Archivo de la etiqueta: El acervo editorial de la FAU UCV

EL ACERVO EDITORIAL DE LA FAU UCV

Arte abstracto y Arquitectura moderna

Helio Piñón Pallarés

Ediciones Facultad de Arquitectura y Urbanismo

Colección Incertidumbres y Discordancias.

2004

Con la publicación de Arte abstracto y Arquitectura moderna de Helio Piñón Pallarés (Onda, Castellón, 1942) coinciden varias circunstancias que valdría la pena puntualizar. Por un lado, se trató del volumen uno de una prometedora colección que arrancaba con tres ensayos, impulsada desde la Comisión de Estudios de Postgrado de la FAU UCV a instancias de las profesoras Carmen Dyna Guitián y Milena Sosa y, en particular, por la Maestría en Diseño Arquitectónico, que llevó por nombre “Incertidumbres y Discordancias”, cuyo coordinador de aquel momento, José Rosas Vera, no dudó en calificar como “un conjunto de reflexiones teóricas realizadas por destacados autores en temas que nos son propios y que además intentan exponer y recoger problemas emergentes en la arquitectura, diferencias y polarizaciones teóricas diversas y plurales que abran el debate sobre una disciplina y profesión contraída. No se trata, obviamente, de dar respuestas definitivas. Se persigue, eso sí, que el arquitecto asuma y tenga un papel preponderante en el proyecto, recuperando la interdisciplinariedad de la profesión, el liderazgo que le compete frente a los desafíos sociales y la tarea excitante que el futuro le depara”.

1. Los tres primeros números de la colección «Incertidumbres y Discordancias» publicados conjuntamente en 2004.

Otro dato que contextualiza la salida del libro que nos ocupa y de los otros dos con los que se lanzó la colección (los trabajos ganadores del primero y segundo premio del II Concurso Internacional Carlos Raúl Villanueva, Mención Ensayo, convocado el año 2000: Villanueva. Los pasos cubiertos y la idea de ciudad de Rodrigo Pérez de Arce y La caja del arte. Los museos de Carlos Raúl Villanueva de Alberto Sato, respectivamente), es su incorporación como parte de la celebración del 50 aniversario de la institución (2003) y su ubicación en la transición que se dio en la política editorial de la FAU, cuyo primer eslabón lo constituyó la creación (también en 2003) de un Comité Editorial que debía encargarse de coordinar la amplia diversidad de productos impresos de valor académico que se generaban a través del sello Ediciones FAU UCV, cuya cristalización se dio oficialmente en 2005 con la aparición del libro conmemorativo Facultad de Arquitectura y Urbanismo UCV. 1953-2003. Aportes para una memoria y cuenta.

2. En 2007 a partir del nº 4 la colección «Incertidumbres y Discordancias» pasará a llamarse «Ensayos de Postgrado» alcanzando en total 8 títulos hasta 2013.

Además, manteniendo la inercia de su importante impulso, la colección “Incertidumbres y Discordancias” continuaría luego arropada por Ediciones FAU UCV cambiando su denominación por el de “Ensayos de Postgrado” (buscándose ampliar el alcance inicialmente atado a un programa en particular), dando pie a la aparición de otros cinco libros que mantendrían el mismo formato de 14 x 21 cms, el concepto editorial propuesto por Iván González Viso y el diseño gráfico (un sencillo cuadernillo ensamblado mediante una espiral recubierto por una tapa plegable de cartulina), ideado por Metaplug C.A. de la mano de Eduardo López y Lucas García.

3. Despliegue de la carátula diseñada para la colección por Metaplug C.A. de la mano de Eduardo López y Lucas García.

Lo cierto es que de aquellos primeros tres ensayos fue Arte abstracto y Arquitectura moderna el que estuvo más directamente ligado con el relanzamiento en 2002 de la Maestría en Diseño Arquitectónico. En tal sentido su autor, Helio Piñón, fue invitado a Venezuela a dictar entre el 18 y el 22 de marzo el curso “Teoría y Práctica del Proyecto de Arquitectura”, organizado por María Fernanda Jaua y dirigido tanto a estudiantes de postgrado como a docentes de diseño en período de formación que recientemente habían resultado ganadores del correspondiente Concurso de Oposición.

Aunque el objetivo del curso era “realizar un ejercicio proyectual mediante el cual el alumno sea capaz de demostrar la relación entre teoría y práctica de la arquitectura”, fue la metodología seguida, que combinó clases magistrales y trabajo en el taller de proyectos apuntando a que el producto final consistiese en la “realización de un ejercicio proyectual con contenido teórico”, lo que permitió a Piñón abrirle la puerta a los planteamientos que desde hacía muchos años venía trabajando plasmados en Arte abstracto y Arquitectura moderna que, valga aclararlo, anteriormente ya había aparecido en la revista DPA: documents de projectes d’arquitectura (nº16, junio 2000) y que luego se publicaría como nº 1 de la Colección “Incertidumbres y Discordancias” cuando, gracias a la mediación de Jaua, Piñón autorizó de nuevo su reproducción.

4. Arte abstracto y arquitectura moderna fue publicado por primera vez como un artículo que ocupó 12 páginas del nº 16 (junio 2000) de la revista DPA (Ediciones UPC) dedicada de lleno a tratar el tema de la la Abstracción. Según sus editores: «Este número de DPA se propone … aclarar el sentido del procedimiento abstracto en arquitectura y contribuir, mediante la reflexión teórica, a darle un nuevo vigor operativo».
5. Piñón acompañaría el artículo publicado en DPA con fotografías tomadas por él de las siguientes obras: Mario Roberto Álvarez. Edificio IBM, Buenos Aires, 1979-1983 (arriba izquierda); Paulo Mendes da Rocha. Museo de Sao Paulo, 1986-1995 (arriba derecha); Eduardo Souto de Moura. Casas patio, Oporto, 1994-2000 (abajo izquierda); Javier García Solera. Aulario en la Universidad de Alicante, 1999-2000 (abajo derecha).

La tesis central que expone Piñón en las 52 páginas que tiene Arte abstracto y Arquitectura moderna, se encuentra resumida en la “Introducción”. Allí señala lo siguiente: “El concepto de abstracción suele tratarse con un descuido similar al que se practica cuando se habla de modernidad, noción estrechamente ligada a aquélla, acaso porque se abordan en función del valor que adquieren en el marco de una u otra perspectiva más que con el propósito de aclarar su sentido en la historia de la arquitectura. El abuso del sobreentendido acaba provocando equívocos acerca de su significado que desfiguran su cometido esencial en el arte y la arquitectura modernos. Quisiera esbozar algunas de las confusiones habituales, tanto en los textos como en las conciencias, a propósito de la abstracción. Intentaré agrupar los comentarios en dos secciones: en la primera, me referiré a los equívocos acerca de la noción y la genealogía del concepto; en la segunda, me centraré en los que se dan al referirlo a la arquitectura moderna”.

Piñón inicia la primera parte del texto, señalando la confusión en el sentido en que es utilizado el término “abstracto” y marcando “que no es lo mismo entender que se abstrae cuando se seleccionan algunos aspectos de la realidad para facilitar su comprensión -lo que supone actuar con un pragmatismo reductivo- que asociar la abstracción al hecho de extraer lo esencial de esa realidad con el propósito de intensificar el conocimiento de la misma. En el primer caso, se procede según un análisis que se apoya en un proceso de exclusión de cariz personal. En el segundo, se trata de acceder a lo esencial mediante una tensión hacia lo universal, marco de referencia del juicio estético, subjetivo, condición básica de la síntesis”.

6. Página de créditos de Arte abstracto y Arquitectura moderna editado por Ediciones Facultad de Arquitectura y Urbanismo en 2004.

Acto seguido pasa a develar cómo dentro de la confusión asomada ha sido clave la manera cómo fue traducido en 1953 al castellano por la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica, el libro de Wilhelm Worringer (1881-1965) titulado originalmente en alemán Abstraktion und Einfühlung (1908). Allí a la palabra Einfühlung (“empatía”) se le cambió el significado por el de “naturaleza”, pasando a titularse Abstracción y naturaleza, operación que modificó el sentido global del libro y con ello la relación que Worringer buscaba establecer entre los dos términos: “si su título original indica que va a tratar de dos modos de relación entre el espectador y la obra de arte, el arreglo sugiere que el libro va a centrar sus reflexiones en la oposición entre lo natural y lo abstracto”, acotará Piñón.

7. Primera página del capítulo I del libro. A diferencia del texto publicado en DPA, Piñón recurrió en este caso para acompañar su escrito a trabajos realizados por él. A la izquierda: Silla Serie Morelia.

Hecha la importante salvedad y acrecentando el valor del contenido del libro, Piñón subrayará: “Worringer declara abiertamente que las leyes del arte no tienen nada que ver con la estética de lo bello natural, y lo aclara al añadir que el problema no es conocer las condiciones en que un paisaje parece bello, sino las condiciones en que la representación de ese paisaje es un producto artístico. De ahí se desprende que, como él mismo señala más adelante, la Einfühlung tiene que ver con la actividad perceptiva general, pero no con el arte. Pero ello no es óbice para que continúe su ensayo atendiendo a uno y otro conceptos, más interesado en el análisis de los dos modos típicos de apreciación de la obra que en discutir las ideas de arte que convienen a uno u otro”.

8. Dos de las páginas del capítulo I. Tal y como se muestra a la izquierda, los diseñadores utilizaron el recurso de resaltar algunas de las ideas más importantes expresadas por Piñón a lo largo del ensayo.

La senda seguida por Piñón gracias a Worringer lo llevará a revisar autores como Hans von Marées (1837-1887), Adolf von Hildebrand (1847-1921) y Konrad Fiedler (1841-1895) -los dos primeros, artistas que reflexionaban sobre su quehacer; el último, teórico del arte- quienes “constituyen el núcleo fundamental de una idea de arte que se basa en el formalismo abstracto como criterio de concepción y, a la vez, atributo de la obra”. De entre ellos Fiedler (seguidor a su vez de Kant) será objeto de particular atención: “Fiedler defendía que la teoría artística debe abandonar la especulación estética para apoyarse en fundamentos que le proporciona la contemplación del arte. De ese modo, el conocimiento artístico no se funda en el conocimiento de lo bello, como dicta la teoría clásica, ni en juicios de agrado y desagrado, como sostienen los psicologistas. Proponía, en consecuencia, separar la estética -capaz de autoalimentarse de sus propias reflexiones, sin recurrir a las obras de arte- de la teoría del arte -capaz de estudiar unos objetos cuya estructura formal tiene finalidad, puesto que es el resultado de una actividad del espíritu, el fruto de una acción intencionada; objetos artísticos, por tanto, esencialmente distintos de cualquier ente natural”.

9. Dos de las páginas del capítulo I. A la izquierda: Edificio de viviendas y locales comerciales. Onda, Castellón, 2001.

Como colofón de lo expuesto en la primera parte del ensayo y preámbulo para la segunda, Piñón precisará: “… la abstracción representa un modo específico de afrontar la obra que se relaciona con una idea precisa de arte, esencialmente visual, de naturaleza constructiva y formal, que se funda en procesos de creación y experiencia caracterizados por una subjetividad trascendental”.

En el segundo capítulo del libro, como ya había anunciado, Piñón trató de esbozar un análisis de algunos tópicos ampliamente generalizados a propósito de la abstracción en la arquitectura moderna que han conducido a otros tantos equívocos. Sin ánimo de desarrollarlos aquí, tales equívocos son expuestos de la siguiente manera:

10. Primera página del capítulo II del libro. A la izquierda: Edificio Torre Barcelona. Barcelona, 2001. Fachada.
  • “Se oye y se lee, a menudo, que en sus primeros tiempos la arquitectura moderna estuvo influida directamente por la pintura de esos mismos años”, creencia que se manifiesta entre “aquéllos que consideran que el empeño de los arquitectos modernos en usar el paralelepípedo es una asunción tardía de un cubismo congénito, o que la casa de ladrillo de Mies van der Rohe debe su notoriedad a su similitud con los dibujos de Mondrian”. Y luego añade: “Únicamente si se parte de una imperdonable confusión entre lo visual y lo óptico se pueden sostener hoy ese tipo de creencias”.
  • “Quienes creen en esa dependencia perpetua de la arquitectura respecto de la pintura de vanguardia -más allá de reconocer que los conceptos esenciales de la concepción moderna fueron abordados por la pintura unos años antes, como es natural- tienden a pensar que la abstracción es simplemente un estilo más, caracterizado por la obstinación con que en él se repiten clisés figurativos orientados hacia lo frío e impersonal”.
  • “…otro equívoco que tiene un fuerte arraigo en las conciencias, no sé si de todos los arquitectos o únicamente de los que tratan estas cuestiones, a saber: que lo abstracto se opone a lo visual, debido a la naturaleza esencialmente intelectual y racional de aquello frente al carácter estrictamente sensitivo de esto. La razón de dicho malentendido se halla en la indisposición esencial para conocer el fundamento de la modernidad de quienes se aferran -aunque, en muchos casos, sin clara conciencia de ello- a una idea clasicista del arte como sistema de formas, trascendente y arquetípico, orientado a constituir expresión sensible de lo absoluto. La generalización del sentido banal de racionalismo, referido al uso de la razón -incluso en dominios en los que es claramente incompetente- contribuye a fomentar y extender la patología que comento”.
  • “Cuando se objeta a la abstracción su matriz estrictamente intelectual y se aboga por doctrinas más amables para el ojo, se está rebajando la dimensión intelectiva de la mirada, su capacidad para generar y reconocer forma, fenómeno explicable acaso como consecuencia de una reducción análoga de lo visual a lo óptico, de lo estético a lo sensitivo. No hace falta recurrir de nuevo a Kant para reconocer el carácter complejo del funcionamiento de la visión en el juicio estético: el ojo actúa como instrumento a la vez identificador y reflexivo; el juicio se realiza en connivencia con la imaginación y el entendimiento; en modo alguno corresponde al ojo una actividad subalterna o transitiva en la síntesis que el juicio supone”.
11. Dos de las páginas del capítulo II. A la izquierda: Edificio Torre Barcelona. Barcelona, 2001. Planta.

Piñón cierra el texto con la siguiente conclusión esclarecedora de su postura ante la arquitectura, que a la vez nos servirá a nosotros para cerrar esta nota: “…la abstracción es el principio formativo y, a la vez, el atributo visual específico de la modernidad artística. En arquitectura, práctica en la que la materialidad de los elementos constituye un vínculo obligado con la realidad física, la abstracción se ha mostrado y se muestra como la perspectiva más fecunda en la creación durante el último siglo. Probablemente, la arquitectura que asume la abstracción como principio básico de la propia naturaleza de sus productos no está llamada a provocar alborozos en ese público abúlico y ansioso a la vez; que colma con su presencia a la arquitectura-espectáculo de la que tanto se habla, buque insignia de un mundo cada vez más próximo a convertirse en un gran parque temático, tan indiferente en sus valores como en su apariencia. En cambio, no dudo que continuará inspirando a los arquitectos que ven en la tendencia a lo universal la condición de la subjetividad intrínseca con que afrontan la concepción; a aquéllos que se orientan más hacia el juicio que hacia el afecto; a los que persiguen más la forma que la imagen; que apuestan por lo visual frente a lo razonable, que se empeñan en la construcción, no en la mímesis, que, en definitiva, frente a la novedad, persiguen la consistencia”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Encabezado, 3, 6, 7, 8, 9, 10 y 11. Helio Piñón Pallarés. Arte abstracto y Arquitectura moderna. Ediciones Facultad de Arquitectura y Urbanismo, 2004.

1 y 2. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

4 y 5. DPA. Documents de projectes d’arquitectura (https://revista.dpa.upc.edu/ARCHIVO/DPA16/dpa16.html)

EL ACERVO EDITORIAL DE LA FAU UCV

AMUAY 64

Su gente. Su vivienda

Jeannette Abouhamad y Graziano Gasparini

Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas

Facultad de Arquitectura y Urbanismo

Universidad Central de Venezuela

1966

Cuando el 13 de diciembre de 1962 el Consejo Universitario de la Universidad Central de Venezuela (UCV) aprobó el reglamento de creación el Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE), que ya había sido presentado por el decano Julián Ferris el 31 de julio, y el 31 de enero de 1963 el Consejo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) sanciona sus normas de funcionamiento y a la vez nombra el Director (Graziano Gasparini) y la Comisión de Trabajo (Oscar Carpio, Julio Ripamonti, Alberto Weibezahn y Carlos Raúl Villanueva), tomaba cuerpo definitivo uno de los primeros espacios de ese tipo instituidos en la UCV y el primero dentro de la FAU.

De esa manera se le daba impulso a una actividad incipiente dentro de esta entidad académica, que el CIHE asumía desde el mismo primer artículo de su normativa en el que se definía como “un organismo destinado fundamentalmente a la investigación y al perfeccionamiento de los métodos de enseñanza”. Ello, como bien señala Hernán Lameda en su Trabajo de Grado dentro de la Maestría en Historia de la Arquitectura titulado “El Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas. Aportes venezolanos a la historiografía de la arquitectura en Latinoamérica”, “prefigura … que el ente promovido por Villanueva, Gasparini y Posani no debe confinarse a los privilegios de la averiguación histórica. Por el contrario, los integrantes del mismo tienen la obligación de entrar a las aulas para dictar charlas, cátedras y verificar a su vez que estas herramientas sean útiles para los cursantes de pregrado y postgrado”.

