LA RED HOTELERA NACIONAL

1. Vista de la fachada norte desde las áreas recreacionales

Hotel El Tamá

El hotel El Tamá (nombre tomado de un conocido páramo tachirense), es una de las instalaciones que forma parte del grupo cuya planificación y administración asume la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo (CONAHOTU) desde su creación en 1955.

Junto al Trujillo, al Miranda, al Maracay, al Guaicamacuto, al Cumanagoto, al Bella Vista e incluso al Humboldt, el Tamá asume la tipología imperante a nivel internacional compuesta de un volumen prismático que destaca en altura conteniendo las habitaciones al que se articulan una serie de cuerpos bajos donde se congregan las actividades recreacionales y de servicio complementarias.

Considerado durante un buen tiempo como una deuda del régimen para con la zona del país donde había nacido su cabeza visible, el diseño de El Tamá, cuyos estudios preliminares se inician en 1953 (según la Memoria y Cuenta del Ministerio de Fomento), finalmente se le encarga en 1955 al arquitecto Julio César Volante quien ya había participado en los proyectos de los hoteles Cumanagoto (Cumaná) y Prado Río (Mérida), con la clara intención de que fuese inaugurado el 2 de diciembre de 1956. Sin embargo, no pudo abrir sus puertas como “hotel de turismo” de tres estrellas, debido a demoras en el equipamiento de la instalación, sino hasta el 12 de enero de 1957.

2. Vista de la fachada sur

Como en muchos otros de los casos de la red de la CONAHOTU, El Tamá se distingue por la generosidad de sus áreas de apoyo que lo convirtieron en el lugar de encuentro de la sociedad tachirense y de realización de eventos nacionales e internacionales. Su piscina, que terminó tomando dimensiones “olímpicas” por orden de Pérez Jiménez ante las “pequeñas” dimensiones de la del proyecto original, hace de su localización y del esparcimiento alrededor de ella su centro de atención.

Tiene El Tamá un área total de construcción de 12.012,74 m2 y está constituido por 129 habitaciones, de las cuales 112 son dobles y 16 suites (ubicadas en un cuerpo de 9 pisos) y una suite presidencial localizada en el pent-house (con la que se remata el décimo nivel). Cuenta, además, con locales comerciales, comedor, fuente de soda, tasca bar, sala de fiestas, cuatro salones de usos múltiples, cocina principal, salón de juego, talleres, depósito, lavandería y otros servicios que se suman a la mencionada piscina, la piscina para niños y las áreas de jardines. Posee un estacionamiento para 150 vehículos.

3. Planta tipo

La planta tipo de las habitaciones obedece al esquema de una sola crujía lo cual, gracias al clima fresco de montaña que se disfruta todo el año en el área y la ventilación cruzada lograda, no hizo necesario la instalación de un sistema de aire acondicionado. Todas las habitaciones aprovechan desde sus generosos balcones que ven al norte, unificados a nivel de fachada por la continuidad de sus antepechos lo que le da al volumen una marcada horizontalidad, la vista a la ciudad y a las áreas de recreación. La fachada correspondiente a los pasillos de acceso se resuelve a través de un juego muy bien logrado de planos rectangulares que contrastan por su dinamismo con la sobria y elegante fachada principal.

4. Izquierda: El hotel en plena construcción. Derecha: Acto de inauguración el 2 de diciembre de 1956

En el artículo dedicado al hotel El Tamá que aparece en la página de Facebook “Cien años de historia” (https://www.facebook.com/cienanos.dehistoria.75/posts/1789649031296478/), donde se puede seguir todo el proceso que llevó a la construcción de la edificación, se recoge lo siguiente: “Desde la década de los cincuenta se consideró la necesidad de dotar al Táchira de un confortable hotel comparado con los mejores de Caracas. Los notables para entonces eran el Royal, inaugurado en 1932 y el Bella Vista de 1943. Los comerciantes Rodolfo Isea Luzardo, Cayetano Grimaldos Ruiz y José Gabriel Benedetti, se reunieron en diciembre de 1950 ‘para formar una Junta Promotora del Hotel de Turistas de San Cristóbal’. Nada surgió de allí, pues no se contaba con el suficiente capital para realizar semejante pretensión. Una crónica de Vanguardia, reflejaba en enero de 1955 semejante falta, diciendo que ‘cuanto viajero llega por estos contornos se queda asombrado al no hallar un hotel de primera categoría en nuestra capital… debe ser un hotel tipo internacional, nada de ‘taguaras’ a la usanza antigua’, haciendo el llamado a los inversionistas privados que nada hicieron en ese sentido. Sólo el ministro de Fomento, Silvio Gutiérrez, se interesó en el proyecto asomando la participación del 50% de capital oficial, a la vez que reservó a la familia Georgi Cárdenas 40 mil metros cuadrados ‘en la parte alta, allá por Pirineos’, donde se iniciaba la Urbanización Los Pirineos S.A.”

5. El hotel y su entorno
6. Planos de ubicación

Así, El Tamá se terminó ubicando sobre la avenida España (hoy 19 de abril) de la mencionada urbanización ocupando aproximadamente el 30% de un lote prácticamente plano de 54.032 m2 con vista panorámica sobre la ciudad. Terminados de adquirir los terrenos en 1955 y entregado el proyecto, para dar inicio a su construcción se llevó a cabo un proceso de licitación. Los sobres entregados por los participantes se abrieron a finales de abril de 1956, resultando ganadora de dicho proceso, que concluyó el 29 de mayo, la empresa C. A. Constructora Esfega (de los ingenieros José Rafael Ferrero Tamayo, Edgar Asís Espejo y Pedro Emilio García), dándose de inmediato inicio a la obra, cuyo costo sería de 7 millones de bolívares los cuales ascenderían finalmente a Bs. 11.328.074,71 (según Memoria del Ministerio de Fomento) con la inclusión del equipamiento (muebles y accesorios). Debía ser entregada en seis meses o, en otras palabras, el 30 de noviembre. Los responsables de la empresa constructora declaran al diario Vanguardia a finales de mayo “que el movimiento de tierra será de unos veinticinco mil metros cúbicos y que ya la maquinaria entró en actividad”.

Para finales de julio se estaba construyendo el sexto piso del total de diez del cuerpo de habitaciones registrándose un avance “record” del 55%. Muy a tono con lo que fue la vorágine constructiva de la época y la presión por entregar a tiempo se señala que para ello se contaba con “250 hombres, que cumplen ejemplarmente sus tareas repartidos en tres turnos diarios, laborando 18 horas de las 24 del día.”

7. Izquierda: Vista de las áreas sociales del último piso. Derecha: Vista de la piscina desde el cuerpo de habitaciones

Una vez puesto en funcionamiento El Tamá cubrió todas las expectativas pasando a ser el más importante de toda la región, seguido del Aguas Calientes, también de la extinta CONAHOTU, ubicado en la población de Ureña. Su excelente localización y poderosa imagen moderna hicieron que se convirtiera en referencia para los habitantes de San Cristóbal, habiendo llegado a alcanzar la categoría de cuatro estrellas en 1974. El hotel pasó a manos de Corpoturismo a partir del año 1974 por traspaso de la Procuraduría General de la República y fue objeto de una remodelación integral en 1988. Tras el proceso de privatización emprendido por el Fondo de Inversiones de Venezuela en 1991 (quien reportaba para esa fecha el excelente estado de conservación del inmueble), en 1993 fue comprado por el Consorcio Integral Andino 92, C.A y funcionó con este consorcio hasta el año 2002. Entre 1992 y 2002, el hotel cae en una profunda crisis financiera debido a que se dejan de pagar los impuestos correspondientes, creando así una deuda de aproximadamente mil quinientos millones de bolívares de la época. A esto se le sumaría otra deuda de aproximadamente quinientos cincuenta millones de bolívares por motivos de liquidación de empleados en el año 2002, cuando decide cerrar y dejar de prestar sus servicios al publico. Desde ese momento hasta la fecha, el hotel El Tama pasó a una Depositaria Judicial hasta tanto la deuda fuera cancelada. Tras sucesivos intentos por rescatarlo y anuncios gubernamentales de que “volverá a brillar para seguir siendo el templete del turismo tachirense”, El Tamá sigue a la espera.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. Colección Crono Arquitectura Venezuela

2, 3, 6 y 7. De Ascençao J.M. «Arquitectura hotelera estatal en Venezuela: 1952-1958», Trabajo de Grado de la Maestría en Historia de la Arquitectura, FAU UCV, 2005

4. https://www.facebook.com/cienanos.dehistoria.75/posts/1789649031296478/

5. https://vymaps.com/VE/Hotel-El-Tama-110883/

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Ray Eames y Lina Bo Bardi.

El viaje como laboratorio

Mara Sánchez Llorens y Fermina Garrido López

Ediciones Asimétricas

2018

De la nota de los editores de esta publicación en tapa blanda, escrita en castellano, extraemos lo siguiente:

Este libro constituye un viaje de viajes. Un periplo por los trayectos, peregrinaciones y mudanzas realizados por dos creadoras: Ray Eames y Lina Bo Bardi. Viajes que se funden con sus vidas y sus experiencias creativas; una sucesión de actividades y ensayos que componen el “laboratorio vital” de estas arquitectas.

Al viajar, Ray y Lina exploraron la mirada singular de otras disciplinas en torno a los problemas que a veces creemos exclusivos de nuestra práctica arquitectónica. Rebasaron los límites de los itinerarios canónicos y encontraron en los nuevos destinos, de la mano de la antropología, la artesanía, la moda, los espectáculos o el coleccionismo, nuevas fuentes de invención y nuevos procedimientos.

De destino en destino, por Estados Unidos, India, Italia, Brasil o Japón, Mara Sánchez Llorens y Fermina Garrido López, nos van descubriendo los distintos y fascinantes aspectos de una desbordante actitud creativa que llevaron a Ray Eames y a Lina Bo Bardi a compilar objetos procedentes de sus viajes, a exponerlos dentro y fuera del ámbito privado de sus casas, a diseñar muebles y joyas e incluso reescribir o filmar bellas historias encontradas en dichos desplazamientos en los que mantuvieron vigente su capacidad de sorpresa con lo cotidiano y su postura activa para participar en el mundo que las rodea.

Índice

Prólogo

La vida como viaje

Cronología vital viajera de Ray Eames

Cronología vital viajera de Lina Bo Bardi

El viaje como inicio

La celebración del viaje. Los objetos encontrados y su orden

Las arquitecturas del cuerpo. El circo

Un alto en el camino. El acto de sentarse

La memoria o cómo construirse a sí misma mediante los recuerdos viajeros

Bibliografía básica Procedencia de imágenes

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 106

Entre el 27 de mayo y el 1º de julio de 1990 se exhibió en los espacios del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber la muestra «Alessandro Anselmi. Dibujos y Proyectos», organizada por el propio MACCSI, la Fundación Museo de Arquitectura (FMA), el Instituto Francés de Arquitectura (IFA), el Instituto Italiano de Cultura, la Unión Latina y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela.

Se trataba de una exposición itinerante que, originalmente titulada «Alessandro Anselmi. Desseins d’architecte», se abrió en la sede parisina del IFA del 15 de enero al 15 de marzo de 1988, contó con la concepción y realización de Lionel Guyon y Francois Mutterer, la coordinación de Denis Noel, textos de Francesco Moschini y Jean-Paul Robert y cuyo catálogo-extracto bilingüe (francés-inglés) formó parte del nº 254 de L’Architecture d’Aujourd’hui (diciembre 1987).

La de Anselmi se trató de una de muchas exposiciones, seminarios y conferencias que por aquel entonces organizaría la muy activa Fundación Museo de Arquitectura que permitieron conocer aún más en nuestro país a Mario Botta, Franco Purini, Rogelio Salmona, Pierluigi Nicolín, Antonio Cruz & Antonio Ortiz, Alvaro Siza, Richard Meier, Jean Nouvel, Constantino Dardi, y Tuñon & Mansilla.

El montaje caraqueño realizado en la Sala 16 del MACCSI contó con la participación de María Luz Cárdenas (Investigación y Documentación), Nicolás Sidorkovs (Diseño de Exposiciones) y Martín Padrón (Coordinador Editorial de la FMA) y con el marcado interés por traerla de parte del recordado arquitecto venezolano Jorge Rigamonti (1940-2008, Premio Nacional de Arquitectura 2006), quien fue co-fundador y Director Ejecutivo de la FMA entre 1988 y 2006.

Alessandro Anselmi (1934-2013) nació en Roma, donde se graduó de arquitecto en 1963. Fue miembro fundador en 1962 del estudio GRAU (Gruppo Romano Architetti Urbanisti), uno de los colectivos más vibrantes en el panorama romano que, inspirado en la lección proveniente de la actividad de Louis I. Kahn, tuvo como objetivo superar los dictados de Movimiento Moderno y renovar la disciplina, oponiéndose a los resultados académicos de la arquitectura moderna tardía apoyando la necesidad de recuperar la centralidad artística en el proyecto arquitectónico.

La relación entre arquitectura y lugar será uno de los temas dominantes de la producción de Anselmi. De hecho, así como amó la historia, este arquitecto romano siempre defendió el derecho de la arquitectura a expresarse a través de un lenguaje contemporáneo capaz de confrontar el pasado para identificar la expresión del diseño futuro. En los años ochenta, período al que se dedica fundamentalmente la exposición que hoy nos ocupa, el trabajo de Anselmi se centró en el carácter moderno de la imagen. Así, del catálogo de la muestra se puede extraer lo siguiente: “La historia y la aventura moderna a menudo son malas pistas. Con obstinación, un arquitecto romano, igualmente apegado tanto a la una como a la otra, intenta reconciliarlas. En Francia, construye el ayuntamiento de Rezé y expone sus dibujos en el Instituto Francés de Arquitectura. El camino de la línea sirve al arte del espacio.”

La senda que sigue Anselmi en buena parte de su actividad proyectual se puede comprender a través de sus propias palabras: “Mis arquitecturas son siempre paredes enrolladas, retorcidas, intersecadas; las superficies pueden ser curvas, sesgadas, complejas; el suelo y la superficie son los elementos dominantes, luego también hay volúmenes, pero como partes secundarias, a continuación, contenidas, en el fondo desde el punto de vista expresivo. (…) El espacio vacío se deriva de la investigación en las superficies, porque al arrugar y doblar las superficies, que no tienen un cierre real, el elemento fundamental se convierte en el vacío. Mis arquitecturas no son objetos, con un interior y un exterior, sino que son como un puente, entre un exterior y un interior.” Con la cita de Anselmi como preámbulo invitamos a observar el estupendo dibujo que acompaña el afiche promocional de la muestra (que engalana nuestra postal) el cual formó parte de la exposición a la que hoy hemos dedicado este espacio. Corresponde a la propuesta presentada al Concurso para el puente de la Academia de Venecia (1985), realizado en creyón sobre una lámina de 0.88 mts de altura por 0.57 mts de largo de papel de croquis, catalogado con el nº 48/04 dentro de la colección del Instituto Francés de Arquitectura.

ACA