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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 416

Difícil de catalogar, la obra de Alejandro Pietri (1924-1992) ofrece la oportunidad de encontrar un arquitecto que supo desenvolverse con personalidad propia dentro de lo que fue el período más interesante y fértil de la arquitectura venezolana: los años 50 del siglo XX.

1. Alejandro Pietri. Estación Maripérez del Teleférico Caracas-El Ávila-Macuto.
2. Alejandro Pietri. Estación El Cojo del Teleférico Caracas-El Ávila-Macuto.
3. Alejandro Pietri. De izquierda a derecha los pabellones venezolanos para Bogotá, Santo Domingo y Damasco.
4. Alejandro Pietri. Exposición Internacional de Caracas de 1960. Izquierda: Corte, fachada y planta del Ministerio de Producción para ser ubicado en el sector oeste de La Carlota. Derecha arriba: Bocetos del Serpentarium (arriba) y Aviarium (abajo). Derecha abajo: Plano de ubicación del Aviarium y el Acuarium.

Seguirle los pasos a Pietri (con estudios de arquitectura en la Universidad de Oklahoma 1950 y título de arquitecto de la UCV en1955), significa ver cómo se presentan en simultáneo diversas búsquedas que tienen que ver con lo tipológico, lo estilístico y lo estructural, siendo esta tercera vertiente, en la línea de la experimentación con sistemas no convencionales, la que logró poner en evidencia con mayor fuerza habida cuenta de que suyas son las dos estaciones terminales del Teleférico Caracas-El Ávila-Macuto (la de Maripérez y la de El Cojo, ambas de 1956), así como los Pabellones venezolanos para las Ferias Internacionales de Bogotá (1954), Santo Domingo (1955) y Damasco (1957, no construida) y los proyectos de los edificios (1957-1958) que formarían parte de la frustrada Exposición Internacional de Caracas de 1960.

5. Alejandro Pietri. Edificio Los Morochos. Ubicación en la urbanización El Paraíso.

Es así como, teniendo como antecedente directo el diseño elaborado para el rascacielos que se ubicaría en el sector oeste de La Carlota (previsto dentro del Plan Maestro de la Exposición Internacional de Caracas de 1960), destinado a albergar el Ministerio de la Producción, primer paso en la creación de un nuevo polo de concentración del poder fuera del casco histórico de la ciudad, Pietri aborda durante la misma época (1956) el encargo que se le hace para diseñar un edificio de viviendas en la entonces prestigiosa urbanización de El Paraíso sobre la avenida D (hoy Lucas Manzano) en el cruce con la avenida F, a una cuadra de la Iglesia de Nuestra Señora de Coromoto.

6. Edificio Los Morochos. Corte-perspectiva (izquierda) y despiece isométrico (derecha)

Pietri afronta el proyecto buscando alterar la lectura tradicional que se tiene de un bloque de apartamentos poniendo en marcha varias operaciones. La primera consiste en soportarlo en una columna central, hueca, en concreto armado, dentro de la cual ubicó la circulación vertical (una escalera de desarrollo curvo y un ascensor) y los servicios, dejando la planta baja techada y libre para ubicar el acceso y los estacionamientos, quedando los pisos superiores en volado. La segunda, consecuencia de la anterior, fue liberar el diseño interior de los apartamentos de columnas dotándolos, en principio, de la máxima flexibilidad para lograr diversos acomodos internos ya que los sanitarios se adosaron al núcleo central. Y la tercera apuntó a unificar el tratamiento de las cuatro fachadas mediante la utilización de una piel continua conformada por una retícula que, asemejando una colmena, proveería de iluminación por igual a las áreas sociales e íntimas de cada uno de los dos apartamentos que ocupaban cada una de las siete plantas tipo que el inmueble posee.

