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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 132

Desde que aparece el primer número de la revista Punto (enero 1961) su espacio contempló la presencia de diferentes tipos de anuncios, mensajes y propagandas, en su mayoría de carácter institucional, vinculados con la gestión de gobierno que se llevaba a cabo tanto en el mundo universitario como en el contexto nacional, o con la promoción de la cultura en general a través de librerías o negocios afines radicados en la capital.

De allí que sean la Dirección de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educación promoviendo su grupo de teatro; la divulgación para su venta por parte de la firma Inter Libros de La Historia de la Pintura de R. Cogniat (2 tomos) y la Historia Universal Ilustrada de E.T. Rimli (3 tomos); las últimas obras editadas por la Fundación de Cultura Universitaria; un extracto del mensaje emitido por el Presidente de la República, Rómulo Betancourt, en el acto de promulgación de la Ley para la Reforma Agraria promovido por el Instituto Agrario Nacional; el ofrecimiento de las Cinematecas de la Shell a través de su catálogo y sus sedes de sus documentales cinematográficos a “organizaciones industriales, comerciales y gremiales, escuelas, colegios, liceos e instituciones educativas y culturales en general”; y (nada menos que en la contraportada) la promoción por parte de la Corporación Nacional de Hoteles y Turismo (CONAHOTU) de los “confortables salones” del hotel Maracay que podrían servir a “Directores de Asociaciones, Corporaciones, Empresas, Clubes y particulares … para la celebración de reuniones, Congresos, Convenciones y actos sociales”, los entes anunciantes que de forma sutil abrieron la puerta a este experimento que buscaba garantizar la supervivencia siempre difícil de toda publicación periódica.

No queremos explayarnos en demasía sobre este interesante filón, de entre los muchos que ofrece el análisis de Punto, que permitiría seguirle la pista a los entes que hacen de la revista su medio de promoción, política que mantuvo y amplió posteriormente a firmas de carácter comercial hasta su desvanecimiento progresivo a partir del nº 49-50 (octubre 1973).

Sólo nos interesa focalizarnos, teniendo como excusa la selección de la imagen que acompaña nuestra postal del día de hoy, en la forma como Punto se convirtió en medio para difundir toda una campaña que, en medio de la naciente democracia, podría parangonarse (salvando las distancias) con la “batalla contra el rancho” emprendida durante la dictadura perezjimenista. Si la “batalla” (ampliamente documentada por Beatriz Meza en “Contra el rancho en Venezuela: de la ‘campaña’ de 1946 a la ‘batalla’ de 1951”, Semana Internacional de Investigación FAU UCV, 2008) se concentraba en el ámbito urbano y era encabezada por el Banco Obrero (BO), la que ahora se promovía con particular ímpetu se concentraría en el campo y provenía de la División de Vivienda Rural de la Dirección de Malariología del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), cuyo Programa de Vivienda Rural, iniciado en abril de 1948, cuando a raíz de la erradicación del flagelo de la malaria se apostaba desde el ente encargado de velar por la salud pública a impulsar el resurgimiento del interior del país, nació “con el propósito de mejorar la zona extraurbana del país -donde vive casi la mitad de su población en condiciones precarias-, nivelar las condiciones económicas, sociales, culturales y sanitarias entre la zona rural y la urbana, y equilibrar los factores del progreso de ambas.”

De esta manera, Punto recoge como abreboca de la mencionada campaña en su número 3 (julio 1961) el texto “La vivienda rural y el paisaje venezolano”, firmado por Doménico Filippone (1903-1970), arquitecto napolitano que llega al país en 1946, tras dejar una significativa impronta en tierras italianas, llamado por el gobierno venezolano para participar como consultor en la redacción del Plano Regulador General de Caracas, ciudad donde llevará adelante una fructífera trayectoria palpable a través de edificios como la Casa de Italia (1955-58), el Edificio para la Junta de Beneficencia Pública del Distrito Federal (1951) o la Iglesia de Nuestra Señora de Pompei (1967-69), a la que habría que sumar su permanente presencia en el debate arquitectónico de los años 50 y 60 y su rol fundamental como arquitecto consultor en el desarrollo del ya mencionado Programa de Vivienda Rural del MSAS.

