El anuncio del otorgamiento el pasado martes 3 de marzo del 43º Premio Pritzker («el Nobel de la arquitectura») por primera vez a un equipo femenino, y el cuarto que en general registra la participación de arquitectas (Zaha Hadid en solitario, Kazuyo Sejima en compañía de Ryue Nishizawa y la española Carme Pigem de RCR Arquitectes son los otros tres nombres), nos corresponde darla hoy domingo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, lo cual no deja de constituir una feliz coincidencia
Yvonne Farrell y Shelley McNamara, Premio Pritzker 2020

3 de marzo de 2019
Tomado de Plataforma arquitectura
Fallo del jurado
Yvonne Farrell y Shelley McNamara han desempeñado juntas su papel como arquitectas por cuarenta años, lo que refleja claramente los objetivos del Premio Pritzker: reconocer el oficio de la arquitectura, así como el constante servicio a la humanidad con un equipo de trabajo que va dejando un legado importante.
En su práctica profesional con Grafton Architects en Dublín, Irlanda, desde 1978, han perseguido de manera constante una arquitectura de alta calidad para contextos específicos, tomando en cuenta sus funciones y específicamente las personas que habitarían y usarían estos nuevos espacios. Su obra incluye edificios educativos, viviendas e instituciones culturales y cívicas. Siendo pioneras en un campo que tradicionalmente ha sido y sigue siendo una profesión dominada por los hombres, Yvonne Farrell y Shelley McNamara, son ejemplos destacados para todos aquellos que quieren forjar una ejemplar carrera profesional.
Muchos de sus edificios están ubicados en su país de origen, Irlanda, pero a través de concursos, han ganado importantes comisiones para otros lugares del mundo, como Italia, Francia y Perú. Con una profunda comprensión del lugar obtenido a través de su investigación, agudo sentido de observación, exploraciones abiertas y siempre curiosas y un profundo respeto por la cultura y el contexto, Farrell y McNamara pueden hacer que sus edificios respondan a un entorno y una ciudad de la manera más adecuada, mientras siguen siendo frescos y modernos. Esta profunda comprensión del «espíritu de lugar» significa que sus trabajos mejoran la comunidad local. Sus edificios son «buenos vecinos» que buscan hacer una contribución más allá de los límites del edificio y hacen que una ciudad funcione mejor. Las viviendas North King Street Housing en Dublín (2000) es un ejemplo de esto: crea un patio interior y un respiro de las concurridas calles adyacentes.
Su enfoque hacia la arquitectura siempre es honesto, revelando una comprensión de los procesos de diseño y construcción, desde estructuras a gran escala hasta los más mínimos detalles. A menudo es en estos detalles, especialmente en edificios con presupuestos modestos, donde se puede sentir un gran impacto. Por ejemplo, el Instituto Urbano de Irlanda (Dublín, 2002) emplea lo que los arquitectos llaman una «piel hecha a mano» para crear un edificio visualmente interesante a través de cambios en los materiales que responden a las aberturas, pliegues, necesidades de sombra y otras preocupaciones. Al mismo tiempo, emplea metodologías de control ambiental, buenas prácticas y sentido común para un edificio eficiente y sostenible. En un sitio especialmente sensible en Dublín, las oficinas magistrales del Departamento de Finanzas (2009) dan fe de su conocimiento y cuidado en la selección de materiales y técnicas de construcción con una barandilla y puerta de bronce cuidadosamente hechas a mano y piedra caliza lijada en las fachadas.
Las arquitectas son hábiles y exitosas trabajando a muchas escalas, desde grandes edificios institucionales hasta una casa de poco más de 100 metros cuadrados. Sin gestos grandiosos o frívolos, han logrado crear edificios que son presencias monumentales cuando es apropiado, pero aun así están divididos en zonas y detallados de tal manera que produzcan espacios más íntimos que crean comunidad dentro. En sus grandes edificios, como el Campus Universitario UTEC (2015) en Lima, Perú o el Edificio de la Escuela de Economía (2008) en la Universita Luigi Bocconi, han logrado una escala humana a través de la composición de espacios y volúmenes de diferentes tamaños. Los diálogos que crean entre edificios y alrededores demuestran una nueva apreciación tanto de sus obras como de su lugar.
