
Pocos proyectos a lo largo de la historia reciente de nuestra arquitectura han contado con una difusión y fortuna crítica similar a la obtenida por “La Casa de mi Madre”, diseñada por el talentoso arquitecto Joel Sanz (1947-2013) en 1986 para doña Hilda Pino en Higuerote, estado Miranda. Esta afirmación se sustenta no sólo en los diversos lugares donde el trabajo fue publicado a finales del siglo XX (el catálogo de la VIII Bienal Nacional de Arquitectura, “La arquitectura del lugar” de 1987; el de la exposición “La casa como tema” de 1989 ; y la revista Arquitectura venezolana en la Bienal de Quito ’90), sino por su capacidad de convertirse, pese a su escala y los limitados recursos con que se construyó, en referencia del valor que puede tener la claridad y contundencia de una propuesta.

Pensada para resolver las restringidas condiciones que imponía una parcela de 4,50 metros de ancho por 31 metros de largo dentro de un tejido urbano de viviendas adosadas de características similares, urbanizado por el Concejo Municipal de Higuerote en los años ’50, Sanz opta por convertir, como normalmente lo hacía, su aproximación al problema como oportunidad para explorar un esquema alejado de lo que podía ser una respuesta convencional.

Así, en lugar de proponer una casa como tantas estructurada con base en una sucesión de patios que suelen resolver de manera solvente los problemas de iluminación y ventilación, Sanz plantea un limpio prisma horizontal que se sumerge en la parcela, cuya leve separación promedio de 30 cms de los irregulares linderos abre la oportunidad de encontrar una novedosa respuesta: dos ranuras a todo lo largo de la casa que producen la mayor cantidad de superficies perforables para ventilación e iluminación indirecta.

Juan Carlos Parilli, su más dilecto discípulo y socio por muchos años, tras calificar la edificación como ejemplo de “Un nuevo lenguaje tropical” en el artículo de ese mismo nombre, publicado en la revista entre rayas nº132 de noviembre 2019 dedicado a “La casa. Práctica, docencia e investigación” (de consulta obligada para obtener una visión completa y actualizada sobre el tema), precisa en su aproximación crítica al proyecto cómo Sanz utiliza una vez más una estrategia común en él caracterizada por “no complacer expectativas … para generar propuestas osadas y provocadoras, casi manifiestos, en proyectos como éste que nos ocupa…”. Y añade cómo por tratarse de un proyecto que estaba amparado por la confianza y afecto del propietario “se podía permitir explorar con libertad ideas que otros clientes no le hubieran aceptado, sin tener que preocuparse por lidiar con problemas que pudieran restar impacto a la propuesta, ya fueran mosquitos, ladrones, salitre o caprichos del dueño”.
En todo caso, Sanz hace un análisis detallado de las modalidades programáticas, funcionales y constructivas de las viviendas de la zona, interpretando y adoptando para su diseño el esquema típico que ubica en la fachada hacia la calle: el acceso, un recibo y la habitación principal, y en el extremo opuesto: la cocina, el comedor y el lavadero, unidos por un corredor en el cual se suceden las habitaciones y el sanitario. “El pasillo se recorre entre dos puntos notables, formados por el abultamiento necesario que destaca la jerarquía del dormitorio principal, y el nicho donde se ubica la nevera que invade los límites virtuales de la circulación, y altera las direcciones ortogonales que han organizado el resto de la obra”, expondrá Sanz en la memoria elaborada para presentar el proyecto en la VIII Bienal Nacional de Arquitectura de 1987, montada en el Museo de Bellas Artes de Caracas, donde optaba al premio en la categoría de vivienda unifamiliar.


El sistema constructivo, sencillo y elemental, a base de paredes de carga hechas con bloques de concreto en obra limpia, machones y vigas de corona, aunque le sirve de soporte, es prácticamente independiente del utilizado para el techo a dos aguas y alta cumbrera, resuelto con una estructura de madera cubierta de láminas metálicas galvanizadas, diseñado para mitigar las inclemencias del clima. En otras palabras, y reforzando la originalidad planteada con relación a la solución para la iluminación y ventilación, “se optó por utilizar el mismo esquema de ubicación de ambientes, pero eliminando el patio interno, por dificultades dimensionales y porque, además, este esquema obliga a mantener las habitaciones adosadas a uno de los linderos laterales”, señalará Sanz en la memoria ya citada.


Si bien es el texto explicativo, reproducido por igual en las tres publicaciones ya citadas donde la casa aparece reseñada entre 1987 y 1990, el que nos permite conocer sus aspectos más tangibles, la mirada que Parilli nos ofrece en 2019 incorporará una aproximación más fresca rescatando de “La Casa de mi Madre” aspectos del máximo interés. Por ejemplo, Parilli puntualizará: “Aunque Joel era alérgico a las tendencias ‘virales’ del momento, no pudo evitar ser influenciado por algunos temas que circulaban en el ambiente arquitectónico de esos años (de la mano del posmodernismo). Recuerdo que le interesaron algunas propuestas de Oswald Mathias Ungers (la casa dentro de la casa) y otras de Mario Botta (el uso de materiales ordinarios), ideas que utilizó en este proyecto…”.
Y, reforzando el título que le diera al artículo que publicara en entre rayas, Parilli considera que el aporte más destacable de la obra de Sanz en general “fue el de renovar el vocabulario de la Arquitectura Tropical, reinterpretando algunos de sus temas tradicionales como el alero, el patio y el corredor, y promoviendo la incorporación de otros elementos más contemporáneos y poco utilizados como la Plaza Cubierta”. Esta línea de trabajo se ve claramente expresada en «Cinco lecciones de Carlos Raúl Villanueva», Conferencia dictada por Sanz en el Colegio de Arquitectos de Milano, Italia, el 9 de noviembre de 2006 (https://es.scribd.com/document/406283150/joel-sanz2-pdf).

En particular, para Parilli será digno de resaltar en “La Casa de mi Madre”, como contribución a la conformación de esta “nueva arquitectura tropical”, lo que denomina como “el Techo Ventilante”, el cual más allá de cumplir cabalmente con su compromiso con el acondicionamiento térmico de la casa, “le otorga un papel protagónico en la expresión arquitectónica al proponerlo como un prisma de sección triangular con una dimensión deliberadamente exagerada que supera en altura a los espacios habitables a los cuales sirve y que constituye el rasgo más distintivo en la percepción de la casa”.
Esta manera de entender la cubierta como un tema y que tendrá en “La Casa de mi Madre” la primera oportunidad de convertirse en ensayo del “techo de sol-techo de lluvia” (término que Sanz le dio “a la doble cubierta que protegía del agua dejando pasar la luz solar cuidadosamente tamizada”), lo acompañará a lo largo de toda su trayectoria.

La casa, como se sabe, nunca fue habitada por su destinataria, “no quiso vivir en ella”, manifestaría en propio Sanz, dejándole un sabor algo amargo oculto tras el esfuerzo y dedicación que puso en su diseño y al indudable aporte que le dio al tratamiento del tema.
“La Casa de mi Madre”, también, ha sido reproducida a través de medios digitales en el blog CA Catálogo de arquitectura • Venezuela | Latinoamérica. Obras y proyectos de arquitectura con tradición moderna • materia | estructura | paisaje a cargo de Ramón Fermín, ofreciéndose desde allí, con la colaboración de Juan Carlos Lázaro, una valiosa información complementaria muy útil para comprender la propuesta.
Con este proyecto el arquitecto Sanz se hizo acreedor de una Mención Especial en la Categoría Diseño Arquitectónico en la VII edición de la Bienal de Arquitectura de Quito de 1990, siendo la participación venezolana (hasta 26 trabajos pertenecientes a diferentes categorías), recogida en una publicación (que ya hemos citado) elaborada conjuntamente por el Colegio de Arquitectos de Ecuador y la Fundación Museo de Arquitectura con el patrocinio de Belfort Glass.
Recordemos, para finalizar, que Joel Sanz fue co-fundador en 1972 de la Unidad Docente 9 de la FAU UCV y su coordinador desde 1985 hasta 2005. En el año 2000 fue distinguido, por el Consejo Nacional de la Cultura CONAC, con el Premio Nacional de Arquitectura y que por resolución del Instituto del Patrimonio Cultural del 20 de febrero del año 2005, fue declarado «Bien de Interés Cultural» del Municipio Brión del Estado Miranda, en el capítulo de la creación individual.
ACA
Procedencia de las imágenes
Postal. Museo de Bellas Artes. Catálogo de la VIII Bienal Nacional de Arquitectura “La arquitectura del lugar”, Caracas, 1987
1, 3, 4 y 7. CA Catálogo de arquitectura • Venezuela | Latinoamérica. Obras y proyectos de arquitectura con tradición moderna • materia | estructura | paisaje (https://catalogosdearquitectura.wordpress.com/2018/03/12/sanz-joel-1986-casa-de-mi-madre/)
2. Colegio de Arquitectos de Ecuador y la Fundación Museo de Arquitectura. Arquitectura Venezolana en la Bienal de Quito ’90, Tipografía Guanarteme, C.A., 1990.
5 y 8. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad