ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 194

La muestra “Arquitectura del Brasil” montada del 13 al 31 de mayo de 1966 en los espacios expositivos ubicados en la planta baja de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la UCV, formó parte de una serie de eventos con los que Antonio Granados Valdés, mientras estuvo al frente de la Extensión Cultural de la institución, logró evidenciar una muy buena política de relaciones alcanzadas con las agregadurías culturales de las embajadas de diferentes países radicadas en el país y su capacidad de motorizar un área complementaria y necesaria dentro de la dinámica académica.

En tal sentido, los años sesenta del siglo XX permitieron que en la FAU se presentaran al menos dos exposiciones anuales provenientes de los contactos cultivados por Granados que se complementarían, en su mayoría, cada una con charlas, mesas redondas o foros que giraban en torno a cada temática, sirviendo la revista PUNTO (cuyo primer número data de 1961) como lugar para que aparecieran textos, artículos o ensayos vinculados al evento del momento lo que propiciaba un marco bastante completo para apreciar el alcance del mismo.

Adicionalmente, los espacios expositivos de la FAU se aprovechaban para dar cabida a salones de dibujo y grabado (nacionales y latinoamericanos), concursos de fotografía, exposiciones de reconocidos artistas (venezolanos y extranjeros), muestras de trabajos estudiantiles (de arte, arquitectura o fotografía) y hasta exhibiciones de artesanía popular dentro de una programación que buscaba, en lo posible, su constante animación. Además, bueno es decirlo, Granados mantenía a través de la revista PUNTO, gracias a su buena periodicidad (entre bi y trimestral), secciones dedicadas a mostrar la programación de las exposiciones diversas que se realizaban en el medio cultural capitalino a cuya dinámica se buscaba que la FAU se integrara.

Para tener una idea de la actividad que se le imprimió desde el ámbito expositivo a los espacios de la FAU gracias a las alianzas logradas por Granados puede señalarse, en lo que a arquitectura se refiere, la presentación de las siguientes muestras durante los años 1960s: Mies van der Rohe: 7-30 de junio, 1961; Arquitectura Británica: 17-31 de mayo, 1963; Frank Lloyd Wright: 12 febrero-30 marzo, 1963; 4000 años de Arquitectura Mexicana: junio, 1964; La obra de Pier Luigi Nervi: 20 de febrero al 12 de marzo, 1964; Miguel Ángel: 9 al 23 de febrero, 1965; Diseños de Frank Lloyd Wright: 30 de julio-18 de agosto, 1965; Arquitectura Finlandesa: 27 febrero-27 marzo, 1966; Arquitectura Visionaria: 28 octubre-16 noviembre, 1966; Arquitectura del Brasil: 13-31 mayo, 1966; Arquitectura del siglo XX: mayo, 1967; La construcción en Alemania: 9 de junio-9 de julio, 1967; y Ejemplos de la Arquitectura Francesa: 19 de julio-6 de agosto, 1968.

Sin ser quizás la más voluminosa, “Arquitectura del Brasil”, montada con el auspicio del Servicio Consular de ese país y muy especialmente gracias a las gestiones del señor Alberto Da Costa E. Silva, engrosó un año 1966 particularmente movido en cuanto a exposiciones exhibidas en los espacios de la FAU. La muestra fue promocionada con la suficiente antelación como para crear una expectativa que abría paso a pensar que aparecería buena parte de la que para entonces ya era la principal atracción de esa nación: la inauguración en 1960 de Brasilia, su flamante capital.

Invitación aparecida en la revista Punto nº 27, 27 de mayo 1966

Sin embargo, como se señala en la nota aparecida en PUNTO nº 27 de mayo de 1966, del total de 57 fotografías que la integraban sólo “cinco de ellas estaban dedicadas a la arquitectura de Brasilia de Oscar Niemeyer, y el resto a la arquitectura barroca y rococó de Río de Janeiro, de Salvador; de Joao Pessoa; de Recife; de Caete, Sao Joao del Rey, Mariana, Ouro Preto, Congonhas do Campo, en Minas Gerais; y de Pedro do Rio en el Estado de Río de Janeiro. Las fotografías del 1 al 5, del 10 al 15 y las Nos. 30, 34, 41, 44, 45 y 57 son del Archivo Fotográfico del Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil; el resto de las mismas han sido tomadas por el profesor Graziano Gasparini”. En tal sentido, es una vista lateral del templo de Nuestra Señora del Rosario en Ouro Preto, una de las 40 fotografías de Gasparini seleccionada para ilustrar la promoción hecha a la exposición a través de PUNTO lo que conforma nuestra postal del día de hoy.

