NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Revista Tecnología y Construcción

Volumen 37-II

50º Aniversario IDEC

2025

Editorial

El IDEC en sus 50 años. Una celebración para un nuevo aliento

Dra. Arq. Beatriz Hernández Santana

Directora de la Revista Tecnología y Construcción

Resulta una ocasión significativa y un privilegio celebrar los 50 años del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción -IDEC-, adscrito a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, institución de investigación y posgrado con una importante trayectoria en innovación y desarrollo de propuestas constructivas y reconocido impacto formando profesionales y académicos en campos de la arquitectura y la ingeniería.

Partiendo del paradigma de los sistemas constructivos que establecieron los maestros fundadores Henrique Hernández (1930-2009), Alfredo Cilento (1936) y Carlos “Papi” Becerra (1933-2014), junto a otros profesionales exitosos, en estas cinco décadas –remando en el camino novedoso de la experimentación y la investigación en arquitectura– bajo el paradigma de la sostenibilidad se ha evolucionado hasta llegar hoy a la irrupción de la inteligencia artificial (IA) con la certeza de que la concurrencia de todas estas ideas no hubiera podido germinar en un “hogar” distinto a esa Facultad de Arquitectura y Urbanismo que desde 1970 dio muestras de concretar novedades (1) de una Universidad con más de trescientos años de vida, como es nuestra casa, la Universidad Central de Venezuela.

El Dr. Alberto Lovera, fundador de esta revista y su primer director, tiene a su cargo la Presentación de este Vol. 37-II.

Hace diez años tuve el privilegio de escribir la Presentación del volumen 31-I de Tecnología y Construcción, cuando el IDEC cumplía 40 años. Ya entonces el Instituto confrontaba la necesidad de abocarse a investigaciones sobre la eficiencia energética y la racionalidad en el uso de los materiales de construcción y con ello reviví una alegoría que leí en un texto de Mircea Eliade, que invita a fantasear sobre cómo nuestro mundo arquitectónico, tecnológico o tecno-social en su aplicación y desde el campo reflexivo del entorno ambiental se debate frente a las viejas estructuras de la modernidad, luchando frente al vital monstruo cultural que genera la dinámica social en sus diferentes momentos históricos: “Luciano de Samosata cuenta en sus Historias Verdaderas que un monstruo marino se tragó un navío entero con su tripulación. Los hombres encendieron un gran fuego que mató al monstruo, y para salir de él le abrieron el hocico con pértigas” (2). Es así como podemos interpretar que “la entrada en el vientre del monstruo significa la reintegración de un estado preformal o embrionario (…), las tinieblas que reinan en el interior del monstruo corresponden a la noche, al caos que reina antes de la creación” (3)

Para aquel momento de hace 10 años, la necesidad del desarrollo sostenible en el ámbito arquitectónico representaba asumir todas sus aristas vitruvianas con miras a guardar un exacto equilibrio entre la tecnología de la construcción y la discusión entre forma, función y racionalidad. En razón de ello, se elaboró una agenda de sostenibilidad de las edificaciones que diseñó líneas estratégicas con el objetivo de simplificar temas esenciales de las investigaciones de desarrollo sostenible centrado en componentes, sistemas e innovaciones tecnológicas, eficiencia energética, reciclaje de materiales, cero desperdicio, transferencia tecnológica y ética en los procesos de diseño.

Ya el camino transitado indicaba que era necesario profundizar en una comprensión integral del hábitat humano-ambiental para mejor entendimiento de sus condiciones bióticas, abióticas, socio-culturales y sostenibles. La arquitectura se abría al reto de lo cualitativo, lo complejo, lo diverso, lo específico; lo local y lo global, lo temporal y lo atemporal.

En el marco de esta celebración aniversaria queremos poner el énfasis en el recorrido y los avances de las investigaciones que asumió el Instituto desde el año 2000 en adelante, profundizando en los temas de sostenibilidad y las nuevas vertientes que se desprenden de esos planteamientos, entre otros, la arquitectura más allá de la sostenibilidad en la era del Antropoceno, la arquitectura regenerativa y la inteligencia artificial (IA).

Entre los artículos aquí contenidos, con la autoría de Hernán Lameda Luna, presentamos “Henrique Hernández Osuna (1930-2009). Arquitecto, empleado público, docente investigador y fundador del IDEC”, amplia investigación sobre uno de los fundadores del Instituto, figura destacada como académico y profesional.

Más adelante Mercedes Marrero, con su trabajo “IDEC auto experimental. Desde una mirada cercana”, explora el instituto de investigación y sus departamentos esenciales, así como las distintas áreas y sus líneas de investigación, el centro de información especializado en tecnología de la construcción y la revista Tecnología y Construcción como órgano de difusión –catalítico– de las investigaciones del IDEC y de los diversos ámbitos con los que se relaciona.

Por su parte, María Elena Hobaica hace un recorrido minucioso para comprender la evolución de la tecnología y la construcción como hecho inseparable de las distintas etapas del desarrollo industrial frente al ambiente y la condición socio ambiental hasta llegar al momento actual. En su artículo “Arquitectura, tecnología y cambio climático: del movimiento moderno a la contemporaneidad. Medio siglo de innovación del IDEC en Venezuela (1974-2025)” pone de relieve el carácter investigativo y experimental del Instituto, con centro en el diseño racional, funcional y con sentido de pertinencia social.

Finalmente, como enlace de la nueva discusión en la complejidad de los temas ambientales y la construcción, el diseño edilicio y las im- plicaciones urbanas con las discusiones de la agenda 2030, Domingo Acosta, en su artículo sobre “Arquitectura en el Antropoceno: visiones alternativas y disruptivas frente a la crisis ecosocial”, presenta un tema de investigación denso y esencial para las discusiones sobre el rol de la arquitectura en esta etapa del siglo XXI.

A continuación se abre un espacio habitual de nuestra revista con la sección Documentos, donde se presentan textos de revisión o artículos de interés publicados en otros medios y que reproducimos con el permiso correspondiente. En esta ocasión honramos a uno de nuestros fundadores, el Dr. Alfredo Cilento-Sarli, con la reproducción de dos artículos recientes de su autoría, quien alerta con preocupación acerca de la situación ambiental en el entorno urbano y el porvenir edilicio. Ofrecemos así, en primer término:“Ciudades inteligentes y regenerativas”, que corresponde a una ponencia presentada en el Congreso Venezolano de Ingeniería Civil reunido en Caracas en noviembre de 2024, y luego la reproducción de “Cambio climático, crisis humanitaria y ciudades sostenibles y resilientes: el caso de Caracas”, publicado en la revista Tribuna del Investigador de la UCV (año 2023, Vol. 1-2).

Para este número –dada la ocasión aniversaria– incorporamos lo que hemos titulado como “Espacio Aniversario” con reflexiones, historia y celebración del Instituto. Esta sección se inicia con la transcripción de una entrevista –hasta ahora inédita– que en su tiempo realizó el arquitecto Gustavo Flores al maestro y también arquitecto Henrique Hernández, incorporado como testimonio, perfil y talla de su figura.

Luego el Dr. Enrique Alí González Ordosgoitti construye un hilván de preguntas que siguiendo un orden cronológico nutren las posibilidades de ser desarrolladas en textos y reflexiones tanto de los académicos como de los cursantes de los posgrados del IDEC con miras y en la dirección que en este siglo XXI puedan alimentar la conducción del Instituto.

De seguidas, incorporamos el texto presentado para postular al IDEC a la Orden 300 Años UCV –condecoración que le fue otorgada–, síntesis muy apretada de logros alcanzados por el Instituto en diversas etapas de su vida, que a nuestro entender merece registrarse aquí como evidencia de resultados obtenidos y un texto de consulta para interesados.

