1998• Se termina la construcción de la segunda etapa del Centro Residencial Solano, ubicado en la Avenida Solano López entre las Calles Los Apamates y Negrín, Sabana Grande, proyectado por los arquitectos Francisco Pimentel Malaussena y Bernardo Borges Winkelman (egresados de la FAU UCV en la promoción 6/1957) y Oscar Capiello L. (FAU UCV, promoción 30B /1983).
Este muy logrado conjunto de vivienda multifamiliar tiene comercios en su planta baja y 750 apartamentos de 62 m2 de área cada uno, resueltos de dos maneras: la primera de ellas con sala-comedor-balcón, cocina-lavandero y una habitación con baño. El otro tipo de apartamento dispone de sala-comedor-balcón, cocina-lavandero y dos habitaciones con un baño compartido. Cada apartamento dispone de un puesto de estacionamiento al igual que los locales comerciales.
Los arquitectos especificaron pisos de cerámica y ventanas de aluminio para los apartamentos. El conjunto de dos torres cuenta con diversas áreas verdes y jardines, así como una sala de fiestas.
El proyecto fue merecedor del Premio «Mención Edificio multifamiliar y vivienda multifamiliar» de la IX Bienal de Arquitectura 1998.
La Torre Reforma de México obtiene el Premio Internacional de Rascacielos 2018
Por Cristina Burack
2 de noviembre de 2018
Tomado de Prodavinci
El premio, otorgado desde Frankfurt, la describe como “el rascacielos más innovador del mundo” y a prueba de terremotos.
El premio internacional de arquitectura «International Highrise Award» (en alemán, «Internationaler Hochhaus Preis», IHP) con sede en Frankfurt, que reconoce la excelencia en el diseño de rascacielos, fue otorgado por unanimidad al edificio de oficinas Torre Reforma de la Ciudad de México.
El jurado, que hizo el anuncio el jueves 1 de noviembre, elogió el edificio, de 246 metros de altura y obra de L. Benjamin Romano, por su “estructura de apoyo inteligente” contra los frecuentes terremotos de la ciudad, que también le otorgan al edificio de oficinas su “llamativo aspecto”. “Benjamin Romano retoma las tradiciones de construcción azteca y las interpreta de una manera moderna”, agregó el jurado en su decisión de adjudicación.
El grupo de expertos en arquitectura también destacó el financiamiento ejemplar detrás de Torre Reforma: “El grupo de inversionistas en Torre Reforma considera a sus proyectos como inversiones a largo plazo y, por tanto, pone el énfasis en una planificación cuidadosa, materiales de alta calidad y perfeccionismo en los detalles. Esta visión económica a largo plazo afecta también positivamente al diseño arquitectónico y, por ende, también podría servir como modelo para el éxito de proyectos más allá de las fronteras de México”.
Romano describió el premio del PHI como “especialmente valioso” por provenir “de mis colegas arquitectos, quienes pueden apreciar un edificio no solo en sí mismo, sino también los desafíos financieros, estructurales, ambientales y normativos inherentes. Creo que la mejor arquitectura es la que encuentra la respuesta a estos retos”.
Un alto honor en la arquitectura
El IHP premia la construcción “que combina sostenibilidad ejemplar, forma externa y calidad espacial interna, sin desdeñar los aspectos sociales, para crear un diseño modelo”. Los rascacielos candidatos deben tener al menos 100 metros de altura y haber sido construidos en los últimos dos años.
El premio ha sido otorgado cada dos años desde 2004 por la ciudad de Frankfurt, el Museo de Arquitectura de Alemania y DekaBank. El equipo ganador de diseño de planificadores y desarrolladores recibe un premio de 50.000 euros y una estatuilla hecha por el artista alemán Thomas Demand.
En 2016, el edificio piramidal del arquitecto danés Bjarke Ingels en Manhattan se llevó el premio. En esta edición, el edificio ganador competía con otros cuatro finalistas ubicados en Bangkok, Beirut, Beijing y Singapur, seleccionados de entre 36 nominaciones de 15 países.
Todos los proyectos nominados se exhibirán desde el 3 de noviembre hasta el 3 de marzo de 2019 en el Museo de Arquitectura Alemana en Frankfurt como parte de la exposición, “Mejores Rascacielos 2018/19 – Internationaler Hochhaus Preis 2018”.
