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VALE LA PENA LEER

Ciudades policéntricas: un viejo concepto como futuro urbano pospandémico

Camilla Ghisleni

Unidades de Vizinhança en Brasília

Traducción: Mónica Arellano

5 de febrero de 2021

Tomado de Plataforma Arquitectura

El año 2020 trajo consigo un torbellino de desafíos que pusieron bajo control muchos aspectos de la vida cotidiana. Marcados por la pandemia, todos necesitamos, de alguna manera, reinventarnos para resistir este momento único. Con la ciudad, no fue diferente. Covid-19, así como otras enfermedades infecciosas (como la peste negra y la gripe española, entre otras) abrieron la relación entre su proliferación y urbanización. Un análisis fácil de realizar cuando los datos muestran que la propagación del virus ha sido mucho mayor en los grandes centros urbanos.

En este sentido, la crisis de salud ha suscitado discusiones sobre el modelo de urbanización al que están sometidas nuestras ciudades, un modelo de aglomeraciones dispersas que prioriza la movilidad a través de los vehículos de motor. Wilson Ribeiro dos Santos, profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la PUC -Campinas- en un artículo elaborado en alianza con Sidney Piocchi Bernardini y Gabriela Celani, afirma que este modelo de urbanización en el que el comercio y los servicios se concentran en el centro de la ciudad, mientras que en la periferia se ubican áreas estrictamente residenciales y condominios cerrados, terminó acelerando la propagación del virus, ya que personas de todos los puntos de la ciudad necesitan viajar diariamente al mismo lugar, donde trabajan, estudian, van al médico, etc.

En contraste con este modelo, investigadores y académicos han considerado las posibles alternativas para la ciudad pospandémica y cómo podemos aprovechar esta situación para recrear espacios más justos y humanos. En esta línea de pensamiento, surgieron algunos conceptos urbanos interesantes (como ciudades policéntricas o “ciudades de 15 minutos”). Ambos conceptos abordan principalmente la reducción de los desplazamientos creando pequeñas comunidades que ofrecen servicios básicos para la vida diaria.

Con respecto al modelo policéntrico de ciudades, el mismo artículo mencionado anteriormente presenta un estudio muy reciente, publicado en bioRxiv1, que explica cómo la contaminación entre los individuos es mucho más lenta en las ciudades que siguen este modelo, ya que la mayoría de sus habitantes no tiene que pasar por los mismos sitios de concentración todos los días. Según el artículo, debido a que no utilizan el mismo transporte público, en este caso, la mayoría ni siquiera dependen de este modo porque pueden ir a pie o en bicicleta al trabajo, al colegio, a la unidad básica de salud o al comercio local. En otras palabras, al reducir la necesidad de viajes largos, no solo se reduce la circulación del virus, sino que también se fortalecen las comunidades y las economías locales. Este modelo también refuerza las relaciones de vecindad, que, como señalan los autores del artículo, es de suma importancia cuando nos enfrentamos a situaciones como la actual, en la que necesitamos cooperación y cuidado.

El artículo trae otro punto positivo en las múltiples centralidades que es la viabilidad de utilizar medios de transporte activos, como caminar y andar en bicicleta, propios o compartidos, evitando la necesidad de aglomeración en el transporte público y contribuyendo también a la reducción de comorbilidades como obesidad, presión arterial alta y diabetes, tres factores agravantes para los pacientes infectados con Covid-19.

El concepto de “ciudades de 15 minutos”, a su vez, trae ideas similares a las llamadas policéntricas, ya que significa una estrategia para incentivar el desarrollo de pequeñas comunidades autosuficientes, donde los servicios básicos están disponibles en menos de 15 minutos. La capital francesa, París, es un exponente de esta táctica, que fue incluso uno de los pilares de la campaña política de la reelegida alcaldesa Anne Hidalgo. Como trata un artículo publicado por ArchDaily, la estrategia “ville de quart d’heure” busca transformar la capital en barrios más eficientes para reducir la contaminación y crear áreas social y económicamente diversas.

Estratégia Paris «Ciudad de 15 minutos»

Más cerca de nuestra realidad, es posible ver en São Paulo una iniciativa independiente muy similar llamada “São Conexões”. A través del portal São Paulo São, sus creadores buscan promover la diversidad y el crecimiento de las empresas locales, fomentando la economía creativa a través del intercambio de servicios entre vecinos. De esta forma, los habitantes de la ciudad pueden encontrar todo lo que necesitan en los alrededores y en tan solo 15 minutos a pie. Una iniciativa interesante y muy prometedora que alinea la ciudad de São Paulo con estrategias urbanas reconocidas internacionalmente.

Estratégia Paris «Ciudad de 15 minutos»

Sin embargo, estas tácticas urbanas que representan a las pequeñas comunidades creando relaciones autosuficientes, también pueden verse como una especie de reanudación del concepto de unidades vecinales, sobre las cuales tenemos cierto apoyo para comentar ya que Brasilia (a pesar de la discrepancia entre diseño y construcción) es un ejemplo de esto.

