Archivo de la categoría: Números Uno

¿SABÍA USTED…

… que en julio de 1963 aparece el primer número de la revista TALLER ?

1. Portada del nº 1 de la revista Taller, julio 1963

Con apenas una diferencia de poco más de dos años desde el lanzamiento de la revista PUNTO como estandarte de la Extensión Cultural de la FAU UCV, TALLER puede ser considerada como la primera publicación periódica estudiantil de arquitectura de carácter formal que surgió en el país y quizás una de las de mayor duración, salvedad hecha de entre rayas, que si bien aparece en 1992 como iniciativa de Esperanza Zamora, Carlos Espejo y Jesús Yépez cuando eran cursantes de la Escuela de Arquitectura de la UCV, se ha mantenido hasta hoy orientando su perfil al medio profesional con Yépez como editor y cabeza del Grupo Editorial que la tiene como su principal producto.

TALLER da sus primeros pasos contando con un Comité de Redacción conformado por Jorge Soto Nones, Nunzio Sassano, Luis Quirós Badell, Alfredo Vera y José Mena quienes hacen la salvedad de que se trata de “una publicación del Taller de Arquitectura ‘Taliesin La Floresta’, Caracas”, clara señal de que se trataba de un grupo que creía en el trabajo en equipo, que tenía en la figura de Frank Lloyd Wright su principal referente y en la enseñanza bajo la modalidad de taller que éste impartía en las instalaciones ubicadas en Wisconsin, su modelo.

No es casual, por tanto, que el logo que identifica la publicación tenga la denominación TALLER como protagonista (elaborada con una tipografía si se quiere artesanal pero hecha con suma precisión), contando como telón de fondo con un dibujo de la planta de techos de los talleres de composición de la FAU UCV. Tampoco es accidental que la portada del primer número esté presidida por una muy buena fotografía del maestro norteamericano que acompaña a su vez el principal artículo del ejemplar titulado justamente “Frank Lloyd Wright: El Titán de Taliesin”, firmado por Jorge Soto Nones, presentado al concurso promovido por Antonio Granados Valdés desde la División de Extensión Cultural de la FAU UCV en marzo de 1963, señales todas de la admiración que el grupo sentía por Wright a modo de contrapeso a la preponderancia que tuvo la figura de Le Corbusier por aquellos años en la formación de arquitectos.

El editorial, titulado “La marcha se demuestra caminando…”, denota a las claras la expectativas que se abrían tras el comprometedor emprendimiento y el convencimiento de que los logros se alcanzan tras el hacer. Los promotores de TALLER expresarán lo siguiente: “Conscientes de la necesidad de la existencia de un órgano divulgativo dentro del cual tengan cabida los trabajos y opiniones de los estudiantes de arquitectura relacionados con las diversas materias del pensum de estudios, iniciamos con la presente edición, nuestra contribución a un mejor y más amplio órgano de esta índole, en el futuro. (…) No pretendemos haber logrado lo mejor con éste y con los siguientes números de esta publicación, pero hemos querido dar el primer paso de una trayectoria que esperamos sea prolongada, dependiendo de la aceptación y colaboración que nos dispensen nuestros compañeros de aulas, así como de la valiosa orientación que recibamos de los profesores de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, de quienes esperamos recibir opiniones y juicios críticos de todas y cada una de nuestras ediciones.”

Exponen los editores, como es común en estos casos, la pretensión de hacer de TALLER un proyecto de largo aliento, de convertirlo en lugar de confluencia de todo cuanto académicamente se produzca en el proceso de enseñanza-aprendizaje y la aspiración de contar con la mirada atenta, crítica y orientadora de quienes los van formando. 

Realizada tomando en consideración todas las pautas que debe seguir una publicación periódica, el nº 1 de TALLER, constituido por 8 páginas, está diagramado cuidadosamente mostrándose su portada como ejemplo de lo que sus jóvenes editores habían aprendido durante su formación en cuanto al cuidado que debe tenerse a la hora de modular y componer una hoja en blanco de 21,5 x 29 cms, ligeramente mayor al tamaño carta el cual es su referencia. Así, la carátula está dividida horizontalmente en dos partes iguales y la superior a su vez en otras dos, donde el rectángulo de arriba, separado del resto por una gruesa línea roja, se divide a su vez en dos: a la derecha en sentido vertical se ubica el espacio donde aparece el “Sumario” y el espacio restante en sentido horizontal se segmenta en dos partes: la superior que contiene todo lo necesario para identificar la revista: denominación y logo (que ocupan el segmento de arriba) y la inferior dividida en dos franjas iguales, correspondiéndole la superior a presentar el Comité de Redacción y la inferior a remarcar el espíritu de equipo que lo anima, dejando a la derecha un cuadrado en el que aparece la fecha y el número del ejemplar. La segunda franja, que abarca el resto de la parte superior de la página, se destina al Editorial.

La mitad inferior de la portada  se dedica a mostrar el encabezamiento del artículo central del número. En general el ejemplar se diagrama verticalmente con base en tres columnas que se van acoplando a las necesidades del contenido lo cual puede notarse con claridad al revisar el interior. Esta pauta se conservará hasta el nº 18 (mayo 1966) cuando se altera el diseño de la portada y se cambia la tipografía que identificaba la revista. La diagramación interna a tres columnas, sin embargo, permanece inalterada hasta el nº 21 (noviembre 1966) el cual marca el fin de la etapa más fructífera de la revista.

2. Trabajos estudiantiles publicados en el nº 1 de la revista Taller

El artículo central dedicado a Wright está acompañado con la presentación de trabajos estudiantiles elaborados en los talleres de composición, conformando un material valioso para tomar el pulso de los temas y enfoques de la enseñanza del momento.

El primero corresponde a un ejercicio que consistió en realizar una “Estructura en papel” ejecutado por el joven Rafael Jiménez en 1961 mientras cursaba el 2º año en el Taller Zubizarreta, utilizando el papel y sus posibilidades de plegado como excusa para realizar una cubierta similar a la de las estaciones del Teleférico de Caracas.

El segundo corresponde a otra experiencia y está conformada por una especie de combinación entre el texto titulado “¿Qué es la normalización?” firmado por T. Viera. E. Badell y G. Redondo, el cual se acompaña con la presentación del diseño de dos “Viviendas obreras” realizadas en 1962, mientras cursaban 5º semestre en el Taller Chávez dentro del grupo Pons, los estudiantes Luis Quirós Badell (“Conjunto de viviendas ampliables desde dos hasta cinco habitaciones”), y Nunzio Sassano (“Conjunto de 96 viviendas obreras”).

Cierra este primer número de TALLER un curioso y podríamos decir que hasta simpático texto elaborado por José Jesús Salcedo Figueroa que bajo la sección “Recortes de prensa” titula “Estudio de la palabra ‘Mezzanina’ ”. Salcedo, luego de determinar las raíces italianas del término en cuestión, aboga por el buen empleo de la lengua castellana buscando sustituir el uso de dicho italianismo por el de la palabra “entresuelo”. Con el tiempo, al menos entre los arquitectos, podemos afirmar que esta cruzada emprendida por Salcedo, teniendo todo el sentido del mundo, fracasó.

La experiencia de TALLER, analizada y trabajada con mucho tino por Ricardo Maspons en “Una historiografía de ‘Taller’ 1963-1978: revista de los estudiantes de arquitectura (FAU-UCV)”, Trabajo de Grado para optar al Grado Académico de Magister Scientiarum en Historia de la Arquitectura y el Urbanismo, Universidad Central de Venezuela, se alargó por 15 años y como ya adelantamos se convirtió en referencia dentro del medio editorial estudiantil. Su periodicidad varió, pudiéndose detectar durante el primer año la salida de tres números; en 1964 la aparición -bimestral- de hasta seis (del 4 al 9), otros seis en 1965 (del 10 al 15) y seis más en 1966 (del 16 al 21), produciéndose un salto, originado seguramente por la terminación de los estudios del principal grupo promotor y de quienes continuaron su tarea, que lleva a la aparición de un solo número en 1969 (el 22), y el último (el 23), nueve años después (con los convulsos años de la Renovación Académica de por medio), como intento de sobrevivir como órgano de difusión estudiantil, en 1974. Ya para este momento la revista “es el órgano de difusión científico cultural de los estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U.C.V.”

