
En el panorama de la arquitectura española del último cuarto del siglo XX, la revista Arquitecturas Bis (que estuvo acompañada del curioso subtítulo Información gráfica de actualidad) ocupó un destacadísimo lugar. Concebida en 1973 por el arquitecto Oriol Bohigas, la editora Rosa Regás y el diseñador Enric Satué como un medio independiente, la publicación circuló durante el período que abarca de 1974 a 1985, en medio del proceso de transición que condujo a España de la dictatura a la consolidación de la democracia después de la muerte de Franco en 1975.

Fue elaborada siempre en los talleres de La Gaya Ciencia, empresa editorial fundada por Regás en 1970, quien a su vez asumió la dirección. Contó, además, con un Consejo de Redacción de lujo que incluyó en un primer momento, además de a los arquitectos Oriol Bohigas, Federico Correa, Lluís Domènech, Rafael Moneo, Manuel de Solà-Morales y Helio Piñón, al historiador y crítico de arte Tomàs Llorens -entonces exiliado en Inglaterra- y al diseñador gráfico Enric Satué. Más adelante el grupo decidió incluir, por mediación de Bohigas, a Luis Peña Ganchegui a partir de 1977 y ese mismo año, por recomendación de Correa, al entonces estudiante Fernando Villavecchia quien fungió de secretario del Consejo y luego, ya graduado, como coordinador de contenidos.
Dos como mínimo son los aspectos que consolidaron la importancia y trascendencia de Arquitecturas Bis en el ámbito de las publicaciones periódicas de la época, diferenciándola del resto. El primero fue que se trató de una revista de autores y no de autor, para lo cual la conformación de su Consejo Editorial tuvo mucho que ver en el hecho de no contar con una marcada línea editorial tantas veces asociada a la figura de un único director. El segundo está relacionado con el innovador formato y diseño gráfico que la caracterizó, fiel reflejo de su espíritu diverso, independiente y carente de una estructura programática, que logró representar e interpretar críticamente, tanto a través del texto como de la imagen, las prácticas discursivas de la posmodernidad en la que también estuvo inmersa.

Objeto de estudio tanto por su forma como por su contenido, los 52 números de Arquitecturas Bis han permitido la gestación de numerosos artículos, investigaciones y trabajos académicos de los que es importante echar mano para conocer a fondo su repercusión en el tiempo. También la colección completa puede revisarse a través de un CD ROM editado por Faximil Edicions Digitals de Valencia (España) en 2004, con el auspicio de la Universidad Politécnica de Valencia y Colegio territorial de Arquitectos de Valencia, cuyos datos generales (índice por número, temático y por autores) pueden consultarse a través de https://issuu.com/faximil/docs/indexab1-52.

Tomando como guía la tesis doctoral titulada “Otra Arquitecturas Bis. La aportación crítica de Madrid”, presentada por Alejandro Valdivieso Royo el año 2021 en la Universidad Politécnica de Madrid, claro ejemplo como su título refleja de las diversas vertientes que ofrece la revista para abrir sendas investigativas, vale la pena resaltar, en primer lugar, el rescate de lo disciplinar que se convirtió en eje transversal de quienes colaboraron en su realización desde el comienzo. También destacar el rol jugado por Arquitecturas Bis en el esfuerzo por llenar el vacío en forma y contenido, desde otro polo geográfico y cultural, dejado por las revistas madrileñas que en la década anterior fueron responsables de llevar adelante la discusión arquitectónica: Nueva Forma y Hogar y Arquitectura, cerradas en 1975 y 1977, respectivamente, a lo que se suma el cese en 1973 de Carlos de Miguel como director de Arquitectura, órgano de difusión del COAM.
Sin embargo, para comprender el proyecto editorial de Arquitecturas Bis, afirma Valdivieso, hay que entender, a su vez, su “carácter socialmente circunscrito al contexto barcelonés de la Transición, donde un insólito acoplamiento entre provincianismo y cosmopolitismo -que venía de lejos, mucho antes incluso del paso del realismo existencial de posguerra a las complejidades de la cultura pop- fue capaz de crear un contexto de mayor coherencia donde se produjo una marcada disolución de las hasta entonces estancas comunidades profesionales, es decir, la cohesión de toda élite”.

Así, tras la coincidencia en alejarse de las narrativas unívocas de la arquitectura moderna y de concebirla como un proceso orgánico que permite el crecimiento de sus propios fundamentos de manos de las nuevas generaciones, los contenidos que aparecieron en Arquitecturas Bis también fueron capaces de mostrar la compleja revisión disciplinar posmoderna conformando una línea que, además, puso en entredicho los postulados negacionistas experimentados en los años cincuenta logrando evidenciar, dentro de la diversidad de sus colaboraciones, una postura no militante que dejaba abierta a puerta acerca de si se estaba en presencia de una modernidad ya agotada o un proyecto por completar.

Lo cierto, como señala Valdivieso, es que “Arquitecturas Bis persiguió desde su primer número una ruptura con las prácticas del pasado, tanto en la forma de mirar, pensar, historiar y teorizar la arquitectura, como en la manera de hacerla llegar a sus lectores”, sin necesidad de apelar al compromiso ideológico que mostraban otras publicaciones catalanas de la época como 2C Construcción de la Ciudad (1974-1985) o Carrer de la Ciutat (1977- 1980), convirtiéndose en “signo de aquella sensibilidad inclusiva en un periodo plural de emergencia teórica”. Es por ello que “se prescindió deliberadamente de un editorial o una línea programática que, sumado a las saludables divergencias de su heterogéneo Consejo de Redacción, terminó por reflejar que la no prevalencia de un único tema -o un único punto de vista- caracterizó un periodo plural que de manera imprecisa se ha denominado posmodernidad. Una ruptura ideológica que aún hoy contamina todo aquel debate que habla de la arquitectura posmoderna en términos estrictamente estilísticos y no discursivos”.

Por otro lado, señalará Valdivieso, “a pesar de que Arquitecturas Bis nace en un periodo de emergencia teórica en el que las ideas parecían querer reemplazar a los edificios, y si bien otras publicaciones hermanas como Oppositions desde Nueva York o la renovada Lotus International desde Milán habían mostrado un fervor militante por la teoría, la revista barcelonesa … practicó una teoría donde la referencia (la obra, el edificio), más allá de desaparecer, se destaca. (…) Todo ello sin menoscabo de las influencias procedentes de la semiótica (o de la semiología, según su ascendencia), de la crítica social o de la crítica literaria y de historiadores que habían hecho de ésta última el argumento principal de algunos de sus trabajos”.

Sobre el importante peso que para la publicación periódica tuvo su diseño gráfico, hasta el punto de convertirse en un sello distintivo, Enric Satué, que participaba de las decisiones editoriales del Consejo de Redacción, llegó a construir lo que podría denominarse un “objeto-revista” que evitó en todo momento disociar la forma del contenido. Dicho en otras palabras: “Arquitecturas Bis guardaba una semejanza con la arquitectura que encarnaba, arraigada en la batalla entre la autonomía y la heteronomía, representando e interpretando genuinamente las prácticas discursivas de la posmodernidad -fragmentación, agregación, ensamblaje, referencia histórica-…”, dirá Valdivieso.
Es de boca del propio Satué, quien esperó hasta el último número, el 52, de diciembre de 1985, para escribir “UN FORMATO. El diseño de Arquitecturas Bis” y así explicitar tan importante tema, de quien hemos podido saber que en 1973, en un panorama de revistas internacionales de arquitectura en pleno apogeo, tuvo que asumir que “la única expectativa de éxito en la formalización de una nueva publicación independiente y con muy escasos recursos económicos consistía, por lo visto, en adoptar un planteamiento de diseño experimental y evitar con ello el más leve roce (es decir, semejanza) con las revistas ya acreditadas”.

De allí que, debiendo renunciar a muchas de las ventajas formales que proveía un holgado presupuesto, se apostó por proponer un nuevo formato alejado de lo convencionalmente asumido en el medio editorial, explorando una dimensión inédita en las revistas de arquitectura: la altura. De esta forma, “de acuerdo con las características físicas que determinaban el producto (papel modesto e impresión a una tinta), el formato alargado permitía trabajar en una línea más parecida a los periódicos que a las revistas”, precisará Satué.
La verticalidad, “ritmo compositivo fundamental en arquitectura”, traducida a un tamaño de 230 x 395 mm (con una caja total de 190 x 353 mm), que traía consigo una serie de ventajas para la publicación de fotografías y su juego con los textos, se convertiría en el patrón de identidad del producto junto al manejo del nombre y su tipografía. A diferencia del exceso de diseño de tipos de alfabetos que predominaban en la época, Satué recurrió a combinar la vulgar Times para los textos (como hacían todos los diarios) y la convencional Helvética (de todas las revistas de arquitectura) para los titulares, aprovechándose ésta última fuente, “subrayándolo con el arcaísmo novecentista de la V por la U”, para componer la palabra ARQVITECTVRAS en rojo y en negritas (convertido así en logotipo), al que se le incrustaba la numeración del ejemplar correspondiente en negro, colocando el BIS en cursiva en una segunda línea, acompañado con discreción de la fecha (a la izquierda) y la frase “Información gráfica de actualidad” a la derecha, ambas en cursivas.

Si la numeración iba recorriendo de izquierda a derecha el logo salida tras salida, todo el cuerpo identificatorio, en la medida que transcurría el tiempo, lo fue haciendo de arriba abajo a lo largo de la verticalidad de las primeras páginas con ligeras modificaciones cuando se trataba de números dobles. Esto fue así desde la salida hasta que en el número 34 (mayo/diciembre 1980) se fija el cuerpo identitario al lado izquierdo a lo largo del eje vertical para ser leído de abajo a arriba el cual solo comenzará a desplazarse de izquierda a derecha a partir del número 44, recortándose y alejándose del borde inferior en los números 50, 51 y 52.
Sólo a modo de repaso, valga decir que el primer ejemplar de Arquitecturas Bis (mayo 1974) recogió en su portada (que ilustra nuestra postal del día de hoy) la nota “El neorracionalismo se viste de sport. LA OBRA DE RICHADR MEIER EN BRONX” firmada por David Mackay y Roger Sherwood y otra de carácter luctuoso (sin firma) que anuncia que “LOUIS KAHN HA MUERTO” hecho acaecido el 17 de marzo de aquel año. En una larga y estrecha franja al lado izquierdo se informa sobre la editorial y su dirección; se presenta al Consejo de Redacción y demás créditos, aprovechándose el espacio para incluir el precio del ejemplar y comentar dos fotos asociadas al fallecimiento de Kahn.

El primer número, de 36 páginas, incorporó, además, los textos “¿Existe una arquitectura sin significado?” de Lluís Domènech; “Lo paupérrimos museos españoles van a gastar dinero en anuncios inútiles” de O.B.; “El Modernisme y la arquitectura española del siglo XIX: Textos sobre el Modernisme” de Oriol Bohigas; “Arquitectura del siglo XIX en Madrid, Valencia y Mallorca” de Rafael Moneo; “Enfrentamiento a Gaudí” de Lluís Domènech; “Il Giardinetto de Correa-Milá” de Rafael Moneo; “Montblanc: Los fantasmas de la muralla” de Manuel de Solá-Morales; “Magnificent intentions” de Suzanne Stephens; “Conversación con Alejandro de la Sota desde su propio arresto domiciliario” de Mariano Bayó; “Impresiones de un arquitecto catalán en una primera visita a Brasil” de Federico Correa; y “Tumba de asfalto para Mackintosh” de J.U.
Al igual que el nº 1 el 34, el 35 y el 45 tuvieron 36 páginas siendo la cifra más repetida la de 32, hasta 21 veces. Los ejemplares más voluminosos fueron el 23-24 y el 36-37 ambos de 64 páginas. El nº 52 con el que se cerró la aparición de la revista tuvo carácter de «final extraordinario» y contó con 48 páginas siendo de los números sencillo el más corpulento.
En cuanto a participaciones, las firmas que más veces se registraron en Arquitecturas Bis fueron las de Oriol Bohigas (40), Helio Piñón (28), Lluís Domènech (19), Rafael Moneo (16), Manuel de Solá-Morales (15), Federico Correa (10), Tomás Llorens (8), Ignacio de Solá-Morales (8) y Maite Muñoz (5).