Pero, antes de que Lúcio Costa se apropiara del término y lo hiciera especialmente popular entre todos los entusiastas de la arquitectura y el urbanismo en Brasil, Clarence Perry lo acuñó en 1920, diseñando un modelo de ciudad que tenía como primer objetivo priorizar a los peatones. Su idea original preveía la creación de urbanizaciones autónomas que cubrieran todas las necesidades básicas de los vecinos, con los desplazamientos realizados en pocos minutos. El crecimiento de la industria automotriz interrumpió la realización de sus planes, sin embargo, el concepto de “unidad vecinal” continúa aplicándose y discutiéndose hasta el día de hoy.

Cabe mencionar que se trata de una estrategia urbanística que también permite un paralelo con las comunidades autónomas de las Ciudades Jardín de Ebenezer Howard, concebidas a finales del siglo XIX. Si bien su principal motivación fueron las pésimas condiciones de vida urbana derivadas de la superpoblación, provocada por la migración del campo, su idea de autosuficiencia y conectividad entre cada comunidad tiene mucho que ver con los conceptos actualmente en boga.

En relación con nuestro ejemplo brasileño, 40 años después de que Perry acuñara el término, Lúcio Costa plantea el concepto de unidades vecinales a través del diseño de supercuadras, un sistema que personifica mucho de lo que se ha discutido sobre ciudades policéntricas o “ciudades de 15 minutos”.

Diseñado con aproximadamente 300×300 metros y enmarcado por una amplia franja arbolada, los súper bloques estarían compuestos, además de las residencias, por instalaciones convenientes, como escuela primaria, lavandería, etc. “Entalados” –adjetivo que el propio Lúcio Costa utiliza al describir el proyecto- entre las vías de servicio y las ubicaciones del eje vial-residencial y separando las manzanas, son los centros vecinales con “mercado, carnicería, ventas, fruterías, ferreterías, etc.»

En la asociación de súper escuadrones se constituyen unidades vecinales, presentando un repertorio completo de equipamiento básico. Lamentablemente, solo cuatro cuadras siguen al pie de la letra el plan de Lúcio Costa, lo que no permite analizar directamente la relación entre la propagación del virus y la configuración de las unidades vecinales.

De todos modos, este regreso al pasado sirve para darnos cuenta de cómo algunos conceptos vagan en el tiempo y se pueden aplicar siglos después, reforzando la idea de que el futuro, muchas veces, parece repetir el pasado. Ya sea a través de comunidades ajardinadas autónomas utópicas o mediante un modelo urbano modernista, las lecciones que nos trae la historia emergen en nuestro presente incierto y desafiante haciéndonos reflexionar sobre la importancia de repensar nuestras ciudades e incluso, repensar cómo podemos fortalecer nuestras relaciones como comunidad, respetando el medio ambiente y los espacios que llamamos hogar.

Asa Sur de Brasília

La pandemia ha demostrado ser un experimento urbano sin precedentes que repercute en la forma en que vivimos y construimos las ciudades, aportando lecciones que deben tenerse en cuenta no solo frente a una crisis de salud, sino a diario.

ACA

A PROPÓSITO DE LOS 60 AÑOS DE BRASILIA

1. Brasilia. Explanada de los Ministerios en construcción, 1958

El pasado 24 de abril, hace justo un mes, Brasilia, la flamante capital de Brasil, celebró su 60 aniversario. Desde su inauguración en 1960, copó la atención mundial por la proeza de haber sido construida en sólo 41 meses de trabajo (las obras se habían iniciado el 23 de octubre de 1956 y quedaron registradas por el fotógrafo franco-brasileño Marcel Gautherot a través de unas extraordinarias imágenes), y por el hecho de que se trataba de una propuesta que recogía buena parte de los postulados urbanísticos impulsados por la Carta de Atenas (1933) que lograban cobrar vida tras la decisión trascendental de fundar la capital de una nación en pleno siglo XX comenzando desde cero.

Planteada ya en 1823 por José Bonifácio de Andrada e Silva quien además propone Brasila como denominación, la creación de una nueva capital en el interior del país buscaba equilibrar la distribución poblacional y el desarrollo urbano que se concentraba fundamentalmente en la costa. Esta idea de larga data comenzó a concretarse a partir del 30 de septiembre de 1956, con la publicación del aviso público en la Gaceta Oficial Federal, firmado el 19 de ese mismo mes, para el «Concurso Nacional del Plan Piloto para la Nueva Capital de Brasil», según lo determinado por el presidente Juscelino Kubitschek, pieza fundamental en que este sueño se llevara a cabo, quien gobernó su país entre 1956 y 1961.

2. Juscelino Kubitschek (izq.) y Lúcio Costa (der.) en Brasília, 1957

Kubitschek, electo presidente en los comicios celebrados el 3 de octubre de 1955 y juramentado el 31 de enero de 1956, casi sin perder tiempo (sólo el necesario para que su equipo de profesionales y asesores determinara la localización definitiva de la ciudad en la meseta central y preparara toda la información de apoyo que debía entregarse a los participantes), nombra al licenciado en Ciencias y Letras, médico y oficial del ejército Ernesto Silva como Presidente de la Compañía Urbanizadora da Nova Capital do Brasil, quien firma el aviso-convocatoria y a la vez se encarga de coordinar la elaboración de las bases del concurso. En ellas se exponía toda la información necesaria para llevar a cabo las propuestas de la nueva ciudad así como los requisitos y condiciones de entrega, los cuales fueron complementados por otro documento firmado por Oscar Niemeyer, a la sazón Director del Departamento de Urbanismo y Arquitectura de la Compañía Urbanizadora, que daba respuesta a las consultas formuladas por los competidores en aspectos claves como: vientos dominantes, conexión a través de vías férreas y autopistas, número de ministerios, densidad (máximo 500.000 habitantes), escalas de presentación (reafirmando que el Plano Piloto debería entregarse a escala 1:25.000, pudiendo estar acompañado de detalles del mismo a la escala que los concursantes consideren), y libertad en la presentación de los trabajos donde se podrá “usar color”.

