francesa y su posición ante la guerra, la reforma agraria o las propuestas legislativas acerca del ocio y el tiempo libre. También la utilización de un nuevo medio de expresión como el fotomontaje y la retórica visual utilizada por Le Corbusier en este libro son objeto de análisis e interpretación.

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Le Corbusier’s early drawings. 1902-1916

Del 19 de septiembre de 2020 al 24 de enero de 2021, el Teatro dell’architettura-USI de Mendrisio presenta la exposición “Los primeros dibujos de Le Corbusier. 1902-1916” promovida por la Fondazione Teatro dell’architettura, en colaboración con la Accademia di architettura de la Università della Svizzera italiana de Mendrisio.    
Esta extensa revisión incluye más de ochenta dibujos originales inéditos de colecciones suizas públicas y privadas, e incluye numerosas reproducciones de dibujos de la Fondation Le Corbusier en París.

Se celebra con motivo de la publicación del primer volumen del Catalogue raisonné des dessins de Le Corbusier, editado por Danièle Pauly, publicado por AAM-Bruselas en coedición con la Fondation Le Corbusier y gracias a la contribución de la Fondazione Teatro dell’architettura Mendrisio.

Comisariada por Danièle Pauly, esta exposición está dedicada a los dibujos que un joven Le Corbusier realizó entre 1902 y 1916: 1902 fue el año en que comenzó a asistir a la Escuela de Artes Aplicadas de La Chaux-de-Fonds, su ciudad natal; 1916 es el año anterior a su traslado definitivo a Francia y la apertura de un estudio de arquitectura en París.

El Teatro dell’architettura acoge la historia detrás del nacimiento de una vocación, dado que el joven Charles-Edouard Jeanneret, el futuro Le Corbusier (1887-1965), inicialmente quiso ser pintor. El momento decisivo en su formación llegó cuando se fue a estudiar a la Escuela de Arte y Artes Aplicadas. Allí, asistió a los departamentos de relojería y arquitectura entre 1902 y 1907, influenciado por el carismático maestro Charles L’Eplattenier, un pintor que suscribía las ideas de John Ruskin y el movimiento Arts and Crafts. Otros factores que impactaron fuertemente en el avance de Le Corbusier fueron su experiencia en el atelier de Auguste Perret en París entre 1908 y 1909, sus frecuentes visitas a museos, encuentros con arquitectos europeos de vanguardia a principios del siglo XX y, finalmente, animado por su mentor William Ritter, sus viajes de estudio entre 1907 y 1911 que culminaron en un largo viaje a Oriente, experiencia que influyó profundamente en sus proyectos en años posteriores.

Las obras seleccionadas para esta exposición muestran la importancia que Le Corbusier atribuía al dibujo desde sus inicios. Para el arquitecto, el dibujo era una forma de acercarse a la realidad, un instrumento de observación. Esto es claramente evidente en los estudios de la naturaleza que realizó desde 1902 hasta 1905, durante sus primeros años en la escuela. Para el joven Charles-Edouard Jeanneret, el dibujo era una herramienta de análisis e investigación, como podemos ver en los estudios que realizó en los museos parisinos y en sus primeros dibujos arquitectónicos cuando estuvo en La Chaux-de-Fonds, entre 1905 y 1907. Para Le Corbusier, los bocetos y los dibujos eran también una herramienta al servicio de la memoria, como podemos ver en sus numerosos bocetos en cuadernos realizados durante sus viajes; también fueron un medio de expresión lírica, por ejemplo, las acuarelas y gouaches de paisajes y desnudos femeninos que pintó tras su regreso a Suiza en 1912.

La exposición se divide en diferentes secciones, comenzando con los años escolares de Le Corbusier caracterizados por meticulosos dibujos a lápiz de temas naturalistas, pequeñas acuarelas de paisajes, estudios decorativos y proyectos de objetos de artesanía con motivos Art Nouveau, para luego pasar a su período de viajes y estancias en capitales europeas: un viaje a Italia en 1907 dedicado al estudio de la Edad Media y la pintura de la escuela italiana “primitiva”, un regreso a París en 1908-1909 donde adquirió experiencia profesional en el taller de los hermanos Perret, así como estudios de Notre-Dame y de los numerosos museos de la ciudad. Siguió esto con un viaje a Alemania en 1910, cuando se hospedó en el taller de Peter Behrens en Berlín, y luego realizó una larga gira por ciudades alemanas, antes de su gran viaje iniciático al Este en 1911.

