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EL ACERVO EDITORIAL DE LA FAU UCV

AMUAY 64

Su gente. Su vivienda

Jeannette Abouhamad y Graziano Gasparini

Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas

Facultad de Arquitectura y Urbanismo

Universidad Central de Venezuela

1966

Cuando el 13 de diciembre de 1962 el Consejo Universitario de la Universidad Central de Venezuela (UCV) aprobó el reglamento de creación el Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas (CIHE), que ya había sido presentado por el decano Julián Ferris el 31 de julio, y el 31 de enero de 1963 el Consejo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) sanciona sus normas de funcionamiento y a la vez nombra el Director (Graziano Gasparini) y la Comisión de Trabajo (Oscar Carpio, Julio Ripamonti, Alberto Weibezahn y Carlos Raúl Villanueva), tomaba cuerpo definitivo uno de los primeros espacios de ese tipo instituidos en la UCV y el primero dentro de la FAU.

De esa manera se le daba impulso a una actividad incipiente dentro de esta entidad académica, que el CIHE asumía desde el mismo primer artículo de su normativa en el que se definía como “un organismo destinado fundamentalmente a la investigación y al perfeccionamiento de los métodos de enseñanza”. Ello, como bien señala Hernán Lameda en su Trabajo de Grado dentro de la Maestría en Historia de la Arquitectura titulado “El Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas. Aportes venezolanos a la historiografía de la arquitectura en Latinoamérica”, “prefigura … que el ente promovido por Villanueva, Gasparini y Posani no debe confinarse a los privilegios de la averiguación histórica. Por el contrario, los integrantes del mismo tienen la obligación de entrar a las aulas para dictar charlas, cátedras y verificar a su vez que estas herramientas sean útiles para los cursantes de pregrado y postgrado”.

1. Imagen con la que el Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas decide identificarse desde su creación: un grabado que representa una imprenta del siglo XVI.

Igualmente, en el artículo 8 de los 9 que conforman su reglamento, el CIHE fijaba el compromiso de publicar “una vez al año un libro titulado ANALES DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS Y ESTÉTICAS DE LA FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO, con el fin de divulgar, en el país y en el extranjero, los resultados de las investigaciones más interesantes realizadas en Venezuela y otros países americanos. La publicación aceptará la colaboración de historiadores, arquitectos, antropólogos, críticos de arte y otros especialistas de la materia histórico-estética”.

Esta declaración que lo emparentaba a la manera como titulaban sus órganos de difusión el Instituto de Investigaciones Estéticas de México y el Instituto de Investigaciones Históricas y Estéticas de Buenos Aires, con los cuales Lameda, además, establece una “incuestionable similitud” con organismos que ya desde las décadas de los 30 y 40 fueron “ideados para investigar y reflexionar sobre la arquitectura colonial latinoamericana”, es la que derivará a la aparición del prestigioso BOLETÍN del CIHE, revista que circuló entre 1964 y 1997 y a la cual dedicamos una nota aparecida en el Contacto FAC nº 192 del 13 de septiembre de 2020 (https://fundaayc.com/2020/09/13/sabia-usted-49/).

2. Portada del nº1 del BOLETÍN del CIHE y de las cuatro publicaciones que con su mismo formato aparecieron a modo de una colección de «investigaciones interesantes realizadas en Venezuela y otros países americanos».

Es dentro del espíritu de divulgar los resultados de “investigaciones interesantes realizadas en Venezuela y otros países americanos” que debe inscribirse la apertura por parte del CIHE de otra línea editorial que permitió la salida, bajo el mismo formato del BOLETÍN, de trabajos como Platón y la evolución de los establecimientos humanos en el mundo helénico de Pedro Lluberes (1966), Colonia Tovar, Tierra venezolana de Leszek Zawisza (1980) y Tipología de la escultura decorativa hispánica en la arquitectura mexicana del siglo XVIII de Ilmar Lucks, (1980), de los cuales Amuay 64. Su gente. Su vivienda de Jeannette Abouhamad y Graziano Gasparini (1966) fue pionero.

El libro de 160 páginas con un tiraje de1200 ejemplares impreso en los Talleres Gráficas Ediciones de Arte de Ernesto Armitano, ilustrado con fotografías tomadas por Graziano Gasparini, ya ofrece desde su título varias pistas sobre el contenido que alberga. Por un lado, identifica el objeto de estudio al cual se dedica: Amuay, pueblo apacible de pescadores ubicado en el municipio Los Taques, en la península de Paraguaná, en el estado Falcón poseedor de una hermosa bahía natural, cerca del cual a partir de 1947 la Creole Petroleum Corporation inicia los movimientos de tierra e instalación de equipos que conducen finalmente, el 3 de enero de 1950, a la inauguración de una enorme Refinería; y, por el otro, el año en el cual se lleva a cabo la aproximación: 1964.

3. Jeannette Abouhamad y Graziano Gasparini .
4. Índice de AMUAY 64. Su gente. Su vivienda

También habla del carácter interdisciplinario al que apunta cuando, tras referirse a “su gente” y “su vivienda”, nos presenta los intereses de cada uno de sus autores: Jeannette Abouhamad (1934-1983), antropóloga y socióloga que formó parte de la primera promoción de esa carrera de la Universidad Central de Venezuela e hizo su doctorado en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París; y Graziano Gasparini (1924-2019), arquitecto formado en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia, quien aunque viajó por primera vez a Venezuela en 1948 y se instala aquí definitivamente a partir de1949 para comenzar a recorrer a fondo el país, fotografiar sus viviendas e iglesias y dedicarse de lleno a la restauración a partir de 1953.

Abouhamad, encargada de realizar la primera y más voluminosa parte del libro, la cual titula “Amuay, un pueblo olvidado”, lleva a cabo un detallado y meticuloso estudio, respaldado en claros procedimientos metodológicos y cifras provenientes de encuestas y entrevistas realizadas en el lugar, que le permiten realizar una radiografía que a su vez derivará en las correspondientes conclusiones y sugerencias.

5. Dos páginas de “Amuay, un pueblo olvidado”, primera parte del libro.

“Este trabajo no corresponde a la categoría de investigaciones orientadas hacia problemas específicos derivados de marcos teóricos y metodológicos rígidos. Hemos perseguido, por el contrario, poner a funcionar conjuntamente varias teorías y conceptos socioantropológicos, con la finalidad de acercarnos al hombre y a su quehacer tan abiertos de mente como es posible, sin, por ello, desperdigarse en la flexibilidad. Algunos aspectos, por su misma esencia intrínseca, han sido manejados en forma fundamentalmente descriptiva y mediante análisis cualitativos. Otros, en cambio, se han prestado a enfoques analíticos y asociativos de variables operacionales cuantificables”, afirmará la autora.

6. Dos páginas de “Amuay, un pueblo olvidado”, primera parte del libro.

Acerca del por qué se elige a Amuay (que en lenguaje caquetío significa «Región de los vientos y de las aguas encontradas») como centro de atención, Abouhamad explica cómo dentro de la condición de Venezuela como “sociedad transicional plena de asincronías” propias del tránsito de una condición tradicional a una industrial, que se “manifiestan en todas las dimensiones del mundo sociocultural”, cuyos “cambios o modificaciones estructurales no se producen a igual dirección y velocidad entre sus sectores o partes componentes”, Paraguaná, y en particular el caserío de Amuay, ofrecen un marco idóneo para llevar a cabo una indagación que permita corroborar tales apreciaciones. Comunidad “sedienta de pan, de agua, de vida” que basa su actividad económica en la pesca no tecnificada “la cual sólo circunstancialmente le proporciona a los habitantes sus medios de subsistencia”, el poblado se ubica a diez kilómetros de la refinería petrolera “expresión más lograda del maquinismo industrial, engranaje automático que ha transformado al hombre de productor de energía en conductor de fuerzas, con procedimientos tecnológicos complicados que reemplazan el trabajo humano”.

7. Dos páginas de “Amuay, un pueblo olvidado”, primera parte del libro.

En resumen, para Abouhamad, “Amuay representa dentro del continuum tipológico de las asincrónicas comunidades de nuestra sociedad global, un ejemplo fáctico de tradicionalidad. Refleja, además, la coexistencia de formas de vida contrastantes de grupos vecinalmente accesibles y, en sí misma, presenta asincronías institucionales motivadoras, en parte, de problemas económicos y sociales”.

El trabajo de Abouhamad permite repasar a través de las partes que lo constituyen “La situación”, “Aspectos económicos”, “Los sectores económicos y sociales”, “La familia de Amuay”, “La vivienda”, “La educación”, “Lo político de Amuay” y “Lo religioso” antes de llegar a las ya señaladas “Conclusiones y sugerencias”.

8. Cuatro páginas de la segunda parte del libro dedicadas a “La vivienda en Paraguaná”.

Gasparini, de su lado, estructura la segunda parte del libro, que tituló “La vivienda en Paraguaná”, con un enfoque más historiográfico que mira hacia las razones del porqué se construye y cómo se construye, centrándose fundamentalmente en el contexto de la península ubicada en la zona más al norte de Venezuela. De tal manera, la población de Amuay, pasa a ser considerada como un subproducto de lo que ha sido el devenir de todo el territorio peninsular. Es así como repasa temas como “Historia y ambiente”, “Las casas en la época colonial”, “Tejas y horcones”, “El techo de torta”, “La vivienda blanca” para, finalmente, llegar a “Amuay” y revisar, dentro de la precariedad y modestia de su arquitectura, cómo se manifiestan algunos de los temas anteriormente tratados.

9. Cuatro páginas de la segunda parte del libro dedicadas a Amuay dentro de “La vivienda en Paraguaná”.

Es así como “el levantamiento del pueblo … dio un total de 209 casas, más otras construcciones para los servicios públicos que no se tomaron en cuenta por no tener carácter de viviendas. El número de casas que debía constituir el núcleo habitado de la Amuay colonial no debió ser superior a las 25 o 20 unidades y todas ellas reunidas alrededor de la iglesia”, comentará Gasparini. De las 209 casas levantadas, “la casi totalidad … no tienen vidrios en las ventanas … sólo el 8,61 por ciento… tienen el techo cubierto con tejas criollas, … el 30,62 por ciento tienen techo de asbesto, mientras que sólo el 8,61 por ciento se cubren con planchas acanaladas de metal” a lo cual Gasparini añade que “la superficie de las láminas de asbesto o aluminio se aprovecha al máximo. De allí la falta de aleros”. Sin embargo, “el porcentaje más alto, entre los sistemas de techumbre lo tienen los techos realizados con materiales de recolección. El 52,16 por ciento de las casas de Amuay tienen ‘techo de torta’” sistema tradicional indígena usado por ser el más económico y no necesariamente el más deseable.

10. Dos libros de carácter interdisciplinario publicados en 1986 donde Graziano Gasparini profundiza en la línea de trabajo iniciada en AMUAY 64. Su gente. Su vivienda.

Gasparini, sin duda, tendrá en este libro, donde la interdisciplinariedad es sólo un enunciado, la primera oportunidad para perfeccionarla y para abrir una línea de trabajo que luego profundizará en las publicaciones Paraguaná. Cambios en el hábitat de una región venezolana con la coautoría de Carlos González Batista y Luise Margolies y Arquitectura popular de Venezuela junto a Luise Margolies ambos de 1986 y editados por Ernesto Armitano Editor.

11. Los tres tomos de Suma del pensar venezolano.

Por otra parte, Roberto Briceño León consideró el texto “Amuay: un pueblo olvidado” de Jeannette Abouhamad como uno de los escritos que debían formar parte del Tomo 1 “Sociedad y cultura” de la Suma del pensar venezolano (Asdrúbal Baptista, José Balza y Ramón Piñango, editores; Fundación Empresas Polar, 2011) y que Briceño englobó tras el título “Casta, raza, clase y estrato: modos de ser distintos los iguales”.

12. Izquierda: La península de Paraguaná al noroeste de Venezuela. Derecha: localización del pueblo de Amuay (izquierda) y la refinería de Amuay (derecha) en el lado occidental de la península.
13. Página del libro en la que la hermosa fotografía de Graziano Gasparini lleva por leyenda: «Las dos Amuay: la refinería de Amuay y el pueblo de pescadores de Amuay».

A sesenta años de aquella indagación realizada por Abouhamad y Gasparini y teniéndola como referencia, tal vez valdría la pena preguntarse qué ha sido de una población ubicada en la zona occidental de la península de Paraguaná con una ensenada “que poseía un extraordinario reservorio natural, adornado por numerosos y frondosos manglares y plantas xérofitas”, a la que una refinería petrolera que tomó su nombre fue sustituyéndola paulatinamente en el recuerdo.

ACA

Procedencia de las imágenes

Encabezado, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 13. Jeannette Abouhamad y Graziano Gasparini. AMUAY 64. Su gente. Su vivienda, 1966.

1. Colección Crono Arquitectura Venezuela.

2, 3 y 10. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

11. BIBLIOFEP HISTORIA (https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/publicaciones/colecciones/suma-del-pensar/)

12. Capturas de Google Earth

TEXTOS FUNDAMENTALES

1. Carátulas de las primeras ediciones en francés (1992) y español (1993) de Los no lugares obra de Marc Augé.

Los no lugares

Espacios del anonimato

Una antropología de la sobremodernidad

Marc Augé

Gedisa Editorial

1993

Título del original en francés:

Non-lieux

Introduction á une anthropologie de la surmodenité

Edition de Seuil, 1992

Cuando en 1992 aparece de la mano de Edition de Seuil la primera edición en francés de Non-lieux. Introduction á une anthropologie de la surmodenité (traducida el año siguiente al español por Gedisa Editorial con el título de Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad), obra del antropólogo y etnólogo Marc Augé, se produce un impacto casi inmediato no sólo en el área de las ciencias sociales sino en disciplinas como la arquitectura a la cual incorporó un muy interesante debate relacionado a la manera como se presentaban los dos conceptos centrales plasmados por primera vez en el texto: el de “no lugar” y el de “sobremodernidad”.

En momentos en que ya empezaba a superarse la fiebre posmoderna y comenzaban a recuperar terreno algunas de las tesis de la modernidad, Augé lanza una certera mirada sobre uno de los principales efectos que produce el pertenecer a una civilización globalizada en la que se desdibuja cada vez más el sentido de pertenencia y en la que empiezan a surgir lugares, espacios, sitios o edificaciones donde el anonimato es la carta principal de presentación de quienes los frecuentan.

2. Espacios del anonimato.

Estudioso, dada su profesión, de la manera como se comporta el ser humano, es de regreso de su contacto con las culturas africanas de la costa atlántica (las que estudió y trabajó con ahínco durante su estadía allí en los años 70 del siglo pasado) cuando, paradójicamente y por contraste, Augé comienza a reflexionar sobre la civilización moderna, la vida cotidiana, el consumo y el individualismo. Poco a poco va retratando la opulenta sociedad capitalista contemporánea y nos va mostrando sus principales transformaciones haciéndonos ver la manera cómo las representaciones de la realidad pesan más que la realidad original. En consecuencia, la soledad y el tedio (temas transversales si los hay) que las caracterizan se convierten para él en objeto de estudio.

3. Dos libros publicados por Augé: uno anterior (izquierda) y otro posterior (derecha) a
la aparición de Los no lugares.

De allí derivará una saga de publicaciones que tendrá en El viajero subterráneo. Un etnólogo en el metro (1986) el punto de partida y en Los no lugares el nodo desde donde desarrolla con madurez aspectos ya esbozados en aquel ensayo. Le seguirán dentro de las mismas preocupaciones sobre la urbe y la sociedad propias del paso del siglo XX al XXI: Hacia una antropología de los mundos contemporáneos (1994), Por una antropología de la movilidad (2007), Elogio de la bicicleta (2008), El metro revisitado (2008), El viaje imposible. El turismo y sus imágenes (2009) y Ficciones de fin de siglo (2014).

Particularmente en el libro que hoy nos ocupa Augé, cuyo tono académico tiene a la vez algo de confesional, amistoso y a veces hasta bromista, sostiene la hipótesis, basada en la confrontación con la noción antropológica de lugar (identitario, existencial, relacional e histórico) y apoyada en su percepción de lo que ocurre, por un lado, en espacios constituidos con relación a ciertos fines como el transporte, el comercio o el ocio (tales como aeropuertos, habitaciones de motel o supermercados) y, por otro lado, la relación contractual que establecen los individuos con esos espacios (a través del billete de avión, el ticket del cine), de que ese tipo de ambientes y relaciones propios de la sobremodernidad (caracterizada por “la superabundancia de acontecimientos, la superabundancia espacial y la individualización de las referencias”), pueden definirse como “no lugares”. Para él esos espacios no crean arraigo ni propician la interacción sino que potencian la soledad, la similitud, la homogeneidad.

4. Espacios del anonimato.

El resumen del libro de 125 páginas preparado por los editores de su versión en castellano, es harto elocuente y explícito acerca de lo que en él nos vamos a encontrar: “Los no lugares no existían en el pasado. Son espacios propiamente contemporáneos de confluencia anónimos, donde personas en tránsito deben instalarse durante algún tiempo de espera, sea a la salida del avión, del tren o del metro que ha de llegar. Apenas permiten un furtivo cruce de miradas entre personas que nunca más se encontrarán. Los no lugares convierten a los ciudadanos en meros elementos de conjuntos que se forman y deshacen al azar y son simbólicos de la condición humana actual y más aún del futuro. El usuario mantiene con estos no lugares una relación contractual establecida por el billete de tren o de avión y no tiene en ellos más personalidad que la documentada en su tarjeta de identidad. Atento al uso de las palabras, releyendo los lugares descritos por Chateaubriand, por Baudelaire y Benjamin, Marc Augé abre nuevas perspectivas para conceptualizar una antropología de la sobremodernidad, que podría ser también una etnología de la soledad de la condición humana contemporánea”. La publicación, de fácil lectura, está estructurada con base en un “Prólogo”, tres capítulos titulados “Lo cercano y el afuera”, “El lugar antropológico” y “De los lugares a los no lugares”, un “Epílogo” y las “Referencias bibliográficas”.

5. Espacios del anonimato.

Las nociones formuladas por Augé tienen presencia en la arquitectura desde el momento en que consideramos cualquier edificación que es ajena al contexto en el que se inserta o que contiene actividades que propician las situaciones ya señaladas repetidas en otras con las mismas funciones, a los cuales también se puede añadir sitios de tránsito que no dejan huella en las personas carentes, a su vez, de la diversidad de actividades y el intercambio que caracterizan, por ejemplo, a los centros históricos de las ciudades.

6. Tres obras «para todo público» publicadas por Marc Augé.

Polémicas aparte en cuanto a la no existencia de un consenso claro a la hora de precisar la naturaleza de un lugar antropológico, de lo convincente que haya podido ser la definición de no lugar formulada la cual deja por fuera numerosos espacios residuales que pueblan la ciudad contemporánea, de las diferencias en cuanto a representatividad de un espacio de anonimato para diversos actores sociales, y de la convicción de algunos acerca de que el concepto de no lugar sólo es funcional a la ideología de la clase dominante la cual legitima la exclusión de ciertos actores del sistema económico, las obras de Augé han sido fuente de inspiración y reflexión tanto para los académicos en todo el mundo como para el ciudadano de a pie al que estudió a profundidad ofreciéndole textos como: ¿Por qué vivimos? (2003), El tiempo sin edad (2016) o Las pequeñas alegrías (2018), entre otras.

7. Marc Augé en la UCV junto a Catalina Banko en dos momentos que recogen su presencia allí.

Mundialmente reconocido, Augé visitó Venezuela el año 2012, cuando fue invitado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales “Dr. Rodolfo Quintero” (IIES) de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, dirigido entonces por Catalina Banko, a participar entre el 20 y el 22 de noviembre en una serie de actos académicos programados para aprovechar su presencia: el 20 formando parte del Foro “¿Un nuevo orden simbólico en el mundo contemporáneo?” y el 22 dictando la Clase Magistral: “La antropología en un mundo globalizado”. La expectativa y asistencia, huelga mencionarlo, fueron altísimas al igual que el nivel del evento.

8. Marc Augé en 2016.

Marc Augé, a quien con esta nota quisimos rendir homenaje, falleció el pasado 24 de julio en Poitiers, donde también había nacido en 1935, hace 87 años. En vida fue profesor de antropología y etnología de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París (l’École des Hautes Études en Science Sociales de Paris -EHESS-) la cual dirigió entre 1985 y 1995 fundando allí en 1992, junto a Gérard Althabe, Jean Bazin y Emmanuel Terray, el Centro de Antropología de Mundos Contemporáneos. Doctor en Letras y Ciencias Humanas, también ostentó el cargo de director del Centro Nacional para la Investigación Científica investigación (Centre Nacionale de la Recherche Scientifique -CNRS-).

ACA

Procedencia de las imágenes

1, 3 y 6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.

2. https://www.businessinsider.es/culpa-caos-aeropuertos-maletas-negras-1099149

4. https://www.bbva.com/es/supermercados-afianzan-consumidores-bancarizados/

5. https://www.intermundial.es/blog/9-de-las-mas-bellas-estaciones-de-metro-en-el-mundo/

7. Cortesía de Catalina Banko.

8. https://www.lanacion.com.ar/cultura/marc-auge-si-no-fuera-de-mi-tiempo-e-intentara-entenderlo-estaria-muerto-nid1911529/