Abiertas las inscripciones diez días después de publicado el aviso, dado un lapso de quince días para la inscripción de los participantes a partir de ese momento y de 120 días para presentar las propuestas desde la fecha de apertura de las inscripciones, finalmente se presentaron 26 trabajos. El jurado, encabezado por Ernesto Silva (Presidente de la Compañía Urbanizadora da Nova Capital do Brasil), compuesto por: dos representantes de la mencionada Compañía, uno del Instituto de Arquitectura de Brasil, uno del Club de Ingeniería y dos urbanistas extranjeros (traducidos en las figuras de Luiz Hildebrando Horta Barbosa, Oscar Niemeyer, André Sive, William Holford y Stamo Papadaki), luego de escuchar de forma oral los planteamientos de los equipos concursantes, de un grupo de cuatro finalistas, elige el 15 de marzo de 1957 como ganadora la propuesta presentada por el arquitecto y urbanista Lúcio Costa, quien posteriormente eligió como sus colaboradores principales a Oscar Niemeyer para todo lo relacionado con la arquitectura y Roberto Burle Marx para el diseño de las áreas verdes exteriores y el paisajismo. Como se verá entre el inicio de los trabajos fechado el 23 de octubre de 1956 y el día en que se da el veredicto transcurrieron 5 meses en que la ciudad aparentemente se había empezado a construir sin un proyecto preciso.

3. Propuesta ganadora del concurso para el Plan Piloto de Brasilia, Lúcio Csta, 1956

Los entretelones del concurso dejan ver a las claras los criterios de selección y las características fundamentales del trabajo ganador y, en consecuencia, el origen de gran parte de los problemas que a través de los años ha enfrentado el desarrollo y poblamiento de Brasilia.

Para empezar, el jurado guió sus deliberaciones con base en la consideración de que “una CAPITAL FEDERAL, diseñada para expresar la grandeza de una voluntad nacional, DEBE SER DIFERENTE DE CUALQUIER CIUDAD DE QUINIENTOS MIL HABITANTES”. La Capital debe ser una ciudad funcional y “también debe tener su propia expresión arquitectónica. Su característica principal es la función de gobierno. Todas las demás funciones se agrupan a su alrededor y, para ello, todo converge. Las unidades de vivienda, las unidades de trabajo, los centros de comercio y descanso están integrados en todas las ciudades, de manera racional entre ellos.  En una capital, tales elementos deben estar orientados, ‘además, hacia el propio destino de la ciudad: la función gubernamental’ ”, clara declaración de que los trabajos serían observados teniendo los planteamientos provenientes de la Carta de Atenas como lentes de aumento. Así, “El jurado trató de examinar los proyectos; inicialmente, bajo el plan funcional, y luego, desde el punto de vista de la síntesis arquitectónica”. Más adelante se aclarará más aún qué se buscaba al argumentarse que, terminado el examen, “el jurado intentó encontrar una concepción que presentara unidad y diera grandeza a la ciudad, debido a la claridad y jerarquía de los elementos. En opinión de sus miembros, el proyecto que mejor integra los elementos monumentales en la vida cotidiana de la ciudad, como Capital Federal, que presenta una composición coherente, racional y de esencia urbana, una obra de arte”, lo cual encontraron “en el proyecto número 22 (veintidós) del Sr. LÚCIO COSTA”.

En cuanto a la propuesta ganadora, Costa confiesa en su exposición hecha ante el jurado que: “No tenía la intención de competir … Asisto, no como un técnico debidamente equipado, ya que ni siquiera tengo una oficina, sino como un simple ‘maquis’ del urbanismo, que no tiene la intención de continuar desarrollando la idea presentada, si no eventualmente, como un simple consultor. (…) La liberación del acceso al concurso redujo la consulta a lo que realmente importa, es decir, al diseño urbano de la ciudad misma, (que) no será … el resultado de la planificación regional, sino la causa: su fundación dará lugar a un mayor desarrollo planificado de la región. Es un acto deliberado de posesión, un gesto de significado aún pionero, en la línea de la tradición colonial. Y lo que se pregunta es cómo … se debe concebir una ciudad así”.

