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“La silla continúa siendo la pieza de mobiliario más popular entre los diseñadores industriales y arquitectos.
Es también un problema de diseño complejo y difícil, un tanto por la estrecha relación existente entre función, material y tecnología. Mas cuando se logra un equilibrio adecuado entre éstas y, por añadidura, la pieza diseñada es económica y versátil, podríamos decir que estamos en presencia de un potencial ‘clásico´.
Y los ‘clásicos’ no tienen edad. (…)
En el país se ha producido con profesionalismo y esmerado cuidado, por parte de unos pocos, mucho mobiliario de firma. Hoy día existe una proliferación de empresas y voluntades lanzando nuevos modelos cada cierto tiempo.
Entre ellos hicimos nuestra selección.”
Con la reseña sin firma titulada “Sillas producidas en Venezuela”, encabezada por la cita precedente, aparecida en el nº 2 (mayo-junio 1988) de la recordada revista ESPACIO (dirigida por Henrique Vera y editada por Hans Hirsch), que contó con el apoyo fotográfico de los reconocidos profesionales venezolanos Ricardo Gómez y Ricardo Jiménez (asociados bajo la firma de Ricar-2) y cuya primera página ilustra nuestra postal del día de hoy, se reafirma una preocupación que desde los años 50 del siglo XX, con la aparición de publicaciones periódicas como El Farol, Cruz del Sur, Integral y A, Hombre y expresión, apuntaba a dar cuenta de los primeros pasos que en nuestro país se empezaban a dar en torno al diseño industrial, manifiesto en la irrupción de delicadas piezas de mobiliario doméstico hecho fundamentalmente en madera, que fusionaban la mirada hacia raíces locales con una clara influencia escandinava de manos de Cornelis Zitman o Miguel Arroyo.
El breve repaso que se realiza en ESPACIO a través de 10 sillas, busca resaltar, con excelente composición gráfica y mejor fotografía, el hecho de que a finales de los años 80, cuando Venezuela intentaba recuperarse del impacto del “viernes negro”, existían empresas empeñadas en mantenerse como referencia en la producción y elaboración de sillas tanto diseñadas en el país como en el extranjero por connotados artífices. Así, además de la “Gatti” (que protagoniza la postal), diseñada por Tito Agnolli en 1985 y producida por la Compañía Anónima Puente Yanes (CAPUY, C.A.) desde 1987, cuyos materiales son “madera (fresno o palo blanco) natural o laqueado, tapizada en lana o cuero”, las tres páginas de la revista dedicadas al tema dan cuenta de otras nueve realizaciones mayormente concebidas en la década de los 80, subrayándose que eran hechas en Venezuela, clara señal del desarrollo de una industria que ofrecía una altísima calidad de elaboración de modelos reconocidos en el mundo entero.

Además de CAPUY, que como se sabe abrió sus puertas en 1954, siguiendo los pasos de Tepuy Compañía Técnica, C.A. -TECOTECA- (con Cornelis Zitman al frente), Galerías Hatch (propiedad de Don Hatch) y DecoDibo (motorizada por Tony Dibo), consolidándose desde entonces como la más importante firma de elaboración y venta de muebles de firma en el país, de quien se recoge su interés en producir (además de la “Gatti”) desde 1979 la silla “Spaguetti” (1967) de Jean Doménico Belloti, desde 1985 la “Kiki” (1954) de Ilmari Tapiovaara y desde 1986 la “Laminette 1” (1957) de Svel Ivan Dysthe, resalta la presencia de otras tres empresas que para entonces ya empezaban a consolidarse o a abrirse paso en el negocio. De tal manera figura la Fábrica de Muebles Mary quien elabora desde 1982, 1987 y 1987, respectivamente, las sillas “Luigia” (1981), “Lidia” (1987, interpretación de la poltrona “Teatro” de Aldo Rossi) y “Anastacio” (1987) todas de Adalberto Caraceni; Multifacetas, C.A. que reproduce desde 1983 la “Mallet-Stevens” (1929) diseñada por Robert Mallet-Stevens y desde 1987 la “Luna de plata” (1986) de Pascual Morgue; y Diseños Danko que asume desde 1987 la elaboración de la “Danko (DT)” (1987) diseñada por el venezolano Daniel Tudja.
La selección llevada a cabo por ESPACIO da pie para resaltar, además de la pujanza y buena escogencia mostradas en una década difícil por las firmas fabricantes, lo que Alberto Sato, en el catálogo de “Sentados en un siglo. Emblemas cotidianos en Venezuela” (1997), quizás la más importante exposición antológica realizada sobre el tema en Venezuela, montada en el Centro de Arte La Estancia (La Floresta), subraya como propio del momento: “En los ochenta, la silla se convierte en un objeto mueble compuesto de asiento y respaldo que sirve para que una persona pueda sentarse. Esta definición académica aleja cualquier duda acerca de su función. Pero desde hace algún tiempo (…) la pobre silla fue objeto de una terrible acusación: debido al valor objetual y estético acumulado a través de su larga y rica historia, una función tan simple como la de sentarse cómodamente le quedaba demasiado pequeña (…). El descrédito que había ganado la función-función, y más que nada, el aburrimiento producido por su unidireccionalidad, condujo a los resultados que todos esperaban: la silla trasciende el mero hecho de sentarse y asume su verdadero papel de adorno doméstico.”
Sin necesariamente concluir que el espíritu posmoderno traducido por Sato sea lo más resaltante de las sillas pertenecientes al período de 1980 mostradas por ESPACIO en 1988, “hechas con profesionalismo y esmerado cuidado”, no cabe duda que el interés por cubrir un segmento como el del diseño industrial cobra, a partir de entonces, particular significación y se refuerza durante la década de los años 90 del siglo XX. Dicho interés lo reafirma la aparición en el diario Economía HOY de una serie de artículos escrita por Alberto Sato que darán origen posteriormente al libro COTIDIANO. Manual de instrucciones (Debate, 2005). Luego será el propio Sato quien le abra las puertas a la temática como parte del Comité de Redacción del semanario Arquitectura HOY que dedica uno de sus primeros números monográficos (el 4 del 19-12-1992) justamente al “Diseño Industrial en Venezuela”, en tiempos que la actividad pasaba por un buen momento, convirtiéndose desde entonces en el espacio que mejor le siguió los pasos. Dicha afirmación se refuerza en el hecho de que desde 1994 toma el testigo Ignacio Urbina Polo (egresado del Instituto Antonio José de Sucre, quien para entonces recién llegaba de Brasil tras realizar una Maestría en Ingeniería de Productos y en 1996 empezó a ejercer la docencia en Prodiseño, Escuela de Comunicación Visual y Diseño, fundada en 1990 que recogió la línea abierta en 1964 por el pionero Instituto de Diseño Neumann), cuando escribe el artículo “El diseño industrial y la semántica de los productos” y quien con perseverancia se mantuvo, reflexionando e informando sobre eventos y exposiciones hasta 1997. Valga decir que hasta el día de hoy Urbina Polo (quien es Profesor Asociado en Pratt Institute, New York) se ha mantenido como importante divulgador de la disciplina a través de múltiples iniciativas y en particular desde la red a través de la página di-conexiones.
Por otro lado, es al Centro de Arte La Estancia de PDVSA (creado en 1995) a quien correspondió durante los 90 tomar la batuta en cuanto al montaje de exposiciones y con ello dar apoyo a la divulgación del diseño industrial. La emblemática muestra “Detrás de las Cosas: El Diseño Industrial en Venezuela” (1995) sirvió para abrir la puerta de una actividad que a lo largo de la década no cesó. Así, a ella se sumarán, en este caso relacionadas al tema de la silla que hoy nos ocupa: “Hans Wegner: hacedor de sillas (1996), la ya mencionada “Sentados en un siglo. Emblemas cotidianos en Venezuela” (1997), “Vitra Design: 100 sillas Clásicas” (1997) y “La butaca, un asiento venezolano” (1998, complementada con “El asiento de al lado. Cien años de descanso”).

La silla venezolana fue nuevamente objeto de atención en 2007 cuando en el Centro Cultural Chacao, bajo la curaduría de Enrique Fernández-Shaw, se montó “Sentados en una tradición. Las mecedoras de Vestuti, origen y evolución”, merecido homenaje a Emile Vestuti (1927-1998), otro de los protagonistas en la historia del diseño en nuestro país, desde que en 1949 llega por primera vez proveniente de los Estados Unidos contratado por la empresa Decodibo, donde durante un año trabajó en la creación de sillas, mesas, gabinetes y camas y dejó para la posteridad un clásico entre nuestros asientos: la mecedora “Easy Rocker” (1989), hecha con madera de capure y comercializada por la ya desaparecida Casa Curuba, otro centro de referencia creado con el objetivo de fomentar y comercializar lo mejor de la artesanía del país.
Aunque la actividad museística vinculada al diseño industrial en cierta forma ha sido compartida desde 1997 por el Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz-Diez (donde hasta comienzos del presente año, por ejemplo, estuvo montada la exposición “Muebles: hombre, espacio y objeto” organizada por la firma Modusistema) y por algunas salas privadas, no estaría de más añadir y destacar la labor divulgativa que desde 2009 lleva adelante Elina Pérez Urbaneja a través del blog “Diseño en Venezuela”.

La silla y su diseño mantiene plena vigencia ya no tanto como la búsqueda del cumplimiento estricto de una función o, al menos, representación de la misma, sino como simple conductor de significados desprovisto de cualquier responsabilidad aleccionadora. Y aunque su valor simbólico hoy en día trasciende a su función no cabe la menor duda, como diría Alberto Sato, de que “en la sociedad urbana … la posición más frecuente es la de estar sentado, y para ello no hay nada mejor que una silla”. Si nos interesa saber cómo ello se manifiesta hoy en nuestro país nada como haber visitado la exposición “NoMATERIA. Construir el futuro. Diseño Industrial en Venezuela” (correspondiente a su cuarta edición, la primera fue lanzada el 29 de junio de 2011 coincidiendo con el Día Mundial del Diseño Industrial), montada en 2018 (proveniente del Pratt Institute) en el Centro de Arte Los Galpones bajo la curaduría de Ignacio Urbina Polo (https://issuu.com/nachourbina/docs/nomateria-2012-2017_ef2587b2871d38). Si queremos conocer aún más de su historia recomendamos ampliamente Chairs. Historia de la silla, libro de Anatxu Zubalbeascoa (2018), editado por Gustavo Gili.
ACA
Procedencia de las imágenes
1. Revista ESPACIO, nº 2, mayo-junio 1988
3. https://issuu.com/nachourbina/docs/nomateria-2012-2017_ef2587b2871d38 y https://ggili.com/chairs-historia-de-la-silla-libro.html