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… el 4 de agosto de 1909 nace, en São Paulo, Roberto Burle Marx.

Quien es considerado como “el jardinero de América”, fue hijo de padre judío alemán y de madre brasileña. El uno, próspero comerciante dedicado a la exportación de cueros, muy comprometido con su cultura de origen era amante de la música erudita. La otra, oriunda de Pernambuco, cuya familia tenía raíces locales y francesas, despertó en sus seis hijos una particular sensibilidad hacia la música destacándose el mayor de ellos, Walter, como pianista de talento excepcional.
La formación de Roberto estuvo marcada por la fluctuante condición económica que conllevaba el negocio de su padre lo cual hace expresar a Fernando Tábora en el libro Dos parques. Un equipo (2007), lo siguiente: “La actividad del padre…tuvo siempre altibajos que se resumen en una frase de Burle Marx a este respecto: ‘Toda mi infancia la pasé mudándonos de un palacio a un semisótano’. Pero el padre también brindaba como compensación, en los períodos prósperos, viajes a Europa con largas estadías especialmente en Berlín. La educación de Burle Marx, por lo tanto, no pudo ser convencional.”
Desde muy joven Burle Marx ya había empezado a manifestar una clara vocación por el arte que poco a poco fue combinando con una temprana inclinación al trabajo y la creación de jardines. De esta manera, cuando una vez más visita Alemania en 1928, al entrar en contacto con las vanguardias artísticas, es mucha la influencia que recibe lo cual lo llevó a inscribirse a su regreso en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Federal de Rio de Janeiro para formarse en pintura. Pese a no concluir sus estudios, ellos propiciaron, debido al cambio de pensum introducido por Lucio Costa de los últimos años de carrera en los que Bellas Artes se agrupaba con Arquitectura, el encuentro de Burle Marx dentro de la institución con Oscar Niemeyer, Affonso Eduardo Reidy y Jorge Moreira, entre otros, relaciones que luego fueron muy bien aprovechadas por el personaje que nos ocupa.

La pintura se constituyó inicialmente en el centro de la actividad de Burle Marx, la cual no abandonará nunca en el transcurso de su vida recibiendo particularmente la influencia de Cándido Portinari (con quien trabajó en su Atelier) siendo, sin embargo, su más importante referencia y mayor influencia la recibida del pintor alemán Leo Putz.
Según reza en su biografía, su primer trabajo como paisajista fue en 1932, colaborando en el proyecto de la residencia de la familia Schwartz en Copacabana, obra de quien ya había conocido en la Escuela de Bellas Artes y que más tarde se convertiría en uno de los arquitectos más importantes del país: su amigo -y vecino- Lucio Costa. Dos años después, el gobernador de Recife, que había visitado la casa de esta familia, le ofrece a Burle Marx el cargo de Director de Parques y Jardines de dicha ciudad, en la que realiza varias obras públicas y jardines particulares, como el del artista Francisco Brennand.
Al volver a Río, Burle Marx es cada vez más requerido. Proyecta en 1938 la Plaza Salgado Filho, su primera en la que por entonces era la capital de Brasil, usando solo plantas autóctonas. También realizó, entre otros, los jardines y terrazas del Ministerio de Educación y Sanidad (1945) y de la Asociación Brasilera de Prensa, en la Floresta de la Tijuca (1936), encargándosele en 1943, el jardín de la residencia particular de quien posteriormente sería presidente de la República: Juscelino Kubitschek.
Destaca desde muy temprano su permanente afán por incrementar su aprendizaje botánico, su interés por llenar el gran vacío de conocimiento en este campo y en particular lo concerniente a la flora de su país, detonante principal para el trabajo de campo directamente relacionado a ello que siempre desarrolló. Así, durante toda su vida Burle Marx llevó a cabo una extensa investigación, descubriendo y clasificando muchas especies, estableciendo relación, como apunta Tábora, “con los botánicos más destacados de la época, entre ellos Graiala Barroso, Luis Emigdio de Mello filho y Henrique Lahmeyer de Mello Barreto. Este último precursor con sus ideas de una visión global del ambiente, fue el que más contribuyó al gran cambio que Burle Marx daría a los conceptos de diseño, utilizados hasta ese momento en la arquitectura paisajista”.
Ahora bien, más allá de continuar repitiendo rasgos y datos que podamos extraer de las biografías generales ya elaboradas, Burle Marx también engrosa la lista de visitantes memorables que hemos venido reseñando desde estas páginas. De allí que, más allá de su importante producción tanto en su natal Brasil como internacionalmente, tal vez valga más la pena destacar lo intenso y fructífero que fue su contacto con nuestro país, el cual en muy buena medida está registrado en el libro de Tábora y en el artículo de su misma autoría titulado “El Roberto Burle Marx que me tocó conocer”, aparecido en el nº 68 de Arquitectura HOY el 2 de julio de 1994 a un mes de su fallecimiento.