Esta confesión de Costa se traduce justamente en la manera como explica el nacimiento de la propuesta, su definición y su resolución, redactada a través de 23 puntos acompañados de esquemas y gráficos sencillos, siendo el primero el que se ha publicitado con tanta frecuencia: la solución “nació del gesto principal de alguien que marca un lugar o lo toma: dos ejes que se cruzan en ángulo recto, es decir, el mismo signo de la cruz”, que abre el camino a asuntos tales como: la adaptación a la topografía; las consideraciones viales en las que se eliminan los cruces y se jerarquizan las vías siempre teniendo el automóvil como protagonista; la segregación funcional de acuerdo a los dos ejes principales de ordenamiento de la ciudad; la determinación de los espacios públicos fundamentales personificados por el peso que cobra la Plaza de los Tres Poderes; el abordaje al problema residencial y la aparición de las “supercuadras” y su disminución de tamaño de acuerdo a la gradación social; la proposición de los límites de la ciudad utilizándose el recurso de construir un lago artificial; para finalmente lanzar una propuesta acerca de cómo deben parcelarse y venderse los terrenos.

4. Bocetos conceptuales presentados por Lúcio Costa como parte de la entrega de la propuesta ganadora del Plan Piloto de Brasilia, 1956

“En resumen -dirá Costa-, la solución presentada es fácil de entender, ya que se caracteriza por la simplicidad y claridad del riesgo original, que no excluye, como hemos visto, la variedad en el tratamiento de las partes, cada una concebida de acuerdo con la naturaleza peculiar de la función respectiva, lo que deriva en la armonía de requisitos de aspecto contradictorio. Y así, siendo monumental, también es cómoda, eficiente, acogedora e íntima. Y, al mismo tiempo, dispersa y concisa, bucólica y urbana, lírica y funcional. El tráfico de automóviles continúa sin intersecciones, y el terreno se restaura, en una medida justa, a los peatones. (…)  Brasilia, capital del aire y la carretera; ciudad parque. Sueño secular del patriarca”.

Para no pasar por alto este importante onomástico nos ha parecido procedente, además de recordar la manera como se seleccionó y desarrolló el Plan Piloto de Brasilia, rescatar dos textos elaborados en dos momentos muy distintos y con miradas bastante diferentes por dos jóvenes arquitectos.
El primero corresponde a Oscar Tenreiro quien recién egresado en 1960 de la Escuela de Arquitectura de la UCV y a sólo un año de su inauguración, en mayo de 1961, visita Brasilia desde Santiago de Chile, donde era becario, cursaba estudios de postgrado, se casa por primera vez y está a la espera de su primer hijo.

Ya dos años antes Tenreiro había estado en Santiago junto a Gonzalo Castellanos como delegados estudiantiles en el II Congreso Panamericano de Estudiantes de Arquitectura (que comenzaría el 20 de Septiembre de 1958) y de este viaje, que le sirvió para visitar además Buenos Aires, Montevideo, Porto Alegre, Santa María y Río de Janeiro (muy bien relatado en la entrega nº 6 de “Todo llega al mar” aparecida en el blog Entre lo cierto y lo verdadero del 8 de septiembre de 2008), rescata su “contagio” con la actitud intelectual de Castellanos y la adquisición (al igual que él) de una máquina de escribir Olivetti, que lo acompañaría en su segundo traslado a Santiago y le permitiría recoger sus impresiones del viaje que realizara a Brasilia, cuando despertaba su otra vocación firme: la escritura.

5. Dos de las páginas del artículo «Reflexiones sobre Brasilia» publicado por Oscar Tenreiro en la revista Punto nº 4, noviembre 1961

Justamente es en Santiago y con su Olivetti donde Tenreiro escribe no sólo cartas, sino también «Reflexiones sobre Brasilia» su “primer ensayo corto para enviarlo a Caracas con el fin de publicarlo en la revista Punto que se editaba en mi Escuela”. Episodio que, recogido en este caso en el nº 10 de “Todo llega al mar”, aparecido en el blog ya señalado el 6 de octubre de 2018, hoy ve como importante porque con veintidós años “por primera vez traté de expresar con mis palabras, que se referían a mis puntos de vista, imperfectos y adolescentes como podían ser, lo que la vivencia de la arquitectura y la ciudad me sugería. Y ahora cuando releo lo escrito, que apareció en el número (4) de Noviembre de ese mismo año, me resulta interesante ver cómo el deseo de expresar una inquietud, de preguntarse en voz alta ante otros –en parte la razón para escribir– produjo líneas que si bien hoy redactaría de otra forma diciendo mis razones con menos dudas, puedo sin embargo suscribir sin ruborizarme:

…Pero el aspecto “Brasilia Realización” es diferente al “Brasilia Espíritu”. Si podemos dudar de los principios que le dieron origen, no podemos negarle valor a una obra que ha tomado forma gracias al esfuerzo común…Brasilia siempre permanecerá como una respuesta concreta a una necesidad concreta…La arquitectura de Niemeyer es lo que le da un sentido especial a Brasilia…me inclino a creer que Brasilia perdurará en la Historia, más como una realización de nuestro siglo, como un ensayo, que como un ejemplo que inicie caminos nuevos. Y si hay algo que impedirá que el tiempo la opaque demasiado, será la arquitectura de Niemeyer, que ha conseguido darle unidad y coherencia a una estructura urbanística que desconcierta, entusiasma y a veces decepciona.