En el texto señalado, ilustrado por la foto de un grupo de viviendas tipo construidas en Marucare (estado Carabobo), Filippone apunta cómo “la División de Vivienda Rural del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social … estudió durante años los elementos autóctonos de arquitectura rural” y confiesa cómo, siendo oriundo “del punto más bello del Mediterráneo donde la cultura latina y la griega se encontraron y se fusionaron”, al llegar a Venezuela su “más fascinante aventura en el sector profesional fue el estudio directo de la arquitectura local del interior del País”, sumándose a quienes durante esos años ya habían emprendido aproximaciones similares. De las interesantes observaciones hechas, apunta Filippone, “se decidió partir del estudio de los métodos locales mejorados por la experimentación en lugar de usar sistemas constructivos consagrados que se consideraron más aptos para ambientes urbanos o de otras latitudes”.

También se atreve a afirmar, luego de disertar acerca de la consideración generalizada del campesino como un “inadaptado social” (cosa que según él sólo ocurre cuando puebla los “cinturones de miseria” alrededor de las ciudades, siendo dentro de su ambiente “moralmente más sano que el habitante urbano”): “Haciendo participar al campesino en la construcción de su casa -sin regalarla porque el Estado no puede regalar a nadie su patrimonio que es de todos- y financiándolos con préstamos, él siente la casa como suya, hecha con su propio esfuerzo; y la quiere, como demuestra el cuido con el cual generalmente la conserva”. Y como para no dejar dudas sobre la competencia existente con los programas de vivienda urbana impulsados por el BO observará: “… los barrios rurales de nueva construcción son más cuidados por sus habitantes que los barrios obreros y es también mayor la recuperación de los créditos”.

La presencia permanente de la Dirección de Malariología en las páginas de Punto se iniciará con el número 5 (enero 1962) donde se publica “Aspectos del programa de vivienda rural”, trabajo presentado al “Congreso Centenario del Colegio de Ingenieros de Venezuela” celebrado en Caracas, del 21 al 28 de octubre de 1961, por «los doctores Arturo Luis Berti, Doménico Filippone y Gilberto Chacín” (texto de lectura obligatoria para aproximarse al tema), y se extenderá, con la misma periodicidad con que aparecía la revista, al nº 34 (enero-febrero 1968), cuando aparece un resumen cuantitativo de los logros del programa que ya había alcanzado para ese momento las 67.818 viviendas.

Las palabras de Filippone, más allá de su asertividad subjetiva sobre asuntos no del todo demostrables, cargadas de convicción y racional conocimiento del tema, contrastan claramente con las utilizadas por quienes redactaban, en tono por demás demagógico, los textos que fueron apareciendo en la campaña desarrollada en Punto, de lo cual da fe nuestra postal, como clara muestra. Decir “sobre los escombros del pasado, nace una vida nueva”, apoyando la frase en la impactante, contrastante y manipuladora imagen que la acompaña (propaganda aparecida en los números 12, 15 y 19), o como también se asevera en otra ocasión (Punto nº 6, marzo 1962), sobrepasando toda mesura en el uso del lenguaje: “Venezuela lucha contra el rancho. ¿Es factible erradicar el rancho en Venezuela? La experiencia demuestra que sí es posible. Actualmente el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social se ha propuesto acabar de una vez por todas con el rancho inmundo que ha diezmado durante siglos el territorio nacional. La tarea será muy difícil porque Venezuela, al igual que la definición de isla, está rodeada de ranchos por todas partes. Los ranchos han constituido durante mucho tiempo un océano de hacinamiento humano, de insalubridad permanente, de desolación y miseria”, nos permiten afirmar que sobran, más allá de las medias verdades, los comentarios.

Otro tópico que quedaría pendiente por desarrollar es el correspondiente al diseño en sí de las “viviendas rurales” proyectadas por Malariología que fueron poblando indiscriminadamente el interior país sin mayor diferenciación de acuerdo a la región donde aparecían y la manera como se agrupaban, (cuyas propuestas para Boconó y Camatagua se recogen en Punto 27, 28, 29 y 30). También sería interesante analizar los “cuadros comparativos de asentamientos tipo” elaborados para explicar diferentes modalidades de acomodo de conjuntos como parte del material didáctico preparado por el Programa Nacional de Vivienda Rural (Punto 31, 32 y 33). La campaña emprendida por el MSAS a través de un programa con un alto componente social y pedagógico, dirigido a localidades cuya población oscilaba entre los 500 y los 2.500 habitantes, de la cual se hace eco Punto durante más de seis años, se encontraba a contracorriente de una sociedad que avanzaba a pasos agigantados hacia el abandono el campo y la consolidación de un desarrollo urbano que finalmente terminó imponiéndose. Si de crear conciencia entre los arquitectos en formación y el cuerpo docente se trataba, también valdría la pena evaluar si realmente ello se logró.

ACA

1965• Hospital General Dr. Manuel Núñez Tovar, Maturín

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1965•  El día 20 de julio el Presidente de la República Raúl Leoni acompañado por el Ministro de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), Dr. Guzmán Lander y el Gobernador del estado Monagas, periodista Noel Grisanti Luciani, inauguran el Hospital General Dr. Manuel Núñez Tovar, ubicado en avenida Bicentenario, Maturín, estado Monagas, proyectado para el MSAS por el arquitecto José Ignacio Sánchez Carneiro (reválida FAU UCV, promoción 8/1958).
El Hospital de 6 pisos y un sótano, abrió sus puertas con 250 camas en una primera etapa para llegar sucesivamente a a 450 compartidas entre diferentes servicios. Inicialmente contó con un departamento de medicina preventiva, medicina interna, cardiología, obstetricia, ginecología, cirugía general, otorrinolaringología, anestesiología, radiología y psiquiatría.
Su primer director fue el Dr. Juan Carlos Millán Millán, quien con un cuerpo de enfermeras de 85 profesionales graduadas y 138 auxiliares, convirtiéron este centro de salud pública en referencia para todo el estado Monagas.
Al Hospital se le dio el nombre de Manuel Núñez Tovar (1872-1928), naturalista, investigador, parasitólogo y entomólogo, nacido en el estado Monagas, considerado como el primer entomólogo de Venezuela.

HVH

1950• Hospital José María Vargas, Punta Mulatos, La Guiara

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1950•  Luego de 5 años de construcción y dotación el Ministerio de Obras Públicas (MOP) culmina y pone en servicio el Hospital José María Vargas, ubicado en la Avenida Soublette, Punta Mulatos, La Guiara, Distrito Federal (al lado del edificio de la Electricidad), proyectado y construido por la Sección de Arquitectura Sanitaria del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), a cargo del arquitecto de origen español Fernando Salvador Carreras (1896-1972).
El hospital fue diseñado utilizando un eje central de simetría, en torno al cual se organizan distanciados hacia los bordes de la parcela los ocho diferentes volúmenes de cuatro niveles cada uno que conforman los pabellones del edificio médico, dejando en el centro un cuerpo de mayor altura.
El hospital abrió sus puertas con servicios para adultos y pediatría.

HVH

1964• Conjunto de viviendas rurales, Tamborito, estado Aragua

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1964•  El Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS) concluye, a través del Programa de Vivienda Rural de la Dirección de Malariología y Saneamiento Ambiental, la construcción del conjunto de viviendas rurales ubicadas en Tamborito, estado Aragua.

HVH

1964• Edificio de Malariología

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1964•  Se termina la construcción del Edificio de Malariología, ubicado al final de la Av. Roosevelt, en Caracas, al lado del Hospital Padre Machado, El Cementerio, diseñado por el arquitecto Doménico Filippone. Este edificio del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social reúne los Servicios de Endemias Rurales, Vivienda Rural, Ingeniería Sanitaria y Anquilostomiasis para el Distrito Federal y el Estado Miranda. La planta del edificio se moduló de manera tal que se pudieran usar diferentes arreglos con los tabiques para modificar el espacio. Se orientó el edificio de forma tal que las oficinas tuvieran vista hacia El Ávila y hacia el sur-este los servicios, a los cuales se les dotó de ventanas altas para la iluminación, mas no para visuales hacia el Cementerio General del Sur. El edificio tiene un sub-sótano, planta baja y tres pisos para oficinas.

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1958• Se crea el Programa Nacional de Vivienda Rural (PNVR)

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1958•  Por Decreto Nº 84 publicado en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela Nº 25610 de fecha del 14 de marzo de 1958, se crea el Programa Nacional de Vivienda Rural (PNVR), cuyo objetivo era erradicar la malaria y la enfermedad de Chagas, además de construir viviendas sanas para la población rural dispersa. La administración del Programa estaba a cargo de la Dirección de Malariología del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.

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