ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 147

La decisión de crear el Parque del Este se produce mediante decreto firmado el 19 de mayo de 1950 por Carlos Delgado Chalbaud cuando aún presidía la junta militar que gobernaba el país. Se daba así curso a uno de los lineamientos expuestos por la Comisión Nacional de Urbanismo relacionados a cubrir las necesidades higiénicas y recreativas de la ciudad preservando un área verde de carácter forestal ocupada por los terrenos agrícolas de la hacienda “San José”.

El lugar seleccionado, uno de las últimas superficies planas de gran extensión sin construir en el valle, contenía un exuberante bosque de árboles tropicales centenarios que a todas luces habría que conservar. De las tierras, pertenecientes a la sucesión Díaz-Rodríguez, se expropiarían setenta y cinco hectáreas para el parque, colindando al norte con la línea del tren y la carretera del este, por el sur con los terrenos del Fundo “La Carlota”, por el este con el Fundo “La Casona” y con la Hacienda “Sosa” por el oeste, como se desprende de la información contenida en Contribución al estudio de los planos de Caracas de Irma De Sola Ricardo (1967). Cabe añadir que los límites del futuro parque quedarían claramente definidos dentro de la Comunidad 6 de Petare en la zonificación establecida por el Plano Regulador de 1951.

1. Plano de ubicación de los terrenos del Parque Nacional del Este en integración con los del Aeropuerto La Carlota previstos para ser la sede de la Exposición Internacional de Caracas de 1961. Extracto del plano de la Shell elaborado en 1961

No obstante contar con tan importante decisión, los terrenos destinados al Parque del Este no serían objeto de atención sino hasta principios de 1956 cuando el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, dando un paso más en su interés por mostrar los logros alcanzados por el Nuevo Ideal Nacional, emprende, a través del Ministerio de Fomento, la organización para 1960 de una Exposición Internacional de Primera Magnitud que sucedería a la que en 1958 se terminaría montando en Bruselas. Al proyecto se le añadiría el área correspondiente al Fundo “La Carlota” (donde terminada la exposición se localizarían diferentes instalaciones gubernamentales, deportivas y culturales, apuntándose a la creación de un nuevo polo de concentración del poder), y se sumaría a la transformación que se pensaba dar a la zona como corazón de negocios de la ciudad vinculado a la industria petrolera, toda vez que se preveía la construcción en La Floresta (en terrenos de la vecina Hacienda “Sosa”) del edificio de la Mobil Oil Company y la sede de la embajada de los Estados Unidos (ambos de Don Hatch, 1959 y 1958 respectivamente) y se proyectaría en la urbanización Los Palos Grandes el futuro Centro Petrolero de Caracas (a cargo de Angelo Di Sapio, 1957).

2. Izquierda:Afiche de la Exposición Internacional de Caracas. Derecha: Plan maestro de la Expo elaborado por el arquitecto Alejandro Pietri. Arriba, distribución orgánica de los pabellones e infraestructuras, y jardines de la Exposición. Abajo, desarrollo de la fase Post-Exposición y la ubicación de las diferentes instalaciones gubernamentales, deportivas y culturales en el área de La Carlota

Para llevar adelante la organización de la Exposición Internacional de Caracas 1960, se nombrará a partir de agosto de 1956 una Comisión Ejecutiva presidida por el ingeniero Ibrahim Velutini conformada por seis representantes de los diferentes despachos ministeriales involucrados. Velutini coordinará el proyecto mediante una comisión integrada por los arquitectos Alejandro Pietri (responsable de diseñar el Plan Maestro y parte de su arquitectura), y Carlos Guinand Sandoz (coordinador del desarrollo de los bosques y jardines de la Expo, base para el futuro Parque del Este). También se convocará a distintas personalidades como asesoras en diferentes áreas destacando la presencia del renombrado arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle Marx y Asociados (Mauricio Monte, Julio César Pessolani, John Stoddart y Fernándo Tábora), el ictiólogo Dr. Agustín Fernández Yépez, los Sres. William y Katy Phelps, el ornitólogo norteamericano George Scott, el ofidiólogo Luis A. Rivas, el botánico Leandro Aristiguieta y J.M. Cruxent quien era el encargado de las colecciones del Museo de Ciencias.

