visitas memorables

Oriol Bohigas (Barcelona, 1925)

Cuando Oriol Bohigas viene por primera vez a Caracas en 1976, invitado por los organizadores de la VI Bienal Nacional de Arquitectura (evento que se realizó en los espacios del Museo de Bellas Artes) para participar en un ciclo de charlas donde también figuraban Kenzo Tange y Fernando Belaúnde Terry, ya había traspasado los 50 años de edad, se encontraba inmerso en el interesante período que caracterizó la transición española luego de la muerte de Franco en 1975 y llevaba 25 años asociado con Josep Martorell y 14 con David Mackay con quienes había abierto en 1962 el estudio MBM Arquitectes, de donde había salido una serie de obras y proyectos que se pueden considerar emblemáticos de la arquitectura española de la época y que servirían de base para la publicación del libro Martorell, Bohigas, Mackay: Arquitectura 1953-1978 (1979), donde Charles Jenks se atreve a reafirmar lo que el propio Bohigas, en su conocido texto “Una posible ‘Escuela de Barcelona’” (1969), ya había adelantado.

Bohigas, sin embargo, más allá de su sociedad profesional brillaba con luz propia. En 1951, siendo muy joven, había participado en la fundación del Grupo R, movimiento liderado entre otros por Josep Antoni Coderch que surgió como reacción a la arquitectura de corte académico monumentalista desarrollada en los años de la posguerra española, con la voluntad de entroncar con la actividad que el GATCPAC, primer grupo de vanguardia con presencia en la Península Ibérica, de inspiración racionalista, ya había propuesto desde antes de la Guerra Civil. Se nutrió el Grupo R (que se consideraba a sí mismo como postfuncionalista) no sólo del racionalismo y las corrientes de vanguardia internacionales, sino también de diversos estilos practicados anteriormente en Cataluña, como el modernismo y el novecentismo, con un especial énfasis en el carácter mediterráneo de la arquitectura popular catalana. De la arquitectura contemporánea practicada a nivel internacional sienten admiración por el Neoliberty y el contextualismo italiano, así como por el organicismo nórdico.

Ya para 1976 Bohigas, como parte de su propia evolución que se dio luego que en 1961 cesaran las actividades del Grupo R, había escrito tres de sus principales textos que eran objeto de discusión por su talante contestatario, preocupados por asentar principios sólidos para una posible identidad de la arquitectura catalana contemporánea y muy críticos con el desempeño convencional de la arquitectura que se hacía: Arquitectura Modernista (1968), Contra una arquitectura adjetivada (1969) y Proceso y erótica del diseño (1972).

La segunda visita que hace Bohigas a Caracas data de 1981, a instancias del Instituto de Arquitectura Urbana, luego de haber sido Director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, cargo que ejerció entre 1977 y 1980 y que deja para ser Delegado del área de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona hasta 1984. Si su primer paso por Venezuela estuvo signado por un sesgo si se quiere más vinculado a la reflexión asociada a la práctica arquitectónica, ya en este segundo se empezaba a perfilar la fortaleza de un pensamiento en torno a la relación arquitectura-ciudad que fue desarrollando desde el cargo que ejercía dentro de la política urbana de su ciudad y que supo aprovechar al máximo cuando luego sería nombrado en 1984 por el alcalde Pasqual Maragall como consejero de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, desde donde trabajó en las grandes obras proyectadas con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992, marcando un antes y un después dentro de la historia de la ciudad. De esta trascendental experiencia aparecerá de la mano de Bohigas otra importante publicación que recoge sus fundamentos teóricos y conceptuales: Reconstrucción de Barcelona (1985). También permitirá a MBM participar proyectando a modo de efecto demostrativo la importante operación urbana integrada por la Villa y Puerto Olímpicos.

La actuación modélica de Bohigas en Barcelona, que partió del abandono de la estrategia de los planes urbanísticos generales, reconoce a la ciudad como un hecho político y, como tal, cargado de ideología y de práctica política. Así, la ciudad es concebida como el conjunto de sus espacios públicos entendiéndose como espacio público no sólo a los espacios urbanos, sino también a la inserción de la arquitectura en los servicios colectivos donde piezas relevantes juegan un papel fundamental en su estructuración. En otras palabras, la ciudad debe ser pensada no como un sistema global y unitario, sino como una suma de sistemas relativamente autónomos en la que el espacio de la vida colectiva no puede ser un espacio residual, sino un espacio significativo, proyectado, minuciosamente diseñado.

