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EL ACERVO EDITORIAL DE LA FAU UCV

La relación forma-función en el lenguaje estructural del siglo XX
Nancy Dembo
Universidad Central de Venezuela/ Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico.
Colección Estudios.
2003
La relación forma-función en el lenguaje estructural del siglo XX, libro publicado por la profesora e investigadora Nancy Dembo derivado de su trabajo de ascenso a la categoría de asistente, como producto de la línea indagatoria por ella desarrollada en torno a la historia de la tecnología vinculada a la producción de edificaciones dentro de la Escuela de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva de la FAU UCV, asoma desde su propio título un interesante debate que toma fuerza durante el siglo XIX y se desarrolla a lo largo del siglo XX.


Como ingeniero (UCAB, 1974) que ha desarrollado su labor académica y profesional en estrecha relación con el mundo de la arquitectura, Dembo ofrece un texto que, echando mano de la historia de la arquitectura (disciplina de la que obtuvo un Magister Scientiarum en 2001), permite detectar la manera en que los avances tecnológicos desarrollados a partir de la revolución industrial permitieron el desarrollo de materiales que transformaron la manera de construir y con ello la expresividad y lenguaje de las edificaciones o, en otras palabras, reforzaron el binomio desarrollo tecnológico-diseño estructural potenciando y no limitando el manejo de la forma. Como bien señala en la “Introducción” al libro: “El centro de esta reflexión lo constituye el hecho de que la relación forma-función en el campo estructural se soporta en un orden de valores propio de esta disciplina y no heredado del diseño arquitectónico. La excelencia en el diseño estructural se obtiene al exaltar la belleza latente contenida en aquellas formas que con mayor eficiencia responden a los esquemas a que están sometidas”.

De esta manera, con un alto sentido pedagógico que busca hacer entender la evolución de la relación forma-función en el ámbito de las estructuras, Dembo inicia su recorrido revisando sus antecedentes y la apertura que significó para la ambición de los diseñadores en un trayecto en el que los ingenieros, tras comprender las bondades y potencial que ofrecía primeramente el uso del hierro, partieron por delante y signaron el camino de los arquitectos.
Otro repaso interesante, propio del discurso teórico de finales del siglo XIX lo lleva a cabo Dembo al mencionar el impacto que provocó a la idea de forma la aparición de los nuevos materiales y la dura transición que se produjo “entre las formas clásicas y las posibilidades emergentes del desarrollo tecnológico”. A ello se sumará todo lo concerniente a la evolución del conocimiento técnico que se tradujo en la incorporación los nuevos materiales en el campo de la construcción abriéndose una brecha entre quienes perseguían su utilización honesta y quienes los consideraban sólo un medio para lograr otros objetivos. En este sentido, no hay que olvidar que fue en 1896 cuando Louis Sullivan en el artículo “The tall office builing artistically considered” (“El edificio de oficinas en altura considerado artísticamente”) acuñó la célebre frase “la forma siempre sigue la función”, instalándose en la arquitectura un debate, arrastrado a lo largo de todo el siglo XX, que daba alas a la aparición de dos corrientes claramente marcadas, consideradas las más de las veces (sin serlo) como contrapuestas: el funcionalismo y el formalismo. También será Sullivan quien abra la discusión acerca del papel que juega en términos comunicativos y expresivos la vinculación entre el espacio contenido y su envolvente heredera de otra que abarcó buena parte del siglo XIX en torno a la noción de “carácter”.

