
Archivos Mensuales: septiembre 2021
Postal nº 278

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¿SABÍA USTED…
… que en 1921 se inaugura la plaza Washington en El Paraíso, Caracas?

El Paraíso, primera expansión de Caracas hacia el suroeste iniciada a finales del siglo XIX y a la vez primer suburbio residencial de la alta burguesía caraqueña, se fue desarrollando gracias al empuje que le diera, por un lado, la firma del contrato acordado en 1891 entre la administración del presidente Raimundo Andueza Palacios y la empresa Tranvía de Caracas (compradora de los terrenos de la antigua hacienda Echezuría) y, por el otro, los temores que ocasionara el terremoto acaecido en 1900 en los ocupantes del centro de la capital con el presidente Cipriano Castro a la cabeza, quien adquirió y remodeló en 1904 Villa Zoila para convertirla en su residencia.
Aunque en 1891 se inauguraba la Avenida Principal y se iniciaban en firme los trabajos tendientes a urbanizar la zona dotándola de vialidad y servicios, los mismos fueron paralizados durante 4 años al estallar la Revolución Legalista, retomándose en 1895 cuando, con motivo del Centenario de Antonio José de Sucre, se organizó en sus predios la Exposición Agrícola e Industrial de Venezuela. El sector donde se produjo la primera ocupación sería el más próximo al centro de la ciudad (parroquia San Juan) con el que se conectaría mediante un puente una vez salvado el obstáculo que ofrecía el río Guaire. El desarrollo se extendería hasta la intersección de la Avenida Principal (a la que se acompañó con otro eje paralelo) con la que se conocía como Avenida Castro (que comunicaba hacia el este con el Rincón del Valle y con los puentes Sucre y de Hierro), cuya prolongación hacia el oeste daría pie a la Avenida Carabobo y a su continuación conocida como Avenida de la Vega que terminaba justamente en ese lugar.

Izquierda: 1897. Derecha: 1906.

La comparación entre los planos de Ricardo Razetti de 1897, 1906 y 1929 muestra a las claras el desarrollo del que fue objeto El Paraíso desde su primer trazado hasta que paulatinamente lo fueron ocupando “quintas” o “viviendas unifamiliares aisladas”, aparecen la Plaza República -hoy Plaza Páez- (1905) en el cruce entre la Avenida Principal y la Avenida Castro, el Hipódromo Nacional (1908), gran detonante del proceso, y se realizan diversas intervenciones vinculadas a las celebraciones del Centenario de la Independencia (1910-1911) ubicadas sobre el eje Avenida Carabobo-Avenida de La Vega (hoy Avenida José Antonio Páez).
A tan magna conmemoración obedece la inauguración en 1911 de la Plaza 19 de abril de 1810 (donde se devela la escultura de Emilio Gariboldi, “Monumento a Francisco Salias y José Cortés de Madariaga”) contigua a la Plaza República y ese mismo año del “Monumento a Carabobo” del escultor Eloy Palacios, mejor conocido como La India de El Paraíso, que originalmente Cipriano Castro había encargado para ser ubicada en la llanura donde se libró la batalla con motivo del 90 aniversario del evento, pero que luego Gómez (debido a la desnudez de la figura que protagoniza el monumento lo cual consideró un “irrespeto a la majestad de los próceres”), destinaría para ornamentar a la pujante urbanización caraqueña. La India debía ser inaugurada por el Benemérito el 24 de junio de 1911, como prolongación de las festividades del Centenario coincidiendo con los 90 años del triunfo en Carabobo, pero por el empeño en incorporar la inscripción “Unión, Paz y Trabajo” (lema de su gobierno) terminó develándose el 21 de agosto, según se recogió en el nº 474 de El Cojo Ilustrado.