3. Portadas de los números 2 y 9 de la revista Taller de septiembre 1963 y noviembre 1964, respectivamente
4. Portadas de los números 15 y 21 de la revista Taller de noviembre 1965 y noviembre 1966, respectivamente

TALLER se autocalifica a partir del nº 2, como “órgano bimensual de los estudiantes de arquitectura Universidad Central de Venezuela” sin renunciar su Comité de Redacción a identificarse como “del taller de arquitectura ‘taliesin de la floresta’ ”. Va aumentando progresivamente el número de páginas pasando de las 8 del nº 1 a 12 en el 2. El nº 3 alcanzará 14 (y marcará el inicio de la incorporación de publicidad), 16 el 4, 20 el 5, 22 el 6 (donde aparece la figura de “Delegados” como parte de la redacción), 24 el 7, 26 el 8, 50 el 9 (momento en que el Comité de Redacción desaparece de la portada pasando al interior), regresando a 20 en el 10, aumentando de nuevo a 34 en el 11 y llegando a su máximo tope con el nº 16: 76 páginas. Así como aumenta el número de páginas también crece la cobertura de eventos y se diversifican las informaciones.

Los primeros 15 números buscan centrar la atención en alguna figura internacional de la arquitectura, dedicándose tres de los que aparecen en 1965 (13, 14 y 15) a Le Corbusier con motivo de su fallecimiento. El noveno se centra en el V Congreso Panamericano de Estudiantes de Arquitectura, variando los intereses del número 16 al 23.

También es bueno saber que a partir del nº 11 su Comité Editorial fue variando en la medida que sus integrantes se fueron graduando y que fue incorporando paulatinamente la colaboración de profesores en la elaboración de contenidos, los cuales fueron dejando de lado el registro de trabajos de diseño y abriéndose a la incorporación de textos reflexivos, transcripciones e información de apoyo técnico.

5. Portadas de los dos últimos números de la revista Taller: 22 de abril 1969 (izquierda) y 23 de 1974 (derecha)

Con el nº 22 (1969, 55 páginas), según ya adelantamos, se incorporan modificaciones notables en la línea editorial de TALLER que, tras casi tres años de discontinuidad, presagia los cambios que están fraguándose y que culminarán con la Renovación Académica. Aparecen textos, entre otros, de Juan Pedro Posani, Graziano Gasparini, Francisco De Venanzi, Henrique Hernández y Samuel Pieters así como el artículo «La vivienda no es una casa de Reyner Banham. Además, los articulos que lo integraban fueron impresos sueltos insertos en un sobre tipo “manila” con el nombre «Taller», buscando agilizar la impresión acercándose a la apariencia de un periódico de ágil distribución, importante en medio del clima renovador que imperaba. Valga para dar fe de ello los últimos párrafos del Editorial (utilizado como portada) a cargo de los Coordinadores de la revista para el momento, Hugo Manzanilla, Leonel Requena, Javier Rodríguez y Henrique Vera: “La historia de la arquitectura podría mejor considerarse como la historia de los arquitectos y sus criterios. (…) Es una historia fruto de considerar la arquitectura como algo que tiene vida aislada, de considerar la obra arquitectónica con una razón de ser en si misma. La historia de la búsqueda de una realidad arquitectónica y no la historia de la solución de un problema básico del ser humano, la historia de unas definiciones, no de unas soluciones. (…) Es necesario entonces separarse de la tradición, aislarse de la historia, negar los personajes, abandonar los llamados padres de la arquitectura y considerar el mundo con una nueva visión, estructurar la profesión en base a su utilidad y no a su interpretación. (…) Probablemente enterrar una historia sea doloroso, incluso desconcertante pero es la única vía para entender el futuro de una profesión que no debería tener historia, sino confundirse con la realidad y pasar a pertenecer a ella». Y, para concluir, dejemos plasmado parte del Editorial del nº 23 (1974, 28 páginas) coordinado por Víctor Houtman y Miguel Coronado con portada diseñada por Miguel Acosta, en momentos en que ya el vendaval había pasado dejando importantes huellas de las cuales los estudiantes acusaban recibo: “La acción juvenil es un acto esencialmente revolucionario. Cada generación más tarde o más temprano se encuentra con este hecho y asume su responsabilidad o simplemente lo traiciona. (…) Se retoma Taller, antigua publicación estudiantil de la FAU, en un acto de responsabilidad al tomar conciencia de la importancia que representa la continuidad de los procesos en el tiempo … (…) Surge ahora como herramienta de trabajo, como palestra de luchas, como medio para informar, intercambiar, dirigir. Surge para fijar ideología y formar opinión que nos permita cumplir dignamente la tarea de ser los agentes profundamente creadores del cambio, hacia una arquitectura que plantee nuevas relaciones entre los seres humanos, nuevas relaciones con su naturaleza, nuevas relaciones de acuerdo a las aspiraciones más justas. (…) Una arquitectura que absorba y trascienda el mito de lo moderno. Arquitectura que sea capaz de entender el problema real de nuestros pueblos.”

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 209

La sorpresiva victoria de Aristóbulo Istúriz en las elecciones en las que se presentó como candidato de La Causa Radical (LCR) a la Alcaldía del Municipio Libertador del Distrito Federal en diciembre de 1992, significó el inicio de una gestión que para el período 1993-1996, tal y como apunta Margarita López Maya en “Alcaldías de izquierda en Venezuela: gestiones locales de La Causa Radical (1989-1996)», texto que apareció en Gobiernos de izquierda en América Latina. El desafía del cambio (1999), buscaba cambiar la manera de hacer política a esa escala, “desarrollando prácticas de organización y participación ciudadana que permitieran ir transformando lo que se consideraba la tradicional cultura clientelista venezolana por una más democrática”.

Istúriz al momento de asumir la dirección municipal aunque no contaba con experiencia previa para el cargo, si pudo aprovechar en buena parte el aprendizaje alcanzado por Clemente Scotto, perteneciente a su mismo partido político, quien había ganado las primeras elecciones municipales en 1989 para la Alcaldía del Municipio Caroní del estado Bolívar y que logró ser reelecto en 1992, por lo que ambas se constituyeron en experiencias que corrieron paralelas durante tres años.

Comprender la gestión llevada a cabo por Istúriz  significa, por un lado, saber que el Municipio Libertador formaba parte junto al Municipio Vargas de lo que se denominaba el Distrito Federal y, por el otro, que integraba el Área Metropolitana de Caracas, entidad creada con fines censales en 1950, junto a los municipios Sucre, Chacao, Baruta y El Hatillo, todos ellos pertenecientes al estado Miranda. Sin embargo es la de Libertador la que por tradición será conocida como Alcaldía de Caracas ya que en ella se asientan los poderes públicos que estructuran el Estado venezolano.

1. Portada del libro Gobiernos de izquierda en América Latina. El desafía del cambio (1999)

Otro dato importante que se debe manejar es la dificultad que significaba, a efectos de su gobernabilidad, el tener una elevada densidad poblacional, una variada composición social y más de la mitad de sus integrantes en situación de pobreza a lo que debe añadirse, como señala López Maya, los inconvenientes derivados “de las leyes y reglamentaciones aprobadas para la ciudad en distintas épocas y para distintos fines que han terminado por conformar un laberinto legal que obstruye la posibilidad de un gobierno eficaz y hace sumamente difícil cualquier cambio de políticas para la ciudad. El municipio está regulado por la Ley Orgánica de Régimen Municipal (LORM), sancionada en 1989, pero también por la Ley Orgánica del Distrito Federal. Ambas se contradicen en algunos aspectos y otorgan facultades y atribuciones concurrentes entre gobernador y alcalde. Adicionalmente, el gobernador del D.F. es designado directamente por el Presidente de la República, lo cual crea en él cierta orientación e intereses que difiere de las del alcalde, quien es electo directamente por la comunidad. Otra reglamentación que genera dificultades es la Ley Orgánica de Ordenamiento Urbanístico (1986), que establece planes para las ciudades venezolanas en las cuales una de las dependencias del Gobierno Nacional, el Ministerio de Desarrollo Urbano, tiene una jerarquía superior a los niveles federales o municipales, las acciones de este ente son motivo de tensión y complicaciones por concurrencia de facultades  y atribuciones. Por si no bastaran estos inconvenientes, existen leyes o reglamentos que regulan aspectos de la vida urbana, que se remontan a principios de siglo o aun antes, y aguardan hasta ahora por su actualización.”

La larga cita anterior permite contextualizar los problemas afrontados por una gestión que se benefició del voto castigo para alcanzar el poder, ganó con una pequeña diferencia y que, como ya dijimos, lo hizo ante la sorpresa de propios y extraños, motivo que obligó a desarrollar ideas sobre la marcha sobre política local y crear un equipo que compartiera los conceptos fundamentales de transformación y lucha contra el clientelismo político. Para ello contó, por un lado, con el apoyo del gobernador del estado Bolívar, Andrés Velásquez y del ya mencionado alcalde de Caroní, Clemente Scotto y, por el otro, con la oposición conformada por la gobernación del Distrito Federal y el gobierno central quienes no estaban dispuestos a facilitar el éxito de un partido popular emergente como lo era La Causa R.

Si quisiéramos resumir al máximo las políticas impulsadas por el alcalde Istúriz ellas se podrían recoger en el término “democracia radical”, principio ideológico básico de LCR que a su vez derivaba en “el gobierno de la gente” o, en otras palabras, en la implementación de una democracia directa. “Esta democratización implicaba el desarrollo de una cultura participativa, cultura que el partido consideraba inexistente en Venezuela por la exacerbación de la práctica populista como forma de relacionamiento entre la sociedad y el poder”, acotará López Maya. Para ello debían desarrollarse mecanismos de información que empoderaran al pueblo, “pues Istúriz consideraba que el conocimiento del ordenamiento jurídico, técnico y contextual de los problemas es lo que hace perder el temor a participar e impulsa el proceso de asumir los derechos y compromisos”.

Así, el eje articulador de las acciones conducentes a impulsar la democratización es el llamado “gobierno parroquial” nos recordará López Maya y ya que el mismo superaba los alcances que la LORM otorgaba a las juntas parroquiales se procedió a promover la “Ordenanza para la Creación y Funcionamiento del Gobierno Parroquial en el Municipio Libertador” la cual fue aprobada a punto de culminar el último año de gestión (1995) mientras Isturiz buscaba ser reelecto, cosa que no consiguió.

Se trató por tanto de tres años lidiando con tropiezos, trabajando por ensayo y error e intentando poner en marchas algunas políticas de modernización de las estructuras y procedimientos de un municipio complejo que arrastraba vicios provenientes de la administración anterior y cargaba con enormes y muy variadas responsabilidades. Para garantizar la obtención de recursos que permitieran llevar adelante los planes previstos se optó por darle prioridad a la realización de un catastro actualizado, el cual se finaliza en 1994 sin que luego reportara cambios significativos en la recolección de impuestos ya que tampoco fue posible racionalizar los ingresos y la recaudación del municipio.

Trabajando dentro de una estructura híbrida que no facilitaba las cosas, es sólo empezando 1995 cuando se logró producir la reestructuración definitiva de la alcaldía, “creándose una dirección general… coordinadora de cuatro direcciones operativas, cada una de las cuales respondería a líneas de acción estratégicas del municipio: la dirección de gestión interna, la de gestión económica, de gestión urbana y la dirección de gestión ciudadana”, a los que se deben sumar doce entes descentralizados. Hay que añadir que la forma como fue manejada la problemática del personal heredado y que dependía de las diferentes direcciones (entre 12 y 15 mil trabajadores) es otro aspecto débil que la gestión fue incapaz de mejorar por temor a enfrentarse a problemas que la paralizaran.

2. Resumen del artículo de Marta Vallmitjana “Plan de Ordenamiento Urbano Local y Planes Parroquiales de Ordenamiento Urbano. Un diálogo necesario. Caso: Municipio Libertador”, aparecido en la revista Urbana nº 20 (1997)

Siendo pues el gobierno parroquial el motor de la democratización buscada y las juntas parroquiales los entes que a tal fin debían ponerla en marcha, se emprenden desde la Oficina Municipal de Planeamiento y la Dirección de Obras Municipales programas tendientes a ofrecer una mejora sustantiva en el ordenamiento de cada una de las 19 parroquias que conformaban el municipio, dándose origen así al nombramiento de los arquitectos parroquiales y, sobre todo,  a la experiencia que derivará en la realización de los denominados Planes Parroquiales (PP), 14 de los cuales serán asignados a un grupo de profesionales seleccionados por credenciales. Por otro lado, respetando lo señalado por la Ley Orgánica de Ordenamiento Urbanístico, el Instituto de Urbanismo de la FAU UCV va elaborando simultáneamente el Plan de Ordenamiento Urbano Local (PDUL), lo cual, como diría Marta Vallmitjana en “Plan de Ordenamiento Urbano Local y Planes Parroquiales de Ordenamiento Urbano. Un diálogo necesario. Caso: Municipio Libertador”, texto aparecido en la revista Urbana nº 20 (1997), dejaría de lado la tradicional planificación “en cascada” (jerarquizada, centralista y dirigida desde arriba “en la que se hacen difíciles las debidas consultas a las diversas expresiones de las fuerzas sociales, económicas y políticas”) por una “planificación de compatibilización” que buscaba reconciliar y establecer vasos comunicantes entre enfoques contrapuestos: los representados por los planes de desarrollo urbano (PDUL) y por el proyecto de diseño urbano (PP). Se aprovecharía así el importante factor participativo que los Planes Parroquiales tenían implícitos para poder formularse dentro de las políticas generales de “democracia radical” y “gobierno de la gente”.

Toda esta intensa, rica y variada experiencia que vitalizó a buena parte el medio profesional y académico, así como los lineamientos estratégicos y las dificultades y tropiezos que acompañaron a la gestión de Istúriz, fueron seguidos con interés y atención por las diferentes páginas que en la prensa nacional se ocupaban de temas de arquitectura y ciudad, fenómeno particularmente relevante durante la década de los años 1990. Así, con diferentes grados de compromiso, frecuencia y enfoque, hemos podido detectar que las secciones dominicales de “ciudad” o “arquitectura y diseño” de El Diario de Caracas a cargo de Oscar Tenreiro y Farruco Sesto, de “arquitectura” de El Nacional donde participan William Niño, Hannia Gómez y Federico Vegas y el encartado sabatino Arquitectura HOY coordinado por Juan Pedro Posani, van dando cuenta prácticamente desde el llamado a elecciones municipales y más aún al conocerse los resultados de lo que consideran son sus responsabilidades divulgativas y de generación de opinión.

3. Página de arquitectura del El Diario de Caracas del domingo 13 de diciembre de 1992

Serán Tenreiro y Sesto quienes con contenidos de mayor carga política en virtud de su compromiso con la gestión de Istúriz, se colocarán expectantes desde el mismo día de las elecciones (6 de diciembre de 1992) a través del artículo “Cambiar la democracia” (firmado por Tenreiro) y, una vez conocidos los resultados, el domingo siguiente le dedicarán la página entera al inédito acontecimiento escribiendo Tenreiro “Para los cinco alcaldes” y “Arquitectura contra populismo” y Sesto “La ciudad de Aristóbulo”. De aquí en adelante se darán ambos a la tarea a lo largo de todo el año 93 de tocar temas como “Arquitectos parroquiales” (Sesto, 14/02), “Sobre La Bandera” (Sesto, 07/03), “Alcaldes aprovechen la semana” (Tenreiro, 04/04), “Un cambio cultural” (Sesto, 18/04), “Ledezma y la lata” (Sesto, 25/04), “Adiós a la OMPU” (Sesto, 09/05), “Recado a los vecinos” (Sesto,16/05), “Fundarte” (Sesto, 30/05), “Nota al gobernador” (Sesto, 06/06), “Concursos” (Tenreiro, 11/07), “Dignificar las Juntas Parroquiales” (Tenreiro, 01/08), “Alerta máxima” (Sesto, 01/08), «¿Ignorancia o mala fe? (Respuesta a dos intelectuales)” (Sesto,08/08), “Ley de patrimonio-Almacaroní” (Tenreiro, 15/08), “¡Auxilio, Presidente Velásquez!” (Tenreiro, 22/08), “Un triste General del Sur” (Tenreiro, 05/09), “El Cementerio como problema” (Sesto, 05/09), “Buenas noticias para la arquitectura” (Sesto, 07/09), “Ocaso de una cultura perversa” (Sesto, 24/10), “Resumen, Moraleja, Viso (Tenreiro, 31/10) y “La ciudad en vilo” (Sesto, 14/11). Cerrando el año en pleno proceso electoral para las presidenciales, Tenreiro y Sesto fueron vetados por la redacción de El Diario de Caracas al tomar partido por la candidatura de Andrés Velásquez, lo que derivó en la salida de ambos y el abandono del espacio ocupado durante casi 4 años y con ello el acompañamiento a la gestión de Isturiz. Pensaban titular la página “Y vamos de política”.

Desde El Nacional es fundamentalmente William Niño quien se dedica a hacer seguimiento y plantear recomendaciones e ideas sobre la temática que más le apasionaba: la ciudad de Caracas. En medio del entusiasmo derivado por el triunfo de Istúriz, allí aparecieron a lo largo del año 93 en la columna dominical sus artículos titulados: “Vendrán tiempos mejores para recobrar la ciudad”, “Las siete heridas de Aristóbulo”, “La octava herida de Aristóbulo”, “El golpe de Aristóbulo”, “Pequeños detalles y Aristóbulo”, “Acciones para la ciudad”, “Tiempo de Caracas (a los alcaldes); y en el año 94: “Doce retos para los alcaldes” a lo que habría que añadir tres artículos de Enrique Larrañaga titulados “La ciudad posible” (dos escritos en el 94 y otro en el 95). En el año 96, ya habiendo perdido Istúriz las elecciones de diciembre del 95 con Antonio Ledezma, Niño escribe “Es bueno recordar ( A propósito de Aristóbulo)» y, para no perder la costumbre de aconsejar a quienes dirigen la ciudad, “Ledesma y las siete heridas capitales” y “La plaza de Ledezma”.

4. Arquitectura HOY nº 67 del 25/06/94
5. Arquitectura HOY nº 203 del 16/05/97

Arquitectura HOY asume en cierta forma el relevo de Tenreiro-Sesto con otra actitud a través de artículos como “La ciudad espera” (Juan Pedro Posani, nº 25, 07/08/93) y más en la tarea de registrar el proceso de conceptualización, discusión y presentación de los Planes Parroquiales en el nº 57 (23/04/94) aparecen “Credo de Caracas” (bajo la responsabilidad de Enrique Larrañaga), “Descentralizar la ciudad y descentralizar el pensamiento” de Miguel Posani y “Retrato de Caracas” de Azier Calvo; en el nº 61 (14/05/94) se recogió a modo de reseña la Presentación en la FAU UCV del primer grupo de Planes Parroquiales encargados por la Alcaldía del Municipio Libertador; en el nº 63 (28/05/94) aparecen los Planes Parroquiales de ordenamiento urbano de La Candelaria y San Agustín; en el nº 67 (25/06/94) se publican los Planes Parroquiales de Ordenamiento Urbano de Altagracia y Catedral, y San José; en el nº 71 (23/07/94) aparecen los Planes Parroquiales de Ordenamiento Urbano de El Recreo y Santa Rosalía Sur; el nº 78 (10/09/94) se publica el Plan Parroquial de Ordenamiento Urbano de Sucre; en el nº 97 (04/03/95) aparece el Plan Parroquial de Ordenamiento Urbano de Antímano; para cerrar con el nº 203 (16/05/97) en el que se reseña (casi de manera nostálgica) la exposición “Trazos de ciudad”, organizada por el MAVAO donde de mostraron 14 planes, recordando que se trataba de 19 parroquias en total.

Es en este amplio contexto donde tiene cabida la aparición de la revista Ciudad cuya portada de su número 1 o 0 (único en todo caso) ilustra nuestra postal del día de hoy. La publicación de la recién creada Dirección de Gestión Urbana de la Alcaldía del Municipio Libertador, encabezada por Francisco (Farruco) Sesto, aparece algo tarde (finales de 1995) con la doble finalidad de asentar ciertas directrices conceptuales que a lo largo de tres años han caracterizado la gestión municipal en el área y a la vez con miras a ofrecer al público en general una especie de programa respaldado en hechos que justificaban la aspiración de ser ratificados con el voto popular.

La revista, en un formato un poco mayor que media hoja tamaño carta (21,5 x 15 cms) y papel glasé, tenía 136 páginas sin ilustraciones, aparece publicada por el Instituto Municipal de Publicaciones de la Alcaldía de Caracas, editada por FUNDARTE y diagramada por Mariela Garcés.

6. Editorial («Como un número cero») escrito por Farruco Sesto y primeras páginas de «Conversación con el General (R) Marcos Pérez Jiménez…» a cargo de Oscar Tenreiro y “De la ciudad, su memoria y sus deseos: notas para un modelo de normativa urbana” de Enrique Larrañaga aparecidos como parte del contenido del nº1 de la revista Ciudad (1995)

El editorial titulado “Como un número cero” le correspondió a Farruco Sesto, quien afirmó que Ciudad nacía algo apresurada y como “un número de prueba” con “la idea de producir una revista de pensamiento sobre los temas de la ciudad”, añadiendo que el contenido fue elaborado por personas “muy allegadas a la Dirección de Gestión Urbana”, creyentes en la necesidad de difundir a través de ensayos tópicos de interés para la urbe.

La colaboración se tradujo en diez artículos, a saber: “Conversación con Pérez Jiménez”, Oscar Tenreiro; “Ciudad: Pensamiento y Ordenanza”, Fernando Lugo; “De la ciudad, su memoria y sus deseos”, Enrique Larrañaga; “En defensa de la ciudad. Las quebradas de Caracas ¿propiedad privada o bienes de dominio público?”, Alonso Jesús Martínez; “Carta a J. M. Rodríguez”, Alonso Jesús Martínez; “Apuntes para una comprensión de la Valoración Moderna en la relación Programa-Lugar”, Carlos Pou Ruan; “Caracas y el problema de su calidad ambiental”, Antonio De Lisio; “El funcionamiento del servicio de transporte y los efectos del Metro sobre el sistema de superficie”, Rosa Virginia Ocaña Ortíz; “La tercera casa. Anotaciones sobre la ciudad como objeto cultural”, Farruco Sesto; y “Ciudad, Cultura y Futuro”, Farruco Sesto.

Es particularmente llamativa la entrevista que le hiciera en aquel momento Oscar Tenreiro a Marcos Pérez Jiménez (residenciado en Madrid) donde más allá de que se decanta por tocar temas relacionados con el desarrollo de la ciudad, las obras públicas y la arquitectura de los años 50, luce un tanto desubicada dentro de los lineamientos característicos de una gestión que se consideraba de “izquierda”. Más aún cuando se lee en el preámbulo de la conversación elaborado por Tenreiro que “No fue mía la idea de hacer esta entrevista… La idea fue de Farruco Sesto, amigo y compañero de trabajo durante muchos años…”. Sin embargo añade que la entrevista cobraba sentido para “recoger el testimonio de alguien que desde el poder impulsó modificaciones en Caracas, únicas por su significación y amplitud, reconocidas como iniciación decisiva del proceso de transformación y modernización de nuestra capital; conocer sus motivos en relación al apoyo que le dio a algunas de esas obras y tratar de profundizar sobre antecedentes y circunstancias”. También confiesa que: “Para mí, pues, un antiperezjimenista de la adolescencia, ya cincuentón, era atractivo eso de conversar con un hombre al que he dejado de ver con rabia pasando más bien agradecerle ciertas cosas que me parecen no sólo extraordinarias, sino imposibles en un país, el de hoy, estancado y carcomido por la mezquindad y la pequeñez”.

También resaltan los textos de Lugo y Larrañaga quienes en cierta manera asumieron espontáneamente el liderazgo desde el lado de los participantes que realizaron los Planes Parroquiales desde los puntos de vista instrumental el uno y conceptual el otro, experiencia que derivó en una ordenanza que de manera expresa no se asoma en la revista ante el temor de afectar las aspiraciones de reelección del alcalde.

Como ya se señaló, Aristóbulo Istúriz pierde las elecciones de diciembre de 1995 donde buscaba ser ratificado. De allí en adelante se desentiende de la política local para abocarse a la nacional. En tal sentido se suceden eventos como la separación en 1997 de un grupo importante de integrantes de la Causa R (Istúriz entre ellos) quienes crean Patria para Todos, organización que posteriormente formará parte del Polo Patriótico que impulsará a Hugo Chávez a la presidencia. Antonio Ledezma, alcalde entrante, aunque mantiene su interés por terminar de desarrollar el PDUL rápidamente interrumpe el proceso de construcción de gobiernos parroquiales emprendido en la gestión anterior, regresando al esquema que durante tres años se trató de enfrentar y revertir restituyendo la dinámica de las juntas parroquiales y de las asociaciones de vecinos como canales de participación.

Para Margarita López Maya, la derrota de Istúriz en 1995 “puso en riesgo inmediato la permanencia de los escasos logros obtenidos en democratización y/o modernización de su gestión. Si estos logros hubiesen sido apreciados por la organización, e incluso por Istúriz, una estrategia de defensa de los mismos y de denuncia frente a su desmantelamiento hubiese sido la política a seguir. Sin embargo, nada de ello se hizo. (…) Esto ha significado casi tres años en los cuales un gobierno local tradicional, como el del alcalde Antonio Ledezma, en el más característico estilo efectista y clientelar de AD, ha desempeñado una gestión en medio de una total ausencia de oposición crítica. De haberse valorado la gestión y la institucionalidad que tanto esfuerzo tomó construir, no se hubiera abandonado tan fácilmente”, concluyendo (recordemos que López Maya escribe su ensayo en 1999): “… en Venezuela sigue sin fuerza un proyecto político alternativo y popular que le de el puesto que se merece a la gestión local y valore la necesidad de institucionalización de los cambios en sus estructuras y procedimientos, tome en serio la autonomía financiera del gobierno municipal y profundice la democracia a este nivel como camino hacia una cultura ciudadana plena.”

Hasta ahora, pese a los avatares “revolucionarios” nada ha cambiado. Más bien se diría que estamos peor. La senda seguida por Istúriz desde entonces así lo revela.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. Colección Crono Arquitectura Venezuela

  1. https://books.google.co.ve/books/about/Gobiernos_de_izquierda_en_Am%C3%A9rica_Latin.html?id=hyTgmKoPNxMC&redir_esc=y

2 a 6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 201

DEVENIR, “publicación del Centro de Información y Documentación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV”, aparece por primera vez el 15 de diciembre de 1999 bajo la responsabilidad del entonces coordinador del Centro, el arquitecto y profesor Martín Padrón (FAU UCV, promoción 24A/ 1976), con la finalidad de cubrirla desinformación colectiva acerca de nuestro propio DEVENIR”, considerada dicha desinformación como “uno de los aspectos que han limitado la comunicación entre los miembros de nuestra Facultad”, de acuerdo a lo recogido en su Editorial titulado “Para conocer el devenir”.

Este breve pero sustantivo texto que nos ubica en tiempos en que la FAU se encontraba en pleno proceso de discusión de su Plan Estratégico, señala como una de las razones fundamentales para la aparición de DEVENIR el hecho de que “En un estudio sobre flujos de comunicación realizado para apoyar el Plan Estratégico, se detectó que en la FAU no funcionan los mecanismos formales de comunicación y estamos bajo el imperio del rumor”, asunto este que le permite subrayar que “Este nuevo órgano informativo, aspira registrar tanto el acontecer en el corto plazo, como aquellos elementos que nos aproximan a una transformación positiva que enfrente la dominante desinformación.”

La publicación, formateada como un pequeño periódico en tamaño carta, alcanzó en una primera etapa a cargo de Padrón una periodicidad casi mensual (salieron 14 números en un lapso de 18 meses, del 15-12-1999 al 19-06-2001), la cual se mantuvo cuando la coordinación del Centro pasó a manos del  Lic. Luis Bergolla (5 números más en 8 meses, llegando a un total de 19, número que fue lanzado en febrero-marzo de 2002). Contó, además, con un decidido respaldo del por entonces decano Abner Colmenares, quien logró renovar equipos de impresión del área de reproducción de la FAU donde se reprodujeron todos los ejemplares implicando ello un considerable ahorro de recursos. En esta misma tónica, DEVENIR se apoyó para su elaboración en un equipo mínimo pero muy entusiasta en el que figuraban la Lic. Maruja Rivas, quien colaboraba en la redacción y revisión de textos, y Michela Baldi en la diagramación y el montaje de la edición.

En cuanto al origen de la denominación seleccionada para la publicación el mencionado Editorial es muy claro: “DEVENIR para el diccionario de la Real Academia tiene dos acepciones: una vinculada con el suceder, el acontecer; y otra vinculada con el llegar a ser, con el transformarse en…” , de allí que su objetivo fuese recoger el quehacer, planes y agenda de actividades que constituían el día a día de la FAU, ofreciéndose como “una ventana abierta de opiniones, críticas y propuestas de los miembros de la Facultad hacia cualquiera de sus instancias.”

Otro aspecto a resaltar lo constituye el hecho de que DEVENIR se visualizara como “un espacio ágil, que complementará a ½ (Medio Informativo de la FAU), el cual desde Enero presentará una nueva imagen, y un contenido que espera profundizar en los logros, novedades y propuestas en desarrollo por las distintas dependencias de la FAU”. Así, Padrón anuncia la reaparición de ½ abriendo el camino al período de mayor lustre de esa publicación (ver la postal 169 en Contacto FAC nº 134) y la intención de que DEVENIR llene el espacio que inicialmente aquel ocupaba.

La portada del nº 1 que ilustra nuestra postal del día de hoy incluye, además del Editorial, una nota que a modo de AGENDA se titula “Un amparo para salvar al Edificio Galipán”. En ella se resalta el activo rol jugado por la FAU en los medios de comunicación ante la inminente demolición del inmueble anunciada por sus propietarios, y se le abre la puerta a la aparición de alternativas viables que, apuntando a su salvación, generasen beneficios tanto para los inversionistas como para la preservación de la memoria histórica de la ciudad.

En la sección de NOTICIAS se reseñan: los 25 años del Laboratorio de Técnicas Avanzadas de Diseño (LTAD); los ganadores del concurso de ideas para habilitación física de barrios; el II Salón de arquitectura región centro-occidental 2000 y la exposición de los logos del concurso centenario del nacimiento de CRV.