La sección final de la exposición muestra su regreso a La Chaux-de-Fonds (1912-1916), un período en el que Le Corbusier enseñó, se embarcó en su trabajo como arquitecto y se dedicó a pintar y dibujar una serie de paisajes, retratos , escenas familiares, desnudos femeninos y naturalezas muertas, presagiando los ejes temáticos de la segunda etapa de su producción, en la que continuaron prevaleciendo obras de inspiración purista.

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LECTURAS VACACIONALES

Blanco y negro. Sombras de Le Corbusier

Luis Fernández-Galiano

13 de agosto 2019

Tomado de arquitecturaviva.com

Le Corbusier continúa transitando de las luces a las sombras. En 2015, el cincuentenario de su muerte coincidió con la publicación de tres libros redactados por François Chaslin, Xavier de Jarcy y Marc Perelman que examinaban sus vínculos con el régimen de Vichy (véase la reseña, bajo el título ‘Las grietas del mito’ en Arquitectura Viva 176), dando lugar a un formidable escándalo. Cuatro años después, una petición promovida por Jarcy y Perelman reclama en Le Monde que el Estado francés deje de homenajear su figura, suspendiendo la subvención a la fundación parisina que conserva su legado, cancelando el proyecto de museo en Poissy y retirando su estatua en esa localidad, asociada al arquitecto por haber levantado allí Les Heures Claires, la canónica Villa Savoye. Pocos meses antes, en los últimos compases de 2018, se había publicado un demoledor volumen, coordinado por los mismos Jarcy y Perelman, que a través de ocho autores de cinco países mostraba el perfil más oscuro del maestro de La Chaux-de-Fonds; y había aparecido también un luminoso libro de Chaslin —uno de esos autores, pero que rehusaría firmar la petición de damnatio memoriae— donde el arquitecto y crítico utilizaba su reconstrucción minuciosa del affaire Le Corbusier para reflexionar lúcidamente sobre el mundo contemporáneo, entreverando erudición y poesía con una inesperada colección de dibujos de aves entre las que aletea el gran artista que se quiso cuervo.

El libro colectivo sobre el maestro franco-suizo comienza con un golpe de timbal: Le Corbusier era la arquitectura moderna como Martin Heidegger era el paradigma del pensamiento. Y aunque matizada después, la comparación con el rector-Führer de la Universidad de Friburgo se alimenta de los estrechos vínculos del arquitecto con el Faisceau de Georges Valois —el Mussolini francés—, su etapa en Vichy, las menciones antisemitas de su correspondencia y su salutación de Hitler en octubre de 1940 como alguien que podía «coronar su vida con una obra grandiosa: la construcción de Europa». Mary McLeod había explorado ya su ominosa dimensión política en varios artículos de principios de los años 80, pero el de 1997 de Marc Antliff que se reproduce en el volumen muestra la influencia de Le Corbusier en los criterios estéticos y en las ideas urbanísticas del partido fascista francés, mientras Jarcy y Perelman extienden el argumento de sus libros respectivos con la exploración de su deuda con el eugenismo, y de su fascinación con un biologismo totalitario que conduciría del Plan Voisin de 1925 a los desastrosos ‘grands ensembles’ construidos en los años 50 y 60 o al ‘Bigness’ genérico de Koolhaas. En el último artículo, Frank Zöllner denuncia el antropomorfismo del Modulor, que relaciona con los sistemas de normalización y proporción de Ernst Neufert, ‘el módulo del fascismo’, preconizados junto con Albert Speer como herramientas de la ‘guerra total’ en 1943. Pese a su filiación nacional-socialista, Neufert continuó desarrollando su carrera en Alemania después de 1945, y en 1951 formaba parte del círculo de reflexión sobre la reconstrucción del país que invitó a Heidegger a pronunciar allí su famosa conferencia ‘Construir, habitar, pensar’, que tantos citan eludiendo su contexto.

