Archivo de la etiqueta: Bienales de Arquitectura

TAL DÍA COMO HOY…

23 de febrero de 2017 se dio a conocer el veredicto de la XII Bienal Nacional de Arquitectura (BNA), organizada por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) y montada en la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Central de la Universidad Simón Bolívar.

1. Poster de la XII Bienal Nacional de Arquitectura convocada en octubre de 2016.

Cuando en 1963, por iniciativa del Ministerio de Educación, se crea el Premio Nacional de Arquitectura, le correspondió a la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA) convocar aquel mismo año la Primera Bienal Nacional, evento en cuyo marco se otorgaría el galardón que reconocía tanto la obra más destacada del período como la labor de su autor o autores. De esa manera y durante las siguientes ocho ediciones (realizadas en un lapso de treinta y cinco años), los edificios seleccionados como la mejor obra sirvieron, además, como patente para que sus creadores se alzaran con el Premio Nacional.

2. Carlos Raúl Villanueva, por el conjunto de su obra, obtuvo el Premio Nacional de Arquitectura otorgado en la I Bienal de 1963 por la Sociedad Venezolana de Arquitectos.

Si bien la primera bienal organizada por la SVA premió a Carlos Raúl Villanueva por el conjunto de su obra, desde la segunda de 1965 se escogería una pieza en particular, correspondiéndole a Julián Ferris como diseñador del Edificio de la Aduana de Puerto Cabello (1965) el privilegio de ser el ganador del Premio Nacional de Arquitectura de aquel año.

3. Izquierda: Afiche de la III Bienal de Arquitectura de Venezuela, primera organizada por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) ganada por Tomás José Sanabria diseñador del Edificio del Banco Central de Venezuela. Derecha: Afiche de la VI Bienal de Arquitectura de Venezuela ganada por Carlos Gómez de Llarena, Manuel Fuentes y Moisés Benacerraf proyectistas de la Torre Europa.

La III Bienal de 1967, convocada ahora por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV), que sustituyó a la SVA desde 1966, otorgó el Premio Nacional a Tomás José Sanabria por el Edificio del Banco Central de Venezuela (1965). A partir de la IV Bienal (1971) comenzarían a distanciarse los períodos para otorgar la premiación recayendo en esa oportunidad la distinción en Bernardo Borges, Francisco Pimentel y George Wilkie por el edificio sede del diario El Universal (1969). Así, de forma sucesiva pero intermitente le serían otorgados los Premios Nacionales a José Miguel Galia (V Bienal, 1973) por el edificio sede de Seguros Orinoco (1971); Carlos Gómez de Llarena, Manuel Fuentes y Moisés Benacerraf (VI Bienal, 1976) por la Torre Europa (1975); Felipe Montemayor, Luis Sully, Joseba Pontesta, Etanislao Sekunda, Leopoldo Sierralta y Joaquín Leniz (VII Bienal, 1980) por el Terminal Internacional del Aeropuerto de Maiquetía (1974-1978); y a la División de Arquitectura de la C.A. Metro de Caracas con Max Pedemonte a la cabeza (VIII Bienal, 1987) por el trabajo de infraestructura y recuperación urbana asociado a la construcción de la Línea 1 del Metro de Caracas (1983).

4. La finalización de la VIII Bienal Nacional de Arquitectura de 1987 marcó un punto de inflexión en el desarrollo de este tipo de eventos y el comienzo del otorgamiento desde ese mismo año del Premio Nacional de Cultura, mención Arquitectura, por parte del CONAC.

Será desde 1987, tras la finalización de la VIII Bienal, que se recomendará al Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) el otorgar anualmente el Premio Nacional de Arquitectura en el marco de la designación de los Premios Nacionales de Cultura como una mención dentro de ellos, cosa que asumió favorablemente. De esa manera, se separaría el reconocimiento a toda una trayectoria de la premiación otorgada dentro de las bienales, dirigidas a reconocer una particular obra construida. En ese marco, la IX Bienal realizada en 1998 el ahora denominado “Gran Premio” recaería en la Abadía Benedictina ubicada en Güigüe, estado Carabobo proyectada por Jesús Tenreiro con la colaboración de Salvatore Anzalone, Manuel Delgado Arteaga, Ana Díaz Rodríguez, Luis Ocanto y Ninoshka Ruiz de Bodas (1990).

5. Portadas de los catálogos de la IX y la X Bienales celebradas en 1998 y 2001, respectivamente.

En los once años que separaron una bienal de otra, el CONAC ya había otorgado el Premio Nacional de Cultura, mención Arquitectura, a: Fruto Vivas (1987), Henrique Hernández (1988), Gustavo Wallis Legórburu (1989), Cipriano Domínguez (1990), Jesús Tenreiro Degwitz (1991), Juan Pedro Posani (1992), Jimmy Alcock (1993), Juan Andrés Vegas (1994), Graziano Gasparini (1995), Jorge Romero Gutiérrez (1996), Edmundo Díquez (1997) y Martín Vegas Pacheco (1998), saldándose así una deuda importante con figuras fundamentales en la historia de nuestra arquitectura de la segunda mitad del siglo XX.

