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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 454

1868 fue un año particularmente activo en la historia de Venezuela y de gran inestabilidad política. Una vez concretada la victoria liberal en la Guerra Federal en 1863 tras cuatro años de disputa, y junto a ello el ascenso al poder de Juan Crisóstomo Falcón en junio de ese año como 12º presidente de los Estados Unidos de Venezuela, casi de inmediato se desencadenó un clima general de discordia con el que Falcón tuvo que lidiar a lo largo de todo su mandato.

1. Caracas vista desde El Calvario según una ilustración publicada en Travels and adventures in South and Central America de Ramón Páez (1868).

En ese incómodo ambiente, la cada vez más represiva administración central, las convulsiones internas y los desórdenes en varios estados sumados a la precaria salud del mandatario originaron el estallido de nuevos conflictos. Entre ellos la “Revolución azul” o “Revolución Reconquistadora”, insurrección armada liderada por José Tadeo Monagas (quien había presidido el país de 1847 a 1851 y de 1955 a 1958), estalla en 1867 concluyendo el 28 de junio 1868 con el derrocamiento del presidente encargado Manuel Ezequiel Bruzual, sucesor de Falcón, quien había renunciado en junio de aquel año tras presiones populares. Se sumaba así un nuevo episodio en el contexto de las guerras civiles venezolanas sucedidas durante el siglo XIX.

2. Cuatro fueron los personajes que ocuparon la presidencia de los Estados Unidos de Venezuela a lo largo del año 1868. De izquierda a derecha en orden de sucesión: Juan Crisóstomo Falcón, Manuel Ezequiel Bruzual, José Tadeo Monagas y Guillermo Tell Villegas. Los retratos de Falcón y Monagas fueron elaborados por el pintor Martín Tovar y Tovar (1827-1902).

Aquel acontecido año tendría como corolario no sólo el derrocamiento de Bruzual y la asunción de la jefatura de Estado por Monagas el ya mencionado 28 de junio, sino el fallecimiento inesperado de este último el 18 de noviembre. A la muerte de Monagas, Guillermo Tell Villegas se encargaría de la presidencia hasta el 20 de febrero de 1869. Lo sucedería José Ruperto Monagas en otro corto lapso que transcurrió entre el 20 de febrero de 1869 y 16 de abril de 1870 para finalmente ver la llegada al poder de Antonio Guzmán Blanco y con ello dar inicio al septenio, su primera etapa en la más alta magistratura. De tal manera, el llamado “Gobierno azul” derivado de la revolución del mismo nombre duraría poco menos de dos años.

3. Carátula del Almanaque portátil – Guía de Caracas impreso por la imprenta Espinal e Hijos en 1869.

Así pues, dentro de aquella frágil institucionalidad donde Caracas buscaba alcanzar un crecimiento sostenido y despertar a la cultura, en 1869, circuló en la capital el Almanaque portátil – Guía de Caracas impreso por la imprenta Espinal e Hijos (fundada por Valentín Espinal), ubicada en la esquina de Gradillas número 38. La empresa se especializaba en imprimir desde folletos, letras de cambio, timbres, recibos, carteles y trabajos de imprenta con “finura, limpieza y corrección”, según reza su publicidad en la página final de la publicación. 

El curioso libro, a pesar de estar dedicado a la descripción detallada de la ciudad, también contenía numerosas páginas con todo el calendario religioso católico para practicantes mes a mes, detallando el cómputo eclesiástico (número áureo, epacta, ciclo solar), los eclipses de sol y de luna, el santoral mensual y las fiestas movibles (Septuagésima, Miércoles de Ceniza, Domingo de Ramos, Resurrección, Corpus Cristi). También especificaba los días de ayuno y abstinencia de consumir carne, las cuatro témporas y los días de órdenes eclesiásticas y velaciones.

4. «Plano topográfico de la ciudad de Caracas. Capital de los E.E.U.U de Venezuela» realizado en la litografía de Jorge Laue y Compañía inserto en el Almanaque portátil – Guía de Caracas.

Como toda buena guía, tenía un plano de la ciudad, realizado en la litografía de Jorge Laue y Compañía, llamado “Plano topográfico de la ciudad de Caracas. Capital de los E.E.U.U de Venezuela”.

5. «Plano topográfico de la ciudad de Caracas. Capital de los E.E.U.U de Venezuela» de 1852 levantado por Lino J. Revenga y Gregorio Fidel Méndez, litografiado por Jorge Laue cuando recién llegado a Venezuela trabajó para Guillermo Stapler (Müller & Stapler).

Laue (1832-1887), litógrafo y grabador de origen alemán, entra en la escena gráfica venezolana a distancia, cuando trató al litógrafo Henrique Neun en Schweinfurt (Alemania) entre 1848 y 1851 y conoció en Berlín a Federico Lessmann (su futuro socio en Caracas) en 1850. Formó parte de la segunda oleada de impresores provenientes de Europa, poseía formación y contactos en el oficio en el país, lo que lo lleva a unirse a los litógrafos alemanes migrantes en el desarrollo de las artes gráficas y la ilustración. Así, al llegar a Venezuela en 1852 con 19 años, trabajó con Guillermo Stapler en cuyo taller (Müller & Stapler) litografió el Plano topográfico de la ciudad de Caracas de 1852, levantado por Lino J. Revenga y Gregorio Fidel Méndez.

