… que tal día como hoy, el 26 de febrero de 1994, aparece en el nº 51 de Arquitectura HOY el artículo titulado “¿Dónde está el norte?” de Juan Pedro Posani, considerado como el segundo más relevante escrito breve elaborado en nuestro país entre quienes consultamos para adelantar una posible antología de Textos Fundamentales?

En los años 90 cuando Posani retoma luego de un largo silencio el compromiso de escribir con periodicidad semanal, vuelve a insistir en los temas que desde hacía ya mucho tiempo le venían preocupando, un tanto deslastrado del componente altamente ideológico que caracterizó su producción crítica de los años 60 y 70. En esta nueva etapa, reafirma sus inclinaciones existencialistas, retoma el realismo como bandera y se preocupa por el asunto de la identidad y con ella el de la autenticidad.
Reaparece, como parte de una actitud que busca abrir los ojos al extraviado accionar de nuestros arquitectos, la necesidad de tomar en cuenta la estrecha relación que la arquitectura debe buscar con el medio al que pertenece, al uso de los materiales y tecnología del lugar y de los dispositivos adecuados para controlar las variaciones climáticas.
Dentro de ese contexto, partiendo de rememorar la pregunta con la que Villanueva se aproximaba a la hora de corregir los proyectos de los estudiantes (¿Dónde está el norte?), Posani no hace otra cosa en su artículo que refrescar el significado que dicha pregunta llevaba asociado: consideración del contexto, la inclinación del sol, las brisas y las lluvias, las vistas, la temperatura, la geografía y la cosmografía. En pocas palabras la “relación con la tierra y con el clima. La vida y el azar nos dieron un tiempo y un lugar. De allí -nos decía Villanueva- hay que partir.”
Posani rescata las recetas que James Marston Fitch (referido por Reyner Banham) daba para diseñar en el trópico húmedo que mantienen “toda la serena verdad de la experiencia comprobada durante siglos:
- Pisos separados de la tierra… ofreciendo la máxima exposición a las brisas dominantes.
- Grandes techos livianos a manera de protección contra el sol y la lluvia tropicales.
- Corredores y balcones continuos para proteger las paredes de la inclinación del sol y de la lluvia que las azota.
- Grandes puertas y ventanas, del piso hasta el techo, para la máxima ventilación.
- Cielosrrasos altos y desvanes ventilados, para mayor confort.
- Persianas controlables, para proveer todas las combinaciones de ventilación y de privacidad.”
Con dicho baremo por delante, en tono claramente prescriptivo, Posani señala en su artículo, lo siguiente: “Una vez definidos los aspectos esenciales el enfrentamiento con el clima y de haberlo asumido como factor que determina el horizonte del diseño arquitectónico, el paso siguiente puede ser el de la manipulación espacial y formal, atendiendo a los impulsos de las sensaciones individuales, de la memoria o de la ‘cross-fertilization’ de la información cultural.” Ética de un hacer que se iguala a una estética austera y sin excesos.
Cierra Posani su disertación subrayando: “Diseñar partiendo del norte es poner los pies sobre la tierra; es abrazar la realidad; es observarse en el espejo y acordarse de los abuelos. Diseñar partiendo del norte es, sobre todo, orientarse hacia el futuro; es disponer de un mapa en el cual esté marcado un proyecto de vida y de país”. Todo un alegato que pone en evidencia una trayectoria vital, que ha dado pie a diferentes polémicas pero en la cual su autor encontró la manera de elaborar un discurso reiterativo pero no menos consistente del cual hoy en día temas como la sostenibilidad son claros herederos. También abre la oportunidad, bajo el supuesto de que no puede haber diversidad sin autenticidad, de apreciar y evaluar la arquitectura venezolana en toda su amplitud marcando con ello claras diferencias con el “todo vale”.
ACA