
Archivos diarios: 8 de julio, 2018
Contacto FAC 84
HA SIDO NOTICIA
Menos arquitectura, más ciudad
Por Eduardo Prieto

Tomado de Arquitectura Viva
15/06/2018
El jueves 14 de junio se ha clausurado en el Baluarte de Pamplona el congreso internacional ‘Menos arquitectura, más ciudad’. Es el quinto encuentro bienal que organiza la Fundación Arquitectura y Sociedad, tras ’Más por menos’ (2010), ‘Lo común’ (2012), ‘Arquitectura necesaria’ (2014) y ‘Cambio de clima’ (2016). Complementando a los anteriores —que propusieron enfrentarse a la crisis a través de la austeridad y la solidaridad—, el que acaba de terminar ha abierto un nuevo ciclo de congresos, que estarán centrados en la ciudad, lugar de libertad para el individuo pero también escenario de encuentro para la toda ciudadanía y territorio de los grandes retos a los que debe enfrentarse la civilización globalizada.
El evento contó con el apoyo organizativo de Arquitectura Viva, y, como en las ediciones de 2010 y 2016, fue inaugurado por el rey de España Felipe VI, en una ceremonia en la que también intervinieron Uxue Barcos, presidenta del Gobierno de Navarra, Carlos Solchaga, presidente de la Fundación Arquitectura y Sociedad, y Francisco Mangado, patrono fundador de la Fundación, amén de director del congreso junto a Luis Fernández-Galiano.
Abrieron los turnos de ponencias los escritores Eduardo Mendoza y Leonardo Padura. El consagrado autor de La ciudad de los prodigios y Premio Cervantes 2016 explicó que la literatura moderna ha convertido a lo urbano en su principal cantera de materiales, y confesó que su interés por las ciudades —principalmente en su ciudad natal, Barcelona, protagonista de sus novelas— está en su lado canalla y turbio, y en su capacidad de transformarse continuamente. Por su parte, el escritor cubano, a quien se debe la celebrada serie de novela negra protagonizada por Mario Conde y que es autor de otros complejos y exitosos relatos como El hombre que amaba a los perros, describió minuciosamente los escenarios de sus narraciones, que son fundamentalmente los de su entorno diario en un barrio a las afueras de La Habana, y explicó en qué medida su abordaje a temas locales y a escenarios urbanos contiene una insoslayable denuncia política.
La segunda sesión, titulada ‘El gobierno de las ciudades’, comenzó con una apasionada intervención de la alcaldesa de Madrid, que explicó, desde un punto de vista muy personal, sus políticas en la capital de España, se mostró convencida de que el futuro de las ciudades pasa por la participación, y sintetizó las características deseables para una urbe moderna en tres conceptos: solidaridad, sostenibilidad y creatividad. Complemento y, a la vez, pendant de Carmena fue la intervención de Joan Clos, exalcalde de Barcelona y ministro de Industria del Gobierno de España, que ha pasado los ocho últimos años en Nairobi como director ejecutivo de ONU-Habitat, el programa de Naciones Unidas destinado a la promoción de ciudades sostenibles, resilientes y prósperas. Tras exponer los retos que el crecimiento demográfico y urbano de Asia y África van a suponer para Occidente, Clos conminó a la construcción de una “política africana” para Europa, y propuso seguir avanzando para nuestro continente no pierda su carácter modélico, de manera que “Europa sea para el mundo lo que Escandinavia ha sido para Europa”.
Bajo el tema ‘Visiones urbanas’, la tercera sesión del congreso comenzó con la ponencia de Iwan Baan, el fotógrafo de arquitectura más reconocido del mundo, que, utilizando ochocientas imágenes, paseó al público por un tan personal como interesante viaje por los rincones del mundo, presentando de un modo impresionista distintos modos de entender la ciudad, desde los asentamientos informales de Lampala hasta las sorprendentes y milenarias arquitecturas excavadas de Etiopía. La arquitectura excavada fue precisamente el tema tratado en su ponencia por Dominique Perrault. El miembro de la Academia de Bellas Artes de Francia y celebrado autor de la Biblioteca Nacional de París propuso que el crecimiento de las ciudades deje de hacerse hacia arriba —el modelo del rascacielos— o en horizontal —el modelo del sprawl—, para pasar a extenderse hacia abajo, aprovechando el terreno disponible con el objetivo de liberar el plano del suelo para la ciudadanía. Ilustró sus tesis con una serie reciente de sus proyectos y obras que tienen un carácter subterráneo.
La cuarta sesión, celebrada ya en la segunda jornada del congreso, trató el tema de ‘La ciudad como proyecto’, y contó con las ponencias de dos reconocidas arquitectas, ambas profesoras de la Graduate School of Design de la Unversidad de Harvard: Farshid Moussavi y Belinda Tato. Autora de la ya mítica Terminal de Yokohama, Moussavi presentó una serie de proyectos recientes de su estudio que tienen una mayor impronta cívica y pública, con usos que van de lo comercial y cultural a lo residencial, y en ciudades diferentes, desde Londres a París. Moussavi explicó los modos en los que la “arquitectura en sí misma” se puede convertir en un actor social y defendió la flexibilidad espacial como un modo de hacer posible la inclusión de los diferentes modos de vida que exige la sociedad contemporánea. Por su parte, Belinda Tato, a través de una nómina de obras y proyectos en Madrid, Daca, Asunción y Miami, entre otras ciudades del mundo, explicó las estrategias que sigue su estudio, Ecosistema Urbano, a la hora de implicar a la comunidad en las decisiones que van a transformar de manera radical su entorno inmediato, y defendió el papel que los arquitectos pueden desempeñar en este proceso.
Con una conferencia sobre la identidad de las ciudades, Deyan Sudjic, reconocido historiador y crítico británico que actualmente es director del Museo del Diseño de Londres, dio comienzo a la quinta sesión del congreso, ‘La arquitectura de la ciudad’. Sudjic hizo un idiosincrásico y interesante repaso por la historia de la ciudad, incidiendo en el papel fundamental que, a su juicio, desempeñan las casualidades y azares en su desarrollo; una perspectiva antropológica que contrastó con el abordaje al problema de la forma de la ciudad propuesto por el segundo de los ponentes, Salvador Rueda, biólogo, sociólogo y director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona. Tras presentar con datos escalofriantes el panorama del crecimiento demográfico y el consumo de recursos en los próximos veinte años —un consumo que achacó a las grandes ciudades—, explicó su enfoque para atajar gradualmente el problema: el ‘urbanismo ecosistémico’ basado en la reducción del consumo energético y en el desarrollo de la economía del conocimiento, y cuya herramienta fundamental es la llamada ‘supermanzana’, modelo que Rueda y su equipo vienen desarrollando desde hace años. Para terminar, Rueda instó a la adhesión al documento en el que se plantean y desarrollan estas ideas, la llamada ‘Carta de Barcelona’.
Jan Gehl y Jaime Lerner fueron los encargados de la última sesión del congreso, ‘Futuros urbanos, futuros humanos’. Mientras que Gehl, arquitecto y profesor danés que es autor de clásicos del urbanismo como Life Between Buildings y Cities for the People, explicó su principal idea-fuerza —reorientar el planeamiento urbanístico en favor del peatón y los ciclistas— y la ejemplificó a través de una serie de proyectos llevados a cabo en Europa, América y Australia, Jaime Lerner, el arquitecto brasileño que transformó como alcalde la ciudad de Curitiba y fue Gobernador del Estado de Paraná, se centró en la descripción, a través de casos concretos, de las herramientas de planeamiento de su singular ‘acupuntura urbana’: la capacidad de transformar radicalmente las ciudades a través de intervenciones específicas, acotadas espacialmente y controlables desde el punto social y económico. Una modelo, el de la acupuntura urbana, que hizo que la revista Time le incluyera en 2010 entre los 25 pensadores más influyentes del mundo. Las conferencias se complementaron con una serie de conversaciones entre los ponentes y los moderadores —José Luis García Delgado, Javier Conde, Luis Fernández-Galiano, Ángela García de Paredes, Sandra Ollo y José María Ezquiaga—, que también llevaron a cabo entrevistas en profundidad con cada uno de los arquitectos invitados. Todas ellas se recogerán en el libro resumen del evento que Arquitectura Viva publicará este otoño, que se añadirá así a los que documentaron los congresos de 2010, 2012, 2014 y 2016.
ACA
ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 119

El anuncio publicado en la revista Integral nº 7 (1957) que ilustra la postal del día de hoy, aparece un año después de que el equipo encabezado por los arquitectos Jorge Romero Gutiérrez, Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger (Arquitectura y Urbanismo, C.A.) y complementado por un importante grupo de empresas, concluyeran el proyecto de “El Helicoide”, emblemática y polémica edificación que colocó, como pocas, ante el mundo la capacidad profesional, técnica y constructiva desarrollada durante aquellos años en un país que se mostraba a la cabeza de la modernidad Latinoamericana.

El empuje propagandístico y el esfuerzo por lograr convencer a una sociedad que lo veía quizás como una propuesta a contracorriente de su aplacada condición provinciana, hicieron de la obtención de recursos un eslabón clave y dificultoso para poder cristalizar el proyecto en obra construida. Las páginas de Integral (editada justamente por un grupo encabezado por Romero Gutiérrez), se convirtieron durante todos esos años en la vitrina donde esta ambiciosa edificación se fue promoviendo y mostrando, teniéndose el nº 5 (diciembre 1956) como punto culminante del despliegue del proyecto convirtiéndose, por el cuidado con que fueron realizados la edición, el montaje y la presentación, en una de las publicaciones más hermosa de cuantas se han editado en el país desde esa fecha, cuya portada y diseño artístico estuvieron a cargo de Omar Carreño.

Así, bajo el título «Helicoide de la Roca Tarpeya. Centro Comercial y Exposición de Industrias”, situado entre las páginas 22 y 42 del número ya señalado, la revista ofrece toda la información necesaria para comprender las razones que permitieron imaginar y diseñar este edificio tallado en un pequeño cerro de 101.940 m2 de los cuales 29.192 m2 se destinaron a vías y espacios verdes, y el resto 72.748 m2 a su construcción, de los cuales 46.715 están dedicados a locales comerciales y exposición de industrias, 8.445 a bienes comunes y 17.588 “a la construcción actual o futura de entrepisos o mezaninas en los locales que sobrepasen el 50% computables”. Además, existen 17.000 m2 destinados a estacionamientos y aceras cubiertas. En resumen, la edificación se ubica en el 50% del área del lote y se construye con base en el 100% de su superficie.

La génesis del proyecto es expresada de la siguiente manera por sus autores: “El Helicoide es una forma geométrica irregular que se asemeja a la forma piramidal de la colina que le sirve de asiento: su funcionamiento está estrechamente ligado a su forma, así como la edificación a su topografía: su expresión lineal consiste en una espiral de subida entrelazada con una espiral de bajada que envuelven la colina, muy simples, pues a medida que se asciende la espiral se encuentran los estacionamientos, locales de comercio y exposición, sin que sean perceptibles el ascenso y el descenso, ya que el gran desarrollo de las rampas da una pendiente muy suave de 2.5% de promedio (…) El atractivo principal del edificio consiste en que inmediatamente que el vehículo entra en él, comienza a recorrer las rampas de acceso como por un estacionamiento donde a su paso se encuentran los distintos locales y puede estacionar en el punto que le sea más conveniente: no existe final de estacionamiento ni vías que interrumpan la continuidad de la circulación”.

Como respaldo a lo señalado con relación a este Centro Comercial adaptado a las más actuales exigencias y estándares internacionales, en el número 5 de Integral aparecen, con relación al proyecto: los Objetivos, la Definición y un Resumen General de él, impreso y desplegado en siete laminas de papel transparente, con cada una de sus plantas, permitiendo ver la correspondencia entre cada uno de los niveles con el inferior y la relación vehicular con los diferentes espacios. Se encuentra también detallado el esquema de circulación, un corte esquemático del edificio indicando su relación con la avenida Fuerzas Armadas, los locales comerciales y algunos de ellos considerados especiales, las vitrinas de exhibición, el Palacio de Espectáculos y la Central de Televisión, el diseño del Kindergarten, la Central de Administración y Comunicación y el Centro Automotriz (ubicado muy próximo al acceso, con una bomba de gasolina, túnel de lavado automático, venta de carros y taller mecánico). En la página 40 se describen en detalle los diferentes Locales Tipo propuestos, terminando con las cinco plantas del Club de Propietarios. Cabe destacar cómo en el punto más alto del edificio los proyectistas colocaron a modo de remate un domo geodésico que se encuentra entre las tres primeras a ser construidas en aluminio, creada por el visionario ingeniero Buckminster Fuller.
El proyecto, una vez concluido en 1956 comienza a ser reconocido y premiado internacionalmente por su novedoso diseño arquitectónico y su original plan urbano. En tal sentido, El Helicoide fue reseñado en la revista Time (1957) y destacado en la exposición «Roads» montada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) en agosto-septiembre de 1961 y, nuevamente, en el mismo museo entre marzo-julio 2015 en la exhibición «Latin America in Construction: Architecture 1955–1980».

Luego de cuatro años de construcción ininterrumpida iniciada en 1957, en 1961 El Helicoide se paraliza definitivamente una vez que se ralentiza el ritmo de la obra en 1958 con la caída de la dictadura de Pérez Jiménez y no logran cristalizar las múltiples negociaciones entre lo promotores, el Gobierno Nacional y los entes económicos financistas.
En varias ocasiones se consideró la estructura del edificio, terminada en su 90%, como base de diversos proyectos de recuperación y remodelación, no prosperando ninguno de ellos. Así, mientras en 1966 sirvió de refugio a damnificados causados por las lluvias (situación que se repitió en 1979 convirtiéndolo en lugar de asentamiento de construcciones informales), en 1982 tras 16 años de ocupación (cuando ya habitaban allí 1.860 familias y unas 9.300 personas) El Helicoide es desalojado completamente en seis meses gracias a la presión ejercida por el “Comité de rescate del Helicoide”, luego “Proyecto Helicoide”, coordinado por Sonia Miquilena de Cárdenas, quien propone convertirlo en una “ciudadela cultural”. Entregado en comodato a la Gobernación del Distrito Federal, en 1983 se anuncia la construcción de la primera etapa de dicha “ciudadela” (proyectada por el arquitecto Ralph Erminy), lográndose sólo rescatar y ubicar en su lugar el domo geodésico de Fuller para albergar actividades culturales. Previamente (1969) el MOP propone sustituir el uso comercial original por oficinas públicas, centro de estudios y adiestramiento del IVSS y del INCE y exposiciones; en 1974 el informe desarrollado por la Oficina de Arquitectura Oscar R. Tenreiro Degwitz para el Centro Simón Bolívar propone la inclusión en El Helicoide de áreas para la Biblioteca Nacional, el Archivo General de la Nación, la Imprenta Nacional, el Museo de Historia Natural y el Museo de la Ciencia y de la Técnica; en 1975 mediante Decreto de expropiación se autoriza al recién creado Instituto Nacional de la Vivienda (INAVI) la adquisición de los bienes afectados y se encarga el proyecto “Nuevo Helicoide Caracas” al Grupo Tekto (Carlos Celis Cepero y Ana Teresa Caraballo-Gramko de Celis Cepero), quienes solicitan la asesoría de los autores del proyecto original y proponen mantener el uso inicial de centro comercial, ampliando los porcentajes de construcción a cien mil metros cuadrados incorporando un gran hotel en forma de torre cilíndrica y otros cuerpos rentables; finalmente, el 10 de septiembre de 1986, El Helicoide es adjudicado a la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención DISIP (SEBIN desde 2010), no sin antes detectarse un último intento por convertirlo entre 1991 y 1993 en el Centro Ambiental de Venezuela y sede del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Renovables según plan maestro presentado por los arquitectos Julio Coll y Jorge Castillo, del Taller de Arquitectura JC-JC.
Sobre los avatares que sufrió El Helicoide durante su proceso de construcción y las consecuencias que derivaron en su imposible culminación y destino se ha escrito mucho. Las asociaciones que han llevado a considerarlo una “Torre de Babel tropical” aunadas a la noción de “ruina moderna” o de “esencia y espectro de la modernidad venezolana” se han mostrado como poderosas imágenes para convertirlo, además, en reflejo del devenir histórico del país.

Su triste destino actual como sede de la policía política y cárcel donde bajo difíciles condiciones se encuentra recluido un considerable grupo de personas que han manifestado su oposición al gobierno, ha dado origen a la creación del “Proyecto Helicoide” (https://www.proyectohelicoide.com/) concebido y dirigido desde 2013 por Celeste Olalquiaga, asociación civil sin fines de lucro, dedicada a rescatar el valor arquitectónico, cultural y social de la edificación que hoy nos ocupa y que ya cuenta entre sus haberes la realización de exposiciones, la elaboración de numerosos textos y la reciente publicación del libro Downward Spiral: El Helicoide’s Descent from Mall to Prison. Este último, sumado al editado por Oscar Trodman bajo la autoría de Dirk Bornhorst aparecido en 2007 titulado El Helicoide conforman dos caras muy distantes entre sí pero absolutamente complementarias de lo que ha sido este testigo mudo y símbolo a la vez del colapso que ha sufrido Venezuela.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal. Revista Integral nº 7, 1957.
1, 2, 3, y 4. Revista Integral nº 5, diciembre 1956.
5. Archivo Fotografía Urbana
6. Colección Crono Arquitectura Venezuela
DÍA DEL ArQUITECTO

El pasado miércoles 4 de julio se celebró en nuestro país el Día del Arquitecto. En tiempos de redes sociales sorprende la cantidad de mensajes de todo tipo, felicitaciones o recordatorios que traducidos en imágenes, textos o animaciones, unos más convencionales y otros más creativos, se pusieron a circular dando cuenta de una efemérides que por pura casualidad coincide con el aniversario de la declaración de independencia de los Estados Unidos de América hecho que, en ocasiones, también ha traído a colación otra clase de remembranzas y asociaciones no muy afortunadas.

Sin embargo, aunque ya se haya registrado por diferentes medios, artículos o escritos, consideramos conveniente, a raíz de la decisión tomada aquel 4 de julio de 1945 por Rafael Bergamín (1891-1970), Luis Eduardo Chataing (1906-1971), Cipriano Domínguez (1904-1995), Enrique García Maldonado (1905-1990), Heriberto González Méndez (1906-1992), Roberto Henríquez (1905-1990) y Carlos Raúl Villanueva (1900-1975) de fundar la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA) en acto celebrado en la sede del Colegio de Ingenieros de Venezuela, volver a repasar algunas de las circunstancias que han acompañado la aparición y consolidación de un gremio al cual se le ha hecho muy difícil posicionarse de forma sólida dentro de la estructura socio-político-cultural venezolana. Para ello no hemos encontrado mejor punto de apoyo que el artículo introductorio de la edición dedicada a los “65 años de la creación de la SVA”, publicado en la revista entre rayas nº 84, meses julio-agosto 2010 escrito por Lorenzo González Casas y Henry Vicente (http://entrerayas.com/2011/07/la-sociedad-venezolana-de-arquitectos/), cuya vigencia tras casi una década es plena, así como también lo es el interés permanente por dicha publicación y su director Jesús Yépez en no olvidar año a año la importancia del acontecimiento.
Tal y como relatan González Casas y Vicente, la conformación de gremios profesionales, cuyo origen se remonta a épocas tan remotas como el siglo XI, arropados más recientemente bajo el concepto de “capital social”, tiene en la creación de la SVA la oportunidad de ser puesta en evidencia a raíz de un hecho muy significativo: buscar “el reconocimiento de una profesión poco conocida en el país y una demostración -observando en retrospectiva la magnitud de sus logros- de la importancia de la actuación colectiva; del valor del asociacionismo”.
La arquitectura ya había comenzado a dar señales de buscar agremiarse desde el siglo XIX, particularmente en Francia conformándose primero sociedades (como la pionera Societé Centrale des Architectes, creada en 1840) y transformándose poco a poco en Colegios profesionales, hecho que en España, por ejemplo, acontece entre 1929 y 1931.
En Venezuela, la más importante referencia a la iniciativa impulsada por los siete fundadores de la SVA, no es otra que la constitución del Colegio de Ingenieros de Venezuela en 1861, el cual fue “concebido como órgano de consulta al servicio del Estado, y recibió un impulso notable con la creación del Ministerio de Obras Públicas, en 1874, lo que le permitió consolidar su rol de asesor de las obras ejecutadas por ese Ministerio” y su poder e influencia sobre todas aquellas profesiones “afines” que como la del arquitecto aún no contaban con espacio dentro de la enseñanza universitaria formal, hecho que redundará en el tiempo y explicará muchas de las vicisitudes acaecidas cuando la decisión de agremiarse independientemente se toma. Como otro dato de importancia se registra que la Escuela de Ingeniería es creada en 1895 y la autorización de otorgar el título de arquitecto se asocia a ella a partir de 1897 como complemento obligatorio a los estudios que ya se realizaban para entonces en la Academia de Bellas Artes. Por otro lado la Sociedad Venezolana de Ingenieros Civiles se funda en 1891 y la Sociedad Venezolana de Arquitectura y Construcción (claro precedente de la SVA) en 1895.
En 1925 apareció la Ley del Ejercicio de las Profesiones de Ingeniero, Arquitecto y Agrimensor y posteriormente, en 1936, debido a “la llegada de arquitectos extranjeros y el regreso de profesionales venezolanos formados en el exterior, se produjeron decisiones del Colegio de Ingenieros de Venezuela para facilitar el proceso de acreditación de los estudios de estos profesionales”, derivando en la definitiva diferenciación disciplinar con la creación de la Escuela de Arquitectura de la UCV en 1941, que inicialmente se limitó a la organización de programas de estudio y a la tramitación de títulos obtenidos por arquitectos en universidades extranjeras, para luego, “degradada” a Departamento de la Escuela de Ingeniería, iniciar en 1944 las labores docentes funcionando así durante dos años. Ante tanto vaivén, Arquitectura lograr adquirir en octubre de 1946 nuevamente el estatus de Escuela, esta vez adscrita (a la par que la de Ingeniería) a la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. En 1948 egresa la primera promoción de 11 profesionales y en 1953 se crea la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) que nace con la de arquitectura como única escuela.

1945, año que marca el fin de la Segunda Guerra Mundial y registra grandes cambios tanto a nivel nacional como internacional, ve cómo son recogidos en unas pocas líneas los fundamentos de la asociación gremial que da origen a la celebración del 4 de julio. En un alarde de magistral síntesis, los fundadores de la SVA suscriben un breve documento manuscrito que plasma los fines totalmente vigentes del organismo recién creado: “Dar impulso al estudio y desarrollo de la Arquitectura; cultivar la ética profesional; establecer vínculos de unión entre sus miembros y propender a la defensa y mejoramiento de la profesión”. La primera Junta Directiva de la Sociedad estuvo compuesta por Carlos Raúl Villanueva (Presidente), Luis Eduardo Chataing (Vicepresidente) y Heriberto González Méndez (Secretario). El año siguiente se realizó la constitución formal de la SVA en la Oficina de Registro Público. La Junta Directiva, que sustituyó a la Junta original, estaba compuesta por Carlos Guinand Sandoz como Presidente, Cipriano Domínguez como Vicepresidente y Heriberto González Méndez, una vez más como Secretario. A lo largo del tiempo, “los siete”, con la excepción de Bergamín (el único arquitecto extranjero de entre ellos) y García Maldonado, ocuparon puestos en la Directiva de la Sociedad.
La febril y a la vez eficiente actividad desarrollada por los miembros fundadores y primeros agremiados dentro de la SVA puede resumirse en “el crecimiento del número de afiliados a la Sociedad y la ampliación de sus esferas de actuación” pasando de “204 miembros de número, 31 miembros afiliados y 3 miembros honorarios” en 1959 a 375 miembros en 1964. También lo atestigua la ampliación de su estructura organizativa, el empeño puesto en la regularización y fortalecimiento de los estudios de arquitectura (que, como ya se dijo, despegan definitivamente en 1946 gracias a su empuje), la participación en numerosos eventos internacionales, la incorporación a organizaciones de carácter mundial y regional, la activa participación en la organización de concursos, el lanzamiento en 1958 de la revista SVA (alcanzando 20 números hasta 1965) y la realización en 1963 de la primera Bienal Nacional de Arquitectura y el otorgamiento en su marco del primer Premio Nacional a Carlos Raúl Villanueva por el conjunto de su obra.
En 1966, con la meta fundamental de darle sentido a lo que ya en 1959 Heriberto González Méndez proponía en la Primera Convención Nacional de Arquitectos como una necesaria colegiación, la SVA se transforma en el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) y en homenaje a aquellos siete fundadores, se decide decretar el 4 de julio como el Día del Arquitecto en el país.
La historia del CAV está aún por escribirse. Ella recogería con toda seguridad momentos de gran entusiasmo, otros de palpable decadencia y, como constante, la inercia de lo adelantado durante 21 años por la SVA y el desinterés de sus agremiados por las actividades por él desarrolladas, arropadas en exceso de énfasis en lo gremial y lo social y mucho menos en lo cultural, lo intelectual y lo disciplinar. La frustrante posibilidad de lograr la verdadera colegiación todavía se mueve en terrenos pantanosos e inciertos donde los intereses de la ingeniería aún predominan, pese a que la Ley del Ejercicio de la Ingeniería, Arquitectura y Profesiones Afines promulgada en 1958, se tornó en instrumento auspicioso sobre el cual, sin embargo, se han dado pocos pasos en firme a favor de la autonomía de las competencias propiamente arquitectónicas.
Como testimonio de los altibajos de 52 años de vida del CAV surgen datos como los siguientes: las Bienales Nacionales (12 hasta la fecha) se han espaciado en el tiempo perdiéndose el sentido de su denominación; la revista CAV registra la aparición desde 1966 hasta la fecha de 60 números con baches notables de continuidad; el empeño (también espasmódico) en lograr que el concurso se convierta en la vía más expedita para lograr la contratación de proyectos públicos no se ha consolidado; y la sede del Colegio ha continuado el “nomadismo” que ya aquejaba a la SVA sumando cuatro mudanzas más sin contar aún con asiento propio.
Esfuerzos los ha habido que han intentado paliar tales problemas e intentar navegar en tiempos de crisis que se traducen en la actividad desplegada a través de la realización de eventos, la amplificación de las relaciones con organizaciones de otros países o la incorporación a las redes sociales sin que ello aún el CAV logre motivar a un colectivo e incentive su participación hasta el punto que para octubre de 2016 de 5.440 agremiados inscritos, solo 144 estaban solventes.
Hoy, luego del hecho inédito que derivó en el bloqueo de las elecciones convocadas el 30 de octubre de 2016 a causa de un recurso contencioso interpuesto ante el TSJ por la actual Junta Directiva (claramente enfrentada con la Comisión Electoral Principal del CAV), pareciera que, tras la sentencia del pasado 18 de junio, se podrá convocar a la realización de comicios que permitirán la siempre deseable renovación.
Esperamos sinceramente que a pesar de las adversidades el CAV sea capaz de revisarse una vez más y se enrumbe hacia objetivos claros, de manera tal de generalizar la sensación de que el 4 de julio es un día que vale la pena celebrar.
ACA
Procedencia de las imágenes
Lorenzo González Casas y Henry Vicente ,“65 años de la creación de la SVA”, revista entre rayas nº 84, julio-agosto 2010. (http://entrerayas.com/2011/07/la-sociedad-venezolana-de-arquitectos/)