1937• Luis Malaussena, Carlos Raúl Villanueva y André Gutton diseñan el Pabellón de Venezuela para la Exposición Internacional de las Artes y de las Técnicas en la Vida Moderna, realizada en París, ganándose con la obra el “Grand Prix”.
HVH
Vista del patio (foto de la colección de Alan Wilneff, 1937 Paris World Exposition, Venezuelan Pavilion).
La selección del Campamento Turístico y Ecológico Cayo Crasquí (1991-1993) como motivo de la postal que acompaña el número 100 del Contacto FAC obedece a diferentes razones. En primer lugar porque pone en evidencia una concepción pionera, modélica, renovada y actual de la preservación del medio ambiente producto un diálogo necesario entre arquitectura y naturaleza. En segundo lugar porque coloca sobre el tapete el debate acerca de si los valores permanentes de la arquitectura y su vocación de trascendencia pueden estar asociados a la condición efímera de lo que se propone y construye. Y, en tercer lugar, porque permite recordar a un sensible y talentoso arquitecto que alcanzó notoriedad a pesar de lo limitada que resultó ser su obra construida: Jorge Rigamonti (1940-2008).
El que de entrada estemos en presenta de un “campamento” habla mucho del enfoque que se le imprimió al proyecto. El estar ubicado en uno de los numerosos cayos de origen coralino, localizado concretamente en el centro del Archipiélago de Los Roques, extenso atolón declarado Parque Nacional en 1972, llevó a pensar a su proyectista en que la respuesta arquitectónica debía ser, tal y como se señala en https://www.behance.net/Rigamonti, “… provisional, de la mayor sencillez, de bajo impacto ambiental, construida con materiales biodegradables, maderas y lonas y métodos constructivos artesanales”, buscándose con ello afectar lo menos posible la extraordinaria naturaleza circundante.
De esta manera el conjunto posado levemente sobre un territorio de 30.000 m2, conformado por 25 carpas desmontables que contienen las habitaciones, “diseñadas para soportar fuertes vientos (…) compuestas de techos dobles, paredes de lona dobles, y puertas y ventanas graduables de romanilla de madera, que proporcionan una generosa sombra y ventilación, y hacen posible un óptimo confort climático natural tanto diurno como nocturno”, y un grupo de edificaciones fijas (un módulo principal, uno de empleados, un módulo de playa, uno de servicios y uno de ecología) ubicadas en “los intersticios que dejan los existentes manglares de arena, para aprovechar las vistas y las corrientes de aire, y a la vez dar servicio y privacidad a las 25 carpas que las rodean”, permite hablar de una obra que ofrece todos los servicios propios de una instalación turística que, en virtud de su cuidadoso manejo en la generación de electricidad, obtención de agua potable y tratamiento de las aguas servidas, apunta a la sustentabilidad como uno de sus puntos fuertes en momentos en que dicho término no había cobrado aún resonancia en nuestro país. “La tienda ancestral del nómada árabe y chino y la vivienda temporal de los primeros habitantes del archipiélago, los indios ‘caribes’, fueron elementos inspiradores para crear esta reflexión sobre un desarrollo sustentable, mediante un hábitat de mayor respeto ecológico y un uso limitado pero sin prejuicios de las tecnologías actuales”, se resalta como consideración conceptual determinante en el portal ya citado.
Al momento de su apertura en 1993 el Campamento Turístico y Ecológico Cayo Crasquí fue objeto de particular atención por parte de los editores del semanario Arquitectura HOY hasta el punto que abarcó 3 de las 4 páginas del nº 30 del 11 de septiembre de aquel año: dos de ellas (las centrales) dedicadas a mostrar fotografías de la obra y dibujos del proyecto y la otra (la primera) ocupada por el artículo “Lonas para conservar. El campamento de Los Roques” de Juan Pedro Posani.
El texto de Posani, que se inicia con una disertación acerca del rol jugado por el concepto de parque en la edad moderna y sobre el debate entre progreso y destrucción que ha derivado en el deterioro progresivo de la superficie del planeta, donde los espacios protegidos sirven sólo para mitigar la mala conciencia de una sociedad que no tiene en la protección ambiental un claro y determinante objetivo, encuentra en el campamento diseñado por Rigamonti la oportunidad de señalar una clara excepción que confirma la regla y un camino para demostrar “cómo conservar zonas de la naturaleza sin prohibir su disfrute tiene una sola solución: la del uso inteligente y cuidadoso por parte del público, combinada con las previsiones por parte de las autoridades. Educación del público y buen diseño por parte de los entes a cargo de los parques”.
Con respecto al proyecto vale la pena rescatar lo dicho por Posani en los siguientes términos que compartimos plenamente: “El campamento del Cayo Crasquí (…) está planteado en el diseño y supervisión de Jorge Rigamonti con una delicadeza y una cautela excepcionales. Con el uso de la madera, la lonay el techo de torta, la distribución abierta de las cabañas, la concentración de servicios mínimos, el tratamiento esmerado de los desperdicios y de las aguas tratadas, y la reforestación únicamente con especies locales, Rigamonti ha logrado una presencia claramente contemporánea, pero a la vez cauta y mesurada, que no altera en lo más mínimo el delicado equilibrio ecológico de la isla ni produce perturbaciones visuales. Todo lo contrario, el alegre y discreto aspecto de campamento provisional subraya de manera diáfana el carácter dominante de la inmensidad del mar, la permanencia trascendente de la naturaleza, de los manglares y de los bancos coralinos.”
El conjunto operó abierto al público sólo tres años debiendo cesar sus operaciones en 1996 por formar parte de las propiedades intervenidas por FOGADE -Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios- luego de la crisis bancaria venezolana de 1994. El tiempo se ha encargado de reabsorber naturalmente lo que fue pensado para que ello ocurriera quedando hoy muy pocos vestigios de lo que fue levantado inicialmente.De allí que volver a hablar luego de 25 años de una obra que tuvo una vida efímera pero que aún resuena pareciera que va a contracorriente de las aspiraciones de permanencia que siempre acompañan a la gran arquitectura. Revisitar un edificio que quedó en el recuerdo, más que un acto de nostalgia, pasa a ser una necesaria reivindicación que sólo va asociada a obras memorables realizadas ex profeso para que ello ocurriese como lo pueden ser los pabellones expositivos de ferias y exposiciones, referencia ineludible en el caso que nos ocupa. El Campamento Turístico y Ecológico Cayo Crasquí fue distinguido con elGran Premio Internacional en la IX Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito, Ecuador, en 1994. El impecable registro fotográfico realizado y documentación proyectual archivada quizá deparen para el futuro un posible retorno a las arenas de Los Roques de esta modesta obra, o sirva para impregnar de su espíritu la mayor cantidad de intervenciones en parajes naturales vista (en palabras de Posani) como ejemplo de “que una concepción renovada y actual de la preservación no desdeña el uso de lo que se preserva”.
… que en 1968, hace ya 50 años, se concluye en Caracas la construcción del edificio sede del Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE)?
1. Edificio sede del INCE. Sanabria Arquitectos, 1968. Vista general con el entorno
La edificación, diseñada en 1963 por los arquitectos Tomás José Sanabria y Eduardo Sanabria y calculada en hormigón armado por los ingenieros Roberto Smitter y Napoleón Gallango, se ubica en una parcela de forma irregular de 9.156 m2 que colinda con la Av. Nueva Granada por el sur-oeste, al nor-oeste con una calle privada, con la calle Leoncio Martínez por el nor-este y al sur-este con terrenos privados y la subestación El Rincón de la C.A. La Electricidad de Caracas, en la Urbanización Prado de María. Su dimensión mayor nor-este/sur-oeste es de unos 135 metros con un desnivel aproximado de 2 metros.
2. Edificio sede del INCE. Sanabria Arquitectos, 1968. Izquierda: Croquis. Derecha: Vista parcial de la maqueta
Tras 28 meses de iniciadas las obras de construcción se concluyeron los 35.000 m2 que la conforman distribuidos en dos cuerpos que dejan la planta baja libre a doble altura, prolongándose al exterior a través de una generosa plaza pública tratada paisajísticamente y destinada a exposición permanente de escultura al aire libre. En el cuerpo bajo de cuatro plantas funciona el centro de formación profesional para 600 estudiantes y 40 instructores (8.500 m2) y un auditorio con capacidad para 300 personas (2.300 m2). La torre de 14 pisos (15.500 m2) contiene las áreas administrativas y en la planta 12 la biblioteca. Además posee un sótano (8.700 m2) que alberga el estacionamiento de vehículos y zonas de instalaciones diversas.
Todas las superficies de hormigón se han dejado a la vista, las fachadas y paredes exteriores han sido recubiertas de mosaico vidriado de 2 cms x 2 cms y los cerramientos son de aluminio anodizado.
