Archivo de la etiqueta: Luis Fernández Galiano

LIBROS

Proyectos relatados

Aldo Rossi remembered

Luis Fernández-Galiano

Cementerio de San Cataldo en Módena, 1971-78 (izquierda). Teatro del Mundo para la Bienal de Venecia, 1979-80 (derecha)

03/05/2021

Tomado de arquitecturaviva.com

No queremos olvidar a Aldo Rossi. Este mes de mayo hubiera cumplido 90 años, pero murió en un accidente de tráfico a la absurda edad de 66, y su figura se ha difuminado en la percepción de las generaciones recientes. Para la mía, sin embargo, fue el gigante que ahora muestran la exposición del MAXXI romano y el libro de Electa, ambos a cargo de Alberto Ferlenga. Con la colaboración de la Fundación Aldo Rossi, pilotada por sus hijos Vera y Fausto —y que tuvo como director científico a Germano Celant hasta su fallecimiento en 2020—, las dos iniciativas recuperan el legado colosal de un arquitecto y teórico que fue tan influyente con sus dibujos como con sus escritos. El archivo depositado en el MAXXI, que complementa los conservados en el Getty de Los Ángeles y el CCA de Montreal, sirve de soporte tanto de la exposición —que estará abierta hasta octubre— como del volumen recién aparecido, que reúne las memorias redactadas por Rossi para 56 de sus proyectos, ilustrados con más de un centenar de dibujos exquisitos.

Lo Yatai di Pinocchio, 1989

En una nota de los Quaderni azzurri —que sirvieron de base para la Autobiografía científica de 1981—, Rossi asegura que las memorias técnicas de los concursos de arquitectura constituyen «la expresión más completa de mi investigación», y Ferlenga recopila las contenidas en el archivo, que se extienden desde 1960 a 1997, para componer una autobiografía intelectual del milanés, que fue una referencia imprescindible de la disciplina desde la publicación en 1966 de La arquitectura de la ciudad. Las ideas y las formas de Rossi fertilizaron la teoría y la práctica de la arquitectura durante la década de los 70, y prendieron especialmente bien en España, desde Cataluña y el País Vasco hasta Andalucía o Galicia, donde en 1976 condujo un mítico seminario en Santiago de Compostela y donde muchos años después realizaría con César Portela el Museo del Mar en Vigo, su única obra en nuestro suelo, que se completó póstumamente.

Interno con anitra, 1989

Por entonces peregrinábamos al Gallaratese, una obra en blanco y negro que puede quizás asociarse al cine neorrealista, y la década siguiente asistiríamos a su descubrimiento del color tras su mayor familiaridad con el mundo americano y japonés, advirtiendo cómo reclamaba para una construcción berlinesa «el color verde oscuro de los antiguos coches de carreras», una descripción tan imprecisa como lírica. Tanto el Berlín de la IBA como la Barcelona de los Juegos serían expresiones cabales de las enseñanzas urbanas de Rossi, pero el arquitecto de la ciudad se manifestaría también como un extraordinario creador formal. El volumen de Electa abrevia su obra en portada con el yatai de Pinocho: un carrito de comida convertido en arquitectura móvil que diseñó para la Expo de 1989 en Nagoya, y en cuya descripción Rossi relaciona al personaje del cuento con la protagonista de las tablas de Botticelli en el Prado para glosar la pasión abstracta y a la vez vital de sus arquitecturas.

De izquierda a derecha: Aldo Rossi, Guillermo Vázquez Consuegra y Luis Fernández-Galiano

En 1985 iniciamos esta aventura editorial con los dos números de AV dedicados a la IBA berlinesa, y tuvimos la fortuna de contar con el maestro milanés para la presentación posterior de la revista en la librería Vitruvio de Sevilla, una ciudad que amaba casi tanto como Santiago. Hace tiempo, Guillermo Vázquez Consuegra me hizo llegar una fotografía de aquel día, que reproduzco ahora como recuerdo de un arquitecto cuya desaparición prematura nos conmovió como pocas otras. Casi un cuarto de siglo después de su muerte, una exposición y un libro nos recuerdan su genio intelectual y artístico: un legado que, más allá de su importancia histórica, ofrece, como subraya Ferlenga, «una nuova utilità» que haríamos mal en ignorar.

ACA

VALE LA PENA LEER

Filosofías de la belleza

Peter Sloterdijk, Byung-Chul Han

Luis Fernández-Galiano

31/12/2020

Tomado de arquitecturaviva.com

¿De qué hablamos cuando hablamos de belleza? Peter Sloterdijk y Byung-Chul Han son probablemente los dos filósofos más conocidos del actual panorama germano, y la publicación en castellano de El imperativo estético del primero —una recopilación de escritos sobre arte aparecida originalmente en 2014— anima a reseñarlo junto a La salvación de lo bello, un ensayo del segundo que se editó en España en 2015, de forma simultánea a la versión original alemana. De Sloterdijk nos hemos ocupado en varias ocasiones —hace ya tiempo en Arquitectura Viva 88, donde se comentaba su obra sobre el origen del ‘atmoterrorismo’ en los gases venenosos usados en la Primera Guerra Mundial, y más recientemente en Arquitectura Viva 194 y 224, glosando dos libros unidos por el rechazo de la modernidad— y de Han han aparecido tanto reseñas de su obras —en Arquitectura Viva 165, 174 y 213— como artículos, estos en los números 181 y 224, y con temas tan diversos como ‘Lo pulido’ (introducción de su ensayo sobre la estética contemporánea) y ‘La era del virus’, el primero de los textos que ha dedicado a la crisis pandémica.

Los escritos del filósofo de Karls-ruhe, reunidos por Peter Weibel, que incluyen numerosos discursos y conferencias, algunos textos de catálogo y varios manuscritos inéditos, muestran la variedad de sus intereses: de la música al cine, pasando por el sistema del arte o los museos, y con sendas secciones dedicadas a ‘Diseño’ y a ‘Ciudad y arquitectura’. En el terreno del diseño, subraya que a todo funcionalismo «le es inherente cierta tendencia a trastornar las cosas», y recupera el discurso de Heidegger sobre ‘la cosa’, una actitud premoderna y ‘antidiseño’ como corresponde a «una filosofía católica de artesanos y campesinos»; y en el ámbito de la arquitectura y el urbanismo, la extensa conferencia sobre ‘La ciudad y su contrario’ —quizá el mejor texto del volumen, donde llama en su ayuda a diez autores, desde Píndaro y Platón hasta Baudelaire— se añade a una conversación con los editores de archplus sobre su trilogía Esferas y a un encendido elogio de Daniel Libeskind con ocasión de la terminación del Museo Judío de Berlín. En conjunto, el libro refleja, como argumenta Weibel en su epílogo, el agnosticismo estético del filósofo, que considera inhumana la estética de la modernidad y defiende una ley del deseo que se sitúa entre Kant, Freud y Lacan.

El ensayo del pensador germano-coreano —nacido en Seúl, formado en Alemania y hoy profesor en Berlín— explora en cien páginas exquisitas la tersa y hedonista estética de nuestro tiempo, que juzga incompatible con el arte genuino, enraizado en una negatividad que no complace, sino que conmociona. Frente a la modernidad pulida y digital, Han defiende una estética del encubrimiento y de la vulneración, desde el delirio de asombro y horror que Platón atribuye a la contemplación de la belleza extrema hasta la belleza terrible de Rilke o la quebrantada de Adorno. Censurando la sexualización del cuerpo por la industria de la belleza, deplora el rechazo por Edmund Burke de los cuerpos ásperos y angulosos como incompatibles con el deleite que asocia a lo bello, y propone una estética de la verdad y de la libertad, una ética de lo bello que fundamenta en Aristóteles o en Hegel; y frente al consumo contemporáneo de lo nuevo, reclama la experiencia de lo bello como reminiscencia, como fidelidad y como vinculación.

Críticos de la modernidad y alimentados por el pensamiento clásico, los fragmentos escultóricos elegidos por sus editores quizá expresan bien su sensibilidad elegíaca. De eso también hablamos cuando hablamos de belleza.

El imperativo estético

Peter Sloterdijk

Editorial Akal

2020

432 páginas

La salvación de lo bello

Byung-Chul Han

Herder Editorial

2015

112 páginas

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VALE LA PENA LEER

VIDAS EXTREMAS
Wright versus Abramović
 
Luis Fernández-Galiano

31 de ocubre 2020

Tomado de arquitecturaviva.com 

 Frank Lloyd Wright y Marina Abramović son ambos protagonistas de vidas extremas, pero los últimos libros que las documentan no pueden ser más diferentes. La más reciente biografía del arquitecto americano es un texto torrencial, sumamente barroco en el lenguaje y pirotécnicamente disperso en la narrativa, que se ramifica con anécdotas triviales o referencias a la propia peripecia personal del autor, Paul Hendrickson, un periodista que ha escrito también volúmenes sobre Hemingway o Robert McNamara; y la autobiografía de la artista serbia —publicada en 2016 con el título Walk Through Walls: A Memoir, y traducida ahora al castellano por Santiago González— es en contraste un relato transparente, íntimo y confesional, que presenta la trayectoria vital y creativa de quien se ha descrito a sí misma como la ‘abuela de la performance’, y sirve como una eficaz introducción al significado de su trabajo en el panorama de las artes contemporáneas.

Lo mismo no puede decirse de Plagued by Fire, cuya lectura exige conocer previamente la vida de Wright, que aquí se relata en forma de flashes discontinuos y no necesariamente cronológicos, eligiendo siempre los episodios más melodramáticos, que se describen con manierismo febril y minuciosidad sensacionalista. Esa prosa se ha descrito críticamente como «detail masquerading as depth», y el formidable esfuerzo de Hendrickson por documentarse —que le lleva a polemizar repetidamente con los anteriores biógrafos de Wright— aporta más hojarasca de detalles que substancia narrativa. Los crímenes y el incendio de Spring Green, con los que se abre el libro, o la relación juvenil de Wright con el arquitecto Cecil Corwin, que se sugiere homoerótica, se relatan entreverando lo comprobado con lo especulativo, ofreciendo la información en migajas como en una novela de misterio, y usando la primera persona para establecer una relación de intimidad con el lector.
‘Los sueños y las furias’ de este Wright en llamas, más centrados en el personaje épico que en la obra arquitectónica, beben sin embargo en buenas fuentes, y el autor explicita su deuda con Meryle Secrest, Robert Twombly, Brendan Gill, Ada Louise Huxtable, Neil Levine, Kathryn Smith o Anthony Alofsin —los trabajos más recientes de los tres últimos reseñados por cierto en Arquitectura Viva 181, 200 y 216—, además de la autobiografía publicada por Wright en 1932, un documento esencial pese a las numerosas inexactitudes que contiene, y cuya grandilocuencia lírica inspira el tono dramático y confidencial de Hendrickson.

Si esa proximidad susurrante resulta incómoda en una biografía —que hasta el auge de la autoficción postmoderna solía tener como propósito la desaparición de su autor—, es tan adecuada como inevitable en unas memorias, y las de Abramović se presentan como un esfuerzo por desnudar su vida, desde los traumas de la infancia a los éxitos de la madurez, al igual que la artista desnuda y expone su cuerpo en tantas de sus performances. Más mitológico que reflexivo, y deslizándose a veces hacia misticismos new age, el texto es sin embargo un relato ameno, emocionante y divertido de los amores y desamores de la que hoy es una gran diva, y de sus empeños en el mundo del arte, donde la intensidad peligrosa de sus exorcismos chamánicos la convirtieron en una figura reverenciada. Con su valentía insensata frente al riesgo de la violencia y la muerte, la artista nos recordó la vulnerabilidad frágil de nuestros cuerpos, y ahora nos invita a continuar derribando muros emocionales a través de un recorrido franco por su vida extrema.

Paul Hendrickson 
Plagued by Fire
The Dreams and Furies of Frank Lloyd Wright
Editorial Bodley Head 
2019
624 páginas
Idioma: inglés

Marina Abramović
Derribando muros
Editorial Malpaso
2020
352 páginas
Traducción:
Santiago González

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NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Textos críticos #11

Luis Fernández-Galiano

Ediciones Asimétricas

2020

Nota de los editores

Luis Fernández-Galiano, catedrático de Proyectos en la ETSAM y alma máter de las trillizas revistas de A&V -cuyas páginas han sido una precisa radiografía de la mejor arquitectura de cada momento-, ha estructurado su labor, como docente y como crítico, desde la posición excepcional del observador avanzado. Esta doble condición le permite desempeñarse como articulista de reflejos felinos, autor de libros como el anticipatorio El fuego y la memoria: sobre arquitectura y energía, Empeños sostenibles, Fracturas y ficciones, La edad del espectáculo, Tiempo de incertidumbre, enciclopédico creador de varios Atlas de arquitectura del siglo XXI o instigador del polifónico La quimera moderna. Esta breve y sincera biografía intelectual, crítica y autocrítica, recoge un puñado de artículos concebidos como ensayos: sin citas, referencias bibliográficas o liturgia académica, pero certeros, sutiles y literarios, en los que reflexiona sobre arquitectura y ciudad desde una perspectiva ecológica. Publicados a lo largo del último cuarto de siglo y presentados en orden aproximadamente cronológico, diez de ellos ofrecen bosquejos de la década anterior a la crisis de 2008, y otros diez de la década siguiente, separados por la cesura de una reflexión general («Crítica y crisis») y flanqueados por dos textos más extensos y personales extraídos de sus discursos de ingreso en la Real Academia de Doctores y en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fernández-Galiano, crítico sensual y singular, hilvana estos textos analíticos y líricos inspirado por la música y el ritmo, que es una manera de creer en la belleza del orden matemático.

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NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

LAS GRANDES ESPERANZAS (1976-1992)

Empeños sostenibles (1976-1984) + Fracturas y ficciones (1985-1992)

Luis Fernández-Galiano

Ediciones Arquitectura Viva

2020

Nota de los editores

Con los dos volúmenes de Las grandes esperanzas (1976-1992), Luis Fernández-Galiano vuelve la mirada a un período convulso y fértil que en España se inició con la Transición y en el mundo vio el ascenso de las políticas conservadoras impulsadas por Reagan y Thatcher, y que se extendería hasta la ruptura histórica que supusieron la caída del Muro berlinés y la disolución de la URSS. El primero de ellos, Empeños sostenibles (1976-1984), disecciona una etapa marcada por la recesión económica y la conciencia ecológica surgida a raíz de los shocks petroleros que sacudieron el planeta, asuntos que esmaltan dos docenas de textos sobre las alternativas tecnológicas, la construcción sostenible y la relación entre arquitectura y energía. El segundo tomo, Fracturas y ficciones (1985-1992), perfila el retrato caleidoscópico de un tiempo de prosperidad amable, donde se reserva un espacio protagonista para una España recién ingresada en las instituciones europeas, y cuya visibilidad internacional culminaría con los Juegos de Barcelona y la Expo de Sevilla, dos eventos que sirven de telón de fondo a cien artículos breves sobre arquitectura, historia, arte y sociedad. Caracterizados por el estilo lúcido e informado de su autor, en conjunto desvelan una cartografía de las luces y las sombras de aquellos años, ofreciendo un repaso crítico de las preocupaciones y problemas que, más de tres décadas después, alimentan aún los fuegos de nuestra actual crisis económica, ecológica y social.

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VALE LA PENA LEER

Proyectar el tiempo

Designing time

Luis Fernández Galiano

30 de septiembre 2020

Tomado de arquitecturaviva.com

Los arquitectos proyectan el espacio, pero también el tiempo. Al imaginar la ciudad posterior a la pandemia, se esfuerzan en reconciliar la necesidad de distancia social con la conveniencia de proximidad: por un lado, se fragmenta el espacio para evitar el contacto; por otro, se agrupan los usos para llegar a ellos sin precisar transporte. El primer rasgo invita a repartir las actividades en el tiempo; el segundo, a fijar un límite temporal a los desplazamientos, que ha cristalizado en el lema ‘la ciudad de los 15 minutos’. Si la arquitectura se ha considerado históricamente una disciplina espacial, que ‘ordena la materia en el espacio como la música ordena el sonido en el tiempo’, hoy necesita situar el tiempo en el centro de su atención; y no el tiempo del proyecto o de la obra, sino el tiempo de los que han de habitar edificios y ciudades. Se dirá que esto se ha hecho siempre, y es cierto; pero la experiencia del coma vírico inducido ha comprimido el espacio y detenido el tiempo, trastocando valores y estableciendo prioridades nuevas. El filósofo Blaise Pascal aseguraba que «todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación», y su contemporáneo el místico Miguel de Molinos predicaba el quietismo como un proceso de depuración espiritual no lejano del budismo; pues bien, los meses de confinamiento han reproducido las condiciones para poner a prueba estas recetas del siglo XVII. ¿Somos ahora más sabios, más conscientes de nuestra fragilidad, más despojados de ocupaciones innecesarias y agitación estéril? No es nada seguro, pero la interrupción de las rutinas sin duda ha obligado a organizar el tiempo de otra manera, y quizá a percibir su fugacidad bajo una luz más fría. Emilio Lledó dice que «vivimos en el espacio, pero morimos en el tiempo», y es posible que la renovada conciencia de nuestra obligada desaparición haya trasladado el foco de la ordenación del espacio en la casa y la ciudad a la ordenación del tiempo individual y colectivo. Solíamos oponer el genius loci y el Zeitgeist —el espíritu del lugar y el espíritu del tiempo—, para diferenciar las arquitecturas enraizadas en la continuidad del contexto, y aquellas que se insertan en el torbellino mudable del talante de la época: las obras intemporales y las obras de su tiempo. Pero la detención del mundo nos ha ofrecido la píldora roja de la lucidez, y advertimos que el nuevo protagonismo del tiempo demanda paradójicamente el retorno a ese espacio con cualidades que llamamos lugar, y que el espíritu del tiempo postpandémico se encarna de forma irónica en la arquitectura intemporal, en el acotamiento del espacio y en la limitación del movimiento. Jorge Luis Borges quiso refutar el tiempo, pero terminó admitiendo que «es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego.» Proyectar el tiempo es proyectarnos; pensar en nuestro futuro y el de todos.

ACA