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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 406

Preámbulo

Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje desde su lanzamiento el año 2015 no sólo llenó un vacío en cuanto a publicaciones de ese tipo en nuestro país, sino que inmediatamente se convirtió en referencia obligada para quienes desde hace mucho tiempo deseaban tener en sus manos la posibilidad de conocer la arquitectura y el urbanismo de la capital de Venezuela cotejada por los que la han convertido en objeto de estudio y desvelos.

Ante la retadora tarea de producir un libro que trascendiera el mero hecho de servir de orientación para fines turísticos, quienes lo conceptualizaron y coordinaron (Iván González Viso, María Isabel Peña y Federico Vegas), apuntando a lograr un objeto de alto valor cultural, lograron darle forma a un volumen de 624 páginas que contó con el apoyo económico y la experiencia acumulada por la Junta de Andalucía (a través de la Consejería de Fomento) en la realización de trabajos de este tipo y a la concurrencia de un importante número de profesionales y académicos que lo llenaron de contenido y excelentes imágenes.

Pasado, presente y futuro de la ciudad aparecen reflejados en sendos capítulos que dan cuenta del proceso dinámico y abierto de su crecimiento a lo largo de 450 años. En el primer capítulo, a cargo de González Viso y Vegas, se repasa la “Historia de Caracas a través de sus planos”, un suculento ensayo que gracias a la extensa planimetría recopilada logra establecer etapas claves para ver cómo fue transformando su fisonomía. En el segundo capítulo, conformado por 364 fichas realizadas por 27 especialistas, hacen acto de presencia edificios y espacios públicos diseminados entre las diez zonas en las que se dividió la ciudad entre las que se incluyó el litoral central como demostración de que la urbe es un todo que sobrepasa e integra ambos lados de la montaña que la identifica yendo así “del valle al mar”. “Caracas a futuro: miradas sobre la ciudad”, el tercer capítulo, recoge diez formas de ver el porvenir urbano mediante el testimonio ofrecido por otros tantos estudiosos y practicantes que la han tenido siempre como parte de sus preocupaciones: Oscar Olinto Camacho, William Niño Araque, Marco Negrón, Oscar Tenreiro, Marta Vallmitjana, Walter James Alcock, Graziano Gasparini, Frank Marcano, Alejandro Haiek y Pedro García del Barrio.

Pues bien, teniendo presente todo lo mencionado, sin duda alguna es el segundo capítulo el que seguramente ofrece mayor interés para el público en general que transita a diario por las calles de Caracas e intenta procesar las razones por las que es como es, encontrando en las piezas que la constituyen posibles respuestas. Es también ese capítulo el que tuvo que sufrir los rigores de un necesario proceso de selección que en principio pretendía llegar a cubrir hasta 500 edificios y espacios públicos, pero que tuvo que reducirse aún más quedado por fuera 136 de ellos.

Iván González Viso en cuyos hombros recayó la tarea el ajustar las fichas a la dimensión precisa y que también asumió la elaboración de un buen número de ellas, a partir de hoy abre la puerta, con la publicación de la Quinta 341, proyectada por la arquitecto y artista plástico Elena Gil en 1973 en la calle Loma Azul de la urbanización San Luis, El Cafetal, para ir incorporando paulatinamente buena parte de esas 136 obras y lugares que quedaron en el tintero. De esta manera se dará cabida a una pauta que ocupará nuestra postal cada ocho semanas y será compartida con los planos de Caracas y Venezuela ya publicados y por publicar, protagonistas únicos hasta ahora.

Cerramos aclarando que el texto que aparece a continuación dedicado a la Quinta 341 fue elaborado por Iván González Viso quien contó con la colaboración de Elena Gil.

1. Localización de la urbanización San Luis en el sector de El Cafetal.

La Quinta 341

En los tempranos años 70, la urbanización el Cafetal estaba en pleno desarrollo y la quinta unifamiliar aislada se expandía aceleradamente al sur este de la ciudad. Las urbanizaciones con nombres de santos, como Santa Marta, Santa Sofía, San Luis, Santa Paula y Santa Ana, se desarrollaron en un corto período de tiempo, mezclando tipologías de edificios multifamiliares y casas aisladas inmersas en acogedores y bucólicos valles de frondosa vegetación. Al interior de estos nuevos modelos de urbanización, cuyo diseño en algunos casos incorporó esculturas en los accesos para otorgar valor e identidad a los espacios públicos, se desarrollaron parques urbanos que se fundían con la vegetación y la topografía circundante, espacios para colegios, centros comerciales y servicios locales, que convirtieron a estos urbanismos económicamente accesibles a la clase media profesional, en atractivos lugares para vivir. Para ampliar detalles sobre este tipo de desarrollo recomendamos consultar https://fundaayc.com/2023/04/09/algo-mas-sobre-la-postal-no-350/.