A la interesante dualidad “Brasilia Espíritu-Brasilia Realización” que separa con nitidez lo cuestionable de su urbanismo de su rescatable arquitectura, quisiéramos sumar otra: “Brasilia Proyectada-Brasilia Habitada”, que otro bisoño arquitecto, en este caso el argentino Mauricio Waisman (quien hoy ejerce en la ciudad de Mendoza como director del estudio Síntesis), construyó cuando aún era estudiante a través de un excelente ensayo fotográfico dando pie a la publicación digital titulada BRASILIA: La Fallida Tierra de Nunca Jamás donde “se intenta reflexionar -haciendo uso del modelo literario de ‘introducción, nudo y desenlace’- acerca de la relación que existe entre las maravillas arquitectónicas de la ciudad y la realidad social de quienes la habitan.”

6. Portada de la publicación digital BRASILIA: La Fallida Tierra de Nunca Jamás de Mauricio Waisman
7. Imágenes de la publicación digital BRASILIA: La Fallida Tierra de Nunca Jamás de Mauricio Waisman

Tal y como Waisman expresa en https://ar.linkedin.com/in/mauriciowaisman, “El libro está dividido en dos partes: la CIUDAD PROYECTADA y la CIUDAD HABITADA. Cada una está precedida de un prólogo escrito por la Dr. Arq. Zaida Muxí Martinez. Ninguna tiene jerarquía sobre la otra. No hay ciudad sin habitantes, ni habitantes sin ciudad. El libro busca reflejar esto: hay dos posibles lecturas de la historia. No hay tapa y contratapa. Hay dos comienzos. Dos realidades. Dos Brasilias (…). El proyecto comenzó en Octubre de 2010 con la documentación de la ciudad, para luego convertirse en la muestra homónima inaugurada en Setiembre de 2011 en el Espacio Contemporáneo de Arte de Mendoza y en ANÓNIMOS, inaugurada en Setiembre de 2012 en el Ministerio de Cultura de la Provincia en el marco de la semana de Brasil en Mendoza”. El libro puede ser consultado y descargado en https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-262852/brasilia-la-fallida-tierra-de-nunca-jamas.

Los problemas enfrentados por Brasilia desde su creación son harto conocidos: el carácter exageradamente abstracto del trazado; la poca consideración de la escala humana privilegiando la monumentalidad de sus espacios y acento plástico de los edificios más emblemáticos; el predominio de criterios de índole funcional donde el énfasis en lo vehicular a nivel individual terminó colocándolo por sobre lo colectivo, dificultando el desplazamiento peatonal y el adecuado funcionamiento del transporte público; y la poca previsión en cuanto a su crecimiento más allá de lo contemplado por el Plano Piloto que desbordó cualquier estimación inicial alcanzando hoy su área metropolitana más de tres millones de habitantes (seis veces más que los 500.000 establecidos por las bases del concurso), ubicados en su gran mayoría en suburbios y zonas no planificadas, pasándose de una estimación inicial de 100 habitantes por kilómetro cuadrado a la actual de 520. Se trataba de una ciudad ideada como una maqueta perfecta para ser vista desde el aire a la que, luego de ser habitada por hombres de carne y huesos, el tiempo le ha inyectado una dosis de realismo para la cual no estaba preparada. O como diría Zaida Muxí: “En esta ciudad desaparece el ser humano sobrepasado por la dimensión espacial y temporal de la máquina. Una apuesta por una modernidad que ambiciona la igualdad y que, tal vez sin darse cuenta, construye la segregación y desigualdad.” O, en otro momento, “La ciudad es habitada diariamente de una manera diferente a como fue proyectada. Las regiones que circundan el plan piloto forman un todo sin solución de continuidad, son barrios hechos a mano en los que la gente se ha construido, como en tantas otras ciudades, su hábitat”, citas que permiten ubicar en su justo sitio la ciudad que ha sido distinguida en 1987 como la única urbe del siglo XX que es Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. https://www.archdaily.com/303639/the-construction-of-brasilia-photos-by-marcel-gautherot?ad_medium=gallery

2. https://saopaulosao.com.br/conteudos/colunistas/4972-bras%C3%ADlia,-60-anos-a-urbanidade-e-o-caminhar-na-capital-brasileira-2.html

3 y 4. https://concursosdeprojeto.org/2010/04/21/plano-piloto-de-brasilia-lucio-costa/

5. Revista Punto, nº 4, noviembre 1961

6 y 7. https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-262852/brasilia-la-fallida-tierra-de-nunca-jamas

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 167

Brasilia, “capital de la esperanza” como la bautizó André Malraux, que como se sabe fue construida desde cero en una extensa meseta en la zona sureste del estado de Goiás en el centro de Brasil, fue desarrollada basada en el “Plan Piloto” elaborado por Lúcio Costa como resultado de ser el ganador del concurso promovido por el presidente Juscelino Kubitschek para tal fin en 1957. El 23 de octubre de 1956, año en que Kubitschek asume la presidencia (que ejercerá hasta 1961 luego de ser gobernador de Minas Gerais entre 1951 y 1955), marca el inicio de su construcción y el 21 de abril de 1960, tras 41 meses de trabajo, la ciudad fue inaugurada al quedar completada buena parte de su infraestructura, gracias al apoyo político y financiero otorgado desde la presidencia de la república. Correspondió, como también se sabe, a Oscar Niemeyer amigo cercano de Costa, diseñar la mayoría de los edificios públicos y a Roberto Burle Marx buena parte del paisajismo.

