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TAL DÍA COMO HOY…

… 7 de febrero, nace en 1841 Auguste Choisy y en 1859 fallece Agustín Codazzi.

1. Izquierda: Auguste Choisy. Derecha: Agustín Codazzi

Auguste Choisy (1841-1909), ingeniero francés, historiador y teórico de la arquitectura, autor de un libro fundamental como Histoire de l’Architecture (1899), destacó durante el siglo XIX por resaltar dentro de la historia de la arquitectura fundamentalmente sus aspectos técnicos, lo cual le valió un importante lugar dentro del capítulo “La tradición académica y el concepto de composición elemental” desarrollado por Reyner Banham en su libro Teoría y diseño en la primera era de la máquina (1985) a quien dedica el segmento titulado “Choisy: racionalismo y técnica”.

2. La Histoire de l’Architecture (1899) libro fundamental dentro de la disciplina y pieza clave en la gestación de la arquitectura moderna.

Banham, para quien la función y la construcción no pueden existir sin la estética, aunque rechaza de Choisy la visión de que la arquitectura es una consecuencia lógica de la técnica y también su racionalismo que deja reducido a cinco conceptos fundamentales “Lógica, análisis, función, economía y rendimiento”, reconoce en él la adecuación espontánea de la técnica y el Zeitgeist: si para Choisy el dórico y el gótico podrían ser considerados como los dos grandes estilos, para Banham la arquitectura de la primera edad de la máquina (1900-1930)  ocuparía el lugar de tercer gran estilo, ya que los tres son fruto de una interacción singular entre la fe en el progreso y las principales innovaciones tecnológicas.

También valora Banham las ventajas que ofrecen la presentación y las ilustraciones que acompañan la Histoire de l’Architecture: “… está editada en dos volúmenes importantes, mas no demasiado grandes; al menos no tan grandes como para no poder llevárselos a casa. El texto se expone en párrafos relativamente breves, cada uno de los cuales está dedicado -normalmente- a demostrar un solo punto, de suerte que la consulta resulta fácil y en casi todas las páginas hay por lo menos una ilustración notable. Nada podría subrayar tan bien la idea de continuidad de la práctica arquitectónica como la completa homogeneidad de estilo de estas 1.700 ilustraciones, todas dibujadas por Choisy conforme a una fórmula invariable. Las desviaciones con respecto a esa fórmula no son numerosas -una perspectiva ocasional, un simple alzado o una planta-, ni memorables, y esto es lo más importante. La fórmula es de desarrollo isométrico: presenta planta, sección y alzado en una sola imagen, suprime los detalles y presenta al lector un diagrama elegante y de comprensión inmediata.”. No hay que olvidar que la isometría, utilizada en el libro con naturalidad, debido a su abstracción, fue incorporada durante la generación siguiente a la arquitectura y al arte abstracto, cosa que también reconoce Banham señalando que las ilustraciones del libro fueron utilizadas por Le Corbusier en su revista L’Esprit Nouveau.

3. Algunas de las ilustraciones que acompañan la Histoire de l’Architecture de Auguste Choisy

Choisy, también es reconocido por Kenneth Frampton en Estudios sobre cultura tectónica (1999), por su capacidad en identificar la buena arquitectura con la buena construcción y explicar la sucesión temporal de los estilos según las expresiones tectónicas de una sociedad en relación con su medio físico. En el capítulo “Greco-Gótico y Neo-gótico: los orígenes anglo-franceses de la forma tectónica”, dentro de la saga greco-gótica francesa conformada por Claude Perrault, Michel de Fremin, el abate de Cordemoy y el abate Laugier durante el siglo XVIII, se suma otra neo-gótica anglo-francesa durante el XIX iniciada por Charles de Montalembert y Augustus Welby Northmore Pugin, seguida por Robert Willis y Arcisse de Caumont y que concluye con Henri Labrouste, Eugène Viollet-le-Duc y dos de sus seguidores: Joseph Eugène Anatole de Baudot y justamente Auguste Choisy, quien tiene poco en común con su maestro “salvo una pasión saint-simoniana conjunta por la aplicación de un análisis objetivo a la historia de la arquitectura”. Para Frampton, “aparte de Auguste Perret, que en muchos sentidos fue su seguidor, Choisy parece haber sido el último teórico del ideal greco-gótico, ya que en su historia enciclopédica dedicó una tercera parte del primer volumen y otro tanto del segundo a la arquitectura griega y gótica, respectivamente. Empleando la isometría vista desde arriba, donde el volumen corpóreo y sus soportes columnarios aparecen representados de forma homogénea, Choisy parece haber anticipado el hormigón armado como única técnica capaz de superar el antiguo cisma, fusionando en una sola entidad las dos grandes líneas de la cultura edificadora occidental.”

Para Panayotis Tournikiotis en La historiografía de la arquitectura moderna (2001), Choisy fue, junto con Eugène Viollet-le-Duc y Julien Guadet, uno de los tres historiadores de la arquitectura decimonónicos que más influyeron en la gestación de la arquitectura moderna.

4. Viajes de Agustín Codazzi (1816-1822).

Más próximo a nosotros, Agustín Codazzi (1793-1859), militar, explorador, ingeniero, cartógrafo y naturalista, nace en Italia y muere en Colombia pero será en nuestro país donde dejará una impronta que lo colocaría dentro de los más ilustres nombres del siglo XIX nacional y latinoamericano.

Autor del primer Atlas de Venezuela, Codazzi, tal y como señala uno de sus principales estudiosos, Juan José Pérez Rancel en “Agustín Codazzi: un romántico de la Ilustración en América”, texto aparecido en El Nacional el 13 de octubre de 2019 en homenaje a los 160 años de su fallecimiento cumplidos en enero de aquel año, en realidad “no era geógrafo de profesión: se había formado entre 1810 y 1815 como Sub-Oficial de Artillería montada, en la Escuela italiana de Artilleros de Pavía, en donde se capacitó en estrategia militar, fortificación, matemáticas, astronomía, cartografía, agrimensura, física, química y las aplicaciones prácticas de esas disciplinas. Cumplió esos estudios bajo el influjo de las Revoluciones Industrial, Científica y Agrícola que sucedían entre el ‘700 y el ‘800, y del auge de las exploraciones naturalistas, la botánica, la antropología y del liberalismo económico y político occidental.”

5. Documento de la proclamación de la República de Florida, 1817.
6. Fuerte del corsario francés Louis-Michel Aury en la isla de Providencia en donde estuvo entre 1818 y 1821. El dibujo fue hecho por su secretario de estado, Luis Perú de Lacroix.

No deja se ser interesante repasar la intensa vida de Codazzi desde su juventud cuando su padre Domenico Codazzi lo encaminó para que fuera un hombre de leyes a cursar en la Universidad de Bolonia, su cambio de opinión en 1810 para decidir realizar estudios militares ingresando a la Escuela de Ingeniería y Artillería de Módena y a la Academia de Guerra de Pavía, donde se formó como suboficial de Artillería y obtuvo el grado de subteniente, participando posteriormente como soldado del Imperio francés en las Guerras Napoleónicas y luego en la disolución del Reino Itálico; sus dilemas entre “la espada y el arado” y sus inciertos viajes por Italia, el Mediterráneo y Europa oriental; su llegada a Amsterdam desde Varsovia para recalar en los Estados Unidos y enterarse allí de la gesta libertadora de Simón Bolívar, para sumarse como “corsario de la libertad” a la División Unión de Louis Aury, participar en la creación de la fallida República de Florida y más adelante dirigir junto a Constante Ferrari la fortificación, construcción de muelles, caminos e infraestructura del archipiélago de San Andrés; su paulatina madurez como cartógrafo y sus travesías interoceánicas aunadas a su desarrollo como político; su regreso a Italia “llamado por la tierra” donde con Ferrari como socio se instala como granjero en el valle del Po, luego de que en 1922 muriera Aury y se disolviera la División Unión; su regreso a América embarcándose rumbo a Cartagena de Indias en 1826 para, casi de inmediato, ir a Bogotá para engrosar las filas del ejército grancolombino con el cargo de brigadier del cuerpo de artillería del departamento del Zulia, donde se le encargará entre 1827 y 1830 “la fortificación y defensa de las 2.780 leguas cuadradas del Departamento del Zulia, desde las montañas merideñas al Sur del lago hasta el Golfo de Venezuela, y entre la cuenca del Lago y Valledupar al oeste de Perijá. Como resultado surgió no solo el plano de la ciudad-puerto artillada y el Plan de Defensa, sino la única cartografía detallada de una región de la Colombia confederada, primer mapa de una provincia de Venezuela independiente”, preludio de lo que será su gran obra: el Atlas Físico y Político de la República de Venezuela y el Resumen de la Geografía de Venezuela ambas de 1840.

7. Portada del Atlas Físico y Político de la República de Venezuela (1840)
8. Mapa general de Venezuela dibujado y publicado por Agustín Codazzi en 1840.
9. Agustín Codazzi y sus colaboradores en el campamento de Yarumito, provincia de Soto.

Con respecto a la elaboración del Atlas de Venezuela, Pérez Rancel nos apuntará: “A finales de 1838, finalizaron las expediciones corográficas y en la casa de Codazzi en Valencia comenzó el trazado final de las cartas originales hasta 1839, cuando Codazzi elaboró un prospecto del proyecto editorial para buscar suscriptores y financiamiento público y privado para la impresión en los talleres de París a escoger. A la edición se añadió un Mapa general del país y los datos históricos, que en un principio debían ir en párrafos marginales a las cartas, convirtiéndose en tres volúmenes adicionales redactados principalmente por el Capitán de artilleros Rafael María Baralt. A mediados de 1840 partió de La Guaira la Comisión, con los manuscritos originales y las cartas terminadas, para finalizar las demás en la casa-taller habilitada en París, en la cual recibían las visitas, entre otros, del septuagenario Barón de Humboldt, entusiasmado por ver materializarse sus previsiones y recomendaciones de cuarenta años antes. Los doce volúmenes de manuscritos resultantes contenían las estadísticas físicas, demográficas y de recursos de los Cantones o distritos provinciales; las conclusiones sobre la botánica y los tipos de agricultura posibles para el país; la red de caminos existentes y de canales, navegación fluvial y ferrocarriles propuestos para el territorio, entonces de 1.250.000 m2; los paisajes y sitios naturales notables, etc. Debido a los costos, Codazzi debió reducir a tres volúmenes las páginas de datos y conclusiones manuscritas, titulándolas Resumen de la Geografía de Venezuela, y encabezó el Atlas con los Informes del Secretario de la Sociedad Geográfica de París, Sabine Berthelot, primero en revisar los originales y recién designado Agente Especial en Europa para la Inmigración, y de Jean Baptiste Boussingault, quien había sido comisionado por la Academia de Ciencias de Francia por recomendación de Humboldt para la evaluación científica de la obra. Durante ocho meses imprimieron y para agosto de 1841 ya circulaban en Caracas los ejemplares. Los elogios científicos a la obra culminaron con el reconocimiento de su valor por la Royal Geographic Society y el otorgamiento a Codazzi en 1842 de la Orden de la Legión de Honor, por parte del rey Luis Felipe de Francia”.

El aporte de Codazzi incluirá posteriormente la organización del poblamiento del país cristalizando así las ideas ya esbozadas en Resumen de la Geografía de Venezuela que tendrá como fruto la llegada el 8 de abril de 1843 al sitio donde el primer grupo de colonos (378 inmigrantes procedentes de Alemania) fundarían la Colonia Tovar. También se encargará Codazzi de organizar el traslado a Caracas de los restos de Simón Bolívar en 1842.

“La permanencia de Codazzi en la Colonia Tovar se vio interrumpida por su designación en diciembre de 1845 como Gobernador de la provincia de Barinas. (…) En febrero de 1848, después de la invasión del Congreso en Caracas por las turbas monaguistas, Codazzi renunció a la Gobernación, obstaculizada durante 1847 por el nombramiento de Monagas como Presidente y por la oposición del Partido Liberal, que en Barinas instigó los intentos de asesinarlo. Así culminaron los veinte años de Codazzi en su segunda Patria.”

10. Agustín Codazzi. Carta XII – División política de la Nueva Granada, 1851

Desde mediados de 1948 Codazzi se radicará  en la Nueva Granada (su tercera patria) para dirigir su Comisión Corográfica para la cual trabajará sin descanso hasta que la muerte, causada por la malaria, lo alcanza en las faldas de la Sierra Nevada de Santa Marta el 7 de febrero de 1859. De Wikipedia extraemos lo siguiente: “Aunque su obra en la Nueva Granada quedó incompleta, correspondió a sus asistentes y seguidores completar y publicar los mapas de la república. El primer resultado de esta labor se vio en 1865 con el Atlas de los Estados Unidos de Colombia de parte de Manuel Ponce de León y Manuel María Paz y cuyas cartas se basaban enteramente en las dibujadas por Codazzi durante la comisión. En 1890 fue publicado el Atlas Geográfico e Histórico de la República de Colombia, con la cartografía por parte de Manuel María Paz y con el texto explicativo de parte de Felipe Pérez”.

Los restos de Codazzi fueron exhumados y trasportados a Bogotá, a la Iglesia de San Juan de Dios. Posteriormente el Gobierno de Venezuela los solicitó para depositarios en el Panteón Nacional de Caracas, lugar en el cual actualmente reposan desde 1942.

11. Tres publicaciones dedicadas a Agustín Codazzi realizadas por Juan José Pérez Rancel

Nota

Juan José Pérez Rancel, investigador y profesor en la FAU UCV, ha publicado sobre Codazzi dos libros: Agustin Codazzi. Italia y la construcción del Nuevo Mundo (2002) fruto de su tesis doctoral realizada en Italia y Agustín Codazzi (Biblioteca Biográfica Venezolana, volumen 37) de 2006. También coordinó la edición de Agustín Codazzi. Arquitecto del territorio. Simposio-Foro (2001).

ACA

Procedencia de las imágenes

1, 2, 3 y 11. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

4, 5, 6, 7, 8, 9. https://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_Codazzi

10. https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:AGHRC_(1890)-_Carta_XII-_Divisi%C3%B3n_pol%C3%ADtica_de_la_Nueva_Granada,_1851.jpg

EFEMÉRIDES

Veinte años sin Enric Miralles

El autor del Parlamento de Escocia o la ampliación del Ayuntamiento de Utrecht murió con 45 años convertido en arquitecto internacional. Nadie en España ha conseguido ocupar todavía su lugar de referencia

Anatxu Zabalbeascoa

La nueva cámara del Parlamento de Escocia (Reino Unido), de Enric Miralles y Benedetta Tagliabue.

3 de julio de 2020

Tomado de El País/Babelia

Enric Miralles (Barcelona, 1954-2000) no distinguía entre edificios del pasado y edificios actuales. “Si han llegado hasta hoy, son actuales”, decía. Para él, construir no era el punto final en ningún trabajo, era el principio. “La sensación de obra inacabada imprime vitalidad, modestia, la aspiración a trabajar con el tiempo y no en su contra”. Estaba convencido de que no había que temer al tiempo, había que prepararse para asumirlo. “Cualquier construcción que ha sido capaz de sobrevivir al paso del tiempo es, por definición, una continua transformación”, justificaba.

Pocos arquitectos se han enfrentado a la arquitectura con la amplitud mental de Enric Miralles. Desaparecido el 3 de julio de 2000, a los 45 años, tras un fulminante tumor cerebral, dejó por el mundo –Alemania, Holanda, Escocia, Barcelona, Alicante o Japón– un abanico de proyectos magistrales e inesperados con algo en común: la capacidad de construir un lugar. Salvo el rascacielos que levantó en Barcelona para Gas Natural, sus obras eran, son, más una topografía que un edificio, algo más cercano a la naturaleza que a la razón o la geometría. El Cementerio de Igualada, donde está enterrado, está hecho del paso del tiempo. Es, como tantas de sus obras, un trabajo en perpetua transformación. Ha ido construyéndose con la muerte de las personas que le dan vida. Por eso es lo contrario de una tumba.

Además de obras, Miralles dejó también un reguero de discípulos capaces de pensar por sí mismos. La razón es sencilla: era un arquitecto-eucalipto. Inimitable, nada hubiera podido crecer a su sombra. Sin embargo, tenía claro que la arquitectura es un trabajo en equipo. Por eso su oficina, capitaneada por su última socia –y esposa– Benedetta Tagliabue, fue capaz de concluir los grandes proyectos que él apenas sembró en el extranjero.

El arquitecto Enric Miralles

Nadie en España ha podido ocupar todavía su lugar. Solo la capacidad de arriesgarse, entregarse y reinventarse en cada proyecto de SelgasCano habla un idioma –en absoluto un estilo– igualmente ambicioso. EMBT (las iniciales de Enric Miralles y Benedetta Tagliabue), convertido en un notable estudio de arquitectura, lo sabe. Además de sus propios proyectos, tienen un legado que gestionar y lo hacen desde la Fundación Enric Miralles, a la que el Ayuntamiento de la ciudad ha encargado recordar al arquitecto dos décadas después.

Miralles les pedía a los proyectos intensidad suficiente para no aburrirse. La intensidad en arquitectura hace que, en medio del duelo por un ser querido, alguien pueda tener un instante de paz perdiendo la mirada en un cementerio que, devorado por la vegetación, le haga pensar más en el ciclo de la vida que en la muerte que lo ha llevado hasta allí. Por eso la intensidad que complica los proyectos también los asienta. Les multiplica el uso, los hace permanecer en el tiempo. Miralles corrió riesgos: en Alicante levantó un pabellón deportivo que, lejos de la mayoría de los estadios, es un micromundo que permite la convivencia entre deportes y descubrimiento. En Morella (Castellón), con la arquitecta Carme Pinós, levantó una escuela que forma a la vez parte del monte y del precipicio. En Fráncfort supo trabajar con la industria para la Escuela de Música de la ciudad y en Utrecht explicó, ampliando el antiguo ayuntamiento, que las capas y las trazas son el documento donde está condensado el tiempo de un lugar.

Con el tiempo, y contra el poco que tuvo en este mundo, construyó lo que hoy, con las distancia de dos décadas, puede juzgarse como un legado sobresaliente. Asociado primero a Carme Pinós y posteriormente a la madre de sus dos hijos, la proyectista italiana Benedetta Tagliabue, Enric hablaba con frecuencia de la mudanza, de la idea de que la arquitectura –como la literatura– reapareciera en otro lugar. Y aunque consolidó una manera de proyectar muy personal, aseguraba que la mayor parte de las ideas que tenemos no son nuestras. “Forman parte de una especie de espíritu de un tiempo que viene dado por la capacidad de interpretar de una sociedad”, dijo una vez.

El cementerio de Igualada (Barcelona), obra de Enric Miralles

Cuando sobrepasó los 40 años, Rafael Moneo escribió un juicio célebre: Miralles corría el riesgo de convertirse en un arquitecto “con más pasado que futuro”. El tiempo ha demostrado que el autor del Museo de Mérida se equivocó maravillosa y tristemente. Resultó cierto que a Miralles le quedaba poco tiempo, pero en esos años fue capaz de construir un universo. Sus trabajos póstumos fueron mayoritariamente internacionales: la Ampliación del Ayuntamiento de Utrecht –construida dejando hablar a cada época– o el Parlamento de Escocia –un lugar cercano al exterior y abierto al diálogo– demuestran hoy que, como sucede con la mejor arquitectura, es imposible fechar esos trabajos. Miralles trabajaba con el tiempo, multiplicándolo, comprendiéndolo, adelantándolo y asumiéndolo. Decía que una casa tiene que tener una intensidad parecida a cómo vives. También que, a través de la propia arquitectura, aprendía a hacer arquitectura: “El experimento está ligado a la duración de tu vida, no a la duración de tus edificios”.

ACA