Dentro de la irregularidad en la convocatoria a bienales, el año 2001 el CAV llamará a la décima, y el Gran Premio se le dará a la totalidad de los 10 Proyectos presentados para la recuperación y desarrollo de Vargas, elaborados después de la tragedia de 1999, que abordaban diversos problemas a diferentes escalas, llevados a cabo por una amplia gama de instituciones, equipos profesionales y grupos docentes.

De allí, 14 años después, en un intento por normalizar de nuevo la realización de eventos cada dos años la XI Bienal (2014) otorgará el Gran Premio al Centro Nacional de Acción Social para la Música (2011) de Tomás Lugo, seguido de la Restauración patrimonial del Jardín Botánico de Maracaibo de Carla Urbina y María Villalobos (XII Bienal, 2016), la Clínica IDB Cabudare (2018) de Gustavo Adolfo Sánchez Muñoz (XIII Bienal, 2018) y el Conjunto Parque Profesional del Este de Francisco Pimentel Malaussena, Óscar Capiello y Gustavo Luis Legórburu (XIV Bienal, 2024).

6. Avisos promocionales de las Bienales XI (2014), XII (2016), XIII (2018) y XIV (2024).

Por otro lado, desde 1999, con saltos en la periodicidad anual inicialmente respetada, se les ha otorgado el Premio Nacional de Cultura, mención Arquitectura, a: Jorge Castillo Blanco (1999), Joel Sanz (2000), Óscar Tenreiro Degwitz (2004), Jorge Rigamonti (2006), Gorka Dorronsoro (2008), Doménico Silvestro (2010), Domingo Álvarez (2012), Francisco Sesto (2015), José Matamoros (2016-2018), John Stoddart (2019-2020), Américo Faillace (2021-2022) y, recientemente, Domingo Acosta González (2023-2024).

7. Acto de premiación de la XII BIenal Nacional de Arquitectura realizado el 30 de marzo de 2017. En el centro, la arquitecta Carla Urbina.
8. Poster del trabajo Paisajes urbanos botánicos en Maracaibo como escuelas vivas: lecciones desde el jardín botánico de Roberto Burle Marx, entregado a los organizadores de la XII Bienal Nacional de Arquitectura por las arquitectas Carla Urbina y María Villalobos, que sería expuesto en la muestra realizada en la USB.

Pues bien, luego de todo este extenso recorrido nos toca hoy detenernos en la premiación de la XII Bienal Nacional de Arquitectura (convocada en octubre de 2016 bajo el tema “Arquitectura en positivo, compromiso con el país”), ya que justamente el 23 de febrero de 2017 el jurado evaluador, presidido por Marco Negrón (compuesto por dieciséis destacados profesionales y académicos con formación en diferentes campos de la arquitectura y provenientes de varias regiones del país), dio a conocer el veredicto que otorgaba por unanimidad el Gran Premio al trabajo titulado “Paisajes urbanos botánicos en Maracaibo como escuelas vivas: lecciones desde el jardín botánico de Roberto Burle Marx”, presentado por las arquitectas Carla Urbina y María Villalobos, convirtiéndose en la primera ocasión en la que se daba el máximo reconocimiento a un proyecto de restauración patrimonial.

Cabe destacar, también, que en aquella ocasión atendieron a la convocatoria «más de sesenta (60) trabajos, entre proyectos construidos, no construidos, tesis de pregrado, productos de investigación y publicaciones» y «se entregaron premios y menciones honoríficas de quince (15) categorías cuya ubicación de las obras se distribuyó ampliamente en Venezuela, a saber, nueve (9) en Caracas, quince (15) en el interior y uno (1) en el exterior. Ello demostró, como lo dice el veredicto, que ‘la calidad arquitectónica no solo se centra en la capital, pues la mayoría de los reconocimientos están dedicados a obras ubicadas en el interior del país'», de acuerdo a lo publicado en el portal del CAV (https://cav.net.ve/xii-bienal-y-premio-nacional-de-arquitectura-xii-bienal/).

.

9. Localización y vista aérea del Jardín Botánico de Maracaibo.

Antes de comentar el trabajo ganador es necesario saber que el Jardín Botánico de Maracaibo (JBM), inaugurado en 1983, y que curiosamente no se encuentra registrado como obra relevante (que lo era) en revistas y publicaciones de la época, y tampoco se presentó a participar en VIII Bienal de 1987 donde sin duda hubiera tenido una relevante figuración, nace como proyecto a finales de la década de 1970 cuando, con el antecedente de haber trabajado juntos en el proyecto del Parque del Este en Caracas (inaugurado en 1961), el célebre arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle Marx (1909-1994) y el botánico venezolano Leandro Aristeguieta (1923-2012), desde sus respectivas ópticas, unen de nuevo esfuerzos “para la creación de un jardín botánico en pro de la preservación de un tipo particular de ecosistema que se encontraba amenazado. Se trataba del bosque seco tropical, el cual, en aquel momento, por un lado, sufría amenazas botánicas como consecuencia del indiscriminado crecimiento urbano de la ciudad de Maracaibo, mientras por otro lado enfrentaba las consecuencias de una percepción negativa generalizada de la sociedad para con su flora local. (…) Tal situación y preocupación botánico-cultural, claramente expresada por Aristeguieta en Llegó la hora de sembrar cujíes (1980), encontró rápido eco en un Burle Marx, que había dedicado toda una vida a transmitir a través de su trabajo cómo la naturaleza, especialmente la local, ofrece a los ciudadanos la oportunidad de descubrir dimensiones inesperadas de sus propias identidades”, señalarán Carla Urbina y María Villalobos en “Rehabilitación integral del Jardín Botánico de Maracaibo. Recuperación del paisaje cultural como patrimonio, obra de Roberto Burle Marx”, ponencia presentada en la Trienal de Investigación FAU UCV de 2014.

10. Estructura del Jardín Botánico de Maracaibo acorde a las zonas de vida regionales.

Alcanzada la convergencia de intereses y voluntades en cuanto a la importancia de emprender el proyecto, y localizada la zona para la realización del mismo, se busca la necesaria articulación institucional que permitiera su materialización. Es así como en 1973 se consolida la disponibilidad de los terrenos para el desarrollo del JBM, en el corazón de la concentración de bosque seco más importante de la región zuliana, en las proximidades del área urbana de la ciudad de Maracaibo, al suroeste, en la vía que conduce al aeropuerto internacional La Chinita. Ello fue posible gracias a la intermediación del Rotary Club de la capital zuliana y a la primera donación de terrenos realizada por parte de las compañías Shell y Maraven a la recién creada (el 9 de enero de 1973) Fundación Jardín Botánico de Maracaibo (FJBM), una organización sin fines de lucro y presidida en sus orígenes por el doctor Rafael Casas.

11. Arriba: Jardín Botánico de preservación del bosque seco tropical inaugurado en 1983. Abajo: Jardín escuela de horticultura de Latinoamérica en ruinas en 2009.

Una vez que se obtienen los terrenos (los cuales sumarían en total 123 hectáreas), se consolida un grupo de profesionales encabezado Aristeguieta y Burle Marx quienes trabajaron a su vez con un connotado equipo integrado por José Tabacow, Haruyoshi Ono, George Bunting, Robert Haywards, Ernesto Foldats, Pablo Emilio Colmenares, Francisco Arboleda, Alicia Ferrer y Germán Ferrer, entre otros. Planteado como centro de investigación, docencia y recreación pasiva el JBM fue concebido como Jardín Escuela para la preservación del Bosque Seco Tropical y como sede de la primera Escuela de Horticultura en América Latina.

12. Reserva de bosque seco tropical restaurada en el Jardín Botánico de Maracaibo.
13. Laguna de los lotos restaurada en el Jardín Botánico de Maracaibo.

Es así como, tras casi una década de trabajo, ya para 1980 todo está listo para la inauguración del penúltimo jardín botánico construido en Venezuela y el último jardín botánico que, junto a sus colaboradores de siempre, Burle Marx ejecutaría en vida. El plan propuesto para desarrollar 108 hectáreas, estaría estructurado contemplando siguientes zonas: acceso, servicios y estacionamiento, centro hortícola, cuadro filogenético, botánica económica, zona de juegos infantiles (“El Castillito”), Crassuletum, umbráculo, área de plantas trepadoras, sistema de lagunas, bosque tropical seco tropical y zona de reserva, todas interconectadas por un sinuoso sistema de caminerías.

14. Roberto Burle Marx y Leandro Aristeguieta el día de la inauguración del Jardín Botánico de Maracaibo: 24 de octubre de 1983.
15. Áreas botánicas secuenciales restauradas en el Jardín Botánico de Maracaibo.

Finalmente, el 24 de octubre de 1983 se inaugura el JBM. “No fue aquella una inauguración ordinaria. En aquel momento presenciaba Maracaibo la creación de un jardín-escuela, de un modelo de vida-escuela de subversivo poder. El acto de inauguración del JBM … fue diseñado como la ceremonia de grado, de la que sería la primera y única promoción de la Escuela de Horticultura del Zulia. Esta fue concebida no con un elemento más en el programa del jardín, sino como la razón de ser, el mecanismo de vivir y la misión de vida de esa nueva clase de jardín botánico, donde el aprendizaje era pensando y motivado desde la acción y la interacción con lo vivo, lejos de la lógica de un remoto y estático laboratorio o biblioteca y cerca de una estética y una botánica en constante transformación”, expondrán Urbina y Villalobos en su ponencia.

16. Sistema de lagunas restaurado en el Jardín Botánico de Maracaibo.
17. Momentos de ilusión restaurados en el Jardín Botánico de Maracaibo: El Castillito.

“Tras un breve período de esplendor, sobrevino una historia de inestables permanencias, una secuencia de vicisitudes, efímeros goces y dramáticas transformaciones físicas, botánicas y programáticas (…) Luego de años de violencia institucional, abandono e incomprensión del valor del patrimonio natural, una decisión intempestiva gubernamental acabó por clausurar el jardín en 2011, queriendo convertirlo en parque de recreaciones acuáticas de dudosos beneficios estéticos y científicos, que atentan contra el patrimonio que el jardín representa”, momento en el que germina la inquietud que funda el interés y experiencia del trabajo de rescate emprendido por Urbina y Villalobos, reconocido en la XII Bienal Nacional de Arquitectura del 2017, que contempló tanto la restauración patrimonial del JBM como la propuesta del Master Plan de la Avenida 5 de Julio que extrapola y aplica criterios aprendidos durante la restauración.

18. Momentos de ilusión en proceso de restauración en el Jardín Botánico de Maracaibo: cafetín, Crassuletum, cuadro filogenético y orquideario.