Otro tema y parte de esta celebración es que ella ha propiciado una serie de actos y visitas a nuestra casa con invitados especiales quienes nos han acompañado con su presencia física y/o en línea. Es un documento especial que presenta nuestro actual director, Argenis Lugo.

Finalmente, no podemos cerrar este editorial sin dejarnos acompañar por el órgano de difusión del IDEC, la revista Tecnología y Construcción en su cuarenta aniversario, para demostrar de forma fehaciente que el IDEC, además de sus líneas de investigación, su programa de postgrado, su Centro de Información y su departamento editorial, ha dejado huella en su personal y los proyectos en los cuales ha participado.

Para el cierre de este número, publicamos las palabras pronunciadas por Víctor Rago, Rector de la Universidad Central de Venezuela en ocasión del conferimiento de la Orden Trescientos Años de la Universidad Central de Venezuela, acto que se realizó en la Sala de Conciertos de esta Universidad, el 24 de abril de 2025. Un texto de lectura obligada que nos describe una universidad que exhibe un lento quiebre de acciones amarradas todavía al siglo XX. El IDEC recibe con gran beneplácito la Orden 300 años UCV que coincide con el momento privilegiado de este aniversario que celebramos junto a la comunidad universitaria.

Por último, solo nos queda invitar a la lectura del contenido que ofrecenos en este volumen 37-II, agradeciendo todo el apoyo recibido por parte de las autoridades universitarias y de su rector Dr. Victor Rago por la confianza en el Instituto y las diversas iniciativas que nos han permitido hacer realidad convenios y recibir invitados internacionalmente reconocidos, como el arquitecto japonés Riken Yamamoto, Premio Pritzker 2024, quien nos visitó el 7 de noviembre del año 2024 y fue recibido en el Aula Magna de la UCV. También nuestro agradecimiento a la Vicerrectora Académica Dra. Fátima Garcés y su equipo de profesionales quienes junto con el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, su directora Dra. María Rodríguez, y el Lic. Mauricio Sáez, han permanecido siempre atentos a todas las actividades realizadas en este aniversario y ofreciendo apoyo para concretar la presencia de nuestra publicación en los repositorios e índices de revistas científicas más consultados.

También nuestro reconocimiento a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, al Decano Dr. Javier Caricatto y a Marina Fernández, Coordinadora de Extensión, quienes siempre siguen el día a día de la Revista Tecnología y Construcción y, por supuesto, a nuestra casa, el Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción, al apoyo de su comunidad de investigadores y al director profesor Argenis Lugo, consecuente con cada número que se publica y al mismo tiempo artífice-diseñador de las portadas y activo promotor en las redes; así como a todo el equipo de la revista: la Lic. Helena González con su dedicación a la edición de textos, nuestra veterana Rozana Bentos en la diagramación y la Lic. Oriana Silva en las diversas tareas de lectura y diseño de los proyectos de promoción de la revista.

Y no podemos obviar un reconocimiento muy especial a la empresa Collectania, a todo su equipo y en particular a la Sra. Denise Miodownik, quien apoya y cree en la calidad editorial de las investigaciones académicas que visibilizan el esfuerzo de venezolanos trabajando para Venezuela. A ellos nuestro mayor agradecimiento.

Notas

1 FAU-Facultad de Arquitectura y Urbanismo 1953-2003. Aportes para una memoria y cuenta. Caracas, Ediciones FAU/UCV.

2 Eliade, Mircea (1961). Mitos, sueños y misterios. Compañía General Fabril Editora. Buenos Aires, p.267.

3 Hernández, Beatriz (2015). Tecnología y Construcción, Vol. 31-I, p. 5.

Nota

La revista en su totalidad puede ser descargada en:

https://saber.ucv.ve/ojs/index.php/rev_tc/issue/view/3101/310

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 458

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL

El diseño de muebles en Venezuela, aunque se presume es de larga data, carece aún de estudios rigurosos que permitan detectar orígenes, influencias, transformaciones, asimilaciones y búsquedas que a su vez puedan darle estructura a un sustancioso relato. Si quisiéramos precisar el importante (preponderante se podría decir) uso de la madera en ellos e, hilando más fino, buscamos elaborar una mínima cronología del proceso evolutivo seguido por el importante segmento ocupado por el asiento, la orfandad de investigaciones llama poderosamente la atención.

Tales apreciaciones, junto al interés por echar a andar, aunque sea de forma incipiente,un necesario trabajo indagatorio, se encuentran entre los detonantes que dieron origen a la Exposición Nº19 montada en el Centro Cultural Chacao del 17 de agosto al 21 de octubre de 2007, titulada “Sentados en una tradición. Las mecedoras de Vestuti, origen y evolución”, cuya curaduría y museografía corrió a cargo del arquitecto Enrique Fernández-Shaw (contando con la colaboración en el montaje de Héctor Sierra y Luis González), de cuyo catálogo diseñado por Eduardo López hemos extraído la portada para engalanar nuestra postal del día de hoy.

Sin ánimo de establecer criterios definitivos, la oportunidad de reseñar la exposición que nos ocupa da pie para ir reconociendo, por un lado, hitos dentro del desarrollo del diseño industrial en Venezuela en los que el acto de sentarse ha sido protagonista y, por el otro, el lugar alcanzado por la muestra dentro de las dedicadas al tema dado su valor específico.

1. Izquierda: Cornelis Zitman. Dining chair, 1955. Silla de comedor que surgió de un pedido del arquitecto Fruto Vivas para amueblar el Club Táchira. Derecha: Miguel Arroyo. Silla para el estar de la casa de Alfredo Boulton en Pampatar, Isla de Margarita, 1954.

La producción industrial de sillas en nuestro país podríamos decir que parte de una preocupación que desde los años 50 del siglo XX, publicaciones periódicas como El Farol, Cruz del Sur, Integral y A, Hombre y expresión, empezaron a mostrar al registrar la irrupción de delicadas piezas de mobiliario doméstico hecho fundamentalmente en madera, que fusionaban la mirada hacia raíces locales con una clara influencia escandinava de manos, principalmente, de Cornelis Zitman y Miguel Arroyo. A ellos se irán sumando Rudolf Steikal, Jorge Castillo y Emile Vestuti, pero la disciplina recibirá un espaldarazo trascendental con la creación en 1964 del Instituto de Diseño, iniciativa del industrial Hans Neumann, y luego, en los años setenta e inicios de los 80 el Instituto de Diseño Caracas y el Instituto Tecnológico Antonio José de Sucre aportarán junto a las escuelas de arquitectura un nutrido grupo de profesionales que hoy han tomado el relevo de los que se consideran como pioneros en el área.

2. Ture de madera, tapizado en cuero crudo. Adaptación criolla del asiento indígena. Fines del siglo XVIII.

Sin embargo, si nos centramos en la madera como material de trabajo, en el dar preponderancia al hecho de sentarse y en buscar en las raíces de lo local el punto de partida para alcanzar lo universal, pocas experiencias dan cuenta de ello como la desarrollada por Vestuti.

3. Guinand, Benacerraf y Vestuti. Hotel-residencias Montserrat, Altamira, 1951. Curiosamente, el equipamiento los apartamentos fue realizado en su totalidad con muebles diseñados por Cornelis Zitman.