El índice temático ya señalado al comienzo de la nota contenido en el CD ROM citado se organizó con base en los siguientes ítems: actualidad, historia, teoría y crítica, comentario de textos, arquitectos y obras y libros reseñados, lo cual habla a las claras de los intereses que guiaban a la redacción.

Con respecto a su periodicidad, tal y como ocurre comúnmente con las publicaciones de este tipo, Arquitecturas Bis fluctuó de un comportamiento que fue desde el bimestral, al semestral pasando por el trimestral y el cuatrimestral. Sin embargo, podríamos decir que se editaron en promedio 4 o 5 números al año durante sus casi 11 de existencia.

Ya para cerrar quizás valga la pena volver a seguir a Satué, quien en el mismo artículo que hemos citado reconoce que para el cierre de su periplo en 1985, si bien Arquitecturas Bis en sus inicios fue todo un suceso editorial en cuanto experimentación e innovación en el diseño, con el transcurrir del tiempo ya había dejado de tener el impacto inicial. En tal sentido confiesa: “Hoy el formato acentuadamente vertical, el referente pseudoperiodístico y, en ocasiones, el uso del rojo y el negro en la primera página, la Helvética u otro tipo convencional cualquiera para el diseño de logotipos o bien el protagonismo visual del número de orden, no constituyen novedad alguna en este sector”. Luego de señalar numerosos ejemplos que asimilaron las novedades que en su tiempo impulsó Arquitecturas Bis (recogidos en la portada del nº 52) y de congratularse por ello, Satué concluirá diciendo: “La generosa moraleja que parece desprenderse de esta intangible epopeya gráfica es que, nacida en su tiempo con el deseo de no parecerse a ninguna otra, Arquitecturas Bis se detiene hoy autocomplacida de ver perpetuada su imagen, en mayor o menos medida, en otras revistas, herederas, al menos, de su fisonomía”.

La otra moraleja, proveniente de evaluar el peso de los contenidos publicados, de la apertura conducente a abrir el debate sin inhibiciones y como consecuencia la de convertirse en referencia de cómo enfocar lo disciplinar desde la propia arquitectura, permanece como experiencia que difícilmente podrá ser igualada.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal, 1, 6 y 13. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
2, 10 y 11. Arquitecturas Bis: Índices de los números 1 al 52 (https://issuu.com/faximil/docs/indexab1-52)
3. Nueva forma. Arquitectura, urbanismo, diseño, ambiente, arte (https://dialnet.unirioja.es/servlet/revista?codigo=8819) ; y Hogar y Arquitectura 75 (https://es.scribd.com/document/371469567/Hogar-y-Arquitectura-75)
4, 7, 9, 12 y 14. Alejandro Valdivieso Royo. Otra Arquitecturas Bis. La aportación crítica de Madrid (2021) (https://oa.upm.es/69590/1/ALEJANDRO_VALDIVIESO_ROYO_01.pdf)
5. 2C. Construcción de la ciudad. Número 1. Febrero 1975. Stirling (https://issuu.com/faximil/docs/1975-2c-01); y VEREDES Arquitectura y Divulgación (https://veredes.es/blog/coleccion-completa-de-revista-carrer-de-la-ciutat/)
8. Un formato: El diseño de Arquitecturas Bis (https://issuu.com/faximil/docs/1985-52-02); y Alejandro Valdivieso Royo. Otra Arquitecturas Bis. La aportación crítica de Madrid (2021) (https://oa.upm.es/69590/1/ALEJANDRO_VALDIVIESO_ROYO_01.pdf)