Urbina y Villalobos son egresadas de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Rafael Urdaneta (1997) y posteriormente de la Maestría en Diseño Urbano de la Universidad Metropolitana (2000). Ambas “inician en 2009 trabajos de investigación para la elaboración del Plan de Rehabilitación Integral del Jardín Botánico de Maracaibo (JBM). Ello incluyó, junto a un gran equipo de trabajo la concreción de la Fundación Jardín Botánico de Maracaibo, la recuperación de planos, gráficos y dibujos de Burle Marx y de los cuadros fitogenéticos de Aristeguieta, la búsqueda de recursos e interés por recuperar el JBM progresivamente y la reapertura del mencionado jardín en 2013 restaurado parcialmente, luego de más de dos (2) décadas de cierre y desmantelamiento”, transcribimos de la nota de prensa elaborada tras darse el veredicto de la XII Bienal. Tras la recuperación inicial y cuidadosa de 20 hectáreas el proceso todavía continúa.

19. Cuatro postales de diferentes áreas del Jardín Botánico de Maracaibo.

Convertido en un lugar de referencia para los habitantes de los tres municipios que le rodean: Maracaibo, San Francisco y Jesús Enrique Lossada, el Jardín Botánico no cuenta con una asignación gubernamental, se mantiene con ayudas y con los ingresos de los servicios que allí se prestan, pero es necesario innovar en los tipos y calidad de servicios ofrecidos. Desde el 20 de enero de 2014 la FJBM tomo la decisión de denominarlo “Jardín Botánico de Maracaibo Dr. Leandro Aristeguieta”.

20. Desde el Jardín Botánico Escuela hacia la Ciudad Botánica Escuela.

La labor de concientización iniciada y sostenida desde la FJBM y que el galardón obtenido en 2017 por Urbina y Villalobos ayudó a reforzar, requiere de una sostenida actividad divulgativa (apostólica, dirían otros), de investigación y de búsqueda permanente de recursos que no debe bajar la guardia a objeto de preservar la huella y la memoria de quienes fueron los creadores de este importante reservorio de la flora venezolana.

ACA

Procedencia de las imágenes

1. Revista entrerayas (https://entrerayas.com/xii-bienal-nacional-de-arquitectura/)

2, 3 y 4. Colección Crono Arquitectura Venezuela.

5 y 6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

7 y 8. LALI. Iniciativa Latinoamericana del Paisaje (https://laliniciativablog.wordpress.com/2017/05/11/premio-nacional-de-arquitectura-xii-bienal-venezuela/)

9. Capturas de Google Earth; y Biennal Internacional del Paisatge Barcelona (https://landscape.coac.net/preservacion-del-jardin-botanico-y-su-expansion-al-paisaje-urbano-y-regional-lecciones-del-jardin)

10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18 y 20. Biennal Internacional del Paisatge Barcelona (https://landscape.coac.net/preservacion-del-jardin-botanico-y-su-expansion-al-paisaje-urbano-y-regional-lecciones-del-jardin)

19. @arquitecturavzl; Google Earth; y Facebook de la Fundación Jardín Botánico de Maracaibo.

ES NOTICIA

La Bienal de Arquitectura de Venecia encara la pandemia en 2021

12 de abril 2021

Tomado de www.rfi.fr

La Bienal de Arquitectura de Venecia, considerada la mayor cita mundial de arquitectura, encara en su cita 2021 la pandemia de coronavirus con una serie de eventos, debates y exposiciones.

El certamen de arquitectura, que se celebra cada dos años desde 1980, se llevará a cabo del sábado 22 de mayo al domingo 21 de noviembre del 2021, según confirmaron este lunes los organizadores.

El evento tuvo que ser pospuesto en 2020 debido a la emergencia sanitaria y este año se llevará a cabo en medio de medidas sanitarias y marcado por el uso de internet y las redes sociales.

«No fue un año perdido. Los tiempos muertos no son inútiles, sirven a los artistas para entender, para la creatividad», explicó este lunes Roberto Cicutto, presidente de la Bienal de Venecia en una conferencia de prensa telemática.

A la edición número 17 de la Bienal de Arquitectura, que se titula paradójicamente «How will we live together? (¿Cómo viviremos juntos?) y que tiene como curador al arquitecto libanés Hashim Sarkis, participarán 63 países además de un centenar de arquitectos y talleres invitados provenientes de todo el mundo.

«El confinamiento nos ha hecho más conscientes de lo que se necesita para construir un mundo y lo importante que es la arquitectura en ese proceso», confesó Sarkis, rector de la Escuela de Arquitectura y Planificación del MIT de Estados Unidos.

Los organizadores esperan que los participantes hayan tenido la oportunidad de reflexionar sobre el tema de la pandemia y la arquitectura, así como sobre la noción de resiliencia.

«¿Es posible vivir de nuevo juntos con la pandemia?», se interroga el curador que invita a pensar sobre estos tiempos tan cruciales, que para muchos marcan el inicio de una nueva era.

Lina Bo Bardi, un ejemplo para tiempos difíciles

La bienal otorgará el 22 de mayo el León de Oro Especial a la fallecida arquitecta ítalo-brasileña Lina Bo Bardi (1914-1992).

