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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 126

1941 marca el momento en que se inicia con gran ímpetu el saneamiento del sector donde se construirá entre 1942 y 1945 la Reurbanización de El Silencio (proyecto de Carlos Raúl Villanueva que sigue -en buena parte- los lineamientos dictados a partir de 1939 por el Plan Rotival), durante la presidencia de Isaías Medina Angarita y con ello la oportunidad de encontrar claras pautas de lo que debía ser el desarrollo a futuro del casco central de ciudad.

Pero también es el año que Irma De Sola en Contribución al estudio de los planos de Caracas (1967), atribuye, por no tener fecha registrada, a la elaboración de este “Plano de Caracas y sus alrededores” que hoy ilustra nuestra postal, clara muestra de la manera como la capital se fue extendiendo y donde resalta no sólo la ausencia de topografía y aparición de la vialidad como gran protagonista, sino la notable diferencia que se marca entre la ocupación de los “alrededores” con respecto a la trama característica del damero fundacional, cuya prolongación había sido el patrón hasta hacía muy poco en cuanto a signar el crecimiento urbano. Para Irma De Sola, 1941 debe ser la fecha del documento justamente “por considerar que coincide con el desarrollo de las urbanizaciones que entonces se realizaban”.

Así, se pueden detectar con claridad en el plano, hacia el este del casco, los nuevos urbanismos de San Bernardino, Los Caobos y La Florida y, más allá, los de Campo Alegre, La Castellana, Altamira, Sebucán y Los Chorros; al sur, Santa Mónica, Los Chaguaramos, Valle Abajo y Las Acacias; en las proximidades al casco central San Agustín del Norte, El Conde y San Agustín del Sur; al sureste, El Rosal y Las Mercedes; al oeste, Nueva Caracas; al suroeste, El Paraíso; y como dato curioso la huella del primer plano de conjunto de la Ciudad Universitaria de Caracas.

La representación (una hoja plegable de 92 x 42 cms, patrocinada por R. N. Ríos y Cía. e impresa por Librería Caracas en blanco y negro a escala 1:10.000), muestra una ciudad que se debate entre el pasado y el futuro. El plano abarca de oeste a este, desde Nueva Caracas hasta Boleíta, mostrando de forma exclusiva la vialidad en la que destacan algunos de los nombres de las calles, avenidas y autopistas. En ella se mezclan la tradicional nomenclatura caraqueña propia de las esquinas del damero fundacional, con un sistema de identificación de vías creado especialmente para cada urbanización. También muestra proyectos en curso o aún no construidos: el futuro trazado de la Avenida Bolívar, la autopista que corre paralela al río Guaire y el aeropuerto La Carlota, son algunos de ellos. También aparecen con línea punteada las distintas rutas del ferrocarril, que desaparecerán en corto tiempo. Al este, se plasman urbanismos incipientes, separados por quebradas que no se representan y cuyas calles aún no se identifican. Esta lógica de trazados independientes también será producto del desarrollo en grandes paños de tierra pertenecientes a haciendas ubicadas entre cauces de agua provenientes del Ávila.

Como bien indican Iván González Viso y Federico Vegas (con el aporte de Nancy Dembo y José Rosas Vera) en “Historia de Caracas a través de sus planos”, ensayo introductorio de Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje (2015), al referirse al crecimiento sin visión integral alguna que se da más allá del área central de la ciudad, producto en su mayoría de la venta y urbanización de las haciendas que ocupaban el valle y sus rincones: “… la historia de la trama original de la ciudad ha sido definitivamente abandonada, para dar paso a un urbanismo que tendrá más relación con nuestra geografía que con nuestra historia.(…) Estas nuevas propuestas de nuevas urbanizaciones se trazan con algunos ejes de simetría y algunos principios de composición. En las próximas décadas este deseo de plantear un urbanismo con valores formales se perderá y solo prevalecerá el deseo de urbanizar con eficiencia mercantil. (…) El aislamiento, propuesto por estas urbanizaciones como estrategia de crecimiento, produce un ordenamiento de la periferia sobre la base de la disgregación, confirmando lo que el plano de 1934 auguraba. En la ocupación del este del valle se ha consolidado una visión opuesta a la que había predominado por varios siglos. Desde sus inicios la América hispana subordinaba el campo a la ciudad, mientras la América inglesa había concebido a la ciudad como un centro de acopio y distribución para el campo. A mediados del siglo XX la visión protestante de la noble y sana campiña, que generó el mito de la ‘pequeña casa de la pradera’, comenzó a predominar sobre la visión católica de la ciudad sacra rodeada de una naturaleza profana, versión ésta que había generado el damero y la casa de patio.”