6. Dos escenas de la Guerra Federal, «El Combate de Maiquetía» (izquierda) y «El Combate de la Plaza de San Pablo» (derecha), primeras cromolitografías impresas en el país realizadas en 1859 por Lessman & Laue.
7. Anverso y reverso de la fotografía del Gral. Manuel E. Bruzual, ca. 1860, realizada por Lessman & Laue, estudio fotográfico.
8. Los generales José Antonio Páez y Juan Crisóstomo Falcón, quienes fueran presidentes de Venezuela, fotografiados, ca.1864, por Lessman & Laue, estudio fotográfico.

Poco después (en 1856) Laue se asociaría con Federico Lessmann (quien también fuese primero empleado y luego socio de Stapler entre 1853 y 1854), produciendo algunas de las más importantes impresiones a color de la ciudad del siglo XIX en Venezuela, e incluso incursionando en el campo de la fotografía especializándose en ambrotipos (fotografía en placas de vidrio) y retratos de gran formato. Su sociedad con Lessmann se prolongaría hasta 1865.

9. Federico Lessmann. Convento de las Monjas Concepciones y la Plaza de San Jacinto, 1865.

Tal y como señala Agalia Berlutti, en “Federico Lessmann: un recorrido por la Caracas inolvidable (Parte 1)”, artículo publicado en el portal Prodavinci el 29/11/2020, “Con Laue -Lessmann- compartiría no sólo trabajo, sino también la afición por reproducir los espacios y lugares de la ciudad -ya mucho más elaborada y enfocada la mirada urbana- sino también, los primeros intentos fotográficos que se le atribuyen a Lessmann”. Por otro lado, Belutti asegura que Lessmann y Laue tras trocar en fotógrafos de retratos también se convertirían en los primeros cronistas visuales de Caracas, logrando captar la ciudad con técnicas que estaban en auge en Europa.

10. Plano Topográfico de la Ciudad de Caracas de 1875 impreso por Henrique Neun y revisado por Aureliano Fernández en el cual participó Jorge Leue.

En relación con la producción cartográfica de Laue como grabador, de él se conoce su participación en 3 planos de Caracas fechados en 1852 (ya mencionado), 1868 (incluido en el Almanaque y que engalana nuestra postal del día de hoy) y 1875, este último impreso por Henrique Neun y revisado por Aureliano Fernández.

En el testimonio urbano grabado por Laue en 1868 se aprecia una ciudad dividida en 6 municipios, con un trazado colonial, una cuadrícula de 16 x 16 calles tanto en sentido de Norte a Sur (como Eras, Verde, Carabobo, Roscio, Uztáriz, Rivas) como en Este a Oeste (como Las Fuentes, La Paz, Madariaga, Ciencias, Comercio, Unión).

11. Referencias al Plano de la ciudad de Caracas de 1868 que acompañó el Almanaque portátil – Guía de Caracas.

Las referencias del plano incluyen una extensa lista de más de 140 esquinas. Igualmente 20 edificaciones religiosas entre iglesias, capillas y conventos incluyendo la Catedral, La Pastora, La Trinidad, San Francisco, Candelaria, y los conventos de Dominicas y Carmelitas.

Por otro lado, menciona el río Guaire, y las quebradas Caroata, Anauco, Catuche, Coticita y Gambón, así como 10 puentes, y edificios y lugares clave como el Palacio de Gobierno, la Plaza Bolívar, la Universidad, el Mercado central, la Tesorería general, el Palacio Arzobispal, el Cuartel veterano, y varios hospitales y cementerios.

Por otro lado, Laue promociona su profesionalismo en el plano, destacando que su litografía “se desempeña exquisito gusto, esmero, puntualidad y precios equitativos”, evidenciando la competencia en la industria de las artes gráficas en ese momento.

De este Almanaque impreso por Valentí Espinal (1803-1866), se conocen ediciones de 1867, 1868 y 1869.

IGV

Procedencia de las imágenes.

Postal, 3, 4 y 11 . Biblioteca Digital César Rengifo (http://bibliotecadigital.bnv.gob.ve/wp-content/uploads/Almanaque-port%C3%A1til-Gu%C3%ADa-de-Caracas1869.pdf)

1. Ramón Páez. Travels and adventures in South and Central America. New York, 1868 (https://archive.org/details/travelsadventure00paezuoft/travelsadventure00paezuoft/page/n5/mode/2up?ref=ol)

2. Wikipedia. Anexo:Gobernantes de Venezuela (https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Gobernantes_de_Venezuela); La Venciclopedia (https://www.venciclopedia.org/index.php?title=Manuel_Ezequiel_Bruzual); Gema (https://co.pinterest.com/pin/477029785553166108/)

5. La Caracas de antes, la Caracas de ahora (https://caracas-antesahora.blogspot.com/2008/03/evolucin-histrica-de-caracas.html)

6 y 8. THE VAGO (https://gabhrieltoro.blogspot.com/2018/12/cronologia-de-las-artes-graficas-en_58.html)

7. Agalia Berlutti. “Federico Lessmann: un recorrido por la Caracas inolvidable (Parte I)”. Portal Prodavinci, 29/11/2020.

9. Agalia Berlutti. “Federico Lessmann: un recorrido por la Caracas inolvidable (Parte II)”. Portal Prodavinci, 06/12/2020.

10. Irma de Sola Ricardo. Contribución al Estudio de los planos de Caracas, 1967.

175 AÑOS DE UN LIBRO DE REFERENCIA

1. Primera edición de The Seven Lamps of Architecture (1849)

The Seven Lamps of Architecture

(Las siete lámparas de la arquitectura)

John Ruskin

Smith, Elder, and Co.

London

1849

John Ruskin (1819-1900), escritor, crítico de arte, sociólogo, artista y reformador social inglés, nacido en Londres, fue uno de los pensadores más influyentes en la sociedad de su tiempo y en particular del período victoriano (1837-1901).

Sus biógrafos señalan que, en su condición de hijo único, su padre, un hombre próspero que se hizo a sí mismo, cofundador junto a Pedro Domecq de las bodegas de Jerez y que coleccionaba arte, alentó sus actividades literarias, mientras su madre, protestante evangélica devota, lo orientó al servicio de Dios deseando que se convirtiera en un obispo anglicano. Criado en el ambiente familiar hasta los doce años ya a los seis acompañó a sus padres al primero de sus viajes por el continente europeo, costumbre que se repetirá a lo largo de su vida.

2. John Ruskin en dos momentos de su vida. 1870 (izquierda) y 1882 (derecha)

En 1836, Ruskin se matriculó como caballero plebeyo en Christ Church, Oxford, donde empezó a desarrollar su habilidad de escritor polemista, y redactará un panfleto (no publicado) defendiendo al pintor Joseph Turner frente a los críticos periodísticos. En Oxford, Ruskin continuó publicando poesía y crítica, “y en 1839, ganó el premio Oxford Newdigate de poesía. Al año siguiente, sin embargo, una supuesta tuberculosis le indujo a interrumpir sus estudios y sus viajes”. Será finalmente en 1842 cuando recibirá su título de maestría en las artes y abandonará la idea de hacerse sacerdote.

3. Los cinco tomos de Modern Painters (Pintores modernos) en su edición de 1873.

También en 1842 Ruskin comenzó a escribir el primer volumen de Pintores modernos publicado en 1843 (obra que abarcará cinco tomos y que terminará en 1860), “después de que los revisores de la exhibición de la Academia real anual hubieran tratado salvajemente a las obras de Turner”. En 1846, tras hacer su primer viaje al extranjero sin sus padres, publicó el segundo volumen, “en el que discute sus teorías sobre la belleza y la imaginación dentro del contexto de la pintura figurativa así como paisajística”, señalando un nuevo punto de partida en su pensamiento en el que dará particular valor a la pintura realizada en los albores de Renacimiento antes de la aparición de Rafael Sanzio, abriéndole así al puerta a la constitución del grupo de los prerrafaelistas ingleses (1848-1853) para quienes el arte era puro, espiritual, sencillo y lleno de devoción.

4. Dos de los dibujos de Ruskin que ilustran Las siete lámparas de la arquitectura. Izquierda: Tracerías del Campanile de Giotto, Florencia. Derecha: Ornamentos de las catedrales de Rouen, Saint Lo y Venecia.

Será en el marco de esa primera etapa que marca el inicio de su desarrollo como crítico de arte y de los postulados fundamentales de su teoría estética, basada en la convicción de que la humanidad había desviado su camino y de que solamente a través de la práctica de la belleza era posible retornar a la armonía con la Naturaleza, cuando con apenas 30 años, Ruskin publicó en mayo de 1849 The Seven Lamps of Architecture hecho del cual se cumplen 175 años. Allí dará rienda suelta a su ya declarada predilección por lo medieval (en particular las obras del gótico temprano) y con ello impulsará, junto a Augustus Pugin, una corriente orientada a juzgar la obra de arte desde el punto de vista de la moralidad de su creador y la convicción en la necesidad de que los elementos esenciales de las construcciones deben estar claramente expresados en la arquitectura.

5. Dos de los dibujos de Ruskin que ilustran Las siete lámparas de la arquitectura. Izquierda: Goblete de la catedral de Sain Lo, Normandía. Derecha: Tracerías de Caen, Bayeux, Rouen y Beavais.

Las siete lámparas… podría decirse que en esencia se trata de un ensayo que parte de la consideración de la arquitectura no sólo como técnica de construcción sino fundamentalmente como un arte. Ruskin utiliza la palabra lámpara acompañada de una serie de nociones con las que pretende iluminar una senda orientadora del actuar del arquitecto y que más tarde ampliará en los tres volúmenes de Las piedras de Venecia (1851-1853). En ellos formula algunos de los conceptos que todo artista, a modo de leyes, debe obedecer al crear, avalando con ello el resurgimiento del gótico y el cultivo de una actitud que colocaba la belleza, enriquecida en su doble naturaleza espiritual y material, como centro de una teoría que ve en la arquitectura el bastión más importante de las bellas artes cuyo comportamiento el resto debía seguir en forma y método.

6. Dos de los dibujos de Ruskin que ilustran Las siete lámparas de la arquitectura. Izquierda: Intersecciones de molduras. Derecha: Capitel de la arcada inferior del Palacio Ducal de Venecia.

La obra, que muchos han entendido como un homenaje y a la vez una ofrenda a los sentimientos, emociones, deberes y virtudes que surgen del arte de la construcción, se encuentra dividida en siete partes, tantas como lámparas “enciende” Ruskin.

La primera está dedicada a la Lámpara del Sacrificio y es en sus primeras líneas donde el autor, sin cortapisas, expresa directamente: “La arquitectura es el arte de erigir y de decorar los edificios construidos por el hombre, cualquiera sea su destino, en forma tal que su aspecto incida sobre la salud, sobre la fuerza y sobre el placer del espíritu”, para continuar de seguidas: “Antes de comenzar este estudio es indispensable establecer una cuidadosa distinción entre la Arquitectura y la Edificación o Construcción”, dejando abierto el persistente dilema entre lo útil y lo bello y el del juicio que determina cuándo una obra puede ser o no considerada arquitectura que desde entonces ha perdurado hasta nuestros días. En tal sentido, también añadirá en tono polémico: “El nombre de arquitectura debe reservarse para el arte que, comprendiendo y admitiendo como condiciones de su funcionamiento las exigencias y necesidades corrientes del edificio, imprime a su forma ciertos caracteres venerables y bellos, aunque inútiles desde otros puntos de vista”. También incluirá, a tono con su particular visión, una división de la arquitectura en cinco clases: religiosa, conmemorativa, civil, militar y doméstica.

7. Dos de los dibujos de Ruskin que ilustran Las siete lámparas de la arquitectura. Izquierda: Arco de la fachada de la iglesia de San Miguel de Luca. Derecha: Ornamentos calados de Lisieux, Bayeux, Verona y Padua.

Una vez dicho lo anterior, el Sacrificio, para Ruskin, estará asociado al esfuerzo en erigir un monumento y a la dedicación del oficio del hombre a Dios, pruebas visibles de su amor y obediencia. También, a la capacidad de renunciar para tomar las decisiones correctas siempre aunado al desprendimiento de raíz cristiana y teniendo lo bello como norte. Y, como demostración de su innegable don de elaborar sentencias, frases o aforismos, en algún momento del capítulo, Ruskin afirmará: “No se trata de saber cuánto debemos hacer sino cómo se debe esto hacer; no se trata de hacer más, sino de hacer mejor”.

8. Dos de los dibujos de Ruskin que ilustran Las siete lámparas de la arquitectura. Izquierda: Ventana del Palacio Foscari de Venecia. Derecha: Tracerías y molduras de las catedrales de Rouen y Salisbury.

El segundo capítulo está dedicado a la Lámpara de la Verdad. Es aquí donde se aborda el importante tema de la autenticidad en arquitectura, valorándose de manera relevante el peso del trabajo artesano, la exhibición sincera de materiales y estructura y su exhibición honesta en toda construcción así como el reflejo de la función que las edificaciones albergan. En dicha línea de raíces profundamente éticas rescatamos de Ruskin lo siguiente: “Tal vez no podamos recomendar una arquitectura buena, o bella u original; pero podemos exigir una arquitectura honrada. Se puede perdonar a la pobreza su debilidad, a la utilidad su imperio, pero la mezquindad o la mentira no deben encontrar más que desprecio”.

La Lámpara de la Fuerza es desarrollada en la tercera parte del libro como excusa para hablar de la monumentalidad como socia indefectible de la imagen al poder que ciertas edificaciones deben mostrar. Es aquí donde Ruskin manifiesta que los edificios deben pensarse también en términos de su volumen y alcance hacia la sublimidad de la naturaleza por la acción de la mente humana sobre ellos. La Naturaleza garantizará la aparición en forma armónica de lo bello y lo sublime como “justa y humilde veneración de Dios sobre la tierra”, cuya fuerza se verá reflejada hasta en los detalles. En resumen, “El valor de la arquitectura está subordinado a dos caracteres distintos: el uno, el efecto que le comunica la fuerza humana; el otro la imagen que ella lleva en sí de la creación natural”.

9. Dos de los dibujos de Ruskin que ilustran Las siete lámparas de la arquitectura. Izquierda: Balcón de Campo San Benedeto, Venecia. Derecha: Fragmentos de las iglesias de Abberville, Luca, Venecia y Pisa.

La cuarta lámpara a la que se refiere Ruskin es la de la Belleza. Aquí recurre a orígenes platónicos ya que se trata de un arquetipo preexistente en la naturaleza que el ser humano debe imitar. La Belleza se logra abstrayéndose de la realidad, pero sobre todo conservando las proporciones armónicas que utiliza la Naturaleza para expresarse acompañada de la aspiración de alcanzar a Dios traducida en la ornamentación extraída desde ella misma.

Cuando Ruskin le abre la puerta a la Lámpara de la Vida remite a la durabilidad de un edificio (del hecho construido, del hecho plasmado) como elemento natural que nace se desarrolla, envejece y muere. Los edificios, además, deben ser hechos por manos humanas, de modo que la alegría de los albañiles y canteros se asocie con la libertad expresiva que se les otorga.

10. Dibujo de Ruskin que ilustra Las siete lámparas de la arquitectura. Fragmentos de las arcadas del lado sur de la catedral de Ferrara.

La Lámpara del Recuerdo apunta a la capacidad que tiene todo monumento de ser fiel testigo del sentir de una época y de respetar la cultura en la que se han desarrollado. Cuando Ruskin plantea que “la arquitectura es como el hogar y la protección de esta influencia sagrada, y a título de ello debemos consagrarle nuestras más graves meditaciones. Podemos vivir si ella, pero no podemos sin ella recordar”, cerrando con que “no hay más que dos conquistadores del olvido de los hombres: la poesía y la arquitectura”, refirmando así su convicción en el papel de la Historia y la memoria como fuerzas que deben habitar en el corazón de todo creador.

Es en el capítulo dedicado al Recuerdo, donde Ruskin manifiesta con toda claridad su conocida postura con relación a la restauración de monumentos y su toma de partido por la importancia del mantenimiento. Allí dirá: “el verdadero sentido de la palabra restauración no lo comprende el público ni los que tienen el cuidado de velar por nuestros monumentos públicos. Significa la destrucción más completa que pueda sufrir un edificio, destrucción de la que no podrá salvarse la menor parcela, destrucción acompañada de una falsa descripción del monumento destruido. (…) …es imposible, tan imposible como resucitar a los muertos, restaurar lo que fue grande y bello en arquitectura. (…) … tened cuidado de vuestros monumentos y no tendréis luego la necesidad de repararlos”. En otro momento también postulará que “debemos permitir que el tiempo acaricie y destruya las obras de arte”, manifestándose en contra de la furia restauracionista del siglo XIX, la mayoría de las veces, reconstrucciones fantasiosas que para Ruskin desvirtuaban la obra original, encarnadas por Viollet-le-Duc. Según sus teorías, el monumento, al igual que el ser humano tiene una trayectoria vital. Es preferible una ruina, por su autenticidad, que una restauración que crea una falsedad. Solo se restaura la materia, no la idea del que fue su creador, para evitar la manipulación y la invención, y no dar lugar a lo falso.

11. Dibujo de Ruskin que ilustra Las siete lámparas de la arquitectura. Esculturas de la catedral de Rouen.

La Lámpara de la Obediencia, último de los principios expuestos por Ruskin, debe asociarse, por un lado, al rigor y la severidad y, por el otro, a la humildad y a la fidelidad, cualidades imperantes cuando de hablar de estilos se trate. Reitera su convicción en que se debe, a la hora de estudiar una edificación, ser consecuente con su autor siguiendo sus criterios originales de diseño en busca de consolidar una escuela nacional. Moviéndose entre originalidad y respeto a las tradiciones, Ruskin manifestará su predilección por lo permanente en contra de lo cambiante: “Lo que importa esencialmente es que tengamos un código y que este código sea aceptado y puesto en vigor desde un extremo a otro de la isla y que la ley que dicte un juez sea lo mismo en York que en Exeter. Igualmente, no importa apenas que la arquitectura sea antigua o moderna, lo que importa saber es si será una arquitectura digna de ese nombre, una arquitectura cuyas leyes se puedan luego enseñar en las escuelas desde Cornouailles hasta Northumberland, como se enseña la ortografía y la gramática inglesa, o una arquitectura que ha de ser inventada de nuevo cada vez que se construya un hospicio o una sala de escuela”. Y remata: “No es preciso buscar la originalidad y los cambios por ellos mismos, por buenos que sean. No se podrá obtener ni la una ni los otros por una lucha o una revolución contra las leyes ordinarias. Las formas ya conocidas de la arquitectura son suficientemente buenas para nosotros y aún para otros mejores que nosotros; ya habrá tiempo de investigar y de perfeccionarlas cuando las sepamos emplear tal y como ellas son”.

Ruskin no sólo manifestó ser una persona brillante en su expresión escrita y oral, sino que mostró desde muy temprano grandes dotes para el dibujo y la acuarela producto de su aguda capacidad para observar. No es casual, por tanto, que sean representaciones salidas de su mano, realizadas durante sus visitas a las catedrales de Rouen, Sain Lo, Ferrara, Salibury, Abbreville, Pisa y Venecia, así como a Florencia, Luca, Verona, Padua, Caen, Bayeux, Beauvais y Lisieux, las que ilustren Las siete lámparas de la arquitectura.

12. Acuarelas y dibujos realizados por John Ruskin en diferentes etapas de su vida.

La influencia ejercida por Ruskin en el arte y la arquitectura a lo largo de buena parte del siglo XIX, como ya se ha señalado, tuvo mucho que ver con el renacer del estilo gótico, perfecta unión entre arquitectura, religión y sociedad. Su postura de raigambre romántica y con un sesgo claramente conservador se ve ejemplarizada en su acérrima oposición a los efectos producidos por la Revolución Industrial, visibles en la degradación ambiental de numerosas ciudades inglesas y la explotación del trabajador, lo que lo llevó a auspiciar, como ya se ha dicho, una revalorización del trabajo artesanal opuesto a la producción en serie y a rechazar el uso de muchos de los productos y máquinas originados dentro de la idea de progreso que por aquellos años comenzaba a imponerse. Por ello allanó el camino para el movimiento Arts & Crafts en Gran Bretaña y Estados Unidos que liderizó William Morris.

13. Cuatro diferentes ediciones en castellano de Las siete lámparas de la arquitectura.
14. Cuatro diferentes ediciones en inglés de Las siete lámparas de la arquitectura.

Ruskin dejó un legado de más de 250 publicaciones de diferente tenor de entre las cuales tal vez sea Las siete lámparas de la arquitectura la que tuvo mayor acogida a nivel general.

15. Las dos primeras ediciones de Las siete lámparas… aparecidas en castellano.

Traducida a diferentes idiomas y objeto de múltiples ediciones, según hemos podido indagar sus primeras dos apariciones en castellano corresponden a la Editorial La España Moderna , Madrid, de 1910 y, con traducción de Carmen de Burgos, a F. Sempere y Compañía, Editores, C.A., Valencia en 1912.

ACA

Procedencia de las imágenes

1. ebay (https://www.ebay.com/itm/375089589601); y John Ruskin. Las siete lámparas de la arquitectura. Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/The_Seven_Lamps_of_Architecture)

2. WikiArt (https://www.wikiart.org/es/john-ruskin); y John Ruskin. Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/John_Ruskin)

4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 y 11. John Ruskin. Las siete lámparas de la arquitectura. Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/The_Seven_Lamps_of_Architecture)

3, 12, 13, 14 y 15. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 390

“El Mapa de una parte de Venezuela y de la Guayana Británica demostrativo del avance de las pretensiones inglesas en el territorio venezolano”, compilado y dibujado por Thomas Hayward Gignilliat en 1896, que ilustra nuestra postal del día de hoy, cobra plena vigencia a raíz de los recientes eventos suscitados por la disputa territorial entre Venezuela y Guyana. En tal sentido, muestra un capítulo importante de la historia de la diplomacia en Venezuela, ya que en él están representadas las múltiples demarcaciones del Reino Unido, principal potencia colonialista para la época, reflejando su deseo de abarcar mayor territorio para la Guayana Inglesa.

Considerando las comunicaciones y notas que se intercambiaron los gobiernos del Reino Unido y Venezuela entre 1840 y 1893, el teniente norteamericano Thomas Hayward Gignilliat se da a la tarea de compilar y dibujar a escala en millas un plano para señalar la reclamación inglesa de territorio luego de haber adquirido a Holanda unas 20.000 millas cuadradas en tierra de Guayana, donde se aprecia la zona en reclamación en color grisáceo, así como las sucesivas demarcaciones que reflejan las pretensiones del gobierno inglés de ir ampliando progresivamente al oeste el territorio de la Guayana Británica sobre Venezuela en el siglo XIX, como parte de la disputa territorial entre ambos países. El plano tambien muestra la reclamación fronteriza máxima de los británicos y el límite actual aproximado en disputa en color negro, así como dos propuestas de demarcación planteadas por diplomáticos de Venezuela.

Siguiendo la pauta que establece la leyenda que acompaña el mapa, encontramos que la primera demarcación (la línea roja) es la denominada línea Schomburgk, que debe su nombre al explorador y naturalista británico Robert Hermann Schomburgk (1804-1865). Nacido en Alemania pero trabajando al servicio de los británicos, en 1841, Schomburgk, auspiciado por la Royal Geographical Society, fue enviado en un viaje de exploración botánico y geográfico a la entonces colonia inglesa de la Guayana Británica para definir las fronteras con Venezuela y Guayana Neerlandesa (hoy Surinam), debido a que esta región no tenía su límite occidental definido con la Venezuela independiente al tomar posesión el Reino Unido de la Guayana de manos de los holandeses mediante el tratado de 1814. Cabe recordar que, para ese momento, la fijación de una frontera precisa no representaba prioridad alguna para las potencias coloniales, debido al menguado desarrollo del territorio en cuestión. La línea Schomburgk fue un trazado arbitrario de una frontera, que otorgaba 30.000 millas cuadradas (80.000 km²) adicionales a la Guayana Británica.

1. Detalle del plano de Gignilliat donde se aprecian los doce líneas con las que el Reino Unido fue asomando sus pretensiones con relación al territorio esequibo.

Lo delineado por Schomburgk tuvo consecuencias pues a raíz de ello en 1841 el Gobierno de Venezuela protestó ante el Reino Unido lo que consideró una invasión, alegando que sus fronteras llegaban al este hasta el río Esequibo invocando el principio del uti possidetis iuris. Posteriormente al descubrirse oro en el territorio en disputa, el Reino Unido trató de ampliar su alcance, reclamando unas 33.000 millas cuadradas adicionales (equivalentes a 85.000 km²) al oeste de la línea Schomburgk. La línea divisoria iba desde el río Moruca hasta el Esequibo sumando una extensión de 4.290 km².

La segunda es la línea Fortique, trazada a partir de la nota del doctor Alejo Fortique, ministro de Venezuela en Inglaterra, enviada a Lord Aberdeen, secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido en enero de 1844. Alejo Fortique fue enviado por el Gobierno de Venezuela para que, con el apoyo del historiador Rafael María Baralt, gestionara con el Reino Unido un arreglo para la demarcación de la frontera, dado que en 1840 Robert Schomburgk había efectuado una segunda demarcación, conocida como la “segunda línea Schomburgk” que ampliaba aún más las pretensiones inglesas sobre el territorio en disputa. Cabe destacar que para Schomburgk las bocas del Orinoco tenían una enorme importancia geopolítica, pues para ese entonces eran la llave de entrada a Colombia, o lo que hoy equivaldría a decir la «puerta de América del Sur».

La tercera demarcación es la línea Aberdeen, (la línea azul) trazada conforme a la descripción hecha en el “Libro Amarillo” de Venezuela en 1891. Lord Aberdeen fue secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido entre noviembre de 1841 y enero de 1842, tal y como señala Rafael Badell Madrid en La Reclamación de Venezuela sobre el Territorio Esequibo (2023)

La cuarta es la línea Consejo-Viso, reflejada en blanco con rayas verticales, tomada del mapa de las varias representaciones limítrofes publicado en 1890. “Una demarcación que va desde la boca del río Moroco hasta el origen de la sierra de Imataca; de allí recto por el meridiano de ese punto hasta la sierra Pacaraima” propuesta por Julián Viso, canciller venezolano. La línea fue rechazada por Venezuela y Reino Unido pues dividía la Guayana a la mitad.

2. De izquierda a derecha: Thomas Hayward Gignilliat (1863-1911), Robert Hermann Schomburgk (1804-1865) y Alejo Fortique ( 1797- 1845), tres piezas clave para entender el desarrollo del diferendo limítrofe a finales de siglo XIX.

La línea Rojas, es la quinta demarcación propuesta, y está trazada en color blanco con rayas verticales, según la descripción contenida en la nota del Dr. José María Rojas, para ese entonces ministro residente de Venezuela ante el gobierno de Gran Bretaña, a Lord Granville, Conde de Derby y Secretario de Asuntos Exteriores, en enero de 1881. Según Badell Madrid, Rojas sugiere fijar una línea convencional, «para prevenir serias dificultades en el futuro, especialmente porque la Guayana está atrayendo la atención general del mundo, a causa de las inmensas riquezas que se descubren allí diariamente». La demarcación fue rechazada.

La línea Granville en amarillo, es el sexto límite, y sigue la misma descripción indicada en el memorándum con el que Lord Granville acompaña la nota del 15 de septiembre de 1881, al doctor J M. Rojas, donde descarta la demarcación propuesta por éste.

La séptima línea en color marrón es la línea Rosebery de 1886. Está trazada como la descrita en el memorando que Lord Rosebery dirigió al general Guzman Blanco aquel año. Su curso plantea ampliar los limites al oeste del río Guaima, pues Rosebery sostenía que el Orinoco debía ser un río libre al comercio y a la navegación.

La octava línea en color rojo, es la línea Schomburgk alterada, tomada del mapa de “Parte de la Guayana Británica y Venezuela”, publicada en las actas de la Real Sociedad geográfica, en abril de 1895. Cabe destacar que para ese año el territorio de la Guayana Inglesa había ido extendiéndose –tal y como se señala en el mapa– a fuerza de alteraciones de la línea Schomburgk hasta otorgarle 76.000 millas cuadradas.

La novena línea, en color verde, es la denominada “Salisbury”. Está tomada del mapa de las varias líneas arriba citadas que se publicó en Caracas en 1890 y aparece en dicho mapa con el nombre de “caprichosa línea de arbitraje” y evidentemente se refiere al memorándum que, por instrucciones del marqués de Salisbury (por entonces Primer ministro del Reino Unido), dirigió Sir Thomas Sanderson al doctor Modesto Urbaneja, agente de Venezuela en Londres, el 19 de marzo de 1890. Salisbury proyectó esta nueva línea y no aceptó la del Esequibo fijada por Guzmán Blanco. Según señala el historiador Rafael Badell, el ejercicio de las funciones de Salisbury, coincidió con la usurpación de territorio adyacente a la frontera oriental de Venezuela.

La décima línea en color gris, es la denominada línea de “extrema pretensión inglesa”, pues es la que mayor superficie de territorio pretendía adjudicarles. Está tomada del referido mapa de Venezuela de 1890.

La onceava línea es amarilla y corresponde a la línea Sanderson, tomada de una nota de puño y letra de Sir Thomas Sanderson, titulada “Indicación Personal” pasada al doctor Lucio Pulido, agente de Venezuela en Londres en 1890, según reza en el plano.

La doceava y última, la línea Rosebery, trazada en color blanco que data de 1893, fue propuesta como límite occidental del territorio disputado por Lord Rosebery en su respuesta a la memoria del señor Michelena, Agente de Venezuela en Londres, el 26 de mayo de 1893.

