
Umberto Eco (1932-2016)
El reconocido semiólogo, filósofo y escritor piamontés Umberto Eco visitó por primera y única vez Venezuela entre el 26 de junio y el 2 de julio de 1994, invitado por la Cátedra Permanente de Imágenes Urbanas de la Fundación para las Artes y la Cultura -Fundarte- (organización cultural de la Alcaldía de Caracas), a instancias de su presidente el sociólogo, escritor y profesor universitario Tulio Hernández, quien estableció contacto con Eco a través de Rocco Mangieri, arquitecto, profesor universitario y semiólogo venezolano, que había sido su alumno y lo había convencido de aceptar la invitación.
Adentrándonos un poco en su biografía encontramos que, tras terminar sus estudios secundarios con los salesianos, Eco se trasladó de Alessandria a Turín en cuya universidad entró a estudiar Derecho, carrera que abandonó por la de Filosofía y Letras, especializándose en el medioevo, época histórica de la que se convirtió en un experto y que sirvió de base temporal para varias de sus futuras novelas. En Turín se doctoró en filosofía con Luigi Pareyson como director de su tesis, la cual versó sobre El problema estético en Santo Tomás de Aquino (1956), posteriormente publicada.


Eco, quien había desarrollado su carrera profesoral en las universidades de Turín y de Florencia antes de ejercer durante dos años en la de Milán (1956-1964), comenzando en 1971 a enseñar en la Universidad de Bolonia donde entre 1975 y 2007 ocupó la cátedra de semiótica, llegaba a Venezuela precedido por obras fundamentales como Obra abierta (1962) Apocalípticos e integrados (1964), La estructura ausente (1968), Tratado de Semiótica General (1975) y Lector in fabula (1979), por las cuales era ampliamente conocido en los medios académicos.
Pero el libro que lo hizo popular en todo el mundo data de 1980 y no es otro que El nombre de la rosa. Publicado en treinta y cinco países, traducido a varios idiomas y con millones de copias vendidas desde entonces, Eco se convirtió en un personaje mediático (con portada en la revista Time), permanentemente solicitado para ahondar sobre sus opiniones acerca de los más diversos temas que siguió publicando con asiduidad a través de ensayos y artículos de prensa.
En 1985 apareció Apostillas a El nombre de la rosa, texto, a modo de tratado de poética, en el que Eco comentaba cómo y por qué escribió la novela, un ensayo sobre el proceso de creación, pero que no desvela realmente ninguno de los misterios que se plantean en la trama, los cuales deja a la libre interpretación de cada lector, tal y como siempre sostuvo a través de sus escritos.



Para cuando Eco nos visita también había salido a la luz El péndulo de Foucault (1988) su segunda obra narrativa y estaba a punto de aparecer La isla del día antes (1994).
Según comenta Tulio Hernández (su anfitrión durante los tres días que pasó en Caracas) en “Umberto Eco: entre Juan Félix Sánchez y el papa” (texto que puede descargarse en https://tulio-hernandez.com/wp-content/uploads/2021/01/Umberto-Eco.pdf), al llegar a Maiquetía el escritor “… nos pidió que evitáramos a los periodistas. Venía de Buenos Aires un poco perturbado por, según él, una mala interpretación de unas declaraciones suyas en contra de Berlusconi, por entonces candidato a la jefatura de gobierno de su país”.
La Cátedra Permanente de Imágenes Urbanas, evento ideado y promovido por Hernández, inaugurada en 1993 con una clase magistral del antropólogo argentino-mexicano Néstor García Canclini, aclamado por entonces gracias a la publicación de su best-seller Culturas híbridas, tuvo a Umberto Eco como personaje central del ambicioso programa estructurado en 1994 conformado por 25 conferencias dictadas en los espacios del Ateneo de Caracas los días 27 y 28 de junio. Participarían en el evento, además del escritor italiano, intelectuales de la talla de Juan Nuño, Julio Ortega, Adriano González León, Jesús Martín Barbero, Nestor García Canclini y Juan Villoro, entre otros. También estarían: Marco Negrón, Rocco Mangieri, Arturo Almandoz Marte, Ramón Paolini y William Niño Araque. La totalidad de las exposiciones fueron publicadas en 2010 por la Fundación para la Cultura Urbana, actuando Tulio Hernández como editor, bajo el título Ciudad, espacio público y cultura urbana.



