… 5 de octubre de 1991, Juan Pedro Posani publica en las páginas del diario Economía HOY el artículo “Jesús Tenreiro, Premio Nacional”.

Jesús Antonio Tenreiro-Degwitz (1936-2007) es, sin duda, uno de los arquitectos venezolanos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Egresado de la FAU UCV en la Promoción 7-B (1958), logró acumular en vida una sustanciosa obra que lo llevó a obtener el Premio Sociedad Bolivariana de Arquitectos (1988), el Premio Nacional de Arquitectura por el CONAC (1991) y el Premio IX Bienal Nacional de Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Venezuela a la mejor obra (1998).
Sus trabajos han sido reseñados en publicaciones internacionales, como la revistas Architectural Design (U.K), ARQ Architecture Québec (Canadá), A & V (España), e incorporados en diversas exposiciones (cada una acompañada de su correspondiente catálogo) como “Los Signos Habitables. Tendencias de la arquitectura venezolana contemporánea” (Galería de Arte Nacional, 1984), “Venezuela arquitectura y trópico” (Museo de Artes Visuales Alejandro Otero, 1993), “Latin American Architecture Six Voices, De Groote, Dieste, Legorreta, Salmona, Tenreiro-Degwitz, Testa” (Universidad A&M,Texas, 2000), «Latin America in Construction: Architecture 1950–2015» (MoMA, 2015) y la más reciente, “Una Fascinación por las Formas: La Arquitectura de Jesús & Ana Tenreiro” (Departamento de Arquitectura de Florida International University, diciembre 2024-febrero 2025).

A los pocos días de anunciarse la escogencia del ganador del Premio Nacional de Arquitectura en 1991, Juan Pedro Posani escribió un artículo dedicado a mostrar y valorar la trayectoria y actitud de Jesús Tenreiro un día como hoy 5 de octubre, el cual hemos decidido transcribir en su totalidad una vez transcurridos 34 años de su aparición en las páginas del diario Economía HOY.
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Jesús Tenreiro, Premio Nacional
Juan Pedro Posani
• Es importante, se dice, hablar de arquitectura. Especialmente en un país como el nuestro donde la construcción del espacio es casi siempre mucha construcción y muy poco espacio realmente arquitectónico. Problemas de educación, de cultura, de estructura económica. Pero el hecho es que la arquitectura como actividad que define un ámbito social propio tiene vigencia reciente en nuestro medio. Pero, más que hablar simplemente de una actividad humana, tan antigua e importante en la historia del mundo, es oportuno elaborar aquí y ahora, alguna crítica sistemática, discursos coherentes que permitan confrontaciones y reflexiones serias. La crítica funcionando, pues. Y con relación a la labor crítica -lo que sigue, dicho sea de paso, es pertinente para cualquiera de las modalidades y categorías que toca la crítica analítica-, es preciso recordar que siempre se está en presencia de tres niveles, diferentes y a la vez íntima y profundamente relacionados.
- Primer nivel: el que corresponde al carácter personal del creador, a su idiosincrasia, a su perfil de comportamiento individual y social, a las normas de conducta que él adopta, etcétera.
- Segundo nivel: la palabra; lo que el autor dice y comenta de sí mismo y del mundo, lo cual debe ser considerado más como un documento autónomo, que como una explicación sustantiva de la obra. En todo caso, como una señal a interpretar y a decodificar.
- Tercer nivel: el de la obra en sí, que viene a ser el nivel principal, el del momento de la verdad. El nivel donde se deciden los grandes dilemas de la ciudad, de las intenciones y del talento.
Desde luego, cualquiera de los tres niveles está afectado contemporáneamente por la presencia de los otros dos y por el entorno espacio-temporal en el cual está colocado, o con el cual está trabado en un enfrentamiento no siempre positivo. De tal manera que es una operación muy cuidadosa la que hay que ejecutar al elaborar una acción crítica, poniendo especial cuidado en identificar lo que corresponde a la obra específicamente. Pero es frecuente, en cambio –y es típico en nuestro país-, hacer de las características personales del crítico y/o del criticado, del observador y/o del observado, el criterio de juicio para la revisión analítica de la obra. Con ese método, antipatías y simpatías, relaciones de proximidad o de intereses son los que rigen y orientan el resultado del examen.
Con los casos de quienes tengan un perfil ideológico o temperamental particularmente conflictivo, arisco o que tiende a ser especialmente intransigente, la confusión se hace más compleja y frecuente.
Es ésta la situación de Jesús Tenreiro, arquitecto retraído, periférico, capaz de gestos de altivez clamorosos; pero hombre de gran cultura, de profunda sensibilidad y de gusto audaz y seguro, quien ha sido distinguido, hace pocos días con el Premio Nacional de Arquitectura.
Una distinción que resulta particularmente importante pues llega a confirmar -oficialmente por decirlo así- el valor de una obra escasa pero estimable sobremanera, cuyo reconocimiento exalta algunos aspectos de la arquitectura que en Venezuela hay que defender y respaldar con gran ahínco.

• Es extraño que un extraordinario historiador y crítico, inteligente y agudo como el inglés Reyner Banham, fallecido recientemente, no manifestase demasiada admiración hacia Louis Kahn. Es más, su falta de sincronía con la arquitectura de quien fue llamado el “último de los grandes maestros”, lo llevaba a establecer comparaciones, totalmente peregrinas, entre la volumetría de los famosos Laboratorios de Filadelfia y las canciones populares. Entre ambas cosas él encontraba elementos similares, cuya semejanza por otra parte calificaba de superficial y simple. En realidad, nada más alejado de la concepción austera y altamente elaborada en un plano de estrictas referencias cultas, típicas de la arquitectura de Kahn, que el vocinglerío populachero. Lo que Banham sí capta con precisión, incluso detrás de una barrera de observaciones críticas motivadas por el inevitable sesgo de la crítica operacional -es decir, de la crítica dirigida a promover una actitud concreta- es la dimensión expresamente monumental de la obra de Kahn.
Banham se preguntaba si esa o cualquiera otra monumentalidad podía sostenerse en el marco de una civilización mecanicista como la actual, que se autodestruye y reconstruye todos los días, siguiendo los parámetros inexorables de la obsolescencia tecnológica. Pero la pregunta de 1960 ya ha sido respondida por el tiempo: la necesidad de monumentos, es decir, de obras definitivas que fijen en el espacio significados y contenidos trascendentes, no sólo no ha disminuido, sino que ha demostrado ser una verdadera exigencia cuyo carácter primordial se manifiesta cada vez con mayor importancia psicosocial.
A esa monumentalidad, a ese espíritu del monumento como cita histórica, es que hay que hacer referencia hablando de Jesús Tenreiro. Se ha mencionado con toda razón los vínculos estrechos de la obra proyectada o construida de Tenreiro con un maestro como Louis Kahn. En efecto, Jesús, con su excepcional respeto por la dimensión creadora, es de los que se apegan a ideas y a obras que poseen un ámbito entero y sagaz. Es éste el caso de Le Corbusier y luego de L. Kahn. Más tarde, su propio proceso personal lo llevará a encontrar modalidades más específicas y características particulares, tal y como en efecto ha ocurrido.

• ¿Qué es lo que define la arquitectura de Jesús Tenreiro? Podría decirse que el aspecto que más llama la atención es su entrega a la arquitectura como oficio sagrado y su capacidad de transformar la necesaria atención a los problemas funcionales, en un acto de invención formal, absoluto y decisorio, hasta desprender de manera radical el objeto final, perfecto en su apariencia exterior e interior, de las razones prácticas iniciales que le dieron origen. Puede afirmarse que para Jesús Tenreiro, la arquitectura que cuenta es la que permanece, la que se convierte en memoria y signo para todos. En suma, la que entra en la historia y ahí se queda.
Es esta capacidad de elevarse por encima de lo que podría llamarse la “normalidad”, mediante los recursos de unas formas claramente referidas a paradigmas arquetípicos substanciados en una literatura y una experiencia filosófica y psicoanalítica, lo que le otorga todo el atractivo a sus proposiciones arquitectónicas, y tal vez explica también las dificultades de realización que ha encontrado en numerosas ocasiones.
Jesús Tenreiro evidentemente es un arquitecto en espera del cliente que se lo merezca. De un cliente -cuasi mecenas- que entienda el valor trascendental de sus sueños.
Ojalá que algún día lo encuentre, porque el país también merece una obra suya más abundante.
Es por todo ello que este premio no sólo es merecimiento pleno, sino que además apunta hacia el reconocimiento de una manera de entender y de hacer arquitectura, que excede el simple fenómeno del diseño adecuado a la función material. Más que responder a compromisos ideológicos o programáticos, Jesús Tenreiro ha escogido un camino estrictamente personal y difícil. Lo guían, un convencimiento admirable y unas normas de intransigencia poco comunes.
En un mundo blando y ordinario como el nuestro, donde el cinismo se casa todos los días con el oportunismo, es justo resaltar este celo adusto y apasionado por la arquitectura que signa la vida de Jesús Tenreiro.
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Nota
Si bien la obra de Jesús Tenreiro la sido recogida en numerosas reseñas y de manera amplia y minuciosa en la publicación Jesús Tenreiro-Degwitz. Arquitectura. Edificios y Proyectos (1954-2007) de Rafael Urbina Pacini (2023) su pensamiento, denso y cultivado, sobre el cual él directamente poco escribió, sólo puede encontrarse esparcido en las entrevistas que fue concediendo en vida. De ellas vale la pena resaltar la realizada por Gonzalo Castellanos publicada en el periódico CAL, nº 42, (1959); las respuestas que da a Francesco Simonelli aparecidas en Arquitectos y Obras, nº 7, 8 y 9, Universidad José María Vargas (1996); la que Gabriel Visconti tituló “Tal hombre, tal drama, tal arquitectura. Jesús Tenreiro”, revista entrerayas (2005); y la que quizás sea la más importante: el intercambio sostenido vía correo electrónico con Carlos Brillembourg de otoño de 2001 a finales del verano de 2002 recogida en la revista estadounidense BOMB nº 86 (2004).
Capítulo aparte lo constituye la serie de ocho entregas “Jesús Antonio” que su hermano Oscar le dedica dentro del blog “Entre lo cierto y lo verdadero”, valioso registro testimonial aparecido entre el 16 de febrero y el 28 de abril de 2025, que consideramos de lectura obligatoria para completar una visión global sobre la persona, la familia, la formación, el talento, las lecturas, las preocupaciones teóricas y el compromiso de Jesús con la arquitectura.
ACA
Procedencia de las imágenes
1. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad
2, 3, 4 y 5. Rafael Urbina Pacini. Jesús Tenreiro-Degwitz. Arquitectura. Edificios y Proyectos. 1954-2007 (2023)