3. Edificio sede del INCE. Sanabria Arquitectos, 1968. Corte
Concebido bajo la premisa que la oficina de Sanabria Arquitectos siempre profesó: “arquitectura sin diseño urbano no existe”, destaca sobremanera en esta obra la clara intención de potenciar y dignificar la zona en la que se inserta, ofreciéndose como punto de partida para la recuperación urbanística de un sector de la ciudad con un acentuado deterioro conformado, salvo contadas excepciones, por construcciones inestables (industria ligera, talleres mecánicos, viviendas transformadas en locales comerciales, etc), ofreciéndole además al usuario y al ciudadano espacios de disfrute y expansión.
4. Edificio sede del INCE. Sanabria Arquitectos, 1968. Izquierda: vista de la plaza con la escultura «La libertad encadenada» de Aristide Maillol. Derecha: Intervenciones de Gego y Gerd Leufert en la planta baja del edificio
La plaza, sin lugar a dudas, asume ese rol tanto transformador como cívico y es vista como oportunidad para establecer el diálogo con el entorno asumiendo el compromiso de formar ciudadanía mediante la incorporación de obras de arte entre las que destaca “La Libertad encadenada” (interesante nombre que retumba de manera muy particular en nuestros agitados días), escultura de Aristide Maillol, cariñosamente llamada por los trabajadores y estudiantes del INCE como “La Negra”, que estuvo a préstamo durante muchos años en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas y que por insistencia del propio Tomás Sanabria afortunadamente retornó a su sitio.
El rol pedagógico del edificio también apunta a darle la mayor estatura posible a la formación técnica como eslabón importante dentro del sistema educativo, traducido en fortaleza constructiva y perdurabilidad (lograda gracias a la nobleza de los materiales seleccionados), cuidado en los detalles, espacios amplios, confortables y bien equipados. El arte allí vuelve a hacer acto de presencia como fundamental acompañante a través de obras de Gerd Leuffert y Gego (Gertrude Goldschmidt) integradas a su arquitectura.
5. Edificio sede del INCE. Sanabria Arquitectos, 1968. Izquierda arriba: articulación de los dos cuerpos del conjunto. Izquierda abajo: Planta baja. Derecha: Vista de la torre
La composición de la obra denota cuidado en la articulación volumétrica y un correcto ensamblaje de los elementos que la constituyen, apareciendo en el tratamiento de las envolventes la muy precisa consideración de las variables climáticas: otro tema recurrente en la obra de Sanabria. Ello da pie a que aparezca un estudiado diseño de los elementos de protección solar que construyen las fachadas, permitiendo para las orientaciones más desfavorables incorporar una importante carga de abstracción y movimiento, asemejándose, según como se vea, a enormes obras cinéticas.
De la página http://tomasjosesanabria.com/en/2016/12/20/edificio-sede-ince/ que con esmero y perseverancia ha ido construyendo Lolita, hija de Tomás J. Sanabria, extraemos lo siguiente a modo de complemento descriptivo: “Todos los elementos climáticos se tomaron en cuenta en la implantación de este complejo educativo. Las aguas de lluvias son captadas y canalizadas de manera sistematizada en cada fachada. Las columnas fueron moldeadas en concreto de manera que sean receptoras de las aguas de lluvia. Una combinación de aletas de concreto contienen canales y bajantes de cobre, de forma que caigan a la vista del usuario, sobre bateas en el piso de la gran área publica”.
El edificio del INCE, quizás uno de los más sobresalientes en la trayectoria de grandes proyectos para edificaciones institucionales de la oficina de los arquitectos Sanabria, fue distinguido con el Premio Municipal de Arquitectura el año 1970. A pesar de su indudable impronta dentro de la avenida Nueva Granada la zona está todavía a la espera de nuevos tiempos en los que este ejemplo de urbanidad logre su objetivo primigenio de orientar las necesarias mejoras que requiere en su calidad ambiental. Se encuentra ampliamente desplegado en la revista PUNTO nº 47 (noviembre-diciembre 1972) y en el catálogo de la exposición «Tomás José Sanabria arquitecto. Aproximación a su obra» realizada en la Galería de Arte Nacional en 1995, y reseñado tanto en la Guía de edificaciones contemporáneas en Venezuela. Caracas. Parte 1 de Mariano Goldberg (1980) como en Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje de Iván González Viso, María Isabel Peña y Federico Vegas (2015).