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ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 167

Brasilia, “capital de la esperanza” como la bautizó André Malraux, que como se sabe fue construida desde cero en una extensa meseta en la zona sureste del estado de Goiás en el centro de Brasil, fue desarrollada basada en el “Plan Piloto” elaborado por Lúcio Costa como resultado de ser el ganador del concurso promovido por el presidente Juscelino Kubitschek para tal fin en 1957. El 23 de octubre de 1956, año en que Kubitschek asume la presidencia (que ejercerá hasta 1961 luego de ser gobernador de Minas Gerais entre 1951 y 1955), marca el inicio de su construcción y el 21 de abril de 1960, tras 41 meses de trabajo, la ciudad fue inaugurada al quedar completada buena parte de su infraestructura, gracias al apoyo político y financiero otorgado desde la presidencia de la república. Correspondió, como también se sabe, a Oscar Niemeyer amigo cercano de Costa, diseñar la mayoría de los edificios públicos y a Roberto Burle Marx buena parte del paisajismo.

1. Plan pilo de Brasilia donde se indica la ubicación de las delegaciones diplomáticas

Vale destacar, con relación al tema que hoy nos ocupa, que dentro del “Plan Piloto” de Brasilia, Costa previó con toda claridad para localizar las delegaciones diplomáticas de los diferentes países un sector importante ubicado al suroeste de la ciudad, entre la arteria L-2S (paralela al Eje Rodoviario Sur) y la avenida De Las Naciones, próximo a la Plaza de los Tres Poderes (remate del eje urbano principal) y a la Catedral, y colindante con el lago Paranoá hacia el cual se produce un ligero declive. La lotificación prevista contemplaba parcelas rectangulares iguales de 250 x 100 mts (25.000 m2 o lo que es lo mismo dos hectáreas y media), a ser repartidos entre los gobiernos de los diferentes países. Así, el privilegiado barrio diplomático estaría servido por un eje transversal al eje monumental, y se encontraría próximo a los ministerios y los clubes deportivos. Se abría, por tanto, la posibilidad de convertir la zona en un verdadero laboratorio que permitiría darle cabida a múltiples variantes de una tipología muy alejada a la de la mayoría de las viviendas del “Plan Piloto”, limitada a los bloques de las “supercuadras”, tomando en consideración que las variables urbanas del elegante barrio establecían un 40% de ocupación y una altura máxima de tres plantas.

No cabe duda que el compromiso de proyectar una embajada significa toparse muy rápidamente con el tema de la representatividad de un país y la imagen que el mismo desea proyectar a los ojos del mundo y en particular de la nación que funge de anfitriona. Surge como oportunidad única, también, para que el arquitecto muestre su capacidad de interpretar tal compromiso y para dar cabida al debate siempre vigente entre tradición y modernidad, matizado por las condiciones del lugar donde le tocaría diseñar y sus variables ambientales. Se nos antoja que, salvando las distancias, se podría asemejar al compromiso que se plantea cuando se debe diseñar un pabellón para una feria internacional pero con la particularidad de que priva, para el caso de una embajada, la condición de permanencia por sobre el carácter efímero que es propio de las edificaciones expositivas.

2. Algunas de las sedes diplomáticas de los Estados Unidos en diferentes partes del mundo. Arriba izquierda: Atenas (Walter Gropius & TAC, 1959). Arriba derecha: La Habana (Harrison y Abramovitz , 1958). Centro izquierda: Oslo (Eero Saarinen, 1959). Centro derecha: Montevideo (I.M. Pei, 1969). Abajo: Caracas (Gunnar Birkerts,1989-1996).

Siguiendo esta línea discursiva el diseño de la sede de una representación diplomática debería convertirse para todo proyectista en oportunidad única para trascender los aspectos meramente funcionales que sin duda delimitan su programa. Ello se pone en evidencia si se toma como referencia, por ejemplo, la manera como los Estados Unidos y su Secretaría de Estado fueron asumiendo este reto entendido como política y buscando la mayor calidad proyectual posible, conscientes de su condición de máxima potencia fundamentalmente después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. En tal sentido, no es casual el que dicho país haya encomendado, por citar algunos casos, a Walter Gropius y The Architects Collaborative Inc. (TAC) en 1959 el diseño de su embajada en Atenas, a Eero Saarinen las sedes diplomáticas de Oslo (1959) y Londres (1960), a Harrison y Abramovitz la de La Habana (1953), a Edward Durrel Stone la de Nueva Dehli (1954), a Richard Neutra la de Karachi (1955), a Marcel Breuer la de La Haya (1958), a John Johansen la de Dublín (1959), a Jose Lluis Sert la de Bagdad (1955-69), a I.M. Pei la de Montevideo (1969), a Gruen Associates (César Pelli/ Norma Merrick Sklarek) la de Tokio (1976) y a Don Hatch primero (1959) y Gunnar Birkerts después (1989-1996) las dos sedes que ha tenido en Caracas (habiendo Birkerts diseñado sin que se construyera la de Hensinki en 1975), dándose el caso de la puesta en marcha más recientemente de una renovación de la imagen y presencia del país en Londres y Brasilia, correspondiendo a Kieran Timberlake y el Studio Gang Architects, respectivamente, ser los proyectistas de lo que algunos tildan como “la revolución arquitectónica de las nuevas embajadas de los Estados Unidos”. De este amplio abanico bien se podría adelantar un estudio que permita auscultar la manera cómo los temas que hemos esbozado constituyen un asidero importante a la hora de plasmar una imagen representativa y en definitiva qué se privilegia.

Otro tema de interés sería no sólo el relacionado al reto de visualizar el diseño de un edificio que podría obedecer a un patrón tipológico determinado, sino el hacerlo en una ciudad totalmente nueva, dentro de un barrio predeterminado para un uso exclusivo, contándose además con la presión adicional de hacerlo “compitiendo” con las impactantes edificaciones públicas diseñadas por Niemeyer, respondiendo a una geografía y clima severos y ubicándose cronológicamente en plena posguerra, momento en el que, pese a todos los mensajes que emitía la novedosa ciudad, se cuestionaban los postulados canónicos del Movimiento Moderno.

Dentro de este panorama, muchos países asumieron los proyectos y construcción de sus respectivas embajadas en Brasilia como un importante compromiso (dignos a su vez de otro estudio particularizado), una vez que el gobierno brasilero empezó a partir de 1960 a destinar los diferentes terrenos (identificados primero por cuadra y luego por lote), pertenecientes al sector de las embajadas, dando como resultado una serie de edificios que muestran las diferentes orientaciones arquitectónicas internacionales de aquellos años, que ofrecieron variadas respuestas a los estímulos creativos y conceptuales planteados por la nueva ciudad. Este heterogéneo conjunto realizado entre 1960 y 1975 ofrece diferentes vías de evolución y experimentación de la arquitectura moderna, en el momento en el que estaba siendo cuestionada, y comenzaban a explorarse nuevos caminos arquitectónicos.

3. Sedes diplomáticas en Brasilia. Arriba izquierda: propuesta de los Smithson para el Reino Unido (no construida). Arriba derecha: Alemania (Hans Scharoum). Abajo: Francia (a la izquierda, anteproyecto presentado por Le Corbusier y a la derecha vista exterior del edificio construido según las directrices corbusianas por Guillermo Jullian de la Fuente)

De esta manera, vale la pena señalar cómo “las legaciones más expeditas en levantar sus cancillerías y residencias fueron las de Yugoslavia y Checoslovaquia. Les seguirían Japón, Bélgica e Irán” dando paso posteriormente a la aparición de proyectos emblemáticos como los realizados por Le Corbusier, Alison y Peter Smithson y Hans Scharoum, quienes diseñarían las sedes diplomáticas de Francia, Reino Unido y Alemania, respectivamente, tal y como señala José Javier Alayón en “Arquitecturas extranjeras en Brasilia. Le Corbusier, A&P Smithson y Scharoun en el paisaje moderno suramericano”, artículo aparecido en Arquitectura Revista, vol.8, nº 1, año 2012. A Le Corbusier (quien había descartado previamente diseñar la embajada de Suiza, su país de origen) lo sorprende la muerte en el proceso de desarrollo de la propuesta francesa, por lo que toma las riendas para terminarla su discípulo y jefe de taller Guillermo Jullian de la Fuente, introduciendo importantes cambios. Los Smithson sufrirán el desaire a que los sometió en gobierno británico impidiéndoles llevar a feliz término su experiencia y la sede proyectada por Scharoun se yergue aún dignamente en la capital brasileña.

4. Sedes diplomáticas en Brasilia. Arriba izquierda: República Checa (Filsak, Srámek, Louda y Bubenicek, 1965-74). Arriba derecha: Italia (Pier Luigi Nervi, 1969). Centro arriba: Holanda (Henrique Mindlin, 1964). Centro abajo: México (Teodoro González de León, 1973). Abajo: España (Rafael Leoz, 1972)

No son menos importantes e igualmente dignos los edificios proyectados por Pier Luigi Nervi para Italia (1969); McLeod and Ferrera para los Estados Unidos (1961, ampliado posteriormente -1972- por Henningson, Durham y Richardson); Henrique Mindlin (Australia y Holanda, 1964); Wilson Reis Netto (Senegal, 1962); Filsak, Srámek, Louda y Bubenicek (Checoslovaquia, 1965-74); Nikolai Fikoff (Bélgica); Crousse & Paez (Perú); Thompson, Bewick, Pratt & Bogue (Canadá); Teodoro González de León (México, 1973); HPREC (Grecia); y los proyectos no construidos de Rafael Viñoly (Argentina), Bahram Shirdel (Irán) y Vilela & Gordon (Portugal), según nos aporta también Alayón. Cabría destacar particularmente el poco reconocido trabajo llevado a cabo por Rafael Leoz quien proyecta y construye la embajada de España (1972).

5. Sedes diplomáticas en Brasilia. Arriba izquierda: Colombia (César Barney,1977-81). Arriba derecha: Argentina (Estudio M/SG/S/S/S -Flora Manteola, Javier Sánchez Gómez, Josefa Santos y Justo Solsona-, 2011). Abajo izquierda: India (Paulo Henrique Paranhos, 2003). Abajo derecha: Noruega (CASACINCO -Boris Madsen Cunha-, 2017

De más reciente data son las sedes de Colombia (1977-81) de César Barney; India (2003) Paulo Henrique Paranhos; Argentina (2011) estudio M/SG/S/S/S (Flora Manteola, Javier Sánchez Gómez, Josefa Santos y Justo Solsona); y Noruega (2017) CASACINCO (Boris Madsen Cunha).

Venezuela, sin contar con una política ni músculo financiero equiparable al de países más estructurados, ha regado sus sedes diplomáticas por el mundo apelando a ocupar edificios existentes. Sin embargo, para cuando se inaugura Brasilia y se le asigna un espacio, el gobierno nacional toma la decisión de encargar en 1960 el proyecto de la embajada venezolana, a través del Ministerio de Obras Públicas (MOP), no sabemos si por contratación o por administración directa, a los arquitectos Francisco Barrios P. (FAU UCV promoción 6/1957) y Leslie Szegedi Graner (FAU UCV promoción 8/1958).
De la reseña publicada en el Boletín Informativo del CIV (1961) hemos podido conocer que el anteproyecto se ubicó en uno de tantos terrenos rectangulares de 250 metros de largo por 100 metros de ancho con que lotificó la zona, con suave pendiente de 8% hacia el lago, poca vegetación, marcado con el número 13 en el plano general concebido por Lucio Costa, colindante con el lote asignado a la representación argentina. También que el Ministerio de Relaciones Exteriores preparó un programa que agrupó la Embajada, el Consulado y la Casa de Habitación del embajador.

6. Anteproyecto para la Embajada de Venezuela en Brasilia. Francisco Barrios P. y Leslie Szegedi Graner. Arriba: fachada principal. Abajo: fachada posterior.

La propuesta contempla ubicar la Embajada y el Consulado con su frente hacia la avenida avenida de Las Naciones, cuya fachada es recogida en nuestra postal del día de hoy. La correcta composición adoptada por los arquitectos, lograda sin apelar a ninguna reminiscencia semántica o histórica sino únicamente a un racionalismo formal signado por la horizontalidad, utilizó una plaza provista de un espejo de agua para separar los edificios solicitados en el programa, facilitando así el acceso peatonalmente desde la avenida.

La Embajada, es la pieza importante del conjunto, se propone tenga 1.635 m2, con una planta baja (con amplias áreas para circulación, exposiciones, recepciones y oficinas para oficiales con vista hacia los jardines), una mezzanina (donde se ubican el hall de acceso al gran comedor y a las oficinas del embajador, las oficinas del embajador y su personal de apoyo, y el gran comedor), un primer piso (con las oficinas de los consejeros de cultura y de comercio, el área de los respectivos apoyos secretariales, así como las dependencias para los agregados aeronáutico, naval y militar); y un segundo piso (que alberga las oficinas de los 1º, 2º y 3º secretarios, sus respectivos apoyos secretariales y los depósitos generales). El edificio del Consulado resuelto en una sola planta, tiene 420 m2 de construcción, con oficinas para el cónsul, vicecónsul, secretarias, archivo, depósito y una biblioteca.

Se propone, además, en un cuerpo separado, un auditorio de 200 m2, el cual tendría ventilación e iluminación a través de su cubierta para evitar el uso de equipos mecánicos.

Por último, se encuentra la Casa de Habitación del embajador, de dos plantas, ubicada separada de los demás elementos del conjunto. La planta alta tendría un hall de entrada, salón, comedor, habitación principal con su vestier-baño, tres dormitorios compartiendo dos baños adicionales y una galería. Se prevé también un área para huéspedes con cuatro dormitorios, dos sanitarios y un hall. Los ambientes de servicio incluyen un pantry, cocina, estar de servicio, cuatro dormitorios, dos baños, lavandería, depósitos de equipaje y bebidas, y un garage. En la planta baja, con acceso a los jardines y vista al lago, un gran salón para recepciones.

Se contempla que el paisajismo del conjunto se desarrollará utilizando especies vegetales venezolanas que puedan adaptarse al clima de la nueva capital de Brasil, tales como: araguaneyes, apamates, chaguaramos, cujíes de jardín, acacias y trinitarias.

El conjunto propuesto para la Embajada de Venezuela en Brasilia tendría en total 3.550 m2 de construcción, incluyendo un estacionamiento techado de 220 m2.
El anteproyecto propone darle tratamiento adicional a 2.500 m2 en los cuales se incluyen los jardines, la plaza principal, la plaza de la bandera, los espejos de agua y el acceso asfaltado.

Dada la importancia internacional del proyecto los arquitectos Barrios y Szegedi solicitaron a la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA) designar una comisión asesora, la cual se constituyó con los arquitectos Guido Bermúdez, como Presidente del SVA, Mario Bemergui, Juan Andrés Vegas, Rino Levi y Roberto Burle-Marx. Para la arquitectura paisajista fueron seleccionados los arquitectos José Miguel Galia y Jimmy Alcock.

7. Ubicación de la Embajada de Venezuela en Brasilia

Aunque sabemos que la dirección postal de la embajada venezolana al día de hoy coincide plenamente con la ubicación para la que Barrios y Szegedi realizaron el anteproyecto, no tenemos certeza de que se haya construido ni mucho menos de cuál y cómo es la edificación que ocupa el predio más allá de información que nos provee Google Earth. Queda planteada la duda acerca de si la única sede diplomática venezolana concebida y proyectada para tal fin de la que tengamos conocimiento quedó en el papel, se descartó o sirvió al menos de guía para lo que finalmente se construyó. A quien posea información mucho agradeceríamos transmitírnosla.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal y 6: Boletín Informativo del CIV , 1961

1, 2, 4, 5 y 6. Tomadas de diferentes páginas de internet.

3. José Javier Alayón, “Arquitecturas extranjeras en Brasilia. Le Corbusier, A&P Smithson y Scharoun en el paisaje moderno suramericano”, Arquitectura Revista, vol.8, nº 1, 2012.

7. Google Earth

1960• Anteproyecto para la Embajada de Venezuela en Brasilia

Embajade de Venezuela en Brasilia.jpg

1960•  Se concluye el anteproyecto para la Embajada de Venezuela en Brasilia, la nueva capital de Brasil, comisionado por el Ministerio de Obras Públicas (MOP) de Venezuela a los arquitectos Francisco Barrios P. (FAU UCV promoción 6/1957) y Leslie Szegedi Graner (FAU UCV promoción 8/1958), diseñado para ser construido en la Zona de las Embajadas, localizada en una faja ancha situada en el sur de la ciudad, entre el lago y el eje de circulación principal, en un terreno rectangular de 250 metros de largo por 100 metros de ancho, con suave pendiente de 8% hacia el lago, poca vegetación, marcado con el número 13 en el plano general concebido por Lucio Costa.
Para el anteproyecto el Ministerio de Relaciones Exteriores preparó un programa que agrupó la Embajada, el Consulado y la Casa de Habitación del embajador.
Se propuso que la embajada y el consulado estuvieran ubicados con su frente hacia la Avenida Principal de las Embajadas.
La composición adoptada por los arquitectos utilizó una plaza provista de un espejo de agua para separar los edificios solicitados en el programa y facilitando el acceso peatonalmente desde la avenida.
La Embajada, el edificio más importante del conjunto se propone tenga 1.635 m2, con una planta baja (con amplias áreas para circulación, exposiciones, recepciones y oficinas para oficiales con vista hacia los jardines), una mezzanina (donde se ubican el hall de acceso al gran comedor y a las oficinas del embajador, las oficinas del embajador y su personal de apoyo y el gran comedor), un primer piso (con las oficinas de los consejeros de cultura y de comercio; el área de los respectivos apoyos secretariales, así como las dependencias para los agregados aeronáutico, naval y militar); y un segundo piso (que alberga las oficinas de los 1º, 2º y 3º secretarios, sus respectivos apoyos secretariales y los depósitos generales). El edificio del Consulado resuelto en una sola planta, tiene 420 m2 de construcción, con oficinas para el cónsul, vicecónsul, secretarias, archivo, depósito y una biblioteca.
Se propone en un cuerpo separado, un auditorio de 200 m2, el cual tendría ventilación e iluminación a través de su cubierta para evitar equipos mecánicos.
Por último, se encuentra la Casa de Habitación del embajador, ubicada separada de los demás edificios del conjunto, con dos plantas. La planta alta tendría un hall de entrada, salón, comedor, habitación principal con su vestier-baño, tres dormitorios compartiendo dos baños adicionales y una galería.
Se prevé un área para huéspedes con cuatro dormitorios, dos sanitarios y un hall.
Los ambientes de servicio incluyen un pantry, cocina, estar de servicio, cuatro dormitorios, dos baños, lavandería, depósitos de equipaje y bebidas, y un garaje.
En la planta baja, con acceso a los jardines y vista al lago, un gran salón para recepciones.
Se contempla que el paisajismo se desarrollará utilizando especies vegetales venezolanas que puedan adaptarse al clima de la nueva capital de Brasil, tales como: araguaney, apamates, chaguaramos, cujíes de jardín, acacias y trinitarias.
El conjunto propuesto para la Embajada de Venezuela en Brasilia tendría en total 3.550 m2 de construcción, incluyendo un estacionamiento techado de 220 m2.
El anteproyecto propone darle tratamiento adicional a 2.500 m2 en los cuales se incluyen los jardines, la plaza principal, la plaza de la bandera, los espejos de agua y el acceso asfaltado.
Dada la importancia internacional del proyecto los arquitectos Barrios y Szegedi solicitaron a la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA) designar una comisión asesora, la cual se constituyó con los arquitectos Guido Bermúdez, como Presidente del SVA, Mario Bemergui, Juan Andrés Vegas, Rino Levi y Roberto Burle-Marx.
Para la arquitectura paisajista fueron seleccionados los arquitectos José Miguel Galia y Jimmy Alcock.

HVH