
Archivos diarios: 15 de diciembre, 2019
Postal nº 191

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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 191

Cuando en 1930 el Benemérito Juan Vicente Gómez viaja a Caracas a inaugurar la remodelación del Panteón Nacional, realizada de acuerdo al proyecto de Manuel Mújica Millán (1897-1965), ya habían transcurrido 55 años desde el momento en que el presidente Antonio Guzmán Blanco había puesto en servicio, en lo que fue la antigua iglesia de la Santísima Trinidad, un lugar para albergar los restos de personajes ilustres del país y muy particularmente para recibir los del Libertador.

El relato que se recoge en https://iamvenezuela.com/2016/05/panteon-nacional/ sobre el devenir de la iglesia y su conversión en mausoleo, establece que se trataba de una modesta edificación “construida entre 1744 y 1783 por iniciativa del maestro de obra Juan Domingo del Sacramento Infante (1710-1780), un pardo libre quien destinó 36 años de su vida y todos sus recursos a la construcción del templo original; el Coronel Juan Vicente Bolívar y el Marqués del Toro donaron solares para la obra”. Inaugurada en 1781 y consagrada en 1783 “la iglesia quedó destruida parcialmente debido al terremoto de 1812, y se vio reducida a escombros hasta que se reconstruye con las limosnas de los fieles”.
Durante el lento proceso de reconstrucción del templo, dirigido por varios ingenieros, se registra cómo “pernoctaron en 1842 los restos del Libertador, procedentes de Santa Marta, Colombia, antes de ser trasladados a La Catedral”, y cómo en ella también fueron sepultados, en 1851, los restos del marqués del Toro y más tarde, los de José Gregorio Monagas, Andrés Ibarra y Ezequiel Zamora, todo lo cual influyó (además de su singular localización dentro de la ciudad) en su selección para el destino que finalmente se le dio como Panteón Nacional, mediante decreto promulgado el 27 de marzo de 1874 por Guzmán Blanco.

Tras el decreto se impulsa la terminación definitiva de la obra y en particular “de sus fachadas en base al proyecto que para la iglesia había diseñado el ingeniero José Gregorio Solano en los años 1853-1858. Los trabajos fueron conducidos por los ingenieros Julián Churión, Juan Hurtado Manrique, Tomás Soriano y Roberto García, inaugurándose la obra el 28 de octubre de 1875”, muy cerca de cumplirse los 45 años de muerte de Bolívar. “No obstante, la verdadera consagración del edificio se efectuó el mismo día de San Simón un año más tarde (28.10.1876), cuando se trasladaron desde la catedral los restos del Libertador. Estos fueron colocados en un sarcófago de madera con revestimientos de plata y oro, realizado en estilo neogótico por el artista francés Emile Jacquin. Se trasladó asimismo desde la catedral la estatua del Libertador hecha en 1842 por el escultor italiano Pietro Tenerani. El sarcófago y la estatua fueron ubicados en el espacio que correspondía al presbítero de la iglesia, es decir, en el lugar del altar”, tal y como se reseña en https://www.venezuelatuya.com/historia/panteon_nacional.htm.


Posteriormente, en 1910, en ocasión de la celebración del centenario de la Independencia de la República, el Presidente Juan Vicente Gómez instruye al Ministerio de Obras Públicas (MOP) que convoque un concurso para remodelar integralmente el Panteón Nacional. El proyecto ganador del arquitecto Alejandro Chataing (1873-1928), condujo a una reforma general del edificio concluida en 1911 que implicó la modificación de las fachadas y la ornamentación exterior e, internamente, se complementó con la colocación de un cielo raso al techo de la nave principal y artesonados de madera en las laterales. El dibujo de la fachada principal de la propuesta presentada por Chataing es la imagen que hemos escogido para ocupar nuestra postal del día de hoy con la que despedimos este año 2019.

Es Gómez, luego de haber promovido la anterior reforma, quien también ordena a través del MOP, una segunda en 1927 con la finalidad de ser terminada en 1930 en conmemoración del centenario de la muerte del Libertador, encargándosele el proyecto, según ya hemos apuntado, a Manuel Mujica Millán quien también dirigió la obra junto a los ingenieros Edgar Pardo Stolk, Hernán Ayala y Guillermo A. Salas. Con el proyecto de Mujica Millán se logra magnificar las proporciones de la edificación, así como cambiar el aspecto neogótico de la misma producto de la intervención anterior de Chataing, por uno de aspecto neobarroco. “Internamente, fueron realizadas correcciones en los arcos y las columnas. El antiguo sarcófago de madera que contenía los restos del Libertador fue sustituido por uno de bronce, diseñado por el escultor español Chicharro Gamo y colocado sobre un basamento de mármol. La parte superior de las naves y los tímpanos fueron cubiertos por las pinturas de temas alegóricos e históricos de Tito Salas”, en total 17 pinturas o plafones que representan pasajes de la vida y obra de Simón Bolívar, y son escenas que a su vez conforman un programa iconográfico destinado a representar valores patrios.
De la intervención de Mujica dejó constancia el periodista Víctor Manuel Rivas en El Universal el 12 de noviembre de 1930, recogida en Caracas a través de su arquitectura (1969). Rivas en conversación con el arquitecto nos transmite que para éste “ha habido cierto receso en la persecución del arte criollo para las construcciones nuestras marcado por un afán de fabricación exótica, que por razones de clima, luz y demás condiciones del trópico, no cuadran suficientemente bien en estos medios. (…) Venezuela no sólo posee su estilo peculiar, sino que cuenta con materias primas excelentes para la construcción y decoración arquitectural, tales como el cascote (material aglomerado), y la cal. Todos estos elementos fueron acuciosamente solicitados para la construcción del Panteón Nacional. Las dos torres laterales fueron inspiradas por las dos torres de la Catedral de Coro, en donde adivinó el arquitecto una evolución del estilo español antiguo exigida por las condiciones ya dichas acerca del medio. De manera que el nuevo edificio ostenta una arquitectura venezolana, modernizada convenientemente por razones de estética”.


El Panteón desde entonces ha sido objeto de sucesivas atenciones y cuidados no todos ajustados a las normas atinentes a su condición de monumento histórico. Sus alrededores formaron parte de la propuesta del Foro Libertador, realizada por Tomás José y Eduardo Sanabria cuya construcción entre 1980 y 1983, además de alterar la perspectiva desde la que se aprecia la obra, originó una plaza concebida en dos partes: la alta diseñada para realizar actos oficiales y culturales; y la baja de carácter pasivo posee vegetación con bancos para el descanso. Más recientemente, previa exhumación de los restos del Libertador en 2010, el área norte fue intervenida con la incorporación de un mausoleo de 54 metros de altura (ocho metros más que la torre más alta del Panteón), de 2.000 metros cuadrados de superficie, con una capacidad para recibir hasta 1.500 personas que incorporó un espacio público adicional. La estructura fue hecha con cerámica blanca, acero ensamblado en talleres del país, láminas traídas de Suiza, cerámicas de España, granito negro de Suráfrica y acero corten de Estados Unidos. Su diseño estuvo a cargo de Francisco Sesto, Lucas Pou, Gilberto Rodríguez y Orlando Martínez Santana, causando en su momento una encendida polémica que quedó registrada en https://iamvenezuela.com/2016/07/mausoleo-del-libertador-anexo-del-panteon-nacional/, artículo que cierra de la siguiente manera: “En una visita realizada por a comienzos de 2016 por IAM Venezuela se pudo constatar que la edificación se encuentra en buen estado de conservación. Sin embargo, una fuente que prefirió mantenerse anónima señaló que durante la lluvia entra el agua y el féretro del Libertador debe protegerse de las goteras”. Hoy, a tres años de esa visita valdría la pena saber las verdaderas condiciones que presenta la controversial obra que minimizó y dejó reducido a hall de acceso el monumento que le dio origen.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal, 3 y 4. Colección Crono Arquitectura Venezuela.
1 y 5 arriba derecha. https://iamvenezuela.com/2016/05/panteon-nacional/
2 y 5 abajo. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
5 arriba izquierda. https://www.pinterest.com/pin/384917099384872092/,
6. http://guiaccs.com/obras/foro-libertador-plaza-panteon/
7. https://es.wikipedia.org/wiki/Pante%C3%B3n_Nacional_de_Venezuela
INVITACIÓN