El número 14 (19-06-2001) con el que Padrón cierra su ciclo al frente de DEVENIR, en momentos en que ya se había producido el año anterior la declaratoria de la Ciudad Universitaria de Caracas como Patrimonio Mundial, tiene como Editorial el texto titulado “La información como río”, especie de epílogo-balance que hemos decidido transcribir para dar cierre a esta reseña dedicada a este importante medio de comunicación que cumplió importante rol en el ámbito académico de la FAU UCV.“La imagen del río remite a la doble lectura de lo permanente y lo efímero: siempre está ahí, pero cada instante es distinto. Así es la información, como el río. Para la formación del arquitecto la información es una prioridad. Por el propio carácter disciplinar, la arquitectura requiere de una información viva, expresión de su momento y su lugar; toda arquitectura se concibe alimentada de referentes y avanza en un clima de reflexión y autocrítica. Que este proceso lo realicen los arquitectos a nivel individual es positivo y deseable, ya que ha permitido el avance de las ideas contenidas en la arquitectura. Pero que este proceso suceda y se realice de forma aislada en una casa de estudios, sin confrontación o en forma ‘encapillada’, es un contrasentido: una represa. En dos años de nuestro tránsito en el Centro de Información y Documentación hemos hecho esfuerzos por abrir compuertas: las exposiciones y eventos realizados en el marco del Centenario de Villanueva, las catorce ediciones de Devenir, las cuatro ediciones de Medio Informativo y una revista Punto en proceso de producción son sólo intentos en esta carrera por ayudar a que la información fluya en nuestra facultad”.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todas. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 193

TAURO 13, de cuyo primer número aparecido en octubre-noviembre de 1964 hemos extraído la portada para ilustrar nuestra postal del día de hoy, es uno de los tres proyectos editoriales pioneros de corte estudiantil que se registran dentro de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV a lo largo de la década de los años 60 del siglo XX. El primero de ellos fue la revista TALLER (1963) y el otro Problemas de Arquitectura (1965). Reconocía cada uno grupos de intereses diferentes y si bien el empuje estaba dado por el entusiasmo estudiantil, siempre se detecta la presencia de arquitectos graduados y profesores dentro de los equipos de redacción. Nacen todos a remolque de la aparición de PUNTO (1961) dejando que también reluzca como contraparte de corte estrictamente académico el Boletín del CIHE (1964).

Adentrarse en el número 1 de TAURO 13 (de cuya denominación más allá de posibles asociaciones astrológicas desconocemos el origen), significa en primer lugar detectar a través de la página que contiene los créditos que se identificaba como “revista de arte y arquitectura” y que aspiraba a salir “cada seis semanas”, meta esta última muy común dentro del fragor inicial que da origen a toda publicación periódica que por lo general no se alcanza pero que en este caso, de manera excepcional, lo hizo hasta su desaparición tras 4 números en 1965.

Tampoco estaría de más registrar que funge de director de la revista el bachiller Víctor Álvarez Brunicardi, quien estuvo acompañado por un Comité de Organización integrado por los estudiantes Aminta Calonge, Joseba Pontesta y Enrique Maio. Como colaboradores aparecen los también alumnos Jorge Ortiz, Maritza H. de Irribarren, Leopoldo Sierralta, Bernabé Ruiz, Rafael Irribarren, Ramón León y los arquitectos Luis Manuel Trómpiz, Julio Riquezes, Paco Bermúdez, Oscar Tenreiro Degwitz y Pedro Sosa Franco. La diagramación estuvo a cargo del arquitecto Gerónimo Puig Gómez (autor también del dibujo de la portada) con el apoyo de Álvarez Brunicardi.

Del contenido de este primer número destacan varios aspectos algunos recogidos en el Editorial, pieza por demás curiosa redactada de manera un tanto disconexa que dificulta su lectura y en consecuencia la orientación del lector.

Así, como queriendo enfatizar que se tiene siempre en mente la relación arte-arquitectura, los editores proclaman: “Iniciamos hoy estos trabajos sobre arquitectura con miras a la par (sic) técnicas y divulgativas y pretendemos siempre referirnos a ella hablando como hombres y como artistas, en plan apolíneo y en son fáustico”. Y más adelante: “El primero de los aspectos lo tomaremos cuenta habida de que la producción arquitectónica tiene sus aspectos formales, sus concretas líneas limitadoras y vuela más allá de la mirada, y lo que es más: entre esa urdimbre de líneas que hacen masas con sentido práctico, se esconden vacíos INÚTILES que sugieren vértigos indecibles, valorables en mundos estéticos superiores”, para rematar manifestando: “La Arquitectura tiene un valor pragmático que de suyo produce sugerencias artísticas, y de allí su maravilla, su utilidad gloriosa”.

El algo confuso “lenguaje estudiantil” utilizado esconde sin duda buena parte del debate y la orientación de la enseñanza de la arquitectura de aquellos años, la cual se enmarca en términos de “función social” y “aspiración creadora”. De allí que “El estudiante de hoy, más que nunca tiene al lado de sus deberes de escolaridad, los supremos de comprender la verdad de toda la programática social, en nuestros días más dramática que nunca, debido al crecimiento de las poblaciones y a las realidades económicas impresionantes”. Se deja pues en los hombros del estudiante el perfeccionamiento de “sus conocimientos de lo social y lo humano que hora a hora advierte el ruido de la dinámica que nunca para de manifestar su rumor y eco de sus transformaciones” y el desarrollo de un actitud “vigilante a esos fenómenos sociales (…) para entenderlos y manejarlos a cabalidad, y con las herramientas de la profesión que está buscando tratar de darles solución justa y adecuada a la problemática de esos fenómenos”.

Pasar del Editorial a revisar el contenido del primer número de la revista significaría comprobar si tras el material presentado aparece toda o buena parte de la declaración manifestada lo que no deja de ser una interesante tarea. De tal manera, valga decir que el resto de sus 28 páginas están dedicadas a presentar dos proyectos estudiantiles de VI semestre procedentes de dos Talleres de Composición distintos y un tercero elaborado por un arquitecto en ejercicio.

Del primero de ellos, al que se dedican 12 páginas, y que sin duda busca ser el más demostrativo de lo planteado por los editores, resalta en primer lugar el tema (“Unidad de vivienda prefabricada para uso provisional”) y en segundo lugar el alto nivel de manejo técnico y expresivo de su autor (el estudiante Leopoldo Sierralta, cursante en el Taller Vegas bajo la guiatura de los profesores Américo Faillace y Oscar Tenreiro), todo lo cual se encuentra acompañado de un material de lectura que recoge: I.- El problema (objetivos y determinantes); II.- Partido adoptado-agrupaciones; III.- Determinantes de la solución (módulo base); IV.- Materiales; V.- Síntesis, para cerrar, por un lado, con los Detalles: tabiques estructurales, elemento de cubierta, elemento de piso; y, por el otro, con el Proceso de Montaje. A la carga de tipo técnico y constructivo que acompaña la propuesta se le contrapone la presentación de la planta, cortes y despieces impecablemente dibujados.

El segundo trabajo estudiantil publicado (“Edificio para una compañía de publicidad”) cuyo autor es Jorge Ortiz, perteneciente al Taller Tobito, ocupa seis páginas y ofrece otra cara diferente que habría que cotejar con las expectativas que la publicación desea alcanzar. Posee este trabajo ya no un compromiso con lo social sino con la capacidad de manejo del oficio a través de forma, espacio y función donde la imagen corporativa y la flexibilidad de la planta para aceptar diversos acomodos pasan a tener un papel predominante.

Se añade al número el material correspondiente a un anteproyecto para una “Vivienda en Alto Hatillo” del arquitecto Pedro Sosa Franco, donde a excepción de demostrar la asimilación de las enseñanzas de Le Corbusier en cuanto al partido arquitectónico asumido, su implantación y manejo de las principales variables involucradas, se encuentra muy difícil de explicar el por qué de su presencia en una revista con las características de la que estamos reseñando.

Se completa el nº 1 de TAURO 13 con una nota acerca de la “Promoción Julián Ferris” de egresados de la carrera en la que se señala la lista de integrantes de la misma, las importantes razones por las que se seleccionó el nombre de Ferris para denominarla y las características de los dos actos académicos que la conformaron.

TAURO 13, como ya dijimos, pudo cumplir con la periodicidad de seis semanas que originalmente se planteó aunque, de acuerdo a la información que manejamos no logró pasar del número 4 (1965). Este último ejemplar habla de una revista que ha logrado consolidarse, que ahora  apunta “a la crítica del arte y la arquitectura”, se encuentra bajo la misma dirección (Víctor Álvarez Brunicardi); ha modificado e incrementado los integrantes del ahora llamado “Comité de redacción” (Maritza Hullet de Iribarren, Raúl Fuentes, Eliana Buschbeck, Rafael Iribarren, Joseba Pontesta, María E. Planas y Enrique Maio); cuenta con un amplio y reconocido número de colaboradores (Jesús Tenreiro Degwitz, Guillermo Yépez Boscán, Luis Castro, Elías Toro, Ignacia Fombona, Frank Peñaloza, Juan Pedro Posani, Mario di Polo, Roger Bonet, Gorka Dorronsoro, Humberto Farfán, Thelma Silva, Magaly Ruz Brewer, Alejandro Galbe y Gloria Valencia); responsabiliza de la fotografía a Armando Chapellín y José Sigala, de la diagramación a Bernardo Suárez (quien además diseña la portada) y de la impresión a la Editorial Latina, la misma que asumió tal tarea desde el propio nº 1 manteniéndose su formato casi cuadrado.

Cuenta con secciones tales como “Cartas de los lectores”; abre la oportunidad al profesor Elías Toro para que reflexione acerca de “¿Talleres Verticales?”; muestra la propuesta presentada para el Concurso de la ampliación del Colegio de Ingenieros de Venezuela elaborada por el equipo Gorka Dorronsoro-Juan Pedro Posani; ofrece sus páginas a diversos tópicos relacionados fundamentalmente con la literatura; y presenta como era la usanza del momento un “Directorio Profesional” y propaganda.

Los estudiantes “hijos de una patria que en lo demográfico y económico ha crecido sin armonía ninguna, y por eso es el deber de buscarle camino a lo que está en marcha o marchando inadecuadamente” (tal y como rezaba en el Editorial del nº 1) y la presentación de sus trabajos como efecto demostrativo quedaron en el olvido.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL nº 177

La aparición a comienzos de 1984 de la revista ARKETIPOS permitió abrir desde el sector privado venezolano una nueva ventana para asomarse al mundo de la arquitectura, la ingeniería, el urbanismo, la construcción, la industria y el arte. Como toda nueva empresa de esta naturaleza el nacimiento de la publicación estuvo impregnado de entusiasmo, ambición, compromiso, planes, importantes alianzas y la aspiración de consolidarse a lo largo del tiempo. También ofreció otra manera de auscultar el cómo puede y debe manejarse un proyecto editorial en este caso propulsado por la pareja de arquitectos Carlos Celis Cepero y Ana Teresa Caraballo-Gramcko de Celis.

ARKETIPOS que apela para su denominación a la palabra “arquetipo” (según el DRAE “Del lat. archety̆pum, y este del gr. ἀρχέτυπον archétypon… modelo original y primario en un arte u otra cosa” o “Representación que se considera modelo de cualquier manifestación de la realidad” y que de la mano de Carl Jung es entendido como “patrón e imagen arcaica universal que deriva de lo inconsciente colectivo y es la contraparte psíquica del instinto”), a la cual se le da el curioso giro de “Principios y tipos. Modelos originales, nociones abstractas de sistemas de partes similares considerados como tipos inmutables, a los cuales pueden referirse las formas de cada sistema, en todas las especies y en todas las edades de cada sistema”, tenía, como ya asomamos, alcances tan elevados como el significado mismo de su nombre muestra. Su índice (o ARKESUMARIO) revela la intención clara de cubrir tópicos que denotaban otras tantas áreas de interés a través de secciones fijas nombradas bajo una serie de neologismos como: ARKEDITORIAL, ARKEO: noticias, ARKEINDUSTRIAS, ARKEGUÍA, ARKEINSUMOS, ARQUITECTURA, ARKEOLOGÍA, ARTE Y ARKEHACER.

Con un precio de venta al público de Bs. 60, equivalentes entonces a 8$ (que ascendían a 10 si el envío era por correo), ARKETIPOS se identifica como “una revista bimestral, publicada bajo los auspicios de la Sociedad Bolivariana de Arquitectos, el Centro Venezolano para la Investigación y Construcción del Hábitat-Bouwcentrum de Venezuela, el Celbank que es un Banco de Documentación, Información y Exhibición de la Industria de la Construcción, la Fundación Celis Cepero para la integración cultural de los países bolivarianos y el Grupo C.A. TEKTO de Arquitectos, Ingenieros y Urbanistas”, lo cual da cuenta no sólo de su periodicidad sino sobre todo de la alta impronta que tuvo el grupo familiar de los fundadores y las empresas e instituciones a ellos asociados, bajo su tutela o su dirección.

Páginas 18 y 19 del nº 1 de la revista ARKETIPOS

Sin desmerecer la importancia de la iniciativa y para ampliar un poco lo señalado en cuanto a la manera cómo se pone en marcha el proyecto, quizás valga la pena resaltar que para la fecha en que aparece ARKETIPOS, Carlos Celis Cepero era Presidente de la Sociedad Bolivariana de Arquitectos (de cuya creación en 1963 fue fundamental promotor), el Bouwcentrum de Venezuela funcionaba en el Centro Profesional del Este, ofic. 104, sede a su vez del Grupo C.A. TEKTO de Arquitectos, Ingenieros y Urbanistas (oficina desde la que desde 1953 Celis y Ana Teresa Caraballo-Gramcko ejercen la profesión), Celbank C.A. tenía como asiento la Quinta Las Hormigas, Av. Mérida, Urb. Las Palmas (vivienda de habitación de los Celis) desde donde además se le daba impulso a la Fundación que lleva sus apellidos y se llevaban a cabo la mayor parte de los eventos sociales e institucionales que desde ella se generaban. Así, tampoco extraña el nombre de ARKEDITORES C.A. (también con sede en el Centro Profesional del Este, ofs. 104-105) para el ente que edita la revista y el que aparezcan como Directores el ing. Carlos Celis Caraballo-Gramcko y la arq. Laura María Celis Caraballo-Gramcko y en la Gerencia el ing. Pedro B. Celis Caraballo-Gramcko (todos hijos de los fundadores). El Director de Redacción era el periodista Oscar Armao Mendoza, la diagramación corrió a cargo de HERCEL C.A. y el tiraje del primer número fue de 3.000 ejemplares.

Nace ARKETIPOS a un año de haberse producido en Venezuela la mayor devaluación de la moneda en lo que iba de democracia conocida como “el viernes negro” (18 de febrero de 1983).

También se encontraban muy recientes las elecciones que en diciembre de aquel año dieron como ganador a Jaime Lusinchi, quien asume la Presidencia de la República en febrero de 1984, lo cual produjo, al menos entre los impulsores de la publicación (plenamente identificados con el nuevo gobierno), una importante toma de conciencia sobre el difícil momento que el país atravesaba, esperanzados en que el “pacto social” ofrecido por Lusinchi sirviera para hacer los correctivos necesarios.

“Confianza + Desarrollo = Futuro. Cuando se reconstruye la confianza y se estructura el desarrollo”, titulo del editorial del nº 1, se convierte en toda una declaración de principios donde se fija posición ante la coyuntura nacional y el rol que en ella puede ejercer tanto el grupo editor como la propia revista. En el elocuente texto se expresa (entre muchos otros puntos) “que están dadas las condiciones para el Desarrollo integral de nuestro País y que sus habitantes están ansiosos de que se fijen metas y propósitos para contribuir a ello”; se considera “que la Confianza es una actitud colectiva producto de la SEGURIDAD ECONÓMICA Y SOCIAL, JURÍDICA Y POLÍTICA de la colectividad y que ella demás, está en función directa de la ACCIÓN DE GOBIERNO”; se confía “en que el Estado Venezolano orientará sus acciones por la senda del progreso, dándole el impulso necesario especialmente a las industrias de la Construcción y el Turismo”, y que “las iniciativas privadas y del gobierno que contribuyan a la reactivación económica del país, tendrán en ARKETIPOS un vehículo de difusión dispuesto a apoyarlas para el logro de un clima real de confianza”; y se espera “convocar próximamente a un grupo de Arquitectos, Constructores, Pensadores y Filósofos a nuestra sección ARKEFUTURO, A FIN DE TRATAR TEMAS SOBRE EL SIGLO XXI y su relación con las innovaciones necesarias en las áreas del Espacio-Tiempo-Hábitat y su mundo tecnológico, científico y artístico.”

Dado el carácter de la publicación, quien quiera enterarse de las iniciativas emprendidas por su grupo promotor, de las relaciones institucionales que se van cultivando y sobre la actividad proyectual de Carlos Celis Cepero a través del Grupo C.A. TEKTO, tiene en ARKETIPOS y los cuatro números que alcanzaron a imprimirse una muy buena fuente documental.

Así, el nº 1 (objeto hoy de nuestra atención y cuya portada ilustra la postal), da cuenta en la sección ARKEINDUSTRIAS del papel jugado por Vencerámica dentro de la industria de la construcción nacional. En ARKEINSUMOS se dedica un artículo a “La madera” y se informa del desarrollo del 7º Salón Internacional de Materiales de Construcción, Sistemas de Construcción y Restauración de Edificios llevado a cabo en Munich del 18 al 24 de enero de 1984, acompañado como ARKEGUÍA de una interesante reseña sobre la ciudad alemana.

Visita de Kenzo Tange a Caracas realizada en 1980 recogida por los editores de la revista ARKETIPOS
Avisos publicitarios en los que los editores de la revista se promocionan

Si hay algo que la revista pone de manifiesto son las relaciones que desde la primera vez que visitara Venezuela en 1978, invitado por el Colegio de Arquitectos y la Sociedad Bolivariana de Arquitectos, se empiezan a dar entre Kenzo Tange y Celis Cepero, las cuales se refuerzan y dan pie a la segunda estadía del arquitecto japonés en nuestro país en 1980 “invitado por el Grupo C.A. TEKTO a unas sesiones extraordinarias de trabajo (que) comprendieron, entre otras actividades, la visita a las obras de Parque Central realizadas por el Centro Simón Bolívar y la exposición sobre el estudio Caracas 2.000 realizado por la (OMPU) Oficina Municipal de Planeamiento Urbano, en compañía de los directivos de estos institutos y del grupo TEKTO”. De allí que se despliegue ampliamente, a modo de reconocimiento y efecto demostrativo, el proyecto del Centro de Comunicaciones de Yamanashi, obra construida por Tange en la ciudad de Kofu entre 1961 y 1968. También como dato curioso aparece un aviso publicitario en las páginas finales de “Kenzo Tange & URTEC. Urbanists & Architects/ CELIS CELIS & CELIS. Arquitectos-Ingenieros Asociados C.A.” con direcciones en Tokio, París, Bogotá y Caracas, el cual viene ilustrado con una perspectiva exterior del Edificio Institucional INOS del Arq. Carlos Celis Cepero con la colaboración de Ana Teresa Caraballo-Gramcko de Celis.

Otra relación, surgida en este caso a la sombra de la Sociedad Bolivariana de Arquitectos, permite la aparición de un artículo en el segmento ARQUITECTURA dedicado a Rafael Leoz (1921-1976) y reseñar en ARKEHACER la creación en 1983 del Instituto Iberoamericano de Investigación Arquitectónica y Urbanística en la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET), cátedra auspiciada por la Fundación Rafael Leoz, la Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Iberoamericanos y la Fundación Celis Cepero. También en ARKEHACER  se da cuenta de las últimas elecciones llevadas a cabo en la Sociedad Bolivariana de Arquitectos donde resultaría electo presidente Celis Cepero.

Izquierda: Carlos Celis Cepero. Iglesia Parroquial de Puerto Píritu. Fachada. Derecha: Propuesta elaborada por C.A. TEKTO para el «Nuevo Helicoide Caracas».

Pero el principal volumen en cuanto a extensión (16 páginas de la sección ARQUITECTURA) y por ende demostración definitiva del rasgo personalista que marca a la revista se le da a la Iglesia Parroquial de Puerto Píritu, proyectada y construida entre 1964 y 1977, obviamente, por Carlos Celis Cepero con la asesoría de Ana Teresa Caraballo-Gramcko de Celis fungiendo de arquitectos colaboradores Laura María y Claudia Elena Celis Caraballo-Gramcko. De hecho la fotografía de la portada de la revista proviene de esta obra de 738 m2, ubicada en la plaza principal de la población, en un terreno de 12.000 m2, construida en concreto armado vaciado en sitio y cuyas directrices generales (según sus autores) “obedecen a la disciplina de un trazado simétrico, donde los ejes de la función y de la forma organizan el espacio arquitectónico, armonizándolo de tal forma, que su liberación se produce a cada instante, dando origen al dinamismo del conjunto y a la vivencia aún mayor, de los elementos arquitectónicos, con la expresión sincera de su propia función y la plasticidad de su material específico”.

Otra proyecto reseñado en ARQUITECTURA, que puede llamar la atención a quienes le quieran seguir la pista a los múltiples planteamientos de que ha sido objeto, es la propuesta elaborada por C.A. TEKTO para el «Nuevo Helicoide Caracas». A él se suma la nota elaborada para la “Casa Los Chorros“ del arquitecto Alberto Chaves Santos. Ocupan la sección ARKEOLOGÍA la Capilla de San Clemente en Coro y la de ARTE se le dedica al pintor venezolano Omar Carreño.

Finalmente, el recorrido complementario que se puede realizar tanto de las noticias que se recogen en ARKEO como a través de las páginas publicitarias, permiten afirmar que ARKETIPOS ofrece sin dudas una visión del acontecer del momento y, ante todo, del sesgo que sus editores le imprimen a partir de las diversas actividades (políticas, empresariales, sociales, institucionales y profesionales) que los ocupan, donde el material fotográfico con sus leyendas y los textos elaborados para muchas de sus secciones ponen en evidencia el afán de figuración de Carlos Celis Cepero.

Testimonio de un momento, de un sector de la vida del país y de un grupo muy activo que no desaprovecha la más mínima ocasión para mostrarse y promocionarse, ARKETIPOS bien merece ser analizada y reconocida como un loable intento por difundir una particular visión de lo que deben ser las relaciones entre cultura y arquitectura dentro de un país en el que ya empezaba a hacerse crónico el concepto de “crisis”. Lamentablemente, al igual que otras iniciativas de este tipo en Venezuela, tuvo de una corta vida.

Nota

La información que aquí incluimos acerca de la relación entre Kenzo Tange y Carlos Celis Cepero amplía y complementa la aparecida en el texto “Visitas memorables” del Contacto FAC nº 136 (28-07-2019) dedicado a reseñar el paso por Venezuela del célebre arquitecto japonés.

ACA

Procedencia de las imágenes

Todo el material gráfico que acompaña esta nota proviene de la revista reseñada.