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1955• Club Puerto Azul, Litoral Central

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1955•  El equipo integrado por el ingeniero Daniel Camejo Octavio (1914-2008) (FI UCV), la empresa de proyectistas Carpio & Suárez (Oscar Carpio Méndez, arquitecto, Facultad de Ingeniería UCV, promoción 1º/1947 y Guillermo Suárez Mier y Terán, arquitecto, validado FAU UCV, promoción 7A/1957) y la Oficina Técnica Bernardo Nouel como responsables de la Ingeniería de Puerto, conciben y proyectan en 151.000 m2 de terreno que formaba parte de la Hacienda Longa España, Naiguatá, Distrito Federal, ubicada a 25 km. de La Guaira, el Club Puerto Azul.
El paisajismo fue realizado por el arquitecto brasileño Roberto Burle-Marx (1909-1994).
Este centro social fue proyectado para tener 6.000 miembros y sus instalaciones fueron programadas para esa población.
El proyecto inicial propuesto contó con una Casa Club de tres niveles, que tenía una cafetería abierta hacia las amplias zonas verdes, cocina central y anexos (vestuarios, lockers y sanitarios para empleados); vestuarios para damas y caballeros con sus respectivos lockers, sanitarios, duchas y demás servicios; oficinas administrativas, servicios médicos y enfermería.
En su segundo nivel la Casa Club contaba con una fuente de soda con vista al mar, salones de juegos de mesa y en un tercer nivel con un restaurante formal, bar y salón de bailes.
Como parte de las áreas exteriores se construyeron dos piscinas: una diseñada por el propio paisajista Burle-Marx, como un lago, con isletas con altos cocoteros existentes que fueron preservados al fijar la forma y contorno, complementadas con la inclusión de plantas tropicales; y la segunda, una piscina olímpica (50 m x 25 m) con instalaciones para competencias complementada con área de salto dotada de plataformas y trampolines reglamentarios, provista de una tribuna para 600 espectadores.
Se construyó un largo espigón-rompeolas que definió una bahía en cuyas aguas se instaló un puerto deportivo y consolidó una playa sin olas, a lo largo de los terrenos sombreados por cocoteros en los cuales se desarrollaría un campo de golf.
El puerto deportivo, concebido para pequeñas embarcaciones, está complementado por talleres, servicios náuticos, estación metereológica y un faro, que con el tiempo se convirtió en el símbolo del Club.
La segunda playa, abierta directamente sobre el Mar Caribe, tiene características oceánicas.
Con el tiempo, para complementar las facilidades recreativas, se construyó un bowling, un anfiteatro, cine al aire libre, canchas de tenis, bolas criollas, etc.
El proyecto de las instalaciones del club se complementó con un área residencial, construyéndose tres edificios (de 4 que fueron planteados inicialmente), de 16 pisos cada uno: planta baja, catorce plantas y un nivel de servicios.
Cada edificio cuenta con habitaciones tipo PH-A (para seis personas) y PH-B (para 4 personas), Suites A y B (para 4 y 3 personas), éstas con balcones con vista hacia el mar, y el resto de las habitaciones para 4 o 3 personas, existiendo la posibilidad de establecer comunicación entre algunas de ellas.
En el plan general del club se previó un área, adjunta al acceso principal de las instalaciones (junto a la carretera La Guaira-Naiguatá) para la construcción de un centro comercial privado, que nunca se realizó. Al vender el terreno del centro comercial se utilizó para la construcción de un edificio residencial que se vendió bajo régimen de propiedad horizontal.
El deslave que hubo en el Litoral Central en diciembre de 1999 dañó muchas de las instalaciones del Club Puerto Azul, las cuales fueron reconstruidas con prestancia, dedicación, rapidez, calidad y respeto por su ya consolidada tradición.

HVH

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Durante el año 1954 se había iniciado la construcción del Club Puerto Azul en Naiguatá, Litoral Central, Distrito Federal. Antes de finalizar la construcción de las obras contempladas en el proyecto se habilitaron instalaciones temporales para poder recibir a los miembros accionistas del club.

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Piscina con sus isletas con vegetación cuyo trazado fue realizado por el arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle-Marx

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Muelle, marina y faro.

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Escalera del edificio que congrega las actividades sociales.

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Vista aérea del Club Puerto Azul, del Club Playa Azul y en la parte posterior de la imagen, el movimiento de tierra de lo que llegaría a ser la urbanización Longa España.
En esos terrenos se construyeron en diferentes momentos, las Residencias Mar Caribe, Farallón Centinela, varias viviendas unifamiliares y el Club Puerto Azul se expandio ubicando alli la Fundación Puerto Azul, Canchas de tenis y otras de football y entre estas un amplio estacionamiento.
A la izquierda de la fotografia se distingue el pueblo de Naiguatá.
(foto de Frohmund G. Burger-1974).

TAL DÍA COMO HOY…

… el 4 de agosto de 1909 nace, en São Paulo, Roberto Burle Marx.

Quien es considerado como “el jardinero de América”, fue hijo de padre judío alemán y de madre brasileña. El uno, próspero comerciante dedicado a la exportación de cueros, muy comprometido con su cultura de origen era amante de la música erudita. La otra, oriunda de Pernambuco, cuya familia tenía raíces locales y francesas, despertó en sus seis hijos una particular sensibilidad hacia la música destacándose el mayor de ellos, Walter, como pianista de talento excepcional.

La formación de Roberto estuvo marcada por la fluctuante condición económica que conllevaba el negocio de su padre lo cual hace expresar a Fernando Tábora en el libro Dos parques. Un equipo (2007), lo siguiente: “La actividad del padre…tuvo siempre altibajos que se resumen en una frase de Burle Marx a este respecto: ‘Toda mi infancia la pasé mudándonos de un palacio a un semisótano’. Pero el padre también brindaba como compensación, en los períodos prósperos, viajes a Europa  con largas estadías especialmente en Berlín. La educación de Burle Marx, por lo tanto, no pudo ser convencional.”

Desde muy joven Burle Marx ya había empezado a manifestar una clara vocación por el arte que poco a poco fue combinando con una temprana inclinación al trabajo y la creación de jardines. De esta manera, cuando una vez más visita Alemania en 1928, al entrar en contacto con las vanguardias artísticas, es mucha la influencia que recibe lo cual lo llevó a inscribirse a su regreso en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Federal de Rio de Janeiro para formarse en pintura. Pese a no concluir sus estudios, ellos propiciaron, debido al cambio de pensum introducido por Lucio Costa de los últimos años de carrera en los que Bellas Artes se agrupaba con Arquitectura, el encuentro de Burle Marx dentro de la institución con Oscar Niemeyer, Affonso Eduardo Reidy y Jorge Moreira, entre otros, relaciones que luego fueron muy bien aprovechadas por el personaje que nos ocupa.

1. Arriba: Diseño de Burle Marx para un jardín en la azotea, Ministerio de Educación y Salud, Río de Janeiro, Brasil, 1938. Abajo izquierda: Propuesta para la Plaza Salgado Filho, Flamengo, 1957. Abajo derecha: Roberto Burle Marx, jardín en el techo de la residencia de Alfredo Schwartz en Copacabana, Rio de Janeiro, 1932.

La pintura se constituyó inicialmente en el centro de la actividad de Burle Marx, la cual no abandonará nunca en el transcurso de su vida recibiendo particularmente la influencia de Cándido Portinari (con quien trabajó en su Atelier) siendo, sin embargo, su más importante referencia y mayor influencia la recibida del pintor alemán Leo Putz.

Según reza en su biografía, su primer trabajo como paisajista fue en 1932, colaborando en el proyecto de la residencia de la familia Schwartz en Copacabana, obra de quien ya había conocido en la Escuela de Bellas Artes y que más tarde se convertiría en uno de los arquitectos más importantes del país: su amigo -y vecino- Lucio Costa. Dos años después, el gobernador de Recife, que había visitado la casa de esta familia, le ofrece a Burle Marx el cargo de Director de Parques y Jardines de dicha ciudad, en la que realiza varias obras públicas y jardines particulares, como el del artista Francisco Brennand.

Al volver a Río, Burle Marx es cada vez más requerido. Proyecta en 1938 la Plaza Salgado Filho, su primera en la que por entonces era la capital de Brasil, usando solo plantas autóctonas. También realizó, entre otros, los jardines y terrazas del Ministerio de Educación y Sanidad (1945) y de la Asociación Brasilera de Prensa, en la Floresta de la Tijuca (1936), encargándosele en 1943, el jardín de la residencia particular de quien posteriormente sería presidente de la República: Juscelino Kubitschek.

Destaca desde muy temprano su permanente afán por incrementar su  aprendizaje botánico, su interés por llenar el gran vacío de conocimiento en este campo y en particular lo concerniente a la flora de su país, detonante principal para el trabajo de campo directamente relacionado a ello que siempre desarrolló. Así, durante toda su vida Burle Marx llevó a cabo una extensa investigación, descubriendo y clasificando muchas especies, estableciendo relación, como apunta Tábora, “con los botánicos más destacados de la época, entre ellos Graiala Barroso, Luis Emigdio de Mello filho y Henrique Lahmeyer de Mello Barreto. Este último precursor con sus ideas  de una visión global del ambiente, fue el que más contribuyó al gran cambio que Burle Marx daría a los conceptos de diseño, utilizados hasta ese momento en la arquitectura paisajista”.

Ahora bien, más allá de continuar repitiendo rasgos y datos que podamos extraer de las biografías generales ya elaboradas, Burle Marx también engrosa la lista de visitantes memorables que hemos venido reseñando desde estas páginas. De allí que, más allá de su importante producción tanto en su natal Brasil como internacionalmente, tal vez valga más la pena destacar lo intenso y fructífero que fue su contacto con nuestro país, el cual en muy buena medida está registrado en el libro de Tábora y en el artículo de su misma autoría titulado “El Roberto Burle Marx que me tocó conocer”, aparecido en el nº 68 de Arquitectura HOY el 2 de julio de 1994 a un mes de su fallecimiento.

2. Roberto Burle Marx. Jardín de la casa de Inocente Palacios en Colinas de Bello Monte, Caracas, 1957
3. Burle Marx con su equipo en la oficina de Río de Janeiro: los arquitectos Fernando Tábora, Julio César Pessolani y John Godfrey Stoddart con el Plano General del Parque Naciones Unidas en Chile, 1960

La llegada de Burle Marx a Venezuela se produce en septiembre de 1956 “debido a una circunstancia fortuita dada por la necesidad de la colaboración de un arquitecto paisajista, en el proyecto del club privado Puerto Azul. El promotor Daniel Camejo Octavio y sus arquitectos Oscar Carpio y Guillermo Suárez, enfrentaban un problema difícil con las áreas libres del proyecto. Uno de los gerentes de la promotora, cuyo sobrino estudiaba en la Universidad de Cornell, el hoy arquitecto y paisajista Oswaldo Lares, le insinuó a Camejo la importancia de hacer venir a Burle Marx como consultor”. El propio Tábora, quien para entonces ya trabajaba en el Atelier de Burle Marx en Río de Janeiro, será quien coordinará los detalles y luego lo acompañará en el viaje que realizaría a Venezuela.

Burle Marx llega a un país que se caracterizaba por su bonanza económica y acelerado ritmo en la construcción de su infraestructura, y a partir del mismo momento en que lo hace se ampliarán los contactos, colaboraciones y proyectos que el Atelier (por entonces conformado por Burle Marx, Tábora, Mauricio Monte y Julio César Pessolani) iría atendiendo y desarrollando. Casi de inmediato, a finales de 1956, Burle Marx es contactado por Carlos Guinand Sandoz para diseñar las áreas exteriores de la Exposición Internacional de Caracas a realizarse en 1960; es requerido por Jorge Romero Gutiérrez, Dirk Bornhorst y Pedro Neuberger para colaborar con el tratamiento de los espacios abiertos de El Helicoide de la Roca Tarpeya; también para proyectar el paisajismo entre el hotel Humboldt y la Estación del Teleférico a instancias de Tomás Sanabria; y, más adelante, el rediseño del área central de la pista del Hipódromo La Rinconada, el Jardín Botánico, en Maracaibo (Edo. Zulia), los jardines de los clubes Playa Azul, Playa Grande, Morón y Balneario de Naiguatá, a los que se sumarán los paisajismos para las viviendas de Inocente Palacios y Diego Cisneros así como el de la casa de hacienda Monte Sacro de Nelson Rockefeller en Nirgua, estado Yaracuy, desarrollados casi todos en 1957 desde Rio de Janeiro. “No sería hasta mediados de 1957 cuando (John) Stoddart se incorporaría como socio a la nueva firma organizada para el desarrollo de proyectos de Arquitectura Paisajista y Planificación”, sumándose a Tábora, Pessolani y Monte, dejando atrás la denominación y estructura de Atelier. Posteriormente, en 1959 se registraría en Caracas la Oficina Técnica Roberto Burle Marx C.A., sociedad que acometería finalmente el proyecto para el Parque del Este.

4. Parque del Este, Caracas, 1961. Arriba izquierda: Patio de los Azuelejos. Arriba derecha: Aviario. Abajo izquierda: Restaurant del gran lago. Abajo derecha: Lago de las corocoras. Fotos tomadas en 1965.

Tábora relata en su libro cómo “las actividades del atelier Burle Marx incluían lo que para un arquitecto parecería insólito, puesto que podían ser el replanteo de un mural, expediciones de varios días a la selva en busca de plantas autóctonas, la escenografía de un gran baile de carnaval en el teatro Municipal de Río de Janeiro, el diseño y ejecución de una exposición de plantas, el desarrollo de un proyecto de paisajismo en La Habana, Asunción o Buenos Aires. (…) Burle Marx no tenía una formación de arquitecto, pero a través de su percepción del espacio en la naturaleza y la reorganización en el jardín, con base en sus conocimientos como artista plástico, le permitían un enlace inusual con las propuestas de la arquitectura moderna brasileña que no encontraba ninguna afinidad con la arquitectura paisajista del momento”. Sin embargo, “con el crecimiento de la complejidad de los proyectos que llegaban al Atelier, que rebasaban la capacidad técnica de Burle Marx, y poder de ser expresados en planos y detalles de obra, se hizo necesaria la inclusión de arquitectos en el taller”.

Luego de su intensa relación con Caracas, Burle Marx verá cómo Tábora y Stoddart se independizarían en 1964 para desarrollar a través de la firma Stoddart + Tábora Arquitectos un fructífera carrera que dejaría huella en el paisajismo venezolano en todas sus instancias. Él, por su parte, seguiría con su trabajo desde su otra empresa fundada en 1955 (Burle Marx e Cia. Ltda.) junto con el menor de sus hermanos, Siegfried, y con la colaboración de los arquitectos José W. Tabacow y Haruyoshi Ono, quienes, al igual que sus socios caraqueños, tiempo atrás habían ido a golpear su puerta para ofrecerse como pasantes. Cabe  resaltar que Haruyoshi Ono, a partir de los años 60 se asoció y siguió dando continuidad a la obra del Maestro.

Fue también su hermano menor quien encontró el sítio -chacra- Santo Antônio da Bica, en Barra de Guaratiba, a 60 kilómetros del centro carioca. 365.000 m2 que se trasformarían primero en un centro de experimentación, donde acomodaría sus colecciones de plantas, y luego en su hogar. De a poco Burle Marx va reformando la casa principal, a la que va agregando varios salones y la galería externa hasta que en 1973 se muda definitivamente para el sítio, dejando el barrio de Leme, donde vivía desde su infancia. En 1985 dona el sítio al Gobierno Federal, aunque continuó viviendo allí hasta 1994, el año de su muerte. A partir de 1996 comenzó un arduo proceso de identificación y clasificación del acervo, con supervisión y curaduría de la museóloga Iara Madeira, del Museu Histórico Nacional. A través de la Asociación de Amigos de Roberto Burle Marx se obtuvieron recursos financieros de varias entidades para la implementación del proyecto del museo en que hoy el sítio se ha transformado.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. Arriba: https://agrowingobsession.com/?p=73506. Izquierda abajo: https://www.modernamuseet.se/stockholm/en/exhibitions/time-place-rio-de-janeiro/. Derecha abajo: https://coleccioncisneros.org/es/content/el-modernismo-de-roberto-burle-marx
  2. https://docplayer.es/92836645-El-jardin-damero-de-la-casa-de-inocente-palacios-en-caracas-1957.html

3 y 4. Fernando Tábora, Dos parques un equipo, 2007

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 172

Venezuela estuvo a punto de engrosar la lista de países que montarían exposiciones internacionales de envergadura cuando en 1956 el régimen de Marcos Pérez Jiménez decidió que era hora de mostrar al mundo los importantes logros alcanzados en pro del progreso del país, bajo la doctrina del “Nuevo Ideal Nacional”. Este paso se acomete aunado a la posibilidad de darle ubicación física al “Parque Nacional del Este”, creado por decreto de la junta militar presidida por Carlos Delgado Chalbaud en 1950, con base en las recomendaciones de la Comisión Nacional de Urbanismo, posteriormente recogidas en el Plan Regulador de Caracas de 1951.

De esta manera, las setenta y cinco hectáreas destinadas al parque, sembradas de cafetales y cañaverales provenientes de parte de la expropiación de los terrenos agrícolas de la hacienda “San José” pertenecientes a la sucesión Díaz-Rodríguez, colindantes al norte con la línea del tren que comunicaba la capital con los Valles del Tuy, al sur con los terrenos del fundo “La Carlota”, al este con el fundo “La Casona” y al oeste con la Hacienda “Sosa”, provistas de un nutrido grupo de árboles tropicales centenarios, serían en principio el área que originaría el desarrollo del proyecto para la Exposición Internacional de Caracas a celebrarse en 1960, pensando en el aprovechamiento posterior de las instalaciones que se construyeran para el uso definitivo que desde un principio se había previsto. Más adelante se anexarían como terrenos a integrarse a la feria los correspondiente al fundo “La Carlota” cuyo destino, originalmente previsto desde 1950 como aeropuerto, albergaría “edificaciones para los Ministerios de la Producción y el Palacio de Exposiciones; al oeste de las construcciones la Zona Olímpica y en la parte este los servicios generales tipo Helipuerto, etc.”, tal y como se desprende de la decisión presidencial recogida por Juan José Martín Frechilla en Planes, planos y proyectos para Venezuela:1908-1958 (Apuntes para una historia de la construcción del país) -1994-. No hay que olvidar aquí que, en medio de esta visión grandilocuente, Pérez Jiménez también pretendió traer a Venezuela los Juegos Olímpicos de 1964, que luego se celebrarían en Tokio. De allí la mención a la “zona olímpica” que contemplaba contener la Villa, un gran Stadium (con capacidad para 80 a 100.000 espectadores) además de un Palacio de Deportes, una Piscina Olímpica y un Estadio de Base-ball, datos que se desprenden del Informe del anteproyecto para la Exposición Internacional de Caracas de 1960, elaborado por la Comisión Ejecutiva del Ministerio de Fomento nombrada en 1957 para garantizar su realización.

1. Plan Maestro de la Exposición Internacional de Caracas de 1960 elaborado por el arquitecto Alejandro Pietri. Arriba: Distribución orgánica de los pabellones e infraestructuras, y jardines de la fase Exposición. Abajo: Desarrollo de la fase Post-Exposición y la ubicación de las diferentes instalaciones gubernamentales, deportivas y culturales en el área de La Carlota.

El Plan Maestro y parte de la arquitectura, tanto del recinto ferial como de la zona institucional aledaña que sumaban un total de 170 hectáreas (recogido en términos conceptuales en el afiche que ilustra nuestra postal del día de hoy), estaría a cargo del arquitecto venezolano Alejandro Pietri, correspondiéndole al también arquitecto Carlos Guinand Sandoz “la coordinación de los bosques y jardines de la Expo como base para el futuro Parque del Este”, ambos integrantes de la Comisión Ejecutiva ya citada la cual quedaría presidida por el ingeniero Ibrahim Velutini, de acuerdo a lo que Carola Barrios nos relata en Caracas: Ciudad Moderna y Museo. Intersecciones inacabadas en el paisaje de los años cincuenta (Tesis Doctoral presentada en la Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona, 2005), cuyo capítulo dedicado a la Expo de Caracas luego resumiría en un ensayo que bajo el mismo nombre presentó en el seminario organizado por Docomomo-Brasil el año 2006.

Barrios señalará: “Siguiendo las normas que fijan en dos años la separación entre dos Exposiciones de Primera Magnitud realizadas en distintas zonas geográficas, se escogería la fecha del 19 de abril de 1960 para inaugurar la Exposición de Caracas, luego de la de Bruselas en 1958. De esta forma, el proyecto de la exposición monumental caraqueña seguiría a la exposición belga marcadamente futurista simbolizada con el Atomium, la primera en realizarse luego de terminada la II Guerra Mundial. En este caso, la visión apuntaría ya no a la perspectiva optimista de la reconstrucción urbana apoyada en los avances de la ciencia, sino a la producción de artefactos reciclables para el consumo masivo de la naturaleza tropical bajo una lógica de clasificación en la construcción de la ciudad-museo”. Para darnos una idea de que el asunto iba en serio, “según Oficio nº 3281 emitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores, el 14 de Junio de 1957 se extendieron las invitaciones oficiales a 64 naciones de todos los continentes acreditadas desde las misiones diplomáticas en el país. A mediados de 1957 ya habrían confirmado formalmente su participación …: España, Colombia, Paraguay, Francia, Corea del Sur, Santa Sede, Rep. Federal Alemana, Guatemala, Ecuador, Portugal, O.E.A., República China, Estados Unidos, Perú y Haití”.

2. Izquierda: Corte, fachada y planta del Ministerio de Producción, diseñado por el arquitecto Alejandro Pietri para ser ubicado en La Carlota. Derecha arriba: Alejandro Pietri. Bocetos del Serpentarium (arriba) y Aviarium (abajo). Derecha abajo: Alejandro Pietri. Plano de ubicación del Aviarium y el Acuarium.
3. Maqueta y corte del Acuarium mayor proyectado por Alejandro Pietri

También la misma autora nos aportará lo siguiente con respecto a las directrices del Plan Maestro elaborado por Pietri: “Para la distribución orgánica de los distintos pabellones e infraestructuras se conformarían dos zonificaciones diferenciadas, una Dinámica y otra Estática, unificadas a través de un sistema de circulación peatonal y vial diferenciados y que quedaría conectado a las principales arterias viales de la ciudad. La zona sur de la Carlota sería el área Dinámica, por el carácter permanente en la concentración de los servicios … Mientras que la zona norte sería el área Estática, por sus características propias de Parque, situándose en ella los servicios complementarios del primero”.

Esta suerte de “ciudad análoga” (como la califica Barrios), junto al desarrollo de un corazón de negocios vinculado a la industria petrolera se desarrollaría en los sectores de La Floresta y Los Palos Grandes, buscaba potenciar el crecimiento urbano de Caracas embelleciendo y transformando su paisaje haciéndola más atractiva para sus habitantes y visitantes. Así, visualizada como mezcla integradora de pabellones expositivos y edificaciones institucionales la Expo cobraría, de la mano de Pietri, un carácter expresivo y orgánico (heredado tanto de su formación en Oklahoma como discípulo de Bruce Goff e influenciado por la libertad estructural que imaginativamente interpretó de otros grandes maestros) que se vio representado tanto en el rascacielos de más de noventa pisos diseñado para el Ministerio de Producción (resuelto con base en un apoyo central y plantas tipo en voladizo, hito urbano y a la vez remate de la ciudad al este) como en las piezas que constituían las oficinas generales, el Acuario, el Aviario y el Serpentario. Sin duda los objetos diseñados por Pietri buscarían cobrar el mayor protagonismo de la feria y estarían complementados por los pabellones que posteriormente se proyectarían para o por cada país participante.

4. Perspectiva de los jardines de la Exposición Internacional de Caracas de 1960. Dibujo de Fernando Tábora, 1957.
5. Dibujo de Fernando Tábora de uno de los patios proyectados para el Parque del Este (no construido)

A las áreas abiertas de la Expo se les otorgaría un particular énfasis como vitrina de los valores naturales del país. De allí que en este caso Guinand Sandoz programara con mucho cuidado el tomar en consideración los requerimientos biológicos en el ciclo natural de las plantas y su acompañamiento de viveros para la aclimatación y la reproducción de especies. En otras palabras “la idea de sus promotores será, más que erigir un parque recreativo, exponer una colección representativa de las diferentes taxonomías botánicas y zoológicas en la observación de la naturaleza autóctona”.

De allí que se recurriera a la contratación a finales de 1956 (a raíz de su primera visita a Caracas, junto a Fernando Tábora, en septiembre a instancias de Daniel Camejo Octavio para diseñar el paisajismo del Club Puerto Azul) de Roberto Burle Marx para realizar el proyecto de los jardines que luego quedarían como parte del Parque Nacional de Este. Este importante encargo llevó a Burle Marx a convertir su Atelier de Brasil en la oficina en sociedad que se instalaría simultáneamente en Caracas y Río de Janeiro, mientras se realizaba el proyecto de la Expo y posteriormente del Parque del Este en la capital venezolana y del Aterro do Flamengo en Río, en la que participarían John Stoddart, Fernando Tábora, Julio César Pessolani y Mauricio Monte.

Carola Barrios precisará: “Cuando Burle-Marx y su equipo de asociados sean contratados en 1956 por el gobierno de Pérez Jiménez para la realización de los jardines zoo-botánicos de la Exposición Internacional de Caracas, el primer problema que enfrentarán será la de encontrar un tema de diseño relacionado con los valores híbridos de la cultura venezolana. En medio del barrido urbanístico y modernizador de Caracas, el objetivo que se planteará el paisajista será asociar las particularidades del paisaje urbano y natural venezolano.(…) Los patios, y las distintas posibilidades espaciales que ofrezcan en la distribución y organización de las diferentes especies, serán el hilo conductor de una secuencia museal dedicada a la exposición didáctica de la flora venezolana. Jardines de orquídeas, plantas xerófilas, plantas umbrófilas, plantas hidrófilas, perfumadas o de follaje colorido; patios de agua, muros de azulejos, fuentes y cascadas ornamentales se ensamblarán armónicamente en el diseño de estas estructuras espaciales enmuradas. De esta forma, y creando una escala intimista para la contemplación arquitecturizada de la naturaleza, la zona temática de los patios será, dentro de este parque-como-jardín, un fragmento domesticado en la recomposición de un micro-cosmos del paisaje natural. En paralelo al desarrollo de los patios y caminerías, se trabajará también en el diseño de espacios para albergar una colección de la fauna local desde un enfoque conservacionista propio del regionalismo ecológico. Dentro de ellas serpientes, boas, anacondas, tortugas y cocodrilos serán exhibidas bajo las sombras intermitentes del bosque húmedo tropical del parque.”

Como se sabe, la cristalización definitiva de la Exposición coincidió con los estertores de la dictadura no llegándose a realizar. Con la llegada de la democracia, tras largos meses de indefinición y gracias a la intervención del ingeniero Luis Rivas Larrazábal, es retomada la idea de desarrollar el Parque del Este correspondiendo proyectarlo a Burle Marx y sus asociados rescatando buena parte de lo ya adelantado, pero esa es otra historia.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas. Carola Barrios, Caracas: Ciudad Moderna y Museo. Intersecciones inacabadas en el paisaje de los años cincuenta (Tesis Doctoral presentada en la Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona, 2005)

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 147

La decisión de crear el Parque del Este se produce mediante decreto firmado el 19 de mayo de 1950 por Carlos Delgado Chalbaud cuando aún presidía la junta militar que gobernaba el país. Se daba así curso a uno de los lineamientos expuestos por la Comisión Nacional de Urbanismo relacionados a cubrir las necesidades higiénicas y recreativas de la ciudad preservando un área verde de carácter forestal ocupada por los terrenos agrícolas de la hacienda “San José”.

El lugar seleccionado, uno de las últimas superficies planas de gran extensión sin construir en el valle, contenía un exuberante bosque de árboles tropicales centenarios que a todas luces habría que conservar. De las tierras, pertenecientes a la sucesión Díaz-Rodríguez, se expropiarían setenta y cinco hectáreas para el parque, colindando al norte con la línea del tren y la carretera del este, por el sur con los terrenos del Fundo “La Carlota”, por el este con el Fundo “La Casona” y con la Hacienda “Sosa” por el oeste, como se desprende de la información contenida en Contribución al estudio de los planos de Caracas de Irma De Sola Ricardo (1967). Cabe añadir que los límites del futuro parque quedarían claramente definidos dentro de la Comunidad 6 de Petare en la zonificación establecida por el Plano Regulador de 1951.

1. Plano de ubicación de los terrenos del Parque Nacional del Este en integración con los del Aeropuerto La Carlota previstos para ser la sede de la Exposición Internacional de Caracas de 1961. Extracto del plano de la Shell elaborado en 1961

No obstante contar con tan importante decisión, los terrenos destinados al Parque del Este no serían objeto de atención sino hasta principios de 1956 cuando el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, dando un paso más en su interés por mostrar los logros alcanzados por el Nuevo Ideal Nacional, emprende, a través del Ministerio de Fomento, la organización para 1960 de una Exposición Internacional de Primera Magnitud que sucedería a la que en 1958 se terminaría montando en Bruselas. Al proyecto se le añadiría el área correspondiente al Fundo “La Carlota” (donde terminada la exposición se localizarían diferentes instalaciones gubernamentales, deportivas y culturales, apuntándose a la creación de un nuevo polo de concentración del poder), y se sumaría a la transformación que se pensaba dar a la zona como corazón de negocios de la ciudad vinculado a la industria petrolera, toda vez que se preveía la construcción en La Floresta (en terrenos de la vecina Hacienda “Sosa”) del edificio de la Mobil Oil Company y la sede de la embajada de los Estados Unidos (ambos de Don Hatch, 1959 y 1958 respectivamente) y se proyectaría en la urbanización Los Palos Grandes el futuro Centro Petrolero de Caracas (a cargo de Angelo Di Sapio, 1957).

2. Izquierda:Afiche de la Exposición Internacional de Caracas. Derecha: Plan maestro de la Expo elaborado por el arquitecto Alejandro Pietri. Arriba, distribución orgánica de los pabellones e infraestructuras, y jardines de la Exposición. Abajo, desarrollo de la fase Post-Exposición y la ubicación de las diferentes instalaciones gubernamentales, deportivas y culturales en el área de La Carlota

Para llevar adelante la organización de la Exposición Internacional de Caracas 1960, se nombrará a partir de agosto de 1956 una Comisión Ejecutiva presidida por el ingeniero Ibrahim Velutini conformada por seis representantes de los diferentes despachos ministeriales involucrados. Velutini coordinará el proyecto mediante una comisión integrada por los arquitectos Alejandro Pietri (responsable de diseñar el Plan Maestro y parte de su arquitectura), y Carlos Guinand Sandoz (coordinador del desarrollo de los bosques y jardines de la Expo, base para el futuro Parque del Este). También se convocará a distintas personalidades como asesoras en diferentes áreas destacando la presencia del renombrado arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle Marx y Asociados (Mauricio Monte, Julio César Pessolani, John Stoddart y Fernándo Tábora), el ictiólogo Dr. Agustín Fernández Yépez, los Sres. William y Katy Phelps, el ornitólogo norteamericano George Scott, el ofidiólogo Luis A. Rivas, el botánico Leandro Aristiguieta y J.M. Cruxent quien era el encargado de las colecciones del Museo de Ciencias.

Los objetivos de la exposición contemplaban no sólo permitir mostrar la actividad económica sino, de acuerdo al informe elaborado por la comisión encargada del proyecto que aparece en la Memoria y Cuenta del Ministerio de Fomento del año 1956, dar cabida a “otras manifestaciones del espíritu y la actividad humana”, ampliando su objeto “a lo social, lo artístico, lo científico y en general a todas las creaciones del hombre”. Así, el Plan Maestro y sus componentes arquitectónicos contemplarían la división en distintas áreas: Nacional, Universal, Ciencias y Artes, Espectáculos y Recreo, y Memorial Bolivariano agrupando las diferentes zonas expositivas en dos etapas previstas por los organizadores: Exposición y Post-Exposición, manteniéndose en ambas la idea de preservar para el Parque del Este la infraestructura que se realizara en el sector originalmente destinado para él.

Los avances que se dieron para llevar a cabo la realización de la Expo dan cuenta del importante rol jugado por Guinand Sandoz en preservar el área del parque y en insistir que el desarrollo de la parte destinada a exponer la flora nacional estuviese a cargo de Burle Marx y Asociados, quedando en manos de Alejandro Pietri lo relacionado a las edificaciones más emblemáticas destinadas a exponer nuestra rica fauna.

3. Arriba: dibujo hecho por Fernando Tábora del conjunto de la Exposición Internacional de Caracas. Abajo dibujos de Fernando Tábora y Roberto Burle Marx de dos de los patios no realizados

Así, cuando desde un comienzo Burle Marx y Asociados empiezan a darle vueltas al concepto de diseño para los espacios libres y jardines que les correspondería diseñar dentro de la Expo 60, como bien relata Fernando Tábora en Dos parques. Un equipo (2007) notan que “el primer problema (…)  fue el de encontrar un tema de diseño que tuviera una relación directa con la cultura venezolana y que al mismo tiempo fuera un atractivo especial para los visitantes. Para responder a este reto era necesario conocer más profundamente los valores que persistían en su sociedad. En aquel momento, la sociedad venezolana le estaba dando la espalda a la tradición y confiaba en un cambio hacia lo moderno sin mucha conciencia de lo que con esto se estaba perdiendo. Nuevamente Guinand se encargó de buscarnos ejemplos de lo que para él era lo mas representativo de estos valores, permitiéndonos visitar las casonas coloniales de la familia Vollmer en El Paraíso y de los Brandt en La Carlota, hoy residencia presidencial. Fue después de estas vistas que Burle Marx decidió que el tema principal de las áreas exteriores de la Exposición sería Jardines Amurallados o Patios. (…) La riqueza de posibilidades que estos espacios permitían, los ejemplos clásicos greco-romanos y árabes que pasaron directamente a la casa colonial española y la relación con una flora tan rica como la venezolana, constituyeron un incentivo a la creatividad que fue inmediatamente aprovechado por Burle Marx. La dificultad residía en cómo resolver espacialmente, la interminable serie de grandes y pequeños patios que él imaginaba: el patio del agua y paredes de azulejos, el patio de las xerófitas, el de las plantas umbrófilas, el de las orquídeas, el de las plantas perfumadas, el de las hojas coloridas, el de las fuentes y cascadas y muchos más”.

De esta manera fueron apareciendo los bocetos y maquetas que empezaron a dar cuenta de la manera como este sistema de espacios cobraría forma dentro del área de la Exposición y que posteriormente (reducidos a tres) pasarían a formar parte fundamental del área de acceso al Parque del Este cuando, caída la dictadura en 1958, se vinieran abajo los planes de que Venezuela entrase en el circuito de la Exposiciones Universales, se superase la incertidumbre acerca del destino de los terrenos y, a instancias de Guinand Sandoz, el gobierno de Rómulo Betancourt contratase el proyecto definitivo del más importante espacio recreacional de la ciudad a Burle Marx y Asociados.

4. Izquierda: plano topográfico del Parque del Este luego de su construcción. Derecha arriba: maqueta de los jardines amurallados. Derecha abajo: salida del Patio de los Azulejos hacia el Patio de los Muros Rojos

Acerca del diseño del área de acceso principal al Parque del Este (inaugurado oficialmente en 1961 como Parque “Rómulo Gallegos”, pasando luego a denominarse Parque “Rómulo Betancourt” en 1983 para finalmente a partir de 2002 adquirir su nombre actual de Parque “Generalísimo Francisco de Miranda”), ubicada sobre el lindero norte, que también coincide con decisiones que ya se habían tomado en el Plan Maestro de la Expo 60, y la manera como los patios se conciben como un mundo aparte formando parte de la transición que debía lograrse entre el ruido y la contaminación de la ciudad y el recogimiento y tranquilidad que requerían las zonas verdes recreativas, Fernando Tábora lleva a cabo una minuciosa descripción en su libro. Allí da cuenta de cómo se llegó a su disposición, dimensiones y tratamiento definitivo y de cómo se lleva a cabo la aproximación a ellos desde el acceso principal dando pie a un hermoso despliegue cargado de sensaciones que permiten descubrir, dentro de un cuidadoso manejo de la topografía, la incorporación de tres recintos de características particulares, siendo el Patio de los Azulejos (cuyo dibujo elaborado por Burle Marx ilustra nuestra postal del día de hoy) el que marca la pauta para el inicio del recorrido principal que en este sector se puede emprender, permitiéndonos pasar al Patio de los Muros Rojos para finalmente rematar en el de la Cortina de Agua.

5. Dos vistas del sector Los Patios del Parque del Este.

También el Patio de los Azulejos, en sus más de 2.200 metros cuadrados de superficie, cuya zona pavimentada está tratada con dos tipos de lajas de piedra y acompañada de una extensa hilera de bancos de concreto, ofrece la oportunidad a Burle Marx de dejar constancia de su impronta como artista plástico mediante el tratamiento de las paredes en forma de murales tridimensionales, que acompaña de 21 bandejas desde donde surgen láminas de agua y recubre de mosaico de 13 x 13 cms., rindiendo a su vez homenaje a una técnica tradicional de Brasil desarrollada como herencia proveniente de Portugal introducida allí por los árabes. Cabe destacar que la idea de contar con un “patio del agua y paredes de azulejos”, como vimos, ya estaba presente desde la etapa proyectual de la Expo 60 pasando el agua a ser el tema que vincula los tres espacios que en definitiva se realizarán. Los patios, aunque fueron tal vez los primeros elementos conceptualmente considerados para formar parte del tratamiento espacial del Parque del Este, fueron los últimos en terminar de construirse por discrepancias en el carácter que debía tener el de la Cortina de Agua, inaugurándose el 16 de diciembre de 1964. El descuido y falta de mantenimiento obligaron a emprender un cuidadoso reacondicionamiento realizado bajo la supervisión de John Stoddart, para, luego de dos años de trabajo, ser reabiertos al público en julio de 2014 devolviéndoles buena parte de sus condiciones originales y el de ser recinto donde el agua en movimiento juega un papel fundamental en su vivencia tanto de día como de noche. Ellos dan cuenta de una rica exploración acerca del significado que tiene un elemento espacial esencial dentro de nuestra tradición permitiéndonos experimentar de múltiples maneras el estar dentro y el estar fuera, sumado a la fluidez y continuidad de un recorrido que ofrece múltiples oportunidades de ser emprendido, donde la sensación de vernos siempre confrontados a la presencia de espacios dentro de otros espacios, llenos de texturas y colores, los convierten en una lección permanente de cómo iniciarse en la comprensión de la arquitectura y en uno de los lugares más hermosos que tiene la ciudad de Caracas.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 3 y 4. Fernando Tábora, Dos parques. Un equipo, 2007

1 y 2. Carola Barrios, Caracas: Ciudad Moderna y Museo. Intersecciones inacabadas en el paisaje de los años 50, Tesis Doctoral presentada en la UPC ATSAB, 2005

5. https://entrerayas.com/2014/07/fotos-rehabilitacion-integral-de-los-patios-ornamentales-del-parque-miranda/