Las estructuras y su concepción, tradicionalmente identificadas dentro del territorio de “lo funcional” (resumida en la obtención de lo óptimo con el mínimo, como apuntó en su momento Pier Luigi Nervi), alejadas si se quiere de disquisiciones vinculadas al concepto de belleza, generarán en sí mismas su propia estética cuando a lo largo del siglo XX los profesionales de la construcción afronten los dos grandes retos asomados por Dembo ya mencionados: la presencia de la idea de forma en el discurso teórico y la evolución del conocimiento técnico. En tal sentido, serán las edificaciones en altura y los espacios de grandes luces los que le permitirán proseguir a lo largo del libro el proceso evolutivo que desde un comienzo se impuso, incorporando nociones propias del lenguaje ingenieril. Por un lado, “en el caso de los edificios altos, las importantes solicitaciones que derivan de la acción de las cargas, tanto gravitacionales como dinámicas, han exigido de las soluciones estructurales un estrecho compromiso con el desarrollo tecnológico”. Por el otro, “las estructuras que cubren grandes espacios han encontrado en la forma una herramienta eficiente y versátil para oponerse a las deformaciones que derivan de la acción de las cargas”.

Escrito en todo didáctico, de fácil comprensión para los arquitectos a quienes fundamentalmente está dirigido, lleno de referencia a importantes edificaciones y autores claves para la comprensión de su enfoque a cabalidad, el libro de Dembo, sin renunciar en ningún momento a señalar lo esencial en términos portantes que caracteriza el comportamiento de los tipos edificatorios que soportan su discurso, deja abierto un debate que tiene plena vigencia durante el presente siglo XXI.
La obra en formato de 15,5 X 23 cms, de 248 páginas con tapa blanda, impresa en papel bond en los talleres gráficos de Editorial Torino, cuya diagramación y montaje estuvo a cargo de Margarita Páez-Pumar y la corrección de textos por María Enriqueta Gallegos, obtuvo el Premio Carlos Raúl Villanueva FAU UCV al mejor trabajo de ascenso en su primera edición el año 2000. Posteriormente, en 2006, Nancy Dembo también publicaría con Ediciones FAU UCV en alianza con el CDCH La tectónica en la obra de Carlos Raúl Villanueva. Aproximación en tres tiempos (trabajo final de la maestría ya mencionada), con el cual encaminaría otros temas que formaron parte de la investigación Industrializar en la abundancia. Tecnología y construcción en la Venezuela del boom petrolero de los setenta con la que se doctoró en arquitectura el año 2010.

Dembo cierra el libro que nos ha ocupado con la siguiente reflexión sin desperdicio, ilustrativa del camino recorrido a través de sus páginas: “La ingeniería es un arte de grandes producciones, con un ineludible compromiso social. Al vincular la forma a la función, el diseñador estructural aspira conjugar la aparente simplicidad y eficiencia con la que ha sido resuelto un problema con la elegancia de la solución. En última instancia, desea compartir su satisfacción por el acierto de su poesía”.
ACA
Procedencia de las imágenes
Todas, excepto 1. Nancy Dembo. La relación forma-función en el lenguaje estructural del siglo XX, Universidad Central de Venezuela/ Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Colección Estudios, 2003.
1. Colección Crono Arquitectura Venezuela
EL ACERVO EDITORIAL DE LA FAU UCV

La razón estructural
José Manuel Rodríguez
Ediciones de la Biblioteca de Arquitectura
Facultad de Arquitectura y Urbanismo
1998
Los Estudios Universitarios Supervisados (EUS) en la Universidad Central de Venezuela nacen a partir de la aprobación el 6 de junio de 1972 por parte del Consejo Universitario, presidido por el rector Oswaldo de Sola, del Reglamento que los norma para lo cual se nombró el 15 de julio la Comisión destinada a estructurarlos y darles cuerpo. Cumplida esa etapa, la impartición de esta modalidad educativa se da inicio formalmente el 7 de abril de 1975, teniéndose a la formación de educadores como experiencia piloto dentro de la institución.
Si bien son la Escuela de Educación y su plan de estudios los que orientaron y brindaron soporte a aquella primera fase, la adscripción del EUS correspondiente se hizo a una Comisión presidida por el para entonces decano de la Facultad de Humanidades y Educación, Félix Adam. La primera cohorte estaba conformada por 709 estudiantes, distribuidos en tres Centros Regionales: Capital (424), Barcelona (138) y Barquisimeto (147). Finalmente, será en 1980 cuando los EUS en educación se incorporarán a la administración de la escuela que les da nombre.
Cabe añadir que, de acuerdo al artículo 1 del Reglamento aprobado en 1972: “Los Estudios Universitarios Supervisados -EUS- están destinados a ofrecer oportunidades educativas a todas aquellas personas que deseen cursar una carrera universitaria y que por circunstancias de diversa índole no puedan asistir regularmente a los cursos”. Por otro lado, el artículo 4 establece que: “La base de los Estudios Universitarios Supervisados habrá de ser la enseñanza por correspondencia, las pasantías y tutorías; las modalidades de programas radiales y televisados se utilizarán como medios auxiliares y complementarios”; y que, de acuerdo a lo recogido en el artículo 14: “Los planes y programas de estudio de los E.U.S. serán los mismos de los cursos ordinarios”. En pocas palabras, se sentaban las bases para un sistema que propiciaba “La evaluación … permanente, progresiva y práctica, a objeto de estimular la autoformación y responsabilidad del estudiante” (artículo 17), y donde “Los estudiantes inscritos (…) tienen derecho a que se les proporcionen guías de estudio, recursos audiovisuales, instrumentos de evaluación y a la utilización de laboratorios, bibliotecas o cualquier otro medio necesario para una eficiente formación profesional” (artículo 23).

Pues bien, lo que se podría considerar como el inicio de la implementación de la educación a distancia en la UCV tendrá eco en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo veinte años después cuando en 1992, siendo decano el profesor Marco Negrón y por iniciativa del profesor Baudilio González (exdirector de la escuela de arquitectura entre 1978 y 1981), se crea, una vez detectada una importante demanda en la zona, la Unidad Docente Extramuros en el Núcleo UCV de la Región Centro Occidental en Barquisimeto, concebida entonces en el formato de EUS, con textos autoadministrados y asesorías de los profesores, núcleo donde desde 1975, como ya mencionamos, se impartía la carrera de Educación bajo dicha modalidad.
El entusiasmo y empuje que le dio Baudilio González a la idea de poder enseñar arquitectura mediante métodos sobre los cuales no existían antecedentes en nuestro país, llevó a la elaboración para las materias obligatorias que formaban parte del pensum, de los textos y guías de estudios que se asignaron a reconocidos y experimentados docentes, baja la asesoría del profesor de origen chileno Patricio González, quien trabajaba en la Universidad Nacional Abierta, institución creada el 27 de septiembre de 1977 para ofrecer estudios a distancia como parte fundamental de su razón de ser y que para entonces ya tenía un buen camino andado.

B. González, quien fue su primer coordinador, además logró que a la Unidad Docente Extramuros se le asignara en 1990 mediante un comodato firmado entre la UCV y el gobierno nacional, por un lapso de 100 años, una edificación desocupada en la que funcionó desde los años 1950 el Hospital Psiquiátrico de la ciudad de Barquisimeto, localizada en un amplio terreno que da su frente hacia la avenida Los Abogados.
Diseño Arquitectónico, Expresión, Tecnología e Historia, las cuatro asignaturas obligatorias que se tenía previsto conformasen el primer semestre del Plan de Estudios de Arquitectura de la UCV de 1994 (para entonces en las etapas finales de su elaboración y aprobación), contaron en un período aproximado de un año con los materiales didácticos y guías que hicieron posible echar a andar en 1992 el proyecto barquisimetano. Los profesores que los realizaron fueron los mismo que se encargaron de asistir periódicamente a la capital larense a realizar las asesorías a los estudiantes, aclarar las dudas a que hubiera lugar, hacer los ajustes necesarios y llevar a cabo las evaluaciones.
Es así como le corresponderá a José Manuel Rodríguez la elaboración del texto que incluía, además del contenido correspondiente a los llamados módulos de instrucción, los objetivos, el resumen y el plan de autoevaluación de la asignatura Tecnología I.
Rodríguez, docente de Diseño Arquitectónico desde 1975, había dictado en diversas ocasiones los cursos de Tecnología I y Expresión Arquitectónica y un Seminario sobre Sistemas de las Edificaciones lo cual garantizaba, como realmente sucedió, el aportar un cambio significativo de enfoque en la manera como tradicionalmente se dictaba la materia. La conversión del material originalmente elaborado para guiar los estudios supervisados en un “libro convencional”, sin alterar en gran medida su orientación y contenidos, dio origen a La razón estructural, publicación que hoy decidimos reseñar.

La acertada escogencia de Rodríguez para elaborar el material pedagógico correspondiente a Tecnología I, lo colocó ante la enorme dificultad que entraña elaborar un texto que pretende posicionar a los estudiantes en el estudio de los aspectos tecnológicos de la disciplina y en particular los fenómenos estructurales, con la sencillez necesaria y la frescura suficiente de quien buscaba superar “el maltrato conceptual que se le ha dado al problema”.
Para Rodríguez, el mencionado “maltrato conceptual” parte del hecho de que “concretamente la enseñanza del funcionamiento estructural de las edificaciones, ha tenido desde siempre, un sesgo extremadamente matemático que dificulta visualizar el fenómeno al reducirlo a calcular las consecuencias de él”.
Para superar este lastre, por un lado, busca propiciar “un acercamiento visual a las estructuras, mostrándolas en el espacio, de manera de facilitar la observación de su geometría y tamaños, que son los factores de los cuales dependen las capacidades resistentes y, por lo tanto, las funciones que ellas cumplen”. Por el otro, y esto es lo fundamental, desarrolla un giro conceptual conformado por dos formulaciones: la primera apunta a considerar que “el rol primordial de una estructura no es el de resistir esfuerzos, como tradicionalmente se le ha venido interpretando en las escuelas de arquitectura e ingeniería. Ella existe para delimitar y cubrir un espacio y, en esa función primigenia, ella va a recibir cargas que la someterán a diferentes esfuerzos y que la harán susceptible a deformaciones”. La segunda formulación dice: “aunque en la arquitectura, la obtención de la forma, está sujeta a consideraciones que dependen de la intencionalidad del arquitecto, la geometría que adopta un material estructural, será consecuencia de sus capacidades resistentes”.

Y concluye: “Por lo tanto, las estructuras son sistemas complejos donde diferentes variables: espacio a delimitar, intencionalidad de él, materiales y recursos técnicos utilizados; establecen determinadas y tensas relaciones, en procura de obtener un resultado formal, previsto y estable. Esto nos lleva a plantear, que entre espacio y estructura y entre materiales y formas, se constituyen vínculos de tal naturaleza que, los cambios operados en algunos de sus componentes, producen modificaciones en la totalidad”.
Resumiendo, las claves que predominan en este valioso libro de texto consisten en la utilización de un lenguaje sencillo, la insistencia una y otra vez en los aspectos básicos de la materia, “planteándolos de diversas maneras y manteniendo -en lo esencial-, fidelidad con el contenido oficial vigente de la asignatura pero utilizando un enfoque docente diferente que se apoya fundamentalmente en el desarrollo de imágenes para facilitar la visualización de los conceptos”, aclarará el autor del libro.
El texto de 228 páginas impreso en papel bond y formato de 15,5 x 23 cms, tras la Introducción General, se organiza en cuatro partes (que cuentan cada una con un breve preámbulo): Necesidad y posibilidad; Mecánica de las estructuras; Gracias a la fuerza de gravedad; y Contra la fuerza de gravedad. Cada parte, a su vez, está subdividida en capítulos (trece en total) cuyos contenidos se desarrollan a través de textos breves acompañados de expresivas y didácticas ilustraciones.

La buena mano que como dibujante posee Rodríguez ha sido garante de que las atractivas e ilustrativas imágenes que acompañan la publicación cumplan cabalmente su cometido, convirtiéndose en un excelente libro de texto tanto para quienes se inician como para quienes ya asumen como acabada su formación arquitectónica.
El auspicioso ensayo de educación a distancia llevado a cabo en Barquisimeto, el cual es digno de un exhaustivo análisis que aquí no haremos, ya manifestó desde sus inicios síntomas de relativo éxito dada la resistencia ofrecida en entender el cambio de paradigma que ello implicaba en la enseñanza tradicional de la arquitectura. Ello, sumado a la falsa creencia de que se estaban formando “arquitectos de segunda” derivó en el paulatino abandono de las actividades supervisadas y la imposición del esquema convencional. Sin embargo, el material didáctico producido para encaminarla aquel año de 1992 (del cual La razón estructural es un subproducto), la revitalización actual de la educación a distancia como consecuencia de la pandemia y el avance de los medios tecnológicos, y las dificultades económicas que atraviesa la universidad en general, hacen necesario llevar a cabo una profunda revisión de los aspectos que de aquella experiencia se mantienen aún vigentes.
ACA
Procedencia de las imágenes
- Captura de Google Earth.
2, 3, 4 y 5. José Manuel Rodríguez. La razón estructural, 1998.
CONTACTO FAC 339
EL ACERVO EDITORIAL DE LA FAU UCV

Villanueva
Los pasos cubiertos y la idea de ciudad
Rodrigo Pérez de Arce
Ediciones Facultad de Arquitectura y Urbanismo
Colección Incertidumbres y Discordancias.
2004
Reconstruir las circunstancias que hicieron posible la publicación el año 2004 de Villanueva. Los pasos cubiertos y la idea de ciudad de Rodrigo Pérez de Arce, permite repasar parte de la pequeña historia que se oculta detrás de la aparición de un libro en el contexto de una institución académica que en aquel entonces mostraba una interesante vitalidad.
En primer lugar, hay que decir que el texto contenido en el sencillo pero muy atractivo producto impreso por Ediciones Facultad de Arquitectura y Urbanismo (cuyo concepto editorial correspondió a Iván González Viso y diseño gráfico a Metaplug C.A., Eduardo López y Lucas García), se inició con la convocatoria el año 2000 del II Concurso Internacional Carlos Raúl Villanueva, Mención Ensayo, en medio de las celebraciones del centenario del nacimiento del Maestro venezolano, del cual el escrito de Pérez de Arce resultó ganador en muy buena lid. Esta segunda versión del certamen se produjo casi treinta años después de que la revista Punto organizara la primera en momentos en que preparaba una edición especial dedicada a Villanueva, asignatura que tenía pendiente desde hacía mucho tiempo. Aquel llamado dio como resultado el que fuera seleccionado como triunfador el evocador escrito enviado en inglés por el arquitecto japonés Makoto Suzuki titulado “El concepto de espacio cubierto”, que sería traducido al español por Ana Brumlik y saldría publicado en la mencionada edición especial que ocupó el nº46 (junio de 1972). El segundo premio le correspondería a Bruno Vayssiere con el artículo “Carlos Raúl Villanueva”.


Lo segundo que cabe apuntar es que el trabajo enviado por Pérez de Arce se incorporó a una prometedora colección que bajo el título de “Incertidumbres y Discordancias”, impulsada por la Comisión de Estudios de Postgrado de la FAU UCV a instancias de las profesoras Carmen Dyna Guitián y Milena Sosa, y más específicamente desde la Maestría en Diseño Arquitectónico (coordinada en aquel entonces por José Rosas Vera), permitió agrupar tres trabajos del cual el que nos ocupa tomaría el número 2. El número uno le correspondería al texto Arte abstracto y Arquitectura moderna de Helio Piñón Payarés y el número tres aI de Alberto Sato titulado La caja del arte (Los museos de Carlos Raúl Villanueva), que obtuvo mención en el concurso ganado por Pérez de Arce.
Con el lanzamiento en 2004 de la colección, que Rosas Vera calificó como “un conjunto de reflexiones teóricas realizadas por destacados autores en temas que nos son propios y que además intentan exponer y recoger problemas emergentes en la arquitectura, diferencias y polarizaciones teóricas diversas y plurales que abran el debate sobe una disciplina y profesión contraída”, también se dio un importante paso para la consolidación de lo que un año más tarde sería la presentación oficial del sello Ediciones FAU UCV (a través del libro conmemorativo Facultad de Arquitectura y Urbanismo UCV. 1953-2003. Aportes para una memoria y cuenta), cuyo primer eslabón lo constituyó la creación en 2003 de un Comité Editorial que debía encargarse de coordinar la amplia diversidad de productos impresos de valor académico que dentro de la institución se generaban.

Ubicados en la transición que se dio en la política editorial de la FAU, también conviene mencionar que los tres primeros números de “Incertidumbres y Discordancias” fueron aprovechados para formar parte de la celebración en 2003 del 50 aniversario de la institución. Además, manteniendo la inercia de su importante impulso, la colección se mantendría luego arropada por Ediciones FAU UCV cambiando su denominación por el de “Ensayos de Postgrado”, dando pie a la aparición de otros cinco libros que mantendrían el mismo formato de 14 x 21 cms, aunque debieron paulatinamente renunciar a algunos aspectos del interesante concepto inicial de diseño de la colección (un cuadernillo encuadernado mediante una espiral recubierto por una tapa plegable de cartulina), ideado por Metaplug C.A. de la mano de Eduardo López y Lucas García.

En lo que concierne al contenido de Villanueva. Los pasos cubiertos y la idea de ciudad, se trata de un sustancioso y muy sugerente ensayo de 68 páginas que Pérez de Arce, aprovechando la flexibilidad que ofrece el género, desarrolla incorporando muy interesantes referencias y asociaciones que enriquecen una lectura amena, ordenada y fluida. Coincidiendo temáticamente con el trabajo de Suzuki publicado en 1972, el texto de Pérez de Arce está conformado por una Introducción y nueve partes que ya desde el índice señalan con claridad la ruta que decidió seguir en su reflexión: Dos propuestas; Pórticos y claustros; Desmembramiento: pabellón y pasos cubiertos; Pabellones, pórticos y jardines; Paisaje lleno, paisaje vacío; Cáscaras y volúmenes; Hebras y urdimbres; Pórticos, andenes y marquesinas; El equilibrio como tema; Bóvedas y parques; y Universidad, pórtico y ciudad.


En la propia introducción, donde el autor establece una estrecha relación entre la Ciudad Universitaria de Caracas de Villanueva y el Cementerio del Bosque de Gunnar Asplund, en su condición de obras cuyo desarrollo y construcción abarca la vida entera de ambos profesionales, y en las que detecta procesos similares de maduración que se traducen en el paso desde lo académico y lo profesional, su indudable dimensión urbana y su condición de enclaves relativamente autónomos, Pérez de Arce resalta por sobre todo el hecho de que trata de obras que construyen un «paisaje complejo y cohesivo” y que postulan “una relación integrada de arquitectura y paisaje de un talante poco común en obras modernas de esta envergadura”.
Apuntando hacia el eje que vertebra el trabajo, Pérez de Arce, precisará con relación a la Ciudad Universitaria que “si bien la expectativa de su formulación académica inicial asegura al menos formalmente un nivel de cohesión urbana del conjunto mediante la alusión a los modelos formales de la ciudad tradicional, los ingredientes cohesivos de la fase moderna son más inciertos o al menos no tan predecibles en sus formas ni tampoco tan fácilmente anticipables en sus resultados”.


Luego, dejará servida la mesa para que el lector disfrute de la lectura del trabajo, develando desde el punto de vista conceptual la esencia de la exploración que emprenderá relacionada con el título del ensayo: “Claustro y Universidad se confunden en una misma expresión: en su relación con el claustro la idea de universidad evoca un formato espacial concreto cuya tipología perfectamente identificable se materializa en patios y pórticos. Estos ámbitos quedan entonces reconocidamente vinculados a la búsqueda del saber. El claustro universitario remite a la institución a su origen programático e histórico -cuya localización primera es el monasterio- aportando con ello una asociación tipológica y programática de doble faz. Este vínculo es importante a la hora de realizar un nuevo proyecto de Universidad; Villanueva parece recogerlo recurriendo en su proyecto al porticado, elemento constitutivo del claustro. Villanueva lo desprende figurativamente de su soporte, aislándolo de la masa edificada a la cual está usualmente asociado y lo emplaza en los jardines en plena autonomía como una figura libre para cumplir su función conectora. Esta operación, sus alcances y significados constituyen el argumento central de este escrito”, concluirá.

Rodrigo Pérez de Arce Antoncich, destacado arquitecto chileno graduado en la Pontificia Universidad Católica de Chile (1972) con Graduate School Diploma en la Architectural Association de Londres (1975), a raíz de su vinculación con Venezuela, tomó la decisión de cursar el Doctorado en Arquitectura de la FAU UCV del que egresó en 2011 tras aprobar la tesis titulada “Materia Lúdica (juego, ciudad, arquitectura)”. Ha sido reconocido por su desempeño como jurado en concursos internacionales y nacionales, a los cuales fue convocado por su destacada labor profesional y académica. También ha dictado conferencias en Chile y en el extranjero y participado en diversos encuentros disciplinares en torno a la educación académica. Ha sido profesor en distintas escuelas entre ellas la Architectural Association Diploma School, la Universidad de Bath, y profesor invitado en la Universidad de Pensylvania. Paralelo a todo ello ha publicado en diferentes medios nacionales y extranjeros, destacando libros como: Escuela de Valparaíso. Ciudad abierta (Tanais Ediciones, 2003) junto a Fernando Pérez Oyarzun, Domicilio Urbano (Ediciones ARQ, 2006 y 2012), Hecho a Mano/Breve historia de la amnesia (Ediciones ARQ, 2016 y 2019), City of Play (Bloomsbury, 2018) y Valparaíso: un balcón urbano (Ediciones UC, 2019).

Otra de sus facetas está relacionada con el desarrollo de obras públicas como el Centro Cultural Estación Mapocho con Montserrat Palmer, Teodoro Fernández y Ramón López (1994), la remodelación de la Plaza de Armas con Sebastián Bianchi, Leonor Camaño, Álvaro Salas (2000), la Cripta de la Catedral Metropolitana con Patricio Mardones y Sebastián Bianchi (2006) y Jardín de Niebla con Christian Juica y Javier Basualdo (2012), entre otros. Actualmente se desempeña como profesor titular en la Universidad Católica en el taller de iniciación y el taller de magister. Recientemente ha sido reconocido entrelos ganadores de los Premios CA 2022,uno de los reconocimientos más importantes de Chile que otorga el Colegio de Arquitectos de ese país, con el premio Sergio Larraín García-Moreno, categoría: Ámbito académico o de investigación.
ACA
Procedencia de las imágenes
Encabezado, 2 y 3. http://www.edicionsfau.com.
- Revista Punto, nº46, junio 1972.
4, 5 y 6. Rodrigo Pérez de Arce, Villanueva. Los pasos cubiertos y la idea de ciudad. Ediciones Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Colección Incertidumbres y Discordancias. 2004
7. https://marquc.cl/rodrigo-perez-de-arce/ y Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
8. https://archivospatrimoniales.uc.cl/handle/123456789/379 y https://www.monumentos.gob.cl/monumentos/monumentos-historicos/estacion-mapocho