7. Edificio Los Morochos. Fachada sur, avenida Lucas Manzano (izquierda). Dos aproximaciones a la envolvente (derecha).

Se trata, en resumen, de un paralelepípedo regular de base cuadrada de 15 x 15 mts, rematado en su octavo piso (que se presume está destinado a una gran área común) con un techo piramidal. Los elementos prefabricados que conforman las fachadas fueron realizados en concreto con base en un módulo de 0,50 x 0,50 mts de cerca de 1 metro de profundidad dentro de los cuales se colocaron ventanas de dos hojas, repartidas alternadamente entre basculantes y batientes. Consecuentemente con las especificaciones del arquitecto Pietri, algunos de los vidrios de estas ventanas tienen color. Con este detalle de diseño se logró que el interior de la vivienda esté muy bien iluminado y ventilado, contando a la vez con una reducida insolación directa.

8. Edificio Los Morochos. Dos imágenes del interior. Izquierda: Escalera principal. Derecha: Sala-comedor de uno de los apartamentos.

Como único elemento que permite establecer la separación entre los pisos en medio de la abstracta y uniforme fachada, Pietri colocó en las cuatro esquinas unos pequeños balcones que sirven de desahogo a las áreas sociales y las habitaciones principales, siendo éste el único elemento de contacto con el exterior. Así, los dos apartamentos que ocupan cada piso (de aproximadamente 100 m2 cada uno) se distribuyeron preliminarmente para tener dos habitaciones más una de servicio, un baño principal y uno auxiliar, cocina, sala-comedor y dos balcones.

9. Edificio Los Morochos. Acceso.

La ubicación del simétrico volumen en el terreno previó el uso de los retiros también como área de estacionamiento, permitiendo como único gesto de reconocimiento de la esquina la localización sobre la avenida Lucas Manzano del acceso peatonal, que se resuelve acompañado de un muro perpendicular a la dirección de entrada, donde se colocó la identificación del arquitecto proyectista y la fecha de terminación del edificio (noviembre de 1959).

10. Alejandro Pietri. Izquierda: Centro Residencial Plaza en Los Palos Grandes. Derecha: Edificio Moros I en la urbanización San Antonio de Sabana Grande.

Además del edificio que hoy nos ha ocupado, otras dos son los dedicados a vivienda multifamiliar diseñados por Pietri que pueden encontrarse dentro del paisaje urbano caraqueño, cada una con acentos muy diferentes en cuanto a lo que proponen, lo que habla sin duda del espíritu libre que lo caracterizaba y su versatilidad como buen arquitecto que era: el Centro Residencial Plaza en Los Palos Grandes (1970), el edificio Moros I en la urbanización San Antonio de Sabana Grande (1971).

En el caso de Los Morochos, que gracias a la nobleza de su construcción ha podido sortear en gran medida problemas de mantenimiento, lamentablemente, en fecha posterior a su inauguración, se eliminó la hermosa planta baja libre, colocando allí un invasivo local comercial, que existe hasta el día de hoy.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. Julio César Mesa. Instagram (@juliotavolo)

1. 2.bp.blogspot.com (https://www.pinterest.com/pin/AcT-EbMYzsa1A_YOorwOhdNWg2N2yF9BhMY2uB_RsmqidC7cA-r_keQ/) ; y Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje (https://guiaccs.com/obras/estacion-teleferico/)

2. Colección Crono Arquitectura Venezuela (https://fundaayc.com/2018/05/06/1956-estacion-el-cojo-del-teleferico-caracas-litoral-central-macuto/); y La Guaira en Retrospectiva (https://www.pinterest.com/pin/468092954999947640/)

3. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

4. Carola Barrios, Caracas: Ciudad Moderna y Museo. Intersecciones inacabadas en el paisaje de los años cincuenta (Tesis Doctoral presentada en la Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona, 2005)

5. Capturas de Google Earth.

6. FIG Projects (https://www.facebook.com/photo/?fbid=4643088059082341&set=pcb.4643088169082330)

7. Julio César Mesa. Instagram (@juliotavolo); y Alexandra Salas. Instagram (@alexandrasalasr)

8. Alexandra Salas. Instagram (@alexandrasalasr)

9. leonardo finotti architectural photographer (http://www.leonardofinotti.com/projects/edificio-los-morochos/image/5821-140622-006d); FIG Projects (https://www.facebook.com/photo/?fbid=4643088059082341&set=pcb.4643088169082330); y Alexandra Salas. Instagram (@alexandrasalasr)

10. Julio César Mesa. Instagram (@juliotavolo); y revistaentrerayas (https://www.instagram.com/revistaentrerayas/p/CnACqoVrQy2/?img_index=2)

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 308

Es inevitable percibir a través de la imagen que recoge el espacio central de la quinta “Mágica” de Alejandro Pietri (1924-1992) que engalana nuestra postal del día de hoy, la presencia de la fantasía y la imaginación desbordada que en diversas ocasiones mostró este talentoso arquitecto venezolano a lo largo de su trayectoria. El uso del color tanto en la cubierta acristalada que filtra y refleja la luz, como en los peldaños de la impactante escalera en caracol que protagoniza el ambiente y cerramientos del mismo, su verticalidad y proporciones, a lo que se suma el tratamiento de los diversos elementos presentes entre los cuales destacan las esbeltas columnas que sostienen en parte los niveles superiores, remiten por un lado a la arquitectura islámica y por el otro al barroquismo que siempre vinculó a Pietri con su maestro en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Oklahoma: Bruce Goff.

Esta obra, cuyo proyecto fue realizado en el año 1990, terminó de construirse en 1992 poco después del fallecimiento de su autor, por lo que puede ser considerada como obra póstuma. El encargo provino de un sobrino de Pietri y la finalización le correspondió llevarla a cabo al constructor Iñaki Odriozola.

1. Plantas y tomas del espacio interior de la quinta «Mágica».

Ubicada en una parcela de 2.383,8m² en la calle Vicuña del Valle Arriba Golf Club en Caracas, la quinta “Mágica” se concibe en torno al espacio que hemos descrito y su escalera, la más importante de una serie de ellas que aparecen a lo largo de la planta, comunica el área social y los diferentes niveles directamente con la terraza jardín que funge de remate y desahogo del edificio. De allí cuelgan una serie de plantas ubicadas en jardineras que aportan otro toque particular al espacio a doble altura cubierto por la cúpula central. Los niveles intermedios fueron destinados a albergar las zonas privadas y sus servicios de apoyo siempre cuidando el contacto e integración con el exterior.

2. Quinta «La Margarita» (1963).
3. Quinta «Girahara» (1970).

La “Mágica” conforma junto a “La Margarita” (su vivienda personal ubicada en San Román, de 1963) y la “Girahara” (diseñada también para su sobrino Andrés Sosa Pietri en Santa Paula, 1970) una trilogía residencial que los arquitectos dominicanos Omar Rancier y Juan Mubarak en el texto “Alejandro Pietri. Un arquitecto redescubierto”, publicado en https://arquitexto.com/2019/04/alejandro-pietri/, no dudarán en calificar como “fantástica de antología”. Y añadirán: “En estas tres residencias es que se evidencia de una manera más clara la influencia de Bruce Goff por la imaginería y los efectos aleatorios en términos de materiales, luces y parafernalia. La Mágica, convertida en su legado póstumo, es arquitectura en su más profunda expresión lúdica, las vidrieras, las rejas, los muros, la conformación de sus espacios es poesía tridimensional y exagerada. Las imágenes de este exuberante diseño basta para explicar la bizarría de Pietri”.

Por otro lado, la quinta «Mágica» cierra un interesante recorrido vital que se hizo visible, permitiéndonos determinar su envergadura, gracias al libro Alejandro Pietri. Arquitecto, de Silvia Hernández de Lasala en colaboración con Alfredo Brillembourg Tamayo, publicado en 1995 por la Fundación A.S.P.

4. Alejandro Pietri. Arquitecto, de Silvia Hernández de Lasala en colaboración con Alfredo Brillembourg Tamayo, publicado en 1995 por la Fundación A.S.P.
5. Encabezamiento del trabajo «Alejandro Pietri. Un arquitecto redescubierto» de Omar Rancier y Juan Mubarak con imágenes del pabellón venezolano diseñado por Pietri para la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre de Santo Domingo de 1955.

La obra de Pietri “redescubierta” en República Dominicana por el interés que despertó el rescate del pabellón venezolano por él diseñado para la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre de 1955 realizada en ese país, ha permitido ratificar la condición de arquitecto “difícil” o “incómodo” que en su momento develara la publicación del libro dedicado a su obra. En particular, el ya mencionado Omar Rancier, decano de la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), en la página ya señalada de Arquitexto que se dedicó a rescatar y sensibilizar sobre la obra de Pietri, firma, a modo de colofón luego de repasar su trayectoria, apoyándose en el libro de Hernández de Lasala, un discutible artículo titulado “Lo fractal en la arquitectura de Pietri”, de donde hemos decidido extraer los siguiente: “En los últimos años hemos estado interesados por la geometría de la naturaleza y sus posibles aplicaciones a la arquitectura y al urbanismo. Pocas veces hemos encontrado un arquitecto con un catálogo tan avanzado en los términos que actualmente conocemos como teoría fractal o de la filosofía contemporánea aplicada a la arquitectura como el que encontramos en Pietri. Todas las formas de iteración fractal o de autosemejanza estructural, así como los pliegues deleuzianos los descubrimos en la sombrilla organicista en que se forma y en la cual se regodea Pietri en su obra que data de muchos años antes de que Mandelbrot popularizara su interesante propuesta de una geometría alternativa. Y esto lo explica Brillembourg sin la más mínima conciencia de ello cuando escribe: ‘En todos los proyectos de Alejandro, bien sean estructurados de forma circular o una combinación de éstas, existe un desinterés por la demanda convencional de la simetría’”.

Pietri, alineado como mencionáramos con la arquitectura organicista y bizarra de Goff, “de alguna forma, continua la tradición personalísima y barroca de Antonio Gaudí” comentará Rancier. A ellos podrían sumarse en un segundo nivel sus preferencias (de cuando estudiaba en Oklahoma entre 1947 y 1950) manifestadas por Frank Lloyd Wright, Eric Mendelson y Oscar Niemeyer. Y, en tercer lugar, aparecerían Le Corbusier y Mies van der Rohe producto de las enseñanzas impartidas por Carlos Raúl Villanueva, Martín Vegas y José Miguel Galia cuando termina su carrera en 1955 en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV.

6. Teleférico del Ávila. Estación Maripérez (1956).

Se podría decir que prácticamente recién graduado se presenta lo más prolífico e interesante de la producción arquitectónica de Pietri. En tiempos de dictadura será el encargado de proyectar las estaciones de Maripérez y El Cojo (Macuto) del Teleférico al Ávila (1956), tres pabellones con los que Venezuela estaría representada en sendas ferias internacionales: dos de ellos construidos (Bogotá -1954- y Santo Domingo -1955-) y uno no construido (Damasco -1957-), y será el encargado de proponer el plan maestro y proyectar las más importantes edificaciones a partir de 1956 para la frustrada Exposición Internacional que se llevaría a cabo en Caracas en 1960.

7. De izquierda a derecha: edificio Los Morochos (1956), edificio Moros I (1971) y Centro Residencial Plaza (1970).

Tres edificios residenciales de Pietri pueden encontrarse dentro del paisaje urbano caraqueño con acentos muy diferentes en cuanto a lo que proponen, lo que habla sin duda de su versatilidad: el Centro Residencial Plaza en Los Palos Grandes (1970), el edificio Moros I en la urbanización San Antonio (1971) y el edificio Los Morochos en El Paraíso (1956), este último toda una lección en el manejo espacial y estructural de la tipología, digno de ser tomado en cuenta.