Como una constante en su enfoque, las arquitectas entienden cómo diseñar secciones complejas de edificios de tal manera que las vistas conecten los profundos espacios interiores con el reino exterior más amplio, permitiendo que la luz natural penetre y anime espacios profundos dentro de un edificio. A menudo, la luz fluye desde tragaluces o ventanas de pisos superiores a través de los interiores de sus edificios, brindando calidez e interés visual, ayudando a los habitantes a orientarse fácilmente en los espacios y brindando la conexión siempre necesaria al exterior.
Por su integridad en su enfoque tanto de sus edificios, como por la forma en que llevan a cabo su práctica, su creencia en la colaboración, su generosidad hacia sus colegas, especialmente como se evidencia en eventos como la Bienal de Venecia 2018, su compromiso incesante con la excelencia en arquitectura, su actitud responsable hacia el medio ambiente, su capacidad de ser cosmopolitas al mismo tiempo que abrazan la singularidad de cada lugar en el que trabajan, por todas estas razones y más, Yvonne Farrell y Shelley McNamara reciben el Premio Pritzker de Arquitectura 2020.
Jurado del Premio Pritzker 2020
Stephen Breyer (Presidente): Juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Washington DC
André Aranha Corrêa do Lago: crítica arquitectónica, curadora y embajadora brasileña en la India. Delhi, India
Barry Bergdoll: historiador de la arquitectura, educador, curador y autor. Nueva York, Nueva York.
Deborah Berke: Arquitecta y educadora. Nueva York, Nueva York.
Kazuyo Sejima: Arquitecta y Premio Pritzker 2010. Tokio, Japón.
Benedetta Tagliabue: Arquitecta y educadora. Barcelona, España.
Wang Shu: Arquitecto, Educador y Premio Pritzker 2012. Hangzhou, China.
Martha Thorne: (Directora ejecutiva). Decano, IE School of Architecture & Design. Madrid, España.








Nota
La noticia del conferimiento del Premio Pritzker a Yvonne Farrell y Shelley McNamara (Grafton Architects) ha sido cubierta por todas las publicaciones dedicadas a la arquitectura y los principales diarios a lo largo del globo. Considerada su obra como una “arquitectura luminosa y sin alardes” por Idoia Sota en El País Icon Design del 3 de marzo (https://elpais.com/elpais/2020/03/03/album/1583250713_204201.html#foto_gal_1), “Shelley McNamara (1952) e Yvonne Farrell (1951) se formaron en la Escuela de Arquitectura de la Universidad College Dublin (UCD). Allí estudiaron con maestros racionalistas recién llegados a la facultad con el encargo de renovar la institución. Al terminar la carrera, ambas recibieron una oferta para dar clases en la escuela. Poco después, fundaron el estudio Grafton Architects (1978), desde el que llevan más de 40 años realizando proyectos, sobre todo, locales y con vocación de servicio. Una arquitectura en la que la luz natural, como reflejo del paso del tiempo y elemento de conexión con el exterior es una constante”.
