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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 160

La realización en 1954 de la Primera Feria Exposición Internacional de Bogotá, Exposición Industrial, (FEIB) se convirtió en el primer reto que la recién creada Corporación de Ferias y Exposiciones (Corferias), con Jorge Reyes Gutiérrez a la cabeza, debió afrontar. Con el firme objetivo de “promover el desarrollo y conocimiento de la riqueza industrial, agrícola y pecuaria del país mediante la realización de exposiciones nacionales e internacionales” (según reza en su decreto de fundación del 8 de junio de 1954), Corferias  estuvo conformada en sus inicios por capital mixto aportado por el Ministerio de Fomento (sector oficial) y la Asociación Colombiana de Pequeñas y Medianas Industrias -ACOPI- (sector privado). Ello no impidió que se transformara en 1955 en Sociedad Anónima, manteniendo tales condiciones hasta 1989 cuando la Cámara de Comercio de Bogotá adquiere el 100% de sus acciones, marcándose así la privatización definitiva de la Corporación que paulatinamente vio mejorar su infraestructura inicial y aumentar la frecuencia de ocupación anual de los espacios, hasta convertirse hoy en el Centro Internacional de Negocios y Exposiciones “sociedad de carácter privado, que impulsa el desarrollo industrial, social, cultural y comercial en la Región Andina, Centroamérica y el Caribe”.

La Primera Feria abrió sus puertas el 29 de octubre de 1954 inaugurada por el entonces presidente colombiano Teniente General Gustavo Rojas Pinilla, quien gobernó entre 1953 y 1957 y cuyo mandato, al igual que muchas dictaduras latinoamericanos coincidentes en la época, se caracterizó por la realización de relevantes obras de infraestructura. Con la paradójica situación de que el país vivía bajo un cierre absoluto de importaciones  y que para incentivar la participación de las empresas extranjeras, se permitió la traída de bienes rebajando el llamado Impuesto de Timbre, con el compromiso de que sólo fueran exhibidos y no vendidos en el evento, participaron un poco más de mil expositores, 24 naciones (Venezuela entre ellas) y asistieron casi 100 mil espectadores. Tal y como señala la prensa de la época: “Los bogotanos, además de viajar y conocer las diferentes culturas del comercio mundial, estaban ansiosos por la campaña de expectativa del gobierno en la que se le había prometido al país progreso, modernidad y crecimiento económico».

Su costo de dos millones de pesos fue aportado a partes iguales entre los dos principales accionistas de la Corporación que tuvo en sus manos la organización, ampliándose la exhibición de los productos contemplados en su decreto de creación, a la presencia de aportes provenientes de países que empezaban a despuntar en la generación de nuevas formas de energía. Los pabellones más visitados fueron los de Alemania, Suecia, Francia, Suiza y Bélgica, llamando la atención que en el área donde estaban ubicados Estados Unidos y Canadá, se brindaba información a los visitantes sobre “la visión del capitalismo democrático norteamericano”, que el autócrata Rojas Pinilla tuvo que tragar mientras recorría el recinto el día inaugural.

Tal y como señala José Javier Alayón en “Proyectos feriales de Bogotá y Caracas en la década atómica. Precisiones sobre sus aportes a la modernidad local e internacional”, ponencia presentada en el III Congreso de Investigación Interdisciplinaria en Arquitectura, Diseño, Ciudad y Territorio (diciembre de 2018), organizado por la FAU de la Universidad de Chile, cuyas memorias se publicaron en marzo de 2019, “aparte del impulso económico a la industria colombiana, en lo arquitectónico, la Feria Exposición Internacional de Bogotá (FEIB) no buscaba, al menos explícitamente, convertirse en un experimento o espectáculo. Seguramente, la urgencia por celebrarla descartó exploraciones y riesgos. La solución prefabricada de las naves de madera laminada de la empresa holandesa Nemaho (Empresa pionera en cerchas de madera laminada, tratada y encolada que vendió sus estructuras por todo el mundo entre 1921 y 2009), era igualmente representativa del momento moderno: solución rápida, eficiente, económica y estéticamente contemporánea”.

Instalada en un terreno de 20.000 metros cuadrados adjudicado inicialmente a la Escuela Militar de Cadetes y las Empresas Municipales del Tranvía de Bogotá, en el barrio Quinta Paredes, la feria fue una de las dos operaciones que establecieron “un vector de expansión hacia el noroccidente de la ciudad que, sumadas al nuevo aeropuerto y próximas a la ciudad universitaria, concentraron usos y formas propias de la ciudad industrial, aunque con el desfase propio de las ciudades latinoamericanas”, según señala Alayón.

1. Plano general de la Primera Feria Exposición Internacional de Bogotá, Exposición Industrial. 1954
2. Vista nocturna de la Tercera Feria Exposición Internacional de Bogotá, Exposición Industrial, 1956, con el pabellón de los Estados Unidos en primer plano.

El recinto, organizado de acuerdo al plan maestro elaborado por el arquitecto Carlos E. Pérez Calvo (graduado en Bélgica) e Imre Von Mosdossy (“Experto en planeamiento y montaje de ferias internacionales”), construido con la ayuda del ejército nacional, fue trazado bajo un esquema claramente académico cuya plaza de entrada estaba presidida  por dos imponentes pabellones en madera provistos por Nemaho. El conjunto “se ordenaba a partir de los dos ‘palacios’ de madera, dispuestos radialmente respecto del pórtico de acceso proto-tendenza (construido por Gabriel Puerta). Los frentes abovedados de estos hangares configuraban la plaza principal, respondiendo al eje de simetría que reforzaba una funambulesca marquesina (una doble ménsula, a modo de alas desplegadas, construida por Cemento Samper y Cemento Diamante). Esta pequeña estructura de concreto armado era el contrapunto estereotómico a la ciudadela tectónica, construida en solo 9 meses. (…) Si bien las estructuras de madera laminada no eran una novedad constructiva en Colombia, importadas desde 1939, las feriales eran las primeras urbanas y de uso público, mostrando a miles de personas sus ventajas. Más remarcable fue la iluminación a cargo de la empresa belga Éclairage Schréder (Fundada en Lieja, en 1907, también iluminó el Atomium de Bruselas’58), que empleó novedosas luces de mercurio y fluorescentes, produciendo un ambiente nocturno cosmopolita, en lo que había sido un potrero meses atrás”.

El proyecto del pabellón venezolano en esta feria le fue encargado a Alejandro Pietri (1924-1992) quien para ese momento aún no había obtenido el título de arquitecto en la FAU UCV (lo hizo en 1955 con tres años previos cursados en la Universidad de Oklahoma). Se trata de una cubierta plegada autoportante combinada con herrería metálica que permite soportar los cerramientos, lo que denota la importante influencia que ejerció en los años formativos del arquitecto Pietri la construcción de la Ciudad Universitaria en cuanto laboratorio estructural, sumada a los avances que se venían logrado en otros países alrededor de las posibilidades que ofrecía el concreto armado en el moldeado de cubiertas ligeras.

3. Diversas tomas del pabellón venezolano en Primera Feria Exposición Internacional de Bogotá, Exposición Industrial. 1954

Esta preocupación que Silvia Hernández de Lasala denomina en el libro Alejandro Pietri. Arquitecto (1995) como «estética estructural», producto de las influencias señaladas, puede atribuirse también a la formación “profesionalizante” que predominaba en la Escuela de Arquitectura de la UCV, al apoyo que ofrecían excelentes calculistas egresados de la Facultad de Ingeniería de la misma universidad o inmigrados durante la posguerra, y una calificada mano de obra dado el gran volumen constructivo que se dio en aquel momento, todo lo cual le permitió a Pietri ponerla en práctica, como parte de una tendencia clara del momento, cuando se le encargan los pabellones de Venezuela para la Feria Exposición Internacional de Bogotá (1954, que hoy nos ocupa), la Feria de la Confraternidad y el Mundo Libre en Ciudad Trujillo, hoy Santo Domingo (1955, República Dominicana) y la Feria Internacional de Damasco (1957, Siria, no realizado), aderezada con una alta dosis de creatividad y originalidad propias de su personalidad que Hernández de Lasala trata muy bien a lo largo del libro. El punto culminante de esta “estética estructural” lo constituyen, sin duda, la realización por parte de este arquitecto de las Estaciones para el Teleférico de El Avila localizadas una en Maripérez (Caracas) y la otra en el “El Cojo”, Macuto, Litoral Central, así como del Recinto Ferial para la Exposición Internacional de 1960, que no se realizó, en los terrenos donde posteriormente se construyera el Parque del Este de Caracas.

Tal y como apunta Alayón, el olvido o la poca atención prestada por las historiografías locales a proyectos feriales como el de Bogotá a los que se suman los de Ciudad Trujillo y Caracas ya mencionados y la Feria Internacional del Pacífico en Lima (1959), no disminuyen la importancia que, al menos la experiencia bogotana, tuvo en la aceleración económica de la ciudad y su significado en “la expansión de la ciudad con nuevos usos y formas arquitectónicas en el momento que la ciudad desbordaba su trazado colonial, consolidando una modernidad más amplia … con arquitecturas extranjeras, compradas o visadas como pabellones efímeros, que exponían productos y costumbres nuevas”. En cuanto al edificio diseñado por Pietri sabemos que se utilizó en las ferias organizadas los dos años siguientes (1955 y 1956) hasta que se decide desmantelarlo. No por ello deja de ser importante subrayar el papel protagónico que cobró su sistema portante y la fluidez espacial que gracias a ello se pudo lograr tanto en el interior como en su relación con el exterior. Racionalismo, experimentalidad, rigor geométrico y plasticidad formal son las premisas fundamentales que rigieron su diseño, donde se asume también como parte de su caracterización y concepción constructiva la condición efímera que todo pabellón posee.

ACA

Procedencia de las imágenes

1 y 2. José Javier Alayón, “Proyectos feriales de Bogotá y Caracas en la década atómica. Precisiones sobre sus aportes a la modernidad local e internacional”, ponencia presentada en el III Congreso de Investigación Interdisciplinaria en Arquitectura, Diseño, Ciudad y Territorio (diciembre de 2018)

3. Revista A, hombre y expresion, nº 2, 1955