La llegada de Burle Marx a Venezuela se produce en septiembre de 1956 “debido a una circunstancia fortuita dada por la necesidad de la colaboración de un arquitecto paisajista, en el proyecto del club privado Puerto Azul. El promotor Daniel Camejo Octavio y sus arquitectos Oscar Carpio y Guillermo Suárez, enfrentaban un problema difícil con las áreas libres del proyecto. Uno de los gerentes de la promotora, cuyo sobrino estudiaba en la Universidad de Cornell, el hoy arquitecto y paisajista Oswaldo Lares, le insinuó a Camejo la importancia de hacer venir a Burle Marx como consultor”. El propio Tábora, quien para entonces ya trabajaba en el Atelier de Burle Marx en Río de Janeiro, será quien coordinará los detalles y luego lo acompañará en el viaje que realizaría a Venezuela.
Burle Marx llega a un país que se caracterizaba por su bonanza económica y acelerado ritmo en la construcción de su infraestructura, y a partir del mismo momento en que lo hace se ampliarán los contactos, colaboraciones y proyectos que el Atelier (por entonces conformado por Burle Marx, Tábora, Mauricio Monte y Julio César Pessolani) iría atendiendo y desarrollando. Casi de inmediato, a finales de 1956, Burle Marx es contactado por Carlos Guinand Sandoz para diseñar las áreas exteriores de la Exposición Internacional de Caracas a realizarse en 1960; es requerido por Jorge Romero Gutiérrez, Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger para colaborar con el tratamiento de los espacios abiertos de El Helicoide de la Roca Tarpeya; también para proyectar el paisajismo entre el hotel Humboldt y la Estación del Teleférico a instancias de Tomás Sanabria; y, más adelante, el rediseño del área central de la pista del Hipódromo La Rinconada, el Jardín Botánico, en Maracaibo (Edo. Zulia), los jardines de los clubes Playa Azul, Playa Grande, Morón y Balneario de Naiguatá, a los que se sumarán los paisajismos para las viviendas de Inocente Palacios y Diego Cisneros así como el de la casa de hacienda Monte Sacro de Nelson Rockefeller en Nirgua, estado Yaracuy, desarrollados casi todos en 1957 desde Rio de Janeiro. “No sería hasta mediados de 1957 cuando (John) Stoddart se incorporaría como socio a la nueva firma organizada para el desarrollo de proyectos de Arquitectura Paisajista y Planificación”, sumándose a Tábora, Pessolani y Monte, dejando atrás la denominación y estructura de Atelier. Posteriormente, en 1959 se registraría en Caracas la Oficina Técnica Roberto Burle Marx C.A., sociedad que acometería finalmente el proyecto para el Parque del Este.

