
Archivos Mensuales: febrero 2025
EXPOSICIÓN

LE CORBUSIER. L’ORDRE DES CHOSES
(Le Corbusier. El orden de las cosas)
Zentrum Paul Klee — Berna —
8 de febrero – 22 de junio 2025
Con motivo de su vigésimo aniversario, el Zentrum Paul Klee dedica una importante exposición a Le Corbusier (1887-1965), artista y arquitecto franco-suizo. Le Corbusier, una de las figuras más influyentes de la arquitectura y el arte moderno, intentó reorganizar el mundo según sus ideas, “ordenarlo”, crear un nuevo entorno de vida con una arquitectura funcional y estética, mostrando una creatividad desenfrenada y un tremendo entusiasmo. Parte de sus obras arquitectónicas pertenecen ahora al patrimonio mundial de la UNESCO.
La exposición se centra en el pensamiento plástico y el diseño de Le Corbusier. El frente de la arquitectura ocupa un lugar central: la experimentación artística dentro del “Atelier de investigación paciente”, como él mismo describió su obra artística; el enfoque de prueba y error de la forma arquitectónica en estudios y planos; reflexión artística sobre el color y la forma, la composición y el espacio, así como las fuentes que irrigan el proceso: desde objetos encontrados en la playa hasta la arquitectura antigua.
A través de la exposición se rastrea la evolución artística y conceptual del maestro suizo destacando su enfoque innovador de la armonía pero también del orden, heredado de la tradición clásica y de los avances tecnológicos. Asímismo revela obras icónicas, dibujos inéditos, maquetas arquitectónicas resultantes de su proceso creativo, así como objetos personales. Los tres ejes temáticos –arte, arquitectura e investigación– ofrecen una mirada global a su obra.
Comisario: Martín Waldmeier
ACA
INVITACIÓN

Conferencia on line:
POLÍTICAS DE VIVIENDA Y HÁBITAT PARA VENEZUELA.
A ser dictada por la Arq Urb. Josefina Baldó (FAU UCV)
Tomado de @idecdigital.ucv
CENDES /IDEC
Doctorado en Estudios del Desarrollo CENDES UCV
Invitan:
A la conferencia que se realizará en el marco del “Seminario de políticas urbanas y habitacionales en América Latina. Claves interpretativas” como parte del Doctorado en Estudios del Desarrollo (CENDES-UCV), conducido por el Dr. Soc. Alberto Lovera (IDEC-FAU-UCV)
COORDENADAS:
Miércoles 26 de febrero
8:30 am (VEN)
Link Zoom: https://us06web.zoom.us/j/83794884730?pwd=Y1mbuEpd066R1W8EKHm8E7eWuJuXNI.1
ID de reunión: 837 9488 4730
Código de acceso: 855053
ACA
TAL DÍA COMO HOY…
… 23 de febrero de 2017 se dio a conocer el veredicto de la XII Bienal Nacional de Arquitectura (BNA), organizada por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV) y montada en la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Central de la Universidad Simón Bolívar.

Cuando en 1963, por iniciativa del Ministerio de Educación, se crea el Premio Nacional de Arquitectura, le correspondió a la Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA) convocar aquel mismo año la Primera Bienal Nacional, evento en cuyo marco se otorgaría el galardón que reconocía tanto la obra más destacada del período como la labor de su autor o autores. De esa manera y durante las siguientes ocho ediciones (realizadas en un lapso de treinta y cinco años), los edificios seleccionados como la mejor obra sirvieron, además, como patente para que sus creadores se alzaran con el Premio Nacional.

Si bien la primera bienal organizada por la SVA premió a Carlos Raúl Villanueva por el conjunto de su obra, desde la segunda de 1965 se escogería una pieza en particular, correspondiéndole a Julián Ferris como diseñador del Edificio de la Aduana de Puerto Cabello (1965) el privilegio de ser el ganador del Premio Nacional de Arquitectura de aquel año.

La III Bienal de 1967, convocada ahora por el Colegio de Arquitectos de Venezuela (CAV), que sustituyó a la SVA desde 1966, otorgó el Premio Nacional a Tomás José Sanabria por el Edificio del Banco Central de Venezuela (1965). A partir de la IV Bienal (1971) comenzarían a distanciarse los períodos para otorgar la premiación recayendo en esa oportunidad la distinción en Bernardo Borges, Francisco Pimentel y George Wilkie por el edificio sede del diario El Universal (1969). Así, de forma sucesiva pero intermitente le serían otorgados los Premios Nacionales a José Miguel Galia (V Bienal, 1973) por el edificio sede de Seguros Orinoco (1971); Carlos Gómez de Llarena, Manuel Fuentes y Moisés Benacerraf (VI Bienal, 1976) por la Torre Europa (1975); Felipe Montemayor, Luis Sully, Joseba Pontesta, Etanislao Sekunda, Leopoldo Sierralta y Joaquín Leniz (VII Bienal, 1980) por el Terminal Internacional del Aeropuerto de Maiquetía (1974-1978); y a la División de Arquitectura de la C.A. Metro de Caracas con Max Pedemonte a la cabeza (VIII Bienal, 1987) por el trabajo de infraestructura y recuperación urbana asociado a la construcción de la Línea 1 del Metro de Caracas (1983).

Será desde 1987, tras la finalización de la VIII Bienal, que se recomendará al Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) el otorgar anualmente el Premio Nacional de Arquitectura en el marco de la designación de los Premios Nacionales de Cultura como una mención dentro de ellos, cosa que asumió favorablemente. De esa manera, se separaría el reconocimiento a toda una trayectoria de la premiación otorgada dentro de las bienales, dirigidas a reconocer una particular obra construida. En ese marco, la IX Bienal realizada en 1998 el ahora denominado “Gran Premio” recaería en la Abadía Benedictina ubicada en Güigüe, estado Carabobo proyectada por Jesús Tenreiro con la colaboración de Salvatore Anzalone, Manuel Delgado Arteaga, Ana Díaz Rodríguez, Luis Ocanto y Ninoshka Ruiz de Bodas (1990).

En los once años que separaron una bienal de otra, el CONAC ya había otorgado el Premio Nacional de Cultura, mención Arquitectura, a: Fruto Vivas (1987), Henrique Hernández (1988), Gustavo Wallis Legórburu (1989), Cipriano Domínguez (1990), Jesús Tenreiro Degwitz (1991), Juan Pedro Posani (1992), Jimmy Alcock (1993), Juan Andrés Vegas (1994), Graziano Gasparini (1995), Jorge Romero Gutiérrez (1996), Edmundo Díquez (1997) y Martín Vegas Pacheco (1998), saldándose así una deuda importante con figuras fundamentales en la historia de nuestra arquitectura de la segunda mitad del siglo XX.
Dentro de la irregularidad en la convocatoria a bienales, el año 2001 el CAV llamará a la décima, y el Gran Premio se le dará a la totalidad de los 10 Proyectos presentados para la recuperación y desarrollo de Vargas, elaborados después de la tragedia de 1999, que abordaban diversos problemas a diferentes escalas, llevados a cabo por una amplia gama de instituciones, equipos profesionales y grupos docentes.
De allí, 14 años después, en un intento por normalizar de nuevo la realización de eventos cada dos años la XI Bienal (2014) otorgará el Gran Premio al Centro Nacional de Acción Social para la Música (2011) de Tomás Lugo, seguido de la Restauración patrimonial del Jardín Botánico de Maracaibo de Carla Urbina y María Villalobos (XII Bienal, 2016), la Clínica IDB Cabudare (2018) de Gustavo Adolfo Sánchez Muñoz (XIII Bienal, 2018) y el Conjunto Parque Profesional del Este de Francisco Pimentel Malaussena, Óscar Capiello y Gustavo Luis Legórburu (XIV Bienal, 2024).