Nacido en New Heaven, Connecticut, EE. UU. en 1927, Vestuti llegó a Venezuela en 1949 recién graduado de arquitecto en Yale donde recibió la influencia directa de Louis Kahn y manifestó su admiración por la manera como trabajaba Frank Lloyd Wright. Recorre un trecho importante de 10 años laborando junto a su compañero de estudios Moisés Benacerraf y su socio Carlos Guinand Baldó diseñando piezas memorables dentro del paisaje urbano caraqueño que no han corrido con suerte y de las que sólo quedan en pie dignamente el hotel-residencias Montserrat en Altamira y la sucursal del Banco Unión en la Calle Real (hoy bulevar) de Sabana Grande.

4. Silla de paleta venezolana. Colección Casa de estudio de la Historia de Venezuela Lorenzo A. Mendoza Quintero, Caracas.

Aunque Vestuti retorna a los Estados Unidos para trabajar como arquitecto en 1965 y permanecerá allí hasta 1975 cuando definitivamente se radica en nuestro país, para los fines de esta nota vale la pena recordar que desde su época de estudiante en Yale ya había tenido contacto laboral con firmas como Herman Miller y Knoll y no es casual que su primer empleo en Venezuela en 1950 haya sido en la tienda de mobiliario de Tony Dibo (Decodibo) donde manifestó su claro interés por el diseño de sillas, butacas, mecedoras y sillones. Ello lo refrendó al trasladarse a Milán entre 1960 y 1962 para incorporarse en el diseño y producción de la firma Knoll International, durante el intervalo entre el final de su primera estadía en Caracas y su regreso a Norteamérica.

5. Izquierda: Mecedora tradicional de cardón. Tallada a mano con machete. Talladores: Richard y Misael Álvarez. Madera: cardón. Asiento y respaldo: bejuco proveniente del río Mitare, tejido por Roberto Álvarez. Fecha: 1997. Origen: Valle de Pecaya. Edo. Falcón. Derecha: Juego de muebles de paleta versión Casa Curuba, realizado a partir de un juego de muebles fabricado por Zenón Bonillo en los inicios del desarrollo de la empresa en la Casa La Siempreviva, Quíbor, Edo. Lara. Diseño: tradicional. Madera: caoba pintada con acrílico. Ebanista: Edison Daza. Fecha: circa 1988.

Así, al residenciarse en Venezuela a partir de 1975 respaldado con una sólida experiencia acumulada, Vestuti, sin dejar la arquitectura, se dedicará de lleno a su enseñanza y sobre todo al diseño de muebles para Casa Curuba empresa constituida por Don Bell y Dennis Schmeichler para promover y comercializar lo mejor de la artesanía del país. De tal modo, a partir de 1989 es imposible referirse a los muebles de Vestuti sin mencionar a Casa Curuba, que contaba con un taller de carpintería en Quíbor y una tienda en Caracas, que desafortunadamente fue clausurada en 2011.

6. Emile Vestuti para Casa Curuba. Trío «Goldilocks» o «Mamá, Papá y Bebé». 1989.

La aproximación de Vestuti al diseño de muebles en su última etapa, donde demostró un claro interés por la cultura local sin dejar de lado su formación moderna, confirma la ventaja que muchas veces ha tenido el “ser extranjero” dentro de una cotidianidad que para el nativo pasa desapercibida y que devela el poder descubrir e identificar dónde y cómo actuar. “Su originalidad fue hacer aflorar la tradición artesanal en el proyecto moderno”, sintetizará Alberto Sato en la semblanza que elaboró sobre Vestuti para el catálogo de la exposición motivo de esta nota.

7. Emile Vestuti para Casa Curuba. Izquierda: Mesa «Margarita», 1991. Derecha. Silla «Bailarina» (1997).

Cuando decide dedicarse seriamente al diseño de muebles, dirá Sato, “no agregaría un modelo más, dentro de la búsqueda de originalidades modernas. Inquirió donde ya había, y conjugó el popular sistema de paleta con la abstracción elementarista, destacada en el plano de asiento y respaldo, contenida dentro de una estructura. Así, universal y local, la sucesión de asientos de cerezo, de carreto, de capure -maderas extraídas de los bosques tropicales venezolanos, densas y de gran dureza, pulidas hasta parecer porcelana, entarugadas y acopladas con precisión de relojero- es el refinado tributo devuelto a una tierra que algunos insisten en describir como sólo propia de grandes gestos, sagas y epopeyas, como si nunca existiera en ella el tiempo para el acabado fino, agobiada siempre por una urgencia que no termina de resolver sus propósitos”.

