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VISITAS MEMORABLES

Mario Botta (1943, Mendrisio, Suiza)

Cuando la Junta Directiva del Colegio de Arquitectos de Venezuela electa para el período 1984-1986, encabezada por Ítalo Balbi Toro, se propuso marcar una nueva etapa en el desarrollo de la institución y con ello decidió imprimir un peso importante a las actividades culturales promovidas desde allí, se produjeron dos hechos interesantes. El primero sería el relanzamiento, tras seis años de silencio, de la revista CAV bajo la dirección de María Teresa Novoa, con un nuevo formato, cuidado diseño gráfico y amplitud de contenidos que la presentarían como un espacio donde el análisis crítico de edificaciones (acompañado de abundante y valiosa documentación gráfica) y la incorporación de temas que promovieran la reflexión teórica y crítica de la arquitectura, empezaban a tener cabida, más allá de los tradicionales asuntos informativos a nivel gremial y profesional. De esta ambiciosa experiencia quedarían para la posteridad dos números memorables: el 48 (julio de 1985) y el 49 (abril de 1986) así como el especial dedicado a Ciudad Guayana.

1. Afiche elaborado con motivo de la celebración del Mes de la Arquitectura de 1985 (izquierda) y portadas de los números 48 (julio 1985) y 49 (abril 1986) de la revista CAV.

El segundo hecho de interés fue la declaración a partir del mes de julio de 1985, en el que se conmemoró el 40 aniversario de la creación de la Sociedad Venezolana de Arquitectos, como Mes de la Arquitectura. Se prolongaba así la celebración puntual del Día del Arquitecto el 4 de julio con la elaboración de un programa respaldado por importantes patrocinantes y el esfuerzo de un motivado grupo humano, que contemplaba charlas, coloquios y actividades de intercambio, y que tendría como plato principal el contar con la presencia de destacados arquitectos del star system internacional, quienes asumían el compromiso, entre otros, de dictar sendas conferencias. El invitado de honor para el primer año fue el afamado arquitecto norteamericano Richard Meier.

Para la celebración de la Semana de la Arquitectura de 1986 los invitados fueron el arquitecto suizo Mario Botta y el italiano Franco Purini, marcando ello la primera visita que nos hiciera el primero a quien dedicamos esta nota el día de hoy.

Botta en aquella primera presencia entre nosotros, dictó una recordada conferencia en el Museo de Bellas Artes de Caracas y otra en el auditorio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, en las que mostró su particular manera de entender la arquitectura y su ya para entonces significativa obra acumulada, con apenas 43 años de edad.

Valga recordar que para 1986 Botta acumulaba entre proyectos y edificios construidos más de cien trabajos (registrándose el primero de ellos en 1959 cuando solo tenía 16 años), habiendo trascendido fundamentalmente por la realización de numerosas casas levantadas en el cantón del Ticino, al sur de Suiza.

2. De izquierda a derecha Carlo Scarpa, Le Corbusier y Louis Kahn, tres referentes fundamentales dentro de la formación de Mario Botta.

Botta realiza estudios de primaria y secundaria en Genesterio y Mendrisio (su ciudad natal), respectivamente. De las diversas biografías que sobre él se han elaborado sabemos que después de realizar un aprendizaje como dibujante en el estudio de los arquitectos Tita Carloni y Luigi Carmenisch en Lugano, primero se trasladó a Milán (donde obtuvo su diploma de bachillerato artístico) y finalmente a Venecia, inscribiéndose en la facultad de arquitectura de la IUAV, de donde egresa como arquitecto en 1969 con una tesis dirigida por Carlo Scarpa.

Previamente, en 1965, Botta colabora en el estudio de Le Corbusier en Venecia participando junto a Julián de la Fuente y José Oubrerie en el diseño del nuevo hospital, trasladándose a París, luego de la muerte del maestro aquel mismo año, donde interviene en algunos proyectos que el famoso arquitecto había dejado inconclusos. También, en 1969, conocerá a Louis Kahn con quien trabajaría en Venecia en la preparación de la exposición del proyecto para el nuevo Palacio del Congreso abierta en el Palazzo Ducale. Le Corbusier y Kahn serán reconocidos por Botta como sus principales referentes y fuentes de inspiración a lo largo de toda su carrera.

3. Cuatro casas icónicas de Mario Botta en el Ticino. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Riva San Vitale (1971-1973), Ligornetto (1975-1976), La Rotonda de Stabio (1980-1982) y Morbio Superiore (1982-1983).

Cuando en 1969 regresa a Suiza, abre en Lugano su propio estudio profesional, de donde saldrán, pese a atender diversos encargos y participar en concursos destinados a otros usos, las primeras viviendas unifamiliares que lo darán a conocer internacionalmente. Así, en las icónicas villas en Riva San Vitale (1971-1973), Ligornetto (1975-1976), Rotonda de Stabio (1980-1982) y Morbio Superiore (1982-1983), Botta aborda el tema de la casa como refugio, que protege y tranquiliza a sus habitantes, logrando imprimir a las construcciones un carácter en cierto modo monumental pese a su tamaño, obtenido, como en el caso de Morbio, a través de rigurosas composiciones simétricas y el uso de ladrillos de hormigón en bruto, dispuestos en línea, alternando con bandas de ladrillos de plata que en cambio están inclinados cuarenta y cinco grados. Esas casas de fuertes volumetrías talladas con rigor y precisión, permiten descubrir a un primer Botta que no hace concesiones, domina la situación y es coherente. En ellas siempre está presente la matriz geométrica, similares volúmenes y los mismos materiales (bloques de hormigón, piedra o ladrillo) y a pesar de estas similitudes ninguna obra se repite. El respeto al lugar con el que entabla un diálogo necesario, que se traduce en la acertada implantación de sus edificios irrumpiendo en el paisaje con serenidad pero sin evadir el dinamismo y el contraste, es tal vez uno de los mayores logros alcanzados por Botta en su primera etapa.

4. Catálogo y toma de una de las salas de la la exposición monográfica que le dedicó el MoMA a Mario Botta en 1986.
5. Cuatro obras de Mario Botta posteriores a 1986. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Teatro y Casa de la Cultura André Malraux, Chambéry, Francia (1984-1987), Banco del Gotardo, Lugano, Suiza (1982-1988), Museo de Arte Moderno, San Francisco, EE.UU (1989-1995) y Catedral de la Resurrección, Évry, Francia (1988-1995).

En 1986, tras su visita a nuestro país, el MoMA de Nueva York le dedicó a Botta una exposición monográfica (abierta entre el 20 de noviembre y el 10 de febrero de 1987), siendo a partir de aquel año en el que se registran sus primeros encargos para edificios públicos y en el extranjero, debutando con la Casa de la Cultura dedicada a André Malraux, construida en Chambéry, Francia (1984-1987). Desde entonces Botta proyecta y construye no solo en Lugano (Banca del Gottardo -1982/1988- o Biblioteca del Convento de los Capuchinos -1976/1979-) sino también en Friburgo, Basilea, Ginebra y, en el exterior, en Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos, Japón y Argentina; comienza a levantar edificios de oficinas y departamentos, iglesias, escuelas y edificios culturales. Participa en numerosos concursos y expone sus obras en universidades de Estados Unidos. A la casa de cultura dedicada a Malraux se suman obras como la Maison du Livre de l’Image et du Son en Villeurbanne (1984-1988), la iglesia de San Giovanni Battista en Mogno (1986-1996), la Watari-um Art Gallery, en Tokio (1985-1990), el MoMA de San Francisco (1989-1995) y la Catedral de la Resurrección de Évry, Francia (1995).

Como muchos arquitectos importantes, Botta sufrió el impacto de la fama y la acumulación de encargos de todo tipo en diferentes partes del mundo, lo cual repercutió en la pérdida de frescura presente en sus obras iniciales particularmente a la hora de abordar edificaciones de gran envergadura, las cuales caracterizarán su producción posterior a 1986.

6. Izquierda. Catálogo de la exposición “Un lugar, cuatro arquitectos. Botta-Galfetti-Snozzi-Vacchini en el Ticino”, Museo de Bellas Artes de Caracas, noviembre de 1995-febrero de 1996. Derecha. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Mario Botta, Aurelio Galfetti, Luigi Snozzi y Livio Vacchini.

El arquitecto suizo regresará una vez más a Venezuela a raíz de la apertura de la estupenda exposición “Un lugar, cuatro arquitectos. Botta-Galfetti-Snozzi-Vacchini en el Ticino”, realizada bajo la curaduría, coordinación general y diseño museográfico de Fabiola López Durán entre noviembre de 1995 y febrero de 1996 en la Sala 2 y Hall Principal del Museo de Bellas Artes de Caracas. Los cuatro arquitectos habían programado dictar un seminario entre el 20 y el 23 de noviembre de 1995, en los espacios del Ateneo de Caracas, donde repasarían cuestiones como: “Las moradas de la memoria” (a cargo de Mario Botta), “Los lugares de lo moderno” (por Aurelio Galfetti), “La ciudad del arquitecto” (dictada por Luigi Snozzi) y “Arquitectura, poesía y pensamiento” (preparada por Livio Vacchini).

Sin embargo, la visita de Botta tuvo que posponerse hasta febrero de 1996 cuando finalmente llegó a nuestro país para clausurar la exposición ya mencionada, dictando una única conferencia audiovisual sobre su “Arquitectura reciente” el miércoles 28 de febrero, a las 6:30 de la tarde en la Sala Experimental del Museo de Bellas Artes.

Desde entonces, como afirmará Hannia Gómez en “Botta reciente: la persistencia de la geometría”, artículo aparecido en El Nacional en fechas cercanas a su última visita a Caracas: “Paradójicamente, con todo y su preocupación original por el Genius loci, la arquitectura de Mario Botta, (como le pasó también, por ejemplo, a Alvaro Siza Viera), se convirtió en un producto para el global market. Así, a pesar que suelen escucharse críticas internacionales (‘una catedral así sólo podía construirse en una suburbia como la de Evry’) o (‘el Museo de Arte Moderno de San Francisco es la única construcción de ladrillo en las inmediaciones del centro’), Botta ha seguido construyendo, y profusamente, más allá del Cantón del Ticino. Sus arquitecturas van por el mundo con los mismos fresnos y chopos sembrados en los techos, las mismas matrices reelaboradas de siempre, y los mismos ricos materiales de su tierra: ellas están entre las más cotizadas del planeta. Tanto el maestro, como su geometría, persisten”.

7. Libro «Mario Botta. Tracce di una scuola. Accademia di architettura a Medrisio. 1996-2021», publicado por Mendrisio Academy Press y Electa en 2021, que recoge los 25 años transcurridos desde la creación de la institución.

Ya para entonces Botta había gestado la creación en Mendrisio de la que se podría considerar como una de sus obras fundamentales: L’Accademia di architettura dell’Università della Svizzera italiana (La Academia de arquitectura de la Universidad de la Suiza italiana), establecida el 3 de octubre de 1995 con la aprobación de la ley sobre la Universidad de la Suiza italiana por el Gran Consejo de Ticino y abierta en 1996. Desde entonces Botta ha ejercido allí la docencia y se ha hecho acreedor por su labor del Premio Javier Carvajal 2014 otorgado por la Universidad de Navarra.

8. Algunas piezas de la faceta de Mario Bota como diseñador industrial.

Además de su trayectoria como arquitecto, Botta ha creado diseños emblemáticos para numerosas marcas, pasando por sillas, mesas y luminarias entre otros objetos. Al igual que en sus edificios, sus diseños juegan con las geometrías, logrando unos equilibrios perfectos y una relación dialéctica entre el objeto y la naturaleza, entre lo artificial y lo humano, entre las formas y los materiales.

9. Seis de las numerosas publicaciones que han registrado la obra de Mario Botta.

Sobre Botta se puede contabilizar la realización de decenas de exposiciones y la publicación de al menos 30 libros en diferentes idiomas que recogen o bien su obra completa o algunos de sus más significativos trabajos, clara demostración de lo influyente y mediática que ha sido su arquitectura.

Para finalizar este apretado recorrido, recogemos lo que el maestro suizo, ferviente convencido de la formación de un “arquitecto generalista” como fundamento de la enseñanza que se imparte en la Accademia de Mendrisio, manifestó en 2014: “la necesidad de un papel poético potencia una figura generalista, la única capaz de afrontar las paradojas más inquietantes del mundo actual, donde el proceso de modernización técnica conduce a la degradación social. La resistencia a la especialización de los conocimientos se justifica como alternativa a la globalización salvaje que condiciona la experiencia cultural del hombre contemporáneo. Cuando nacía en Mendrisio hace casi 20 años la Accademia, estas consideraciones eran intuiciones de escenarios que después han crecido exponencialmente en los últimos 10 años. Hablar del arquitecto generalista es el testimonio, hoy, de que el proyecto intelectual, pedagógico y profesional que entonces se propuso ha encontrado en este momento su razón histórica”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Encabezado. https://tecnne.com/biblioteca/mario-botta-entrevista/

1 y 6. Colección Crono Arquitectura Venezuela y Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

2. https://es.wikipedia.org/wiki/Carlo_Scarpa, https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Le_Corbusier_(1964).jpg y http://louiskahn.es/Biografia.html

3. https://tecnne.com/biblioteca/mario-botta-y-la-tradicion-modernista/, https://ar.pinterest.com/pin/292100725808465033/, https://lauranoedesign.com/?p=25447 y https://www.facebook.com/photo/?fbid=2765490743483979&set=a.2735977999768587

4. https://www.moma.org/artists/696 y https://www.moma.org/calendar/exhibitions/1775/installation_images/25569

5. https://seearch.es/obra/casa-de-la-cultura-andre-malraux, http://architecture-history.org/architects/architects/BOTTA/OBJ/1982-1988,%20BSI%20bank%20(ex%20Banca%20del%20Gottardo),%20Lugano,%20Switzerland.html, https://es.paperblog.com/san-francisco-moma-m-botta-4414520/ y https://cathedrale-evry.net/textes/espanol.htm

7. https://www.goldtrezzini.ru/en/mendrisio/

8 y 9. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 162

De entre el importante grupo de exposiciones sobre arquitectura que se realizaron en nuestro país durante la década de los años 90 del siglo XX, se podría decir que, en general, su gran mayoría estuvieron dirigidas a mostrar arquitectos y obras realizadas en Venezuela y, en consecuencia, a dar a conocer al público en general la impronta de sus autores y a colaborar a construir un corpus hasta entonces prácticamente inexistente. Por otro lado, a poco de revisar la apertura de muestras dedicadas a arquitectura procedentes de otros lares que hubiesen hecho acto de presencia en el nuestro se notará que, comúnmente, éstas venían empacadas como parte de giras itinerantes, apoyadas por las agregadurías culturales de las correspondientes embajadas, consistentes en valiosos trabajos curatoriales realizados por reconocidas instituciones, convirtiéndonos en receptores pasivos de las mismas, sin que por ello algunas hayan permitido organizar en su alrededor recordados eventos colaterales traducidos en cursos, seminarios, talleres, charlas o conferencias.

Con la apertura de “Un lugar, cuatro arquitectos: Botta-Galfetti-Snozzi-Vacchini en el Ticino” (noviembre de 1995-febrero de 1996) en los espacios del Museo de Bellas Artes, Caracas, se produjo la excepcional circunstancia de encontrarnos ante un trabajo de concepción, curaduría, montaje y edición fraguado totalmente en nuestro país dedicado a un grupo de profesionales no nacionales que dio como resultado un producto integral de altísima calidad. En otras palabras, desde Venezuela se abordó una labor de observación, teorización y análisis critico de una obra “ajena”, que permitía a quienes estuvieron alrededor del proyecto la oportunidad de ofrecer una mirada, desarrollar tópicos y visualizar una producción que sin duda iba dirigida al medio nacional y muy particularmente a enriquecer un debate, ampliando así el espectro de referentes a los cuales dirigirse en busca de apoyo.

Se trataba, ante todo, de indagar sobre el tema del lugar en el ámbito disciplinar, producto de la relectura de Heidegger (y con ello de profundizar en torno al lugar como fenómeno y al habitar como la esencia), buscando, mediante las operaciones de habitar en los lugares y entender la arquitectura como ciudad, presentes en las obras de los arquitectos suizos Mario Botta, Aurelio Galfetti, Luigi Snozzi y Livio Vacchini, alejarse de las viejas querellas, muy latinoamericanas por cierto, que siempre han girado alrededor de la dependencia y la identidad, escogiéndose un camino diferente a la típica, cómoda y siempre exitosa fórmula de la exposición monográfica. Se corría así el riesgo de adentrarse en terrenos propios del pensamiento, la confrontación y la crítica, aspectos que afloran desde el mismo momento en que se selecciona el tema central y el contexto en el que se desarrolla la obra de cuatro profesionales de la arquitectura que ejercen en un pequeño territorio europeo: “El lugar Ticino”, como lo califica Luca Guzzaniga.

Todo lo que anteriormente hemos apuntado pudo cristalizar gracias al empuje de quien, desde 1988, tras conocer el trabajo de Luigi Snozzi durante los seminarios de diseño que la Facultad de Arquitectura del Politécnico de Milán organizara en Bérgamo durante el verano, empezó una indagación que tuvo en la muestra un importante efecto de demostración: hablamos de la arquitecta Fabiola López Durán, egresada de la Universidad de Los Andes, Mérida, quien posteriormente obtuvo un PhD en Historia, Teoría y Crítica de la Arquitectura del Massachusetts Institute of Technology (MIT) -2009- y en la actualidad es Profesora en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Rice en Houston. Ha sido ella al frente de este ambicioso proyecto quien asumió riesgos como los ya señalados buscando demostrar que ello era posible hacerlo desde una “periferia” que observaba con atención lo que ocurría en un minúsculo lugar (otra “periferia”) al sur de la “céntrica” Suiza.

Las circunstancias permitieron que confluyesen las búsquedas e intereses de López Durán con un importante apoyo económico proveniente de hasta siete empresas patrocinantes y catorce personalidades que sumadas a la fundación suiza para la cultura (Pro-Hervetia), estaban interesadas en darle visibilidad y proyección tanto al país como a la buena arquitectura que allí se estaba produciendo. También se logró aglutinar en torno al proyecto a un grupo de intelectuales de diversa procedencia (Giovanna Rosso, Luca Gazzaniga, Josep María Montaner y Eligia Calderón) que le dieron su apoyo (a través de los textos elaborados para el catálogo), reforzando las líneas maestras que caracterizaron la puesta en escena, a través de un impecable montaje expositivo (cuya curaduría, coordinación general y diseño museográfico fueron asumidos directamente por López Durán con el acompañamiento en la coordinación museográfica de Cristina Rodríguez y Bolivia Chacón), y un no menos logrado catálogo diseñado por Luis Müller y Alicia Ródiz del cual se reprodujeron 3000 ejemplares, cuya portada asume el rol de protagonista de nuestra postal del día de hoy.

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Mario Botta, Aurelio Galfetti, Luigi Snozzi y Livio Vacchini.

No conformes con lo señalado, se logró traer al país para dictar un seminario entre el 20 y el 23 de noviembre de 1995, en los espacios del Ateneo de Caracas, a los cuatro protagonistas de la exposición donde repasaron cuestiones como: “Las moradas de la memoria” (a cargo de Mario Botta), “Los lugares de lo moderno” (por Aurelio Galfetti), “La ciudad del arquitecto” (dictada por Luigi Snozzi) y “Arquitectura, poesía y pensamiento” (preparada por Livio Vacchini).

Suiza, pese a su tamaño, había empezado a aparecer en el mapa de la arquitectura moderna por haber sido la cuna de Le Corbusier, tal vez el más importante arquitecto del siglo XX. Su vocación hacia la búsqueda de lo esencial, lo racional y lo elemental se manifiesta como una constante que bien podría representar la obra cargada de preguntas existenciales del pintor y escultor Alberto Giacometti. Ticino (el cantón más meridional de Suiza, sobre la vertiente sur de los Alpes, casi enteramente ítaloparlante y que forma junto con algunas regiones del cantón de los Grisones la llamada Suiza italiana), quien vio nacer a reconocidos arquitectos del Renacimiento y el Barroco como Guggini, Lombardo, Borromini y Trezzini, preservó durante mucho tiempo una condición fundamentalmente rural, acompañando luego a todo el país hacia una creciente urbanización. Allí, desde finales de los ‘60 surge un grupo de arquitectos que encabezados por Botta, Galfetti, Snozzi y Vachinni, volverán a volcar una década después la atención de la crítica internacional sobre la región por la unidad y coherencia que, a pesar de sus diferencias, mostraba una obra signada por las nociones de tradición y lugar que parte, como dirá Josep María Montaner, de las influencias esencialistas de Louis Kahn (sin descartar en menor tono las de Le Corbusier y Mies van der Rohe) hasta abrirle paso a manifestaciones más minimalistas, representadas a partir de los ochentas por los también suizos (en este caso del norte alemán) Herzog & De Meuron, Diener & Diener, Peter Zumthor o Meli & Peter.

