EL ANIVERSARIO DE DOS IMPORTANTES OBRAS

Para finalizar el año hemos querido recordar que también en este 2023, dos libros fundamentales han celebrado aniversarios redondos contados desde su aparición.

Se trata de obras contrapuestas que dan cuenta de manera nítida las diferencias existentes entre dos maneras de entender la estética.

De lo recopilado desde diferentes fuentes hemos elaborado dos notas que retrotraen el interés y la vigencia que cada texto mantiene invitando con ello a revisarlos de nuevo.

1. Portada de la edición japonesa de 1939 de In’ei raisan (El elogio de la sombra) impresa por Sogensha.

El primero es EL ELOGIO DE LA SOMBRA de Junichirō Tanizaki (1886-1965), que ha llegado a los 90 años.

Publicado en 1933 en japonés como In’ei raisan (陰翳礼讃) por Chaukoron-Sha, Inc., El elogio de la sombra es un manifiesto sobre la estética japonesa. En él se argumenta que en Occidente la belleza siempre ha estado ligada a la luz, a lo brillante y a lo blanco, y que lo oscuro, lo opaco y lo negro siempre han tenido una connotación negativa. Sin embargo, Tanizaki argumenta que en Japón la sombra no tiene una connotación negativa y es considerada como parte de la belleza.

A lo largo del libro su autor explora la relación entre la sombra, lo tenue, el contraluz, en la cerámica japonesa, los tokonomas, la construcción de las viviendas, de las lámparas, de la tinta china y del vestuario del Nō, entre otros aspectos, y cómo la semipenumbra enaltece la belleza de los diseños japoneses.

2. Junichirō Tanizaki (1886-1965) y las portadas de las primeras ediciones en inglés
(1977) y en español (1994) de El elogio de la sombra.

La obra, un libro de apenas 96 páginas en pequeño formato sin ilustraciones, fue traducida al inglés por vez primera en 1977 como Praise of shadows y editada por Leete’s Island Books. En 1994 sería lanzada como primicia en español por la editorial Siruela como número 1 de la serie menor (105 x 150 mm) de la Biblioteca de Ensayo con base en la traducción hecha por Julia Escobar del francés (Éloge de l’ombre, René Sieffert, 1977). Este año que termina se ha reeditado por vez numero 45 lo cual habla por sí solo del interés que para los lectores de habla hispana ha generado desde su primera aparición.

3. Templos Nishi Hongan-ji (本願寺), Kyoto (Japón), 1234.
4. Sección de un edificio tradicional japonés con algunos de sus componentes.

Una interesante reseña del libro titulada “Tanizaki, el hombre y la sombra” de Luis Caldeiro, publicada en 2017 en https://akimonogatari.es/tanizaki-el-hombre-y-la-sombra, que recomendamos leer, recoge lo siguiente: “Nacido en 1886, cuando aparece El elogio de la sombra su autor tiene ya, por tanto, casi cincuenta años. Desde la atalaya que le proporciona la edad, y tras haber abrazado en su juventud, no sólo la literatura, sino también la moda y los modos occidentales, Tanizaki se ve en una posición inmejorable para volverse hacia su propio país y acometer la tarea de analizar su cultura, identidad y estética. Como dice Luis Antonio De Villena, ‘con la modernidad -o esa modernidad- aprendida’, se sintió tentado ‘por la propia y rica tradición nipona’, que supo ‘renovar de modo muy singular y significativo’, junto a los dos escritores que, según suele afirmarse -‘pero los tópicos salen de una verdad’, señala el poeta- forman la tríada más importante de la literatura japonesa del siglo XX: Yasunari Kawabata y el siempre controvertido Yukio Mishima”.

5. Aleros y galería de una vivienda japonesa.
6. Shoji y tatami en una vivienda japonesa.

Y añade Caldeiro: “Que Occidente ha forjado un constructo llamado Oriente –un conjunto tan enorme y dispar que abarca desde el Canal de Suez hasta el remoto Japón– y que en él ha depositado todo lo que identifica como ‘El Otro’ o ‘la Alteridad’, es cosa bien sabida. Que al reflejarse en ese espejo obtiene, por contraposición, su propia imagen, es algo que se palpa en cada página de este delicioso libro. Conforme avanza la lectura, saboreamos las cualidades que siempre hemos adjudicado a nuestro reverso oriental y de las que, por contra, carecemos. Una de ellas es el extremo refinamiento -síntoma de una sensibilidad fuera de lo común-, aplicado, además, a aquellos aspectos de la vida que nuestra mirada considera ‘más modestos’ o incluso ‘sórdidos’».