De esta manera, la quinta aislada, anhelo de todo ciudadano que ve mejorar su nivel socio-económico, pasa a ser el modelo que materializará el rechazo a la ciudad tradicional a la que sólo buscará vincularse mediante el automóvil y que poco a poco se irá degradando y desarrollando sin atenerse a políticas que velen por su preservación.

La acertada afirmación procedente del texto ya citado de que “la casa de los nietos comienza a ser radicalmente distinta a la de los abuelos”, ilustra con toda claridad la naturaleza del fenómeno que se produjo por más que el desarrollo de El Silencio estuviese mostrando al mismo tiempo un claro ejemplo de convivencia entre tradición y modernidad, logrando Villanueva “adaptar el tejido de la trama de nuestra más importante herencia urbana a las propuestas de la ciudad moderna”. Este desarrollo, contrapartida de las urbanizaciones de quintas al este del valle, adapta la morfología de sus edificaciones a la trama urbana de la ciudad fundacional, presentando grandes arcadas que sombrean las aceras de su perímetro continuo y dejando patios comunes en el centro de cada manzana. Lamentablemente, la dirección a la que apuntaba la Reurbanización de El Silencio se abandona casi de inmediato sin permitirle convertirse en modelo para la transformación moderna de la ciudad.

Siempre quedará para el debate y la especulación el prefigurar qué hubiese pasado si a mediados del siglo XX se hubiesen seguido de manera armónica, acompasada y sobre todo planificada las pautas señaladas por ambos derroteros, ante el claro hecho de que si algo ha caracterizado a Caracas desde siempre es lo limitado de su espacio físico para dar cabida a un crecimiento que lucía inevitable. Para intentar una primera respuesta valdría la pena indagar en torno al efecto producido por las ordenanzas de zonificación que se fueron aprobando y aplicando desde entonces, tan afines a los aspectos cuantitativos propios de cada parcela y tan alejadas del valor coral que debe existir entre el espacio público y la forma urbana. El “Plano de Caracas y sus alrededores” de 1941 representa, en definitiva, una posibilidad de estudio de las diversos trazados y tipologías de urbanización que se insertaron en su espacio geográfico cambiando su lógica de crecimiento. Nos atrevemos a afirmar que, salvo algunos casos, las mismas calles y trazados que acá se muestran, aún permanecen más de 75 años después. Ellos estructuraron la totalidad del valle promoviendo un nuevo modelo de ciudad caracterizado por desarrollos aislados, que luego, como se sabe, se intentaron enlazar mediante el desarrollo desmesurado de arterias viales destinadas al tránsito automotor.

IGV

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 102

El “Plano de Caracas Monumental” elaborado por Ramón Sosa B., patrocinado por el Departamento de Publicidad del Club de Turismo Venezolano e impreso en la Litografía del Comercio (Caracas), podría considerarse como una versión en axonometría de la “restitución fotográfica con estereoplanígrafo y aerocartógrafo” realizada por la Cartografía Nacional a escala 1: 5.000 (1936), el cual se asemeja a un acercamiento al “Plano de Caracas y sus alrededores” dibujado por Eduardo Röhl en 1934 a escala 1:30.000.

Anterior a toda la planimetría proveniente del “Plan Monumental de Caracas” (1939), mejor conocido como Plan Rotival, este “Plano de Caracas Monumental” ofrece la que tal vez sea la primera graficación tridimensional de la ciudad realizada con fines eminentemente turísticos buscándose con ello promover una actividad que durante el período gomecista ya había empezado a ser impulsada a través de la construcción de importantes instalaciones hoteleras fuera de la capital. Así, incorpora, a diferencia de sus inmediatos predecesores (nos referimos al plano de Röhl y al de Cartografía), como parte de su diagramación, información de valor comercial, interés ciudadano y arquitectónico muy afín a la aparecida en los 7 planos realizados por Ricardo Razetti entre 1897 y 1929.

Sería bueno recordar como parte del contexto en que aparece el “Plano…” que recién fallecido Juan Vicente Gómez (1935), gracias a la política de créditos que impulsó el gobierno de Eleazar López Contreras, en Caracas surgen una serie de pequeños hoteles y pensiones que acompañarán a los que ya destacaban por su tamaño. Anteriormente (1932) se habían regularizado los vuelos comerciales en Venezuela razón por la cual en los años 1935 y 1936, comenzaron las actividades recreativas y de esparcimiento organizadas por agentes de viajes siendo pionera en el ramo “Boulton Club de Venezuela”, hasta que finalmente, en 1938, se promulga la primera Ley de Turismo dándole impulso a la promoción y capacitación turística nacional.