El programa CCScity450, el cual es desarrollado por Fundación Espacio con el apoyo de la Universidad Simón Bolívar, la Universidad Central de Venezuela y una serie de instituciones, organizaciones y empresas con el objetivo de plantear una reflexión sobre el espacio público de la ciudad de Caracas, invita a participar en una nueva actividad vinculada a la convocatoria realizada en abril del presente año a programas y proyectos en asentamientos espontáneos [ Barrios ] de Caracas que incluía en su primera fase 5 sectores de la Ciudad: #C01Catuche #C04LaCharneca #C07LaCruz #C10Chapellín #C11ElGüire.
Así, durante los meses septiembre y octubre los equipos ganadores en cada sector junto a la comunidad han ido implementado con CCScity450 las propuestas seleccionadas por el jurado evaluador.
En tal sentido CCScity450 convoca a conocer las actividades desarrolladas en el sector Catuche, producto del trabajo realizado junto al Equipo: Urban-Laboro y la comunidad. En memoria a los 20 años de la tragedia en la comunidad Catuche, hoy domingo 15 de diciembre se realizarán diversas actividades que se detallan en el afiche que encabeza la nota.
ACA
ES NOTICIA
CASABLANCA
1979-2019

El martes 3 de diciembre se celebró un sencillo pero significativo evento en la quinta Casablanca, diseñada y construida por Ricardo Pérez Quintero para ser habitada por él y su familia, ubicada en un escondido rincón de la urbanización El Bosque, organizado por Luis Mejía con la colaboración audiovisual de Edmundo Ramos y Diajanida Hernández, acompañamiento de Juan Carlos Castillo, Pedro Saturno, Ramón Paolini y la moderación de Rafael Febres Cordero.

La relevancia del acto, cuyo protagonismo lo asumió tanto la casa como su proyectista, constructor y habitante durante años, tuvo que ver con el cumplimiento del 40 aniversario de su construcción además del curioso hecho de tratarse de una obra que, pese a su calidad, no ha sido suficientemente reseñada dentro de las crónicas y guías que recogen lo más relevante de la arquitectura caraqueña y, en particular, la de carácter doméstico.

Tras permitirle a los participantes visitar libremente el edificio, se organizó en torno el tema “Cuando los arquitectos diseñan y construyen sus propias casas”, una tertulia introducida por Febres Cordero cuyo desarrollo fue enriquecedor, emotivo y participativo, y donde Pérez Quintero compartió temas sobre el proceso de diseño y construcción de la casa, con testimonios y comentarios diversos y complementarios aportados por los invitados.

En su página de Facebook https://www.facebook.com/rpq.ricardito.perez/posts/1327176830798209, el arquitecto resumió el encuentro de la siguiente manera:
“ ‘Cuando los arquitectos diseñan y construyen sus propias casas’. Tema particularmente interesante que constituye un manifiesto personal ante un difícil desafío.

Hace 40 años aparece CasaBlanca que fue diseñada con el entusiasmo y el potencial de probar ideas libremente, explorar sin restricciones creativas exigidas por un determinado cliente.
Así se pudo crear espacios donde he vivido etapas muy importantes de mi vida con mi familia y amigos.
De acuerdo a la crítica CasaBlanca es un excelente ejemplo de arquitectura doméstica.
Recientemente fue rehabilitada por mi hijo, arquitecto Juan Carlos Pérez Febres C (FAU UCV 1998) con gran satisfacción lo cual me ha permitido reflexionar con detenimiento su integridad y así relacionar el arte con la arquitectura”.

Por su parte, el crítico e historiador Rafael Pereira en su intervención resaltó las influencias provenientes de la arquitectura mexicana (en particular de Luis Barragán), confesadas por Pérez Quintero, y la fluidez espacial que la casa manifiesta asociada a la obra del maestro brasileño Vilanova Artigas, manejada con maestría por Pérez Quintero tanto en sentido vertical como horizontal, lo cual permite tener, acompañando a su marcada volumetría, control permanente de sus dimensiones y una fuerte vinculación con el entorno circundante. De acuerdo a los organizadores del encuentro uno de los principales objetivos, además de dejar registro audiovisual del mismo, es el de posicionar la obra, dada su indiscutible valor, en el ideario de nuestra arquitectura buscando colaborar a su conocimiento y divulgación.
ACA
LECTURAS NAVIDEÑAS (Y 2)
Grandes historias
Luis Fernández-Galiano

2 de diciembre 2019
Tomado de arquitecturaviva.com
Enredados con microhistorias, añoramos los grandes relatos. La Escuela de los Annales nos enseñó a percibir la longue durée histórica bajo el prisma de la geografía y la economía, y quizá no hay mejor expresión de su método que La Méditerranée et le Monde méditerranéen à l’époque de Philippe II, publicado por Ferdinand Braudel en 1949; y en el ámbito anglosajón es un buen ejemplo The Rise of the West, aparecido en 1963, donde William H. McNeill trazó un gran fresco del ascenso de Occidente desde la óptica de la fertilización cultural: dos grandes historias que influyeron en la segunda mitad del siglo XX como las de Oswald Spengler o Arnold Toynbee lo habían hecho durante la primera. Pero los compases iniciales de nuestro siglo han conocido una fértil multiplicación de historias globales, que han cristalizado en los términos deep history y big history; la ‘historia profunda’ extiende el relato, más allá de las fuentes escritas, hasta la aparición del Homo sapiens sobre el planeta, usando las herramientas de la arqueología o la antropología; y la ‘gran historia’ va aún más lejos, remontándose al big bang y a las primeras manifestaciones de la vida en la Tierra.
Esta historia transversal se ha beneficiado del trabajo de especialistas en campos colindantes, como el geógrafo y biólogo Jared Diamond, que con el extraordinariamente popular Guns, Germs, and Steel inició en 1997 una estupenda trilogía sobre la influencia del territorio y el medio ambiente en el devenir histórico que tras Collapse en 2005 se ha completado con Upheaval en 2019; como el genetista Luigi Cavalli-Sforza, que en el admirable Genes, Peoples and Languages de 2000 expuso para el público general sus hallazgos sobre el árbol evolutivo de la especie humana; o como el arqueólogo Ian Morris, que en Why the West Rules – For Now de 2010 compara el desarrollo civilizatorio durante los últimos 15.000 años con herramientas estadísticas que otorgan el protagonismo a la geografía física. Al cabo, estas historias globales convierten a sus autores en lo que los anglosajones denominan ‘public intellectuals’, como es el caso de los británicos Felipe Fernández-Armesto, que con Civilizations en 2000 y The World. A History en 2006, ha explicado el desarrollo histórico como producto del clima y la ecología; o Niall Ferguson, que con su obra de 2011 Civilizations: The West and the Rest entró en diálogo con McNeill, pero también con los politólogos Francis Fukuyama y Samuel H. Huntington (que entre sí habían ya polemizado, porque a The End of History del primero en 1992 respondió el segundo con The Clash of Civilizations en 1996), y con The Square and the Tower de 2018 ha ofrecido una sugestiva interpretación de la historia en términos del conflicto entre las redes sociales horizontales y la jerarquía vertical del poder.
El éxito extraordinario de Sapiens, publicado en 2014 por Yuval Noah Harari —con sus secuelas menos afortunadas de Homo Deus en 2016 y 21 Lessons for the 21st Century en 2018— ha evidenciado el interés público por esa ‘historia profunda’ preconizada por Daniel Lord Smail, que en 2008 la vinculó con el desarrollo del cerebro y las neurociencias a través de On Deep History and the Brain (un tema que Fernández-Armesto ha extendido en 2019 a la historia de las ideas con su Out of Our Minds, un libro tan erudito como ameno que explica elocuentemente la influencia de la imaginación en nuestra evolución desde los homínidos, cuyo ‘canibalismo moral’ identifica como la primera manifestación de pensamiento); y por la ‘gran historia’ que tiene su mejor representante en David Christian, que con Origin Story. A Big History of Everything ha trazado en 2018 una historia abreviada del universo que propone como un relato compartido de nuestros orígenes, basado en el conocimiento científico, y apropiado para un mundo global donde, desvanecidas las creencias religiosas, sólo los nacionalismos que dividen a la humanidad parecen ofrecer un sentido de pertenencia: una historia que pueda enseñarse «en Buenos Aires o en Pekín, en Lagos o en Londres», y que con el apoyo entusiasta de Bill Gates se imparte ya en miles de escuelas de todo el mundo.
Dejando aparte los temas cosmológicos y la aparición de la biosfera, la última parte de la ‘gran historia’ coincide con la más extendida ‘historia profunda’, y casi todos los autores coinciden en dividir la aventura humana en tres grandes capítulos, el de los cazadores recolectores, el de la agricultura y el de los combustibles fósiles, diferenciados por el modo de obtener energía, en forma de alimento o como combustible. Así lo hace Christian, y también, por ejemplo, Ian Morris, que en Foragers, Farmers and Fossil Fuels, aparecido en 2015, lleva esta periodización a su título, para explicar cómo evolucionaron los valores humanos, en diálogo con Diamond o con Acemoglu y Robinson, cuyo Why Nations Fail apareció en 2012.
Menos previsible, y acaso por ello más estimulante, es la historia profunda de los estados primitivos que ha publicado en 2017 el politólogo James C. Scott, que con el polisémico título Against the Grain —y usando la investigación última en los campos de la prehistoria, la arqueología, la historia antigua y la antropología— ofrece un relato inédito del pasado de nuestra especie. Del fuego humano como arquitecto del paisaje al domus (que incluye campos cultivados, almacenes y animales domésticos) como esencial módulo evolutivo, Scott pone en cuestión que el sedentarismo agrario fuese superior al nomadismo recolector, asegura que la calidad de vida de los ‘bárbaros’ —allá donde no llegan el grano y el recaudador de impuestos— era mejor que la de las comunidades ‘civilizadas’, y socava eficazmente la narración convencional que asocia el progreso al surgimiento de los primeros grandes reinos agrarios. Esta nueva visión de la revolución neolítica —calificada malévolamente por algún comentarista como ‘un Sapiens para gente inteligente’— muestra bien el precio que hubo de pagarse por el orden político, y es quizá el más esclarecedor y deslumbrante de todos los libros mencionados: si buscan una gran historia, aquí la tienen.

Jared Diamond
Upheaval: Turning Points for Nations in Crisis
Little, Brown and Co., Boston, 2019
512 páginas

Niall Ferguson
The Square and the Tower
Penguin Press, Londres 2019
608 páginas

Felipe Fernández-Armesto
Out of Our Minds: What We Think and How We Came to Think It
Oneworld/UC Press, 2019
480 páginas

Daniel Lord Smail
On Deep History and the Brain
UC Press, Berkeley, LA, 2008
286 páginas

David Christian
Origin Story. A Big History of Everything
Penguin Press, 2019
368 páginas

James C. Scott
Against the Grain: A Deep History of the Earliest States
Yale U. Press, New Haven, 2017
336 páginas
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