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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 56

El pabellón de Venezuela en la Exposición Internacional de Nueva York de 1939, forma parte de la saga de aquellas representaciones nacionales que fueron proyectadas por arquitectos extranjeros, pese a que en 1937 se había dado un importante paso en sentido contrario al encargárseles a Luis Malaussena y Carlos Raúl Villanueva el diseño del que se construyó en París (Ver Contacto FAC, nº14, 12-02-2017).
Estados Unidos, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, decide conmemorar los 150 años de asunción de George Washington a la presidencia de ese país con una feria cuyos lemas serían “La Ciudad de la Democracia” y “El Mundo del Mañana”.


Ubicada en Flushing Meadows (Queens), en los terrenos anteriormente ocupados por un vertedero de basura que el Comisionado de Parques Robert Moses ordena limpiar, la exposición intenta recuperar el esplendor de los eventos decimonónicos de esta naturaleza en medio de un despliegue en el que los norteamericanos, posesionados ya como imperio, muestran los importantes avances alcanzados en su desarrollo científico e industrial, lo que da como resultado un conjunto futurista próximo a la ciencia ficción. Siete zonas la conforman predominando, a diferencia de los grandes eventos del siglo anterior, las edificaciones aisladas, dispersas, variadas y de pequeño o mediano tamaño, confirmándose el fin de la época de las grandes naves. También se reconoce en esta exhibición el momento de verdadera eclosión de lo que a partir de la muestra organizada por Philip Johnson y Henry-Rusell Hitchcock en el MOMA (1932) se empezó a denominar el “estilo internacional”: Louis Skidmore y Nathaniel Owings, con John Moss y Gordon Bunshaft como arquitectos asociados, y Wallace K. Harrison a quienes se les encarga el diseño de un significativo número de edificios, serán quienes en Nueva York conviertan en verdadero cliché lo que en sus comienzos se trataba de una postura principista (antagónica justamente a los estilos) liderada por los precursores del Movimiento Moderno.
Justamente, una de las piezas en la que Skidmore & Owings con Moss y Bunshaft demuestran la habilidad adquirida para manejar los códigos aprendidos de la conversión de lo moderno en estilo, será el pabellón venezolano. El encargo, hecho bajo la anuencia de Nelsón Rockefeller y la consultoría de Luis López Méndez, se ajusta a lo que los organizadores de la feria estipularon como norma: “… los Edificios o Pabellones deberían presentar una apariencia que guardase relación con la finalidad a que se les destinaba, es decir, construcciones provisionales para Exhibición. No se ha permitido el uso de estilos que imitasen la arquitectura histórica o que presentasen la apariencia de construcciones permanentes, excepción hecha de los Pabellones construidos por los Estados de la unión”.


Comentarios sobre el tono discriminatorio aparte, Venezuela busca a través de su pabellón transmitir la sensación de que se estaba ante un país pujante que ya había tomado el rumbo de la modernización, dejado atrás su pasado provinciano y que según reza en Venezuela at the New York words fair. 1939 (editado por Antonio Ruíz) es “el primer… exportador y segundo en producción de petróleo” por lo que se trata de “evitar el anacronismo de construcciones de teja, o la paja del bohío indio”.


El pabellón, diseñado cuidando hasta los más mínimos detalles, está conformado por un sencillo paralelepípedo en acero y vidrio a dos alturas que contiene la mayor parte de los objetos mostrados el cual se acompaña por una enorme marquesina, decorada en su parte inferior por Luis Alfredo López Méndez y un joven llamado Miguel Arroyo, que indica y a la vez dirige hacia la entrada. En lo mostrado se hace hincapié sobre los cuatro productos más importantes del país (café, cacao, orquídeas y petróleo) a los que se suman obras escultóricas de Francisco Narváez y pinturas de Armando Reverón y Manuel Cabré.

al fondo.

A pesar de la calidad y éxito alcanzado por el pabellón venezolano y como simple recurso que evidencia las contradicciones existentes entre el mensaje que envía un país como el nuestro sobre lo que quiere ser dejando de lado su deber ser, valga recordar la presencia en esta Exposición de los pabellones nacionales de Finlandia (obra de Alvar Aalto) y Brasil (de Lucio Costa y Oscar Niemeyer) cuya trascendencia, basada en la autenticidad, perdura hasta nuestros días sin dejar de ser piezas absolutamente modernas.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal y 6. Wurts Brothers. New York World Fair 1939. 1939 At the New York World’s Fair. Edited by Antonio Ruiz.
1. New York World’s Fair. Official guide of the international exhibition of New York 1939
2, 5 y 8 izquierda. Wurts Bros. (New York, N.Y.)/ Museum of the City of New York. [MN115295] https://collections.mcny.org/Collection/%5BGovernment Zone at the New York World’s Fair.]-24UAKVA2A2A.html.
3 y 4. John Moss / Museum of the City of New York. [MNY8453] https://collections.mcny.org/Collection/Venezuelan Pavilion-2F3XC5M5F2J.html.
7 y 8 derecha. Norman Taylor. Venezuelan Pavilion. 1939 At the New York World’s Fair. Edited by Antonio Ruiz.
1939• Pabellón de Venezuela para la Exposición Internacional de 1939, Queens, Nueva York

1939• El arquitecto Gordon Bunshaft de la firma Skidmore & Owings diseña el Pabellón de Venezuela para la Exposición Internacional de 1939, Queens, Nueva York, en el cual destacaba el mural de Luis Alfredo López Mendez realizado con asistencia de Miguel Arroyo y un grupo escultórico de cinco figuras talladas en madera del país realizadas por Francisco Narváez. Un logrado ejemplo de integración de arquitectura y arte.
HVH