NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

La philosophie architecturale de Le Corbusier

Construire des normes

Mickaël Labbé

Presses universitaires de Rennes

2021

Idioma: francés

Presentación del editor

Le Corbusier es un arquitecto que no solo construye, sino que sigue diciendo cómo construir. A través de un estudio paciente y detallado de los textos del arquitecto que contó con el apoyo de la Universidad de Estrasburgo y el Centro de Investigación en Filosofía Alemana y Contemporánea, es la visión filosófica global y paradójica de uno de los grandes creadores de la modernidad la que se refleja en la multiplicidad de sus dimensiones y en la complejidad de su proyecto.

Mickaël Labbé es profesor de estética y filosofía del arte en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Estrasburgo y miembro del Centro de Investigación en Filosofía Alemana y Contemporánea. Especialista en filosofía de la arquitectura y de la ciudad, es autor de Textos clave de la filosofía de la arquitectura. Formas, funciones y significados (Vrin, 2017) y Contra la arquitectura del desprecio (Payot, 2019).

ACA

¿SABÍA USTED…

…que en 1905 se inaugura la Plaza República (hoy Plaza Páez) y en 1911 se concluye la construcción de la Plaza 19 de abril de 1810 (hoy conocida como Plaza Madariaga), ambas ubicadas en El Paraíso, Caracas?

1. Planta de ubicación de las plazas Páez y Madariaga en El Paraíso

La primera expansión de Caracas hacia el suroeste iniciada a finales del siglo XIX se verá impulsada de manera definitiva por el terremoto acaecido en 1900 y por la decisión de Cipriano Castro, a raíz del evento, de fijar su residencia en Villa Zoila al sur del rio Guaire que, como se sabe, fue construida en 1902 por su anterior propietario Julio Torres Cárdenas, adquirida por Castro en 1904 y remodelada por Alejandro Chataing en 1905.

2. Izquierda: Casa de la hacienda «Paraíso» (antigua hacienda Echezuría) a finales del siglo XIX (1881). Derecha: La avenida principal de El Paraíso a comienzos del siglo XX (1904)

Dicha expansión se produciría sobre los terrenos ocupados por la hacienda “Paraíso” (antigua hacienda Echezuría), propiedad desde 1881 del Sr. Carlos Díaz por la venta que le hicieran las cuatro herederas de Juan Vicente Echezuría (su propietario original desde 1830) y definitivamente adquiridos en 1890 por el Sr. Julio Toro (representante de la Compañía Anónima Tranvía de Caracas) al Sr. José María Reyes.

Así, como complemento relacionado al tema, encontramos en la página https://jazoera.blogspot.com lo siguiente: «En contrato establecido en 1891 entre la administración del presidente Raimundo Andueza Palacios y la empresa Tranvía de Caracas, en manos de Félix Rivas, se ofrece la prestación del servicio de transporte, que articularía el centro de la ciudad capital con el centro poblado de Antímano. Entre las condiciones fijadas en la celebración del contrato, consta el levantamiento de una urbanización en los espacios de la hacienda Paraíso, con el nombre de ‘Ciudad Nueva’, la cual contaría con los servicios de luz eléctrica, agua, cloacas y de corte recreativos como las plazas. Esta primera intención de urbanizar sobre los espacios de la vieja hacienda, se inician el 24 de agosto de 1891.»

Ya para septiembre de ese año de 1891 se inauguraba la Avenida Principal. “La arteria vial se iniciaba en el Puente El Paraíso y remataba frente a la casa de la hacienda. Las obras se detienen a causa de la Revolución Legalista, dejando paralizados los trabajos de urbanización por espacio de 4 años”.

3. Plano de Caracas, Ricardo Razetti, 1906 y detalle mostrando el trazado de El Paraíso para la fecha donde en la parte inferior ya se puede reconcer la ubicación de la plaza República (hoy plaza Páez)

Bueno sería señalar, también, que reiniciados los trabajos de urbanización en 1895 con motivo del Centenario de Antonio José de Sucre, el gobierno había organizado la Exposición Agrícola e Industrial de Venezuela para la cual el Club Agrícola construyó, según proyecto de Juan Hurtado Manrique, una edificación ecléctica de corte neoclásico que posteriormente sería ocupada desde 1902 por el Colegio San José de Tarbes.

Por tanto, la conectividad con el centro de la ciudad sería el detonante definitivo para que aquellos terrenos fuesen los seleccionados por la burguesía caraqueña después del terremoto para instalarse siguiendo el modelo de ciudad jardín, lo cual tendrá a la “quinta” o “vivienda unifamiliar aislada” como gran protagonista, dándose así inicio a un proceso que signará para siempre el crecimiento de la capital. Ya anteriormente el mismo grupo social había elegido la zona como lugar de esparcimiento tras la búsqueda de espacios para una recreación y diversión saludable, por lo que se puede decir que de finales de siglo XIX, el sur de Caracas se fue consolidando paulatinamente en el imaginario de la élite caraqueña como zona propicia del modernismo urbano.

Iván González Viso y Federico Vegas en “Historia de Caracas a través de sus planos” (Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje, 2015), expresarán al analizar el plano de Ricardo Razetti de 1906 lo siguiente: “Lo más deseable ya no será el estar cerca de la plaza Bolívar, ahora la meta consistirá en separarse de la trama urbana continua, aislarse del vecino y de la calle mediante jardines. Si antes la vivienda con su patio era un microcosmos de la ciudad y su plaza, ahora la quinta representa un anhelo de campo y una negación de lo urbano; con la pretensión evidente, casi agresiva, de jamás ser ciudad. La variedad estilística de estas casas de El Paraíso celebra esta condición de diversidad y autonomía y la convierte en una nueva atracción, al punto de que el principal listado del plano es el de las grandes casas que han sido construidas en seis años, presentadas con el apellido de sus dueños: Zuloaga, Erazo (sic), Torres Cárdenas, Boulton y otras treinta familias”.

Ya en ese plano de 1906 se logra detectar en el cruce entre la Avenida Principal de El Paraíso y la Avenida Castro  (que comunicaba con el Rincón del Valle y con los puentes Sucre y de Hierro, primeros en conectar el centro de Caracas con el sur), una plaza que ya se había construido en 1905 con el nombre de Plaza República.

4. Arriba: Postal de cerca de 1905 cuando en la entonces denomnada Plaza República se erige la estatua de José Antonio Páez. Centro: Cuadro “¡Vuelvan caras!” (1882) de Arturo Michelena. Abajo izquierda: boceto de Andrés Pérez Mujica de 1903 que presentó junto a una maqueta al concurso anual de la Academia de Bellas Artes de Caracas dedicado al monumento a Páez. Abajo derecha: escultura de Pérez Mujica fundida en Paría y colocada en el espacio en 1905.

Trazada mediante un diseño más propio del siglo XIX con caminerías en diagonal formando una cruz (similar al de la Plaza Bolívar), en el centro del espacio urbano se colocaría la estatua ecuestre del general José Antonio Páez, de quien posteriormente asumirá su nombre definitivo. De la nota sobre la Plaza Páez que aparece en Caracas del valle al mar…, rescatamos: “En los años 50, el sentido de la plaza fue modificado con nuevos pavimentos integrados con la vegetación y con un espejo de agua. La plaza posee una densa población de jabillos y samanes que generan un túnel vegetal de especímenes centenarios que se extiende desde Puente Hierro hasta La India (parroquia La Vega), otorgándole identidad al paisaje urbano de la zona”.

La estatua ecuestre de Páez que preside el espacio, inaugurada por el Presidente Cipriano Castro el 23 de mayo de 1905 con discurso de orden de Don Eduardo Blanco, para la época Ministro de Instrucción, cuenta con una interesante historia. Al ser develada y durante muchos años se creyó que la obra pertenecía a Eloy Palacios, quien posteriormente realizaría el “Monumento a Carabobo” mejor conocido como la India de El Paraíso, inaugurada en 1911, que se ubicaría frente al Hipódromo. Pero lo cierto es que la escultura del primer presidente de Venezuela a caballo fue diseñada y realizada por el artista valenciano Andrés Pérez Mujica (1873-1920), discípulo de Arturo Michelena, cuyos bocetos para el cuadro “¡Vuelvan caras!” (1882) inspiraron a Pérez Mujica a la hora de presentarse en 1903 al concurso anual de la Academia de Bellas Artes de Caracas enviando una maqueta para el monumento de Páez. Ello le valió la obtención en 1904 de una beca de estudios a Europa donde viajó con Palacios quien lo asesoró en lo relacionado a la fundición en bronce del monumento y le hizo algunas sugerencias con relación a las proporciones de la estatua. De allí seguramente se produjo la confusión que derivó en que apareciese Eloy Palacios firmando el monumento lo que causó la indignación de Pérez Mujica y la indiferencia del gobierno. No será sino hasta 1964 cuando se reconozca su autoría gracias a las diligencias del entonces Cronista de la Ciudad, Enrique Bernardo Núñez.

Con el tiempo, el proceso de deterioro de la plaza Páez fue en aumento al punto de ser hurtados algunos elementos de la escultura como la lanza, la espada, los estribos y las riendas. Los trabajos de recuperación del espacio realizados en 2006, sirvieron para completar los elementos faltantes a la estatua, la replantación de las áreas verdes y reparación de las bombas de agua de las fuentes, iniciándose desde entonces, de nuevo, otro ciclo de desgaste que hoy ya puede ser apreciado.

5. Plano de Caracas, Ricardo Razetti, 1929 y detalle mostrando el trazado de El Paraíso para la fecha donde en la parte inferior ya se puede reconcer la ubicación de las plaza República (hoy plaza Páez) y 19 de abril de 1810 (hoy Madariaga).

Contigua a la Plaza Páez hacia el este, lo que hace que se perciba como un mismo espacio urbano, se concluye la construcción en 1911, en momentos en que Juan Vicente Gómez ya detenta el poder, de la Plaza 19 de Abril de 1810, actualmente conocida como Plaza Madariaga, en honor al clérigo, tribuno y prócer nacido en Chile José Cortés de Madariaga (1766-1826). Su forma triangular se origina como resultado de haber ocupado todo el terreno restante hasta tener como límite al este el final de la Avenida Castro y el inicio de la Carabobo (hoy avenida Páez). La localización y trazado de ambas plazas ya se puede apreciar con fidelidad en el plano de Razetti de 1929.

La Plaza 19 de abril de 1810 debe enmarcarse dentro de los actos que acompañaron la conmemoración del Primer Centenario de la Declaración de la Independencia, que arrojaron la construcción de una serie de monumentos y obras públicas entre las que vale la pena destacar: el ya mencionado “Monumento a Carabobo” de Eloy Palacios (1911); el Proyecto de Palacio para la Exposición en el primer Centenario de la Independencia de Rafael Seijas Cook (1909); la remodelación del Panteón Nacional a cargo de Alejandro Chataing (1910); la adquisición y recuperación de la casa natal del Libertador (1912-1921); el edificio para Operaciones Quirúrgicas que se integró al conjunto del Hospital Vargas de Manuel Felipe Herrera Tovar (1909-1911); el edificio de Correos y Telégrafos Nacionales de Luis Briceño Arismendi (1910-1911); la Biblioteca Nacional de Alejandro Chataing (1910-1911); y el edificio del Registro Público y Archivo Principal de la Sala Técnica del MOP a cargo de Manuel Felipe Herrera Tovar (1910-1911). Además, en 1911 apareció el nº 1 de la Revista Técnica del Ministerio de Obras Públicas, publicación mensual donde quedaron plasmadas muchas de las obras mencionadas.

6. Arriba: Diversas tomas del “Monumento a Francisco Salias y José Cortés de Madariaga” obra del escultor italiano Emilio Gariboldi, develada en 1911. Abajo izquierda: postal que muestra la escultura en bronce del “Monumento a la Victoria”, o Ángel de El Paraíso (1910) ubicada en el extremo norte de la plaza Madariaga. Abajo derecha: la plaza Madariaga en los años 1960.
7. La plaza Madariaga en la actualidad.

Volviendo a la plaza que ahora nos ocupa sobresale allí la obra del escultor italiano Emilio Gariboldi, “Monumento a Francisco Salias y José Cortés de Madariaga” develada en 1911. El año anterior, en el marco del Primer Centenario, la Gobernación del Distrito Federal había promovido dos concursos para la ejecución de los monumentos conmemorativos del 19 de abril de 1810, los cuales fueron ganados por Gariboldi. El primero fue la lápida en mármol colocada en la fachada de la Catedral de Caracas. El segundo fue justamente el realizado en bronce y mármol colocado en la nueva plaza construida en El Paraíso. Gariboldi, quien se trasladó a Venezuela hacia 1889, tiene una amplia obra conocida de tipo conmemorativo y funerario. Su biografía puede ser consultada en http://vereda.ula.ve/wiki_artevenezolano/index.php/Gariboldi,_Emilio.

También en la Plaza Madariaga se encuentra una pieza de mármol anónima (Narciso) hoy en día totalmente mutilada, situada dentro de un espejo de agua; y al noroeste frente a la Comandancia General de la Guardia Nacional Bolivariana -GNB- (antigua quinta Las Acacias realizada por Alejandro Chataing para la familia Boulton entre 1905 y 1912), la escultura en bronce del “Monumento a la Victoria”, o Ángel de El Paraíso, erigido también para las fiestas del Centenario en 1910 justamente en la puerta oriental de la urbanización.

La Madariaga, que tiene un área de 10.410 metros cuadrados y está bordeada por la mencionada Comandancia, una sede de la Universidad Santa María y el Centro Comercial Páez, ha sido por años lugar de esparcimiento en virtud de la gran variedad de árboles que la sombrean. También fue objeto de una remodelación en 2014 que buscaba preservar las áreas verdes, recuperar sus tres espejos de agua, incorporar aparatos para la ejercitación física y juegos infantiles e incluyó la resiembra de más 5.000 especies ornamentales. En la actualidad los trabajos realizados ya ofrecen un marcado desgaste debido al mal uso de los usuarios y descuido de los entes encargados de su mantenimiento, más allá de que los vecinos detectan «un cierto nivel de seguridad» que proporciona la proximidad de las instalaciones de la GNB.

ACA

Procedencia de las imágenes

1. http://guiaccs.com/obras/plaza-paez/

2. https://twitter.com/gfdevenezuela/status/1260322854358388744?lang=bn

3. http://guiaccs.com/planos/la-busqueda-de-el-paraiso/

4. https://es.wikipedia.org/wiki/Andr%C3%A9s_P%C3%A9rez_Mujica; http://lecturas-yantares-placeres.blogspot.com/2012/09/el-dia-que-la-estatua-de-paez-hablo.html; http://estatuasdecaracas.blogspot.com/2011/02/

5. http://guiaccs.com/planos/ultimo-plano-de-razetti/

6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

7. http://guiaccs.com/obras/plaza-madariaga/

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 256

El pabellón diseñado por Alejandro Pietri (1924-1992) para la Feria Internacional de Damasco, cuya foto de la maqueta engalana nuestra postal del día de hoy, se trata de uno de los tres que ese talentoso arquitecto venezolano diseñara en años donde el laboratorio en que Carlos Raúl Villanueva había convertido a la Ciudad Universitaria de Caracas, en cuanto al trabajo con la tecnología y sistemas estructurales no convencionales, se convirtió en verdadero acicate.

De los tres pabellones, justamente el de Damasco fue el único que no se realizó. Sin embargo, su imagen nos permite inferir no sólo una exploración más de las emprendidas por Pietri, sino su capacidad de asimilar parte de la cultura donde se supone sería edificado, ya que se trata de una estructura ligera y tensil que se asemeja a las carpas que las tribus nómadas que habitan el desierto utilizan como morada temporal y transportable. De allí que quepa preguntarse, en cuanto a la representatividad buscada por Pietri, a cuál imagen de país estaba respondiendo o si trataba simplemente de generar una pieza que estuviese adaptada al medio donde iba a estar ubicada, utilizando novedosamente códigos ancestrales asociados al lugar de destino del edificio y no necesariamente del de procedencia.

Quizás a modo de marco general valga acotar que la Feria Internacional de Damasco, “el evento más antiguo y arraigado en Oriente Medio”, se celebró ininterrumpidamente desde 1954 hasta 2011 cuando a causa de la guerra que azotó (y aún afecta) a ese país tuvo que asumir una pausa obligada de 6 años. Así, tras 58 ediciones en las que logró materializar “una prestigiosa historia de creatividad y éxitos a nivel nacional, regional e internacional” en 2017 reinicia, con la programación de su 59 versión, una segunda etapa donde el personal del Establecimiento General de Ferias y Mercados Internacionales tomó la decisión de rehabilitarla en colaboración y coordinación de los equipos de los diferentes Ministerios, llegando a contarse, según el medio estatal de comunicación “SANA”, con expositores internacionales de 23 países entre los que se encontraban “los que el gobierno del presidente Bashar al-Assad considera ‘amigos de Siria’, como Rusia, Irán, Venezuela y China”. Cabe señalar que en 2011 al celebrarse la 58ª edición en momentos en que estalla la guerra, la participación fue de 22 países.

Según SANA, en la primera etapa entre 1954 y 2003 (de la cual ha sido imposible obtener información a través de imágenes) “el centro de Damasco acogía las actividades de Expo Damasco, en la zona que se extiende desde el Puente de Victoria y el Museo Nacional hasta la Rotonda de los Omeyas, en paralelo al Río Barada, y la feria estaba rodeada por espacios verdes, esculturas, fuentes de agua, altas columnas en las que ondean las banderas de los países participantes, además de un arco arquitectónico en la entrada que data del año 1935. (…) A principios de los años sesenta, los artistas sirios hicieron el monumento de la Espada de Damasco en la Rotonda de los Omeyas en el centro de Damasco, como símbolo de la fuerza y la fortificación de la ciudad.

La primera edición en 1954 duró un mes entero y el número de visitantes superó en aquel entonces un millón de visitantes …, además de la participación de 26 países árabes y extranjeros, con varias instituciones industriales y comerciales sirias. (…) En 1956, el número de países participantes llegó a 30, y en los años sesenta a 43 …, mientras que en 1977 eran unos 51…, y la máxima … fue en 1986 con 63 países, y en 2004 con 55 países».

Imágenes de la 59 edición de la Feria Internacional de Damasco, Siria, 2017
Emblema de la la 59 edición de la Feria Internacional de Damasco, Siria, 2017

Por otra parte, un nuevo recinto ferial se inauguró en septiembre del 2003 en ocasión del 50 aniversario de Expo Damasco. Construido en la carretera del Aeropuerto Internacional al sureste de la ciudad sobre una superficie de un millón 200 mil metros cuadrados, con diez portalones exteriores para los automóviles y diez portalones para la entrada de los visitantes, es allí donde también se ha llevado a cabo la 60ª edición en 2018 con la participación de 300 empresas y más de 40 países invitados bajo el lema «El Orgullo de Oriente empieza por Damasco” y la 61ª en 2019 bajo el lema «De Damasco para el mundo», siempre según datos aportados por la agencia oficial siria SANA.

En momentos en que Venezuela acepta la invitación a presentarse en Expo Damasco 1957, Siria había pasado otro período de 10 años (1946-1956) de inestabilidad política donde tuvo 20 gabinetes diferentes y redactó cuatro constituciones separadas. Según se recoge en Wikipedia, “tras el derrocamiento del presidente Shishakli en un golpe de 1954, las continuas maniobras políticas apoyadas por facciones competidoras en el ejército llevó finalmente a elementos nacionalistas y socialistas árabes al poder. (…) La inestabilidad política de Siria durante los años después del golpe de 1954, el paralelismo de las políticas sirias y egipcias, y la atracción del liderazgo del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser en el amanecer de la crisis de Suez crearon el apoyo en Siria para la unión con Egipto. El 1 de febrero de 1958, el presidente sirio Shukri al-Kuwatli y Nasser anunciaron la fusión de los dos países, creando la República Árabe Unida, y todos los partidos políticos sirios, así como los comunistas en ese respecto, cesaron sus actividades abiertas”. Ante este panorama se hace difícil comprender como en medio de tanto conflicto un país primero creó una Feria Internacional de larga data y ninguna interrupción y aún hoy sin haber superado una pavorosa crisis trata de mantenerla.

Alejandro Pietri. Pabellón de Venezuela en la Feria de la Confraternidad y el Mundo Libre en Santo Domingo (República Dominicana), 1955
Alejandro Pietri. Estación El Cojo (Macuto) del Teleférico del Ávila, 1956
Alejandro Pietri. Estación Maripérez (Caracas) del Teleférico del Ávila, 1956

Pietri para cuando realiza la propuesta para la capital Siria ya había ejecutado exitosamente junto a Alfredo Jahn Jiménez y cálculo de los ingenieros Juan Otaola Paván y Oscar Benedetti, la prueba estructural de la cubierta plegada proyectada, a ser utilizada en los Terminales del Teleférico del Ávila (Estación Caracas en Maripérez y Estación El Cojo en Macuto) que se terminarían construyendo en 1956. También, como ya se asomó, en 1955 Pietri había proyectado los pabellones venezolanos para la Feria Internacional de Bogotá (Colombia) y la Feria de la Confraternidad y el Mundo Libre en Santo Domingo (República Dominicana), con los cuales desarrolla lo que Silvia Hernández de Lasala en Alejandro Pietri. Arquitecto, 1995 (libro realizado en colaboración con Alfredo Brillembourg), ha denominado como la “Estética estructural”: un grupo de obras en las que a modo experimental se aprovecha la ductilidad que ofrecen tres sistemas estructurales distintos en la resolución de cubiertas ligeras autoportantes.

Se podría concluir que la década de los años 50 encontraba una Siria convulsa y una Venezuela en bonanza, ambas gobernadas por militares con tendencia nacionalista, lo que quizás haya sido el punto de contacto para haberse extendido la invitación y haberse aceptado hasta el nivel de elaborar nuestro país un pabellón propio. Desconocemos si esa era la costumbre entonces así como tampoco hemos podido encontrar ninguna muestra.

No obstante, si a la experiencia de Pietri sumamos la de Guido Bermúdez en la Interbau de Berlin (1957), sin lugar a dudas encontraremos una total sintonía en hacer de la exploración constructiva, racionalidad estructural y riqueza espacial los temas que interesaban a los arquitectos de entonces como señal de identidad de un país que se sentía montado en la ola del progreso.

ACA

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Todas. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 255

Nuestra postal del día de hoy recoge la propuesta presentada por el arquitecto Leopoldo Martínez Olavarría (1913-1992) quien a la sazón (y desde su creación en 1946) era el Presidente de la Comisión Nacional de Urbanismo (CNU), a petición del Ministerio de Obras Públicas para desviar la avenida Urdaneta y salvar las casas de Vegas (construida alrededor de 1716) y de Llaguno (levantada a fines de 1783) y donde funcionaban el Colegio Chaves y el Museo de Arte Colonial respectivamente.

1. Arriba: la calle Este-Oeste 1 con las fachadas de la casa de don Felipe de Llaguno contigua a la de don Juan de Vegas. Centro: Plano de las dos casas. Abajo: la esquina de Llaguno.
2. Plan Monumental (1939). Plano que muestra la red arterial propuesta

Quizás valga la pena recordar que a raíz de la aprobación del Plan Municipal de Vialidad en 1951, derivado a su vez del Plan Monumental de 1939 (luego trabajado desde la CNU desde 1946), se dividieron, como señala Juan José Martín Frechilla en Diálogos reconstruidos para una historia de la Caracas moderna (2004) y en particular del “Diálogo municipal con Pedro Pablo Azpúrua”, los “trabajos a ejecutarse en la capital en tres categorías: los de enlace de las vías existentes, los de acondicionamiento y los de construcción de nuevas vías”.

Ya para entonces se habían construido o se hallaban en proceso de construcción: la avenida Bolívar; la primera parte de la avenida Sucre (entre la Plaza Catia y la Diego de Losada); la avenida Andrés Bello (entre San Bernardino y La Florida); el ensanche de El Portachuelo y la avenida Nueva Granada; el ensanche de la avenida México (entre Parque Carabobo y Plaza Morelos); y la avenida España en Catia a lo que se sumaban como iniciativas desde el sector privado el tramo de la avenida Las Acacias hasta la avenida Roosevelt y la avenida Victoria.

Sin embargo, al ponerse en marcha el Plan a partir de 1951 se detecta entre las 19 obras que impedirían el colapso “de consecuencias funestas para la existencia normal de la Capital”, 9 consideradas como imprescindibles y entre ellas resaltan la ampliación de la avenida Este-Oeste 1 desde San Bernardino hasta Miraflores o avenida Urdaneta, “definida como una de las vías comerciales más importantes del casco central” y la ampliación de la “avenida Norte-Sur 6 (desde la avenida Este-Oeste 1 -esquina de Llaguno- hasta la calle Este-Oeste 20), hoy avenida Baralt”. La mención a estas dos arterias, pero fundamentalmente a la primera, tiene que ver con el destino de las que fueran, según Carlos F. Duarte en Las casas de Don Juan de Vegas y de Don Felipe de Llaguno. Dos edificaciones emblemáticas de la Caracas del siglo XVIII (2012) “las dos casas coloniales más importantes de la ciudad”.

3. Portada del libro de Carlos F. Duarte, Las casas de Don Juan de Vegas y de Don Felipe de Llaguno. Dos edificaciones emblemáticas de la Caracas del siglo XVIII (2012)

Como relatará Duarte en el libro, de cuantos se han editado el que mejor documenta y recoge la historia de ambas casonas, su construcción y sus ocupantes a través del tiempo, las luces de alarma con respecto al destino de las dos propiedades se habían encendido ya desde 1946 cuando “la Asociación Venezolana Amigos del Arte Colonial decidió en su sesión del 17 de mayo de ese mismo año…, y a proposición de Juan Röhl, se convocara para la siguiente reunión de la Junta Directiva al arquitecto Carlos Raúl Villanueva, para que se discutieran con él las medidas que debían tomarse para intentar salvar dichos inmuebles. Más adelante, en 1951, Carlos Manuel Möller (director el Museo de Arte Colonial) escribió algunos artículos de prensa defendiendo las casas y dando a conocer los juicios que sobre ellas habían emitido personalidades de incuestionable reputación como Diego Angulo Iñiguez, catedrático de la Universidad de Madrid; Enrique Marco Dorta, catedrático de la Universidad de Sevilla; Mario J. Buschiazzo, catedrático de la Universidad de Buenos Aires; Edwin Walter Palm, catedrático alemán de la Universidad de Santo Domingo; y Pal Kelemen, historiador y crítico húngaro que residía en Estados Unidos.”

4. Casa de don Juan Juan José de Vegas y Bertodano. Cortes y vista del patio.
5. Casa de don Felipe de Llaguno y Larrea. Cortes y vista del patio hacia el norte desde el corredor de entrada.

Es en medio de este clima que se agudizará a partir de 1951, con la aparición el 1 de abril del artículo de prensa que dio inicio a la campaña en defensa de los monumentos, el debate sobre la demolición de las casas el cual, como apunta Duarte, estuvo acompañado por declaraciones y protestas “de voces tan autorizadas como las del arquitecto Carlos Raúl Villanueva; la firma de arquitectos Velutini y Bergamín; el crítico de arte francés Gastón Diehl; el director del Ministerio de Obras Públicas, ingeniero Pedro Pablo Azpúrua; los historiadores Vicente Lecuna y José Antonio Cova; los escritores Arturo Uslar Pietri y Mariano Picón Salas; el cronista y escritor Mario Briceño Iragorry; los críticos de arte Juan Röhl y Alfredo Boulton; los coleccionistas Luis Suárez Borges, José Ramón Urbaneja y Mauro Páez Pumar; el abogado René de Sola; los periodistas Julio Berroeta Lara, Guillermo José Schael, Francisco Ávila y José Ratto-Ciarlo; y el cronista Raúl Santana, sin olvidar las innumerables declaraciones y gestiones que emprendió por su parte la abnegada directora del Colegio Chaves, Carmen Trujillo Trujillo…”

Tales presiones comenzaron a surtir algún efecto en la opinión pública lo cual originó la propuesta presentada por Martínez Olavarría, la cual, según comenta Pedro Pablo Azpúrua en el citado libro de Martín Frechilla, parte de una iniciativa suya dibujada “entre Polito (Leopoldo Martínez Olavarría), Willy Ossott, Cipriano Domínguez” y él mismo (pasada en limpio por Ossott) que consistió en desviar la avenida hacia el norte desde la esquina de Carmelitas por dos cuadras hasta la esquina de Bolero. Azpúrua dirá: “Incorporamos toda esa manzana de La Pastora y Miraflores quedaba con unos jardines delante, subíamos una cuadra, cerrábamos la calle y allí empezaba el bulevar de Miraflores. Aislábamos Miraflores del tráfico.”

6. Propuesta del arquitecto Leopoldo Martínez Olavarría , elaborada a petición del Ministerio de Obras Públicas en 1951, para desviar la avenida Urdaneta y salvar las casas de Llaguno y de Vegas.

No obstante, todas las iniciativas emprendidas no hicieron sino reafirmar al Jefe de Gobierno, Marcos Pérez Jiménez, en su inflexible postura fundamentalmente, según Azpúrua, por la estrategia que se siguió dándole a entender al dictador que estaba equivocado en vez de venderle la idea de “que íbamos a enriquecer a Miraflores, que entonces sí se iba a poder llamar Miraflores al incorporar la parte norte de la avenida y que era más fácil construirla…”.

Luego, el 22 de agosto de 1952, se corroboraría la decisión cuando Juan Bautista Arismendi, presidente de la Comisión Asesora de la Avenida Este 1 declara tajantemente al diario El Nacional “que las casas serían demolidas para dar paso a las obras del ensanche de dicha avenida”. Seis días después, en una decisión que buscaba “cuidar las formas” y cumplir con los “extremos legales previstos en el artículo 3º de la Ley de Protección y y Conservación de Antigüedades y Obras Artísticas de la Nación”, que exigía el aval favorable de parte de la Junta Protectora y Conservadora del Patrimonio Artístico de la Nación, el Gobernador del Distrito Federal, coronel Guillermo Pacanins, dejará plasmada en una minuta del 28 de agosto la desfachatada actitud de aprovechar la renuncia en pleno de los miembros de la Junta “para designar a ciudadanos que estén de acuerdo con la demolición y rindan el informe favorable a que se refiere la disposición legal antes citada.”

Poco importó, tampoco, que la casa de Juan de Vegas donde funcionaba el Colegio Chaves hubiese sido objeto de una remodelación importante en 1932 y que la de Felipe de Llaguno lo fuese de una restauración en 1942 para luego albergar el Museo de Arte Colonial de Caracas.

De tal manera, una vez llevadas a cabo con dificultad las expropiaciones y camino al mes de mayo de 1953, momento en que se inicia la demolición de los inmuebles que dará paso definitiva la inauguración el 29 de noviembre de la avenida Urdaneta, Duarte nos precisará: “A finales de 1952, se le encargó al arquitecto Willy Ossott que realizara un levantamiento detallado de ambos inmuebles, para acallar así las voces de protesta con la promesa por parte del gobierno de reconstruir las casas en otro lugar de la ciudad. Igualmente se mandaron a hacer moldes de yeso de todas las columnas, arcos, portadas, molduras, etc. Estos moldes así como las puertas, rejas y otros elementos arquitectónicos de las casas, fueron depositados después de la demolición en el Centro Simón Bolívar, de donde fueron extraídos lentamente para ser vendidos en el comercio hasta no quedar rastro de ellos.”

7. El deplorable testimonio de la demolición de las casas de Llaguno y de Vegas en mayo de 1953 para dar paso a la avenida Urdaneta. Abajo derecha: construcción de la avenida Baralt (1953) en el cruce con la avenida Urdaneta donde se pueden observar arriba a la derecha las dos casas ya mutiladas

La agonía de ambas edificaciones se alargó por casi diez años ya que la primara fase de su destrucción asociado a la ampliación de la avenida Este-Oeste 1 para convertirla en Urdaneta, afectó las fachadas y una franja de varios metros correspondiente a tal frente. Así, “lo que quedó de ambas casas fue utilizado como depósito de las colecciones el Museo, que permanecieron allí durante nueve años, cuando fueron trasladadas a su nueva sede en la Quinta Anauco.”

Será en 1962 cuando con motivo de la finalización de las obras que permitieron ampliar la avenida Norte-Sur 6 para convertirla en la Baralt, que pasaría justo por debajo de la Urdaneta en la esquina de Llaguno, cuando se les de la estocada final a lo que quedaba de los inmuebles para construirse luego en los predios edificios de poca o ninguna importancia.

Sobre lo que a partir de 2002 ha significado la esquina de Llaguno y lo allí acontecido el 11 de abril, más vale la pena no ahondar para no reavivar las profundas heridas que ello ocasionó en la sociedad venezolana.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 1, 3, 4, 5 y 7. Carlos F. Duarte, Las casas de Don Juan de Vegas y de Don Felipe de Llaguno. Dos edificaciones emblemáticas de la Caracas del siglo XVIII (2012)

2. Carlos Raúl Villanueva, Caracas en tres tiempos, 1966

6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

7 abajo derecha. Colección Crono Arquitectura Venezuela