Tal como se señala en el mapa el área rosada donde se ha impreso estos textos representa exactamente 33,000 millas cuadradas. Esa es la extensión de avance de las reclamaciones inglesas en un solo año entre 1885 y 1886, según el Statement Yearbook (véase la memoria número dos del departamento Agricultura Estados Unidos del año 1892).

Según declara Hayward Gignilliat en el propio mapa “para 1886 el territorio de la Guayana Inglesa creció de un salto hasta las 109.000 millas cuadradas”. Esta apropiación sistemática del territorio, así como estas líneas de demarcación de frontera, “nunca fueron reconocidas por Venezuela, ni aún como señal del territorio en disputa”.

3. Caricatura de 1887. Avance británico por los ríos Barima, Amacuro, Yuruán y Cuyuni luego de la ruptura de relaciones diplomáticas.

En cuanto al autor del mapa, el teniente Thomas Heyward Gignilliat (1863-1911) graduado de la Academia Naval de los Estados Unidos, hemos averiguado (gracias a la página https://es.findagrave.com/memorial/102000321/thomas-heyward-gignilliat), que se trataba de un brillante matemático al servicio como militar en el cuerpo de ingenieros que trabajó en fortificaciones costeras, pero su pasión eran las máquinas voladoras, pues tenía la convicción de que se convertirían en una necesidad y un importante instrumento para la guerra. Gignilliat desarrolló múltiples patentes y diseños, centrados en la elevación vertical, biplanos y triplanos en la American Aeronautic Machine Company de Georgia, fundada en 1892. Esta cita de Gignilliat de 1895 manifiesta sus expectativas en relación a las máquinas voladoras y la guerra: “(…) Imagínese en un día nublado o lluvioso un barco aéreo pintado de un color gris opaco casi invisible flotando en la parte inferior de las nubes hasta que ve que está directamente sobre algún buque de guerra o fortificación. Imagínese la nave aérea con el poder de elevarse a voluntad a millas de altura, de posarse, de dar vueltas y vueltas o de lanzarse en línea recta hacia adelante a una velocidad de setenta y cinco millas por hora. Supongamos que llevara a bordo quinientas o mil libras de dinamita en paquetes de cien libras. ¿No crees que podría dejar caer cada paquete con precisión y sin ser visible para los que están abajo?

Infortunadamente, ninguno de los aparatos diseñados por Gignilliat logró un vuelo sostenido. Sin dinero para la investigación, recurrió al gobierno venezolano ofreciendo producirle una flota de aviones si financiaba su investigación. Un plan que nunca llegó a concretarse truncando el trabajo de toda su vida. Al morir en 1911, a sus tempranos cuarenta y ocho años, no tuvo la oportunidad de ver que sus predicciones sobre el poderío de la aviación en la guerra finalmente se harían realidad poco tiempo después.

4. Portada de The National Geographic Magazine que dedica una muy buena parte de su contenido a Venezuela gracias a un texto elaborado WM. E. Curtis
5. Mapa plegable de 6 pulgadas x 9 ¾ pulgadas del Valle del Río Orinoco, publicado por Gignilliat, en la revista National Geographic, Vol. VII, No. 2. febrero de 1896

Gignilliat, también, publicó en 1896 un mapa plegable de 6 pulgadas x 9 ¾ pulgadas del Valle del Río Orinoco, en la revista National Geographic, Vol. VII, No. 2. febrero de 1896, perteneciente a la National Geographic Society, donde muestra la zona en reclamación entre Venezuela y Guayana Inglesa.

El mapa de Gignilliat de 1896 sobre la disputa territorial es de inmenso valor, y forma parte del producto de la asignación de gastos para averiguar la verdadera línea divisoria entre la República de Venezuela y la Guayana Británica, ordenada por el Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América reunidos en el Congreso. A su vez formó parte del ya nombrado Libro Amarillo de los Estados Unidos de Venezuela que presentó el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Pedro Ezequiel Rojas, ante el Congreso durante el mandato del presidente Joaquín Crespo para ratificar los resultados de la investigación de la comisión presidencial.

Apunte final.

6. Dos apoyos fundamentales en la elaboración de esta nota.

Esta nota ha sido posible gracias al apoyo brindado por el libro de Rafael Badell Madrid, La reclamación de Venezuela sobre el territorio Esequibo (2023), donde se relata en detalle con gran minuciosidad la historia de esta disputa histórica. También nos ha sido de gran ayuda el artículo “El problema histórico-jurídico de la Guayana Venezolana” de Enrique Gandía, aparecido en el Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, núm. 273, enero-marzo, 1986.

Hoy, después de más un siglo la disputa fronteriza aún se mantiene viva, y la región se encuentra, de facto, bajo el control administrativo y económico de Guyana.

IGV

Procedencia de las imágenes

Postal, 1 y 3. Wikipedia. «Laudo arbitral de París» (https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:La_Ocupaci%C3%B3n_Efectiva_III.jpg)

2 y 6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

4 y 5. National Geographic, «Venezuela», Vol. VII, No. 2. febrero de 1896