En “¿Quiénes son Grafton Architects? 20 cosas que debes saber sobre las ganadoras del Premio Pritzker 2020” (escrito por Romullo Baratto y traducido por Nicolás Valencia), aparecido en Plataforma Arquitectura del 6 de marzo, se señala: “Después de más de cuarenta años de operación, la oficina todavía lleva el mismo nombre en honor a la primera dirección de la compañía, Grafton Street, en el centro de Dublín. (…) La oficina puede considerarse de tamaño mediano, donde hoy trabajan 40 personas. Desde 1978, ha contado con la colaboración de otros 56 profesionales. (…) En 1992, los directores del proyecto Gerard Carty y Philippe O’Sullivan, que todavía forman parte del equipo, se les unieron. (…) Farrell y McNamara fueron las curadoras de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2018, el evento arquitectónico más influyente del mundo. La dupla propuso Freespace como tema del evento, buscando explorar la generosidad, la reflexión y el compromiso a través del ejercicio de la arquitectura. (…) Seis años antes, en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2012, Farrell y McNamarra presentaron Architecture as New Geography (Arquitectura como nueva geografía), una muestra inspirada en una fuente difícil de predecir: el trabajo del arquitecto Paulo Mendes da Rocha, ganador del Premio Pritzker años antes. La exhibición relaciona la producción del brasileño con el primer proyecto de Grafton en América del Sur: la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC) en Lima, Perú. En esa edición, Architecture as New Geography fue galardonado con el León de Plata. (…) El proyecto de la UTEC en Perú es quizás el que más reconocimiento ha tenido fuera de Europa. En 2016 ganó la primera edición del Premio Internacional de la Royal Institute of British Architects (RIBA). (…) En febrero de este mismo año 2020 Grafton recibió la RIBA Royal Gold Medal. Otorgada anualmente por RIBA, se trata del más alto reconocimiento que un arquitecto, arquitecta o estudio de arquitectura puede recibir en el Reino Unido. (…) Desde que fundaron Grafton Architects, Farrell y McNamarra han trabajado como profesoras de arquitectura. Un año después de graduarse, ya estaban enseñando en su alma mater: la University College de Dublín. (…) El currículum docente de la dupla irlandesa va más allá. Impartieron la cátedra Kenzo Tange en la Harvard GSD y la cátedra Louis Kahn en la Universidad de Yale, así también han sido profesoras visitantes en la EPFL en Lausana y en la Academia de Arquitectura de Mendrisio, ambas en Suiza.”
Finalmente, en tono más crítico, Anatxu Zubalbeasco desde El País (3 de marzo) ha señalado lo siguiente: “…frente a los 43 arquitectos reconocidos hasta hoy con el máximo galardón de arquitectura… (el) jurado defiende que Farrell y McNamara son ‘pioneras en un campo que ha sido tradicionalmente (y todavía es) una profesión dominada por los hombres’. Ambas afirmaciones son innegables. Pero también lo es que el propio premio Pritzker ha contribuido a esa discriminación no premiando a Denise Scott Brown cuando recibió el galardón su socio Robert Venturi. Por eso cabe preguntarse si con este dos por uno el Pritzker no estará entonando un mea culpa. Y, sin discutir la necesidad de premiar a arquitectas valiosas —e incluso la oportunidad de reconocer a las primeras irlandesas con un Brexit recién estrenado— es obligatorio plantear si Farrell y McNamara son las mejores arquitectas del mundo hoy.
Una respuesta es que, sin serlo, sí son proyectistas modélicas. Para empezar porque su obra se ha preocupado más por construir espacios habitables y ciudades humanas que por formar un sello, desplegar una moda o impactar formalmente en una ciudad.
(…)
Ni teóricas ni mediáticas, McNamara y Farrell firman diseños que atienden a razones económicas, tradiciones y climas locales y que no rehúyen la complejidad sino que, al contrario, la anteponen a la estética. Más resolutiva que osada, se podría decir que la arquitectura de Grafton Architects busca proteger a la cuidad y a los ciudadanos por encima de confrontar la complejidad del mundo.
(…) El Pritzker reconocía históricamente a quienes consideraba los mejores arquitectos del mundo. Ha aplaudido la genialidad (Siza, Niemeyer), apoyado la vanguardia (Koolhaas, Sanaa), arropado el posicionamiento político (Wang Shu y Aravena), fomentado las modas (Thom Mayne) y rescatado a maestros que ya tenían un lugar en la historia (Frei Otto o Utzon). Puede resultar justo reconocer ahora la ejemplaridad de un estudio que sin revolucionar la construcción sí está actuando con responsabilidad. Sin embargo, la arquitectura actual tiene representantes que no solo realizan responsable y dignamente su trabajo sino que, a la vez, apuntan caminos más transformadores. El jurado del Pritzker debería entender que cuando un liderazgo no se entiende, deja de tener autoridad.”
ACA