La presentación de Eco dentro de la Cátedra fue programada para el 28 de junio inicialmente en la Sala Ana Julia Rojas del Ateneo de Caracas. Hernández acota: “Tan intensa fue la presión del público (más de mil personas habían llamado solicitando cupo y el aforo era sólo para 400) que decidimos mudarla a la Sala Ríos Reyna del Complejo Cultural Teresa Carreño” que, como se sabe, cuenta con más de 2500 butacas las cuales se llenaron en su totalidad luego de que la gente hiciera cola desde tres horas antes, muestra clara de que la “ecomanía” se había apoderado de la ciudad. Su disertación, titulada “Personajes imaginarios y ciudades reales”, estuvo dedicada “a desmenuzar las relaciones entre realidad y ficción, entre el París realmente existente –el que se puede ubicar en planos y listas de direcciones- y el París en donde se mueven los personajes de Los miserables la legendaria novela de Víctor Hugo”, puntualizará Hernández. Ante las dudas sobre lo especializado del tema junto a la erudición con que se desenvolvería Eco, los organizadores guardaban cierto temor de que los asistentes se aburrieran. “Pero el público… se mantuvo atento hasta el final; asistía con la veneración de quien escucha un oficio religioso porque, lo entendimos después, lo importante era escuchar y ver a Eco, no entender lo que estaba diciendo. Estábamos ante un superstar de la cultura y la gente le pedía autógrafos sobre el programa de mano. Eco lo hizo con gusto, hasta que se agotó físicamente”.
Aquel día 28, en horas de la mañana, Eco visitó la Ciudad Universitaria, único lugar del que traía referencias claras de su importancia como recinto en que se había producido una importante experiencia de integración de las artes, que en algún momento había mencionado en uno de sus ensayos. Pasado el mediodía fue atendido en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo por el decano, Marco Negrón, y su equipo directivo donde se le ofreció un sencillo almuerzo y se departió, entre otras cosas, del desempeño de Italia en el Mundial de Fútbol que se desarrollaba por aquellas fechas.
Al día siguiente (29 de junio) partió, junto a Rocco Mangieri y su esposa hacia Maracaibo y Mérida donde se le esperaba con admiración y entusiasmo y donde daría sendas conferencias igualmente abarrotadas de público.

El periodista Roberto Arapé en “Umberto Eco, en la memoria de Maracaibo” (https://grupolipo.blogspot.com/2013/01/umberto-eco-en-la-memoria-de-maracaibo.html) nos relata cómo el escritor “tuvo razones muy personales para viajar al Zulia”, atribuyéndolo al hecho de que “desde niño, leyó con pasión las sagas del escritor italiano Emilio Salgari, cuyos famosos personajes como Barba Negra vivieron fabulosas odiseas hasta desembarcar en las cálidas arenas de Maracaibo, en ese momento una selva calurosa, a la orilla de una playa rodeada de palmeras y donde se tomaron un agua de coco, muertos de sed. Y así, a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, Salgari ya ubicaba a la Tierra del sol amada en el panorama universal de las letras”. De allí surgirían claras imágenes que Eco incorporaría a su libro La isla del día antes que se publicaría en invierno de 1994.
La conferencia que dictaría Eco en la capital zuliana el 29 de junio, particularmente en el Centro de Bellas Artes, la tituló “Los límites de la interpretación”. Al igual que en Caracas, finalizado el acto saludó a los presentes y firmó autógrafos como una celebridad de las letras que era.

