
Archivos Mensuales: diciembre 2018
ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 142

Este plano de Caracas a escala 1:5000, cuya elaboración se atribuye a la Ingeniería Municipal del Distrito Federal, permite apreciar con mayor detalle lo que Irma De Sola Ricardo de Lovera (1916-1991) en el libro Contribución al estudio de los planos de Caracas (1967) denomina como “la formidable obra urbanística oficial” que se desarrollaba en dicha entidad, donde la ciudad emerge como objeto de modernización de la mano de los lineamientos fijados por el Plano Regulador de 1951.
Nuevas urbanizaciones, autopistas, edificios y grandes infraestructuras modernas apuntan a un cambio de escala de la ciudad, producto tanto de un trabajo multidisciplinar como del auge económico en la capital. De aquí que plantear que nos encontramos ante el nacimiento de una ciudad policéntrica o ante la germinal presencia de ciudades dentro de la ciudad no sería exagerado.
El plano elimina la topografía, y muestra el Distrito Federal estructurado con base en las múltiples y diversas redes viales que, de forma heterogénea, conforman una ciudad compuesta por retazos, donde se perciben fragmentos diversos, desvinculados, sin una idea organizadora. Cada red representa cómo la urbe se va conformando por el libre y descontrolado juego de fuerzas sociales y económicas, cuyo resultado son procesos de urbanización aislados, desarrollados bajo reglas propias e independientes.
Por otro lado, en el plano también es posible identificar ciertas piezas de arquitectura, de distinto carácter e índole urbana, dispuestas bajo una lógica que atomiza la ciudad de forma funcional y las conecta mediante sistemas rápidos de circulación vehicular. El Helicoide de la Roca Tarpeya, el teleférico al Ávila ubicado en Maripérez, la urbanización 2 de Diciembre (posteriormente 23 de enero), el Centro Simón Bolívar, la Ciudad Universitaria y el Sistema Urbano de la Nacionalidad (que incluye el Paseo Los Símbolos y el Paseo Los Ilustres), se representan en este plano como nuevas y grandes infraestructuras que cambiarán la escala y percepción de la ciudad, conectadas por nuevas e importantes vías expresas. Modelos de vivienda social como la urbanización Carlos Delgado Chalbaud en El Valle, Pedro Camejo al norte de la ciudad, en el límite oeste entre el Recreo y La Candelaria, o los primeros bloques de la urbanización Simón Rodríguez, también emergen como parte de la obra pública. William Niño Araque expresará en “Ciudad definitiva. Un paisaje plenamente moderno” –Santiago de León de Caracas. 1567/2030- (2004): “… la verdadera modernidad visual y urbana se plantea simbólicamente a partir de 1º de enero de 1950, con la inauguración de la avenida Bolívar y se prolonga en un esfuerzo monumental hasta el 23 de enero de 1958, (…) cuando la metrópoli abarca la extensión total de su territorio”.
Para la realización del plano, que contempla únicamente el Departamento Libertador del Distrito Federal (de allí que la trama se vea cortada hacia el este en el límite con el Distrito Sucre por la quebrada de Chacaíto y que tampoco aparezca el Departamento Vargas que abarca todo el Litoral Central y sus parroquias consideradas foráneas: Caraballeda, Carayaca, Caruao, La Guaira, Macarao, Macuto, Maiquetía y Naiguatá), se tomó como base el “Plano de Caracas por Parroquias” de 1936. Dicho plano, elaborado también por la Ingeniería Municipal, recoge lo establecido por la Ordenanza emitida aquel año por el Concejo Municipal del Distrito Federal, y es reseñado por De Sola Ricardo en la página 158 de su libro, siendo “la primera vez en la historia de las parroquias en que se hace una demarcación civil y no se nombran las parroquias eclesiásticas como se acostumbró hasta 1889”. Ello implicaría un gran cambio en el sentido de pertenencia de los ciudadanos cuyas viejas referencias se verían desdibujadas. Así mismo, las demarcaciones parroquiales mostrarían desigualdades en su extensión, encontrándose parroquias muy extensas, así como otras con áreas muy pequeñas. Cabe destacar que los límites de las parroquias fueron trazados tomando como referencia la mitad de la vía, considerando las recomendaciones de modificación de los limites parroquiales realizadas por Ricardo Razetti en 1910.
Valga decir, además, que los límites parroquiales representados por líneas punteadas, establecidos en la Ordenanza de 1936, sufrirían modificaciones posteriormente en 1939 y 1941. En 1939 se modifican los límites de las parroquias Sucre, Catedral y San Juan y luego en 1941 los límites de las parroquias San José y Candelaria.
En definitiva, el plano de 1956 que hoy nos ocupa, muestra las áreas de las parroquias urbanas del Distrito Federal a saber: Catedral, Altagracia, Candelaria, Santa Teresa, San José, Sucre, San Juan, La Vega, Antímano, Santa Rosalía, El Valle, San Agustín y El Recreo, obviando las consideradas foráneas. También muestra que esta división de la capital, pareciera no seguir ningún criterio geográfico, religioso, geométrico, territorial, urbano o funcional.
La “modernidad instantánea” que se ofrece en esta representación, se constituyó en un fenómeno urbano donde en muy corto tiempo se desarrollaron importantes estructuras que cambiarían la fisonomía de la capital definiendo nuevos limites entre la arquitectura y la ciudad. Esta forma de trocear Caracas con limites parroquiales que no siguen claros criterios de orden, fijando fronteras que no guardan relación con los trazados urbanos, originará áreas huérfanas y dividirá urbanizaciones. Como consecuencia, San Bernardino quedará seccionada a la mitad entre las parroquias Candelaria y San José. A su vez el borde este entre la parroquia El Valle, y el limite territorial con el Distrito Federal, quedará como un área huérfana sin pertenencia a parroquia alguna.
En este período los hechos urbanos sucederán tan aceleradamente que terminarán imponiéndose a la legislación, un fenómeno catalogado por De Sola Ricardo como “la rebelión de los hechos contra el derecho”, que persistirá por décadas en la capital.
IGV
NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Palimpsesto Architectonico
Alberto Campo Baeza
Ediciones Asimétricas
2018
Nota de los editores
Un manuscrito que se borra para poder escribir encima, pero que conserva las huellas de lo anteriormente escrito: eso es un palimpsesto. Y es así como Alberto Campo Baeza presenta en este libro “capas de ideas, imágenes y sentimientos” —como escribió De Quincey— y en las que se superponen sus reflexiones, sus amores arquitectónicos, sus fuentes de inspiración, sus poetas, arquitectos, filósofos y escritores preferidos, para recorrer, una vez más, no lo que la arquitectura tiene de moda y de efímero sino lo que tiene de constante, de eterno, de universal: la luz, el tiempo, la gravedad, el espacio, la belleza…
En esta recopilación de sus últimos escritos, casi todos ellos inéditos y procedentes de conferencias impartidas en diferentes escuelas del mundo, Campo Baeza se dirige con su habitual generosidad y entusiasmo a sus jóvenes alumnos y colegas, aportando unos consejos imprescindibles (y quizá hoy raros precisamente por sencillos y directos) sobre el proyectar, el investigar y el enseñar.
Porque cuando se reflexiona sobre lo que a uno le importa de verdad, con honestidad intelectual y desde la larga memoria de una vida docente y profesional exitosas, ¿puede el pensamiento ser otra cosa que un palimpsesto?
ACA
NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Francisco Bielsa
Arquitecto
De la realidad a la utopía
Editorial Arte
2018
Catálogo de la exposición homónima del destacado y galardonado arquitecto Francisco Bielsa (Madrid, 1959), montada en los espacios del Museo Nacional de Arquitectura (MUSARQ) desde el 12 de mayo hasta este mes de diciembre de 2018.
Egresado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela en 1982, Bielsa contó para la elaboración de la publicación con el aporte de textos preparados por Juan Pedro Posani (“La precisión, el rigor y el orden en cada acto de diseño”), Javier Cerisola (“Francisco Bielsa arquitecto, de la realidad a la utopía”) y Mónica Silva (“La composición arquitectónica y los proyectos de Francisco Bielsa”) así como una “Presentación” redactada por él mismo.
El diseño gráfico es de Zilah Rojas y las fotografías de Francisco Bielsa, Gorka Dorronsoro, Orlando Palencia, Holger Stork y Fran Beaufrand.
La edición de 220 páginas, tapa dura, es bilingüe español-inglés y su tiraje de 1000 ejemplares fue posible gracias al auspicio de hasta 15 patrocinantes. De la exposición conformada por 25 maquetas, 60 fotografías de gran formato, siete gigantografías y 36 paneles de planos y fotografías de 8” x 10”, en el catálogo se reseñan 15 proyectos de la oficina de Bielsa, entre construidos y no construidos, algunos de ellos enviados a concursos internacionales. La publicación cuenta, además, con una síntesis biográfica del arquitecto y una bibliografía selecta.
ACA
Es noticia
Stoddart.
El paisaje que nos une.
Historia de un británico en Venezuela

El pasado 8 de diciembre fue abierta en la Sala I de la Galería de Arte Nacional (GAN) la exposición “Stoddart. El paisaje que nos une. Historia de un británico en Venezuela”, dedicada a reconocer la trayectoria y obra del importante arquitecto paisajista John Stoddart (Beckenham, 1929).
La muestra, cuya curaduría estuvo a cargo de Verónica Fraiz, Esmeralda Niño y Luis Chacín y que contó con el auspicio del Fondo de Valores Inmobiliarios (FVI), recoge al iniciar el recorrido una cronología que refiere la vida de Stoddart a través de fotografías. Seguidamente, puede apreciarse una pequeña muestra de su obra acompañada de algunos planos originales y maquetas de sus trabajos más emblemáticos dentro y fuera de Venezuela, así como otras reproducciones. Un espacio de la sala dispone de dispositivos museográficos con los que el visitante puede interactuar, que hacen referencia a algunas de sus obras ejecutadas en Venezuela, muchas de ellas realizadas en conjunto con el arquitecto chileno Fernando Tábora (cuya sociedad Stoddart + Tábora Arquitectos Paisajistas se mantuvo desde 1965 hasta 1997), entre las cuales destacan: el Parque Generalísimo Francisco de Miranda (anteriormente conocido como «Parque Rómulo Betancourt» y luego como «Parque del Este», donde además participaron Mauricio Monte y Julio César Pessolani fungiendo de coordinador del equipo Roberto Burle Marx), la Plaza Diego Ibarra, el Hotel Humboldt, la Galería de Arte Nacional, el Boulevard y Paseo Vargas, el Centro de Arte La Estancia, el Parque Recreacional Sur de Valencia (en Carabobo), el Parque Zoobotánico El Ingenio (en Miranda) y las Residencias Isla Paraíso & Yacht Club (en Anzoátegui), entre otros.
ACA
LA RED HOTELERA NACIONAL

Hotel Miranda
La Memoria y Cuenta del Ministerio de Fomento del año 1953, recoge lo siguiente: “El proyecto para la construcción del ‘Hotel Miranda’, en la ciudad de Coro, con capacidad para sesenta y seis (66) dormitorios dobles, fue concluido, adelantándose los preparativos para la iniciación de los trabajos de su construcción, cuyo costo se ha estimado, aproximadamente, en dos millones doscientos mil bolívares (Bs. 2.200.000,00)”.
Y en efecto, el mismo año la Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV) dedica la portada y 8 páginas del nº 212 (noviembre) a presentar el “Proyecto de un hotel de turismo en la ciudad de Coro” el cual había sido contratado a la Oficina Técnica Eduardo Arnal (OTEA) -encabezada por el ingeniero Eduardo Arnal- donde a una nota introductoria, en la que se señala por un lado la trascendencia de la concepción por parte dell Ministerio de Fomento de una red hotelera nacional que contará con su apoyo tanto en lo económico como en lo técnico para que se desarrollen “hoteles de turismo” y, por el otro, la largamente sentida necesidad en la ciudad de Coro por contar con una instalación de gran nivel, destinada a sus visitantes, más aún con el auge que se esperaba una vez abiertas “las carreteras pavimentadas a Puerto Cabello y Paraguaná y los desarrollos petroleros en las zonas cercanas a ella, incluyendo las refinerías de Punta Cardón y Punto Fijo”, sigue la descripción de toda una serie de aspectos que permiten su cabal comprensión.

Así, dentro de los completos «Estudios preliminares» realizados por OTEA, publicados en la Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela, se puede detectar en primer lugar “la definición del tipo de hotel planeado”; en segundo lugar “la elección del sitio para el hotel”; en tercer lugar “la investigación del movimiento de pasajeros en la ciudad de Coro”; en cuarto lugar “la formulación del programa arquitectónico”; en quinto lugar el “presupuesto aproximado y justificación económica de la inversión necesaria”; y, finalmente, una serie de “conclusiones y recomendaciones”.
Cierra la presentación del hotel Miranda en la publicación mostrando la “memoria descriptiva del proyecto” acompañada de los planos correspondientes a plantas, cortes y fachadas, a detalles de puertas y ventanas y al abastecimiento de agua (esquema de ramales), lo cual permite encontrarse con un valioso documento de gran utilidad para hacerse una buena idea de todo un proceso que permitió dar inicio a su construcción el 1-9-54, luego de que el Ministerio de Fomento otorgara, entre las dos firmas que se presentaron a la licitación, la buena pro a la empresa De León & Magdaleno por un monto de Bs. 2.500.475,67, quien tras más de un año de trabajos en los que tuvo que superar diversos problemas técnicos cumplió entregando la obra para su inauguración el 5 de diciembre de 1955 a un costo definitivo de Bs. 5.500.00,00 (como se verá, más del doble de lo originalmente presupuestado).
Podríamos resumir, por tanto, que el hotel Miranda se concibió como una instalación “de 1ª calidad” dotado de todos los servicios y comodidades necesarias para el alojamiento de viajantes de negocios, con suficientes atractivos de recreo para turistas o viajeros en vacaciones que además debía prestar servicios sociales, públicos u oficiales a los residentes de la ciudad de Coro y ofrecer locales comerciales tanto para huéspedes como para vecinos que generarían ingresos adicionales destinados a cubrir la inversión, colaborar en labores de mantenimiento y producir ganancias.


Su céntrica localización, la cual pasó por un proceso de adquisición de las parcelas vecinas a la originalmente destinada, con el objeto de dar cabida en una manzana mayor al hotel-club que se buscaba hasta alcanzar los 14.300 m2 de terreno, da frente a la Avenida Francisco de Miranda (que conecta con el casco histórico de Coro, donde se ubican en un cuerpo bajo los 12 locales comerciales con estacionamiento al frente), la Avenida del Aeropuerto -hoy Josefa Camejo- (hacia donde se presenta el volumen de tres plantas a doble crujía con orientación norte-sur que contiene las 66 habitaciones -6 suites incluidas- y parte de sus instalaciones de apoyo, retirado suficientemente para lograr el aislamiento necesario que requiere su uso), y la calle Hernández (paralela a la Miranda que junto a la paralela a la del Aeropuerto funciona como calle de servicios). En definitiva el resultado es una edificación de varios cuerpos en “U” articulados que bordean las zonas verdes, recreacionales y deportivas del hotel.
El programa que dio como resultado un área de construcción de 4.220 m2, orientó el desarrollo de un hotel “en varias plantas, destinando la Planta Baja a los servicios comunes del mismo y a los locales comerciales y las plantas superiores a las habitaciones para los huéspedes, lográndose así una eficaz circulación vertical, una mayor intimidad y aislamiento de los dormitorios y utilizando al máximo la orientación más favorable y el aprovechamiento de los vientos dominantes para obtener una ventilación natural adecuada”. Las tres zonas que componen la planta baja (recepción, servicios y comercios) “tienen acceso diferente y son independientes unas de otras, pero están íntimamente ligadas por corredores de circulación que conectan los ambientes relacionados entre sí”.
Llama la atención la consideración de los proyectistas a las variables funcionales de las que destacan el cuidado por lograr el confort ambiental necesario para las zonas destinadas a las habitaciones y las de disfrute social. Así, la memoria descriptiva puntualiza cómo los “locales comerciales sirven a la vez de pantalla, para aislar las zonas de reposo y parque del tránsito intenso de la Avenida (Miranda) y de los rayos directos del sol poniente. La orientación de estos locales condujo a la elección de las paredes pantalla en diente de sierra y al empleo de un alero continuo apoyado en dichas pantallas, para evitar así que el sol penetre en las vidrieras de exhibición y en los locales. Para facilitar su uso por los huéspedes del hotel se proveyeron de entradas y vidrieras adicionales al fondo, conectadas con un pasillo cubierto”, a lo que se suma: “Todas las habitaciones con vista al Norte tienen terrazas individuales techadas defendidas del sol poniente con pantallas racionalmente orientadas. Las habitaciones con vista al Sur, que se pueden ratar (sic) a un precio más reducido para halagar a los viajantes de comercio, no tienen terrazas, pero sus ventanas están defendidas del sol con pantallas y aleros proporcionados especialmente a fin de no permitir a los rayos del sol penetrar por ellas”.
El hotel Miranda aunque quedó fuera del grupo de instalaciones diseñadas por arquitectos destacados o que se abrían paso dentro de la profesión (seleccionados en su mayoría por Daniel Camejo Octavio) y un tanto al margen del reconocimiento que ello implica se constituye, sin embargo, de mano de su ingeniero-proyectista, en una respuesta clara resuelta bajo criterios absolutamente racionales ajustada a un esquema funcionalmente correcto y a los patrones que privaban internacionalmente para el diseño hotelero. También cumplió con las expectativas que la ciudad albergó con su apertura y se constituyó, en uno de las edificaciones que dieron pie a la creación de la CONAHOTU en 1955, luego de que el Ministerio de Fomento detectara que la política hotelera seguida por ellos no daba los resultados que se esperaban. En tal sentido, de la Memoria y Cuenta del Ministerio de Fomento de ese año se recoge: “…en base de la experiencia adquirida, se llegó a la conclusión de que era necesario crear una organización capaz de dirigir en forma centralizada y eficaz los hoteles en que tenía participación el Ministerio de Fomento estableciendo al mismo tiempo normas de operación. Por estos motivos, el Ciudadano Ministro resolvió la. creación de la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo, empezando con la fusión de las siguientes compañías: Compañía Anónima Hotel Miranda (Coro); C.A. Hoteles y Turismo de Nueva Esparta, Hotel Bella Vista (Porlamar); y Compañía Anónima Hotel Barinas (Barinas). Para la fecha de la fusión, se encontraban estos tres hoteles en construcción.”
A pesar de las auspiciosas expectativas creadas, en fecha tan temprana como 1960, la Memoria y Cuenta del Ministerio de Fomento precisa: “Hotel Miranda. Las operaciones de este hotel se han reducido de manera notable como consecuencia del descenso de las actividades industriales en aquella región. Ha sido el único hotel de la red donde no fue posible rebajar las pérdidas finales, no obstante las rigurosas medidas de reajuste económico ejercidas en dicho establecimiento”.
Más adelante gracias a la inversión pública el Miranda amplió en 20 el número de habitaciones en una nueva ala y mejoró sus instalaciones y servicios lo cual aumentó su área de construcción a 7.196 m2. También fue modificada la forma original de la piscina.
No obstante los esfuerzos hechos, el hotel entra dentro de las instalaciones que en 1991, de manos del Fondo de Inversiones de Venezuela, se busca privatizar con la finalidad de detener el deterioro en el que de nuevo había caído. Lo acompañan el Tamá, el Cumanagoto y el Trujillo.


Hoy en día se le conoce como hotel Miranda-Coro Cumberland, posee calificación de tres estrellas y forma parte de una cadena que opera varias instalaciones a lo largo del país. Mantiene, por tanto, una actividad constante y a la vez modesta dadas las circunstancias económicas que atraviesa Venezuela pero su privilegiada ubicación, adecuada escala y completa infraestructura aún permiten presagiar tiempos mejores.
Nota Esta aproximación al hotel Miranda ha sido posible en buena medida gracias al apoyo que hemos conseguido en el Trabajo de Grado para obtener el título de Magister Scientarium en Historia de la Arquitectura de la UCV de Juan Manuel De Ascencao De Jesús, titulado “Arquitectura hotelera estatal en Venezuela: 1952-1958” presentado el año 2005.
ACA
Procedencia de las imágenes
1, 3 y 4. De Ascencao De Jesús, “Arquitectura hotelera estatal en Venezuela: 1952-1958”, Trabajo de Grado para obtener el título de Magister Scientarium en Historia de la Arquitectura, 2005
2. Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela, nº 212, noviembre 1953
5. https://us.pricetravel.com/hotel-miranda-cumberland/hotel-detail