Las influencias kahnianas permiten a Montaner hablar, en el caso de los cuatro del Ticino y su relación con el lugar, de una arquitectura que responde “más a una idea de transformación que de integración”, siguiendo a Heidegger y la metáfora planteada del puente como idea genérica que transforma el paisaje y convierte un no lugar en un lugar.

Por su parte, el tema del lugar, hay que decirlo, ya había empezado desde hacía un buen tiempo a ser considerado como una vertiente importante dentro la construcción de una teoría arquitectónica en el subcontinente sirviendo de base, tras conceptos como los de “modernidad apropiada” (Cristian Fernández Cox) u “otra arquitectura” (Enrique Browne), apoyados a su vez en el “regionalismo crítico” acuñado por Keneth Frampton, presentes en la obra de un grupo casi marginal de profesionales, para motorizar la realización de los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana desde 1985.

Sin embargo, lo interesante de la muestra es la manera como es releído el escrito “Construir, habitar, pensar” (1951) de Heidegger por López Durán, no sólo a través de la curaduría realizada, sino sobre todo a lo largo del texto que le da título (“Un lugar, cuatro arquitectos”) que sirve de sólida introducción al catálogo y abre paso a “cuatro temas para cuatro maneras de hacer arquitectura” que le interesó subrayar buscando transversalizar las obras mostradas: “El espacio íntimo en relación al paisaje”, “El espacio de uso público en relación con la ciudad”, “La arquitectura en relación con la historia” y “El sentido de lo efímero”.

Atribuible sólo al rigor y disciplina mostrados por López Durán en la gestación del proyecto expositivo, Giovanna Rosso en “Por una exposición in contratendenza” no duda en afirmar que, tras revisitar los temas heideggerianos, no sea del todo sorprendente que “tal re-pensamiento sobre el producto de una experiencia cultural europea nos venga de América Latina”. Y continúa, sirviéndonos a nosotros para concluir: “En la ontología débil de Heidegger, el acaecer del ser es un evento de fondo, y la belleza se da eventualmente al borde de la experiencia. (…) En contradicción con las más graves previsiones de aldea global y, en malicioso acuerdo con la idea de una sociedad transformada cada vez más en un sensibilísimo organismo de comunicación, una joven arquitecto venezolana ha realizado en el espacio del Museo de Bellas Artes de Caracas un test inteligente sobre la posibilidad de proyectar, a través de una exposición, lo que su filósofo habría llamado ‘puesta en obra de la verdad’ ”.

ACA

1995• Exposición «Un lugar, Cuatro Arquitectos. Botta, Galfetti, Snozzi, Vacchini en el Ticino»

Exposición Un lugar, Cuatro Arquitectos.jpg

1995•  La Fundación Museo de Bellas Artes (MBA) celebra entre noviembre de 1994 hasta febrero de este año la exposición Un lugar, Cuatro Arquitectos. Botta, Galfetti, Snozzi, Vacchini en el Ticino. Esta muestra, la Nº 924 organizada por el MBA, tuvo como Curadora, Coordinadora General y Diseñadora de la Museografía a Fabiola López Durán, y contó con hermosos dibujos, maquetas y fotografías describiendo la selección de obras de estos distinguidos arquitectos nacidos en el Cantón Ticino: Mario Botta (1943), Aurelio Galfetti (1936), Luigi Snozzi (1932) y Livio Vacchini (1933). El catálogo de la exhibición, con Prólogo de Ernst Iten y Presentación de Nydia Gutiérrez, contiene 5 extensos textos, que describen tanto a los arquitectos como a las obras seleccionadas para la muestra: «Obras y Proyectos. Cuatro temas para cuatro maneras de hacer arquitectura» de Fabiola López Durán; «Por una exposición In Contradanza» de Giovanna Rosso; «El lugar Ticino» de Luca Gazzaniga; «Tradición y lugar de la influencia de Kahn al minimalismo» de Josep María Montaner; y » Restaurar: otra forma de hacer arquitectura» de Eligia Calderón. El Catálogo concluye con una relación cronológica de obras y proyectos, y las biografías de los arquitectos.

HVH