ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 228

Por mucho tiempo relegada a un segundo plano de entre las casas emblemáticas dentro de la década de los años 50 y milagrosamente preservada en virtud de la zona donde se ubica, la Casa Borges emerge como expresión de un momento en que Venezuela gozaba de una bonanza que hoy añoramos y del afán de desmesura de su propietario, el ingeniero René Borges Villegas, diputado al meramente decorativo Congreso de la República que aún se mantenía durante los años de gobierno militar.

Según se recoge entre las diferentes y muy variadas crónicas que dan cuenta de ella, el diseño de la casa (denominada a veces como quinta, otras como mansión y las más como villa o palacio), ubicada en la entrada a Filas de Mariches, sector La Florencia de Petare Norte, Municipio Sucre, fue encargada por Borges Villegas, al arquitecto italiano Athos Albertoni quien contó con la colaboración de Guido Guazzo (1930-2016), joven que había fijado su residencia en el país después de haber egresado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Florencia, institución de la que Albertoni fue decano y ciudad donde desarrollaba su actividad docente y profesional.

Según testimonio recogido el 22 de mayo 2011 en el blog Caracas en retrospectiva a cargo de María F. Sigillo procedente de una entrevista concedida por Guazzo a Gil Montaño, aparecida en el diario El Universal el 15 de febrero de 2009, la participación de quien luego revalidara su título en la FAU UCV en 1959 y fuese durante años profesor del área de tecnología de esa institución, se hace relevante gracias la elaboración de una maqueta que hiciera del proyecto de Albertoni, la cual entusiasmó finalmente a Borges Villegas a construir la casa en 1956 para ser terminada en 1958. Guazzo incorpora en esa entrevista como datos de interés: “Llegué al país en 1956 y conocí a la esposa e hijos de Athos Albertoni. Él me invitó al terreno y allí me presentó a René Borges Villegas, una persona genial, que supo comprar un espacio con vista extraordinaria y le encomendó a Albertoni la construcción de un gran reino residencial. Desde allí se visualizaban las montañas verdes de una ciudad con pocos edificios y ranchos. Se domina completamente el Valle de Caracas. (…) Es un sitio muy estratégico” que Borges Villegas, quien también era piloto, había avistado en un vuelo que hiciera en helicóptero en busca del lugar donde ubicar su residencia.

Guazzo, quien considera a Borges Villegas un filósofo y le atribuye la concepción de la urbanización El Marqués, también le otorga un crucial papel en la ideación de la que sería su casa: “Cuando lo conocí me di cuenta de que tenía una cultura universal impresionante, que la obtuvo de sus viajes a Europa. En esa época él era diputado del Congreso de Marcos Pérez Jiménez, y en el fondo lo que más vale es quién concibió las ideas y ordenó plasmarlas en un diseño hecho por arquitectos”. Y añade: “Era un hombre de buena posición social … y ganó mucho dinero”. Se encontraba casado con Nelly Zingg Aranguren dama proveniente de una familia de la alta sociedad caraqueña a quien se dice dedicó la villa como prueba de amor.

1. Dos encuadres que muestran las vistas que se disfrutan desde el interior de la Casa Borges
2. La casa vista desde el jardín

La casa de tres plantas, cuenta con tres habitaciones principales (con terrazas, salas de baño con acabados de lujo y extensos vestiers), cuatro habitaciones familiares y once para el servicio con pequeños sanitarios incluidos. De acuerdo a lo que aporta el artículo “Villa Los Borges: La Arquitectura en todo su esplendor” aparecido en el portal Hábitatplus (http://www.habitatplus.com.ve/venezuela/villa-los-borges-la-arquitectura-en-todo-su-esplendor/), también en ella destacan otros lujos “como ascensores para los inquilinos y visitantes, otro para la comida, cocinas y hornos que funcionaban con electricidad, gas y leña, ductos para la ropa sucia, un incinerador propio y una central telefónica. (…) La villa también posee un gran comedor, una biblioteca, una barbería, gimnasio y sauna; una fuente, espejo de agua, estacionamiento para unos 20 vehículos, un bar y una piscina de planta ameboidal, revestida en mosaicos vitrificados tipo veneciano, entre otras comodidades. (…) Peculiar singularidad es el sistema de seguridad de la villa… dotada también de una planta eléctrica capaz de abastecerse de luz y un tanque de agua que reposa en sus sótanos…”. La participación de Borges Villegas en el diseño de los grandes espacios, salas, balcones, closets, cocina y hasta el helipuerto con el que la vivienda cuenta fue intensa: “Siempre supo -apunta Guazzo- que cada una de las 17 habitaciones se construirían para que entrara el sol de la mañana y luz natural en la tarde. Hice una maqueta y se encantó cuando la vio, la ajustó y después se construyó un hogar con área musical que tenía un piano y un tocadiscos.”. Como elemento adicional, a escondidas de los arquitectos, el propietario incorporó “un búnker de seguridad … un pasaje secreto con baño, cuarto, cocina y salida oculta al exterior”.  En cuanto a la escogencia de los materiales y acabados de lujo (como mármol, madera, bronce y cerámicas), incorporación de una piscina, un observatorio astronómico y fuentes de agua en los cuales el propietario también jugó un papel determinante, Guazzo aporta lo siguiente: “Borges me dijo que en vez de gastar plata en el extranjero quería dejar un monumento en Venezuela para que sus ciudadanos conocieran una construcción de un hombre renacentista, con ideas de artistas como Miguel Ángel y Leonardo da Vinci.”

3. Dos fotos que dan cuenta de la maestría en el manejo del espacio exterior e interior de la casa Borges.
4. Izquierda: Vista del comedor. Derecha: Vitral con el escudo familiar de la casa Borges
5. «…generosos voladizos que denotan la presencia de marquesinas, techos y terrazas.»

El potente diseño arquitectónico, que definitivamente si corresponde a los profesionales contratados, ofrece claras influencias de la obra de Frank Lloyd Wright reflejadas en el predominio de la horizontalidad del volumen reforzada a través de la utilización de generosos voladizos que denotan la presencia de marquesinas, techos y terrazas. La fluidez espacial entre el interior y el exterior que se abre hacia la impresionante vista de Caracas y la monumentalidad en el manejo de ciertos espacios pasan a ser momentos en los que amplios ventanales, generosas escaleras y dobles alturas hacen acto de presencia.

Pensada y realizada como un palacio, sin escatimar esfuerzos, las cifras que arrojan las dimensiones que la acompañan hablan por sí solas: 6.137 m2 de construcción en más de 2 hectáreas de terreno (21.231 m2 para ser más exactos) de las cuales 1 y media están destinadas a áreas verdes.

Como también aporta Hannia Gómez en Las Italias de Caracas (2012), “uno de los valores extraordinarios de esta villa legendaria, es el conjunto de obras de arte integradas a la arquitectura. El gran salón a doble altura está flanqueado al este por una colección de apliques en vidrio de Murano, tipo ‘scavo’, del gran artista italiano de la Casa Cenedese Vetri, Napoleone Martinuzzi; el baño principal cuenta con dos hermosos plafones de vidrio atribuidos a la casa Verrieres Artistiques Barovier & Toso … y dos apliques murales tipo acuario de otro maestro de Cenedese Vetri, Alfredo Barbini. Finalmente, sobre los muros de la gran escalera, de la chimenea y del pabellón de la piscina se encuentran colocadas una serie de diecisiete extraordinarias esculturas cerámicas atribuidas al maestro argentino-italiano Lucio Fontana. Igualmente atribuido a Fontana es el rótulo ‘Casa Los Borges’ ”.

Prácticamente desconocida, oculta e inaccesible, invisible pese a su tamaño dentro del macizo formado por el crecimiento desenfrenado de la vivienda informal que ha cubierto los cerros de Petare, la casa se mantuvo como hogar de la familia Borges Villegas entre 1958 y 2006, habiendo sido declarada Bien de Interés Cultural, según la Resolución N° 003-5, de fecha 20 de febrero de 2005.
En 2006 la Alcaldía del Distrito Metropolitano de Caracas compró la edificación, pero no se concretó ningún proyecto para ella por lo que fue presa de un incremento en su nivel de deterioro debido al abandono y la falta de mantenimiento.

Finalmente “en 2009, la Alcaldía Metropolitana de Caracas consiguió recuperarla no sólo con la finalidad de preservar su belleza y arquitectura, sino también para convertirla en un centro comunitario que vinculara el entorno urbano, las universidades, las industrias y los vecinos de Petare”, señala el artículo de Hábitatplus.

Convertida en el Centro Simón Díaz (CSD), proyecto orientado a la integración socio-cultural de las comunidades de escasos recursos a programas de capacitación, formación y recreación dirigidos a los habitantes de Petare, la Casa Borges en sus amplios espacios prestó una vez remodelada los siguientes servicios: Biblioteca Pública Popular Miguel Otero Silva, Centro de Aprendizaje de Tecnología de la Información y Comunicación y Proyecto Red-Com, Núcleo de Orquestas Julián Blanco, Charlas de Prevención (embarazo, violencia, drogas, salud bucal, fortalecimiento en valores), Escuela de Artes y Oficios, Taller de Autoconstrucción, Club de Abuelos, Escuela de Cocina, de Horticultura y Planes Vacacionales. Además, sus instalaciones han funcionado como Galería, Sala de Exposiciones y de Usos Múltiples, Centro Comunal y Casa del Voluntariado, y sus áreas verdes como parque y anfiteatro.

6. Parte de las imágenes que acompañaron la entrega de la propuesta ganadora del Concurso de Anteproyectos “Una Idea, Un Espacio, Una Luz” dirigido a la adecuación y restauración de la sede del Centro Simón Díaz (CSD), Alcaldía Metropolitana. AREPA Arquitectura, Ecología y Paisaje, C.A., coordinada por el arquitecto Ignacio Cardona

En 2010 la Alcaldía Metropolitana como parte del proceso de adecuación y restauración de la sede del Centro Simón Díaz (CSD) y de su necesaria integración urbana convocó el Concurso de Anteproyectos “Una Idea, Un Espacio, Una Luz”. El primer lugar fue otorgado a la propuesta presentada por AREPA Arquitectura, Ecología y Paisaje, C.A., coordinada por el arquitecto Ignacio Cardona, por considerar, de acuerdo a las palabras del jurado, que  “garantiza adecuadamente la conectividad y accesibilidad entre el Centro Simón Díaz (CSD) y su entorno urbano, al tiempo que genera una rica secuencia de espacios públicos para la ciudad, dotados de actividad, acompañados de una concepción arquitectónica de calidad. A ello se suma el adecuado manejo de las escalas que implica el proyecto, es decir, la urbana, la local y la particular, relacionada con las conexiones entre el CSD y los barrios circundantes”.

Planteada para ser desarrollada en 5 etapas, la propuesta de AREPA, se encuentra recogida ampliamente en https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-89329/primer-lugar-de-concurso-para-la-integracion-urbana-del-centro-simon-diaz-arepa-arquitectura y en https://www.arepa.info/proyectos/concurso-para-la-integracion-urbana-del-centro-simon-diaz-csd/, páginas que recomendamos consultar. Desde que en diciembre de 2017 fuese eliminada arbitrariamente la Alcaldía Metropolitana de Caracas no se conoce el estado en que puede encontrarse en Centro Simón Díaz y, en consecuencia, la edificación que lo alberga. Ojalá que los malos pensamientos que surgen del destino que ha tenido el país, su infraestructura y sus servicios en manos de quienes gobiernan desde hace 21 años, no nos haga lamentar dentro de poco que ello también haya ocurrido con una de las cinco más representativas casas construidas en los años cincuenta sobre las colinas de Caracas.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. Colección Crono Arquitectura Venezuela

1-5. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

6. https://www.arepa.info/proyectos/concurso-para-la-integracion-urbana-del-centro-simon-diaz-csd/

¿SABÍA USTED…

… que el 11 de agosto de 1945 es inaugurada la que se conoce actualmente como la Plaza Francia de Altamira?

1. Vista de la Plaza Altamira hacia el sur en fechas cercanas a su inauguración.

Tras la historia de la Plaza Altamira y lo que ella significó y significa para el urbanismo caraqueño se encuentran diferentes protagonistas. El primero y más nombrado es Luis Roche (1888-1965) empresario, promotor inmobiliario y urbanista autodidacta, quien luego de los afortunados emprendimientos llevados adelante, asociado con Juan Bernardo Arismendi, en Caño Amarillo (1924) y San Agustín del Norte (1925), luego participa con el Banco Obrero en San Agustín del Sur (1928) y, finalmente, en el desarrollo de las urbanizaciones caraqueñas de La Florida (1929), Don Bosco (1935) y Los Caobos (1939) para culminar en 1943 con Altamira.

Así, es bueno recordar que a comienzos de la década de los años 40 del siglo XX la ciudad ya mostraba una marcada tendencia a crecer hacia el este del valle tal y como lo demuestra el «Plano de Caracas y sus alrededores» de 1934 dibujado por Eduardo Röhl. Allí se señalan los pueblos de origen colonial de Chacao y Petare y las urbanizaciones de Los Caobos, La Florida, el Country Club, Campo Alegre, Los Palos Grandes, Sebucán y Los Chorros, cuyos variados trazados salpicados de edificaciones aisladas se encuentran conectados por la Carretera del Este que llevaba del centro hasta Petare.

Altamira para entonces aún estaba ocupada por la hacienda agrícola El Paraíso (aunque hay quienes añaden otras dos: Quintero Serrano y Los Dolores), propiedad de las señoras Ana Cecilia Branger y Teresa Sagarzazu cuya extensión de 110 hectáreas era bañada por las quebradas Pajaritos, Quebrada Seca y Quintero o quebrada de Chacao, afluentes del río Guaire, que descendían de norte a sur desde la montaña. Roche, siempre un paso adelante en cuanto a visión de lo que un sector de la ciudad potencialmente podía ofrecer (sin descartar su correspondiente comercialización), compra la hacienda en 1943, crea en 1944 la empresa Altamira, C.A. con el objeto de desarrollar la urbanización y solicita autorización al Concejo Municipal para realizar el parcelamiento. En 1950, ya parcelada, se procedió hacer entrega formal de los espacios públicos de la urbanización ante la Municipalidad.

2. Maqueta de la urbanización Altamira realizada durante los años 1940 para promover la venta de parcelas
3. Vista aérea de la Plaza Altamira en fechas cercanas a su inauguración.

La particularidad que hizo de Altamira un desarrollo diferente y atractivo estuvo, justamente, en proponer como gran frente hacia la vía que la conectaba con el resto del valle un espacio abierto de grandes proporciones (el de mayor tamaño en la ciudad de entonces), del cual partirían dos ejes principales en sentido norte-sur que a su vez distribuirían hacia el resto de la red vial interna. Se trataba del nacimiento de la Plaza Altamira.

En cuanto al trazado de la urbanización de inspiración neobaroca, donde, según Lorenzo González, Orlando Marín y María Moleiro en “Enrique García Maldonado: entre el olvido y la persistencia de la modernidad venezolana” (texto presentado en la Trienal de Investigación de la FAU UCV -2011-), “se experimentó nuevamente el esquema de creación de un nodo sobre ejes perpendiculares, ensayado con éxito en Los Caobos”, se ha señalado que participan acompañando a Roche tanto la firma Martin Hermanos Co., formada entre 1942 y 1943 por los hermanos Julián y Luis Martín, como el propio García Maldonado quien ya había realizado para el mismo promotor el proyecto para la urbanización Los Caobos (1939).

4. Izquierda: Aviso con el recorrido de la ruta de autobuses Santa Teresa-Altamira, años 1940. Derecha. Arriba: una parada de autobús típica de la urbanización Altamira en fechas próximas a la inaguración de la plaza. Abajo: Foto tomada el día de su inauguración (11 de agosto de 1945)

El inicio de la venta de terrenos en Altamira fue un proceso que tuvo que lidiar durante algún tiempo con el problema de la lejanía del casco histórico. Por ello estuvo acompañado de una imaginativa y activa campaña que llevó a la incorporación de una ruta de transporte publico que la conectaba con el centro de Caracas, la cual dio pie al diseño de unas muy características paradas diseminadas por la urbanización e hizo de la visita a la zona un obligado paseo dominical para quienes no lo hacían en automóvil. Los precios del metro cuadrado sobre las dos avenidas principales de 24 metros de ancho denominadas entonces como El Ávila -al este- y El Parque -al oeste- (hoy Luis Roche y San Juan Bosco, respectivamente) y sobre la Transversal 6 eran de 25 bolívares, mientras que en el resto se colocó en 20.

Por otra parte la plaza, entendida como monumental puerta de entrada, se prefiguraba presidida por la presencia de un obelisco que debía “ser más alto que la Catedral de Caracas” tratándose el resto del espacio con áreas para caminar, lugares de descanso con bancos, jardines y un espejo de agua. Su inauguración formal data del 5 de julio de 1944.

La Plaza Altamira y su diseño nos permiten incorporar a un segundo protagonista en la figura del arquitecto Arthur Kahn (1910-2011), nacido en Estambul y llegado a Venezuela en 1942, a quien algunos le atribuyen ser su proyectista cosa que otros rebaten dado el ecléctico estilo neovasco empleado en los detalles decorativos, los brocales de los jardines, caminerías, escaleras y las dos paradas de autobús ubicadas en el perímetro oeste y este del espacio, diciendo que más bien corresponde a Manuel Mujica Millán (1897-1963), sin que ninguna de las dos versiones tenga asidero firme. Lo cierto, por un lado, es que Henry Vicente (estudioso de la obra de Kahn), afirma categóricamente que la Plaza Altamira no fue proyectada por el arquitecto de origen turco y, por el otro, que la construcción sí estuvo a cargo de la ya citada firma española Martín Hermanos, que ha corrido mejor suerte en cuanto a ser considerada como diseñadora (de manos de Luis Martín) tanto de lo ya mencionado como de la fuente conformada por un espejo de agua con boquillas o chorros, las farolas de hierro colado, las astas para banderas y el propio obelisco de 24 metros de altura erigido en piedra artificial, quedando aún abierta la duda sobre si el diseño de éste último corresponde a Mujica Millán, quien definitivamente no tuvo nada que ver con el resto del espacio público.

5. Dos imágenes de la Plaza Altamira durante los años 1950 que muestran dos momentos del desarrollo de la urbanización.

Otra clara certeza señala a Arthur Kahn como autor del emblemático, elegante y estupendo edificio que cierra el extremo norte de la plaza: el edificio Altamira, finalizado en 1947, “soberbio ejercicio Beaux Arts” (según palabras de Vicente) e inseparable compañero del espacio público al que se suma, mejora y complementa, segunda obra que Kahn realiza a través de su firma Arquidec C.A. creada en 1945. También había proyectado con anterioridad la fachada del Edificio 5 ubicado al suroeste de la plaza.

Conocida desde su construcción como Plaza Altamira, el importante espacio es rebautizado en 1967 como “Plaza Francia” sin que aún haya podido borrarse su nombre anterior del habla cotidiana de los ciudadanos. El cambio surgió como parte del convenio suscrito por las máximas autoridades metropolitanas de París y Caracas, capitales de Francia y Venezuela, donde se decidía designar a un espacio público en cada una de estas ciudades con los nombres de los países signatarios del acuerdo. Se dice que dados los ancestros franceses de Luis Roche fue la Plaza Altamira la seleccionada en Caracas al momento en que Marcos Paredes del Gallego y Luis Henrique Nuñez solicitaron a la Cámara Municipal el cambio de nombre.

6. La Plaza de Venezuela en París luego de que en 1976 se colocara la obra “Physichromie double face” del maestro Carlos Cruz-Diez.

La Plaza de Venezuela en París, más allá de su céntrica ubicación, no tiene ni punto de comparación con la calidad, envergadura y significado de la Plaza Francia caraqueña y sólo posteriormente, en 1976, cuando en ella se coloca la obra “Physichromie double face” del maestro Carlos Cruz-Diez (obra de 3 mts de altura x 18 mts de largo inaugurada en 1978), pasa a tener cierta relevancia. Más adelante (1989) el escultor francés Bernard Pages emularía a Cruz-Diez cuando la pieza La deliee, es colocada en la Plaza Francia de Altamira para conmemorar el bicentenario de la Revolución Francesa.

Es de destacar, como parte de otra adición de muchas que la plaza ha sufrido con el pasar de los años, la colocación en 2002 en el sector oeste del monumento religioso dedicado a la Virgen María Auxiliadora, el cual hoy, vandalizado e intervenido, se encuentra en franco estado de deterioro.

7. Dos momentos en los que la Plaza Altamira, ya rebautizada como Plaza Francia, ha sido objeto de intervenciones. Izquierda: Años 1970. Construcción de los puentes elevados sobre la avenida Francisco de Miranda. Derecha: 1988. Resultado de los trabajos asociados a la realización de la estación, diseñada por el arquitecto Gustavo Legórburu.

También vale la pena señalar cómo durante los años 70, cuando se intentó “remediar” el problema del tránsito entre la Autopista Francisco Fajardo y Altamira, al buscarse como solución la construcción de puentes metálicos “provisionales” o “elevados” que sortearan el paso a nivel de la avenida Francisco de Miranda, el perfil de la plaza sufrió un importante impacto que perduró a lo largo de la construcción de la estación Altamira perteneciente a la línea 1 del Metro de Caracas, abierta en abril de 1988. Los trabajos asociados a la realización de la estación, diseñada por el reconocido arquitecto Gustavo Legórburu, aunque buscaron ser respetuosos con el espíritu de la plaza, trajeron una significativa modificación a su sector sur a ambos lados de la Francisco de Miranda entre los que destaca la construcción de una “cascada” que refuerza la entrada del subterráneo desde el norte y el diseño de un anfiteatro con diferentes funciones junto a jardines laterales al sur.

Equidistante entre Plaza Venezuela y Petare, la Plaza Francia de Altamira sería “el espacio público de mayores dimensiones en la capital de Venezuela hasta que se construyó en la década de los 50 del siglo pasado el paseo de Los Próceres”. Rodeada en la medida que ha transcurrido el tiempo por edificio de valor que han colaborado a la definición del recinto y, más recientemente, de otros que lo han alterado, la plaza, con sus 75 años recién cumplidos, no sólo marcó un hito en la expansión de la ciudad de Caracas hacia el este a comienzos de la década de 1940 sino que se mantiene como uno de los referentes urbanos de su tipo más importantes de la capital. Mantenida con cierta regularidad y utilizada para la realización de diversos eventos hoy la plaza y su obelisco se erigen con dignidad como importantes emblemas del Municipio Chacao y de toda la ciudad.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. https://twitter.com/eldiario/status/1160598285297627139?lang=el

2, 3 y 7 izquierda. https://arquitecturayempresa.es/noticia/plaza-altamira-lugar-emblematico-de-caracas

4. https://caracascuentame.wordpress.com/2016/07/07/altamira-la-primera-urbanizacion-que-tuvo-caracas/

5 y 7 derecha. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

6. https://twitter.com/cvconstruccion/status/714566553644244996

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Cómo viajar con un salmón

Umberto Eco

Editorial Lumen

2020

Nota de los editores

Cómo viajar con un salmón es un manual de instrucciones sui géneris a cargo de un maestro excepcional: Umberto Eco (1932-2016). Cómo sobrevivir a la burocracia, evitar enfermedades contagiosas, no usar el teléfono móvil, salir en la televisión aunque no seamos nadie, no hablar de fútbol, comer un helado o evitar caer en los complots son algunas de las muchas situaciones de nuestro día a día en las que el autor nos guía con su característico sentido del humor. Preparada por él mismo, esta selección de artículos, que incluye los que se publicaron en Segundo diario mínimo y otros inéditos y se ha convertido en Italia en un fenómeno de ventas, nos anima a tomar conciencia de que la vida sucede en las pequeñas cosas, los encuentros azarosos y los problemas menores, y no en los dilemas dialécticos o los grandes interrogantes sobre la existencia que ocupan una ínfima porción de nuestro tiempo.

Sinopsis

Tomada de https://www.zendalibros.com

4 julio 2020
Cómo viajar con un salmón. Así se titula la nueva obra del escritor italiano Umberto Eco, un libro «parcialmente inédito» en español que recoge artículos publicados a partir de 1986, en los que «asume el rol de cualquiera de sus lectores».

Según anuncia la editorial Lumen, en este libro, ya a la venta, reúne algunos de los artículos escritos por el autor fallecido en 2016 que fueron publicados en la última página de la revista L’Espresso, en su sección quincenal «La Bustina di Minerva». Parte de ellos también fueron publicados en Segundo diario mínimo (Lumen, 1994) poco antes de su muerte, y fue el propio Eco el que antes de fallecer agrupó los que aquí se ofrecen, y que ya fueron publicados en Italia en 2016 en un volumen que tituló Come viaggiare con un salmone.

En muchos de estos artículos, añade la editorial, se aborda cómo castigar al que practica «spam» o cómo hacer filosofía en casa. «Umberto Eco —agregan— asume en este libro el rol de cualquiera de sus lectores, el de un hombre perdido en el laberinto de las banalidades y contradicciones de la vida cotidiana, un ciudadano de a pie y, a la vez, el de un erudito que reflexiona sobre los placeres más pequeños y ordinarios del día a día». De esta forman, explican, se va «descubriendo la esencia profunda de las cosas, el lado poético o didáctico de actos tan comunes como comer un helado o sacar un libro de una biblioteca».

«Cargadas de humor y de sorpresa, las brevísimas instrucciones de Eco sobre la vida diaria permiten al lector enfrentarse con humor a la burocracia, a las extrañas conversaciones sobre fútbol con los taxistas, a casos excepcionales como el transporte (y conservación) de un salmón a lo largo de un viaje de trabajo, a evitar enfermedades contagiosas, a no usar el teléfono móvil, o a salir en la televisión aunque no seamos nadie», concluyen.

Comentarios de la crítica

«No tiene desperdicio y no puedo dejar de recomendarlo a todos los lectores que busquen un humor inteligente, antiguo y a la vez actual, en una prosa divertida que recuerda, en plan columna, al mejor Woody Allen, mezclado con Italo Calvino y Montanelli, en una combinación de humor intelectual y unas atinadas observaciones cotidianas.»

David Hdez. de la Fuente, La Razón

«Lo mejor del libro es descubrir que uno de los escritores, filósofos, semiólogos y estudiosos de la comunicación de masas más serios y respetables de nuestro tiempo lograba matarnos de la risa al lidiar con las situaciones más banales de la vida.»

O Tempo 

ACA

VALE LA PENA LEER

Proyectar el tiempo

Designing time

Luis Fernández Galiano

30 de septiembre 2020

Tomado de arquitecturaviva.com

Los arquitectos proyectan el espacio, pero también el tiempo. Al imaginar la ciudad posterior a la pandemia, se esfuerzan en reconciliar la necesidad de distancia social con la conveniencia de proximidad: por un lado, se fragmenta el espacio para evitar el contacto; por otro, se agrupan los usos para llegar a ellos sin precisar transporte. El primer rasgo invita a repartir las actividades en el tiempo; el segundo, a fijar un límite temporal a los desplazamientos, que ha cristalizado en el lema ‘la ciudad de los 15 minutos’. Si la arquitectura se ha considerado históricamente una disciplina espacial, que ‘ordena la materia en el espacio como la música ordena el sonido en el tiempo’, hoy necesita situar el tiempo en el centro de su atención; y no el tiempo del proyecto o de la obra, sino el tiempo de los que han de habitar edificios y ciudades. Se dirá que esto se ha hecho siempre, y es cierto; pero la experiencia del coma vírico inducido ha comprimido el espacio y detenido el tiempo, trastocando valores y estableciendo prioridades nuevas. El filósofo Blaise Pascal aseguraba que «todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación», y su contemporáneo el místico Miguel de Molinos predicaba el quietismo como un proceso de depuración espiritual no lejano del budismo; pues bien, los meses de confinamiento han reproducido las condiciones para poner a prueba estas recetas del siglo XVII. ¿Somos ahora más sabios, más conscientes de nuestra fragilidad, más despojados de ocupaciones innecesarias y agitación estéril? No es nada seguro, pero la interrupción de las rutinas sin duda ha obligado a organizar el tiempo de otra manera, y quizá a percibir su fugacidad bajo una luz más fría. Emilio Lledó dice que «vivimos en el espacio, pero morimos en el tiempo», y es posible que la renovada conciencia de nuestra obligada desaparición haya trasladado el foco de la ordenación del espacio en la casa y la ciudad a la ordenación del tiempo individual y colectivo. Solíamos oponer el genius loci y el Zeitgeist —el espíritu del lugar y el espíritu del tiempo—, para diferenciar las arquitecturas enraizadas en la continuidad del contexto, y aquellas que se insertan en el torbellino mudable del talante de la época: las obras intemporales y las obras de su tiempo. Pero la detención del mundo nos ha ofrecido la píldora roja de la lucidez, y advertimos que el nuevo protagonismo del tiempo demanda paradójicamente el retorno a ese espacio con cualidades que llamamos lugar, y que el espíritu del tiempo postpandémico se encarna de forma irónica en la arquitectura intemporal, en el acotamiento del espacio y en la limitación del movimiento. Jorge Luis Borges quiso refutar el tiempo, pero terminó admitiendo que «es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego.» Proyectar el tiempo es proyectarnos; pensar en nuestro futuro y el de todos.

ACA