«Hay que dar un paso adelante en la exigencia proyectual. Hay que definir concretamente las formas urbanas. Es decir, en vez de utilizar los planes generales como documento suficiente, hay que imponer los proyectos urbanos puntuales. Si me permiten decirlo exageradamente, diría que hay que sustituir el urbanismo por la arquitectura. Hay que proyectar el espacio público -es decir, la ciudad- punto por punto, área por área, en términos arquitectónicos», declaró Bohigas en el acto de entrega del premio del RIBA en 1999 casi a modo de manifiesto. Esta manera de proceder que deja de lado el sistema de Planificación por el de Proyectos Urbanos lo entendió y respaldó el alcalde Maragall convirtiéndose posteriormente en parte del programa del Partido Socialista de España liderado por Felipe González.

Entre 1981 y 2008, fecha de la última visita de Bohigas a Caracas transcurren 27 años en los que se consolida su figura y se valora al máximo su rol dentro de la transformación urbana de Barcelona y el pensamiento que la soporta. Las expectativas de su venida a Venezuela en octubre de aquel año, ya con 82 años a cuestas, estaban, por tanto, influidas por la necesidad de escuchar de boca de un maestro reconocido opiniones sobre el futuro urbano de nuestras ciudades y el papel que juegan los arquitectos en el actual diseño de las mismas, lo que dio como resultado una presentación en el IESA y otra en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, además de diversas reuniones más puntuales. La Fundación para la Cultura Urbana, quien invita a Bohigas en ocasión de realizar su Conferencia Anual, fungiría en esta ocasión de anfitriona junto a la FAU UCV y Econinvest. La polémica de parte de alguien que nunca la ha evadido hizo acto de presencia de diferentes maneras a lo largo de su estadía.

Desde declaraciones en las que definió a Caracas como una “anticiudad”, hasta la manifestación de tesis que iban en contra de la autonomía universitaria, Bohigas pasa esta vez por Caracas precisando, si cabe aún más, las líneas maestras de su visión urbana o emitiendo opiniones no necesariamente complacientes (sin dejar por ello de lado su posición progresista) en torno a los planes que ofrecía en plena campaña el aspirante del partido oficialista a la Alcaldía del Municipio Libertador. El 5 de octubre aparece publicada en El Universal una candente entrevista a cargo de la periodista Mirelis Morales y William Niño Araque, por su parte, publica  ese mismo día en El Nacional un interesante artículo titulado «Bohigas, entre la esperanza y la desilusión» que permitía al lector conocer mucho mejor al personaje y su ideario mediante un repaso de sus más importantes logros.

La conferencia que dictó en el IESA de San Bernardino el lunes 6 de octubre, generó las mayores expectativas. Allí se presentó un Bohigas severo, tajante, más académico, alertando sobre la crisis de las ciudades y la inminente posibilidad de que la arquitectura desaparezca, al no entenderse ya como un concepto al servicio de los ciudadanos. Centrado, una vez más, en valorar al máximo la dinámica que involucra el equipo conformado por Estado-promotores-profesionales-vecinos y a privilegiar el espacio público para el disfrute del ciudadano común rompiendo las reglas de los grandes planes maestros, sus recomendaciones apuntaron, de nuevo, a pequeñas soluciones enmarcadas dentro de zonas controladas para crear efectos positivos que irradien al resto del territorio, no sin dejar de advertir que cada vez es más difícil «ayudar a formar el espacio público al servicio de la comunidad», lamentándose de que la arquitectura sea hoy en día un «espectáculo» al servicio de una idea «comercial y especulativa». «El arquitecto es un personaje secundario, en vez de ser el ideólogo que da personalidad y buen pensamiento a la arquitectura. Cada vez se le aparta más de las líneas de producción» llegó a decir.

Hoy a sus 93 años, con problemas de salud y algo alejado de la actividad pública, profesional y académica que siempre le han apasionado, Bohigas ha atesorado a lo largo de su vida premios y reconocimientos, pero ante todo la satisfacción de haber visto hechos realidad una muy buena parte de sus proyectos entre los cuales su querida Barcelona ocupa un lugar privilegiado. Salvo contadísimas excepciones, las autoridades de Caracas todavía no lo han escuchado ni mucho menos comprendido.

ACA

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