2. Izquierda: La calle Loma Azul y su particular ubicación y desarrollo dentro de la urbanización San Luis. Derecha: la Quinta 341 y su localización dentro de la calle Loma Azul. Nótese que dentro de la cuadra es la única que tiene techo plano a diferencia del resto que posee techo de tejas.

En este contexto la arquitecto y artista plástica Elena Gil y el arquitecto José Antonio Terife, compran una parcela en la urbanización San Luis, desarrollada por José Antonio Ron Pedrique para Venezolana de Bienes S.A. como parte del desarrollo de El Cafetal. Se trataba de un pequeño lote ubicado en la calle Loma Azul, donde Gil, egresada como arquitecto en 1967 de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, proyecta su casa en 1972, contemplando las necesidades de su recién formada familia, dos años después de haber creado “El Tallercito”, una galería dedicada a promover el trabajo de artistas plásticos de diversas disciplinas como cerámica, esmaltes, pintura y dibujo.

3. La Quinta 341 en pleno proceso constructivo (c.1973)

La quinta, denominada “341”, representa una excelente muestra del lenguaje arquitectónico moderno propio de las viviendas unifamiliares de autor de los años setenta, que integra elementos modulares en concreto, ladrillo y carpintería metálica, dispuestos bajo claros principios compositivos regidos por un estricto programa funcional.

4. Fachada principal de la Quinta 341.

Gil concibe su casa como un volumen de 3 cuerpos resuelto en una pendiente ascendente desde la calle, la cual maneja magistralmente creando una plástica topografía interior que hace las veces de escalera y permite ir descubriendo sus espacios poco a poco a medida que se asciende. Esa amplitud interior generada a partir de una espiral central que se transforma constantemente por la luz cenital, hace que la casa gravite alrededor de ella fungiendo de articuladora de todos los componentes de la vivienda mediante el uso de medios niveles. La escalera central, rodeada por muros bajos, genera múltiples y ricas relaciones visuales. Estos ambientes, a su vez, están cubiertos por un techo único que contribuye a generar una sensación de amplitud y continuidad visual al interior enriquecido mediante la presencia dobles alturas. Adicionalmente, cerramientos de vidrio de piso a techo permiten percibir el área social con mayor amplitud, conectando el espacio interior y el espacio exterior.

5. Elena Gil. Quinta 341. Corte longitudinal.
6. Espacialidad interior de la Quinta 341.

La casa, de estructura en hormigón, esta revestida en ladrillo hueco obra limpia, que, junto a los muros exteriores de friso pintado en blanco, hacen alarde de la simplicidad y el uso honesto de los materiales. Las fachadas, mayormente cerradas, exhiben un controlado juego de volúmenes, con ventanas de romanilla con marcos metálicos pintados de color amarillo intenso, muy utilizado en la época. A su vez, las ventanas se enmarcan en cajas de hormigón en obra limpia, que sobresalen generando sombras. Interiormente, la adaptación del diseño a la topografía genera distintas situaciones espaciales donde el interior y el exterior interactúan a través de terrazas que amplían las posibilidades de expansión de la casa y dialogan con el lugar y el cerro que la limita.

7. Terrazas que aprovechan los retiros laterales y amplían las posibilidades de expansión de la casa.

Construida en 1973 por la empresa Urbaneja y De Castro (UDEC), la Quinta 341 representó para su época una novedad en el vecindario. Alejada de la imagen de la quinta tradicional con techos de teja y ventanas con rejas, fue percibida por algunos como “la casa fea” de la cuadra.

La ópera prima y única obra construida de Elena Gil, es un significativo ejemplo de que la forma, la materia, el programa y el lugar, correctamente ordenados y armónicamente dispuestos, son capaces de generar espacios donde se respira buena arquitectura. Una arquitectura influida por conceptos estéticos emparentados con el arte al cual su creadora dedicaría en adelante su vida hasta el punto de que hoy se encuentra ampliamente representada en colecciones públicas y privadas en Venezuela y en el exterior.

8. Óleos de la serie «Reflejos urbanos» que recogen el trabajo reciente de Elena Gil

Cabe señalar que el trabajo artístico reciente de Elena Gi, a modo de deja vu, explora temas arquitectónicos como el muro y la ventana, la transparencia y el reflejo los cuales cobran de su mano un interesante e indudable valor plástico.

EG/igv

Procedencia de las imágenes

Postal, 3, 4, 5, 6 y 7. Cortesía Iván González Viso

1 y 2. Capturas de Google Earth.

8. Elena Gil (https://elena-gil.com/)