«Si hay una arquitecta que encarna mejor el tema este año de la Bienal es Lina Bo Bardi», subrayó Sarkis.
«Ejemplifica la perseverancia en tiempos difíciles, ya sean guerras, conflictos políticos o inmigración, y su capacidad para seguir siendo creativa, generosa y optimista en todo momento», aseguró.

«En sus manos, la arquitectura se convierte en un verdadero arte social con poder de convocatoria», resumió al anunciar el premio.

La diseñadora del prestigioso Museo de São Paulo, un emblemático espacio público, formada en Italia donde fundó la célebre revista «Quaderni di Domus», marcó la cultura brasileña tras trasladarse a vivir a ese país en 1946, donde cultivó todas las artes, valorizando la vanguardia estética y la tradición popular.

Debido a la emegencia sanitaria, la 59 Exposición Internacional de Arte, a cargo de la comisaria Cecilia Alemani, que se tenía que realizar en 2021, fue aplazada a 2022, con una duración de 7 meses, del sábado 23 de abril al domingo 27 de noviembre.

Los organizadores confirmaron en cambio la celebración, del 1 al 11 de septiembre, del festival de cine de Venecia, dirigido por el crítico Alberto Barbera.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 250

La VIII Bienal Nacional de Arquitectura celebrada entre los meses de febrero y marzo de 1987, se convocó siete años después de la anterior por lo que es concebida con la finalidad de saldar una importante deuda con la arquitectura venezolana realizada en la década de los años 80 del siglo XX.

Su realización se llevó a cabo en los espacios del Museo de Bellas Artes de Caracas y fue auspiciada por el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), el Concejo Municipal y la Gobernación del Distrito Federal a través de la Fundación para el Desarrollo de las Artes (FUNDARTE), y el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) presidido en aquel entonces por Ítalo Balbi Toro, quien le da la responsabilidad al Vicepresidente Shully Rosenthal de organizar y presidir el evento. Rosenthal estará acompañado de Mercedes Balbás Rivas como directora, William Niño Araque como curador, Francisco Martínez Díaz como coordinador de eventos, Martín Padrón como coordinador de publicaciones y Damarys Torrealba Aular como secretaria general. Destaca también la asistencia de un total de hasta veintiséis instituciones e individualidades que hicieron posible la realización de la actividad y el agradecimiento en particular a las empresas Cerámicas Carabobo y Vencerámica por su apoyo en la publicación del catálogo.

Llevada adelante con poco apoyo de las instituciones públicas tradicionalmente involucradas en versiones anteriores, escasos recursos económicos y sólo tres meses para su organización, fue gracias a la sinergia surgida dentro del equipo organizador y el importante empuje que le ofrecieron las universidades que dictaban la carrera de arquitectura en el país a través de sus autoridades, de los galardonados con la orden “Carlos Raúl Villanueva”, de los ex-presidentes del CAV y sus agremiados que se logró, influido también por el espacio de tiempo transcurrido desde la convocatoria anterior, una inscripción que se acercó a los 180 trabajos lo cual convirtió la curaduría en todo un reto.

1. Portada y página de créditos del catálogo de la VIII Bienal Nacional de Arquitectura

El montaje de la exposición logró acompañarse de un amplio catálogo que dio cuenta de forma detallada de lo presentado y cuerpo a la idea que se movía tras la Bienal recogida a través del título “La arquitectura del lugar”, con el que se buscaba incentivar la posibilidad de reflexionar en torno a lo producido durante los ’80 dentro de nuestra arquitectura. También se presentaron en la publicación tanto a los autores como las obras galardonadas con el Premio Nacional de Arquitectura en las siete convocatorias anteriores y se llevó a cabo un resumen de la totalidad de los premios otorgados, lo que la convierte en referencia a la hora recorrer la historia de estos eventos.

Tal y como expresa Shully Rosenthal en la introducción del catálogo, en aquella oportunidad “se modificaron las bases de confrontación tratando de abarcar todos los campos donde el Arquitecto se desenvuelve” para lo cual se crearon los Premios de Restauración y Conservación, Reciclaje y Acondicionamiento de Edificios, Docencia, Investigación y Crítica e Historia de la Arquitectura.

Así, con base en el amplio abanico de propuestas entregadas, la curaduría de la exposición a cargo de William Niño Araque se abocó a presentar la muestra como excelente oportunidad para verter, por un lado, las reflexiones a las que poco a poco había ido dando forma a través de artículos de prensa en pro de un discurso muy particular y, por el otro, de realizar un balance de lo que a su manera de ver había sido el desarrollo de la arquitectura venezolana durante las décadas de los 60 y 70 para finalmente arribar a los 80, objeto del mayor interés que se desprende de la Bienal convocada.

El texto central del catálogo titulado “La ciudad recobrada”, se inicia con una grandilocuente y optimista declaración donde Niño Araque expone que la arquitectura venezolana de los ochenta “ha adquirido una importancia que atrapa la escala continental pues refleja una clara conciencia proyectual que hace previsible el esplendor de la ciudad recuperada.” Y añade: “En un momento en el que la particular violencia de la proyectación internacional se convierte en el germen nutritivo de amor y odio, hacia el conflicto que implica ‘la diseñación’ (…) la arquitectura venezolana atraviesa una grave pero generosa crisis que -al margen de las obvias contradicciones económicas- la obliga a representar una nueva aptitud en la que se mide, presenta y perpetúa, el mito de la nueva belleza”.

2. El Plan de Recuperación Urbana. Metro de Caracas a cargo de Max Pedemonte y la División de Arquitectura de dicha compañía, merecedora del Premio Nacional de Arquitectura en la VIII Bienal.

Paseándonos a través de reflexiones que abarcan “La Bienal como escenario de encuentros”, “La arquitectura como arte”, la pregunta “¿Y el juicio estético?” o “La forma y sus amarres simbólicos”, Niño Araque arriba a los años setenta para preguntarse si en esa época no se estaría fraguando algo así como una “Escuela de Caracas”. Dicha “escuela”, desordenada e inconexa, surgida a la par de la aparición de “neovanguardias” en el ámbito internacional y en medio de la falta de creatividad de la “arquitectura de la opulencia” que acompañó el avasallante repunte económico que tuvo Venezuela en los setenta, apelará a la opción individual para constituirse en opción frente a “las abundantes dosis de ‘arquitectura moderna’”, decantándose  “por las soluciones concretas a los problemas concretos, por la ausencia de teorización explícita y por cierto desinterés en la difusión pública de sus aportaciones”. De esta manera se producirá una suerte de dislocación “del vocabulario comúnmente establecido” que se hará presente en algunas propuestas innovadoras de gran calidad presentadas en los numerosos concursos convocados, que no correspondían justamente a los proyectos premiados. De no menor importancia fue el impacto que provino de la Renovación universitaria que apuntaba a la formación de arquitectos orientados a resolver las apremiantes necesidades sociales.

La arquitectura desarrollada durante la década de los ochenta, objeto central de la Bienal, a la que Niño Araque dubitativamente considera como “¿Una alternativa?” es rescatada a través de aquellos casos “que difunden concretamente la disciplina como un hecho autónomo y artístico”. Tras el debilitamiento de los espacios donde se puede formar y desarrollar la cultura arquitectónica, serán el taller, los medios escritos, los concursos o las conferencias aisladas, los lugares donde se incube “nuestra arquitectura progresista”, dotada de un particular talante crítico que “con sus riesgos” asume otra posibilidad. Dentro de este sesgo se distinguirán Jesús Tenreiro, Gorka Dorronsoro, Max Pedemonte, Oscar Tenreiro, Pablo Lasala, Gustavo Legórburu o Carlos Gómez de Llarena quienes con su actitud rechazarían “afrontar la propia crisis con remedios interdisciplinarios … pues no esconde en los acontecimientos políticos y tecnológicos la actividad creativa” de acuerdo a lo que propugnaba la crítica marxista de los años sesenta.

Así, “al ‘Potenciar’ los instrumentos propios del conocimiento arquitectónico, se puede identificar durante los últimos años, una línea crítica y reflexiva que no pretende agotarse en los límites de un trabajo concreto, sino que aspira introducir los factores espaciales en el marco más general de una reflexión sobre la identidad artística y los propios instrumentos que la arquitectura puede desarrollar.”

3. Cuatro de las obras participantes en la VIII Bienal Nacional de Arquitectura. Arriba izquierda: Complejo Cultural Teresa Carreño de Dietrich Kunkel, Tomás Lugo y Jesún Sandoval. Arriba derecha: Torre Británica de Bernardo Borges, Francisco Pimentel y Jacobo Koifman. Abajo izquierda: Villa Bermeja (premio nacional en la categoría de vivienda multifamiliar) de Julio Maragall y Miguel Carpio. Abajo derecha: La casa de mi madre de Joel Sanz.

Es a través de esta lente que Niño Araque invita a mirar la producción arquitectónica de los años ochenta y en particular el cuantioso número de proyectos entregados para la Bienal de entre los cuales rescata justamente el trabajo ganador: “El Plan de Recuperación Urbana. Metro de Caracas” a cargo de Max Pedemonte y la División de Arquitectura de dicha compañía, que se alzó con el Premio Nacional de Arquitectura. El jurado calificador que evaluó “todas las obras inscritas concluidas o en proceso de ejecución (etapa de acabado) y realizadas en el territorio nacional”, estuvo compuesto por José Miguel Galia, Leszek Zawisza, Fruto Vivas, Gustavo Legórburu y Celina Bentata y la institución otorgante fue el CONAC.

La idea de saldar los años 80 a raíz de la ausencia durante siete años de Bienales, coincide con el vacío que también se registra en la aparición de la revista Punto la cual, entre 1983 y 1997 sufrió un importante salto que luego permitiría, con la aparición en 2000 del número 68, dar cuenta (con las limitaciones del caso) de lo acontecido en ese dilatado espacio de tiempo y particularmente de la década en cuestión, momento en que eclosiona con algo de retardo la posmodernidad en el medio arquitectónico venezolano, se toma conciencia de la importancia de la memoria, se reflexiona en torno a la noción de lugar y se lleva a cabo una importante recuperación del espacio urbano en la ciudad de Caracas.

Una de las consecuencias más notables derivadas de la realización de la VIII Bienal fue la recomendación que se elevó al CONAC de otorgar el Premio Nacional de Arquitectura anualmente, ya no tanto a una edificación sino a la trayectoria de un individuo, a fin de equiparar el reconocimiento de la disciplina como expresión artística al de todas aquellas que ya para entonces estaban incluidas. El CONAC asumió favorablemente la recomendación y los Premios Nacionales de Arquitectura se han venido otorgando, anualmente, desde 1987 a la actualidad. La segunda recomendación emanada de la VIII Bienal fue que la siguiente se realice por selección a fin de darle el adecuado marco museográfico a una muestra que premia la calidad dentro de la cantidad. Dicha recomendación fue recogida por el noveno evento celebrado en 1998, once años después.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal , 2 derecha (arriba y abajo) y 3 abajo (izquierda y derecha). Colección Crono Arquitectura Venezuela.

  1. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

2 izquierda. https://www.pinterest.com/pin/451134087665612073/ (La Historia de Venezuela)

3 arriba izquierda. https://www.archdaily.co/co/966101/el-teatro-teresa-carreno-en-caracas-una-historia-personal-de-dietrich-kunckel

3 arriba derecha. https://prodavinci.com/caracas-brutalista/ (Archivo Fotografía Urbana)

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 234

Pocas veces el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) se ha propuesto llevar adelante una agenda tan ambiciosa como aquella que planteó entre el 23 de febrero y el 15 de marzo de 1971 cuando se realizaron las “Primeras Jornadas Nacionales de Arquitectura y Urbanismo”. Desarrollado en las instalaciones del Parque Recreacional El Conde, Av. México, el evento, que asumió como lema “Vivamos en los espacios del hombre”, se proponía mostrar de una manera amplia y significativa lo que es la arquitectura y el papel “que ha desempeñado – y desempeñará ahora más que nunca – el arquitecto en la Venezuela moderna”, y tenía como objetivos: producir una imagen pública del papel del arquitecto; concientizar al arquitecto acerca de su responsabilidad social; y clarificar la auténtica contribución y papel del CAV en el desarrollo de la Nación.

En torno a estas Jornadas Nacionales se estructuró el siguiente programa:

  1. Primer Congreso Nacional de Arquitectos de Venezuela.
  2. Primera Exposición Nacional sobre Desarrollo Urbano.
  3. Cuarta Bienal de Arquitectura de Venezuela
  4. Segunda Exposición de la Arquitectura y la Industria.
  5. Primer Seminario Nacional de Diseño.

Por si fuera poco, Estudio Actual, una de las galerías de mayor influencia en la ciudad desde que de la mano de Clara Diament Sujo había abierto sus puertas en 1968 en el sótano del Centro Comercial Chacaíto, promovió para aquellas fechas, en homenaje a los setenta años de Carlos Raúl Villanueva, un proyecto denominado “Arte en los Espacios del Hombre” que aglutinaba a un importante número de artistas nacionales y extranjeros, y que consistió en pensar un mural tridimensional o pluridimensional para el cual los participantes debían presentar dibujos a mano alzada en pliegos de 100 por 70 centímetros. La exposición a cargo de una comisión del CAV designada al efecto se realizaría en los locales destinados a las actividades de las Jornadas.

1. Parque Recreacional El Conde, Av. México. Arq. Jorge Castillo. Sede de las Primeras Jornadas Nacionales de Arquitectura y Urbanismo.

Las Jornadas fueron dirigidas por un Comité Central presidido por el arquitecto Guido Bermúdez, presidente del CAV, apoyado en un Consejo Consultivo y en los Comités de las cinco actividades programadas ya señaladas.

De entre los eventos realizados, quizás haya sido el Primer Congreso Nacional de Arquitectos de Venezuela el acto fundamental por el hecho de que al mismo asistieron 430 participantes clasificados así: 12 invitados especiales extranjeros (siendo España el único país con representación dentro del continente europeo); 63 invitados especiales de Venezuela; 201 miembros activos del Congreso; 39 miembros asociados; 52 observadores; y 63 observadores estudiantes.

Presidido por el arquitecto Julián Ferris, el tema central del Congreso fue “El Desarrollo Urbano en función del Desarrollo Nacional” y, según palabras de Ferris en la sesión inaugural: “Tiene como fundamento el crear una conciencia pública respecto de la gran crisis que incide en los problemas espaciales y en el desarrollo industrial incontrolado y que dan lugar a una destrucción progresiva del medio ambiente. Los fenómenos de explosión urbana están íntimamente ligados al proceso de desarrollo económico y social”. Añadió Ferris que el papel que juega el urbanismo en los asentamientos humanos es vital y que el papel del arquitecto no es simplemente técnico debiéndose dirigir a saber interpretar los sentimientos y los deseos de nuestro prójimo.

El también arquitecto y entonces Gobernador del Distrito Federal, Carlos Guinand Baldó, en la misma sesión de apertura, recalcó la importancia de los arquitectos en los problemas de desarrollo urbano e indicó que “en los próximos 30 años tendremos que construir más que en toda la Historia de la Humanidad. Éste es el record trascendental y decisivo y tenemos que estar preparados para admitir este cambio de escala. El arquitecto debe conducir y dirigir todo un grupo que, empleando tecnología nuevas, sea capaz de hacer proyecciones en equipo con un sentido social. Las grandes metas del nuevo trabajo serán la ordenación nacional, el proceso de regionalización, la planificación territorial, el desarrollo urbano y los planes urbanísticos a nivel local”.

Por otra parte, el Ministro de Estado para la Vivienda, presidente del Banco Obrero, ingeniero Alfredo Rodríguez Amengual confirmó en su intervención la preocupación del Gobierno presidido por Rafael Caldera en construir a través de la actuación en tres niveles (nacional, regional y local) un nuevo hábitat para la futura Venezuela “que se encuentra iniciando una etapa de gran despegue hacia un importante desarrollo socio-económico”. También anunció el Ministro el envío al Congreso Nacional del Proyecto de Ley para la creación de un Ministerio de la Vivienda y Desarrollo Urbano cuyo objetivo sería centralizar, en un departamento ministerial, todos los graves problemas que plantean el urbanismo y la vivienda y “que hoy inciden en numerosas instituciones dispersas”. Se daba inicio así al desmembramiento del Ministerio de Obras Públicas (MOP) que se concretaría en 1976. Rodríguez Amengual ofreció en aquellas fechas (31-03-1971) una interesante entrevista para el programa de televisión “Buenos días” conducido por Sofía Imber y Carlos Rangel en la que expuso con detalle las políticas que desde el ejecutivo se tenían en torno al problema de la vivienda en Venezuela que puede consultarse en http://cic1.ucab.edu.ve.

Más allá de las intervenciones en la inauguración, en el Congreso, que como ya adelantamos, tuvo como tema central el dedicado al Desarrollo Urbano, se presentaron, entre otras, las ponencias: “Desarrollo Urbano y Desarrollo Nacional” a cargo del Centro de Estudios para el Desarrollo (CENDES) de la UCV; “Sistema nacional de ciudades. El caso de Caracas” de Alberto Morales Tucker expuesta por Omar Hernández integrantes del Oficina Municipal de Planeamiento Urbano (OMPU); “Desarrollo urbano en Venezuela” de Leopoldo Martínez Olavarría; “Desarrollo regional y nuevas ciudades en Venezuela” de Marco Negrón (perteneciente al CENDES); y “Una nueva ciudad en el Valle del Tuy Medio” de Manuel Corao, Director de Planeamiento del Ministerio de Obras Públicas.

La Exposición Nacional sobre Desarrollo Urbano giró en torno a la idea general de presentar la imagen del lugar donde la comunidad humana habita, se desarrolla, trabaja y se divierte, tratando de responder las preguntas ¿qué es una ciudad? ¿qué sucede en las ciudades venezolanas? ¿qué no debiera suceder? ¿quiénes tienen la responsabilidad del malestar que existe? ¿cómo podemos mejorar el hábitat actual de nuestras ciudades? ¿cuál es la respuesta de la comunidad ante estos planteamientos?

Por su lado, la Exposición de la Arquitectura y la Industria mostró materiales, sistemas o empresas que el arquitecto utiliza en sus concepciones. Se buscaba, asimismo, integrar al arquitecto en los procesos industriales del país, en el diseño y en la investigación de los mismos en función de la arquitectura.

2. Tres obras premiadas en la IV Bienal Nacional de Arquitectura. Izquierda: Edificio El Universal, Caracas. Premio Nacional, arquitectos Francisco Pimentel, Bernardo Borges y George Wilkie. Derecha arriba: Centro Comercial Chacaíto, Caracas. Premio Municipal Distrito Sucre, arquitecto Antonio Pinzani. Derecha abajo: Quinta “Fetechana”, urbanización Cumbres de Curumo. Premio Vivienda Unifamiliar, arquitecto Mario Bemergui

En cuanto a la IV Bienal Nacional de Arquitectura, cabe sólo señalar que se realizó luego de cuatro años de la anterior y que le correspondió el Premio Nacional a los arquitectos Francisco Pimentel, Bernardo Borges y George Wilkie por la obra Edificio El Universal, Caracas; el Premio Colegio de Arquitectos de Venezuela a Ernesto Fuenmayor; el Premio Municipal Distrito Sucre a Antonio Pinzani por el Centro Comercial Chacaíto; el Premio Municipal Distrito Federal a Mario Bemergui, T. Harsham, Gustavo Niño y Gonzalo Vélez por los Proyectos para las Estaciones del Metro de Caracas; el Premio Interés Social a Mario Bemergui, Isaac Abadí y Mariano Goldberg por el Conjunto Hebraica (1ª etapa); el Premio Vivienda Unifamiliar a Mario Bemergui por la Quinta “Fetechana” ubicada en la urbanización Cumbres de Curumo; el Premio Mejor Tesis a Carlos Díaz Porta por  “Sistema constructivo viviendas en pendiente”; y el Premio Nacional de Urbanismo le fue otorgado a Leopoldo Martínez Olavarría.

3. Portada y página de créditos de la Revista ARQUITECTURA, año 14, número 158, febrero 1972, órgano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), donde apareció ampliamente reseñado el evento.

Es de destacar que las Jornadas y muy en particular el Congreso, fueron cubiertos por la Revista ARQUITECTURA, año 14, número 158, febrero 1972, órgano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), la cual estuvo dedicada en su totalidad a Venezuela (de quien presentaron una semblanza general), siendo la entrega organizada por el arquitecto Rodolfo García-Pablos uno de los delegados enviados por España a asistir al evento. De la revisión de esta publicación hemos extraído gran parte de la información que nos ha servido para preparar esta nota.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal, 1 y 2. Colección Crono Arquitectura Venezuela

3. https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/483180