Pietri, reiterará Rancier, “es uno de los ‘arquitectos difíciles’ cuya obra, incomprendida se ha olvidado, y que se comienza a descubrir y colocar en el sitial que se merece, como sucedió en su momento con Terragni o con Asplund, por mencionar dos arquitectos europeos revalorizados al ser redescubiertos”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 1, 2, 3 y 6. Silvia Hernández de Lasala. Alejandro Pietri. Arquitecto, 1995

4. Colección Crono Arquitectura Venezuela

5. https://arquitexto.com/2019/04/alejandro-pietri/

7. Colección Crono Arquitectura Venezuela y Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 256

El pabellón diseñado por Alejandro Pietri (1924-1992) para la Feria Internacional de Damasco, cuya foto de la maqueta engalana nuestra postal del día de hoy, se trata de uno de los tres que ese talentoso arquitecto venezolano diseñara en años donde el laboratorio en que Carlos Raúl Villanueva había convertido a la Ciudad Universitaria de Caracas, en cuanto al trabajo con la tecnología y sistemas estructurales no convencionales, se convirtió en verdadero acicate.

De los tres pabellones, justamente el de Damasco fue el único que no se realizó. Sin embargo, su imagen nos permite inferir no sólo una exploración más de las emprendidas por Pietri, sino su capacidad de asimilar parte de la cultura donde se supone sería edificado, ya que se trata de una estructura ligera y tensil que se asemeja a las carpas que las tribus nómadas que habitan el desierto utilizan como morada temporal y transportable. De allí que quepa preguntarse, en cuanto a la representatividad buscada por Pietri, a cuál imagen de país estaba respondiendo o si trataba simplemente de generar una pieza que estuviese adaptada al medio donde iba a estar ubicada, utilizando novedosamente códigos ancestrales asociados al lugar de destino del edificio y no necesariamente del de procedencia.

Quizás a modo de marco general valga acotar que la Feria Internacional de Damasco, “el evento más antiguo y arraigado en Oriente Medio”, se celebró ininterrumpidamente desde 1954 hasta 2011 cuando a causa de la guerra que azotó (y aún afecta) a ese país tuvo que asumir una pausa obligada de 6 años. Así, tras 58 ediciones en las que logró materializar “una prestigiosa historia de creatividad y éxitos a nivel nacional, regional e internacional” en 2017 reinicia, con la programación de su 59 versión, una segunda etapa donde el personal del Establecimiento General de Ferias y Mercados Internacionales tomó la decisión de rehabilitarla en colaboración y coordinación de los equipos de los diferentes Ministerios, llegando a contarse, según el medio estatal de comunicación “SANA”, con expositores internacionales de 23 países entre los que se encontraban “los que el gobierno del presidente Bashar al-Assad considera ‘amigos de Siria’, como Rusia, Irán, Venezuela y China”. Cabe señalar que en 2011 al celebrarse la 58ª edición en momentos en que estalla la guerra, la participación fue de 22 países.

Según SANA, en la primera etapa entre 1954 y 2003 (de la cual ha sido imposible obtener información a través de imágenes) “el centro de Damasco acogía las actividades de Expo Damasco, en la zona que se extiende desde el Puente de Victoria y el Museo Nacional hasta la Rotonda de los Omeyas, en paralelo al Río Barada, y la feria estaba rodeada por espacios verdes, esculturas, fuentes de agua, altas columnas en las que ondean las banderas de los países participantes, además de un arco arquitectónico en la entrada que data del año 1935. (…) A principios de los años sesenta, los artistas sirios hicieron el monumento de la Espada de Damasco en la Rotonda de los Omeyas en el centro de Damasco, como símbolo de la fuerza y la fortificación de la ciudad.

La primera edición en 1954 duró un mes entero y el número de visitantes superó en aquel entonces un millón de visitantes …, además de la participación de 26 países árabes y extranjeros, con varias instituciones industriales y comerciales sirias. (…) En 1956, el número de países participantes llegó a 30, y en los años sesenta a 43 …, mientras que en 1977 eran unos 51…, y la máxima … fue en 1986 con 63 países, y en 2004 con 55 países».