Fotografías de Graziano Gasparini que acompañaron el artículo “Introducción al estudio del barroco de la región aurífera brasileña” de la profesora e investigadora Sylvia de Vasconcelos de la Universidad de Minas Gerais, publicado en el Boletín del CIHE, nº 5, mayo 1966

Brasilia, en efecto, no fue protagonista de “Arquitectura del Brasil” privilegio que si recayó sobre la producción realizada en Minas Gerais, principal centro de explotación aurífera, por el arquitecto, imaginero y escultor Antonio Francisco Lisboa conocido como “El Aleijadinho”, considerado por muchos como “el mayor nombre del Barroco latinoamericano”. De ella destacan la fachada de la iglesia de San Francisco en Ouro Preto, su ciudad natal, y las esculturas, el púlpito y los altares del mismo templo, así como el conjunto escultórico que representa a doce profetas realizado para el santuario del Buen Jesús de Motozinhos.

Si bien es cierto que alrededor de la muestra no se realizaron eventos complementarios (conferencias o mesas redondas) como en otras ocasiones, y de que PUNTO en su número 23 de junio de 1965 sólo publica el texto “Arquitectura brasilera” de Lucio Costa, que apunta fundamentalmente a señalar los antecedentes de su arquitectura moderna, sí se puede corroborar que con relación al énfasis que mostraba la exposición será el Boletín del CIHE en sus números 3, 4 y 5, de junio de 1965, enero de 1966 y mayo de 1966, respectivamente, el que recoja y ofrezca un interesante material de apoyo para entender el fenómeno del barroco en Hispanoamérica y del brasileño en particular. Allí están los artículos “Significación de la arquitectura barroca en Hispanoamérica” de Graziano Gasparini (nº 3), “’El Barroco’: estilo, época, actitud” de Jan Bialostocki (nº 4) y, muy particularmente, “Introducción al estudio del barroco de la región aurífera brasileña” de la profesora e investigadora Sylvia de Vasconcelos de la Universidad de Minas Gerais (nº 5), ilustrado con fotos de Gasparini, lo que nos hace pensar que hubo una clara sincronía entre los temas tratados en la publicación con la llegada a nuestro país de la exposición.

ACA

VISITAS MEMORABLES

Richard Buckminster Fuller (1895-1983)

Tenemos certeza de que Richard Buckminster “Bucky” Fuller, a quien se cataloga, sin contar con ningún título universitario, como ingeniero, matemático, inventor, proyectista, mecánico, educador, filósofo y prolífico escritor, para el momento descollante figura internacional del diseño, visitó Venezuela en noviembre de 1963. En esa oportunidad, según apunta Jorge Villota en su Tesis Doctoral titulada The hyper americans! Modern Architecture in Venezuela during the 1950s (Universidad de Texas en Austin, 2014), dos años después de que El Helicoide de la Roca Tarpeya (Jorge Romero Gutiérrez, Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger) se convirtiera en la principal atracción de la exposición Roads montada en el MoMa en 1961, Fuller visita Caracas invitado por la Universidad Central de Venezuela bajo el auspicio de la Embajada de los Estados Unidos para dar tres conferencias y para presentar el proyecto del domo geodésico que justamente coronaría El Helicoide. Como importante apoyo se acompaña la veracidad del dato con la foto publicada en The Daily Journal donde Fuller aparece acompañado de los proyectistas del icónico edificio y funcionarios de la embajada norteamericana revisando en el propio sitio el modelo del domo elaborado. En otra fuente muy fiable como la página Crono Arquitectura Venezuela de Henrique Vera, corroborando el acercamiento de Fuller al país en esas fechas, se indica que el 24 de noviembre de 1963 visita Maracaibo “para dictar una charla sobre sus cúpulas geodésicas en la recién creada Facultad de Arquitectura de La Universidad del Zulia LUZ”.

1. Fuller en Caracas visitando la oficina de Jorge Romero Gutiérrez, Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger para quienes proyectó el domo geodésico que remata el último piso del Helicoide de la Roca Tarpeya (1963)

Sin embargo, la confusión cunde cuando en la página 41 del número 20 de la revista PUNTO (octubre-noviembre de 1964) se recoge como una de las noticias más importantes lo siguiente: “El día 22 de noviembre llegará a Venezuela el mundialmente famoso ingeniero norteamericano Richard Buckminster Fuller, quien dictará conferencias en el Auditorio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, los días lunes 23, martes 24 y miércoles 25, a las 7 pm. (…) Estas conferencias han sido patrocinadas por el Departamento de Extensión Cultural y el Centro de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, bajo los auspicios de la Embajada Americana. (…) En la Zona Rental de la Universidad Central de Venezuela, será instalada una gran Cúpula Geodésica y tres Domos, con estructuras diseñadas por Fuller”.

Además, para acrecentar la incertidumbre, en el número siguiente en que aparece la noticia (el 21, enero-febrero de 1965) PUNTO publica el texto “La perspectiva para la humanidad” (págs. 22-31), acompañado de una nota donde se indica que se trata de la primera entrega de una serie de artículos de Fuller “que aparece en la revista Saturday Review, bajo el título de ‘Notas Sobre el futuro’. El señor Fuller ha adaptado este trabajo al último capítulo de su próxima obra intitulada ‘Ciencia del Diseño’, la cual incluye las conferencias y charlas que ha dictado en su condición de profesor de Poesía de la Cátedra Charles Eliot Norton 1961-62, de la Universidad de Harvard”, material que seguramente utilizó para sus charlas caraqueñas. Añadiríamos para completar el panorama que de 1964 es otro artículo aparecido en PUNTO nº 17 firmado por Luis Mariaca Ruiz titulado «El tetraedro y la cúpula en la construcción de edificios», dedicado por entero a Fuller, que parecía estar calentando el ambiente a su supuesta llegada ese año.

¿Vino entonces una o dos veces Fuller a Venezuela con diferencia exacta de doce meses? ¿La noticia aparecida en PUNTO habrá quedado rezagada y por error o descuido se publicó un año después? ¿Fuller suspendió su viaje previsto para noviembre de 1964? Si en efecto vino ¿por qué no hemos encontrado mayor cobertura de esa visita más aún cuando se anunciaba que «en la Zona Rental de la Universidad Central de Venezuela, será instalada una gran Cúpula Geodésica y tres Domos, con estructuras diseñadas por Fuller”? Aunque hemos corroborado que efectivamente los días 23, 24 y 25 de noviembre de 1964 cayeron lunes, martes y miércoles, respectivamente, quedamos en deuda con la respuesta definitiva esperando que alguno de nuestros lectores con buena memoria y algún respaldo bibliográfico o documental adicional nos lo pueda terminar de aclarar. 

El hecho es que, sin duda, tanto en el frente académico como en el promocional, el paso de Fuller por nuestro país dejó una importante huella. No sólo porque se trataba de una gran figura que se había forjado una estela importante ya a partir de la década de los años 1950, sino sobre todo por lo seductor y contundente de los argumentos que manejaba detrás de sus propuestas visionarias que iban más allá de su principal invento: la cúpula geodésica, desarrollada a partir de la creación de su propio sistema geométrico, la Geometría Energética y Sinérgica descubierta en 1917. Así, Fuller desde muy temprano empieza a mirar hacia un territorio muy diferente al que apuntaba la arquitectura del momento y a través del contacto con grupos de técnicos de la industria, pone su atención en obtener el máximo de rendimiento de la mínima energía recibida, señalando lo inadecuado de los sistemas utilizados en la industria de la construcción y la desatención de los profesionales por el problema  de las grandes masas de población que en el mundo carecen de vivienda.

2. Richard Buckminster Fuller. Izquierda arriba: La Casa Wichita, construida en base al prototipo Dymaxion (1944). Arriba derecha: Casa Dymaxion (prototipo, 1927). Abajo izquierda: Domo geodésico en Woods Hole, Massachusetts (1953). Abajo derecha: Baton Rouge Union Tank Car, Louisiana (1938)
3. Proyecto de Buckminster Fuller, presentado en el MoMA en 1960, para cubrir medio Manhattan con una cúpula que permitiría regular las condiciones climáticas y ahorrar gran cantidad de energía
4. Richard Buckminster Fuller. Pabellón de los Estados Unidos para la Expo Montreal 1967 (hoy conocido como la Biósfera)

De 1944 es su conocida Wichita House y de 1927 la casa Dymaxion vivienda unifamiliar, de planta hexagonal y habitaciones triangulares, que pendía de un mástil central por el que llegaban todas las instalaciones y servicios. Esta “otra” máquina para vivir, era completamente transportable y desmontable, con un peso y tamaño mínimos. Conocida más tarde como 4-D House o Dymaxion House, dejó entrever los propósitos de la arquitectura de Fuller: la máxima funcionalidad con el mínimo gasto energético y material; una arquitectura siempre subordinada a las últimas novedades técnicas y científicas.

En cuanto al desarrollo del domo geodésico como línea de trabajo que deriva en un sistema para cubrir grandes superficies, nos encontramos en su camino con que en 1953 Fuller construye un edificio redondo de fibra de vidrio y poliéster para la casa automovilística Ford; en 1954 realizó una cúpula de madera recubierta por una hoja transparente de plástico para un restaurante en Woods Hole; en 1958 logró cubrir 117 metros con una cúpula formada por planchas de acero hexagonales para la Union Tank Car Company, en Baton Rouge, Louisiana; y en 1959 se mostró una cúpula geodésica suya en la exposición norteamericana de Moscú, todo lo cual dio paso a su obra más conocida: la esfera del Pabellón de los Estados Unidos en la Exposición Universal de Montreal de 1967.

Como parte de la proliferación de soluciones que adoptaron por cientos el sistema geodésica como solución para cubrir grandes luces a lo largo de todo el mundo quedaron en Venezuela como vestigios el ya mencionado coronamiento de El Helicoide y, en lo que podríamos señalar como un tributo a Fuller resuelto con maestría y superando con talento los requerimiento solicitados para una gran sala, la cubierta de El Poliedro de Caracas de Jimmy Alcock.

5. Sección del Helicoide de la Roca Tarpeya con la primera proposición de cubierta para el remate del último piso
6. Dos imágenes de la maqueta del Helicoide de la Roca Tarpeya. A la lzquierda con la primera proposición de cubierta para el remate del último piso. A la derecha con el domo geodésico de Fuller.
7. Helicoide de la Roca Tarpeya. Domo geodésico. Richard Buckminster Fuller

Sobre la propuesta para El Helicoide, que como ya dijéramos estuvo estrechamente vinculada a la visita de Fuller a Caracas en 1963, tal vez cabe señalar que surge como opción luego que los proyectistas una vez decidido coronar el edificio con una cúpula descartan la primera opción que, a semejanza del objeto que remataba, estaba construida con base en una serie de arcos radiales “a lo Nervi” amarrados a través de una viga helicoidal que continuaba hasta su vértice. Hannia Gómez en Our Architects en Caracas. Arquitectura norteamericana en Caracas 1925-1975 dirá, basada en una apreciación de Villota, que “esta cúpula era coronada con una aguja, todo lo cual le confería al Helicoide un aire claramente wrightiano por su semejanza con ‘(…) dos proyectos no construidos por Frank Lloyd Wright: el Gordon Strong Automovile Objective y Planetarium de 1924 y el Pittsburg Point Civic Center de 1949’ ”. Lo complejo y costoso que significaba realizar esta cúpula derivó en que se considerara en 1959 la idea de resolver el problema mediante el uso de un domo geodésico Dymaxion. “En aquellos años de arquitecturas fantásticas y de ideas utópicas, el sueño Dymaxion de Fuller seducía desde 1951 a la mayoría de los arquitectos del mundo. Caracas no se quedó atrás. La condición de domo geodésico de ser fácilmente transportable y ensamblable en el sitio lo convertía en una leyenda futurista muy susceptible de construirse en la realidad”, apuntará Gómez.

Como parte de lo fantasioso e imaginativo que siempre acompañaba a la figura de Fuller, y como anécdota surgida de la presentación que hiciera en noviembre de 1963 del domo durante la conferencia de prensa convocada para tal fin, Dirk Bornhorst recuerda en su libro El Helicoide (2007) que Fuller en esa oportunidad «sugirió una especie  de cohete teleférico para atravesar el valle de Caracas provocando sonrisas en el público, a las cuales respondió diciendo: ‘Háganme caso, en mi país me pagan tres mil dólares por minuto por mis consejos’ «.

La cúpula finalmente se encargó a la firma Kaiser Aluminium Internacional y llegó al país en cajas. Bornhorst afirmará que se trataba de “una estructura novedosa en su momento porque, no obstante sus extraordinarias dimensiones de 52 metros de diámetro, su peso era sólo de 30 mil kilogramos, repartidos sobre 30 apoyos en la periferia, sin ninguna clase de columna interior”. Así, la primera cúpula exportada por Fuller “estuvo treinta años en un almacén (…) y tuvo que esperar el gobierno de Luis Herrera Campins (1978-1983) para ver la luz”, momento en que se ensambló y colocó en su lugar.

8. Jimmy Alcock y Buckminster Fuller (Synergetics, Inc.). Poliedro de Caracas, 1972.

Con relación al Poliedro de Caracas (1972), de acuerdo a lo que aparece en el catálogo de la exposición Alcock. Obras y proyectos. 1959-1992 (1992), rescatamos del texto elaborado por Hannia Gómez y Willian Niño Araque, lo siguiente:  «La iniciativa de usar una cubierta geodésica partió de la experiencia de Fuller en el Climatron de Saint Louis, Missouri (1960) y en la esfera de Montreal (1969). Se resuelve así una estructura de aluminio capaz de salvar una superficie de aproximadamente 20.000 m2. ‘Cuando el Poliedro se hizo era la estructura de aluminio con mayor luz en el mundo y también el mayor domo geodésico’ «, dirá complementariamente Alcock. Recordemos que El Poliedro tiene un diámetro de 145 metros. Fuller, quien aún vivía cuando El Poliedro se construyó, sin duda, y a pesar de no haberlo visitado, debe haberse sentido muy orgulloso del extraordinario logro estético y técnico alcanzado por el arquitecto venezolano.

ACA

Procedencia de las imágenes

1 y 6. Colección Crono Arquitectura Venezuela.

2. https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-288162/clasicos-de-arquitectura-la-casa-dymaxion-buckminster-fuller?ad_medium=gallery, https://www.wbur.org/news/2019/03/07/buckminster-fuller-geodesic-dome-development-dispute-woods-hole y https://www.pinterest.com/pin/556053885212464723/

3. https://elpais.com/elpais/2020/09/15/icon_design/1600190823_707643.html

4. https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/758384/clasicos-de-arquitectura-biosfera-de-montreal-buckminster-fuller

5 y 7 abajo. https://www.ccscity450.com/otras_obras/domo-geodesico-dymaxion/

7 arriba. https://docomomovenezuela.blogspot.com/2017/08/exposicion-exhibition_16.html

8. https://www.tripadvisor.com.mx/ShowUserReviews-g316066-d4359459-r493302784-Poliedro_de_Caracas-Caracas_Capital_Region.html y https://www.ccscity450.com/otras_obras/poliedro-de-caracas/