Es, sin embargo, el plano de 1929 de Razetti el que nos informa de dos situaciones interesantes. La primera es que ya aparece la conexión de la Avenida de La Vega con la Avenida San Martín (sector El Empedrado, Artigas) mediante la Avenida 19 de diciembre y en dicho encuentro, en el centro de la Avenida de La Vega, se visualiza la redoma donde inicialmente se había ubicado en 1911 y en solitario el “Monumento a Carabobo”. La segunda es que ya en 1929 la mencionada obra había sido trasladada (probablemente en 1921, año del centenario de la batalla, 111 del 19 de abril y 110 de la Firma del Acta de la Independencia) a un costado del Hipódromo sobre la Avenida Carabobo, presidiendo un espacio conformado por dos plazas gemelas “de equilibrada simetría, con elaborados jardines y caminerías sinuosas situadas a ambos lados del monumento, diseñadas por el ingeniero Ricardo Razetti y ubicadas transversalmente a la avenida…”, como nos indican María Isabel Peña y Gregory Vertullo en Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje (2015). Cabría añadir, por tanto, que el emplazamiento actual de La India, en la redoma situada al final de la Avenida Páez en el cruce con la O’Higgins (en las entradas de La Vega y Montalbán), obedeció a un segundo traslado del monumento realizado en 1966 en momentos en que se construyó el Distribuidor La Araña, hecho que afectó severamente el lugar donde se había emplazado por segunda vez en 1921.
Pues bien, es en la intersección de la Avenida de La Vega con la 19 de Diciembre, en el espacio dejado libre por La India, donde en 1921, cumpliéndose 111 años del 19 de abril, se colocará la escultura de George Washington realizada por el artista estadounidense William Rudolf O’Donovan (1844-1920), procedente de su ubicación original entre la Basílica de Santa Teresa y el Teatro Nacional, lugar que ocupaba desde 1883, espacio que desde 1888 pasó a denominarse como Plaza Washington. Simultáneamente, ese mismo día, se “descorrió el velo” de la estatua de Bolívar en el Central Park de Nueva York (del escultor venezolano Nicolás Veloz) según relata Enrique Bernardo Núñez, cronista de la ciudad, en su libro La ciudad de los techos rojos (Calles y esquinas de Caracas) (1947).




Será, por tanto, más adelante (después de 1939, momento en que aparece el espacio en uno de los planos del Plan Rotival y luego en el de Caracas y sus alrededores de 1941) que se diseñará la plaza triangular que hoy conocemos como Plaza Washington en El Paraíso y se reubicará allí la obra inicialmente colocada en 1921 en el cruce de vías. Sobre ella Gregory Vertullo en Caracas del valle al mar… señalará: “La configuración triangular de la plaza es el resultado de una intervención desarrollada en la década de los 40 por el arquitecto Tomás José Sanabria, cuando el arquitecto cursaba estudios de ingeniería civil, y que posteriormente fue intervenida en la década de los 50 … El perfil de mayor longitud de la plaza se encuentra definido por la avenida José Antonio Páez, rematando en su extremo este en un ángulo…” que apunta a la intersección donde inicialmente se ubicaron tanto La India como la escultura del prócer norteamericano. “Al centro de la plaza se encuentra la estatua pedestre del (primer) presidente estadounidense …, vaciada en bronce apoyada sobre un pedestal de mármol…”. La inscripción del pedestal dice: «El Gobierno y el Pueblo de Venezuela a JORGE WASHINGTON, fundador de la República del Norte. Erigido en el Centenario del Libertador Simón Bolívar, 1883». Será el fechas posteriores al diseño de la plaza que se le dará el nombre de Avenida Washington a la que hasta entonces se denominaba 19 de Diciembre la cual, curiosamente, se había empezado a nombrar como 9 de diciembre como lo testifica el Plano de Caracas y sus alrededores elaborado por la Esso en 1946. Dicho plano también le otorga el nombre de Urbanización Washington a la zona aledaña a la plaza.
Con relación al escultor William Rudolf O’Donovan quizás valga la pena señalar, con el auxilio de Wikipedia, que “nació en el condado de Preston, Virginia (ahora Virginia Occidental) y aprendió a esculpir por sí mismo. Después de la Guerra Civil, en la que O’Donovan sirvió en el ejército confederado, abrió un estudio en la ciudad de Nueva York y se hizo conocido como escultor, especialmente de piezas conmemorativas. En 1878, O’Donovan se convirtió en asociado de la Academia Nacional de Diseño. George Washington era uno de sus temas favoritos (elaboró, además de la escultura que tenemos en Caracas, una colosal estatua de bronce que corona el Monumento a la batalla de Trenton, New Jersey -1891-93- o la que se encuentra en la Torre de la Victoria, Newburgh, New York -1886-87-) y publicó una serie de artículos sobre retratos de Washington. Durante las décadas de 1870 y 1880 colaboró con Maurice J. Power, político, escultor y propietario de la Fundición Nacional de Bellas Artes en la producción de muchas obras de arte público”.
La plaza Washington fue declarada «Bien de Interés Cultural» el 25 de septiembre de 2009 por el Instituto del Patrimonio Cultural.
ACA
Procedencia de las imágenes
2, 3, 5 y 8. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
4. https://twitter.com/cojoilustrado/status/1275866935000006657
6 y 9. http://mariafsigillo.blogspot.com/2013/04/la-plaza-del-padre-sojo-y-washington.html
7. Colección Crono Arquitectura Venezuela
10. http://guiaccs.com/obras/plaza-washington/ y https://steemit.com/spanish/@wladimircarrera/recorrido-por-4-plazas-y-monumentos-emblematicas-en-caracas-venezuela-situacion-actual
11. http://guiaccs.com/obras/plaza-washington/ y https://www.pinterest.com/pin/453667362446218916/
ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 278

Según Alfredo Cilento en “El Ministerio de Obras Públicas en la construcción de la infraestructura para el desarrollo (1874-1976)” (Trabajo de Incorporación a la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat de Venezuela, 2015), para el año 1873 Venezuela, era un país eminentemente rural que registraba 1.783.993 habitantes. En Caracas, por su parte, se concentraban un poco más de 50.000 almas.
En ese contexto, la gestión de Guzmán Blanco y su visión de la cultura urbana, introdujo en Caracas a partir de 1874 como parte de un nuevo episodio, elementos novedosos que complejizaron el damero fundacional y el modelo urbano precedente, generando importantes transformaciones arquitectónicas y urbanas de influencia francesa, contando para ello como principal punto de apoyo el Ministerio de Obras Públicas (MOP), creado el mismo año para “supervisar los grandes proyectos en ejecución, bajo la figura de concesiones a empresas nacionales y extranjeras”. La creación del MOP permitió establecer una superestructura técnica y administrativa especializada por encima de las Juntas de Fomento, es decir, sobre las tradicionales organizaciones locales de fomento y construcción, lo que significó consolidar el dispositivo tecno-burocrático ingenieril del Poder Nacional. Los pasos dados por el gobierno de Guzmán Blanco “sentaron las bases de una amplia política modernizadora del aparato del Estado y que se avocó a comunicar las regiones productoras con los puertos, sobre la base de registros confiables de producción y comercio, que permitían localizar y cuantificar los flujos y los volúmenes de exportación e importación”, afirmará Cilento. Así, si sólo Caracas pasaba de 50.000 habitantes; Valencia, Barquisimeto y Maracaibo tenían entre 25.000 y 30.000 habitantes; y El Tocuyo, Tocuyito, San Carlos, El Baúl, Ortiz, El Sombrero, Barbacoas, Altagracia, Zaraza, Tucupido, Yaritagua, San Cristóbal y Mérida, se ubicaban en el rango de 10.000 a 13.000 habitantes.
La cultura urbana, tal como la conoce Guzmán a través de las capitales europeas, no se concibe sin monumentos y edificios importantes, sin paseos y sin lugares amables para la burguesía, interesada no sólo en el trabajo sino también en los placeres de la vida. El fuerte contraste de Caracas –todavía una modesta ciudad postcolonial– con las grandes ciudades que él ha visitado, lo incita a convertirla en un “pequeño París”, que perseguía proyectar como una ciudad moderna, de ideas liberales y civilizadas, próspera, agradable y segura para vivir e invertir.
Esa visión se reflejó claramente en la “Memoria que la Comisión encargada de erigir e inaugurar las estatuas del ilustre americano, regenerador de Venezuela, General Guzmán Blanco, presentó a la legislatura nacional de Venezuela” en 1876, donde se detalla que la inversión en obras de ornato en el Distrito Federal, alcanzó los 2.587.190 bolívares, y la inversión en vías de comunicación, acueductos y cisternas los 971.405 bolívares.
Estas estrategias urbanas sobre la trama fundacional, así como las edificaciones públicas más representativas de la obra de gobierno, que transformaron el entorno urbano poscolonial, fueron representadas en dos planos. El primero, levantado por orden del “Ilustre Americano”, firmado por el General Andrés Level y suscrito por Felipe Tejera en 1874 que se tituló «Plano topográfico de la ciudad de Caracas, capital e los EE.UU de Venezuela»; y el segundo, el “Gran Plano de la ciudad de Caracas, conforme a la reciente numeración i división, segunda edición, dedicada al General Francisco Linares Alcántara”, fechado en 1877 que ilustra nuestra postal del día de hoy.
El plano de 1877 “dibujado, grabado, corregido, aumentado y explicado” a escala 1:4.000 conmemora la presidencia de Linares Alcántara y representa la ciudad de la época, cuya sociedad, cultura, economía y poder se organizaban alrededor del espacio.
Poco sabemos de su autor, Juan de la Cruz Martínez y su labor como ingeniero y cartógrafo. Sin embargo, en el plano son verificables algunos aspectos técnicos y artísticos que permiten apreciar también su capacidad como dibujante y grabador amén de sus dotes didácticas.
El General Francisco Linares Alcántara (“El gran demócrata”) fue electo Presidente de Venezuela para el bienio 1877-1879, comenzando su mandato el 2 de marzo de 1877. Sin embargo, su gobierno tuvo escasos 18 meses de duración. Linares Alcántara emprendió un gobierno reformista que se fijó como meta, según Francisco González Guiñán en Historia contemporánea de Venezuela (1924), seguir “desarrollando…próspera y fuerte, la Regeneración de la Patria”. Sus metas se orientaron a una mayor apertura política y al respeto por los derechos individuales. Esta “democratización” se vio reflejada tambien al permitirle a los estados una mayor autonomía, pudiendo disponer de una suma del presupuesto nacional para aquellas Obras Públicas “que las autoridades … consideraran como más beneficiosas para su respectivo estado”, para lo cual es bueno recordar que el Decreto núm. 2.094, emitido por el Congreso el 15 de mayo de 1878, estipulaba que cada entidad recibiría, del presupuesto nacional de Obras Públicas, la suma anual de Bs. 120.000.
Esto significó un giro radical con respecto al control centralizado de los proyectos de obras públicas que se había llevado a cabo durante el Septenio (1870-1877), a lo cual habría que sumar que bajo el mandato de Linares Alcántara también se ordenó abolir parte de la legislación urbana promulgada por el anterior gobierno guzmancista, que incluyó la aprobación del Decreto para la demolición de las estatuas de Antonio Guzmán Blanco (promulgado el 19 de diciembre de 1878), como símbolo del rechazo político hacia su gestión gubernamental, acciones que fueron coordinadas en Caracas por Manuel Hernández Sosa, a cargo de las Obras Públicas; Juan de Dios Monzón, a cargo del Crédito Público; y José de los Santos Escobar quién se desempeñó en la gobernación del Distrito Federal.
Un claro signo de la política de Linares Alcántara fue también la reapertura del Colegio de Ingenieros, que había sido clausurado por el Ilustre Americano. También cabe destacar que en 1874 se crea la Facultad de Ciencias Exactas en la Universidad Central de Venezuela, “en la cual se otorgarán los títulos de agrimensor e ingeniero, despojados de todo componente militar y que en 1877 se gradúa la primera promoción (siete egresados) de la Facultad de Ciencias Exactas de la UCV”, tal y como apunta Carlos Genatios en Ciencia y tecnología en Venezuela (2004).
El plano en homenaje a Linares Alcántara, muestra las fachadas de las edificaciones que forman parte de la obra de Gobierno enmarcados en el proceso de modernización del país, bajo el modelo de estado nación, como es el caso del Palacio Legislativo y el Capitolio, obra de Luciano Urdaneta (1873). Este edificio público de carácter monumental compuesto por dos grandes cuerpos, no se ajustaría a las dimensiones de la cuadra tradicional. Se construiría como excepción a la receta formal de ocupación de la manzana seguida hasta entonces. Su forma no solo aspiraría a introducir un nuevo lenguaje arquitectónico, sino tambien a generar una nueva centralidad urbana rompiendo con los cánones establecidos y reforzado por nuevos espacios públicos. Por otro lado, la Plaza Guzmán Blanco, también dibujada en el plano, se construye para articular de forma coherente la fachada del Capitolio con la fachada de la Universidad, adyacente al Museo Nacional. Para ello, la calle se ensancha y la dimensión de la manzana sur se reduce permitiendo insertar un espacio en que se exhibía la estatua ecuestre de Guzmán.
Este coherente conjunto, testimonia una obra de gobierno que intentó cambiar el carácter colonial de Caracas introduciendo elementos del urbanismo decimonónico francés, tales como calles arboladas, paseos y plazas. Junto a la Plaza San Jacinto, la adyacente a la Iglesia de Altagracia, y La Candelaria, ubicadas en esquina, estas transformaciones urbanas estarían destinadas a enriquecer el damero fundacional.
Bajo esta óptica, se construye el Paseo Guzmán Blanco, en la colina de El Calvario, como lugar de recreo para la ciudad con un doble propósito: resolver el proyecto de acueducto de Macarao y crear un mirador hacia la ciudad. A ellos se sumará el Teatro Guzmán Blanco (1876), proyecto de Esteban Ricard, un edificio cuyo peristilo y vestíbulo invaden la antigua Plaza San Pablo.
En el plano, destaca con fuerza el orden impuesto a partir de los ejes de las avenidas norte-sur y este-oeste, que se representan mas anchas, y se intersectan en la esquina noreste de la “Plaza de Bolivar”, estableciendo una nueva jerarquía para las calles. En relación a ellas se realiza una numeración “tomada al principio y fin de cada cuadra”. También el plano evidencia que la subdivisión parroquial que se arrastraba no guardará relación con estos ejes, y la definición de las parroquias no seguirá criterios geométricos para hacerlas equivalentes en superficie y territorio.
A lo anterior se sumó el hecho de que hacia fines del siglo XIX, Caracas ya contaba con múltiples calles ininterrumpidas, en sentido Norte-Sur y Este-Oeste, orientadas a mantener la continuidad de la red vial. Tal fue el caso de la prolongación de la calle sur 5 sobre el Guaire, y la construcción de los primeros puentes de hierro entre 1874 y 1876. En tal sentido, Cilento apuntará que “Entre 1874-1875 se construyó el Puente Regeneración o Puente Hierro sobre el Guaire, como prolongación de la calle sur 5 este, proyecto de Luciano Urdaneta y H. Cook de la empresa británica The Crumlin Viaduct, que también produjo las estructuras metálicas de las cubiertas del Palacio Legislativo (Capitolio) y del Teatro Guzmán Blanco (Teatro Municipal)”.
Estas acciones urbanas y transformaciones estéticas que consideraron el damero fundacional como soporte, afianzarían la cuadrícula y potenciarían la estructura y belleza de la capital, aspecto que se acentuaría en los próximos años, con la superposición de una nueva nomenclatura urbana capaz de orientar y crecer junto con la ciudad, y que coexistiría con la tradición caraqueña de nombrar las esquinas.
Al fallecer Linares Alcántara repentinamente en noviembre de 1878, muchos aseguran que culminó la aventura reformista iniciada con su ascenso al poder y el proceso de rechazo contra Guzmán Blanco comenzado en abril de 1877. Con la muerte de Linares Alcántara tomaría fuerza la llamada Revolución Reivindicadora, cuyo objetivo era el retorno al país del Ilustre Americano y con ello poner fin a lo iniciado por “El gran demócrata”. El “Gran plano de la ciudad de Caracas…” tiene el sello de los EE.UU. de Venezuela, Ministerio de Obras Públicas, Archivo General de Planos y pertenece a la colección de la Biblioteca Nacional.
IGV
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