1. Plan pilo de Brasilia donde se indica la ubicación de las delegaciones diplomáticas

Vale destacar, con relación al tema que hoy nos ocupa, que dentro del “Plan Piloto” de Brasilia, Costa previó con toda claridad para localizar las delegaciones diplomáticas de los diferentes países un sector importante ubicado al suroeste de la ciudad, entre la arteria L-2S (paralela al Eje Rodoviario Sur) y la avenida De Las Naciones, próximo a la Plaza de los Tres Poderes (remate del eje urbano principal) y a la Catedral, y colindante con el lago Paranoá hacia el cual se produce un ligero declive. La lotificación prevista contemplaba parcelas rectangulares iguales de 250 x 100 mts (25.000 m2 o lo que es lo mismo dos hectáreas y media), a ser repartidos entre los gobiernos de los diferentes países. Así, el privilegiado barrio diplomático estaría servido por un eje transversal al eje monumental, y se encontraría próximo a los ministerios y los clubes deportivos. Se abría, por tanto, la posibilidad de convertir la zona en un verdadero laboratorio que permitiría darle cabida a múltiples variantes de una tipología muy alejada a la de la mayoría de las viviendas del “Plan Piloto”, limitada a los bloques de las “supercuadras”, tomando en consideración que las variables urbanas del elegante barrio establecían un 40% de ocupación y una altura máxima de tres plantas.

No cabe duda que el compromiso de proyectar una embajada significa toparse muy rápidamente con el tema de la representatividad de un país y la imagen que el mismo desea proyectar a los ojos del mundo y en particular de la nación que funge de anfitriona. Surge como oportunidad única, también, para que el arquitecto muestre su capacidad de interpretar tal compromiso y para dar cabida al debate siempre vigente entre tradición y modernidad, matizado por las condiciones del lugar donde le tocaría diseñar y sus variables ambientales. Se nos antoja que, salvando las distancias, se podría asemejar al compromiso que se plantea cuando se debe diseñar un pabellón para una feria internacional pero con la particularidad de que priva, para el caso de una embajada, la condición de permanencia por sobre el carácter efímero que es propio de las edificaciones expositivas.

2. Algunas de las sedes diplomáticas de los Estados Unidos en diferentes partes del mundo. Arriba izquierda: Atenas (Walter Gropius & TAC, 1959). Arriba derecha: La Habana (Harrison y Abramovitz , 1958). Centro izquierda: Oslo (Eero Saarinen, 1959). Centro derecha: Montevideo (I.M. Pei, 1969). Abajo: Caracas (Gunnar Birkerts,1989-1996).

Siguiendo esta línea discursiva el diseño de la sede de una representación diplomática debería convertirse para todo proyectista en oportunidad única para trascender los aspectos meramente funcionales que sin duda delimitan su programa. Ello se pone en evidencia si se toma como referencia, por ejemplo, la manera como los Estados Unidos y su Secretaría de Estado fueron asumiendo este reto entendido como política y buscando la mayor calidad proyectual posible, conscientes de su condición de máxima potencia fundamentalmente después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. En tal sentido, no es casual el que dicho país haya encomendado, por citar algunos casos, a Walter Gropius y The Architects Collaborative Inc. (TAC) en 1959 el diseño de su embajada en Atenas, a Eero Saarinen las sedes diplomáticas de Oslo (1959) y Londres (1960), a Harrison y Abramovitz la de La Habana (1953), a Edward Durrel Stone la de Nueva Dehli (1954), a Richard Neutra la de Karachi (1955), a Marcel Breuer la de La Haya (1958), a John Johansen la de Dublín (1959), a Jose Lluis Sert la de Bagdad (1955-69), a I.M. Pei la de Montevideo (1969), a Gruen Associates (César Pelli/ Norma Merrick Sklarek) la de Tokio (1976) y a Don Hatch primero (1959) y Gunnar Birkerts después (1989-1996) las dos sedes que ha tenido en Caracas (habiendo Birkerts diseñado sin que se construyera la de Hensinki en 1975), dándose el caso de la puesta en marcha más recientemente de una renovación de la imagen y presencia del país en Londres y Brasilia, correspondiendo a Kieran Timberlake y el Studio Gang Architects, respectivamente, ser los proyectistas de lo que algunos tildan como “la revolución arquitectónica de las nuevas embajadas de los Estados Unidos”. De este amplio abanico bien se podría adelantar un estudio que permita auscultar la manera cómo los temas que hemos esbozado constituyen un asidero importante a la hora de plasmar una imagen representativa y en definitiva qué se privilegia.

Otro tema de interés sería no sólo el relacionado al reto de visualizar el diseño de un edificio que podría obedecer a un patrón tipológico determinado, sino el hacerlo en una ciudad totalmente nueva, dentro de un barrio predeterminado para un uso exclusivo, contándose además con la presión adicional de hacerlo “compitiendo” con las impactantes edificaciones públicas diseñadas por Niemeyer, respondiendo a una geografía y clima severos y ubicándose cronológicamente en plena posguerra, momento en el que, pese a todos los mensajes que emitía la novedosa ciudad, se cuestionaban los postulados canónicos del Movimiento Moderno.