VALE LA PENA LEER

Sesenta y cuatro facetas

Luis Fernández-Galiano

16-01-2020

Tomado de arquitecturaviva.com

Esta historia ambiental merece un nombre plural. El arquitecto Eduardo Prieto ha tallado un diamante de sesenta y cuatro facetas para explorar la dimensión ecológica y climática de la construcción del entorno, y el resultado es una obra brillante, que refleja la solidez de su formación intelectual y la madurez de su trayecto investigador. Dividido en cuatro partes que asocia a los cuatro elementos de la naturaleza acuñados por la tradición clásica (fuego, tierra, agua y aire), el libro se estructura —mostrando una voluntad de orden retóricamente geométrica— en cuatro capítulos por parte y cuatro epígrafes por capítulo, de manera que viene a reunir sesenta y cuatro ensayos que abordan poliédricamente el objeto de su estudio. Podría haberse escrito que esa serie de hilos narrativos se trenzan para componer un relato de la evolución en el tiempo del control del entorno, o bien que ese conjunto de teselas forma un mosaico que ofrece una representación pixelada del devenir ambiental de la arquitectura, pero Prieto no contempla la historia como una secuencia lineal de acontecimientos ni como un paisaje de sucesos que puedan abreviarse en las dos dimensiones de un mapa, un tapiz o un mosaico: su historia es una matriz tridimensional compuesta por los materiales, técnicas e ideas que han ido conformando el mundo artificial que habitamos.

No es posible resumir su contenido de otra forma que recitando la letanía de los términos que emergen una y otra vez en los diferentes textos: energía, clima, termodinámica, ecología, higiene, atmósferas, cuerpo, naturaleza, salud, confort… Sin embargo, esta enumeración da una idea muy pobre de la variedad de asuntos, riqueza de información y profundidad de enfoque del conjunto de ensayos, que se nutre de fuentes científicas, técnicas o literarias para cartografiar una historia alternativa de la arquitectura donde adquieren protagonismo la calefacción o el aislamiento térmico, las cuevas o los invernaderos, las cloacas o los jardines. A cada uno de los sesenta y cuatro temas aplica Prieto su mirada analítica y plural, utilizando una herramienta visual más semejante al ojo compuesto de los insectos que a la lente rutinaria del cristalino, para orquestar una genuina historia polifónica que dota de espesor material, inteligencia técnica y pertinencia ecológica al relato habitual y monódico de la arquitectura.

Prieto sitúa su trabajo en la estela de las que llama aproximaciones ‘clásicas’ a las dimensiones energéticas o ambientales de la disciplina, desde el precursor Mechanization Takes Command de Sigfried Giedion hasta El fuego y la memoria, pasando por The Architecture of the Well-Tempered Environment de Reyner Banham o Thermal Delight in Architecture de Lisa Heschong. Como autor de uno de esos libros, codirector de la tesis doctoral de Eduardo Prieto (‘Máquinas o atmósferas: la estética de la energía en la arquitectura, 1750-2000’, que leyó en 2014) y director de la revista en la que ha colaborado durante los últimos años, se puede poner en cuestión mi objetividad. Pero estoy convencido de que la opinión de muchos y el juicio del tiempo convertirá esta Historia medioambiental de la arquitectura en un clásico más, que sólo necesita ya una traducción al inglés que lo acerque a un público de lectores más amplio y un índice alfabético que permita navegar con mayor facilidad en el océano de datos, interpretaciones y destellos que nos ofrece esta sólida y brillante piedra tallada.

Eduardo Prieto

Historial medioambiental de la arquitectura

Cátedra, Madrid

2019

444 páginas

ACA

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Medellín

Urbanismo y sociedad

Jorge Pérez Jaramillo

Turner Noema

2019

Nota de los editores

Cómo transformar una sociedad a través del urbanismo.

Medellín se convirtió en un referente internacional de la innovación urbana al dejar de ser una de las ciudades más peligrosas del mundo en menos de dos décadas. Aunque el mérito se atribuyó a diversos íconos políticos y electorales, un análisis crítico resalta el protagonismo de la ciudadanía. Jorge Pérez supera los relatos imperantes que plantean heroísmos inexistentes para trasmitir el verdadero sentido del proceso. Desde una novedosa perspectiva, refleja las bases del proceso desde un plano personal y experimental que a su vez se nutre de hechos y evidencias documentadas sobre la evolución de Medellín.

Jorge Pérez Jaramillo. Ha sido arquitecto en Medellín desde 1987 y tiene experiencia tanto en el diseño arquitectónico como en el urbanístico. Ha sido director de Planeación de Medellín (2012-2015), donde dirigió la formulación del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), y también visiting fellow en el King’s College de Cambridge.

ACA