1. Imagen con la que el Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas decide identificarse desde su creación: un grabado que representa una imprenta del siglo XVI.

Igualmente, en el artículo 8 de los 9 que conforman su reglamento, el CIHE fijaba el compromiso de publicar “una vez al año un libro titulado ANALES DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS Y ESTÉTICAS DE LA FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO, con el fin de divulgar, en el país y en el extranjero, los resultados de las investigaciones más interesantes realizadas en Venezuela y otros países americanos. La publicación aceptará la colaboración de historiadores, arquitectos, antropólogos, críticos de arte y otros especialistas de la materia histórico-estética”.

Esta declaración que lo emparentaba a la manera como titulaban sus órganos de difusión el Instituto de Investigaciones Estéticas de México y el Instituto de Investigaciones Históricas y Estéticas de Buenos Aires, con los cuales Lameda, además, establece una “incuestionable similitud” con organismos que ya desde las décadas de los 30 y 40 fueron “ideados para investigar y reflexionar sobre la arquitectura colonial latinoamericana”, es la que derivará a la aparición del prestigioso BOLETÍN del CIHE, revista que circuló entre 1964 y 1997 y a la cual dedicamos una nota aparecida en el Contacto FAC nº 192 del 13 de septiembre de 2020 (https://fundaayc.com/2020/09/13/sabia-usted-49/).

2. Portada del nº1 del BOLETÍN del CIHE y de las cuatro publicaciones que con su mismo formato aparecieron a modo de una colección de «investigaciones interesantes realizadas en Venezuela y otros países americanos».

Es dentro del espíritu de divulgar los resultados de “investigaciones interesantes realizadas en Venezuela y otros países americanos” que debe inscribirse la apertura por parte del CIHE de otra línea editorial que permitió la salida, bajo el mismo formato del BOLETÍN, de trabajos como Platón y la evolución de los establecimientos humanos en el mundo helénico de Pedro Lluberes (1966), Colonia Tovar, Tierra venezolana de Leszek Zawisza (1980) y Tipología de la escultura decorativa hispánica en la arquitectura mexicana del siglo XVIII de Ilmar Lucks, (1980), de los cuales Amuay 64. Su gente. Su vivienda de Jeannette Abouhamad y Graziano Gasparini (1966) fue pionero.

El libro de 160 páginas con un tiraje de1200 ejemplares impreso en los Talleres Gráficas Ediciones de Arte de Ernesto Armitano, ilustrado con fotografías tomadas por Graziano Gasparini, ya ofrece desde su título varias pistas sobre el contenido que alberga. Por un lado, identifica el objeto de estudio al cual se dedica: Amuay, pueblo apacible de pescadores ubicado en el municipio Los Taques, en la península de Paraguaná, en el estado Falcón poseedor de una hermosa bahía natural, cerca del cual a partir de 1947 la Creole Petroleum Corporation inicia los movimientos de tierra e instalación de equipos que conducen finalmente, el 3 de enero de 1950, a la inauguración de una enorme Refinería; y, por el otro, el año en el cual se lleva a cabo la aproximación: 1964.

3. Jeannette Abouhamad y Graziano Gasparini .
4. Índice de AMUAY 64. Su gente. Su vivienda

También habla del carácter interdisciplinario al que apunta cuando, tras referirse a “su gente” y “su vivienda”, nos presenta los intereses de cada uno de sus autores: Jeannette Abouhamad (1934-1983), antropóloga y socióloga que formó parte de la primera promoción de esa carrera de la Universidad Central de Venezuela e hizo su doctorado en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París; y Graziano Gasparini (1924-2019), arquitecto formado en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia, quien aunque viajó por primera vez a Venezuela en 1948 y se instala aquí definitivamente a partir de1949 para comenzar a recorrer a fondo el país, fotografiar sus viviendas e iglesias y dedicarse de lleno a la restauración a partir de 1953.

Abouhamad, encargada de realizar la primera y más voluminosa parte del libro, la cual titula “Amuay, un pueblo olvidado”, lleva a cabo un detallado y meticuloso estudio, respaldado en claros procedimientos metodológicos y cifras provenientes de encuestas y entrevistas realizadas en el lugar, que le permiten realizar una radiografía que a su vez derivará en las correspondientes conclusiones y sugerencias.

5. Dos páginas de “Amuay, un pueblo olvidado”, primera parte del libro.

“Este trabajo no corresponde a la categoría de investigaciones orientadas hacia problemas específicos derivados de marcos teóricos y metodológicos rígidos. Hemos perseguido, por el contrario, poner a funcionar conjuntamente varias teorías y conceptos socioantropológicos, con la finalidad de acercarnos al hombre y a su quehacer tan abiertos de mente como es posible, sin, por ello, desperdigarse en la flexibilidad. Algunos aspectos, por su misma esencia intrínseca, han sido manejados en forma fundamentalmente descriptiva y mediante análisis cualitativos. Otros, en cambio, se han prestado a enfoques analíticos y asociativos de variables operacionales cuantificables”, afirmará la autora.

6. Dos páginas de “Amuay, un pueblo olvidado”, primera parte del libro.

Acerca del por qué se elige a Amuay (que en lenguaje caquetío significa «Región de los vientos y de las aguas encontradas») como centro de atención, Abouhamad explica cómo dentro de la condición de Venezuela como “sociedad transicional plena de asincronías” propias del tránsito de una condición tradicional a una industrial, que se “manifiestan en todas las dimensiones del mundo sociocultural”, cuyos “cambios o modificaciones estructurales no se producen a igual dirección y velocidad entre sus sectores o partes componentes”, Paraguaná, y en particular el caserío de Amuay, ofrecen un marco idóneo para llevar a cabo una indagación que permita corroborar tales apreciaciones. Comunidad “sedienta de pan, de agua, de vida” que basa su actividad económica en la pesca no tecnificada “la cual sólo circunstancialmente le proporciona a los habitantes sus medios de subsistencia”, el poblado se ubica a diez kilómetros de la refinería petrolera “expresión más lograda del maquinismo industrial, engranaje automático que ha transformado al hombre de productor de energía en conductor de fuerzas, con procedimientos tecnológicos complicados que reemplazan el trabajo humano”.

7. Dos páginas de “Amuay, un pueblo olvidado”, primera parte del libro.

En resumen, para Abouhamad, “Amuay representa dentro del continuum tipológico de las asincrónicas comunidades de nuestra sociedad global, un ejemplo fáctico de tradicionalidad. Refleja, además, la coexistencia de formas de vida contrastantes de grupos vecinalmente accesibles y, en sí misma, presenta asincronías institucionales motivadoras, en parte, de problemas económicos y sociales”.

El trabajo de Abouhamad permite repasar a través de las partes que lo constituyen “La situación”, “Aspectos económicos”, “Los sectores económicos y sociales”, “La familia de Amuay”, “La vivienda”, “La educación”, “Lo político de Amuay” y “Lo religioso” antes de llegar a las ya señaladas “Conclusiones y sugerencias”.

8. Cuatro páginas de la segunda parte del libro dedicadas a “La vivienda en Paraguaná”.

Gasparini, de su lado, estructura la segunda parte del libro, que tituló “La vivienda en Paraguaná”, con un enfoque más historiográfico que mira hacia las razones del porqué se construye y cómo se construye, centrándose fundamentalmente en el contexto de la península ubicada en la zona más al norte de Venezuela. De tal manera, la población de Amuay, pasa a ser considerada como un subproducto de lo que ha sido el devenir de todo el territorio peninsular. Es así como repasa temas como “Historia y ambiente”, “Las casas en la época colonial”, “Tejas y horcones”, “El techo de torta”, “La vivienda blanca” para, finalmente, llegar a “Amuay” y revisar, dentro de la precariedad y modestia de su arquitectura, cómo se manifiestan algunos de los temas anteriormente tratados.

9. Cuatro páginas de la segunda parte del libro dedicadas a Amuay dentro de “La vivienda en Paraguaná”.

Es así como “el levantamiento del pueblo … dio un total de 209 casas, más otras construcciones para los servicios públicos que no se tomaron en cuenta por no tener carácter de viviendas. El número de casas que debía constituir el núcleo habitado de la Amuay colonial no debió ser superior a las 25 o 20 unidades y todas ellas reunidas alrededor de la iglesia”, comentará Gasparini. De las 209 casas levantadas, “la casi totalidad … no tienen vidrios en las ventanas … sólo el 8,61 por ciento… tienen el techo cubierto con tejas criollas, … el 30,62 por ciento tienen techo de asbesto, mientras que sólo el 8,61 por ciento se cubren con planchas acanaladas de metal” a lo cual Gasparini añade que “la superficie de las láminas de asbesto o aluminio se aprovecha al máximo. De allí la falta de aleros”. Sin embargo, “el porcentaje más alto, entre los sistemas de techumbre lo tienen los techos realizados con materiales de recolección. El 52,16 por ciento de las casas de Amuay tienen ‘techo de torta’” sistema tradicional indígena usado por ser el más económico y no necesariamente el más deseable.

10. Dos libros de carácter interdisciplinario publicados en 1986 donde Graziano Gasparini profundiza en la línea de trabajo iniciada en AMUAY 64. Su gente. Su vivienda.

Gasparini, sin duda, tendrá en este libro, donde la interdisciplinariedad es sólo un enunciado, la primera oportunidad para perfeccionarla y para abrir una línea de trabajo que luego profundizará en las publicaciones Paraguaná. Cambios en el hábitat de una región venezolana con la coautoría de Carlos González Batista y Luise Margolies y Arquitectura popular de Venezuela junto a Luise Margolies ambos de 1986 y editados por Ernesto Armitano Editor.

11. Los tres tomos de Suma del pensar venezolano.

Por otra parte, Roberto Briceño León consideró el texto “Amuay: un pueblo olvidado” de Jeannette Abouhamad como uno de los escritos que debían formar parte del Tomo 1 “Sociedad y cultura” de la Suma del pensar venezolano (Asdrúbal Baptista, José Balza y Ramón Piñango, editores; Fundación Empresas Polar, 2011) y que Briceño englobó tras el título “Casta, raza, clase y estrato: modos de ser distintos los iguales”.

12. Izquierda: La península de Paraguaná al noroeste de Venezuela. Derecha: localización del pueblo de Amuay (izquierda) y la refinería de Amuay (derecha) en el lado occidental de la península.
13. Página del libro en la que la hermosa fotografía de Graziano Gasparini lleva por leyenda: «Las dos Amuay: la refinería de Amuay y el pueblo de pescadores de Amuay».

A sesenta años de aquella indagación realizada por Abouhamad y Gasparini y teniéndola como referencia, tal vez valdría la pena preguntarse qué ha sido de una población ubicada en la zona occidental de la península de Paraguaná con una ensenada “que poseía un extraordinario reservorio natural, adornado por numerosos y frondosos manglares y plantas xérofitas”, a la que una refinería petrolera que tomó su nombre fue sustituyéndola paulatinamente en el recuerdo.

ACA

Procedencia de las imágenes

Encabezado, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 13. Jeannette Abouhamad y Graziano Gasparini. AMUAY 64. Su gente. Su vivienda, 1966.

1. Colección Crono Arquitectura Venezuela.

2, 3 y 10. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

11. BIBLIOFEP HISTORIA (https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/publicaciones/colecciones/suma-del-pensar/)

12. Capturas de Google Earth

EL ACERVO EDITORIAL DE LA FAU UCV

Del Banco Obrero a la UCV

Los Orígenes del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC)

Alberto Lovera

CENDES/IDEC FAU UCV

Serie Mención Publicación

2004

Publicado en el mes de noviembre del año 2004 en los Talleres Tipográficos de Miguel Ángel García e Hijo, el libro Del Banco Obrero a la UCV. Los orígenes del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC), obra del sociólogo y doctor en arquitectura Alberto Lovera, coeditada entre el CENDES y el IDEC formando parte de la Serie Mención Publicación (de la cual ocupa el número 16), fue producto de la tesis titulada “Del Banco Obrero a la UCV: buscando un lugar para la innovación de la construcción. Los orígenes del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC)”,presentada por el profesor Lovera bajo la tutoría de la Dra. Hebe Vessuri para optar al título de Magister Scientiarum en Planificación del Desarrollo (Mención Ciencia y Tecnología), por la cual recibió del jurado evaluador Mención Honorífica.

De sobria presentación, sin presencia de gráficos ni fotos, la publicación de 176 páginas en formato de 23 x 15,5 cms, impresa en papel bond y con un tiraje de 500 ejemplares, fue diagramada por Michela Baldi corriendo la corrección de textos a cargo de María Enriqueta Gallegos.

La sinopsis publicada en la contratapa señala: “En este libro se realiza el análisis del surgimiento de un instituto de investigación y desarrollo tecnológico en el campo de la construcción que desarrolla sus actividades en el ámbito universitario, específicamente el Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción IDEC de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela. (…) Se reconstruye la ruta que condujo a un grupo de profesionales y profesores universitarios a realizar investigación y desarrollo experimental de la construcción, primero en el del Banco Obrero, que era el instituto autónomo encargado de la política de vivienda del Estado venezolano, y más tarde en el seno de la UCV, buscando un espacio institucional distinto que los cobijara. (…) Se dilucidan los factores y procesos que dieron origen a ese Instituto, para lo cual se conjuga el análisis organizacional con el del contexto dentro del cual se desarrolló, así como el rol de los actores en la propia configuración del IDEC, que muestra a través de este caso de estudio un enfoque que puede ser útil para el análisis de las organizaciones de investigación y desarrollo tecnológico”.

El resumen transcrito se complementa con lo señalado en el veredicto del jurado del trabajo de investigación que dio origen al libro, integrado por los profesores Alfredo Cilento, Sonia Barrios y Hebe Vessuri, donde puntualizan que “la tesis constituye una real contribución al registro riguroso de una experiencia importante de la vida universitaria nacional, al hacer un estudio detallado de los procesos de desarrollo de los procesos tecnológicos en el medio académico. La estrategia de investigación, que incluye una variada gama de enfoques de análisis, permite una comprensión más rica de los fenómenos estudiados”.

La obra está estructurada con base en un Prólogo elaborado por Henrique Hernández Osuna (director fundador del IDEC) titulado “Cuando la tecnología de la construcción entró a la universidad” al cual siguen un Preámbulo, siete capítulos y la Bibliografía.

Los títulos de los capítulos ya de por sí orientan el tono en el que se escribió el trabajo. Ellos son en estricto orden: “Cuando la tecnología encontró un lugar en la UCV”; “La industria de la construcción y los caminos de su desarrollo tecnológico”; “Los ancestros del IDEC” (el más extenso de todos que abarca a la FAU UCV y parte de su historia, la experiencia de Diseño en Avance del Banco Obrero y finalmente el encuentro entre ambas); “La industria de la construcción en los años setenta”; “Cómo transitar el laberinto académico-burocrático universitario (y no morir en el intento)”; “El IDEC adquiere carta de ciudadanía”; y “La tecnología en la universidad”.

Libro de consulta obligado para los interesados en el tema y para quienes quieran ahondar en un importante episodio dentro de la historia de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, a modo de testimonio y abreboca para la lectura no dejan de ser interesantes las palabras dichas por Henrique Hernández en el Prólogo: “Alberto Lovera nos lleva a reencontrarnos con el Programa Experimental de Viviendas y la creación en los años sesenta de la Sección de Diseño en Avance en el Banco Obrero, con las luchas en el mejoramiento de la enseñanza de la arquitectura y la conformación del IDEC en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, entre los años sesenta y setenta. (…) Se actuaba en un mundo optimista con la convicción de que se construía un país. Este aliento común nos permitió desarrollar un trabajo en equipo donde las ideas y experiencias surgieron de un proceso donde se aprendía haciendo bajo el lema: ‘Para demostrar que algo se puede hacer, no hay mejor camino que hacerlo’. (…) Concebíamos nuestra práctica profesional como un instrumento para contribuir a la transformación del país; no podíamos simplemente seguir las pautas de la práctica enseñada en la Escuela de Arquitectura de la UCV, teníamos que comenzar por cuestionar esa enseñanza. (…) Por otra parte, la enseñanza y práctica profesional se venía separando cada vez más de la tecnología de la construcción, siendo ésta uno de los ingredientes esenciales de la arquitectura. (…) Pero no se trataba sólo de resolver una deficiencia personal, era la profesión y la enseñanza de la arquitectura que debía contar con el apoyo permanente de la investigación en el área de la tecnología de la construcción, y en ella los arquitectos teníamos un papel que jugar; teníamos que promover una organización orientada al desarrollo tecnológico”.

Y concluye Henrique Hernández (y con él nosotros): “estoy convencido de que para lograr una arquitectura reconocible como venezolana, ésta tendrá que fundamentarse en un mejor conocimiento por parte el arquitecto sobre la tecnología de la construcción y el manejo de las condiciones ambientales que le permitan afrontar idóneamente los problemas constructivos y urbanos de una sociedad como la venezolana”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Alberto Lovera. Del Banco Obrero a la UCV. Los Orígenes del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC) (2004)