HOTELES NACIONALES

1. Vista aérea del hotel Rancho Grande, Parque Henry Pittier

Hotel Rancho Grande

Con el hotel Rancho Grande cerramos el repaso a la red de instalaciones que a partir de 1930, bajo la coordinación del Despacho de Turismo, constituyeron una prometedora infraestructura tendiente a atender la demanda de visitantes que poco a poco se incrementaba en el país. Recordemos que dicha red se comienza a conformar cuando en 1920 abre sus puertas el “Gran Hotel Termal de los Baños” de San Juan de los Morros, se amplía en 1928 con la incorporación del “Hotel Miramar” en Macuto y culmina con la inauguración en 1930 del “Hotel Jardín” en Maracay. Como bien señala Ciro Caraballo Perichi en Hotelería y turismo en la Venezuela gomecista (1993), en 1931 “a este sistema de hoteles se incorporaría el nuevo ‘Pabellón del Hipódromo’ del Paraíso, en Caracas, el cual si bien no era propiamente un hotel, brindaba una amplia gama de servicios recreativos que estaban en concordancia con la oferta de la red hotelera estatal y se sumaría como último eslabón el hotel Rancho Grande, proyectado en 1933, al igual que el Pabellón del Hipódromo, por el ingeniero André Potel.

Esta limitada gama de opciones, sin embargo, en algún momento se pensó complementar con otras edificaciones que abarcarían buena parte del territorio nacional, cuya entusiasta exposición aparece en un artículo publicado en El Nuevo País del 15 de octubre de 1931 titulado “Rutas de Turismo. La Industria Hotelera Nacional”, firmado por el Dr. Alfredo Nepustil, citado por Caraballo. Allí se recoge como “… el Gobierno Nacional -animado por el esfuerzo de hacer el mayor número de lugares atrayentes- tiene el magnífico propósito de desarrollo de la industria hotelera… y está en proyecto: construir un hotel en Caracas, para alojar 600 turistas, uno en el Puerto de Turiamo, hoteles en Puerto Cabello, Barquisimeto, Trujillo, Mérida y San Cristóbal. Además será reconstruido el hotel de los baños termales de San Juan de los Morros y erigido un balneario en la isla de Otama -Lago de Valencia- que tiene una playa hermosa de arena, con un pabellón para fiestas”. Aunque lo señalado por Nepustil apunta de forma marcada a cubrir el centro y occidente del país, no dejaba de ser auspiciosa en cuanto a traducir una clara política de atención al viajero nacional e internacional.

Junto a la propuesta de ampliar la oferta hotelera se manejaba como detonante para reactivar la construcción de instalaciones de ese tipo por parte del Estado la idea de crear cercano a Maracay (consolidada durante el gomecismo como centro del poder político-militar nacional), un puerto internacional, que minimizara la dependencia de La Guaira y Puerto Cabello, a ser ubicado en Turiamo, bahía de aguas profundas ubicada a 35 kilómetros de la capital de Aragua, muy cercana a Ocumare. Gómez quien visitara la zona por primera vez en 1920 ya había visualizado en esa “obra maravillosa de la Naturaleza” la posibilidad de convertirse a futuro en pieza clave para “el desarrollo del comercio mundial”.

2. Vista satelital de una parte del estado Aragua donde se muestra el parque Henry Pittier y la costa hacia el Caribe

El macroproyecto encargado al ingeniero A. Lebel, pensado para hacer de Turiamo “el más grande, moderno y mejor equipado complejo portuario que hubiera existido en Venezuela”, permitiría, por tanto, atender el redimensionado intercambio comercial vinculado a las nuevas condiciones de la Venezuela petrolera así como el tráfico de turistas.

En 1929 se concluían los estudios técnicos contemplándose como parte del proyecto: ”un puerto libre de derechos aduanales, con playas, hoteles y recreaciones, moderno urbanismo, sumado todo ello a la directa conexión con Maracay -núcleo del naciente turismo nacional- a través de una carretera, un cable aéreo y un servicio de hidroaviones”, según nos relata Caraballo. El puerto en sí estaría dotado de “todas las instalaciones y equipos de rigor: dique, aduana, almacenes, talleres, etc.; contaría además con una refinería petrolera desde la cual un oleoducto surtiría el producto a los barcos tanqueros para su exportación. Al este del puerto se ubicaría la nueva ciudad, erigida de acuerdo a un patrón urbanístico que combinaba la cuadrícula con calles radiales de imagen decimonónicas y un gran bulevar costero. Contaba con áreas destinadas a los edificios administrativos, el hospital, la catedral, el mercado, una escuela, plazas y jardines públicos. De igual manera tenía espacios para una urbanización obrera, la cual iba a ser emplazada entre la ciudad y el puerto, inmediata a la zona industrial. (…) Al oeste del desarrollo, inmediato a la desembocadura del río Turiamo, la costa estaba destinada para alojar las instalaciones del ‘Balneario de Turiamo’. Frente a las playas se encontraban los terrenos para los espacios de diversión y entretenimiento de la ciudad: el cinematógrafo y el ‘Gran Hotel Turiamo’. (…) Para finales de 1933 se concluían los primeros muelles y para 1934, llegaban a Turiamo los primeros cruceros con turistas. El sueño de Gómez parecía ser una realidad. Un nuevo atractivo en Aragua, corazón turístico de la Venezuela de los años treinta”.

Dentro de este panorama, la posibilidad de contar a mitad de camino entre Maracay y Ocumare, en medio de la exuberante vegetación que acompañaba la carretera, con una instalación que pudiese ofrecer otro tipo de disfrute al turista que se desplazada entre esos dos puntos, sirvió de soporte para convencer al Benemérito de construir un hotel que contase con todas las comodidades requeridas, decretándose el 1º de enero de 1933 la construcción del mismo. Para la determinación de su ubicación mucho tuvo que ver el aprovechamiento del asentamiento de una antigua propiedad denominada “Rancho Grande” en la que se instaló el campamento de obra del MOP desde donde se dirigió la construcción de la carretera, localizada en el kilómetro 22 de la misma a 1.100 metros de altura, a poca distancia del abra de Portachuelo, desde donde se ofrecían amplias visuales hacia la ciudad de Maracay, el Lago de Valencia e incluso los Morros de San Juan.

3. Vista de Maracay desde el Parque Henry Pittier
4. André Potel. Hotel Rancho Grande. Planta y fachada
5. El hotel Rancho Grande en plena construcción

Como ya se adelantó, le correspondería al ingeniero André Potel la realización del proyecto. Potel, quien había tenido a su cargo la coordinación en 1929 de las obras de la “Ciudad Jardín”, debió enfrentar las serias dificultades que ofrecía el lugar entre las cuales se encontraban las fuertes pendientes, el estar cruzado por una quebrada y poseer una elevada humedad, todo lo que llevaba a resolver difíciles problemas de ingeniería. Por otro lado, el programa arquitectónico demandaba atender dos tipos de visitantes: aquellos que estarían de paso en la travesía Ocumare/Turiamo – Maracay y los que habrían escogido el sitio para permanecer más tiempo, descansar apaciblemente y aprovechar las bondades que ofrecía el contacto directo con la naturaleza.

Potel, tal y como narra Caraballo, “… aprovechó la explanada donde se encontraba la antigua construcción, la cual fue demolida para levantar allí el cuerpo destinado a salones y servicios, de planta rectangular. A partir de este punto la edificación se adaptó a la montaña, desarrollándose el cuerpo de habitaciones en forma de semicírculo abierto; dicho cuerpo pasa sobre la antigua quebrada, la cual fue canalizada, y abre sobre una amplia terraza artificial en su parte delantera, construida mediante muros de contención en piedra y relleno de tierra desplazada de la montaña. La forma resultante es la de un signo de interrogación”.

Se incluyeron en total 90 habitaciones, todas con baño privado, desarrolladas en tres pisos, los cuales contaban con mecanismos que impedían a los visitantes de paso el dirigirse hacia ellas. También con base a esta premisa se situaron las oficinas de manera que vieran sobre la entrada del hotel controlando en único punto de acceso a las habitaciones, la entrada al bar y al comedor. Por otro lado se les ofrecía un grupo de servicios diferentes a los que simplemente estarían allí por un rato. La descripción que nos ofrece Caraballo señala lo siguiente: “El cuerpo destinado a los salones y servicio, de planta rectangular y tres pisos de altura, fue diseñado teniendo como centro el gran comedor para los viajeros de paso, espacio con doble altura. En el frente se ubicó el amplio corredor de acceso, con grandes ventanales hacia las visuales, y un bar. La cara que da a la montaña fue destinada a la cocina y un patio para los servicios de lavandería y habitaciones de empleados. Un acceso controlaba el paso hacia los espacios destinados a los huéspedes fijos; éstos disponían de un corredor privado, espacios de estar y un corredor delantero panorámico de tres metros de ancho…”.

En resumen, por las dificultades que presentaba el lugar y los inconvenientes para realizar los movimientos de tierra (más de 33.000 metros cúbicos fueron desplazados a mano), la ejecución de las obras se prolongó por más de tres años. Su estructura en concreto armado representó en buena parte los avances que ya se daban en cuanto al uso de ese material el cual permitía su utilización tanto para muros de carga como para pórticos de vigas y columnas con voladizos de hasta tres metros. Se procedieron a talar 8,5 Há de bosque alrededor del edificio “donde se construyeron caminos y se realizó la siembra de 12.000 ‘pinos’, de manera de lograr el verdadero ambiente de montaña que imagina todo turista”.

Ya para diciembre de 1934 un alto porcentaje de las obras civiles del Hotel Rancho Grande se habían terminado, tomándose todo el año 35 para la realización de acabados, frisos, pisos y carpintería así como del cableado eléctrico e instalación de equipos.

Caraballo concluirá su relato de la siguiente manera: “Con un área de construcción de 8.600 m2 y una inversión cercana al medio millón de bolívares, el Hotel Rancho Grande nunca llegó a concluirse. Las noticias de la muerte de Gómez en diciembre de 1935, llegarían de inmediato a la nublada selva tropical, borrando todo el desbordante entusiasmo mostrado por sus constructores. El olvido era ahora la consigna”.

6. Henry Pittier (izquierda) y William Beebe (derecha)
7. Selva Nublada de Rancho Grande, Parque Nacional Henri Pittier.
8. Varias tomas de las condiciones en que se encuentra actualmente la estructura de lo que hubiera sido el hotel Rancho Grande, convertida en la Estación Biológica de Rancho Grande “Dr. Alberto Fernández Yépez”

En 1937 el gobierno del general Eleazar López Contreras decreta la zona montañosa donde se insertaba el hotel como el primer Parque Nacional del país dándole también el nombre de “Rancho Grande” que posteriormente (1953) será cambiado a “Henri Pittier” en honor al ingeniero, geógrafo, pintor, naturalista y botánico suizo (1857-1950) que llegó en 1917 a Venezuela e hizo de la zona, su flora y su fauna objeto de sus principales estudios que culminan con la clasificación de más de 30 mil plantas.

“Para 1945 arribaba al país el naturalista norteamericano William Beebe (1867-1962), a fin de realizar estudios de los tipos de vida en las selvas húmedas, encontrando la oportunidad de establecer un centro de investigación en la abandonada construcción gomecista de Rancho Grande, ideal para excursiones de estudio en sus alrededores. (…) La estadía de Beebe (recogida en el libro High Jungle de 1949) … sentaría las bases para la transformación del edificio en una Estación Biológica, a partir de 1950, dependiente del Ministerio de Agricultura y Cría. (…) Para finales de la década de los cincuenta, el edificio comenzó a ser utilizado para labores de docencia e investigación por la Universidad Central de Venezuela, cuyas facultades de Veterinaria y Agronomía habían sido establecidas en Maracay”. Para la década de los 60 el edificio empieza a ser compartido por el MAC (responsable de la Estación Biológica) y la Facultad de Agronomía de la UCV que en 1966 logra inaugurar los «Laboratorios de Botánica y Zoología de Rancho Grande» nombrándose como su director al Dr. Alberto Fernández Yépez cargo que ejercería intermitentemente hasta 1970. Cabe señalar que el Dr. Fernández Yépez fue uno de los principales artífices para que el Ministerio de Agricultura y Cría cediera a la UCV parte de los espacios del edificio.

Litigios que giraron a partir de la creación en 1975 del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales Renovables (MARNR) que involucraban a la Dirección de Investigaciones de dicho ente, el Instituto Nacional de Parques (INPARQUES) y la Facultad de Agronomía de la UCV, derivaron en el desmantelamiento del Museo de Fauna de Rancho Grande creado en los años 50 por el MAC bajo la dirección del biólogo Gonzalo Medina Padilla, y su uso cada vez menos frecuente con el consecuente deterioro de las instalaciones acentuado por la humedad reinante en el ambiente y el vandalismo.

Sin embargo, la UCV no abandonó del todo las instalaciones y entre 1984 y 1995, se registra la mejor época de la Estación dadas las excelentes relaciones que se establecen con INPARQUES, que ocupaba buena parte del edificio. Desde 1987 la Estación Biológica de Rancho Grande lleva por nombre “Dr. Alberto Fernández Yépez” y en 1990 se iniciaron nuevos planes de rescate recuperándose en gran medida el cuerpo central del edificio. Hoy en estado de marcado deterioro a duras penas tanto INPARQUES como la Estación Biológica se aferran al viejo edificio inconcluso que los alberga y que constituyó el último episodio de la historia de cuando el país por primera vez se creyó que el turismo podía ser una de sus principales fuentes de ingresos.

ACA

Procedencia de las imágenes

1, 4 y 5. Ciro Caraballo Perichi, Hotelería y turismo en la Venezuela gomecista (1993)

2, 3 y 8. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad .

6 izquierda. https://venezuelaehistoria.blogspot.com/2017/01/henri-francois-pittier.html

6 derecha. https://www.findagrave.com/memorial/18371425/charles-william-beebe

7. https://wsimag.com/es/ciencia-y-tecnologia/34078-andy-field

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