En contraste con este genuino ‘libro negro’, y curiosamente publicado por la misma editorial —que hace constar siempre, además de los créditos y características técnicas, una detallada descomposición de los costes del volumen, en un insólito ejercicio de transparencia—, el delicioso libro de Chaslin aborda la figura del arquitecto con la misma empatía que manifestó en Un Corbusier, y de nuevo con una destreza literaria lindante con el barroquismo que le valió el adjetivo ahora usado como título, Rococo, donde también resuenan los cacareos y gorjeos de las aves que a manera de divertimento se encierran en los pliegos no cortados de cada ejemplar. Tras usar el abrecartas para liberar sus más de 500 páginas, lo que se presenta a la mirada es a la vez un balance del affaire de 2015, con titulares de periódicos de medio mundo incluidos; un caleidoscopio de consideraciones intelectuales y líricas que cita o evoca dos centenares de libros recogidos en una bibliografía cronológica, que se extiende desde el Gilgamesh, el Génesis, Esopo o Confucio hasta Alain Minc, Peter Sloterdijk o Alain Finkielkraut; y una ornitología dibujada que muestra la agudeza del ojo y la destreza de la mano del autor, que prolonga su recorrido gráfico con una selección de croquis de la obra de Le Corbusier: una figura gigantesca que, si se aproximó al fascismo, también trabajó para el Frente Popular de Léon Blum, y que Rococo trata con la complejidad que merece, sirviendo también de excusa para representar polifónicamente el universo literario y artístico de François Chaslin.

Jarcy & Perelman (Eds.)

Le Corbusier, zones d’ombre

Éditions Non Standard,

París, octubre 2018

272 páginas

François Chaslin

Rococo, ou drôles d’oiseaux

Éditions Non Standard,

París, noviembre 2018

520 páginas

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ES NOTICIA

El último edificio diseñado por Le Corbusier, abre sus puertas al público en Zúrich

Por Niall Patrick Walsh

Traducido por Piedad Rojas

20 Junio, 2019

Tomado de Plataforma arquitectura

El Centro Le Corbusier -el último proyecto del renombrado arquitecto completado en 1967- ha reabierto sus puertas al público en Zúrich luego de una extensa renovación.

Abierto de mayo a noviembre, el pabellón ahora alberga exposiciones temporales, eventos y talleres que tratan diversos aspectos de la vida y obra del arquitecto, desde el diseño de muebles hasta la fotografía y la pintura. Tras el largo proceso de restauración, el pabellón fue fotografiado por Paul Clemence.

El Centro Le Corbusier fue efectivamente el último proyecto sobre el que Le Corbusier estuvo trabajando en 1965 a lo largo de sus últimos meses de vida. El edificio es un testimonio de la versatilidad de Le Corbusier como arquitecto, pintor y escultor. Él se inclinó sobre este proyecto intencionalmente y con el objetivo principal de desarrollar un museo donde pudiera albergar y exponer su vasta colección personal de proyectos de arquitectura, maquetas, pinturas, esculturas y fotografías

Curiosamente, este es un edificio atípico en comparación con la mayoría de sus obras. Aquí no hay concreto, piedra ni repeticiones infinitas. Aquí se celebra el acero, con el que exploró la pre-fabricación y montaje, donde la libertad espacial se encuentra a través del uso inteligente de la modularidad, una planta libre e infinitamente adaptable.

La estructura de la cubierta se apoya en sólo cuatro puntos, dos enormes sombrillas construidas en chapas de acero soldadas, una volteada hacia arriba y la otra hacia abajo. El edificio fue completamente prefabricado: las chapas de acero se soldaron unas a otras en la propia fábrica y se trajeron al lugar en forma de grandes elementos independientes, los cuales finalmente fueron alzados y soldados para dar la forma final a la arquitectura del edificio.

Esta enorme cubierta metálica, además de definir las formas del pabellón y acoger el programa del museo, fue concebida principalmente para ofrecer protección contra el sol y la lluvia en los espacios del museo.

Además de acero y vidrio, Le Corbusier utilizó una serie de paneles metálicos esmaltados en colores primarios para conformar la envoltura de los espacios expositivos del museo, creando una noción dinámica de ritmo que transforma nuestra percepción espacial del edificio.

El último proyecto de Le Corbusier fue recientemente publicado en la guía de ArchDaily para la ciudad de Zúrich. Para más información sobre el Centro Le Corbusier recomendamos visitar la página web oficial de la ciudad de Zúrich.

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