El “Plano…” abarca la trama colonial original (con toda la nomenclatura de sus esquinas) y parte de los urbanismos que comenzaron a rodearla mostrando en volumetría algunas de sus edificaciones más notables. Hacia el este, siguiendo la ruta de la avenida Los Caobos o más al norte la del Ferrocarril Central, está cortado un poco más allá de lo que hoy sería la Plaza Venezuela y el comienzo de Sabana Grande, asomando al noreste la “Urbanización Bigott” (zona norte de Los Caobos donde se localizaba la conocida cigarrera), contenida entre las quebradas Canoas y Maripérez y, al sureste (pasando el rio Guaire), parte de los terrenos de la hacienda Ibarra, donde posteriormente se edificará la Ciudad Universitaria.

Al norte, entre las quebradas Anauco y Catuche, se aprecia el Hospital Vargas y el Seminario (aledaño al Cementerio de los Hijos de Dios) y, más al noroeste, el trazado de La Pastora, detectándose entre las quebradas de Agua Salud y Agua Salada lo que se denomina como “Barrio Obrero” grupo de viviendas de interés social que el Banco Obrero construyó en El Manicomio conocido inicialmente como “Villa Amelia” y posteriormente como “Lídice”. Hacia el oeste, siguiendo el trazado de la avenida Sucre, la información se corta sin presentarnos Catia en toda su dimensión y mucho menos el desarrollo de “La Nueva Caracas” tan marcado en el plano del 29 de Razetti. De esta importante zona sólo se alcanza a apreciar el volumen del Cuartel Urdaneta y el sector Los Flores.

Hacia el sur, luego de pasar el Guaire por el puente Sucre, aparece el desarrollo ejecutado por el Banco Obrero para San Agustín del Sur y, atravesando El Peaje, lo que se conoció durante mucho tiempo como “El Rincón” del Valle con el Cementerio General del Sur como remate y un incipiente trazado del sector que lo antecede. También se muestran los sembradíos de lo que sería posteriormente la urbanización Las Acacias y la avenida El Valle que conecta con este sector en las afueras de la ciudad. Al suroeste aparece El Paraíso en pleno con su trama de calles y, como prolongación de la avenida San Martín, la avenida Antímano que conduce hacia esa otra población foránea.

Las leyendas incorporadas al plano informan sobre la localización de los siguientes usos, edificaciones o elementos de valor urbano agrupados en cuatro bloques:

1) Edificios públicos (17); Jefaturas civiles (4 jefaturas y 2 cuarteles); Museos (4); Bancos (3); Iglesias y capillas (22); Colegios y escuelas (10); Dancings (2); Espectáculos públicos (6 teatros y 1 cine); Circos (4); Parques y plazas (22); Puentes (23); Estadiums (3); Clubs (3); Urbanizaciones (3); Monumentos (3).

2) Pasajes (2); Gasolina (estaciones) (6); Panaderías (3), Lotería (1) y Compañías de Seguros (1); Hoteles (3); Clínicas y Hospitales (11); Boticas y Farmacias (3).

3) Comercio e Industrias (37).

4) Estaciones Férreas (5), Cuarteles (4) y Necrópolis (2).
Llama la atención que siendo un plano elaborado con fines turísticos se registre únicamente la presencia de tres hoteles: el Royal (de Veroes a Ibarras), el Madrid (en la esquina de La Torre) y el Majestic (frente al teatro Municipal), claro síntoma de la escasa oferta de ese tipo de instalaciones que para entonces ofrecía la ciudad.

Valga comentar a modo de cierre que este “Plano de Caracas Monumental” por la carga figurativa y algo ingenua que lo acompaña, dista mucho del valor y precisión que poseen los elaborados por Razetti y por Röhl, sólo por citar a sus inmediatos predecesores. Sin embargo, posee el atributo de mostrarle al público en general una ciudad menos abstracta y más próxima a lo que en realidad se imagina que pueda ser. Para ello recurre a la ilustración a fin de complementar la información y representar el omnipresente paisaje de la ciudad así como parques, plazas y áreas verdes y de sembradíos. También se evidencia cómo Ramón Sosa debió alterar el ancho de las calles para poder dibujar en proyección axonométrica los edificios al interior de las manzanas, lo cual denota un esfuerzo notable de levantamiento (con el acompañamiento quizás de un copioso registro fotográfico) para poder dibujar cada uno de las piezas allí presentes, convirtiéndose en un caso único hasta esa fecha. El plano, en otras palabras, buscaba (como su nombre lo indica) ilustrar la ciudad monumental más que ser una cartografía precisa y exacta en términos de su confección.  En síntesis, más allá de su rol testimonial y la copiosa información que contiene, el “Plano de Caracas Monumental” debe ser considerado como una anécdota curiosa y valiosa dentro del desarrollo de la saga que ha buscado representar la ciudad iniciada en 1578.

IGV

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 94

El “Plano de Caracas y sus alrededores” que Federico Vegas e Iván González Viso no dudan en calificar como “El plano más bello de Caracas” en el ensayo introductorio de Caracas del valle al mar . Guía de arquitectura y paisaje (2015) titulado “Historia de Caracas a través de sus planos”, nos permite reconocer, en primer lugar, a Eduardo Röhl como sucesor de Ricardo Razetti en la importante tarea de representar gráficamente la ciudad.

Los planos de Röhl a diferencia de los de Razetti ofrecen la oportunidad de encontrar un nuevo estilo y una nueva visión a la hora de plasmar la trama urbana donde sin lugar a dudas la geografía pasa a ser el principal protagonista. En particular el que hoy ilustra nuestra postal se trata de un dibujo de 96 x 65 cms, en tonos ocres, amarillo y naranja realizado a escala 1: 30.000 con base en una foto aérea donde aparecen todas las montañas y valles de lo que será la Caracas metropolitana que permite, al igual que en la primera representación 1576, hablar tanto de un plano como de un mapa ya que abarca las costas del Caribe e incorpora a La Guaira y Macuto como áreas de influencia de la capital.

Como también señalan Vegas y González Viso el plano de Röhl permite delimitar lo que se ha denominado como “la ciudad del caballo”: “En este enorme contexto geográfico parece adivinarse un caballo recostado contra el Ávila, cuyo hocico muerde a Catia y por entre sus orejas sale la vía hacia La Guaira, mientras una pata delantera se alarga al oeste, acompañando el curso del Guaire y pisando Antímano con su casco; la otra pata se dirige hacia El Valle, acompañada por el río del mismo nombre. De las patas traseras vemos poco; el plano no ofrece gran parte de las áreas del sureste hacia donde Caracas aún está por desarrollarse. Parece que Röhl no previó un crecimiento en esa dirección. El noble caballo tiene a Petare en los testículos y la cola se alza señalando el camino hacia Guarenas. Justo en su corazón reside la vieja trama colonial y la plaza Bolívar. Como buen herbívoro tiene en el estómago al parque Los Caobos”.

Más allá de posibles asociaciones figurativas, este plano, que se realiza un año antes de la muerte de Gómez, evidencia el crecimiento de una ciudad impulsada por la bonanza que ya otorgaba la explotación petrolera. Caracas se empieza a ampliar decididamente hacia el este: la trama del damero fundacional salta la quebrada de Anauco y se desordena en función de la paulatina ocupación que se irá dando de las haciendas ubicadas al oriente que, de manos de urbanizadores como Luis Roche y Juan Bernardo Arismendi, se pensaba podrían permanecer al margen del centro de la ciudad albergando “viviendas unifamiliares aisladas”. Dichos desarrollos aparecen en tonos de amarillo al igual que las nuevas urbanizaciones ya trazadas para la época: Los Caobos, La Florida, el Country Club, Campo Alegre, Los Palos Grandes y Sebucán donde sus edificaciones aparecen resaltadas junto a la vialidad. Por otro lado el color naranja se usa para señalar el casco colonial del centro y los pueblos de origen colonial como Petare y Chacao, los cuales pasan a ser importantes puntos de referencia, quedando en blanco “entre los relieves de las montañas y colinas, gran parte de las tierras de los valles (…), como vacíos que esperan el impacto urbano”.

La “Conquista del este”, particularmente resaltada por Vegas y González Viso, les permitirá afirmar cómo el tipo de desarrollo allí planteado basado en lo “unifamiliar” y lo “aislado” se constituiría en “una difícil semilla para cultivar una ciudad”. El hecho de que los nuevos urbanismos no se hubieran planteado ni siquiera estar comunicados entre sí en virtud de la separación que imponían las quebradas que bajaban del Ávila en sentido norte-sur entre diferentes haciendas cafetaleras, permite apreciar como único medio de conexión la aparición al sur de lo que será la avenida Francisco de Miranda. Aunque a trancas y barrancas las conexiones entre urbanizaciones se producirán después, sin duda “este aislamiento parece ser parte de una estrategia, de una intención consciente. Se está pasando de la ciudad congregada a una ciudad disgregada por vocación”, donde vemos cómo “las texturas compactas, que definen la cuadra del damero, contrastan con la textura atomizada de las viviendas aisladas” y “la casa urbana de patio comenzaba a ser relegada por las casas suburbanas de jardín perimetral”.

IGV