Por otro lado, desde 1999, con saltos en la periodicidad anual inicialmente respetada, se les ha otorgado el Premio Nacional de Cultura, mención Arquitectura, a: Jorge Castillo Blanco (1999), Joel Sanz (2000), Óscar Tenreiro Degwitz (2004), Jorge Rigamonti (2006), Gorka Dorronsoro (2008), Doménico Silvestro (2010), Domingo Álvarez (2012), Francisco Sesto (2015), José Matamoros (2016-2018), John Stoddart (2019-2020), Américo Faillace (2021-2022) y, recientemente, Domingo Acosta González (2023-2024).


Pues bien, luego de todo este extenso recorrido nos toca hoy detenernos en la premiación de la XII Bienal Nacional de Arquitectura (convocada en octubre de 2016 bajo el tema “Arquitectura en positivo, compromiso con el país”), ya que justamente el 23 de febrero de 2017 el jurado evaluador, presidido por Marco Negrón (compuesto por dieciséis destacados profesionales y académicos con formación en diferentes campos de la arquitectura y provenientes de varias regiones del país), dio a conocer el veredicto que otorgaba por unanimidad el Gran Premio al trabajo titulado “Paisajes urbanos botánicos en Maracaibo como escuelas vivas: lecciones desde el jardín botánico de Roberto Burle Marx”, presentado por las arquitectas Carla Urbina y María Villalobos, convirtiéndose en la primera ocasión en la que se daba el máximo reconocimiento a un proyecto de restauración patrimonial.
Cabe destacar, también, que en aquella ocasión atendieron a la convocatoria «más de sesenta (60) trabajos, entre proyectos construidos, no construidos, tesis de pregrado, productos de investigación y publicaciones» y «se entregaron premios y menciones honoríficas de quince (15) categorías cuya ubicación de las obras se distribuyó ampliamente en Venezuela, a saber, nueve (9) en Caracas, quince (15) en el interior y uno (1) en el exterior. Ello demostró, como lo dice el veredicto, que ‘la calidad arquitectónica no solo se centra en la capital, pues la mayoría de los reconocimientos están dedicados a obras ubicadas en el interior del país'», de acuerdo a lo publicado en el portal del CAV (https://cav.net.ve/xii-bienal-y-premio-nacional-de-arquitectura-xii-bienal/).
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Antes de comentar el trabajo ganador es necesario saber que el Jardín Botánico de Maracaibo (JBM), inaugurado en 1983, y que curiosamente no se encuentra registrado como obra relevante (que lo era) en revistas y publicaciones de la época, y tampoco se presentó a participar en VIII Bienal de 1987 donde sin duda hubiera tenido una relevante figuración, nace como proyecto a finales de la década de 1970 cuando, con el antecedente de haber trabajado juntos en el proyecto del Parque del Este en Caracas (inaugurado en 1961), el célebre arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle Marx (1909-1994) y el botánico venezolano Leandro Aristeguieta (1923-2012), desde sus respectivas ópticas, unen de nuevo esfuerzos “para la creación de un jardín botánico en pro de la preservación de un tipo particular de ecosistema que se encontraba amenazado. Se trataba del bosque seco tropical, el cual, en aquel momento, por un lado, sufría amenazas botánicas como consecuencia del indiscriminado crecimiento urbano de la ciudad de Maracaibo, mientras por otro lado enfrentaba las consecuencias de una percepción negativa generalizada de la sociedad para con su flora local. (…) Tal situación y preocupación botánico-cultural, claramente expresada por Aristeguieta en Llegó la hora de sembrar cujíes (1980), encontró rápido eco en un Burle Marx, que había dedicado toda una vida a transmitir a través de su trabajo cómo la naturaleza, especialmente la local, ofrece a los ciudadanos la oportunidad de descubrir dimensiones inesperadas de sus propias identidades”, señalarán Carla Urbina y María Villalobos en “Rehabilitación integral del Jardín Botánico de Maracaibo. Recuperación del paisaje cultural como patrimonio, obra de Roberto Burle Marx”, ponencia presentada en la Trienal de Investigación FAU UCV de 2014.