Imágenes de la 59 edición de la Feria Internacional de Damasco, Siria, 2017
Emblema de la la 59 edición de la Feria Internacional de Damasco, Siria, 2017

Por otra parte, un nuevo recinto ferial se inauguró en septiembre del 2003 en ocasión del 50 aniversario de Expo Damasco. Construido en la carretera del Aeropuerto Internacional al sureste de la ciudad sobre una superficie de un millón 200 mil metros cuadrados, con diez portalones exteriores para los automóviles y diez portalones para la entrada de los visitantes, es allí donde también se ha llevado a cabo la 60ª edición en 2018 con la participación de 300 empresas y más de 40 países invitados bajo el lema «El Orgullo de Oriente empieza por Damasco” y la 61ª en 2019 bajo el lema «De Damasco para el mundo», siempre según datos aportados por la agencia oficial siria SANA.

En momentos en que Venezuela acepta la invitación a presentarse en Expo Damasco 1957, Siria había pasado otro período de 10 años (1946-1956) de inestabilidad política donde tuvo 20 gabinetes diferentes y redactó cuatro constituciones separadas. Según se recoge en Wikipedia, “tras el derrocamiento del presidente Shishakli en un golpe de 1954, las continuas maniobras políticas apoyadas por facciones competidoras en el ejército llevó finalmente a elementos nacionalistas y socialistas árabes al poder. (…) La inestabilidad política de Siria durante los años después del golpe de 1954, el paralelismo de las políticas sirias y egipcias, y la atracción del liderazgo del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser en el amanecer de la crisis de Suez crearon el apoyo en Siria para la unión con Egipto. El 1 de febrero de 1958, el presidente sirio Shukri al-Kuwatli y Nasser anunciaron la fusión de los dos países, creando la República Árabe Unida, y todos los partidos políticos sirios, así como los comunistas en ese respecto, cesaron sus actividades abiertas”. Ante este panorama se hace difícil comprender como en medio de tanto conflicto un país primero creó una Feria Internacional de larga data y ninguna interrupción y aún hoy sin haber superado una pavorosa crisis trata de mantenerla.

Alejandro Pietri. Pabellón de Venezuela en la Feria de la Confraternidad y el Mundo Libre en Santo Domingo (República Dominicana), 1955
Alejandro Pietri. Estación El Cojo (Macuto) del Teleférico del Ávila, 1956
Alejandro Pietri. Estación Maripérez (Caracas) del Teleférico del Ávila, 1956

Pietri para cuando realiza la propuesta para la capital Siria ya había ejecutado exitosamente junto a Alfredo Jahn Jiménez y cálculo de los ingenieros Juan Otaola Paván y Oscar Benedetti, la prueba estructural de la cubierta plegada proyectada, a ser utilizada en los Terminales del Teleférico del Ávila (Estación Caracas en Maripérez y Estación El Cojo en Macuto) que se terminarían construyendo en 1956. También, como ya se asomó, en 1955 Pietri había proyectado los pabellones venezolanos para la Feria Internacional de Bogotá (Colombia) y la Feria de la Confraternidad y el Mundo Libre en Santo Domingo (República Dominicana), con los cuales desarrolla lo que Silvia Hernández de Lasala en Alejandro Pietri. Arquitecto, 1995 (libro realizado en colaboración con Alfredo Brillembourg), ha denominado como la “Estética estructural”: un grupo de obras en las que a modo experimental se aprovecha la ductilidad que ofrecen tres sistemas estructurales distintos en la resolución de cubiertas ligeras autoportantes.

Se podría concluir que la década de los años 50 encontraba una Siria convulsa y una Venezuela en bonanza, ambas gobernadas por militares con tendencia nacionalista, lo que quizás haya sido el punto de contacto para haberse extendido la invitación y haberse aceptado hasta el nivel de elaborar nuestro país un pabellón propio. Desconocemos si esa era la costumbre entonces así como tampoco hemos podido encontrar ninguna muestra.

No obstante, si a la experiencia de Pietri sumamos la de Guido Bermúdez en la Interbau de Berlin (1957), sin lugar a dudas encontraremos una total sintonía en hacer de la exploración constructiva, racionalidad estructural y riqueza espacial los temas que interesaban a los arquitectos de entonces como señal de identidad de un país que se sentía montado en la ola del progreso.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad