LA RED HOTELERA NACIONAL

Hotel Llano Alto. Vista desde las áreas recreacionales

Hotel Llano Alto

Tal y como señaláramos en una nota anterior (ver Contacto FAC, nº 25, 30/04/2017), desde mediados de la década de los años 50 del siglo XX el Ministerio de Fomento, una vez adquirida la mayoría de las acciones de un gran número de los hoteles que funcionaban en el país, se abocó a complementar la denominada “Red Hotelera Nacional” mediante su participación en la adquisición de terrenos, el diseño y la construcción de hasta 12 instalaciones de nueva planta que serían gestionados directamente por la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo (CONAHOTU).

En nuestro interés por analizar este grupo de edificios, más allá de su posible clasificación por regiones o por tipologías, hemos creído interesante ahondar en la manera como algunos de ellos lograron caracterizarse por la forma como enfrentaron la relación entre modernidad y tradición, a lo que podría añadirse la valoración del sentido del lugar donde debieron construirse o la conciencia de estar representando un país a los ojos del viajero que los disfrutaba.
Así, por ejemplo, en el Contacto FAC nº 28 del 21/05/2017, el hotel Maracay fue objeto de nuestra atención por pertenecer a la saga de los que se alinearon a las corrientes dominantes en el ámbito internacional a la hora de mostrar sus rasgos identitarios. Hoy nos aproximaremos a otro ejemplo perteneciente más bien al grupo de obras que podríamos considerar manifiestan una clara búsqueda de diálogo entre lo local y lo universal: el hotel Llano Alto de los arquitectos Oscar Carpio y Guillermo Suárez.

Oscar Carpio (egresado en 1948 de la primera promoción de la Escuela de Arquitectura UCV -perteneciente entonces a la Facultad de Ingeniería-, uno de los Miembros Fundadores de la FAU UCV en 1953 y luego decano entre 1968 y 1972) y Guillermo Suárez (graduado en el extranjero que hizo el examen de validez de su título en la FAU UCV, 8va promoción, 1958), quienes se asociaron para formar la oficina Carpio y Suárez de importante producción entre 1951 y 1958, ya habían mostrado en anteriores proyectos su proximidad y respeto hacia los pioneros de la arquitectura venezolana pero también la inclinación al uso de referencias internacionales producto de la formación por ambos recibida, como puede constatarse en Cinco oficinas de arquitectura: 1948-1958, Trabajo de Grado presentado por Alberto Sato con el que se tituló en la Maestría en Historia de la Arquitectura, FAU UCV, 1996. Sin embargo, el hotel Llano Alto podríamos decir que constituye un caso excepcional de fusión entre lo lo tradicional y lo actual dentro de la producción de esta oficina lo cual le sirvió a Carpio y Suárez, en virtud de su muy satisfactorio resultado, para que el promotor Daniel Camejo Octavio (con quien entraron en contacto a través de la CONAHOTU), les encargase casi de inmediato (1956) el proyecto del Club de playa «Puerto Azul» (Litoral Central) de cuyo paisajismo se ocupó Roberto Burle Marx.

PLanta de conjunto

El diseño del hotel Llano Alto data de 1954 concluyéndose su construcción en 1956. Su implantación obedece a la consideración de las condicionantes del terreno: una colina ubicada al sur y a las afueras de la ciudad de Barinas con estupendas vistas sobre los llanos occidentales venezolanos y abundante vegetación. El programa lo componen 30 habitaciones, 2 suites y 17 bungalows más sus correspondientes áreas administrativas, sociales y de servicio. Como actividad complementaria, afín a las costumbres de la región, se le añadió un Club Hípico.

Vista exterior del área de habitaciones

Así, en la asunción del partido arquitectónico (que puede revisarse en la revista Integral, nº 4, 1956), los proyectistas hacen mención al aprovechamiento de las bondades del sitio, a la adopción de la horizontalidad como recurso que se ciñe al medio dominante (el llano), y a la escogencia de materiales autóctonos como madera, adobe, teja y canto rodado procedente este último de los ríos cercanos. También se refieren a la eliminación de la utilización del vidrio por lo caluroso de la zona y a la correcta orientación del edificio a fin de aprovechar igualmente las brisas predominantes y lograr así un máximo de ventilación y confort ambiental.

Vista interior del área social

Una descripción hecha de esa manera podría hacer creer que se trata de una obra que por asumir la resolución de un problema actual con recursos pretéritos se encuentra signada por el más absoluto tradicionalismo rayano en el folklorismo vernacular o, en el mejor de los casos, que se trata de un edificio «populista» al menos en apariencia.

Vista del área social
Planta del área social

Pero la realidad, siempre más compleja de lo que denotan los clichés, nos muestra cómo lo que se emprendió desde el punto de vista proyectual fue una verdadera interpretación que incorporó el manejo del espacio contemporáneo paralelamente a la caracterización que proveía la adaptación al lugar. La referencia a la tipología de las haciendas llaneras así como la utilización de alturas generosas, pérgolas, romanillas, aleros, celosías, corredores, terrazas y pasillos cubiertos, usados estos últimos como conectores y a la vez conformadores de nuevos espacios o pequeños patios, ofrecieron la oportunidad de ver traducida en tres dimensiones una planta distribuida de acuerdo con el más riguroso funcionalismo.

Vista desde el interior hacia las áreas recreacionales

El tratamiento de las articulaciones de los diversos volúmenes que conforman el hotel, la asunción de una tecnología constructiva propia de corrientes contemporáneas que se reflejó incluso en el manejo de los materiales autóctonos utilizados (la madera en forma de listones cortados a 45º como revestimiento de la estructura, el entrabado de los pavimentos, la combinación de madera y piedra), la fluida espacialidad interior y la distribución convencionalmente moderna de las habitaciones, nos reafirman en la creencia de que tuvo un mayor peso la adecuación del edificio al programa y el sitio que la voluntad de dotarlo de una imagen pintoresca. Hablar del Llano Alto como un buen ejemplo de arquitectura regionalizada (no regionalista) sería, en conclusión, lo más ajustado a la hora de emitir un juicio crítico sobre esta sencilla, confortable, rica y correcta edificación.

Planta tipo de un bungalow

Lamentablemente, como otros emblemáticos hoteles nacionales, el Llano Alto empezó a presentar paulatinamente problemas para mantener sus instalaciones hasta convertirse en una ruina temprana objeto del desmantelamiento progresivo de los materiales valiosos con que estaba construido, madera principalmente. Cuando en 1975 se crea la Universidad Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ), se ubica inicialmente en la Casa de Los Pulido (actualmente sede del museo Alberto Arvelo Torrealba) para posteriormente (1977) pasar a ocupar los terrenos y desvencijadas instalaciones del hotel. Luego, aprovechando lo poco que quedaba en pie y el adecuado esquema que lo organizaba, el rectorado de la universidad procede, gracias a la inyección de recursos, a refaccionar, reconstruir y posicionarse sobre sus trazas las cuales hoy en día son muy difíciles de reconocer.

ACA

Procedencia de las imágenes

Revista Integral, nº 4, 1956

2 comentarios en “LA RED HOTELERA NACIONAL”

  1. Repito un comentario común, qué hay de cierto en que la madera empleada no fue «tratada» adecuadamente por la constructora y esta fue la causa del deterioro? Por cierto, nada que ver con el trabajo de los arquitectos.

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