La apretada agenda que cubrió Eco a su llegada a Mérida el 1 de julio, una vez que fuese recibido en la mañana por el rector de la Universidad de Los Andes (ULA) Miguel Rodríguez V. y las demás autoridades de la universidad en el salón rojo del rectorado, contempló un encuentro con académicos en la recién inaugurada sede de la Facultad de Humanidades y Educación, en el campus de La Liria. Para las 7:30 p.m. estaba pautada la conferencia que dictaría en el Aula Magna de la ULA bajo el título “La búsqueda de la lengua perfecta en la cultura europea”.
El profesor Mariano Nava en “El día que Umberto Eco vino a Mérida” (https://mariainescarvajal.wordpress.com/2016/02/27/el-dia-que-umberto-eco-vino-a-merida/) expresará lo siguiente: “La conferencia sin duda recogía muchas de las reflexiones expresadas en su libro La búsqueda de la lengua perfecta, que había aparecido meses antes. Allí, Eco nos condujo con pasmosa erudición a través de los caminos transitados por la cultura europea, del mito de Babel a la invención del esperanto, en busca de la lengua total. La vieja utopía de la lengua perfecta que de nuevo pudiera comunicarnos a todos todas las experiencias, expresar todos los sentimientos, que pudiera transmitir todos los conocimientos, como era antes de Babel. Un viejo sueño del hombre y una constante de la humanidad. Al final de la conferencia todos abandonamos el aula magna compartiendo la misma sensación de haber presenciado uno de los momentos más importantes de la historia de nuestra universidad”.

A su regreso de Mérida el 2 de julio, lo esperaba Tulio Hernández en Maiquetía para acompañarlo mientras hacía escala para seguir rumbo a Europa y para despedirse. En aquel momento Hernández (https://americanuestra.com/tulio-hernandez-con-umberto-eco-en-caracas/) le preguntó qué cosa le había impresionado más de este viaje a Venezuela. “Sin titubear me respondió: ‘La visita a Juan Félix Sánchez’. Le pregunté cómo había llegado allí. Me contó que en su visita a Mérida había visto un bello libro sobre el artista del páramo. Se impresionó con su obra ‘que hablaba de Gaudi sin pronunciarlo’, dijo. Tanto que pidió conocerlo. Lo llevaron a un pueblito muy pequeño. A una casa muy modesta. Y en un cuarto casi a oscuras lo recibió un anciano en su lecho de enfermo.
‘Era él. Apena si hablamos’, dijo sonreído. Entonces se explayó: ‘Me preguntó si yo era italiano. Le dije que sí. Me habló de un accidente en la rodilla del Papa. Le dije que todavía caminaba con dificultad. Me pidió que si veía al Papa le diera un saludo de su parte. Y yo se lo prometí’. No hablaron más. Permanecieron unos diez o quince minutos en silencio y Eco no pudo siquiera despedirse porque el artista anciano dormitaba.
Ya era hora de entrar a migración y remató apresuradamente: ‘Sólo por haber visto el mural de Léger y los móviles de Calder en la obra de Villanueva valió la pena este viaje. ¡Ah, y por conocer a Juan Félix Sánchez! No siempre tiene uno oportunidad de pasar un rato con un genio’”.
La Cátedra Permanente de Imágenes Urbanas, que funcionó durante los tres años en que Tulio Hernández fue Presidente de Fundarte (1993–1996), se suspendió hasta el año 2003 cuando, bajo el auspicio de la Fundación para la Cultura Urbana, reanudó las actividades. Luego volvió a interrumpirse para ser relanzada en 2020 (otra vez con una conferencia de Nestor García Canclini), manteniéndose su continuidad hasta la fecha.
ACA
Procedencia de las imágenes
2, 3 y 5. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.
4. https://antoniopuentemayor.com/desmontando-el-nombre-de-la-rosa/ y https://www.filmaffinity.com/es/movieimage.php?imageId=193862038
6. https://americanuestra.com/tulio-hernandez-con-umberto-eco-en-caracas/
7. http://oficiodeperiodista.blogspot.com/2016/03/umberto-eco-el-periodismo-y-los.html
8. https://cultura-urbana.com/libros/ciudad-espacio-publico-y-cultura-urbana/
9. http://bibliotecasparaarmar.blogspot.com/2021/04/salgari-el-nombre-de-la-aventura.html
10. https://mariainescarvajal.wordpress.com/2016/02/27/el-dia-que-umberto-eco-vino-a-merida/
11. https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_F%C3%A9lix_S%C3%A1nchez y https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_F%C3%A9lix_S%C3%A1nchez#/media/Archivo:Capilla_del_Tisure.jpg
