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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 142

Este plano de Caracas a escala 1:5000, cuya elaboración se atribuye a la Ingeniería Municipal del Distrito Federal, permite apreciar con mayor detalle lo que Irma De Sola Ricardo de Lovera (1916-1991) en el libro Contribución al estudio de los planos de  Caracas (1967) denomina como “la formidable obra urbanística oficial” que se desarrollaba en dicha entidad, donde la ciudad emerge como objeto de modernización de la mano de los lineamientos fijados por el Plano Regulador de 1951.

Nuevas urbanizaciones, autopistas, edificios y grandes infraestructuras modernas apuntan a un cambio de escala de la ciudad, producto tanto de un trabajo multidisciplinar como del auge económico en la capital. De aquí que plantear que nos encontramos ante el nacimiento de una ciudad policéntrica o ante la germinal presencia de ciudades dentro de la ciudad no sería exagerado.

El plano elimina la topografía, y muestra el Distrito Federal estructurado con base en las múltiples y diversas redes viales que, de forma heterogénea, conforman una ciudad compuesta por retazos, donde se perciben fragmentos diversos, desvinculados, sin una idea organizadora. Cada red representa cómo la urbe se va conformando por el libre y descontrolado juego de fuerzas sociales y económicas, cuyo resultado son procesos de urbanización aislados, desarrollados bajo reglas propias e independientes.

Por otro lado, en el plano también es posible identificar ciertas piezas de arquitectura, de distinto carácter e índole urbana, dispuestas bajo una lógica que atomiza la ciudad de forma funcional y las conecta mediante sistemas rápidos de circulación vehicular. El Helicoide de la Roca Tarpeya, el teleférico al Ávila ubicado en Maripérez, la urbanización 2 de Diciembre (posteriormente 23 de enero), el Centro Simón Bolívar, la Ciudad Universitaria y el Sistema Urbano de la Nacionalidad (que incluye el Paseo Los Símbolos y el Paseo Los Ilustres), se representan en este plano como nuevas y grandes infraestructuras que cambiarán la escala y percepción de la ciudad, conectadas por nuevas e importantes vías expresas. Modelos de vivienda social como la urbanización Carlos Delgado Chalbaud en El Valle, Pedro Camejo al norte de la ciudad, en el límite oeste entre el Recreo y La Candelaria, o los primeros bloques de la urbanización Simón Rodríguez, también emergen como parte de la obra pública. William Niño Araque expresará en “Ciudad definitiva. Un paisaje plenamente moderno” –Santiago de León de Caracas. 1567/2030- (2004): “… la verdadera modernidad visual y urbana se plantea simbólicamente a partir  de 1º de enero de 1950, con la inauguración de la avenida Bolívar y se prolonga en un esfuerzo monumental hasta el 23 de enero de 1958, (…) cuando la metrópoli abarca la extensión total de su territorio”.

Para la realización del plano, que contempla únicamente el Departamento Libertador del Distrito Federal (de allí que la trama se vea cortada hacia el este en el límite con el Distrito Sucre por la quebrada de Chacaíto y que tampoco aparezca el Departamento Vargas que abarca todo el Litoral Central y sus parroquias consideradas foráneas: Caraballeda, Carayaca, Caruao, La Guaira, Macarao, Macuto, Maiquetía y Naiguatá), se tomó como base el “Plano de Caracas por Parroquias” de 1936. Dicho plano, elaborado también por la Ingeniería Municipal, recoge lo establecido por la Ordenanza emitida aquel año por el Concejo Municipal del Distrito Federal, y es reseñado por De Sola Ricardo en la página 158 de su libro, siendo “la primera vez en la historia de las parroquias en que se hace una demarcación civil y no se nombran las parroquias eclesiásticas como se acostumbró hasta 1889”. Ello implicaría un gran cambio en el sentido de pertenencia de los ciudadanos cuyas viejas referencias se verían desdibujadas. Así mismo, las demarcaciones parroquiales mostrarían desigualdades en su extensión, encontrándose parroquias muy extensas, así como otras con áreas muy pequeñas. Cabe destacar que los límites de las parroquias fueron trazados tomando como referencia la mitad de la vía, considerando las recomendaciones de modificación de los limites parroquiales realizadas por Ricardo Razetti en 1910.

Valga decir, además, que los límites parroquiales representados por líneas punteadas, establecidos en la Ordenanza de 1936, sufrirían modificaciones posteriormente en 1939 y 1941. En 1939 se modifican los límites de las parroquias Sucre, Catedral y San Juan y luego en 1941 los límites de las parroquias San José y Candelaria.

En definitiva, el plano de 1956 que hoy nos ocupa, muestra las áreas de las parroquias urbanas del Distrito Federal a saber: Catedral, Altagracia, Candelaria, Santa Teresa, San José, Sucre, San Juan, La Vega, Antímano, Santa Rosalía, El Valle, San Agustín y El Recreo, obviando las consideradas foráneas.  También muestra que esta división de la capital, pareciera no seguir ningún criterio geográfico, religioso, geométrico, territorial, urbano o funcional.

La “modernidad instantánea” que se ofrece en esta representación, se constituyó en un fenómeno urbano donde en muy corto tiempo se desarrollaron importantes estructuras que cambiarían la fisonomía de la capital definiendo nuevos limites entre la arquitectura y la ciudad. Esta forma de trocear Caracas con limites parroquiales que no siguen claros criterios de orden, fijando fronteras que no guardan relación con los trazados urbanos, originará áreas huérfanas y dividirá urbanizaciones. Como consecuencia, San Bernardino quedará seccionada a la mitad entre las parroquias Candelaria y San José. A su vez el borde este entre la parroquia El Valle, y el limite territorial con el Distrito Federal, quedará como un área huérfana sin pertenencia a parroquia alguna.
En este período los hechos urbanos sucederán tan aceleradamente que terminarán imponiéndose a la legislación, un fenómeno catalogado por De Sola Ricardo como “la rebelión de los hechos contra el derecho”, que persistirá por décadas en la capital.

IGV

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 134

En el “Plano de Caracas y sus alrededores” de 1954, el tradicional encuadre cartográfico que se venía utilizando, que sitúa la mancha urbana de la capital al centro del plano, se desplaza ampliando la visión de la ciudad hacia los valles del sureste, suprimiendo la presencia del Ávila como referencia.  El encuadre abarca desde Petare hasta Antímano, y al sur hasta Sartenejas y el pueblo de El Hatillo, centrando la mirada sobre esta zona como futura área de desarrollo y expansión de la ciudad.

Según se explicita en la leyenda, el plano, realizado a color por la Dirección de Cartas Geográficas de la Dirección de Cartografía Nacional a escala 1:20.000 y conformado por 2 hojas de 86 x 62 cm. cada una, está confeccionado tomando como referencia diversas fuentes: la Carta de Caracas a escala 1:25.000 (Cartografía Nacional); la Carta de Caracas a escala 1:10.000 (Cartografía Nacional); la fotografía aérea de febrero de 1954; e información suministrada por la Comisión Nacional de Urbanismo y por la Dirección de Ingeniería Municipal. Ello da cuenta del grado de complejidad que la capital va adquiriendo, al sobrepasar el millón de habitantes.

El plano pone de relieve el contexto geográfico al que deberá enfrentarse el crecimiento de la urbe, y sus limites geográficos naturales y la divide en dos entidades: de un lado la ciudad construida en el valle principal, y del otro sus alrededores, sin establecer limites de crecimiento.

Si lo comparamos con el plano de 1936, elaborado por Eduardo Röhl, notamos que la diferencia entre el valle y el sistema de montañas y colinas ya no es tan notoria, tan visible gráficamente. En este nuevo plano la ciudad se vislumbra tras la ocupación de todo el sistema de colinas al sureste del gran valle: si en el plano de 1936 la ciudad ha dejado de urbanizarse siguiendo la receta histórica del damero, para comenzar a adaptarse a la geografía con formas más o menos uniformes y simétricas, en este plano de 1954 la geografía deja de ser guía y referencia y se convierte en simple contexto de un urbanismo avasallante que avanza ejerciendo importantes modificaciones topográficas y sin pretender crear formas urbanas legibles. Se trata de una red vial que se extiende obteniendo de la topografía el máximo beneficio y la mayor rentabilidad. “El símbolo de esta nueva posibilidad será el Hotel Humboldt, torre solitaria ubicada en la cima del Ávila, revelando la presencia de la ciudad hasta en los lugares más inaccesibles”, acotarán Federico Vegas e Iván González Viso en “Historia de Caracas a través de sus planos” (ensayo introductorio de Caracas del valle al mar. Guía de arquitectura y paisaje, 2015).

Nótese como casi todos los urbanismos del sureste que aparecen en este plano, se encuentran en etapa de desarrollo, con las calles apenas planteadas; otros están simplemente esbozados. Se trata, sin embargo, de un territorio equivalente al que ocupaba la ciudad en los años 20. Esta expansión que arranca en Las Mercedes y termina en Baruta, y más tarde en El Hatillo, comprende el futuro Chuao, Prados del Este, El Cafetal, Charallavito, Club Hípico, La Trinidad. En ellos, gradualmente, se ha ido abandonado tanto la trama como criterios de uniformidad.

El plano, en resumen, muestra una gran masa construida en el valle central, que luce ocupado en su totalidad, con la única posibilidad de expandirse al sur, conquistando la geografía. La ciudad se extiende a partir de la vialidad como forma característica de crecimiento, como es posible apreciar en la ruta que conecta a Las Mayas, o a Antímano permitiendo nuevos desarrollos de vivienda social en el eje hacia El Valle, donde se aprecia la Urbanización Carlos Delgado Chalbaud, que emerge de forma aislada con una lógica propia. Los cascos urbanos de los tradicionales pueblos de Baruta y El Hatillo, aún parecen lejanos y accesibles solo por caminos rurales, a la espera de un modelo de desarrollo centrado en las posibilidades y restricciones de la topografía. En el plano comienzan a aparecer una redes viales que simplemente se expanden sin ningún criterio formal, modificando la lógica de crecimiento original de Caracas. Ello producirá una transformación profunda en la conceptualización de la forma de ocupación, representación y desarrollo de la ciudad: de la pura trama, representada por el damero, se pasará a la pura red, representada por la vialidad.

IGV