7. Tokonoma en una vivienda japonesa.

Y para cerrar: “En Occidente, la belleza no se entiende sin la luz, su más poderosa aliada. La luz revela lo que es bello, lo muestra y lo exalta. De la mano de la luz, la belleza es en nuestra cultura siempre pública, evidente, ostensible. ¡Cuán distinta es la estética japonesa! En el Japón tradicional, lo bello va indisolublemente unido al juego de la penumbra, el claroscuro, la sombra. ‘La vista de un objeto brillante nos produce cierto malestar’, señala en cierto momento el autor”.

Nota

Del trabajo titulado “La arquitectura de ‘El Elogio de la Sombra’. Un acercamiento a la sombra en la arquitectura y cultura japonesa” presentado por Pablo Quiles Moreno como Trabajo Final de Grado en el ámbito de Teoría y Proyecto en la ETSAB, hemos recogido la serie de imágenes de las cuales nos hemos valido para ilustrar esta reseña.

8. Primera (1948) y quinta (1956) ediciones italianas de Saper vedere l’architettura
impresas por Einaudi.

El segundo libro, más conocido dentro del mundo académico, es SABER VER LA ARQUITECTURA de Bruno Zevi (1918-2000), cuya primera edición en italiano titulada Saper vedere l’architettura fue lanzada por Einaudi en 1948, por lo que este 2023 ha cumplido 75 años.

La primera versión en castellano será de 1951 gracias a traducción hecha por Cino Calcaprina y Jesús Bermejo Goday para la editorial argentina Poseidon. Al sol de hoy se ha reeditado en nuestro idioma, que sepamos, hasta en 12 ocasiones: desde 1951 a 1991 por Poseidon, Buenos Aires; y desde 1991 hasta 2019 por Apóstrofe-Poseidon, Barcelona. En italiano se ha reimpreso al menos 21 veces hasta 2009.

9. Izquierda: Frank Lloyd Wright y Bruno Zevi en 1951, año en que aparece la primera edición en castellano de Saber ver la arquitectura (derecha)
10. Ediciones de 1971 (izquierda) y 2019 (derecha) del libro de Zevi.

Saber ver la arquitectura, cuyo subtítulo Ensayo sobre la interpretación espacial de la arquitectura resume la esencia de la publicación, pretende acercar al ciudadano común a la contemplación de la arquitectura desde sus propias características y no desde otras en principio ajenas a ella, como la escultura o la historia, partiendo del hecho de que para Zevi la característica fundamental de la arquitectura es que posea espacialidad interior.

Así, el libro gira en torno al concepto de espacio como elemento sin el cual no existe la arquitectura. El ejemplo emblemático que Zevi esgrime para diferenciar aquello que es de lo que no es arquitectura lo constituye el Partenón, del que afirma que al no poseer espacio interno, ya que sólo se pensó en la envolvente, se convierte en un elemento con valor escultural y urbanístico, pero no propiamente arquitectónico.

11. Las dos primeras ediciones de Verso un’architettura organica (1945) libro fundacional del pensamiento de Bruno Zevi.

Cuando Zevi escribe en 1948 Saber ver la arquitectura contaba con treinta años, ya impartía docencia en el Istituto Universitario di Architettura di Venezia y había publicado buena parte de su corpus teórico del cual destaca el libro fundacional de su pensamiento: Verso un’architettura organica: saggio sullo sviluppo del pensiero architettonico degli ultimi cinquant’anni (1945), el cual únicamente será traducido al inglés. En realidad, su contenido se verá ampliado en Storia dell’architettura moderna, cuya versión en castellano llegará a Latinoamérica, a través de Emecé, pocos años más tarde (1954).

Sin duda, la formación de la línea de trabajo y pensamiento de Zevi, desde la cual emprende Saber ver la arquitectura, está absolutamente ligada al hecho de que, como resaltan sus biógrafos, en 1938 a la edad de 20 años, tuvo que abandonar Italia, viajando a Londres donde se matriculó en la Architectural Association School of Architecture y después a los Estados Unidos donde se doctora en la escuela superior de diseño de la Universidad de Harvard con Walter Gropius. Allí dirige la publicación Quaderni Italiani del movimiento «Giustizia e Libertà». En ese periodo descubre la obra de Frank Lloyd Wright, la cual estudia constituyéndose desde entonces como un firme partidario de la arquitectura orgánica el resto de su vida.

De vuelta en Europa en 1943, toma parte en la lucha anti-fascista en las filas del Partido Acción. En 1944 promueve la Asociación de Arquitectura Orgánica (APAO) y al año siguiente funda la revista Metron, convirtiéndose en una de las mentes teóricas más importantes del Racionalismo italiano de la posguerra.

12. Páginas interiores de la edición castellana de 1971 de Saber ver la arquitectura.

Saber ver la arquitectura se estructura con base en seis capítulos.

  • En el primero, “La ignorancia de la arquitectura”, el autor habla de cómo la arquitectura es maltratada tanto por la historia del arte, que elabora historias de la arquitectura donde las características propias arquitectónicas son anacrónicas, como por parte del público, que no se interesa por ella como por otras artes.
  • En el segundo, “El espacio, protagonista de la arquitectura”, propone el estudio espacial de los edificios como método válido para escribir una historia de la arquitectura.
  • En el tercero, “La representación del espacio”, analiza diversas maneras históricas de trazado simple de planos y explica en qué circunstancias son útiles, añadiendo que casi nunca se utilizan los dibujos adecuados para ilustrar los textos de los edificios que se tratan en la mayoría de los libros sobre historia de la arquitectura.
13. Páginas interiores de la edición castellana de 1971 de Saber ver la arquitectura.
  • En el cuarto, “Las diversas edades del espacio”, desarrolla un resumido análisis histórico de la arquitectura en función de la variable espacio, que engloba todas las demás (sociales, económicas, políticas, etc).
  • En el quinto, “Las interpretaciones de la arquitectura”, analiza cómo la arquitectura ha sido vista desde diversos puntos de vista, y de qué modo éstos fallan y se acercan más o menos a un conocimiento profundo de los edificios.
  • En el sexto y último, “Para una historia moderna de la arquitectura”, vuelve a criticar la historiografía de su tiempo y habla sobre los profundos cambios arquitectónicos de su contemporaneidad, enmarcados en el Movimiento Moderno.

El valor de la obra, consiste no sólo en haber formulado de una manera radical la idea de la arquitectura como espacio, sino el haberlo hecho en un lenguaje directo y siempre con la vista puesta en las obras ejemplares de la historia de la arquitectura.

Lejos del impacto inicial, el texto forma parte de las referencias obligatorias en los estudios de la Teoría de la Arquitectura para comprender la etapa de formación y consolidación de la Arquitectura Moderna.

ACA

Procedencia de las imágenes

  1. https://artscape.jp/artscape/eng/focus/2006_02.html

2. https://artscape.jp/artscape/eng/focus/2006_02.html y https://www.siruela.com/catalogo.php?id_libro=11

3, 4, 5, 6 y 7. file:///C:/Users/USER/Downloads/TFG%20ETSAB%202020%20-%20Pablo%20Quiles%20Moreno-1.pdf

8, 10 y 11. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

9. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Frank_Lloyd_Wright,_Bruno_Zevi_1951.jpg y Colección Crono Arquitectura Venezuela

12 y 13. Bruno Zevi. Saber ver la arquitectura, Poseidon, Buenos Aires, 1971.

NOVEDADES EDITORIALES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

La Fondation suisse à la Cité universitaire

Petite histoire d’une «machine habitée»

Monica Corrado

L’Oeil D’Or

2023

Idioma: francés

Nota de los editores

Este libro recorre la historia de la Fundación Suiza desde las primeras iniciativas para la creación de una “casa suiza” en la Ciudad Universitaria en los años 1920 hasta la actualidad. El autor relata el optimismo del padre fundador de la Fundación, Rudolf Fueter, la elección de su arquitecto (Le Corbusier) y los primeros pasos del director Pierre Courthion. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la casa cerró sus puertas, pero su historia continuó con su reapertura en otoño de 1945: faltaba dinero, pero “los residentes vivían con relativa comodidad y el agua caliente funcionaba los sábados y domingos”, como lo describe el segundo director Jean Rychner. Sin embargo, alrededor de 1968 la situación se volvió menos cómoda, especialmente para el director. Al salir de esta nueva crisis, la Fundación Suiza entró en aguas más tranquilas a partir de los años 1970: una financiación estable, un buen ambiente y una programación cultural dinámica caracterizaron las últimas décadas.

ACA

VALE LA PENA LEER

La inútil y monstruosa torre

por Alejandro Hernández Gálvez

6 mayo, 2015

Tomado de https://arquine.com

Roland Barthes inicia su texto «La Torre Eiffe», publicado en 1964, con un extracto de la «Protesta de los artistas» que apareció en el periódico Le Temps el 14 de febrero de 1887: “escritores, escultores, arquitectos, pintores y aficionados apasionados por la belleza hasta aquí intacta de París, queremos protestar con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra indignación, en nombre del gusto francés mal apreciado, en nombre del arte y de la historia franceses amenazados, contra la erección, en pleno corazón de nuestra capital, de la inútil y monstruosa Torre Eiffel”.

No resulta extraño que muchos encontraran los más de 300 metros y 7000 toneladas de hierro de la Torre inútiles y monstruosos. Lo curioso es que en 1887, diecisiete años después de que Georges-Eugène Haussmann, terminara su radical transformación de París -su “obra de destrucción”, en palabras de Walter Benjamin- se hablara de “la belleza hasta aquí intacta de París”, como si todas las demoliciones del Barón hubieran pasado desapercibidas para aquellos escritores, escultores, arquitectos, pintores y aficionados apasionados de esa ciudad. Acaso la planeación urbana ideal de Haussmann -descrita por Benjamin como largas calles rectas que abrían hacia amplias perspectivas, correspondiendo a la tendencia (común en el siglo XIX) de ennoblecer necesidades tecnológicas mediante medios artísticos espurios-, no les parecía tan reprochable, o el verdadero objetivo de Haussmann -de nuevo según Benjamin “asegurar la ciudad contra la guerra civil”-, aceptable. ¿Qué debieron haber pensado, de conocerlas, de las propuestas presentadas a finales de 1889 en el concurso para la torre que Sir Edward Watkins y Benjamin Baker querían construir en Londres? Comparadas con la de Eiffel, todas parecían excéntricas variaciones que buscaban “ennoblecer necesidades tecnológicas mediante medios artísticos espurios”.

Proyectos presentados a finales de 1889 para el concurso de una torre monumental para Londres.

La torre parisina la empezaron a diseñar un par de ingenieros que trabajaban en la compañía de Eiffel, Maurice Koechlin, suizo, y Émile Nouguier, en 1884. En 1886, cuando ya Eiffel había presentado el proyecto en la Sociedad de Ingenieros Civiles, se convocó a un concurso a la medida para que éste lo ganara: se pedía una torre metálica de 300 metros y cuatro lados. El 12 de mayo de ese mismo año una comisión evaluó distintos proyectos y un mes después eligió al evidente triunfador. Tras las críticas, de las que Eiffel se defendió apelando a la grandiosidad de la propuesta, la torre se empezó construir el 28 de enero de 1887 y se terminó poco más de dos años después, a finales de marzo de 1889, aunque se abrió al público junto con la Exposición Universal el 6 de mayo del mismo año. Los elevadores no entraron en funcionamiento sino hasta veinte días después, por lo que los primeros 30 mil visitantes debieron subir a pie los 1710 escalones.

Registro fotográfico de la evolución del proceso constructivo de la Torre Eiffel.

En el número 329 de la revista Science, del 24 de mayo de 1889, se puede leer que, “naturalmente, el principio que se siguió fue el que adopta M. Eiffel en todas sus estructuras elevadas, es decir, darle a los ángulos de la torre tal curva que sean capaces de resistir los efectos transversales de la presión del viento sin necesidad de conexiones entre los miembros que forman estos ángulos mediante refuerzos diagonales. La Torre Eiffel, por tanto, consiste esencialmente en una pirámide compuesta por cuatro grandes columnas curveadas, independientes entre sí, que sólo se conectan por cinturones de vigas en distintos niveles hasta unirse en la cima de la torre”. Eiffel, en efecto, había comparado su torre a las pirámides de Egipto.

Una de las paradojas de la Torre, según Barthes, es que a su innegable racionalidad sumaba una inevitable inutilidad: “el sentido gratuito de la obra no se declara nunca directamente: se racionaliza con el uso” -afirma. Pero ese uso es una “función imaginaria”, una ficción- ¿acaso toda función lo es, y de ahí la monstruosidad? La arquitectura, continúa Barthes, es siempre sueño y función: expresión de una utopía e instrumento de una comodidad. Por otro lado, la Torre, agrega, “es el único punto ciego del sistema óptico total del cual es el centro y París la circunferencia. Pero, en este movimiento que parece limitarla, adquiere un nuevo poder: objeto cuando la miramos, se convierte a su vez en mirada cuando la visitamos”. La Torre, agrega, “es un objeto que ve, una mirada que es vista.”

Izquierda: Propuesta ganadora del concurso presentada por Stewart, MacLaren y Dunn de Londres. 366 metros de altura (45,8 metros más alta que la Torre Eiffel -derecha-), ocho patas y dos plataformas de observación.

“El ojo que ves no es ojo porque lo veas; es ojo porque te ve”, escribió Machado. Y al trazar la historia de una metáfora que va de Platón a Donne pasando por Lucrecio y por Bruno, Borges dice que Pascal escribió: “Una esfera espantosa, cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna”. La inútil Torre, acaso transforme a la ciudad entera en una gran prisión panóptica y quizá por eso, por su omnipresencia central y única, haya resultado más monstruosa que las múltiples vistas perspectivas de los bulevares abiertos a pico y pala por Haussmann.

ACA

INVITACIÓN

DIÁLOGOS en COLLECTANIA cierra el año con la ponencia del maestro arquitecto Francisco Pimentel, pilar de la profesión, ilustre profesor.

Él nos hablará sobre la misión y el compromiso del arquitecto en nuestra sociedad.

Esta nueva edición tendrá lugar el día jueves 14 de diciembre, a las 3 de la tarde vía Zoom.

Zoom ID: 857 7746 1765

Código de acceso: 398040

350

Hoy arribamos al nº 350 de nuestro boletín Contacto FAC y con él cerramos el año 2023.

A partir de enero introduciremos algunas modificaciones en nuestra presentación. Dejaremos de lado el formato que nos ha caracterizado hasta ahora pasando a asemejarse a lo que en los medios se utiliza con más frecuencia, lo cual ofrece una mayor flexibilidad en el manejo de los contenidos.

Con ello también buscamos invitar a quienes nos leen a dirigirse a nuestro blog https://fundaayc.com/ para ampliar la información que más les interese y, una vez dentro de él, revisar todo el trabajo que hemos acumulado por más de 7 años las veces que les apetezca o lo requieran.

El número de hoy, dado su carácter navideño, está dirigido fundamentalmente a dejar en sus manos una serie de lecturas y notas editoriales que pensamos pueden ser buenos acompañantes durante las fiestas.

Como despedida de este 2023 queremos desearles a todos una feliz navidad y un muy próspero 2024.

Esperamos seguir acompañándolos desde aquí con todo el entusiasmo y empeño del mundo.

ACA

ALGO MÁS SOBRE LA POSTAL Nº 385

La revista Zona Franca, tal y como lo afirma el reconocido escritor, abogado, ensayista y profesor Alexis Márquez Rodríguez (1931-2015), “es una de las publicaciones culturales más importantes que hemos tenido en Venezuela”. Apareció en la primera quincena de septiembre de 1964 en medio de un país en pugna con su sistema de gobierno y en una época signada por la violencia política como principal elemento de la vida cotidiana.

No estaría de más recordar, siguiendo a Márquez Rodríguez a través de su artículo “La Revista Zona Franca (1964-1984)” publicado en Cahiers du CRICCAL, n°15-16, 1996 dedicado a “Le discours culturel dans les revues latino-américaines, 1970-1990” (https://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_1996_num_15_1_1194), que “durante ese periodo, que abarca casi la totalidad de la década, se produce la insurgencia armada de los sectores de izquierda radical, con predominio de las tendencias marxistas-leninistas, aunque con la presencia de otras corrientes ideológicas dentro del común denominador del izquierdismo. El triunfo de la Revolución cubana en 1959 produjo en todo el continente latinoamericano un auge vigoroso del movimiento popular, capitalizado por los ya mencionados sectores de izquierda. (…) En esos momentos el movimiento intelectual de los sectores izquierdistas gozaba en Venezuela, como en el resto del continente, del mismo prestigio del sector propiamente político y guerrillero, incrementado precisamente por el triunfo de la revolución y las primeras ejecutorias del gobierno revolucionario en Cuba”.

1. Testimonios de la presencia de la lucha armada en Venezuela a comienzos de los años 1960, contexto en el que nace la revista Zona Franca.

En medio de tales circunstancias, conscientes de una situación en la que la intelectualidad marxista copaba los medios de expresión y poseía algunos de ellos, un grupo de intelectuales que había actuado en la resistencia contra la dictadura perezjimenista, comienza a manifestarse con lo que acontecía, pese a su aislamiento y desde posiciones de izquierda no marxista, mostrándose frontalmente opuestos a la insurgencia armada adoptando una actitud cautelosa, cuando no abiertamente contraria, ante la Revolución cubana, su radicalización y manejo cuestionable que evidenciaba del problema de los derechos humanos.

Es así como “el sector intelectual no marxista que se consideraba de izquierda más o menos moderada, o en todo caso progresistas” toma la iniciativa de crear “un medio de expresión que les permitiese, no solo combatir al sector ideológicamente opuesto, sino más bien expresar sus propias opiniones, tanto en el aspecto literario propiamente dicho, como en los demás órdenes de la cultura”, lo cual marca el nacimiento de la revista Zona Franca.

Ideada por Juan Liscano (1915-2001) prestigioso poeta, ensayista, periodista de opinión, experto en investigaciones folklóricas, y uno de los intelectuales venezolanos más destacados y respetados, quien asumiría la dirección durante los 20 años (1964-1984) que duró la experiencia, Zona Franca buscaría desde el primer momento mostrar una orientación bastante amplia y variada en cuanto al contenido temático de sus materiales.

2. Izquierda: Juan Liscano (1931-2015). Derecha arriba: Guillermo Sucre (1933-2021). Derecha abajo: Luis García Morales (1929-2015).

Liscano, consecuente luchador contra la dictadura perezjimenista, lo que le valió vivir muchos años en el exilio, se encontraba (sin ser militante) en aquellos años muy vinculado al partido de orientación social-demócrata Acción Democrática. De allí que se vea acompañado en la fundación de la revista por dos jóvenes militantes de esa agrupación política pero mayormente identificados como intelectuales: Guillermo Sucre, poeta, crítico literario y profesor universitario de prestigio; y Luis García Morales, poeta igualmente conocido en el medio venezolano. Ambos figuraban como integrantes del equipo de trabajo, bajo la escueta mención de «Redacción». Más adelante Sucre y García Morales dejaron de aparecer y fueron figurando entre sus redactores, en forma sucesiva, Baica Dávalos, Alejandro Oliveros, Julio E. Miranda y Oscar Rodríguez Ortiz, entre otros. Quien sí se mantuvo siempre como director fue Juan Liscano tal y como habíamos mencionado.

Del primer editorial y como complemento a lo ya señalado hasta aquí rescatamos, para refirmar la línea que se buscaba seguir, lo siguiente: “En un mundo amenazado por la posibilidad de su propio suicidio, hacia el cual le impelen los extremos dogmáticos que hacen presa de la inteligencia y la obnubilan, el frenesí que sienten algunos por poseer y asumir toda la justicia en contra de otros, formamos parte de quienes ponen en duda esos vértigos de absoluto, esas intolerancias de inquisidor, en suma, esa pasión ancestral que mezcla lo utilitario con lo ideológico dirigida a eliminar al adversario sin formula de juicio. […] Pensamos que el arte constituye una forma de liberación, que las posibilidades del espíritu están aún intactas, que la persona humana debe ser respetada y exaltada, que sin garantía de discrepancia no existe voluntad de convivencia y que es preferible la duda lúcida al ciego afán cesáreo de imponer alguna fe. […] Los propósitos de esta publicación son más bien afirmativos. Nos atraen más que la negación: el sentido creador, la propensión a construir, el esfuerzo por conciliar las motivaciones, los símbolos, las naturalezas del hombre. Debido a estas finalidades no quisimos limitar nuestra publicación a una dimensión puramente estética, sino abrirla hacia otras perspectivas, como las sociológicas, sicológicas, parasicológicas, científicas, que traduzcan la tentativa del pensamiento contemporáneo por entender su propio mundo, por escapar al sino de la destrucción”.

Márquez Rodríguez señalará que “el propio Liscano reconoce que Zona Franca nació con un propósito claramente ideológico, y permaneció dentro de esa línea durante mucho tiempo. Sin embargo, tal orientación ideológica se mantuvo siempre dentro del terreno de las ideas, rehuyendo en todo momento la confrontación directa, la diatriba y la polémica que no estuviese enmarcada estrictamente en los límites de la confrontación doctrinaria”. Ello le valió para “convertirse, de manera clara, sobre todo al final de la primera etapa, en una revista abierta a todos los jóvenes de América Latina, cualquiera que fuese su posición ideológica o política. Ese fue uno de los factores que más contribuyeron a darla a conocer y a ganar prestigio dentro y fuera del país”.

3. Cuatro ejemplares de la primera época (1964 a 1969) de Zona Franca.

Siempre con el apoyo de Márquez Rodríguez podemos transmitir que “de Zona Franca se publicaron en total 126 números; pero no en forma continua, pues por diversas razones, especialmente de carácter económico, la vida de la revista se desarrolló en tres épocas. La primera época fue de 1964 a 1969, y abarcó 66 números. La segunda época se extendió de 1970 a 1973, con 22 números. La tercera y última abarcó de 1977 a 1984, y tuvo 36 números”.

Durante su primera época, Zona Franca tuvo un formato de medio pliego (30×43 cm) -conocido como tabloide en la terminología periodística-, con un total de dieciséis páginas. “Más tarde cambió morfológicamente por un formato más pequeño de un cuarto recortado (22×28 cm), con 64 páginas. Este formato se mantuvo en las dos épocas subsiguientes, aunque variando el número de páginas, que eventualmente subía o bajaba, casi siempre manteniéndose entre sesenta y cuatro y ochenta páginas. Igualmente, cambió la frecuencia de su aparición, pues al principio tuvo una periodicidad quincenal y en las siguientes épocas pasó a ser mensual, primero, y luego bimensual. Sin embargo, tal periodicidad tampoco se mantuvo rigurosamente y con frecuencia se publicaban números dobles”.

4. Algunos ejemplares de la tercera época (1977 a 1984) de Zona Franca.

Del minucioso estudio realizado por Márquez Rodríguez se desprende que los colaboradores de la publicación siempre fueron mayoritariamente nacionales notándose un incremento de esa tendencia en el tiempo, “lo cual no debe imputarse a cambios en la orientación de la revista en este aspecto, sino más bien a las dificultades de comunicación de nuestro país con otros países, que a veces alcanzan límites de verdadero aislamiento”. En cuanto a las materias tratadas, aunque, como se dijo, desde un principio se buscó dar cabida a temas variados, el hecho de que la publicación se definiera de inicio como “Revista de literatura e ideas” marcó siempre el predominio de asuntos literarios por sobre los demás, acentuándose a lo largo de las tres etapas. Ellos serán seguidos por los relativos a las ciencias sociales, las artes y el teatro, pasando la filosofía, la religión, el cine o las ciencias naturales a un tercer plano.

Zona Franca y en particular en los números 14 y 16 de la segunda época (agosto-diciembre de 1972) jugó un papel relevante en el debate que se desarrolló en torno al boom de la literatura latinoamericana sus orígenes, el motivo y polémica desatados alrededor de su denominación y la manera como era asumido por sus protagonistas quienes tuvieron relevante presencia en sus páginas.

También contó con la presencia en sus páginas de nombres muy valiosos de la intelectualidad venezolana, hispanoamericana y de otros países distinguiéndose por su apertura hacia los jóvenes. Larga es la lista de figuras nacionales e internacionales que desfilaron por sus páginas bien como colaboradores, bien como objeto de comentarios y estudios críticos la cual Márquez Rodríguez ofrece con minucioso detalle y que aquí a riesgo de dejar por fuera a alguien no repetiremos.

5. Dos ejemplares de la tercera época (1977 a 1984) de Zona Franca.

Como todo proyecto editorial venezolano e hispanoamericano, Zona Franca tropezó con recurrentes problemas de financiamiento que la llevaron después de veinte años a su desaparición. “Durante un buen tiempo la revista tuvo el apoyo financiero de un organismo oficial venezolano, una especie de subsidio a cambio del cual se le entregaban trescientos ejemplares de la revista, que ellos distribuían dentro y fuera del país. Esto permitió durante ese tiempo resolver, en parte, dos problemas esenciales, como son el del financiamiento y el de la distribución, que tradicionalmente han sido los principales inconvenientes con que han tropezado las publicaciones de este tipo en nuestros países. Más tarde esta ayuda oficial le fue suprimida, pero la revista pudo subsistir gracias a que también tuvo alguna ayuda financiera privada, mediante publicidad pagada por importantes empresas venezolanas, aunque no en la magnitud deseable. A medida que los costos de producción fueron aumentando, mientras que la publicidad se mantenía estancada o aumentaba en una proporción mucho menor, la revista se vio en dificultades crecientes, que a la larga determinaron su desaparición, después de haber cumplido una extraordinaria labor cultural”.

Julio Miranda en “Panorama de las revistas culturales venezolanas, 1970-1990”, texto aparecido en el mismo número ya citado de Cahiers du CRICCAL, apunta de forma crítica sobre la desaparición de Zona Franca y otras revistas culturales que “murieron de asfixia monetaria pero yo pienso que, además, y quizás sobre todo, de asfixia ‘espiritual’. No fueron capaces de producir un proceso cultural de alguna manera identificable o destacable; tampoco, de acompañar, reflejar, sostener a uno inexistente. Se hicieron intercambiables -aunque no hubiera muchas más- y, al cabo, prescindibles. Creo que cuando no hay cierto grado de expectativa ante cada nuevo número de una revista, ella está -de hecho- muerta”. Reflexión que, pensamos, merece ser tomada en cuenta.

ACA

Procedencia de las imágenes

Postal. https://www.iberlibro.com/revistas-y-publicaciones/Zona-Franca-Revista-Literatura-Juan-Liscano/30746048906/bd

  1. https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/politica/plomazon-de-el-portenazo-retumba-60-anos-despues/ y https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-47263573

2. Colección Fundación Arquitectura y Ciudad

3. https://www.todocoleccion.net/libros-segunda-mano/zona-franca-revista-literatura-e-ideas-ano-i-n-s-21y-22-julio-1965~x128905199, https://www.facebook.com/abisinia.review/?locale=ms_MY, https://www.amazon.com/-/es/Juan-Liscano/dp/B001T0LITW y https://www.todocoleccion.net/coleccionismo-revistas-periodicos/revista-zona-franca-n-49-racover-evtuchengo-lerner-glantz-ed-1967~x407320994

4. https://articulo.mercadolibre.com.ve/MLV-555918636-revistas-antiguas-zona-franca-caribana-folios-otros-_JM#position=1&search_layout=stack&type=item&tracking_id=57ab5932-4a6c-4eb7-8c10-2491a02c9fe7

5. https://www.iberlibro.com/revistas-y-publicaciones/Zona-Franca-III-Epoca-A%C3%B1o-N%C2%B029/30329349374/bd y https://www.abebooks.com/magazines-periodicals/Zona-Franca-III-Epoca-A%C3%B1o-N%C2%B03233/30329351006/bd