Tábora relata en su libro cómo “las actividades del atelier Burle Marx incluían lo que para un arquitecto parecería insólito, puesto que podían ser el replanteo de un mural, expediciones de varios días a la selva en busca de plantas autóctonas, la escenografía de un gran baile de carnaval en el teatro Municipal de Río de Janeiro, el diseño y ejecución de una exposición de plantas, el desarrollo de un proyecto de paisajismo en La Habana, Asunción o Buenos Aires. (…) Burle Marx no tenía una formación de arquitecto, pero a través de su percepción del espacio en la naturaleza y la reorganización en el jardín, con base en sus conocimientos como artista plástico, le permitían un enlace inusual con las propuestas de la arquitectura moderna brasileña que no encontraba ninguna afinidad con la arquitectura paisajista del momento”. Sin embargo, “con el crecimiento de la complejidad de los proyectos que llegaban al Atelier, que rebasaban la capacidad técnica de Burle Marx, y poder de ser expresados en planos y detalles de obra, se hizo necesaria la inclusión de arquitectos en el taller”.
Luego de su intensa relación con Caracas, Burle Marx verá cómo Tábora y Stoddart se independizarían en 1964 para desarrollar a través de la firma Stoddart + Tábora Arquitectos un fructífera carrera que dejaría huella en el paisajismo venezolano en todas sus instancias. Él, por su parte, seguiría con su trabajo desde su otra empresa fundada en 1955 (Burle Marx e Cia. Ltda.) junto con el menor de sus hermanos, Siegfried, y con la colaboración de los arquitectos José W. Tabacow y Haruyoshi Ono, quienes, al igual que sus socios caraqueños, tiempo atrás habían ido a golpear su puerta para ofrecerse como pasantes. Cabe resaltar que Haruyoshi Ono, a partir de los años 60 se asoció y siguió dando continuidad a la obra del Maestro.
Fue también su hermano menor quien encontró el sítio -chacra- Santo Antônio da Bica, en Barra de Guaratiba, a 60 kilómetros del centro carioca. 365.000 m2 que se trasformarían primero en un centro de experimentación, donde acomodaría sus colecciones de plantas, y luego en su hogar. De a poco Burle Marx va reformando la casa principal, a la que va agregando varios salones y la galería externa hasta que en 1973 se muda definitivamente para el sítio, dejando el barrio de Leme, donde vivía desde su infancia. En 1985 dona el sítio al Gobierno Federal, aunque continuó viviendo allí hasta 1994, el año de su muerte. A partir de 1996 comenzó un arduo proceso de identificación y clasificación del acervo, con supervisión y curaduría de la museóloga Iara Madeira, del Museu Histórico Nacional. A través de la Asociación de Amigos de Roberto Burle Marx se obtuvieron recursos financieros de varias entidades para la implementación del proyecto del museo en que hoy el sítio se ha transformado.
ACA
Procedencia de las imágenes
3 y 4. Fernando Tábora, Dos parques un equipo, 2007

Urbanismo ecológico en América Latina
Ana María Durán Calisto, Gareth Doherty, Luis Valenzuela, Marina Correia, Mohsen Mostafavi (eds.)
Traducción: Camilla Bogéa, Joana Canedo, Moisés Puente, Paulo Silveira
Editorial Gustavo Gili
2019
Nota de los editores
“Urbanismo ecológico es una iniciativa de la Graduate School of Design de la Harvard University que entiende el proyecto como una síntesis capaz de conectar la ecología y el urbanismo. La iniciativa intenta poner de manifiesto métodos imaginativos y prácticos para abordar los cambios climáticos y la sostenibilidad en el entorno urbano, entendiendo la ecología como un proyecto ético y político que engloba el medio ambiente, no solo como realidad física, sino también desde las relaciones sociales y la subjetividad humana.”
En 2014 se publicó en castellano y portugués el primer volumen de Urbanismo ecológico, una compilación de los textos surgidos de esta línea de investigación y acción urbanística de la célebre universidad estadounidense. La aparición de este volumen dio origen a una serie de encuentros y debates en diversos países de América Latina y al conjunto de ensayos y obras que se recogen ahora en Urbanismo ecológico en América Latina. Este nuevo volumen, editado por Mohsen Mostafavi, Gareth Doherty, Marina Correia, Ana María Durán Calisto y Luis Valenzuela, presenta la realidad compleja y poliédrica de América Latina a partir de siete ejes temáticos —anticipar, colaborar, sentir, incluir, movilizar, comisariar, adaptar— que dialogan con la publicación original y exploran nuevas interpretaciones. Parques, sistemas fluviales, chinampas, São Paulo, Santiago de Chile, infraestructuras educativas, movilidad, agroecología, Diana Wiesner, Elemental, Ermínia Maricato, Tomás Saraceno, Solano Benítez, Guilherme Wisnik, Teresa Moller, Carla Juaçaba… Multiplicidad de casos y miradas aportan una panorámica excepcional para el debate de lo urbano y lo político a la luz de la ecología y la sostenibilidad.
ACA

¿Cuánta casa necesitamos?
Thoreau, Le Corbusier y la cabaña sostenible
Urs Peter Flueckiger
Traducción: Susana Landrove Bossut
Editorial Gustavo Gili
2019
Nota de los editores
El espacio que habitamos, reducido a su mínima expresión, ha sido motivo de fascinación y experimentación a lo largo de la historia. Henry David Thoreau vivió en su cabaña forestal de Walden Pond entre 1845 y 1847. Le Corbusier construyó en 1952 para él y su esposa el célebre Cabanon de la Costa Azul. Inspirados en estas experiencias, Urs Peter Flueckiger y sus estudiantes de la Texas Tech University construyeron en la campiña tejana una cabaña ecológica económicamente sostenible. Los tres proyectos comparten la idea del espacio mínimo y su relación con la naturaleza. Este libro analiza a través de textos, dibujos y fotografías las propuestas de Thoreau, Le Corbusier y el equipo de Flueckiger, atendiendo a sus paralelismos y similitudes. Y, como ya hiciera León Tolstói en su relato ¿Cuánta tierra necesita un hombre?, Flueckiger se pregunta en definitiva en estas páginas: ¿cuánta casa necesita una persona?
ACA
Aparece la cuarta edición de Atmósferas de Peter Zumthor

Atmósferas
Peter Zumthor
Traducción: Pedro Madrigal
Editorial Gustavo Gili
2019 (4ª tirada)
2013
Nota de los editores
Este libro recoge una conferencia impartida en junio de 2003 por Peter Zumthor en el castillo de Wendlinghausen, en el marco del Festival de Literatura y Música de Alemania. En ella, el autor reflexiona sobre la capacidad de los edificios y sus entornos para ofrecer a la gente un buen lugar para el desarrollo de sus vidas. Sus reflexiones sirven de magnífico puente de conexión entre los edificios del propio Zumthor y su relación con el entorno.
Peter Zumthor es premio Pritzker de arquitectura 2009 y Medalla de oro RIBA 2013
ACA

Parque del Este
Imágenes de una historia, un proyecto que continúa
Verónica Fraíz
Fondo de Valores Inmobiliarios (FVI)
2018
Nota de prensa
Como una contribución a la definición de un camino común y al reencuentro ciudadano, Fondo de Valores Inmobiliarios (FVI) patrocinó el libro Parque del Este – Imágenes de una historia, un proyecto que continúa, escrito por la historiadora Verónica Fraíz.
Los espacios de la Galería de Arte Nacional (GAN) fueron el escenario en mayo de 2018 para la presentación del libro, al son de los acordes de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho, de la mano de su directora, la maestra Elisa Vegas.
La publicación recoge la historia del Parque del Este, desde su nacimiento como proyecto en 1946, hasta las nacientes propuestas que plantean la construcción de un parque público en el Aeropuerto La Carlota, que imaginan a la ciudad del futuro, soportada en principios estéticos y patrones de planificación urbana y arquitectónica. El libro contó con la participación de Rosaura Guerra Pineda, en la asistencia de investigación; María Elena González Deluca, en el prólogo; Tomás Straka fue responsable del epílogo; Sol Miguez, trabajó en la edición de textos; las ilustraciones son de Idana Rodríguez y María Teresa del Castillo; y el diseño y composición fueron responsabilidad de Alfredo Sainz.
ACA