Los objetivos de la exposición contemplaban no sólo permitir mostrar la actividad económica sino, de acuerdo al informe elaborado por la comisión encargada del proyecto que aparece en la Memoria y Cuenta del Ministerio de Fomento del año 1956, dar cabida a “otras manifestaciones del espíritu y la actividad humana”, ampliando su objeto “a lo social, lo artístico, lo científico y en general a todas las creaciones del hombre”. Así, el Plan Maestro y sus componentes arquitectónicos contemplarían la división en distintas áreas: Nacional, Universal, Ciencias y Artes, Espectáculos y Recreo, y Memorial Bolivariano agrupando las diferentes zonas expositivas en dos etapas previstas por los organizadores: Exposición y Post-Exposición, manteniéndose en ambas la idea de preservar para el Parque del Este la infraestructura que se realizara en el sector originalmente destinado para él.

Los avances que se dieron para llevar a cabo la realización de la Expo dan cuenta del importante rol jugado por Guinand Sandoz en preservar el área del parque y en insistir que el desarrollo de la parte destinada a exponer la flora nacional estuviese a cargo de Burle Marx y Asociados, quedando en manos de Alejandro Pietri lo relacionado a las edificaciones más emblemáticas destinadas a exponer nuestra rica fauna.

3. Arriba: dibujo hecho por Fernando Tábora del conjunto de la Exposición Internacional de Caracas. Abajo dibujos de Fernando Tábora y Roberto Burle Marx de dos de los patios no realizados

Así, cuando desde un comienzo Burle Marx y Asociados empiezan a darle vueltas al concepto de diseño para los espacios libres y jardines que les correspondería diseñar dentro de la Expo 60, como bien relata Fernando Tábora en Dos parques. Un equipo (2007) notan que “el primer problema (…)  fue el de encontrar un tema de diseño que tuviera una relación directa con la cultura venezolana y que al mismo tiempo fuera un atractivo especial para los visitantes. Para responder a este reto era necesario conocer más profundamente los valores que persistían en su sociedad. En aquel momento, la sociedad venezolana le estaba dando la espalda a la tradición y confiaba en un cambio hacia lo moderno sin mucha conciencia de lo que con esto se estaba perdiendo. Nuevamente Guinand se encargó de buscarnos ejemplos de lo que para él era lo mas representativo de estos valores, permitiéndonos visitar las casonas coloniales de la familia Vollmer en El Paraíso y de los Brandt en La Carlota, hoy residencia presidencial. Fue después de estas vistas que Burle Marx decidió que el tema principal de las áreas exteriores de la Exposición sería Jardines Amurallados o Patios. (…) La riqueza de posibilidades que estos espacios permitían, los ejemplos clásicos greco-romanos y árabes que pasaron directamente a la casa colonial española y la relación con una flora tan rica como la venezolana, constituyeron un incentivo a la creatividad que fue inmediatamente aprovechado por Burle Marx. La dificultad residía en cómo resolver espacialmente, la interminable serie de grandes y pequeños patios que él imaginaba: el patio del agua y paredes de azulejos, el patio de las xerófitas, el de las plantas umbrófilas, el de las orquídeas, el de las plantas perfumadas, el de las hojas coloridas, el de las fuentes y cascadas y muchos más”.

De esta manera fueron apareciendo los bocetos y maquetas que empezaron a dar cuenta de la manera como este sistema de espacios cobraría forma dentro del área de la Exposición y que posteriormente (reducidos a tres) pasarían a formar parte fundamental del área de acceso al Parque del Este cuando, caída la dictadura en 1958, se vinieran abajo los planes de que Venezuela entrase en el circuito de la Exposiciones Universales, se superase la incertidumbre acerca del destino de los terrenos y, a instancias de Guinand Sandoz, el gobierno de Rómulo Betancourt contratase el proyecto definitivo del más importante espacio recreacional de la ciudad a Burle Marx y Asociados.

4. Izquierda: plano topográfico del Parque del Este luego de su construcción. Derecha arriba: maqueta de los jardines amurallados. Derecha abajo: salida del Patio de los Azulejos hacia el Patio de los Muros Rojos

Acerca del diseño del área de acceso principal al Parque del Este (inaugurado oficialmente en 1961 como Parque “Rómulo Gallegos”, pasando luego a denominarse Parque “Rómulo Betancourt” en 1983 para finalmente a partir de 2002 adquirir su nombre actual de Parque “Generalísimo Francisco de Miranda”), ubicada sobre el lindero norte, que también coincide con decisiones que ya se habían tomado en el Plan Maestro de la Expo 60, y la manera como los patios se conciben como un mundo aparte formando parte de la transición que debía lograrse entre el ruido y la contaminación de la ciudad y el recogimiento y tranquilidad que requerían las zonas verdes recreativas, Fernando Tábora lleva a cabo una minuciosa descripción en su libro. Allí da cuenta de cómo se llegó a su disposición, dimensiones y tratamiento definitivo y de cómo se lleva a cabo la aproximación a ellos desde el acceso principal dando pie a un hermoso despliegue cargado de sensaciones que permiten descubrir, dentro de un cuidadoso manejo de la topografía, la incorporación de tres recintos de características particulares, siendo el Patio de los Azulejos (cuyo dibujo elaborado por Burle Marx ilustra nuestra postal del día de hoy) el que marca la pauta para el inicio del recorrido principal que en este sector se puede emprender, permitiéndonos pasar al Patio de los Muros Rojos para finalmente rematar en el de la Cortina de Agua.

5. Dos vistas del sector Los Patios del Parque del Este.

También el Patio de los Azulejos, en sus más de 2.200 metros cuadrados de superficie, cuya zona pavimentada está tratada con dos tipos de lajas de piedra y acompañada de una extensa hilera de bancos de concreto, ofrece la oportunidad a Burle Marx de dejar constancia de su impronta como artista plástico mediante el tratamiento de las paredes en forma de murales tridimensionales, que acompaña de 21 bandejas desde donde surgen láminas de agua y recubre de mosaico de 13 x 13 cms., rindiendo a su vez homenaje a una técnica tradicional de Brasil desarrollada como herencia proveniente de Portugal introducida allí por los árabes. Cabe destacar que la idea de contar con un “patio del agua y paredes de azulejos”, como vimos, ya estaba presente desde la etapa proyectual de la Expo 60 pasando el agua a ser el tema que vincula los tres espacios que en definitiva se realizarán. Los patios, aunque fueron tal vez los primeros elementos conceptualmente considerados para formar parte del tratamiento espacial del Parque del Este, fueron los últimos en terminar de construirse por discrepancias en el carácter que debía tener el de la Cortina de Agua, inaugurándose el 16 de diciembre de 1964. El descuido y falta de mantenimiento obligaron a emprender un cuidadoso reacondicionamiento realizado bajo la supervisión de John Stoddart, para, luego de dos años de trabajo, ser reabiertos al público en julio de 2014 devolviéndoles buena parte de sus condiciones originales y el de ser recinto donde el agua en movimiento juega un papel fundamental en su vivencia tanto de día como de noche. Ellos dan cuenta de una rica exploración acerca del significado que tiene un elemento espacial esencial dentro de nuestra tradición permitiéndonos experimentar de múltiples maneras el estar dentro y el estar fuera, sumado a la fluidez y continuidad de un recorrido que ofrece múltiples oportunidades de ser emprendido, donde la sensación de vernos siempre confrontados a la presencia de espacios dentro de otros espacios, llenos de texturas y colores, los convierten en una lección permanente de cómo iniciarse en la comprensión de la arquitectura y en uno de los lugares más hermosos que tiene la ciudad de Caracas.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 3 y 4. Fernando Tábora, Dos parques. Un equipo, 2007

1 y 2. Carola Barrios, Caracas: Ciudad Moderna y Museo. Intersecciones inacabadas en el paisaje de los años 50, Tesis Doctoral presentada en la UPC ATSAB, 2005

5. https://entrerayas.com/2014/07/fotos-rehabilitacion-integral-de-los-patios-ornamentales-del-parque-miranda/

es noticia

11 bienales de arquitectura a las que debes prestar atención en 2019

por Nicolás Valencia

(Segunda parte)

9 Enero, 2019

Tomado de Plataforma arquitectura

Paraguay: XI Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (XI BIAU)

Octubre, 2019

Después de una turbulenta edición en Brasil en 2016, la XI Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (XI BIAU) se realizará por primera vez en Paraguay. Los comisarios y directores de la próxima edición serán los arquitectos españoles Arturo Franco y Ana Román.

Además de premiar obras construidas, publicaciones y papers académicos, la XI BIAU anunciará el/la ganador/a del Premio Iberoamericano de Arquitectura y Urbanismo, galardón que ya han recibido arquitectos de la talla de Eduardo Souto de Moura, Paulo Mendes da Rocha y Francisco Sáenz de Oiza.

Argentina: XVII Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires
15-26 de octubre, 2019

Alemania, Francia, Finlandia, Noruega, Suecia, Dinamarca, España, Australia, Holanda e Italia serán los países invitados a la 17ª edición de la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, el festival de arquitectura más importante en Argentina, en el cual Bjarke Ingels (BIG) dictó una conferencia en su anterior edición. La organización confirmó en diciembre pasado que el centro de eventos Usina del Arte albergará nuevamente las actividades del evento, incluyendo una exhibición del Global Award for Sustainable Architecture.

ACA

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Años alejandrinos = La edad del espectáculo + Tiempo de incertidumbre 

A Chronicle of Architecture

Luis Fernández-Galiano

Editorial Arquitectura Viva

2019

Nota de los editores

Luis Fernández-Galiano presenta una selección de los artículos escritos entre 1993 y 2006 para El País, diario donde se ocupó durante esos años de la página semanal de arquitectura. Agrupados con el nombre común Años alejandrinos, que evoca a la vez su extensión cronológica y su carácter de crónica, los dos volúmenes de 512 páginas cada uno retratan las vicisitudes de la arquitectura en el tránsito entre los siglos XX y XXI. Titulado La edad del espectáculo, el primero de ellos cubre los últimos años del siglo pasado, un periodo de prosperidad optimista cuya mejor expresión fue el mediático Museo Guggenheim de Bilbao. Los primeros años de nuestro siglo se incluyen en el segundo volumen, Tiempo de incertidumbre, que refleja la inquietud posterior al 11 de septiembre, así como la sensación de fragilidad producida por los conflictos bélicos y el cambio climático. Los textos, que entrelazan la arquitectura con el arte, el pensamiento, la economía o la política, están ilustrados con más de 2.500 imágenes, y por ellos desfilan casi 2.000 protagonistas de las realizaciones y los debates de ese tiempo. Los artículos fueron calificados por Rafael Moneo de «pequeñas obras maestras», describiéndolos como «bien construidos, brillantes en la elección de las metáforas, informados, sutiles…», y asegurando que «quienquiera que estudie en el futuro lo que ha sido la historia de la arquitectura en estos años deberá acudir a esta rica cantera de escritos».

ACA

¿SABÍA USTED…

… que en 1955 está fechado el permiso de construcción del edificio Royal Castle, ubicado en el bulevar de Sabana Grande con Av. Santos Erminy?

En un interesante artículo titulado “ ‘El Especialista’, mito historiográfico o realidad histórica?” aparecido el 7 de septiembre de 2015 en el portal El Estilete. Crítica/Pensamiento/ Arte (http://www.elestilete.com/dossier/el-especialista-mito-historiografico-o-realidad-historica/), los profesores Orlando Marín y Blanca Rivero dan cuenta de una minuciosa pesquisa que emprendieron con la finalidad de corroborar si la autoría de “algunos edificios caraqueños catalogados hasta entonces como ‘anónimos’ gracias a una publicación del Instituto de Arquitectura Urbana: La Vivienda Multifamiliar en Caracas entre 1940 y 1970, editada por Fondur, en 1983”, eran efectivamente de la autoría del “arquitecto proyectista” Narciso Bárcenas, a quien se le había colocado el mote o alias de “El Especialista” debido “a la maestría del diseñador en producir un sinnúmero de efectos distintos en una misma edificación, a pesar de que su planta fuese exactamente la misma la que se repitiese en todos los niveles”.

Marín y Rivero, siguiendo la estela dejada a mediados de los noventa por un grupo de profesores y estudiantes de arquitectura de la Universidad Simón Bolívar, al indagar en torno a Narciso Bárcenas, descubren a través del Diccionario biográfico de Venezuela (1953) que era nativo de Cumanacoa (estado Sucre) donde había nacido el 6 de junio de 1925 (fallece en 2008), Doctor en Ciencias Físicas y Matemáticas graduado en 1946 en la Universidad Central de Venezuela y que como ingeniero civil contaba entre sus realizaciones el cálculo del Puente Los Caobos y la Iglesia Nuestra Señora de Coromoto, en El Pinar. Además, al contactarlo directamente recibieron la tajante respuesta de que nada tenía que decir sobre las obras que se le endilgaban como “El Especialista” (sobrenombre que rechazaba y por el que nadie lo conocía en el medio profesional), las cuales habían sido diseñadas “por unos arquitectos y artistas italianos con los cuales había trabajado”. Por otro lado, al ser contactados los ingenieros Santos Michelena y Pedro de la Rosa, compañeros de promoción, “negaron de manera categórica cualquier relación de Bárcenas con el diseño arquitectónico de edificaciones, e incluso algún tipo de sensibilidad o inclinación artística; más bien recalcaron su extraordinaria habilidad en el cálculo estructural y los retos constructivos, disciplinas propias de la ingeniería civil”, acotarán los autores del artículo.

El trabajo de Marín y Rivero, esclarecedor por demás de la manera como se fraguó el amplio y ambiguo término “estilismo anónimo”, utilizado por William Niño Araque para encabezar todo un capítulo de 1950. El espíritu moderno (1998), transcurre a través de las páginas de la Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela donde se publicaban mensualmente los permisos otorgados en el área metropolitana de Caracas por las ingenierías municipales a lo largo de la década de 1950, para finalmente develar cómo “Bárcenas estuvo a cargo de la construcción de, al menos, veintidós edificios multifamiliares entre los años 1953 y 1959, dieciséis de los cuales se ‘permisaron’ en el año 1955, entre ellos los edificios Canaima y Humboldt. No obstante, resultó sorprendente descubrir que en proyectos que parecían ser indudablemente salidos de la mano de ‘El Especialista’, como el edificio Royal Castle, ubicado en el bulevar de Sabana Grande; el Mediterráneo, frente al Centro Comercial El Recreo, o residencias Capri en Altamira, no aparecía su nombre como profesional responsable, sino el de los ingenieros Leopoldo Sucre Figarella, José Behar y Héctor Cardazzi, respectivamente”.