8. Las cinco piezas de Vestuti seleccionadas por Enrique Fernández-Shaw para protagonizar la exposición. De izquierda a derecha: Sillón 139. Madera: caoba (1989), Mecedora 143. Madera: roble (1989), Mecedora 197 (para niños). Madera: capure, zapatero, curarí (1991), Silla IVIC. Madera: capure (1993) y Mecedora 281. Madera: zapatero (1996-1998).

Será con parte de lo producido por Vestuti para Casa Curuba, representado por un total de cinco piezas (tres mecedoras, un sillón y una silla) que Enrique Fernández-Shaw irá construyendo el origen y evolución de ellas, así como su proceso de creación y desarrollo para con ello dar cuerpo a la investigación conducente a la curaduría y montaje de la exposición “Sentados en una tradición”.

9. Vista parcial del espacio de la exposición.

En el texto principal del catálogo, Fernández-Shaw explicará: “El ture, la mecedora, el mueble de paleta son entonces elementos referenciales dentro del planteamiento de nuestro ejercicio intelectual. Con estos precedentes que hemos incluido en la curaduría -así como también con las piezas seleccionadas diseñadas por Vestuti- el discurso se estructura a partir de categorías que reconocen los ámbitos de acción, y que hemos denominado Origen y referencia, Aproximación a la tradición e Interpretación y creación”. (…) De este modo, la exhibición se estructura como un tejido que describe un camino aparentemente claro, un sentido evolutivo, evidenciado en las planimetrías, fotografías e íconos que hemos incluido. Nuestro planteamiento hace a un lado la idea moderna de piezas innovadoras y sin precedentes, cargadas de singularidad y ambiciosas propuestas de autor, en donde sólo la innovación legitima. En esta muestra del trabajo de Vestuti queda en evidencia el valor que ha tenido el crear a partir de procesos, conexiones y secuencias evolutivas. Estas operaciones se desarrollan desde un planteamiento que podríamos afiliar a una condición clásica, en donde el rigor de la referencia y la tradición son capitales del ejercicio creativo y proyectual, y nuestra aproximación a ello, se da bajo su concreción en la producción específica de Vestuti”.

10. Vista parcial del espacio de la exposición.

Habiendo dejado clara la estructura de la muestra y el lugar desde donde se mira la obra expuesta, valdría la pena agregar que, para el montaje, ocupando el espacio central de la sala, las cinco sillas de Vestuti identificadas como Sillón 139 (1989), Mecedora 143 (1989), Mecedora 197 (1991), Silla IVIC (1993) y Mecedora 281 (1996-1998), estuvieron acompañadas de otros cuatro muebles tradicionales: un ture o butaca, una mecedora y dos asientos de paleta versión Casa Curuba.

Las paredes, por su parte, albergaron un total de hasta 81 fotografías y planos que incorporaron además de las láminas correspondientes a los objetos protagonistas y los dibujos que Vestuti utilizaba para explicar su construcción a los artesanos, imágenes de espacios donde ellos formaban parte del mobiliario. Las siete láminas finales las dedicó Fernández-Shaw para mostrar parte de la obra arquitectónica desarrollada por Vestuti en Caracas primero junto a Guinand y Benacerraf y luego con Ramírez Isava.

11. Izquierda: Gustavo Legórburu. Biblioteca Marcel Roche del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (I.V.I.C.), Altos de Pipe, 1987. Derecha: Emile Vestuti. Sillas IVIC en los espacios de estudio de la biblioteca Marcel Roche.

La exhibición, un claro homenaje que había quedado pendiente luego de la repentina muerte de Vestuti en 1998, fue resumida por Fernández-Shaw (quien de paso es su sobrino político) de la siguiente manera: “Con lo que presentamos en esta exposición podemos percibir un relato cultural, social y objetual, sobre los valores y su desarrollo en nuestra cultura. Todo ello al calor de piezas que nos brindan el sosiego de sentarnos en unos diseños y unos materiales de valores, que parecen trascender las generaciones”.

Como complemento a la muestra se proyectó un audiovisual y se realizó un ciclo de cuatro conferencias: «Textura, color, sabor y olor de las maderas en Venezuela» a cargo de Gilberto Rodríguez y «Las maderas en Venezuela» a cargo de Katy Castillo, el 21 de agosto de 2007; «El mueble artesanal y su evolución en la zona de Quíbor», de Dagmar Peña y Dennis Schmeicler, el 22 de agosto de 2007; y «Las mecedoras Vestuti, origen y evolución» , a cargo de Enrique Fernández-Shaw, el 29 de agosto; todas a las 7:00 p.m.

12. Prototipos de la Mecedora 143 («Easy Rocker») en caoba realizada por el ebanista Edison Daza para Casa Curuba (izquierda) y del mueble de paleta construido por Zenón Bonilla, pintado y en madera desconocida. 1989 (derecha).

Para cerrar citamos de nuevo a Alberto Sato: “Nunca como en la modernidad se ha diseñado y producido tantos modelos de sillas, como si el sentarse fuese insatisfactorio. El hombre moderno está incómodo, nunca está satisfecho. Con esta serie de sillas, mecedoras, butacas y sillones, Vestuti dio valor a la artesanía de los carpinteros de Quíbor dentro de las líneas del tiempo de la modernidad y creó -como ocurre con los grandes- pues su imitación es única”.

Notas

1

“Sentados en una tradición” podría considerarse como una clara repercusión del esfuerzo adelantado por el Centro de Arte La Estancia de PDVSA (creado en 1995) a quien correspondió durante los 90 tomar la batuta en cuanto al montaje de exposiciones y con ello dar apoyo a la divulgación del diseño industrial. La emblemática muestra “Detrás de las Cosas: El Diseño Industrial en Venezuela” (1995) sirvió para abrir la puerta de una actividad que a lo largo de la década no cesó. Así, a ella se sumarán, en este caso relacionadas al tema de la silla: “Hans Wegner: hacedor de sillas (1996), “Sentados en un siglo. Emblemas cotidianos en Venezuela” (1997), “Vitra Design: 100 sillas Clásicas” (1997) y “La butaca, un asiento venezolano” (1998, complementada con “El asiento de al lado. Cien años de descanso”).

13. La Mecedora 143 conocida como Easy Rocker fue seleccionada para formar parte de la emblemática exposición “Sentados en un siglo. Emblemas cotidianos en Venezuela” (1997) montada en el Centro de Arte La Estancia bajo la curaduría de Alberto Sato. En el catálogo diseñado por Álvaro Sotillo, se le acompañaba con la siguiente nota: «Inspirada en las populares sillas de paleta, la simplicidad formal y delicadeza de detalles, actualiza la tradición de la artesanía en términos de producción industrial contemporánea».

Por otro lado, el momento en que aparecen las sillas de Vestuti seleccionadas por Enrique Fernández Shaw correspondería a lo que Alberto Sato, curador de “Sentados en un siglo. Emblemas cotidianos en Venezuela” (donde se incluyó la Mecedora 143 también conocida como “Easy Rocker”), calificó como un “Sexto Tiempo” que tenía a la década de 1990 como escenario. Apuntaba Sato: “Hoy todo vale, aun cuando la silla deja pocos rastros de su función primigenia que es la de sentarse cómodamente”. (…) “La silla nos permite dos tipos de fruición: desde adentro y desde afuera. Cuando nos sentamos disfrutamos de su comodidad y estamos dentro de ella; cuando la contemplamos a cierta distancia nos transportamos al mundo de los valores estéticos: estamos afuera. Es así como podemos pasar de una experiencia totalmente individual (sentarse) a una colectiva (la contemplación del objeto por varias personas a la vez). Es por ello que un elemento que nace signado por su utilidad se ha podido convertir en pieza museable”.

2

Finalmente, no podemos dejar de mencionar del artículo titulado “De los bancos a las sillas” escrito por Juan Pedro Posani para el diario Economía HOY publicado el sábado 22 de septiembre de 1990, donde por primera vez se hace un merecido reconocimiento al trabajo de Vestuti, el siguiente pasaje:

14. En 1990 cuando la producción de muebles diseñados por Vestuti para la Casa Curuba despegaba con fuerza, Juan Pedro Posani dedicó una de las páginas sabatinas que escribía en el diario Economía HOY a resaltar su trayectoria como arquitecto y diseñador.

“Los procesos íntimos del diseño y las circunstancias dentro de las cuales éstos se dan, son extraños y, en el fondo, inasibles. Y le dan la razón a quienes le conceden muy especial atención al papel que, dentro de ellos tienen la memoria y la intuición. ¿Cómo imaginar un posible contacto, en un objeto concreto, aquí en Venezuela, entre el infinito entusiasmo de pionero de Wright y la modestia y comodidad de los muebles de ‘paleta’?

Pues bien, ese contacto, esa combinación, ahí está, sorprendentemente realizado en los muebles de Vestuti. Veamos como él describe su mejor pieza, la mecedora:

Las mecedoras se asocian tradicionalmente con el movimiento repetitivo y pendular. Esta, sin embargo, ofrece su propia experiencia cinética. Ella no invita al movimiento exagerado ni lo permite. Es una silla que más bien se mueve agradablemente pero con moderación, en la medida que el ocupante cambia de posición o desplaza su peso. La silla ‘cede’ a la presión, por lo tanto el contacto nunca es demasiado duro o abrupto: hay un trato amigable bien definido entre el usuario y el objeto. No hay nunca la sensación de inestabilidad, de que uno está por caerse hacia atrás, como suele suceder en algunas mecedoras: la especial curva compuesta de las dos bases está diseñada para contener el centro de gravedad dentro de sus límites. Y, finalmente, para la persona sentada hay una sensación de contención. Uno se acomoda dentro del recinto sugerido por sus propias cercas circundantes, protegido, apartado, por lo menos sicológicamente, de lo que Walt Whitman llamó ‘el ruido del día’».

ACA

Procedencia de las imágenes

1. MoMA (https://www.moma.org/collection/works/450692); y PROPUESTAS IN_CONSULTAS (https://sancheztaffurarquitecto.wordpress.com/2010/11/15/miguel-arroyo-1920-2004-pionero-del-mobiliario-moderno-el-nacional-caracas/)

2. Carlos Duarte. Un asiento venezolano llamado butaca (1999)

3. Colección Crono Arquitectura Venezuela

4, 5, 8, 9, 10 y 12. Centro Cultural Chacao. Catálogo de la exposición “Sentados en una tradición. Las mecedoras de Vestuti, origen y evolución” (2017)

6 y 7. Symbold. «Emile Vestuti: EL CARNAVAL QUIBOREÑO PLASMADO EN MUEBLES» (https://www.simbold.com/2013/02/el-carnaval-quiboreno-plasmado-en.html)

11. José Humberto Gómez y Víctor Sánchez Taffur. Gustavo Legórburu y la conciencia del lugar (2023); y Centro Cultural Chacao. Catálogo de la exposición “Sentados en una tradición. Las mecedoras de Vestuti, origen y evolución” (2017)

13 y 14. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad