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VALE LA PENA LEER

¿Ha llegado la infantilización de la arquitectura?

Anatxu Zabalbeascoa

Lego House de Bjarke Ingels en Billund (DInamarca)

Tomado de El País

22 de enero de 2018

Anatxu Zabalbeascoa, periodista e historiadora del arte nacida en Barcelona (1966), lleva unos cuantos años escribiendo sobre arquitectura y diseño en el periódico El País. Es autora de más de diez libros sobre dichos temas y su blog Del tirador a la ciudad es sin duda una referencia por la frescura y agudeza con que aborda los temas que le interesan. Su ultimo artículo titulado “¿Ha llegado la infantilización de la arquitectura?” aparecido el 22 de enero de este año pone la mirada, tomando como excusa la inauguración en Billund, Dinamarca (septiembre de 2017) de La Casa LEGO (LEGO House), centro de experiencias de 12.000 metros cuadrados diseñado por BIG, en la manera como algunos iconos han encontrado una vía para lidiar con la mala conciencia a través de la broma.

El artículo de Zabalbeascoa busca desde su inicio establecer la diferencia entre el valor lúdico que sin duda la arquitectura puede contener y el riesgoso juego en el que algunas manifestaciones han caído dando la impresión de encontrarnos en un territorio que, gobernado por la broma, raya en el chiste, tal y como lo dan a entender, sin quizás proponérselo, la proliferación de edificios “con forma de número, cesta de compra, copo de nieve, montaña o juguete”.

La sede de Lego House convertida en juguete de Lego

Sin embargo, como señala la autora, “los edificios chistosos no han existido siempre, pero las bromas en arquitectura sí. Como el del chiste es un territorio arbitrario, las extravagancias se suelen barajar con las sorpresas porque ambas impresionan tanto como cansan”. Desde los surtidores que empapan a los visitantes en los jardines de Villa d’Este (Tivoli) hasta obras salpicadas por la cultura pop son numerosas las muestras que hablan de un ámbito abonado para la diversión, pero dentro de la categoría de “bromas” es el edificio más reciente de BIG para la sede de LEGO el que lleva la voz cantante, culminando una secuela trazada por esta oficina de arquitectura encabezada por Bjarke Ingels en la que paulatinamente el apelar al reconocimiento instantáneo “como arma eficaz para alcanzar la popularidad en un tiempo en que el asombro se ha vuelto difícil de alcanzar” se ha convertido en su marca de fábrica. A modo de conclusión queda para la reflexión cómo, por un lado, quizás sea la “dificultad para asombrar en la era de la información desinformadora y en un tiempo en el que las novedades parecen nacer obsoletas, lo que podría estar detrás del creciente número de arquitecturas chistosas y lúdicas que se construyen por el planeta” y, por el otro, la necesidad de detenerse a pensar, cuando se habla de arquitectura como de un juego, si ella “puede ser una broma y si la construcción puede ser cosa de niños. No hace falta recordar que confundir lo alegre con lo chistoso puede resultar muy peligroso”.

ACA

VALE LA PENA LEER

La mejor arquitectura es una ventana

Los anhelos y los miedos de los arquitectos al afrontar un proyecto explicados en una serie de libros

Anatxu Zabalbeascoa

Casa experimental de Alvar Aalto en la isla de Muuratsalo.

Tomado de El País

30 de agosto 2017

Alejandro de la Sota recomendaba hacer arquitectura para saber qué es. Y Juhani Pallasmaa sostiene que la mejor arquitectura es una ventana abierta que permite ver otros mundos que van mostrando, gradualmente, universos completos. El arquitecto finlandés que, en contra del criterio que ha imperado en las últimas décadas, defiende una arquitectura en la que el tacto tenga más importancia que la vista, considera que todos los trabajos creativos son esencialmente colaboraciones. Y que no hay labor artística con significado o valor al margen de los que recibe de su contexto. Por eso afirma que “la mejor arquitectura se encuentra siempre en un estado de confesión existencial y no tanto de solución”.

El arte reconcilia los opuestos. No obliga a elegir, demuestra que incluso en lo diverso, hay una parte que coincide. “El arte es la única vía para la armonía y la reconciliación”, escribió Alvar Aalto.

Daniel Gimeno y Miguel Guitart iniciaron las recopilaciones Práctica Arquitectónica para llegar “al lugar íntimo donde se idean las obras”. En ese lugar privado, Juhani Pallasmaa denuncia, en el tercer volumen de la serie, la completa instrumentalización de la arquitectura y también su total estetización. La primera hace referencia al negocio y servicio profesional tecno-estético, según él en clara expansión. La segunda, reduce la arquitectura a una mera seducción retiniana, aunque la arquitectura no sea, primordialmente, un arte visual. Por eso él habla del arte de la construcción como de una mediación cultural que ayuda a entender el mundo tanto como a nosotros mismos. No está perfilando un retrato, que también, está describiendo una ambición que antes era más habitual: el papel mediador de la arquitectura frente a su asunción como un producto final.

¿Es hoy más difícil relacionarse con un lugar y con el tiempo? ¿Están ambos, tiempo y lugar en continua redefinición? Corría 1934 cuando el filósofo del pragmatismo John Dewey (1859-1952) señaló, durante una serie de conferencias en Harvard, que “el arte siempre es un producto de la experiencia de la interacción de los seres humanos con su entorno”. Por eso consideraba que las obras de arquitectura, además de influir el futuro, recogían y transmitían el pasado.La historia, sin embargo, deja claro que la mejor arquitectura ha sido construida casi siempre al margen de su ideología. O de cualquier ideología absolutista. Son legión los monarcas totalitarios o los papas que hicieron que los arquitectos trabajaran para ellos legando sin embargo, obras conmovedoras. ¿Es eso hoy, en la era de la información, posible? ¿Podemos juzgar la arquitectura al margen de todo su contexto -no sólo el contexto físico de la ubicación-? Las dudas, al responder esta pregunta definen lo que hoy se construye. En el tercer tomo de Práctica Arquitectónica, Toni Gironés habla de los sedimentos de la memoria individual como fuente de inspiración. También de geografías humanas. Rubén Alcolea y Jorge Tárrago distinguen entre pensamiento creativo con “sensibilidad ante los problemas” y científico citando al psicólogo Joy Paul Guilford. Recuerdan además la reflexión de Cedric Price sobre la arquitectura que permitía “pensar lo impensable”, justo lo que Fernanda Canales pone en boca de Le Corbusier “aquello que puede enseñase no merece la pena ser aprendido”.

ACA