De allí la pregunta que se hacen de inmediato: “¿Serían también Sucre Figarella, Behar y Cardazzi otros ingenieros ‘Especialistas’?”, la cual se responden con asombrosa precisión al detectar que los 201 permisos en los que aparecen como proyectistas Bárcenas (22), Sucre Figarella (64), Behar -quien fuera socio de Bárcenas- (50) y Cardazzi (65) estaban conformados por obras que, tras ser visitadas por Marín y Rivero, se pudo verificar que “no todas presentaban el lenguaje arquitectónico de carácter plástico y la audacia formal que reconocíamos en ‘El Especialista’; incluso, muchas carecían de atributos formales y espaciales, lo que demostraba que estos profesionales trabajaron con diferentes proyectistas y debieron asumir, más bien, el rol de calculistas estructurales y de responsables, ante las autoridades locales, del desarrollo de las obras”.

Por tanto, la presencia oculta en buena parte de la multitud de edificios construidos en Caracas durante los años 50 de la mano de un grupo de profesionales vinculados a la arquitectura que, por no haber obtenido la reválida de sus títulos, trabajaban para ingenieros que si podían firmar los planos, pasa a ser no sólo un capítulo aparte dentro de la historia de la ciudad sino la excusa para que Marín y Rivero hayan llegado a la conclusión provisional de que tras muchos de los que poseían los atributos propios de “El Especialista” se encontraba quizás el delineante italiano H. Ferrato (cuyas iniciales H. F. aparecían en los “cajetines” de los planos de los proyectos “permisados” hechos siempre a mano con “un mismo modelo de rótulo, con igual tipo de letra y caligrafía, y un mismo monograma que se repite siempre en el espacio destinado a la firma del dibujante”), o que en todo caso “más allá de una ‘invención’ historiográfica, quizá ‘El Especialista’ sea un estilo desarrollado por muchos ‘especialistas’ que, como Ferrato, marcaron la imagen de la edilicia urbana caraqueña en el momento de su mayor crecimiento”.

Así, el Royal Castle, edificio interesante si los hay, cuyo proyecto se podría atribuir transitoriamente a Ferrato y que está firmado por el ingeniero Leopoldo Sucre Figarella (1926-1996), de quien hay que recordar que durante los gobiernos adecos, partido al que pertenecía, fue Gobernador del estado Bolívar (1960-1962) y desarrolló una exitosa gestión como Ministro de Obras Públicas (1962-1969) y Presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (1984-1993), denota, como buena parte de ese racimo de obras que pudieron salir de la misma mano, un buen manejo de las proporciones, sensibilidad en la respuesta al contexto donde se inserta, dinamismo y plasticidad en el diseño de las fachadas desde una planta tipo similar, cuidado en la diferenciación de las actividades que lo conforman y en la manera como se produce el contacto con el suelo, manejo acertado de la escala y en la forma de definir los accesos, siempre en el marco del máximo aprovechamiento de lo permitido por las ordenanzas, la racionalidad constructiva, la eficiencia funcional y un uso desprejuiciado de códigos propios de la modernidad arquitectónica.

Más allá del “estilismo” al que se puede sumar, el Royal Castle es, dentro del hoy recuperado bulevar de Sabana Grande, muestra de una edificación que no sólo ocupa dignamente una de sus despejadas esquinas sino que evidencia a las claras una particular maestría en cuanto a la forma como se puede responder a esta condición. Es, por tanto, la obsesiva necesidad de dar cuenta del lugar más importante del terreno lo que da origen a la mayor parte de la carga expresiva de esta particular pieza arquitectónica. De este hecho se origina, por un lado, el manejo de elementos verticales lineales y murales que se componen, con la ayuda del color aportado por el mosaico vitrificado de 2 x 2 cms, con pequeños balcones en voladizo plegados y superficies vidriadas, y, por el otro, el realce de la actividad comercial enmarcada con una sutil marquesina de concreto. Este inusitado despliegue de expresividad hace olvidar que estamos en presencia de un eficiente edificio residencial que se posa sutilmente en el suelo y que maneja con sabiduría la transición volumétrica de los usos que contiene, la relación de lo horizontal con lo vertical y la escala urbana; o que también existía un importante compromiso con la esquina norte del terreno o con el resto de sus fachadas que no fue debidamente atendido.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas. Archivo Fundación Arquitectura y Ciudad