Dentro de este panorama, muchos países asumieron los proyectos y construcción de sus respectivas embajadas en Brasilia como un importante compromiso (dignos a su vez de otro estudio particularizado), una vez que el gobierno brasilero empezó a partir de 1960 a destinar los diferentes terrenos (identificados primero por cuadra y luego por lote), pertenecientes al sector de las embajadas, dando como resultado una serie de edificios que muestran las diferentes orientaciones arquitectónicas internacionales de aquellos años, que ofrecieron variadas respuestas a los estímulos creativos y conceptuales planteados por la nueva ciudad. Este heterogéneo conjunto realizado entre 1960 y 1975 ofrece diferentes vías de evolución y experimentación de la arquitectura moderna, en el momento en el que estaba siendo cuestionada, y comenzaban a explorarse nuevos caminos arquitectónicos.

3. Sedes diplomáticas en Brasilia. Arriba izquierda: propuesta de los Smithson para el Reino Unido (no construida). Arriba derecha: Alemania (Hans Scharoum). Abajo: Francia (a la izquierda, anteproyecto presentado por Le Corbusier y a la derecha vista exterior del edificio construido según las directrices corbusianas por Guillermo Jullian de la Fuente)

De esta manera, vale la pena señalar cómo “las legaciones más expeditas en levantar sus cancillerías y residencias fueron las de Yugoslavia y Checoslovaquia. Les seguirían Japón, Bélgica e Irán” dando paso posteriormente a la aparición de proyectos emblemáticos como los realizados por Le Corbusier, Alison y Peter Smithson y Hans Scharoum, quienes diseñarían las sedes diplomáticas de Francia, Reino Unido y Alemania, respectivamente, tal y como señala José Javier Alayón en “Arquitecturas extranjeras en Brasilia. Le Corbusier, A&P Smithson y Scharoun en el paisaje moderno suramericano”, artículo aparecido en Arquitectura Revista, vol.8, nº 1, año 2012. A Le Corbusier (quien había descartado previamente diseñar la embajada de Suiza, su país de origen) lo sorprende la muerte en el proceso de desarrollo de la propuesta francesa, por lo que toma las riendas para terminarla su discípulo y jefe de taller Guillermo Jullian de la Fuente, introduciendo importantes cambios. Los Smithson sufrirán el desaire a que los sometió en gobierno británico impidiéndoles llevar a feliz término su experiencia y la sede proyectada por Scharoun se yergue aún dignamente en la capital brasileña.

4. Sedes diplomáticas en Brasilia. Arriba izquierda: República Checa (Filsak, Srámek, Louda y Bubenicek, 1965-74). Arriba derecha: Italia (Pier Luigi Nervi, 1969). Centro arriba: Holanda (Henrique Mindlin, 1964). Centro abajo: México (Teodoro González de León, 1973). Abajo: España (Rafael Leoz, 1972)

No son menos importantes e igualmente dignos los edificios proyectados por Pier Luigi Nervi para Italia (1969); McLeod and Ferrera para los Estados Unidos (1961, ampliado posteriormente -1972- por Henningson, Durham y Richardson); Henrique Mindlin (Australia y Holanda, 1964); Wilson Reis Netto (Senegal, 1962); Filsak, Srámek, Louda y Bubenicek (Checoslovaquia, 1965-74); Nikolai Fikoff (Bélgica); Crousse & Paez (Perú); Thompson, Bewick, Pratt & Bogue (Canadá); Teodoro González de León (México, 1973); HPREC (Grecia); y los proyectos no construidos de Rafael Viñoly (Argentina), Bahram Shirdel (Irán) y Vilela & Gordon (Portugal), según nos aporta también Alayón. Cabría destacar particularmente el poco reconocido trabajo llevado a cabo por Rafael Leoz quien proyecta y construye la embajada de España (1972).

5. Sedes diplomáticas en Brasilia. Arriba izquierda: Colombia (César Barney,1977-81). Arriba derecha: Argentina (Estudio M/SG/S/S/S -Flora Manteola, Javier Sánchez Gómez, Josefa Santos y Justo Solsona-, 2011). Abajo izquierda: India (Paulo Henrique Paranhos, 2003). Abajo derecha: Noruega (CASACINCO -Boris Madsen Cunha-, 2017

De más reciente data son las sedes de Colombia (1977-81) de César Barney; India (2003) Paulo Henrique Paranhos; Argentina (2011) estudio M/SG/S/S/S (Flora Manteola, Javier Sánchez Gómez, Josefa Santos y Justo Solsona); y Noruega (2017) CASACINCO (Boris Madsen Cunha).

Venezuela, sin contar con una política ni músculo financiero equiparable al de países más estructurados, ha regado sus sedes diplomáticas por el mundo apelando a ocupar edificios existentes. Sin embargo, para cuando se inaugura Brasilia y se le asigna un espacio, el gobierno nacional toma la decisión de encargar en 1960 el proyecto de la embajada venezolana, a través del Ministerio de Obras Públicas (MOP), no sabemos si por contratación o por administración directa, a los arquitectos Francisco Barrios P. (FAU UCV promoción 6/1957) y Leslie Szegedi Graner (FAU UCV promoción 8/1958).
De la reseña publicada en el Boletín Informativo del CIV (1961) hemos podido conocer que el anteproyecto se ubicó en uno de tantos terrenos rectangulares de 250 metros de largo por 100 metros de ancho con que lotificó la zona, con suave pendiente de 8% hacia el lago, poca vegetación, marcado con el número 13 en el plano general concebido por Lucio Costa, colindante con el lote asignado a la representación argentina. También que el Ministerio de Relaciones Exteriores preparó un programa que agrupó la Embajada, el Consulado y la Casa de Habitación del embajador.

6. Anteproyecto para la Embajada de Venezuela en Brasilia. Francisco Barrios P. y Leslie Szegedi Graner. Arriba: fachada principal. Abajo: fachada posterior.

La propuesta contempla ubicar la Embajada y el Consulado con su frente hacia la avenida avenida de Las Naciones, cuya fachada es recogida en nuestra postal del día de hoy. La correcta composición adoptada por los arquitectos, lograda sin apelar a ninguna reminiscencia semántica o histórica sino únicamente a un racionalismo formal signado por la horizontalidad, utilizó una plaza provista de un espejo de agua para separar los edificios solicitados en el programa, facilitando así el acceso peatonalmente desde la avenida.

La Embajada, es la pieza importante del conjunto, se propone tenga 1.635 m2, con una planta baja (con amplias áreas para circulación, exposiciones, recepciones y oficinas para oficiales con vista hacia los jardines), una mezzanina (donde se ubican el hall de acceso al gran comedor y a las oficinas del embajador, las oficinas del embajador y su personal de apoyo, y el gran comedor), un primer piso (con las oficinas de los consejeros de cultura y de comercio, el área de los respectivos apoyos secretariales, así como las dependencias para los agregados aeronáutico, naval y militar); y un segundo piso (que alberga las oficinas de los 1º, 2º y 3º secretarios, sus respectivos apoyos secretariales y los depósitos generales). El edificio del Consulado resuelto en una sola planta, tiene 420 m2 de construcción, con oficinas para el cónsul, vicecónsul, secretarias, archivo, depósito y una biblioteca.

Se propone, además, en un cuerpo separado, un auditorio de 200 m2, el cual tendría ventilación e iluminación a través de su cubierta para evitar el uso de equipos mecánicos.

Por último, se encuentra la Casa de Habitación del embajador, de dos plantas, ubicada separada de los demás elementos del conjunto. La planta alta tendría un hall de entrada, salón, comedor, habitación principal con su vestier-baño, tres dormitorios compartiendo dos baños adicionales y una galería. Se prevé también un área para huéspedes con cuatro dormitorios, dos sanitarios y un hall. Los ambientes de servicio incluyen un pantry, cocina, estar de servicio, cuatro dormitorios, dos baños, lavandería, depósitos de equipaje y bebidas, y un garage. En la planta baja, con acceso a los jardines y vista al lago, un gran salón para recepciones.

Se contempla que el paisajismo del conjunto se desarrollará utilizando especies vegetales venezolanas que puedan adaptarse al clima de la nueva capital de Brasil, tales como: araguaneyes, apamates, chaguaramos, cujíes de jardín, acacias y trinitarias.

El conjunto propuesto para la Embajada de Venezuela en Brasilia tendría en total 3.550 m2 de construcción, incluyendo un estacionamiento techado de 220 m2.
El anteproyecto propone darle tratamiento adicional a 2.500 m2 en los cuales se incluyen los jardines, la plaza principal, la plaza de la bandera, los espejos de agua y el acceso asfaltado.

Dada la importancia internacional del proyecto los arquitectos Barrios y Szegedi solicitaron a la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA) designar una comisión asesora, la cual se constituyó con los arquitectos Guido Bermúdez, como Presidente del SVA, Mario Bemergui, Juan Andrés Vegas, Rino Levi y Roberto Burle-Marx. Para la arquitectura paisajista fueron seleccionados los arquitectos José Miguel Galia y Jimmy Alcock.

7. Ubicación de la Embajada de Venezuela en Brasilia

Aunque sabemos que la dirección postal de la embajada venezolana al día de hoy coincide plenamente con la ubicación para la que Barrios y Szegedi realizaron el anteproyecto, no tenemos certeza de que se haya construido ni mucho menos de cuál y cómo es la edificación que ocupa el predio más allá de información que nos provee Google Earth. Queda planteada la duda acerca de si la única sede diplomática venezolana concebida y proyectada para tal fin de la que tengamos conocimiento quedó en el papel, se descartó o sirvió al menos de guía para lo que finalmente se construyó. A quien posea información mucho agradeceríamos transmitírnosla.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal y 6: Boletín Informativo del CIV , 1961

1, 2, 4, 5 y 6. Tomadas de diferentes páginas de internet.

3. José Javier Alayón, “Arquitecturas extranjeras en Brasilia. Le Corbusier, A&P Smithson y Scharoun en el paisaje moderno suramericano”, Arquitectura Revista, vol.8, nº 1, 2012.

7. Google Earth