Alcanzada la convergencia de intereses y voluntades en cuanto a la importancia de emprender el proyecto, y localizada la zona para la realización del mismo, se busca la necesaria articulación institucional que permitiera su materialización. Es así como en 1973 se consolida la disponibilidad de los terrenos para el desarrollo del JBM, en el corazón de la concentración de bosque seco más importante de la región zuliana, en las proximidades del área urbana de la ciudad de Maracaibo, al suroeste, en la vía que conduce al aeropuerto internacional La Chinita. Ello fue posible gracias a la intermediación del Rotary Club de la capital zuliana y a la primera donación de terrenos realizada por parte de las compañías Shell y Maraven a la recién creada (el 9 de enero de 1973) Fundación Jardín Botánico de Maracaibo (FJBM), una organización sin fines de lucro y presidida en sus orígenes por el doctor Rafael Casas.

Una vez que se obtienen los terrenos (los cuales sumarían en total 123 hectáreas), se consolida un grupo de profesionales encabezado Aristeguieta y Burle Marx quienes trabajaron a su vez con un connotado equipo integrado por José Tabacow, Haruyoshi Ono, George Bunting, Robert Haywards, Ernesto Foldats, Pablo Emilio Colmenares, Francisco Arboleda, Alicia Ferrer y Germán Ferrer, entre otros. Planteado como centro de investigación, docencia y recreación pasiva el JBM fue concebido como Jardín Escuela para la preservación del Bosque Seco Tropical y como sede de la primera Escuela de Horticultura en América Latina.


Es así como, tras casi una década de trabajo, ya para 1980 todo está listo para la inauguración del penúltimo jardín botánico construido en Venezuela y el último jardín botánico que, junto a sus colaboradores de siempre, Burle Marx ejecutaría en vida. El plan propuesto para desarrollar 108 hectáreas, estaría estructurado contemplando siguientes zonas: acceso, servicios y estacionamiento, centro hortícola, cuadro filogenético, botánica económica, zona de juegos infantiles (“El Castillito”), Crassuletum, umbráculo, área de plantas trepadoras, sistema de lagunas, bosque tropical seco tropical y zona de reserva, todas interconectadas por un sinuoso sistema de caminerías.


Finalmente, el 24 de octubre de 1983 se inaugura el JBM. “No fue aquella una inauguración ordinaria. En aquel momento presenciaba Maracaibo la creación de un jardín-escuela, de un modelo de vida-escuela de subversivo poder. El acto de inauguración del JBM … fue diseñado como la ceremonia de grado, de la que sería la primera y única promoción de la Escuela de Horticultura del Zulia. Esta fue concebida no con un elemento más en el programa del jardín, sino como la razón de ser, el mecanismo de vivir y la misión de vida de esa nueva clase de jardín botánico, donde el aprendizaje era pensando y motivado desde la acción y la interacción con lo vivo, lejos de la lógica de un remoto y estático laboratorio o biblioteca y cerca de una estética y una botánica en constante transformación”, expondrán Urbina y Villalobos en su ponencia.


“Tras un breve período de esplendor, sobrevino una historia de inestables permanencias, una secuencia de vicisitudes, efímeros goces y dramáticas transformaciones físicas, botánicas y programáticas (…) Luego de años de violencia institucional, abandono e incomprensión del valor del patrimonio natural, una decisión intempestiva gubernamental acabó por clausurar el jardín en 2011, queriendo convertirlo en parque de recreaciones acuáticas de dudosos beneficios estéticos y científicos, que atentan contra el patrimonio que el jardín representa”, momento en el que germina la inquietud que funda el interés y experiencia del trabajo de rescate emprendido por Urbina y Villalobos, reconocido en la XII Bienal Nacional de Arquitectura del 2017, que contempló tanto la restauración patrimonial del JBM como la propuesta del Master Plan de la Avenida 5 de Julio que extrapola y aplica criterios aprendidos durante la restauración.

Urbina y Villalobos son egresadas de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Rafael Urdaneta (1997) y posteriormente de la Maestría en Diseño Urbano de la Universidad Metropolitana (2000). Ambas “inician en 2009 trabajos de investigación para la elaboración del Plan de Rehabilitación Integral del Jardín Botánico de Maracaibo (JBM). Ello incluyó, junto a un gran equipo de trabajo la concreción de la Fundación Jardín Botánico de Maracaibo, la recuperación de planos, gráficos y dibujos de Burle Marx y de los cuadros fitogenéticos de Aristeguieta, la búsqueda de recursos e interés por recuperar el JBM progresivamente y la reapertura del mencionado jardín en 2013 restaurado parcialmente, luego de más de dos (2) décadas de cierre y desmantelamiento”, transcribimos de la nota de prensa elaborada tras darse el veredicto de la XII Bienal. Tras la recuperación inicial y cuidadosa de 20 hectáreas el proceso todavía continúa.

Convertido en un lugar de referencia para los habitantes de los tres municipios que le rodean: Maracaibo, San Francisco y Jesús Enrique Lossada, el Jardín Botánico no cuenta con una asignación gubernamental, se mantiene con ayudas y con los ingresos de los servicios que allí se prestan, pero es necesario innovar en los tipos y calidad de servicios ofrecidos. Desde el 20 de enero de 2014 la FJBM tomo la decisión de denominarlo “Jardín Botánico de Maracaibo Dr. Leandro Aristeguieta”.

La labor de concientización iniciada y sostenida desde la FJBM y que el galardón obtenido en 2017 por Urbina y Villalobos ayudó a reforzar, requiere de una sostenida actividad divulgativa (apostólica, dirían otros), de investigación y de búsqueda permanente de recursos que no debe bajar la guardia a objeto de preservar la huella y la memoria de quienes fueron los creadores de este importante reservorio de la flora venezolana.
ACA
Procedencia de las imágenes
1. Revista entrerayas (https://entrerayas.com/xii-bienal-nacional-de-arquitectura/)
2, 3 y 4. Colección Crono Arquitectura Venezuela.
5 y 6. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad.
7 y 8. LALI. Iniciativa Latinoamericana del Paisaje (https://laliniciativablog.wordpress.com/2017/05/11/premio-nacional-de-arquitectura-xii-bienal-venezuela/)
9. Capturas de Google Earth; y Biennal Internacional del Paisatge Barcelona (https://landscape.coac.net/preservacion-del-jardin-botanico-y-su-expansion-al-paisaje-urbano-y-regional-lecciones-del-jardin)
10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18 y 20. Biennal Internacional del Paisatge Barcelona (https://landscape.coac.net/preservacion-del-jardin-botanico-y-su-expansion-al-paisaje-urbano-y-regional-lecciones-del-jardin)
19. @arquitecturavzl; Google Earth; y Facebook de la Fundación Jardín Botánico de Maracaibo.
CONTACTO FAC 403
INVITACIÓN

CAUCE y acrobacia:
una arquitectura a—tierra.
Tomado de @javiercaricatto
Del 10 al 15 de marzo 2025
Baruta, Caracas, Venezuela
Inscripciones hasta el 03 de marzo
Taller práctico para estudiantes y profesionales de arquitectura de todas las universidades y disciplinas afines.
Organizado por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo @fauucv de la Universidad Central de Venezuela, la @earcvfauucv, Enlace Foundation @enlace_arq y Dislocal @dis_local, en alianza con la Escuela de Arquitectura de la UCAB @arquitectucab y con el apoyo de la Alcaldía de Baruta @alcaldiabaruta.
Anfitriones: la Casa de Todos @casadetodos_ccs
»Esta es una invitación a des-hacer con los pies en la tierra. Ser parte de una experiencia colectiva lúdica que ejercita la reflexión a partir de la acción. Reconocer actores, descubrir cauces, abrir caminos. Mediar con respeto y propósito. Flexibilidad y osadía para atreverse a volar y llegar bien a-tierra. Entender la acrobacia como entrenamiento con rigor y disciplina, un serio desafío a las limitaciones. La meta: deshacer agresiones, democratizar espacios, transformarnos en el camino.»
»El taller propone un recorrido a pie entre La Trinidad y La Palomera, acompañando la quebrada La Guairita, por momentos a la vista, por momentos oculta. Tendremos como núcleo de trabajo el Anexo de la Casa de Todos, un espacio extraordinario que revela una práctica singular de hacer arquitectura.»
ACA
